CAPÍTULO 26: Verano, Jessie y Familia Harriet
Lily
Había pasado otro mes.
Agosto llegó tan rápido como Jessie corriendo por la mansión y Evan tras ella. Lo estaba volviendo loco, casi literalmente. Era muy divertido ver como Ev trataba de seguirle el ritmo, aún le faltaban otros cuatro meses a Jess para terminar con su recuperación pero estaba lo suficiente activa y eso era muy buena señal, él por su parte ya estaba del todo bien según los estudios médicos que le realizaron.
Cuando debía descansar de igual forma mi hija se las arreglaba para arrastrar a su papá a jugar con ella en su habitación. Justo ahora están teniendo una entretenida fiesta del té con Algodón, Donald el delfín y la barbie proveedora de brillos, dulces y cuernos de unicornio, la Srta. Pink. Era muy gracioso ver como Evan hablaba ''cosas de negocios'' con Algodón y la Srta. Pink, al parecer H&A Corporation está interesado en firmar un contrato con Jessie Corporation.
—Permiso. Siento interrumpir su importante junta, pero la ejecutiva Margarita Moon solicita la presencia del Sr. y la Srta. Harriet —dije tal cual secretaria y ambos sonrieron y me acompañaron hasta la sala de estar.
Margarita iría a visitar a su sobrina. Habían pasado varios meses desde la última vez que la vio y estaba preocupada por ella. Solía venir a visitarla una vez al mes pero últimamente ni siquiera la había llamado, así que decidió hacer un pequeño viaje para ir a verla por una semana.
Nos reunimos con ella y la abrazamos algo desanimados. Margarita es nuestra principal figura maternal y es sumamente importante para todos nosotros; no tenerla aquí, aunque sea sólo por una semana, no nos gustaba.
—Te vamos a extrañar, madrina —Evan le dio un gran abrazo de oso, tanto él como Jessie estaban reacios a que se fuera, incluso querían encerrarla en su habitación.
—Y yo a ustedes, mis hermosos ahijados, pero tengo que percatarme de que todo esté en orden con mi sobrina y mi sobrinito —le respondió al romper el abrazo.
—No quiero que te vayas —Jess hizo un puchero.
—Sólo será una semana, princesa. Volveré pronto para la próxima fiesta del té.
—Puedes irte tranquila, yo me encargaré del rey llorón y la princesa puchero —bromeé, tanto el padre como la hija me fulminaron con la mirada mientras Margarita reía.
—Los quiero muchísmo a los tres. Nos vemos dentro de una semana —nos dio un caluroso abrazo a cada uno y la acompañamos hasta la salida junto a Fred, que la llevaría en el auto hasta el aeropuerto.
Tan pronto vimos el auto alejarse, también me sentí algo desanimada. Para nadie es un secreto que Margarita es un pilar importante en casa, la adoramos y esta es la primera vez que se ausenta de casa, incluso se sentía raro.
—Ya la extraño —suspiró Jess cabizbaja mientras regresábamos al interior de la casa.
—Vamos, pequeña, no te pongas triste —le pidió Ev, pero el desánimo no abandonó el pequeño rostro de la niña—. ¿Qué tal si...invitamos al tío Garret y a los abuelos a casa para jugar? —propuso, dejándome impresionada, tenía entendido que era la primera vez que invitaría oficialmente a su familia a su casa.
Jess por su lado, lucía más animada. No ha podido compartir suficiente tiempo con ellos, con Garret quizás sí, pero sus abuelos el contacto ha sido mucho más escaso. Estaba consciente de que Ev estaba dispuesto a hacer esto por ella, después del transplante quedé convencida de que no hay nada que no haría por nuestra princesa; y eso incluía poner todo de su parte para que la reconciliación Harriet se diera.
—¿De verdad? ¿Crees que vendrán? —saltó en el lugar.
—No sé. Los llamaré y si tienen el día libre, vendrán seguro a verte —Ev la cargó, sonriente—. Todos adoramos a la más pequeña de los Harriet.
