CAPÍTULO 27: Novedades
Evan
—¿Cuánto falta? —preguntó Jessie por milésima vez desde que subimos al auto.
—Poco, Jessie, poco —respondió Lily con la mano en la frente, cansada de la insistencia de la pequeña.
Íbamos camino al hospital para el chequeo mensual de la niña y nos estaba volviendo locos. Las visitas a la clínica no le agradaban, le aterraba la idea de regresar a las diálisis y los tratamientos y sin importar lo mucho que le explicáramos que eso no sucedería, aún estaba reacia a la idea de ir.
—¿Cuánto falta? —volvió a preguntar.
—¡Jessica, basta ya! —grité y vi por el espejo retrovisor como se encogía en la parte trasera del coche.
—Lo siento —musitó en el tono que usa cuando está avergonzada o triste, el arrepentimiento me golpeó al instante.
—No, perdóname tú a mí, Jessie. No debí gritarte, pequeña.
—Es que no quiero ir —hizo un puchero.
—Jess, ya sabes que tienes que ir. Es sólo un chequeo. No va a pasar nada. Has mejorado muchísimo y bastante rápido. Nos van a dar buenas noticias —le sonreí a lo que asintió, más tranquila.
Llegamos por fin al hospital y nos dirigimos directamente al consultorio del Dr. Ferguson. Éste examimó parcialmente a la niña antes de enviarla a someterse a un par de estudios. Jess estaba un poco nerviosa, por lo que tuve que arreglármelas por enésima vez para hacerle entender que todo estaría bien. Lily también estaba un tanto tensa, y la entendía, hasta ahora todo iba de maravilla y no soportaría recibir malas noticias. Así que, nuevamente, me tocó ser el superhéroe de mis chicas. No me importaba serlo, en lo absoluto, vivo por ellas dos y si un millón de veces las abordan los pensamientos pesimistas, entonces un millón uno los reemplazaré por unos optimistas.
Al obtener los resultados de los estudios, regresamos al consultorio del Dr. Ferguson. Él se dedicó a revisar los informes de los exámenes y al concluir, nos regaló una confortable sonrisa.
—Pues, todo está en orden. La recuperación de Jessie es impresionante —nos informó, ensanchando su sonrisa.
Compartí miradas de celebración con mis chicas, las cuales lucían bastante más aliviadas y relajadas.
—¿Ves, mini Lily? Te dije que todo estaba bien —le sonreí a mi hija y me dio un pequeño abrazo.
—Mejor que bien. Ha aceptado el órgano perfectamente y la evolución es notable —agregó el doctor.
—Entonces...¿podrá ir a la escuela en septiembre? —preguntó Lils.
—No veo problema con ello.
Nos sonreímos entre nosotros y nos dispusimos escuchar algunas indicaciones más que debíamos seguir para que Jess siguiera progresando así de bien como hasta ahora, así como también el cambio de la dieta por una más flexible y con contenidos más nutritivos. Nos despedimos del Dr. Ferguson y salimos del hospital tomados de las manos, Jessie entre Lily y yo, dando saltitos de alegría.
—Mami, papi, ¿vamos a casa? —preguntó la niña estando a pocos metros de mi auto.
—Sí, nena —le respondió Lils y la pequeña suspiró con decepción diría yo.
—¿Quieren ir a otro sitio? —propuse.
—¡Sí! —saltó la princesa—. ¿A dónde nos llevarás?
—A un lugar especial para mí.
Abordamos el auto y conduje unos veinte minutos hasta mi cafetería , el Sweet Paradise Café. Lily lo observaba con una amplia sonrisa, supuse que recordando los viejos tiempos de cuando recién nos conocíamos. Jess por su parte miraba hacia el interior algo ansiosa por ingresar.
Entramos al lugar y la mesa que acostumbrábamos nos estaba esperando. Nos sentamos juntos, Lily frente a mí y la niña a cada lado de ambos. Rápidamente vino una camarera a pedirnos la orden y luego de tomarla, se retiró.
—Me gusta este lugar, papá —comentó Jess observando todo a su alrededor con curiosidad.
