CAPÍTULO 20: Rehaciendo relaciones

Evan

Sábado en la mañana.

Desperté con los rayos del sol, como un puto cuento de hadas, y lo mejor, Lily me abrazaba sumida en su profundo sueño. Estaba acurrucada sobre mi pecho, con un brazo rodeando ni torso y una pierna enredada entre las mías. Su respiración pausada y calor corporal era la fórmula perfecta para terminar de hacerme sentir completamente a gusto.

Preciosa, ese era el mejor adjetivo para describirla en este mismo instante.

Sentir su piel suave y cálida sobre mí se ha vuelto mi manera favorita de comenzar el día. Su tacto, su calor, su presencia en general...es un jodido privilegio tenerla a mi lado. La observé dormir unos minutos más, no quería interrumpir su maravilloso sueño y aunque voy a sonar como un acosador, adoro observarla mientras duerme. No puedo evitarlo, es demasiado tierna.

Mientras la miraba, comencé a pensar en lo que me hicieron ver los chicos la otra noche, estoy enamorado de ella, y de no ser así, me falta poco para estarlo. No sé en que momento ocurrió. No tengo noción de cuándo ni cómo, sólo sé que, en algún punto del camino la atracción se convirtió en deseo, cariño y...algo más que aún no sé cómo describir, pero es de lo más hermoso que he sentido en mi vida.

El problema radica en que no tengo ni la más mínima idea de si ella siente o no lo mismo por mí. No quiero confesarle mis sentimientos y en caso de no ser correspondido, que todo se vaya a la mierda, ya viví el rechazo cuando le confesé que me gustaba y creo que me dolerá el doble ahora. Siempre tendré el contrato, ese que de cierto modo la ata a mí por cinco años más, pero el trato es una cosa y los sentimientos son otra totalmente diferente, ninguna cláusula estipula que si uno se enamora, el otro lo corresponderá, suena ridículo.

Así que antes de decirle nada, tendría que conquistarla, me propuse hacerlo. Por favor, soy Evan Harriet, uno de los ex-playboys más codiciados de la ciudad, conquistar nunca fue problema para mí, pero...es diferente ahora. O no, es diferente con ella. Me aterra la idea de no ser correspondido, nunca he sentido ese temor antes, nadie me había hecho sentir...¿inseguro?

Joder, ¿qué mierda me pasa?

Mi filosofía siempre ha sido ir por lo que quiero y decir sin tapujos lo que siento. Quiero ir por ella y no temo expresar todo lo que me hace sentir, pero no creo soportar el rechazo y no me perdonaría incomodarla, me importa mucho cómo se siente.

Ahg, enamorarse es un maldito problema.

Lily

Desperté en los brazos de Evan.

Dios, gracias por darme este regalo mañanero.

Me encontraba sobre él, digamos que en la típica posición en la que suelen dormir los recién casados, cosa que somos aunque a veces lo olvidemos. Adoro estar así, con él, juntos en la misma cama, cada noche y cada mañana.

A causa de todos nuestros dramas y problemas, no tuve tiempo de pararme a pensar cómo mis sentimientos hacia él fueron cambiando poco a poco. No puedo decir con exactitud cuándo dejé de verlo como un amigo o cuándo la atracción se convirtió en algo más, sólo pasó, y aún lo estoy asimilando. Las circunstancias han cambiado bastante desde aquella noche en la que me planteé si podíamos llegar a entablar una especie de relación, él ha madurado, su vínculo con Jessie se ha forjado y yo...yo sería la mujer más afortunada de la tierra si Jasmin está en lo cierto, si él está enamorado de mí.

Desde la noche del club cierta...hambre se ha despertado en mí. Sí, eso es, tengo hambre de él. Quisiera poder romper el contrato e iniciar desde cero, intentarlo juntos como una pareja normal y ver cómo fluyen las cosas; pero eso no es posible. El contrato no puede romperse y yo no puedo decirle que he comenzado a sentir cosas...comprometedoras por él. Las cosas son...demasiado complicadas.