—Pero, princesa, es hora de la siesta. Verás al tío y a los abuelos cuando despiertes —la cargué yo esta vez.
—Pero, mami... —hizo un puchero.
—Pero nada, Jess. Tienes que dormir.
—Papi... —esta vez el puchero fue dirigido a Evan, le di una mirada de advertencia para que ni se le ocurriera contradecirme.
—Hermosa, mamá tiene razón. Además son indicaciones médicas y sabes que tienes que seguirlas al pie de la letra —le acarició la mejilla y suspiró, rendida.
—Está bien. ¿Pero pueden dormir conmigo? Por favor —puso ojitos de corderito, esos son su arma más poderosa contra nosotros.
Evan y yo nos miramos, suspiramos y asentimos vencidos ante su preciosa carita, es inevitable no caer. Subimos a su habitación y luego de colocarle su pijama de cupcakes, nos acostamos los tres juntos en la cama. Jessie en el medio, Ev a su derecha y yo a su izquierda, y obviamente también estaban Algodón y Donald.
—Papi cuéntame el resto de tu cuento. —pidió Jess mientras la arropábamos.
—Mmm...ok, pero esta vez mamá me va a ayudar a contarlo —me sonrió.
—¿Yo? Pero sabes que el que tiene la magia para hacer que se duerma eres tú.
—Eso es con otros cuentos, este es diferente, ¿recuerdas? —me guiñó un ojo.
—Está bien, pero empieza tú y yo te sigo.
—Ok, ¿en dónde me quedé?
—Dijiste que el rey y la princesa se estaban recuperando —respondió la pequeña.
—¡Oh, sí! Pues...con el tiempo la magia hizo efecto y el rey y la princesa ya podían volver a sus deberes reales, pero sin salir del castillo —Ev me hizo una seña para que continuara.
—En el castillo hacían de todo. Corrían, bailaban, hacían fiestas del té y lo que más les gustaba eran los pícnics reales que preparaba la reina en el jardín del palacio.
—¿Y eran felices? —bostezó.
Evan y yo nos miramos, luego la miramos a ella y sonreímos. Claro que lo éramos. Mucho. Pasamos de ser tres actores a los integrantes de una familia hermosa, la que siempre quise para ella. Y sí, nuestra historia no ha sido un cuento de hadas, pero es nuestra peculiar versión de un final feliz; de una familia feliz.
—Muy felices —dijimos al unísono.
—Como...nosotros... —dijo en un murmuro y entre bostezos mientras se acurrucaba lista para dormir.
—Sí, pequeña. Como nosotros —susurré y la besé en la coronilla.
Evan comenzó a acariciar su cabello con suavidad hasta que su respiración se tornó pausada y tranquila. Se había dormido, otra vez, como por arte de magia. ¿¡Cómo mierda él lo logra!?
—No sé tú, pero yo también necesito una siesta —murmuró.
—Y no te culpo, la princesa no te ha dado ni un respiro —reí por lo bajo.
—Llámame masoquista, pero...me gusta —sonrió en su dirección, sin cesar las caricias a la pequeña—. No sé cómo explicarlo. Me gusta jugar con ella, hacerla reír, hablar de inversiones con peluches en fiestas de té —rió—. El Evan de hace unos meses atrás jamás habría dicho algo así, pero me gusta ser su papá y que ella sea mi hija.
Evan Harriet, el ex-playboy anti-paternidad admitiendo sin reparos lo cómodo que se siente siendo el padre de mi hija. La Lily de hace unos meses tampoco habría creído que lo escucharía decir algo así. Nunca imaginé que un vínculo tan fuerte y hermoso se crearía, pero aquí estamos.
Estiré mi mano hasta alcanzar su rostro y comencé a acariciar una de sus mejillas. Sonrió ante el tacto.
—Y a mí gusta que lo seas —le sonreí de vuelta.
—¿Qué tal si tomamos una siesta real los tres juntos?
—Esa fue la idea desde el principio, ¿no? —me encogí de hombros.