—Me alegra, princesa —le pellizqué una mejilla, amo hacer eso, son muy suaves.
—Ev, tengo una duda —Lily apoyó los codos en la mesa y colocó las manos en sus mejillas.
—Dime.
—¿Por qué siempre aquí? —su pregunta me tomo por sorpresa—. No me malentiendas, me encanta el lugar, pero...¿por qué es especial?
Ok, quizás olvidé comentarle un detalle de mucha importancia. Ésta no es una cafetería ordinaria y justo esa fue la razón por la que la traje desde el día en que la conocí.
—Era de mi madre.
—¿De verdad? —su expresión cambió en una fracción de segundo, abandonó su postura para adoptar una posición erguida—. Lo siento, yo...
—Tranquila, amor —la interrumpí, sonriéndole—. Es lindo hablar de ella sin que se convierta en un recuerdo triste.
—Entonces háblanos de ella —me tomó de la mano por encima de la mesa, acariciándola con esa dulzura que tanto me gusta.
—Sí, yo quiero saber más sobre la abuela —asintió Jessie.
Bueno, cuántas cosas podían decirse de Estefanía Armstrong de Harriet. No suelo hablar de ella, incluso los perros que la consideraban una tía, se cohiben al tratar este tema porque saben que es delicado para mí. Sin embargo, esa mañana cuando Jessie me hizo sentir a gusto rodeado de sus recuerdos, supe que guardarme su luto no me ayudaría a sentirme mejor, al contrario. Así que, ¿por qué no contarles acerca de la excepcional persona que fue mi madre?
—Ella era...tan especial —suspiré al recordarlo—. Ayudó a mi padre a construir H&A Corporation, la A es de su apellido de soltera: Armstrong. Pero ella era muy sencilla para un mundo de empresas, así que compró este local y creó este negocio, algo más apegado a su estilo. Solía pasarme las tardes aquí cuando era niño y viendo como dirigía todo con su alegría y su sonrisa —sonreí, nostálgico.
—La abuela era genial —sonrió mi mini Lily.
—Sí, lo era —le sonreí de vuelta—. Ahora soy yo el que se encarga del lugar, pero no puedo frecuentarlo mucho por mi trabajo en la empresa, así que mi personal de confianza lo maneja.
—¿Cuándo pensabas decirme que este café era tuyo? —reclamó mi esposa, pero no estaba muy enojada que digamos—. Sabes que me encanta.
—Nunca me contaste que te gustaba—me encogí de hombros.
—No sé si lo recuerdes, pero me trajiste a este lugar cuando nos conocimos y aquí me pediste matrimonio —me guiñó un ojo.
Y entonces una idea loca me pasó por la cabeza.
—Pues, si tanto te gusta —me incliné hacia adelante—, ¿por qué no lo diriges tú de ahora en adelante?
Jessie emitió un chillido de emoción, pero la expresión de sorpresa se quedó congelada en el rostro de Lily, literalmente parecía una estatua humana. Estuve a punto de retractarme cuando vi que parpadeó y sus ojos se iluminaron.
—¿En...? ¿En serio? —musitó.
—Sí, dijiste que querías trabajar y pensándolo bien, eres perfecta para esto.
—¿De verdad crees que podría llegar a hacer un buen trabajo? No quisiera arruinar un lugar con tanto valor sentimental para ti —se mordió el labio inferior, dudosa.
Esta vez fui yo quien acarició su mano a modo de apoyo. Lily es una mujer muy capaz y no dudo que, con la asesoría adecuada, hará un trabajo excelente con el negocio.
—Amor, ni por un segundo dudaría de tu capacidad. Experiencia laboral te sobra —iba a decirme algo pero alcé mi mano libre pidiendo silencio— y no me digas que nunca has trabajado como administradora, aprenderás, eres muy inteligente y confío en que le pondrás todo tu esfuerzo. ¿No es así?
Asintió—. Lo haré. Gracias por confiar en mí, amor.
—Eso es todo lo que necesitaba saber, pero tengo una condición.
—¿Cuál?
—Quiero que vuelvas a escribir.
Abrió los ojos como platos, no se lo esperaba para nada, pero tenía que buscar una forma para inducirla a retomar su pasión, sería un desperdicio que dejara de escribir.