Me removí un poco y al alzar la vista me encontré con el par de ojos verdes más hermosos que existen, mirándome con dulzura. Caí en cuenta de que seguramente estuvo por un buen rato en esa posición sólo para no despertarme.

Él como siempre siendo un caballero, con o sin traje elegante.

—Buenos días, Lils —dijo con voz ronca y me sonrió, jodida sonrisa.

¿Cómo pretendo no enamorarme si me sonríe así?

Mis ojos se dedicaron —involuntariamente— a detallar su rostro. Sus chispeantes ojos verdes, su cabello oscuro despeinado y sus labios carnosos listos para ser besados, listos para mí.

Era bastante probable que me arrepentiría rotundamente de lo que estaba a punto de hacer pero, daba igual, era necesario, necesitaba a Evan Harriet. Así que sin darle muchas vueltas, acerqué mi rostro al suyo uniendo nuestros labios en un suave beso. Al principio no me correspondió en vista de que lo tomé por sorpresa, pero no tardó en incorporarse y devolverme el beso con las mismas ansias que yo.

Como siempre, besar a Evan me provocó una ola de sensaciones tan placenteras que el único pensamiento ocupando mi cabeza era seguir besándolo. Tomó mi rostro entre sus manos y profundizó aún más el beso de la forma que sólo él puede hacerlo. Es cálido, tierno y lento pero intenso, una armónica mezcla entre el deseo y la ternura, ni siquiera sabía que ambos aspectos pudiesen juntarse.

Con hambre de más, me subí sobre su duro abdomen. Evan deslizaba sus manos por mi espalda, erizando cada centímetro de piel a su paso, esa corriente eléctrica sólo aumentó mi deseo. Dudó antes de hacerlo, pero descendió hasta encontrar mi nalgas y darles un ligero apretón que hizo que se le escapase un gruñido de satisfacción sobre mis labios.

¿Hace calor? Tengo calor.

Nuestra acalorada atmósfera se vio interrumpida por el sonido de alguien llamando a la puerta. Evan rugió de frustración dándome a entender que él quedó tan inconforme como yo. Me limité a bajar de su torso y podría jurar que mis mejillas se encontraban completamente rojas.

¿De dónde salió ese fuego? Yo no soy así.

—¿Quién es? —gritó Evan, aún molesto por la interrupción.

—Soy yo, Jessie. ¿Puedo entrar? —al escuchar la tierna voz de la niña del otro lado de la puerta, el rostro de Ev se suavisó al instante, era de esperar, la pequeña se ha convertido en su debilidad.

—Claro, nena. Entra.

Jess ingresó en la habitación aún en pijama, pantuflas y con Algodón en brazos. Se acercó a la cama y antes de que pudiera pedir permiso, Evan la cargó y la subió junto a nosotros, sentándola entre ambos.

—Buenos días. ¿Los desperté?

¿Cómo enorjarse con una cosita tan tierna?

—No, pequeña. Mamá y yo estábamos muy despiertos —respondió, observándome, lo que me causó una risa vergonzosa, porque así me encontraba, avergonzada, ese comportamiento salvaje no es propio de mí.

—Jess, cariño, ¿qué haces despierta tan temprano? —intervine, obviando la sonrisa socarrona de mi marido.

—Mami, ¿lo olvidaste? —me miró con cara de decepción.

—Claro que no lo olvidé, linda —peiné su flequillo con mis dedos—. Sé perfectamente que hoy nos vamos al acuario con el tío Garret. Sólo me sorprendió que estés despierta a esta hora —me sonrió.

—¿Y cuándo nos vamos?

—Nos vamos pronto, pero todavía es muy temprano y debemos arreglarnos y desayunar —le explicó Evan con la ternura que siempre le brinda, me encanta esa faceta de él.

No te engañes, Lily, te encanta todo de él.

—Así que usted, señorita, espéreme en su cuarto mientras nosotros nos vestimos.