Nos acurrucamos y nos abrazamos rodeando a Jessie. No sé en qué momento, pero me quedé profundamente dormida. Era tan confortable, tan tierno, tan especial, que quería que todos los días fueran así. Nunca fui de creer en cuentos de hadas, pero con Evan y Jessie quería un felices para siempre, porque nos lo merecemos, merecemos vivir así el resto de nuestra vida como recompensa por todo lo que sufrimos en el pasado.
Cuando desperté aún estaba abrazada a Jessie, pero no había rastro de mi marido. Me levanté cuidadosamente para no despertar a la niña y miré el reloj en la pequeña mesita de noche de Jess, eran las 4:10 p.m. o sea que había dormido unas dos horas aproximandamente.
Reacomodé a mi pequeña y salí de la habitación en busca de Evan. No lo encontré en nuestra habitación, así que me dirigí a la gran sala de estar, y allí estaba, pero acompañado nada más y nada menos que del resto del clan Harriet: Garret, Eduard y Regina, sentados en el gran sofá mientras que Evan estaba en un sillón al frente.
Para mi sorpresa no sólo estaban aquí, sino que también estaban charlando amistosamente con Ev, como una familia normal, sin gritos ni reclamos, simplemente una tarde familiar, eso me alegraba muchísimo. Nunca los había visto compartir tiempo así y lucían tan bien los cuatro juntos que me sentí mal al recordar que durante más de diez años su relación ha sido pésima. No obstante, ahora parecían no haberse llevado mal jamás.
Al percatarse de mi presencia, todas las miradas se posaron sobre mí. Aún estaba un poco en shock por lo que vi, pero al instante lo sustituí por una sonrisa.
—Hola —saludé.
—Hola, cuñada —Garret me sonrió.
—Hola, nuera —dijeron mis suegros al unísono, ambos estaban muy animados y sus semblantes lucían más cálidos que a como suelen mostrarse, desearía verlos así más seguido.
—¿Cuándo despertaste? —me preguntó mi esposo.
—Justo ahora —respondí mientras me sentaba en un sillón al lado del suyo.
—¿Y Jessie?
—Aquí —contestó la pequeña y di un salto del susto, ¿acaso no la dejé dormida en su cuarto?
Las miradas de todos viajaron hacia la escalera y allí estaba, terminando de bajar. Aún llevaba puesto su pijama y cargaba en brazos a Algodón y a Donald el delfín. Llegó hasta donde estábamos nosotros con una expresión en su rostro que, la verdad, me dio miedo.
—Hola, abuelos. Hola, tío —se giró para saludar a los invitados con su bonita sonrisa para luego voltaerse hacia nosotros con esa expresión de matón tan intimidante.
—Hola, linda —le sonrió su papá pero frunció el ceño, molesta.
—Linda nada —espetó—. Prometieron que dormirían conmigo y cuando desperté ninguno de los dos estaban —nos ¿regañó? autoritariamente.
—Cariño, pero sí dormimos contigo.
—¿Ah sí? Porque cuando desperté sólo estaban el conejo y el delfín, no había ningún papá ni ninguna mamá.—reclamó aún más molesta, la verdad es que se veía tierna y hasta cierto punto era gracioso, pero no me gustaba verla enojada.
—Princesa, acabo de despertar, lo juro —le expliqué—. Y cuando lo hice tu papá ya no estaba allí, así que vine a buscarlo.
Evan dirigió su mirada a mi diciendo con ella gracias por delatarme, ahora la niña me matará. No estaba orgullosa por haberme lavado las manos y dejarle encima todo el problema, pero asumí que para él sería más sensillo escaparse de la furia de la niña, él consigue su perdón con mucha facilidad.
La pequeña fijó su mirada de villana de película de Disney en Evan y me contuve para no reírme, miré al resto de los Harriet y hacían exactamente lo mismo.
—Papá, ¿qué tienes que decir en tu defensa? —llevó sus manitas a su cintura.
¿Así o más tierna?
—Mini Lily, desperté antes que ustedes y fui a llamar al tío Garret y a los abuelos, para que cuando despertaras ya estuvieran aquí...y aquí están. No te enojes conmigo —explicó Ev haciendo un puchero para suavisarla.