—¿Por qué me miras así? —le sonreí al no recibir respuesta—. ¿Creíste que había olvidado que solías ser escritora?
—La verdad es que no creí que... —negó con la cabeza, con una media sonrisa plasmada en sus labios—. No pensé que lo consideraras algo lo suficientemente importante como para recordarlo.
No puede ser.
—¿Es en serio, Lily? —bufé—. Eres la mujer que amo, por supuesto que todo lo que tenga que ver contigo es relevante e importante para mí, nunca pienses lo contrario —me sonrió—. Justo por eso te estoy dejando al mando de este lugar y quiero que retomes la escritura. Porque sé que quieres superarte y voy a estar apoyándote todo el tiempo —le di un ligero apretón a su mano—. ¿Qué dices? ¿Aceptas?
—Di que sí, mami —la animó Jess aplaudiendo.
Su mirada viajó de mí a nuestra hija un par de veces. Parecía ansiosa por aceptar pero las pequeñas dudas no la dejaban darme el sí.
Quizá necesitas un empujoncito, reina.
—Jessie y yo estaremos apoyándote todo el tiempo —miré a mi pequeña ojiazul—. ¿Cierto, princesa?
—Sí, mami —asintió.
Su expresión dubitativa regresó, pero esta vez fue sustituida rápidamente por mucho entusiasmo.
—Vale, volveré a escribir y haré mi mayor esfuerzo por dirigir lo mejor posible este negocio.
—Entonces, Sra. Harriet, está usted oficialmente a cargo de este establecimiento. Sweet Paradise Café, está a tu cargo —hice una corta reverencia.
—¿Podré venir al café cuando salga de la escuela por las tardes? —preguntó la pequeña.
—Claro que sí, princesa —le sacudí el cabello y soltó su pequeña risita.
La camarera regresó con nuestros cafés y un trozo de tarta de vainilla la cual Jess seguía con la mirada, ansiosa por incarle el diente. Me causó gracia su mirada casi babeante ante el postre.
—Princesa, sabes que puedes comer, ¿verdad? —le sonrió Lils acariciando su mejilla.
—¿Puedo comer pastel? —se le iluminaron los ojitos al preguntar.
—Aún no de chocolate, pero sí de vainilla, y además es bajo en azúcar. Adelante, princesa —acerqué el pequeño plato hacia ella.
Me sonrió como nunca y comenzó a deborar la tarta como si su vida dependiese de ello. Lily y yo intercambiamos miradas de complicidad y brindamos con nuestras tazas de capuchino al ver a nuestra hija tan contenta disfrutando del dulce.
—¡Evan! —mi esposa comenzó a reír bastante divertida tras darle el primer sorbo a su café.
—¿Qué?
—Tienes un...bigote —rió—. Espera —tomó una servilleta y comenzó a limpiarme con ella la comisura del labio superior.
—Papá pareces un bebé —se mofó Jessie.
—¿Y tú? ¿Ya te viste la cara? —me burlé, tenía el rostro lleno de merengue, ¿en qué momento ocurrió eso?
—¡Jessie! —gritó Lily entre más risas repitiendo el procedimiento con ella.
—Somos un desastre, ¿cierto, Jess? —reí y mi hija asintió.
—Puede que lo sean, pero son mi desastre —Lils nos guiñó un ojo.
Pasamos la siguiente hora y media disfrutando los tres juntos en familia antes de regresar a casa. Lo habíamos pasado bastante bien, desearía que el trabajo no me restara tanto tiempo con mis chicas, pero aun así me he asegurado de balancear ambos tiempos para no descuidarlas a ellas ni a mis labores en la empresa.
De regreso a casa, nos llevamos una grata sorpresa al abrir la puerta y encontrar en la sala de estar a Margarita, junto a una mujer y un niño. Ambos eran rubios, con profundos ojos azules y por el parecido entre ambos asumí que se trataban de madre e hijo. La mujer estaba muy nerviosa, incluso diría que perturbada. El niño por otro lado estaba tranquilo pero se aferraba mucho a Margarita, específicamente a una de sus piernas.