—Ok, mami —asintió para luego darnos un beso a mí y a Evan, él la dejó en el suelo nuevamente y dos segundos después, la niña se había esfumado.

Salté de la cama tan rápido como pude, evitando cien por ciento la mirada de Evan que estaba clavada en mí. Corrí hasta el clóset y tomé lo primero que encontré para meterme en el baño y no tener que enfrentar a mi esposo, era demasiado incómodo para mí.

Mi plan no funcionó como esperaba ya que mi guapo marido se interpuso entre la puerta del baño y yo cuando estaba a punto de encerrarme dentro. Me miraba directo a los ojos, buscando en los míos la respuesta a la pregunta que aún no me había hecho. Su expresión era una mezcla extraña entre diversión, fascinación y perversión.

Joder, deja de mirarme así, mi récord de seis años sin sexo peligra.

Me mostró una media sonrisa antes de preguntar—: ¿Por qué me besaste?

Buena pregunta, saltemos a la siguiente.

—Evan, ¿no podemos hablar de esto luego? —pedí intentando ingresar al baño, pero el gran cuerpo de mi esposo no me permitía esa opción.

—No, vamos a hablar de esto ahora porque nos pasaremos todo el día con Jessie y mi hermanastro en un acuario. Voy a hacer que me lo digas  antes de que encuentres una buena excusa para esquivar esta conversación —se cruzó de brazos, a pesar de que me estaba reclamando su tono de voz no parecía molesto sino juguetón, eso era más peligroso.

—Si no lo recuerdas, vivimos juntos, compartimos la misma habitación y la misma cama. Podemos hablar del tema en cualquier momento.

—Podemos hacerlo ahora, nos sobra el tiempo —iba a objetar, pero se me adelantó— y no lo niegues porque son las 7:30 a.m. y el acuario no abre hasta las 9:00 a.m. Mientras nos alistamos y desayunamos serán cerca de las 8:20 a.m. aproximandamente lo que significa que tenemos una ventaja de cuarenta minutos —chasqueó la lengua—. Así que habla.

¡Mierda!

A ver, Evan, te pondré en perspectiva. Me encantas, y eso sumado al largo tiempo que llevo sin sexo, me llevó a querer comerte como si fueras el pavo de Acción de Gracias.

Bien, como no puedo decirle eso...

—Porque...soy tu esposa —mentí usando la más mediocre de las excusas, pero en mi defensa diré que él usó la misma el día del club.

—¿En serio? —enarcó una ceja, incrédulo—. Eres mi esposa hace tres meses y nunca te habías despertado besándome con las ganas con las que acabas de hacerlo. Acabamos de tener el momento más sexy de todo nuestro matrimonio y si Jessie hubiera interrumpido un poco más tarde, habría tenido que ocultarme en el baño para que no viera la erección que estuviste a punto de provocarme.

Tragué saliva. ¿Qué explicación podía dar que no me dejase más en evidencia de lo que lo hizo mi comportamiento?

—O-ok...emm...simplemente tenía ganas de...ya sabes —divagué a duras penas, mi nerviosismo no me ayudaba mucho que digamos.

—¿Qué? ¿Querías acostarte conmigo a primera hora de la mañana? —se acercó a mí con una risa pícara dibujada en su rostro.

—No...no quería acostarme contigo...solamente quería hacerlo —comienzo a sentir el calor atacando mis mejillas—. Me desperté y lo primero que vi fue tu rostro y me apetecía muchísimo besarte...y una cosa llevó a la otra —me invade la vergüenza, no debería sentirla con mi esposo, pero no hemos llegado a la ''parte íntima'' de nuestra relación y no me siento cómoda, a pesar de que me encantaría deshacerme de esa estúpida incomodidad.

Su sonrisa se ensanchó a la vez que negaba con la cabeza. No pude descifrar si se estaba burlando de mi comportamiento de adolescente o le parecía tierna, sólo sonreía.

—Ok, por ahora me voy a conformar con esa respuesta, antes de que tus mejillas exploten —se apartó permitiéndome el paso y aproveché la oportunidad para entrar al baño a toda velocidad.