—Ok, los voy a perdonar por esta vez —nos dio una mirada de advertencia y los demás no pudieron contener más la risa, era raro verlos a los tres riendo a carcajada sonora, pero también era lindo.
—Parece que mi pequeña nieta tiene el control en casa —rió mi suegro.
—No en realidad, pero lo obtiene con facilidad cuando está enojada —rió también Evan.
—Das miedo, sobrinita —le sonrió Garret.
—Gracias, tío —hizo una reverencia como si fuera el mejor de los halagos.
—Jessie, tu papá nos llamó para que viniéramos a jugar —le sonrió Regina, incluso hablando con una niña lucía elegante y refinada—. ¿Qué quieres hacer?
—Mmmm —se detuvo a pensarlo durante unos segundos—. ¡Ya sé! Juguemos al baile real —saltó dando pequeños aplausos.
—Oh no, nada de eso, Jessie —negó Ev—. No volveré a vestirme de princesa —sentenció y nuevamente el clan Harriet se partió de la risa.
—¿Te has disfrazado de princesa, Evan? —preguntó Garret entre risas incontenibles, pareciera que le costara respirar con normalidad.
—Son cosas que un padre tiene que hacer —expuso como todo un padre de familia—. Cuando tengas hijos, lo entenderás —suspiró, lo que causó sonrisas de satisfacción en los rostros de nuestros invitados.
—Veo que has madurado mucho, hijo —asintió Eduard con notable orgullo en sus ojos.
—Supongo que sí —Ev se encogió de hombros, pero supe que significó más para él de lo que estaba demostrando.
—Bendito ultimátum, bendito contrato —agregó Regina también complacida con la respuesta de mi marido.
Pues sí, benditos sean.
—¿Qué es un ultimátum? ¿Y de qué contrato hablan? —preguntó Jess haciendo que todos compartiésemos miradas de pánico al no saber cómo explicarle cómo empezó todo en realidad.
A ver, Jessie. Tu abuelo obligó a tu papá a casarse y tener un hijo en menos de un año. Tú y yo fuimos justo lo que necesitaba y, a cambio de que pagara tu tratamiento, me casé con él.
Sí, es la historia de amor soñada que todo niño quiere escuchar, ¿no creen?
—Luego te explicamos, princesa. Ahora vamos a jugar que para eso vinieron el tío y los abuelos —sonreí nerviosa, evadiendo el tema.
—Ok, pero como papá no se vestirá de princesa, vamos entonces a jugar a la pelota en el jardín —suspiró la pequeña.
—¿Irás en pijama? —cuestionó Evan.
—Sí. Cuando terminemos de jugar estaré cansada de nuevo y tendré que tomar otra siesta, entonces...¿para qué me lo voy a quitar? —respondió encogiéndose de hombros.
—Oh no, pequeña, tienes que cambiarte. Vamos a tu cuarto —Evan cargó a la niña y caminó con ella escaleras arriba.
Unos meses atrás estaría terriblemente incómoda por quedarme a solas con un Harriet que no fuera mi esposo, pero después del transplante de Jess hemos mantenido más contacto, no tanto para decir que somos una gran familia unida, pero sí como para sentirnos más cercanos.
Cuando perdimos de vista a Jessie y a Evan, todos posaron sus miradas en mí, pero con expresiones cálidas y relajadas, por lo que no resultaba tan incómodo.
—Gracias, Lily —musitó mi suegro para mi sorpresa.
Eduard Harriet...¿agradeciéndome?
—¿Por qué? —pregunté algo confusa, no me lo esperaba.
—¿En serio lo preguntas? —bufó mi cuñado—. Desde que conozco a Evan nunca habíamos compartido más de dos minutos sin pelear ni nos había invitado jamás a venir a aquí. Cuando me llamó creí que era una broma.
—Eso sin contar lo mucho que ha madurado —agregó mi suegra—. Siempre fue un chico rebelde, inmaduro, explosivo, testarudo. No digo que nuestra mala relación con él haya sido sólo su culpa, pero por primera vez parece haber dejado de lado el orgullo, todo para complacer a su hija, eso habla muy bien de su persona.