—¡Nana! Volviste —chilló Jess para luego correr a abrazar a Margarita que la recibió con los brazos abiertos, a pesar de que tenía al pequeño rubio prendado a su pierna.
—Hola, Jessie. Los extrañé mucho —le respondió.
Lils y yo nos acercamos, no esperábamos que nuestra madrina regresara antes de tiempo, y menos acompañada, pero eso no le resta emoción al hecho de que esté aquí.
—Creí que regresarías dentro de tres días —Lils la abrazó también.
—Ese era el plan, pero... —hizo una pausa, como si buscase la forma correcta de decirnos el motivo de su temprano regreso— surgió un imprevisto.
—Da igual. Bienvenida a casa, madrina —la abracé yo esta vez.
—¿Quiénes son ellos? —preguntó mini Lily apuntando a los invitados.
—Jessie, no seas grosera —la reprendió Lils.
—No, no la regañes —dijo la rubia, levantándose—, somos nosotros los que no nos presentamos —extendió una mano hacia nosotros a modo de saludo—. Un placer, soy Lorraine y él es mi hijo Mateo.
—Es un placer —Lily estrechó su mano, sonriéndole—, aunque ya nos conocíamos, sólo que no formalmente.
—Un placer, yo soy Evan Harriet —estreché su mano también, noté que aún estaba nerviosa, me pregunté qué ocurría.
—Hola, yo soy Jessica Harriet, pero todos me llaman Jessie —la niña también saludó lo que nos causó ternura a todos.
—Chicos, quería hablar con ustedes acerca de un tema delicado —nos dijo Margarita, refiriéndose a mí y a Lily.
Asentimos y caminamos hasta el comedor para tener mayor privacidad. Algo aquí me olía raro, Lorraine y Mateo no parecían estar aquí de visita, sus actitudes tensas y el misterio con el que nuestra madrina nos hablaba, sólo aumentaba mis sospechas con respecto al asunto. Tomamos asiento en nuestros respectivos lugares. Margarita parecía consternada, lo cual me daba aún más intriga.
¿Qué ocurre?
—Evan, Lily, necesito su ayuda —comenzó a decir, el pesar reinaba en su tono de voz, eso no es propio de ella.
—Margarita, me estás asustando —Lily la tomó de las manos—. ¿Qué pasa?
—Podrían dejar que mis sobrinos se queden por un tiempo, es...algo temporal —pidió, aún más aturdida.
—Madrina...¿pasa algo malo? Te veo...preocupada —pregunté con cuidado.
Ella exhaló con gran pesadez, como si cargara toneladas sobre sus hombros. Sus manos —las cuales Lils aún sostenía entre las suyas— temblaban. Parecía que acababa de ver una sangrienta película de terror que no la dejaría dormir esta noche.
—Verán... —tragó saliva— mi sobrina no me había visitado porque...su marido la está golpeando.
—¿¡Qué!? —exclamamos Lils y yo al unísono.
A mi mente regresó la imagen asustadiza y temerosa que mostraron Mateo y Lorraine hace rato. Debido a mi trabajo en la fundación e incluso por el trabajo legal desinteresado que realiza Frank para ayudar a mujeres abusadas, tengo cierto conocimiento con respecto al tema. Nunca me ha cabido en la cabeza cómo pueden existir lacras de semejante calaña como para ponerle una mano encima a una mujer, es degradante y salvaje, ni Lorraine ni nadie merece ese maltrato.
—¿Qué clase de bestia golpea a una mujer? —pensé en voz alta—. Y con un niño.
—¿Cómo puede golpear a la madre de su hijo? —Lily se abrazó a sí misma, consternada.
—Ese hombre no es el padre de Mateo. Su verdadero padre murió cuando el niño tenía un año —aclaró la madrina.
—¿Entonces por qué soporta eso? — inquirió mi esposa—. Por lo poco que conozco a Lorraine me consta que es una mujer preparada, inteligente, no necesita depender de un hombre y menos si la están abusando.