Decidí darme una ducha, necesitaba aclarar mis pensamientos y eso sólo lo lograría con el agua cayendo sobre mi cuerpo en forma de lluvia artificial. Intentaba relajarme pero el recuerdo los labios de Evan en los míos era más caliente que el agua que me mantenía húmeda. ¿Cómo se las arregla para ser tan adictivo? Quería volver a sentirlo así de cerca, volver a besar esos labios deliciosos. ¡Dios! Quería que me hiciera un hermanito para Jessie.

Como si me estuvieran leyendo los pensamientos, sentí las manos de Ev sobre mis hombros, luego las deslizó suavemente a lo largo de mi espalda con tanta delicadeza que me causó escalofríos, pero yo no tenía frío sino todo lo contrario. Giré sobre mis pies encontrándome con una imagen muy sexy. Un semi-mojado Evan me observaba, su respiración era irregular y sus labios estaban entreabiertos.

Dios, esos labios.

—Te...te estabas tardando mucho y... —lo callé con un beso.

Una vez más el terremoto sensitivo hizo acto de presencia. Valiéndose de su agarre sobre mi cintura, me acorraló contra la pared sin ser muy brusco, la seguridad en sus movimientos aumentaba mi atracción hacia él. Cuando mi espalda hizo contacto con la superficie de la misma, su cuerpo se pegó al mío dejando que mi sentido del tacto se deleitara con su esbelta y trabajada figura. El agua tibia caía encima de nosotros mientras nuestros labios se unían en una danza perfecta. Rodeé su cuello con mis brazos a la vez que él llevó su manos a mis caderas, acariciándolas sin pudor alguno.

Nos separamos para tomar aire, literalmente nos estábamos devorando el uno al otro. Apenas podía respirar con normalidad cuando aproveché para observarlo mejor. ¡Dios mío! Su cuerpo parece esculpido por los mismísimos ángeles, su cabello negro mojado lo hace ver más sexy de lo que ya es, y su... ¡Madre del amor hermoso! ¿Cómo es que eso es tan...¡joder!? Estaba duro y erecto, y no podía quejarme en cuanto a las medidas. Quedé en shock durante un rato, temía porque su...herramienta, me destruyese más de lo que lo hizo el parto de Jessie.

—Lily, es sólo mi pene —me sonrió, divertido, como si ese tamaño fuese una broma.

—¿Y lo dices así como si nada? ¿¡Acaso quieres matarme!? ¡Tengo una hija que criar! —él rió en respuesta—. ¿¡Te estás burlando de mí!? —su risa no cesaba—. Oficialmente acabas de arruinar la atmósfera —dije justo antea de salir de la ducha.

Tomé una toalla y la enrollé alrededor de mi cuerpo mientras mi esposo me alcanzaba, su estúpida risa dejó de escucharse al fin.

—O sea que te enojas y me dejas así —me reclamó apuntando a su ''cosota''.

—Pues...sí —respondí evitando mirarlo y sin poder justificarme, actuaba como una niña pequeña, era consciente de ello.

Salí del baño dando un portazo pero mi esposito me siguió, claramente indignado ante mi actitud.

—Sabes que dejar a un hombre así es el octavo pecado capital, ¿verdad? —inquirió, rebuscando en su lado de nuestro gigantesco closet ropa para vestirse.

—Lo siento, pero...

—Antes de que busques otra excusa, mejor nos alistamos. Jessie nos está esperando —me dedicó una débil sonrisa y la culpa me golpeó.

No sólo por haber dejado a mi esposo con una importante erección sin hacer nada al respecto, sino por todo. Me complico demasiado la cabeza buscando excusas para reprimir mis sentimientos y cuando me dejo llevar por mis instintos, los justifico con las mismas excusas otra vez.

Nos alistamos en silencio y por separado, pero había cierta tensión entre nosotros, eso no era nada bueno considerando que tendría que lidiar con Garret, así que tendría el doble del trabajo. Por suerte Margarita vendría con nosotros, ella es la dulzura personificada y sería de gran ayuda ya que por culpa de mi calentura todo se tornó incómodo.