—Hace unos meses sólo sabía ir de fiesta y centrarse en el trabajo. Ahora arriesgó un contrato muy generoso por defender a su mujer, puso su vida en riesgo por Jessie, se ha centrado en lo importante de la vida, se convirtió en todo un hombre, y te lo debemos a ti —concluyó Eduard.
Ok, me quedé en blanco.
No esperaba estas palabras de agradecimiento ni mucho menos que me atribuyeran todo el cambio de Evan. Sí, ha madurado, y el crédito es cien por ciento suyo por todo el esfuerzo que le puso desde el día uno para adaptarse a la su nueva vida como esposo y padre. Es una persona maravillosa, un padre increíble y un esposo amoroso; esas cualidades siempre las tuvo dentro de sí, yo sólo le di un empujoncito y Jessie hizo el trabajo pesado, convertir en padre a un playboy no es tarea sencilla.
—La verdad es que...yo creo que ese Evan siempre estuvo ahí, sólo necesitaba que alguien sacara lo mejor de él, y creo que esa persona no fui yo; fue Jessie —sonreí y, como si los llamara con el pensamiento, aparecieron ambos.
Jessie lucía un vestido amarillo que le quedaba precioso con zapatillas a juego y estaba peinada con el cabello suelto a excepción de una pequeña cola de caballo alta atada con un lazo. Dio una vuelta tal cual princesa, presumiendo su atuendo.
—Mira, mami. Me vestí yo sola y papá me peinó —chilló con emoción.
Supuse que había sido así, normalmente quien se encarga de eso somos Margarita o yo, pero en ausencia de la primera, Ev se puso manos a la obra. Sabía que le diría que se cambiara por sí sola, aunque son padre e hija, él no se encarga en esos aspectos. Y en cuanto al peinado estaba segura de que fue por petición de la niña y la verdad es que no le quedó nada mal.
—Estás preciosa, cariño —la cargué.
—Ahora sí, vamos al jardín —anunció mi esposo y le obedecimos.
Fue la tarde más entretenida de todo el verano.
El primer juego —propuesto por Jessie— consistía en lanzarnos un balón milticolor los unos a los otros con alguien en medio intentando agarrarla entre lanzamiento y lanzamiento, Garret fue el elegido para dicho puesto. Formamos una especie de cuadrilátero a su alrededor, Jess y Eduard a un lado y en el contrario Ev y yo.
Comenzamos a lanzarnos el balón uno a otro con suavidad y lentitud, era un juego de niños y exclusivamente para complacer a una niña, no podíamos ser muy bruscos cuando la idea era hacer que se divirtiera. Garret caía exageradamente al suelo cada vez que "no lograba alcanzar la pelota", lo hacía a propósito sólo para divertir a Jess, cosa que logró.
Me agradaba saber que, si bien su relación con Evan se estaba restableciendo paulatinamente, Garret se ganó por completo el cariño de su sobrina. Jessie lo adora y salta a la vista que el sentimiento es mutuo, no me equivoqué con respecto a él.
El juego continuó hasta que notamos que Regina no estaba participando lo cual a Jess no le parecía bien. Garret y la niña se encargaron de acercarse a la mesa en la que estaba sentada la "emperatriz impacable" y, contra todo pronóstico, lograron persuadirla. Al parecer ella tampoco es inmune al adorable puchero de su nieta. Me quedé de helada cuando la vi despojándose de sus tacones y de su imagen de gran dama de sociedad por un rato para unirse a la diversión. La recibimos con sonrisas, incluso Evan lucía complacido por su actitud.
—No me sonrían, no volveré a hacerlo —advirtió, aunque podría considerarse como un regaño—. ¿Dónde está esa pelota?