—Porque no tuvo otra opción, o al menos eso fue lo que ese animal le hizo creer —respondió Margarita, se notaba que el tema le afectaba, y no era para menos al tratarse de su sobrina—. Ella nunca pensó que ese maravilloso hombre con el que se casó, se convertiría en un monstruo. La enajenó del mundo exterior, destruyó su autoestima y la lastimó de todas las formas posibles. Pero también se sometió por Mateo, para que al pequeño no le faltara nada.
—La entiendo. Cuando Evan me propuso matrimonio también pensé en que Jessie necesitaba un padre, la diferencia es que yo sí tuve suerte con eso —Lils me tomó la mano y me sonrió.
—Lorraine y Mateo pueden quedarse todo el tiempo que quieran —aseguré— y Frank nos puede ayudar con el proceso legal contra su marido golpeador.
—Ella no quiere. Le tiene pánico a ese hombre. Prácticamente la secuestré al traerla —suspiró la madrina.
—Es el típico caso de mujer abusada. Caridad ha ayudado a muchas de ellas, le tienen pavor a sus abusadores y creen que la justicia no hará nada por ellas —abogó Lily.
—Frank ganaría el caso sin pestañear, pero para ello Lorraine debería estar dispuesta a denunciar.
—Por ahora con que se sienta segura en un lugar estable es suficiente —asintió Margarita—. Poco a poco la ayudaré a superar el infierno que vivió.
—Por eso no te preocupes, madrina, ambos se quedarán aquí y estarán a salvo —recalqué—. Les doy mi palabra.
—Gracias, chicos —nos tomó las manos a ambos con su mejor sonrisa de agradecimiento.
La verdad es que no había mucho por lo cual agradecer. Margarita es muy importante para nosotros, es una Harriet que no necesita llevar el apellido y cualquier cosa que me pida lo consideraría pequeño. Además, estamos hablando de una mujer y de un niño que vivieron un auténtico infierno quién sabe desde cuando, sería muy desnaturalizado de mi parte si no les tendiera una mano cuando los recursos me sobran para hacerlo.
Mamá solía decir que, siempre que puedas ayudar a alguien, lo hagas. Para ti es sólo una buena acción, pero para esa persona puede ser la luz al final del túnel que tanto le ha costado hallar.
Regresamos a la sala de estar. Jessie estaba volviendo locos a Mateo y a Lorraine contándoles toda su vida desde que somos una familia, andaba por el beso de la boda.
—Y entonces fui a donde estaba papá y le dije papá por primera vez, entonces él y mamá abrieron muuucho los ojos y...
—Jessie, deja las historias para la cena —la interrumpió Lily.
—Lo siento. Ha hablado mucho ¿cierto? —sonreí.
—No ha respirado desde que empezó —comentó Mateo, por primera vez lo escuché hablar.
—Lo siento, mi papá dice que soy una pandachina —se disculpó la pequeña.
—Jess, es parlanchina —la corregí por milésima vez, estoy a punto de desistir como con limusina.
—Eso, perlafina —intentó rectificar pero sólo consiguió que riéramos por un rato, mi hija es única, de eso no me cabe duda.
Margarita nos hizo una sutil seña indicando que nos dejaría a solas con Lorraine para hablar con ella, ya lo habíamos planeado de antemano.
—Jessie, Mateo, vengan conmigo a jugar al jardín —propuso, tomando a ambos niños de la mano, el rubito miró a su madre con cautela hasta que ella asintió dándole a entender que todo estaba bien.
Mi mujer y yo tomamos asiento en unos sillones frente a nuestra nueva inquilina. Ella lucía aún más nerviosa que cuando llegamos, asumí que quedarse a solas con nosotros no la hacía sentir cómoda y que hablar acerca de los maltratos que sufrió era algo que no pasaría en un futuro cercano.
—Lorraine, pues... —la vista de la rubia se centró en mi esposa tan pronto ésta comenzó a hablar— Evan y yo decidimos que te quedes aquí, el tiempo que quieras —le sonrió.
Los hombros y la expresión de nuestra invitada se relajaron, como si acabásemos de quitarle un gran peso de encima. Supe que había tomado la decisión correcta cuando sus ojos azules se tiñieron de agradecimiento.