Nos dirigimos a la habitación de Jess, Margarita estaba con ella jugando con una barbie de cabello rosa, al parecer la "Srta. Pink'' es la proveedora de dulces, brillos y cuernos de unicornios de Algodón. Sí, a Jess ya se le comienza a salir el gen empresarial de los Harriet, lo gracioso es que nadie le ha enseñado nada al respecto, simplemente despertó un día queriendo jugar a la magnate.

—Hola, princesa Jessica. Duquesa Margarita —hice una reverencia.

—Hermosas las dos, me quito el sombrero ante tanta belleza —agregó ''Lord Evan''.

—¿Cuál sombrero? ¿Dónde está? —preguntó Jessie, confusa y en busca del sombrero invisible, nos costó contener la risa.

Luego de la divertida escena con Lady Jessie, bajamos a desayunar. A la peque no le agradaba su desayuno, pero era lo que debía comer en base a la dieta médica, y para que no se sintiera mal nosotros también ingeríamos el insípido sabor. Las diálisis cada vez eran más frecuentes y por lo tanto debíamos seguir todas las indicaciones al pie de la letra para que continuara estable.

—Vamos, princesa, tienes que comer.

—Claro, Jessie, si no comes no podrás ir al acuario. Tu tío Garret se pondrá triste —agregó Margarita con dulzura pero la niña sólo jugaba con la comida, mirándola con total desaprobación, me partía el alma verla así.

—¡Hey, Jess! La aerolínea Harriet va a hacer despejar su primer avión de: el plato de Jessie con rumbo a: la boca de Jessie —dijo Evan imitando la voz de los anuncios en los aeropuertos y Jess suelta una risita—. ¡Ok, vamos a despegar! —anunció gritando mientras tomaba la cuchara de Jess y la llevaba a su boca.

—Este avión no sabe nada rico —se quejó la niña luego de terminar de masticar.

—Bueno, si tu lo dices. Pero yo creo que a los turistas les gusta más ir a la boca de mamá —comenté llevando una cucharada del poco sabroso puré de papas a mi boca.

—No es cierto, mi boca les gusta más —objetó la pequeña, nadie la conoce mejor que yo, y si algo sé es que puede ser muy competitiva si la provocas.

—Entonces haremos un concurso. El primero en terminar su puré será el ganador de...La boca de oro, el mejor premio —anunció Evan y como era de esperar mi niña comenzó a comer con entusiasmo mientras Margarita, Ev y yo lo hacíamos despacio para dejarla ganar.

—¡Gané! —chilló alzando sus manitas.

—Bueno, parece que la boca de Jessie es la favorita de la aerolínea Harriet. Ahora como segundo premio vamos al acuario —le sonrió Margarita y Jess se levantó entusiasmada desapareciendo del comedor.

—Iré a buscarla. Ustedes resuelvan sus problemas, el ambiente está muy tenso —nos ordenó Margarita antes de pararse y desaparecer también.

—¿Tiene un sexto sentido o algo así? —Evan se giró hacia mí.

—Eso parece —reí por lo bajo—. Por cierto, gracias y lo siento.

—¿Gracias y lo siento por qué? —sonrió a medias.

—Gracias por hacer que Jessie probara bocado.

—Eso no fue nada —negó con la cabeza—. Estoy procupado por esas diálisis y por como Jessie está reaccionando, es muy pequeña —su tono dejaba ver cierta tristeza, todo este asunto debe recordarle a su madre y revivirlo con la niña lo está  afectando aunque no lo admita.

—De todas formas te lo agradezco.

—¿Y por qué dices lo siento?

Suspiré—. Por lo de hoy en la mañana y por todo lo demás.

—No te preocupes, no estoy enojado contigo. Pero quiero que me respondas algo —me dedicó su cálida sonrisa, lo que me dio un gran alivio, no me gusta estar peleada con él.