Continuamos con el juego, el cual se hizo más animado con la nueva integrante. Regina olvidó al cabo de unos minutos que se encontraba descalza para centrar toda su atención en Jess, casi se sintió como un deja vu cuando la vi persiguiendo a la niña por todo el jardín. El juego pasó a convertirse en una mezcla de varios deportes, ya ni reconocía la temática, sólo veía a la pelota volando de un lado a otro hasta que tuvimos que tomar un descanso por la pequeña.
Pero la pequeña quiso aprovechar cada segundo con el clan Harriet en casa y propuso una fiesta del té, acompañados como siempre de sus fieles juguetes. Al igual que en la de esta mañana, hablaron nuevamente de una posible asociación entre H&A Corporation y Jessie Corporation. Eduard, Regina y Garret al principio no se creían que la niña estuviese hablando en serio o que la enseñamos, pero no, las aptitudes negocioantes salieron a la luz por sí solos en ella. Pero, después de prestar suma atención al plan de inversión de la Srta. Harriet, estuvieron de acuerdo en firmar un contrato con crayolas y el sello de Jess que resultó ser una calconanía de Pocoyó.
Eran cerca de las 6:00 p.m. y estábamos exhaustos, había sido una tarde muy movida. Nuestra princesa ya estaba dormida otra vez, pero era de esperar, no había parado para nada.
Caminamos de regreso a la sala de estar, Ev cargaba a la niña mientras yo acompañaba a mis suegros y a mi cuñado.
—Bueno, debo decir que eso fue genial —sonrió Garret.
—Muchas gracias por invitarnos, lo último que me imaginé fue que me quitaría los tacones para jugar a la pelota —rió mi suegra.
—Y yo tampoco esperaba firmar un contrato con una empresa transportadora de cuernos de unicornio en una fiesta del té —agregó Eduard a lo que todos reímos.
El ambiente era perfecto, tan cálido y familiar que era una lástima que terminase así. Podríamos tener más tardes como esta, quizá, en un futuro no muy lejano. Pero hoy quería alargarlo un poco más...
—¿Les...gustaría quedarse a cenar? —invité en un intento porque este ambiente familiar tan bonito no se esfumara.
—Tranquila, Lily. No es necesario forzar las cosas —declinó mi suegro—. Con la maravillosa tarde con mi nieta me conformo.
Garret y Regina asintieron de acuerdo, se despidieron de nosotros y los acompañamos hasta la salida. Ya en la puerta, justo antes de que salieran, Evan los detuvo llamándolos. Se giraron a la espera de lo que él tuviese para decir, yo también quedé expectante, no me lo esperaba.
—Quizás...otro día si puedan quedarse para la cena —los invitó con una media sonrisa.
Ahora era yo la que estaba orgullosa de él, se estaba esforzando por reconciliarse con su familia y eso era digno de felicitar, dadas las circunstancias.
Los rostros de los Harriet restantes evidenciaban una gran sorpresa y emoción, apuesto a que no lo vieron venir y para ellos era una gran noticia que Ev estuviese tan dispuesto a intentarlo, porque quería hacerlo.
—Me encantaría, hijo —sonrió Eduard, al igual que Regina y Garret, y acto seguido nos despedimos una segunda vez antes de que se marcharan.
Ingresamos a casa y he de admitir que la emoción no cabía en mí. Evan estaba siendo tan maduro al derrumbar los muros que él mismo construyó hace años y al darse la oportunidad de reconciliarse con quienes, buenos o malos, son su familia.
—Buen trabajo, Ev —le sonreí.
—Supongo que...Jessie se merece a una familia más unida. Ya sabes, menos amor fingido —me regaló una media sonrisa—. O mejor, nada de amor fingido.
—¿Te he dicho que te amo? —me acerqué a él tanto como el dormido cuerpo de nuestra hija nos lo permitió.
—Mmmm, sí, creo que lo has hecho un par de veces —me siguió el juego y me dio un corto beso.
—Vamos a acostar a la princesa.
—Princesa no, empresaria —corrigió.
—Cierto, ahora Jessie Corporation tiene un nuevo socio.
▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪
Nuevo capítulooo!!!
😅Jessie como siempre protagonizando los momentos más tiernos y divertidos de la novela.
Besos de Karina K.love 😉
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top