—De verdad muchas gracias —juntó ambas manos en forma de agradecimiento—. Cuando mi tía me trajo, no estaba muy segura de aceptar. Prácticamente me arrastró hasta aquí.
—Nos contó lo de...
—Sí, no estoy orgullosa de ello —me interrumpió antes de bajar la mirada, lucía avergonzada y no tenía porqué, ella no fue responsable del salvajismo del imbécil de su marido.
—Pero lo que ese animal te hacía no es tu culpa —Lily abandonó su asiento para sentarse a su lado en el sofá.
—Pero sí es mi culpa no poder proteger a mi hijo —se lamentó, su voz cargaba con tanto arrepentimiento y culpabilidad que me sentí mal por ella, no era lástima ni ningún otro sentimiento que seguramente cree producir en las personas, pero no, sólo me compadecía por su situación.
—Viniste hasta aquí, ya lo estás haciendo —le sonreí.
—Ahora ya puedes instalarte. ¿Vas a dormir con Mateo? —cambió de tema Lils.
—Sí, la verdad es que me siento mejor teniéndolo cerca —intentó esbozar una sonrisa, salió un tanto forzada, obviamente sonreír no estaba en su lista de prioridades en este momento.
—Te entiendo muy bien. Miriam y Estrella alistarán una habitación para ti y Mateo —Lily le envió una de sus encantadoras sonrisas capaces de hacer sentir mejor a cualquiera.
Llamamos a Miriam y Estrella quienes llevaron a nuestra nueva huésped a su habitación, nosotros nos dirigimos a la nuestra. Lily se lanzó sobre la cama como si llevara días sin dormir.
—Estoy muerta.
—Exagerada —reí uniéndome a ella sobre la cama.
—No estoy exagerando, ha sido un día muy largo y cargado de mucha información. Jessie podrá iniciar el curso escolar sin problemas, soy la nueva encargada de la cafetería que resultó ser tuya, voy a volver a escribir, tenemos una inquilina que me recuerda mucho a mí, Margarita volvió antes de lo previsto... —suspiró— en fin, muchas cosas.
—Tengo una técnica de relajación que te va a encantar —le di un beso suave en el cuello.
—Evan...no, ni se te ocurra —intentó resistirse, pero sabía que lo último que quería era que me detuviese.
—Sé que tienes tantas ganas como yo —mordí el lóbulo de su oreja y soltó un pequeño gemido, amo ese poder que tengo sobre ella, el de volverla loca sin mucho esfuerzo.
—Oye no —se sentó, librándose de mis técnicas de seducción—, tenemos invitados.
—Ajá. ¿Y? —sonreí, apoyándome sobre mis codos.
—Y Jessie puede aparecer en cualquier momento —dijo, nerviosa.
—Ajá. ¿Y? —me senté también.
—Y sólo son las 3:00 p.m.
—Ajá. ¿Y? —le di un corto beso.
—Y...y es mejor hacerlo de noche, preferiblemente después de la cena —pasó del tono nervioso al seductor para luego darme un pequeño beso.
—Esa es mi chica.
Me levanté de la cama y caminé hacia mi mesita de noche. Rebusqué en la pequeña gaveta de esta hasta hallar la tarjeta de la fundación.
—Ten, amor —se la entregué a Lils—. Ahí está la información de la fundación, dásela a Lorraine, ella necesita ayuda profesional. Lo haría yo, pero creo que se sentirá más en confianza contigo hasta que me conozca mejor.
—Sí, tienes razón —asintió—. Quiero ayudarla, ¿sabes? Me recuerda a mí cuando estaba sola con Jessie, y su situación es mucho peor de lo que fue la mía.
—Lo logrará, se nota que es una mujer fuerte —me senté de nuevo a su lado, tomé su rostro entre mis manos y uní nuestros labios—. Ella es como tú.
Rió sobre mis labios—. No creo que la solución a todos sus problemas sea un hombre millonario al cual le urge casarse para no perder su herencia.
Reí igualmente—. Nuestra historia es única, tenlo por seguro.
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Nuevo capítulooo!!!
Nuevos personajes...¿qué les parecieron?
Besos de Karina K.love 😉
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