—¿Qué?

—¿Qué sientes por mí?

—¿Eh?

Mariposas, cálmense.

Evan, no sonrías y en especial no hagas esa clase de preguntas así de la nada, aún estoy conmocionada por lo de hace rato.

—Tú ya sabes que lo que yo siento, me parece un poco injusto que yo no pueda decir lo mismo de ti, sobre todo cuando me besas como lo hiciste hoy —la intensidad de su mirada sobre mí me estaba poniendo aún más nerviosa—. Aparte del contrato, de Jessie, de las apariencias...dime qué sientes.

Tragué saliva. No estaba mentalmente praparada para responder a una pregunta así y tampoco podía responderle con toda sinceridad. No sé si él siente algo por mí más allá de la atracción, no tengo idea de si seré correspondida en caso de decirle he comenzado a verlo como algo más que mi esposo falso.

—Me gustas —lo solté con tanta naturalidad que me sorprendí de lo rápido que escaparon las palabras de mi boca.

—¿Te gusto? —parecía sorprendido, pero no de mala manera, o al menos eso me gusta pensar.

—S-si, me gustas —evité su mirada y me paré de mi silla con la intención de escapar, su mirada sobre mí me pone demasiado nerviosa.

Cuando estuve a punto de lograr mi objetivo, sentí que una mano me agarraba del brazo y tiraba de mí. Al girar caí sobre el pecho de mi esposo.

¿He dicho ya que se ve muy sensual con esa camisa azul remangada hasta los codos?

—Esta vez no te me vas a escapar —me sonrió mientras acariciaba mi mejilla—. Así que te gusto, ¿eh?

—Ev...

—No era más fácil empezar por ahí, diciéndomelo —su brazo libre me rodeó la cintura acercándome a él, sus ojos no se despegaban de mis labios, y para qué mentir, los míos tampoco se apartaban de los suyos—. Así no me hubiese aguantado tanto las ganas de hacer esto.

Juntó nuestros labios en un beso tierno y suave, encajaban a la perfección, como si estuviesen hechos el uno para el otro. Profundizamos el beso a nuestro propio ritmo, un lentoy tortuoso pero delicioso compás. Las mariposas en mi estómago estaban de fiesta, mi cerebro en las nubes y mis deseos despertando. Calentura, welcome to the house.

Nos separamos al escuchar aplausos, silbidos y chillidos de emoción. Cuando observamos hacia la entrada del comedor, encontramos literalmente a todos mirándonos con enormes sonrisas, Jessie en especial no podía estar más contenta. Sentí el calor apoderándose de mis mejillas, ¿estuvieron ahí todo el tiempo?

—Uno ya no puede besar a su esposa en santa paz, ¡largo de aquí! —ordenó Ev entre risas a lo que todos obedecieron dejándonos a solas.

—¡Evan! —lo reprendí golpeándolo en el hombro.

—Shh, bésame —siseó antes de atrapar mis labios entre los suyos otra vez.

Evan

Un viaje en auto después, habíamos llegado al acuario. Debo decir que el trayecto fue bastante entretenido, con mi esposa e hija cantando a todo pulmón cualquier canción que sonara en la radio y con Margarita quejándose de cómo desafinaban cada vez más.

Me encantaba estar así, con las tres. Margarita se ha convertido en una especie de madre sustituta para mí, sus consejos siempre dan en el blanco y ayudan bastante a solucionar los problemas, es muy dulce y cariñosa, me recuerda a mi mamá hasta cierto punto. Jessie es mi princesa hermosa, daría la vida por ella, por haber sido yo el que embarazó a Lily hace seis años, ese imbécil que las abandonó no sabe a la hija que se perdió.

Y Lily, pues...Lily no es solo mi esposa falsa, es la mujer que amo. Es hermosa, sexy, tierna, la mejor de las madres, desinteresada, sencilla, amorosa, divertida y Dios, besa increíblemente bien. ¡Carajo! Me estoy enamorando sin duda alguna, y ella me acaba de admitir que le gusto, eso es un avance.

Ayudé a mis tres mujeres favoritas a bajar del auto y justo unos metros más adelante, estaba Garret apoyado sobre su coche, esperándonos. La idea de pasar un día en familia con mi hermanastro seguía sin ser de mi agrado, pero se lo prometí a Lily y se aún se lo debo a Jess, así que lo soportaré. Al acercarnos, nos sonrió con amplitud.

Sólo será un día, Evan, aguanta.

—Hola Ev, cuñada, sobrina y... —comenzó a saludarnos y se detuvo al no saber cómo llamar a Margarita.

—Madrina, en sentido general soy algo así como la madrina de los Harriet Junior —le respondió con dulzura.

—Madrina entonces.

—Tío Garret, te extrañé —intervino Jessie abrazándose a una de sus piernas.

—Yo también, princesa —rió él mientras tomaba a la niña en brazos—. ¿Ya sabes decir limusina?

—Nop.

—¿También intentaste rectificarla? —reí.

—¿También te diste por vencido?

—Gelatina —mencionó la niña haciéndonos reír.

—Bueno, entremos —Lily me tomó de la mano, ésta vez fue ella la que lo hizo, y lo admito, amo cuando ella toma la iniciativa, sea romántico o pervertido.

Ingresamos a un largo y ancho pasillo color azul y después de comprar las entradas, nos dirigimos al primer salón del acuario, debo admitirlo, era impresionante. Las peceras en lugar de ser pequeñas y contiguas, abarcaban el techo y rodeaban los pasillos en forma de arco dando la impresión de que nos encontrábamos en el interior de una burbuja bajo el mar, lucía hermoso.

Lily soltó mi mano y sentí un frío repentino, no quería soltarla, pero disminuyó cuando vi que lo hizo para tomar a Jessie de los brazos de Garret. La escena era hermosa, miraban a los peces a través del vidrio con sus enigmáticas sonrisas, y me encantaba verlas así, quiero que sean así de felices todos los días de sus vidas.

—Las amas, Evan. Se te nota —comentó el idiota de mi hermanstro, por primera vez dice algo cierto.

—Sí, las amo y esa es la única razón por la que te estoy soportando hoy, por ellas —recalqué.

—Me consta, hermano.

—No soy tu hermano y recuerdo haberte dejado en claro que no me llamases así hoy.

—Es cierto, lo siento —suspiró—. Pero quiero que sepas que aunque tú no me consideras tu hermano, yo sí te considero el mío.

—¿En serio? —reí sin gracia—. Sólo ver tantos peces me recuerda a aquella vez que me castigaron porque accidentalmente maté a tu pez. Llevabas sólo una semana en la casa y me castigaron durante un mes porque supuestamente lo hice por maldad cuando sólo fue un accidente. A partir de ahí, todo comenzó a ir mal.

—Sé que no lo hiciste a propósito y en mi defensa diré que quien le contó a papá exagerando todo fue mi mamá. Yo vi cuando sin querer tiraste la pacera y a decir verdad a mi madre lo que en realidad le molestó fue que se manchó la alfombra, odiaba al Sr. Keanu —confesó, por primera vez desde que lo conozco...no me parece que me esté mintiendo.

—No lo sabía, creía que...

—Que lo había hecho con toda la intención, lo sé —terminó de decir por mí—. A partir de ese día comenzaste a odiarme y no importaba cuánto intentara acercarme, tú sólo me alejabas cada vez más.

—Claro que sí, te convertiste en un puto acosador —resoplé—. Por un lado te metías en todo y por el otro te convertías en el favorito de papá.

—Me preocupaba por ti, te cubría e intentaba estar ahí cuando me necesitaras, pero supongo que no supe acercarme de la forma correcta —suspiró—. Y en cuanto a lo de papá, yo sólo intentaba enorgullecerlo porque antes de él no tuve padre, eso quizás lo entiendas con Jessie.

—¿Con Jessie? —fruncí el ceño en su dirección—. ¿A qué te refieres?

—Cuando los niños crecen con la ausencia de un padre, sólo buscan ese amor que les falta...y cuando alguien llega y te lo brinda haces todo por convertirte en un hijo digno de un padre así. Cuando estaban buscando el peluche de Jessie, ella sólo hablaba de ti —confesó sonriente, una sonrisa auténtica, no como las falsas que debíamos mostrar ante la sociedad.

—¿Lo dices en serio?

—¿Acaso no viste su carita cuando rescataste a su muñeco de la basura? Eres su superhéroe —desvió la mirada hacia la pecera, yo aún lo miraba—. Eso fue lo que yo hice con Eduard, pero acabé acaparando su atención y lo siento por eso. Mi intención no era desplazarte.

—Han pasado más de diez años, ¿por qué me pides perdón ahora?

Me miró—. Porque es la primera vez que me das la oportunidad de hacerlo. No sabes lo difícil que es hablar contigo.

Ok, admito eso.

—Lo sé —murmuré.

—Siento haberte hecho perder la paciencia esa noche, Jessie ya no te llama papá en gran parte por mi culpa.

—Sí —exhalé con pesadez—. Pero tú sólo tuviste un poco que ver, que Jessie ya no me llame papá es mi culpa y de nadie más.

—Wow —lucía sorprendido.

—¿Qué?

—El Evan que conozco nunca admitiría sus culpas frente a mí. ¿Quién eres tú y que hiciste con mi hermano menor? —bromeó.

—Estoy intentando ser mejor, por ellas. Quiero ganarme el título de padre.

—Jessie desea con todo su corazón que seas su papá, créeme —sonrió observando a la niña que miraba impresionada a los peces.

Esto no era fácil para mí, estamos hablando de recuperar un vínculo que ni siquiera se forjó en primer lugar. Garret no es mi persona favorita, pero Lily tiene razón, Jessie se merece una verdadera familia y para ello tengo que poner de mi parte.

—Ya soy su papá, pero contigo lo voy a intentar —mi comentario parece sorprenderlo ya que desvió la vista de mi hija para centrar sus ojos avellana sobre mí.

—¿Intentar qué?

—Intentar ser tu hermano. Pero no te emociones, se lo prometí a Lily y no voy a exponer a Jessie a otra pelea como la de la última vez —otra sonrisa se dibuja en su rostro.

—Me conformo con eso. ¡Bendito contrato! —celebró alzando los brazos en símbolo de victoria.

—No arruines el momento, estábamos bien —lo regañé.

—Perdón. Prometo no ser tan pesado e insistente esta vez.

—Te lo agradecería —palmeé su hombro—. Ahora si me disculpas, voy con mis chicas.

Caminé hacia mis castañas que estaban tan entretenidas que no notaron mi presencia. Abracé a mi esposa por la espalda, lo que le causó un pequeño escalofrío. Me encanta ese poder que tengo sobre ella, la hago sentir nerviosa o, como hoy, "animada".

—Tranquila, no te haré nada, Jessie está delante —le susurré al oído entre risas.

—Muy gracioso, Harriet —se giró mostrándome una mirada molesta, pero sus ojos reflejaban que era broma.

—Harriet no, Caballero de elegante traje —rectificó Jess y me fue imposible contener la risa.

—¿Ah sí? ¿Dos contra una? Entonces usted, señorita, se va con su papá —dijo aún fingiendo estar molesta y entregándome a la niña, para luego avanzar a la siguiente sala sin nosotros.

—¡Lily! ¿En serio te enojaste? —reí, al igual que Jess, Margarita y Garret.

—¿Te cuento un secreto? —Jessie se giró hacia mí.

—Claro, princesa.

Puso sus pequeñas manos alrededor de mi oreja y se acercó poco a poco para confesarme el secreto...Y NO, no les contaré lo que me dijo.



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Nuevo capítuloooo!!!!!

Un cap muy largo y con demasidas emociones y relaciones.

¿Cuál fue tu parte favorita?

Besos de Karina K.love 😉

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