CAPÍTULO 19: Cuento de hadas, Fiesta y ¿Amor?
Evan
Jueves en la noche.
Me arreglaba para esta noche, digamos que Lily y yo tenemos una cita. No, no al estilo romántico y cursi, más bien es al estilo salida con amigos, siento decepcionarlos.
Mi dulce esposa lleva años sin saber lo que es una fiesta y yo llevo meses sin disfrutar de una también. Claro que he madurado y soy consciente de que debemos cuidar a Jessie, en parte supongo que esto es lo que quería lograr mi papá con el chantaje, pero de vez en cuando hay que darle una alegría al cuerpo.
Estaba en mi habitación, vistiéndome, una camisa con una saco remangado hasta los codos y unos pantalones semi ajustados, algo casual, seré un hombre de negocios pero estar todo el tiempo de traje no siempre es confortable. Reí al recordar el día en que Jessie me dijo el apodo que Lily me había puesto, según ella yo era su ''caballero de elegante traje'', pues...entonces hoy sería su ''cita de look casual''.
Mi bella esposa había ido a la habitación de nuestra hija a alistarse. Me causó ternura el hecho de que se avergonzara de hacerlo conmigo presente, pero después de todo entiendo que, en ese aspecto, soy un total extraño. Aunque, poco a poco, he despertado en ella cierto deseo valiéndome de mis encantos masculinos. Lily no es como las chicas con las que solía pasar la noche, es diferente en demasiados y encantadores aspectos, por eso mis métodos de conquista también son distintos; no pienso rendirme con ella.
Fui a la habitación de Jess con el objetivo de verla antes de irnos y comprobar si Lils estaba lista, después de todo no era tan tarde y la niña tal vez no se había dormido, podría darle el típico beso de buenas noches. Toqué a la puerta al llegar y la aguda voz de la pequeña me invitó a pasar.
Al entrar divisé a la mini Lily acostada en su cama, arropada, con su pijama de pastelillos y claro, con Algodón a su lado, pero no estaba dormida.
—Hola, princesa —la saludé con suavidad cerrando la puerta tras de mí antes de acercarme a su cama.
—Hola, Evan —respondió, algo desanimada.
—¿Qué pasa, linda? —tomé asiento a su lado.
—No puedo dormir —me miró.
—¿Y eso por qué?
—Porque mamá se va —respondió entristecida, se me encogió el corazón al escuchar eso.
—Mamá irá conmigo a dar un paseo...nocturno. No tienes nada de qué preocuparte —acaricié su rosada mejilla.
—¿Pero qué pasa si despierto en la noche con pesadillas? ¿O si no puedo dormir en toda la noche? ¿O si...? —comenzó a especular como la parlanchina que es, en serio, no sé como una niña tan pequeña puede hablar tanto y así de bien.
—Espera, linda —la interrumpí—. ¿Cuando tu mamá trabajaba tarde en la noche no te dormías y al otro día cuando despertabas no estaba ahí?
—Sí —abrazó a Algodón.
—Entonces...¿cuál es la verdadera razón de tu insomnio?
—¿Qué es insomnio? —me miró confundida, a veces olvido que aunque hable mucho, no deja de tener 5 años y no tiene un vocabulario muy desarrollado.
—Es cuando no puedes dormir. Ahora dime la razón —le sonreí.
—Tengo...miedo —confesó dudosa y algo triste.
—¿Miedo? ¿De qué, cariño? —dije en mi tono más dulce, quería hacerla sentir segura.
—De...estar sola...aquí, esta casa es muuuy grande. Antes dormía con mamá y...
Ya entiendo.
—Extrañas hacerlo —terminé por ella a lo que asintió—. Ok, pequeña. Escúchame con atención. Sé que muchas cosas han cambiado desde que mamá y tú vinieron a vivir a aquí, y tú eres pequeña para entender varias de ellas, pero nunca pienses que mamá te va a dejar de querer o que ya no va a pasar tiempo contigo. Además, ahora esta casota es tu casa, y no tienes que tener miedo.
—¿Lo dices en serio? —su carita se iluminó y sonreí en respuesta.
—¿Te confieso algo? A mí también me gustaba dormir con mi mamá y también la buscaba cuando tenía pesadillas.
—¿De verdad? —asentí.
—Hagamos un trato. Tú me dejas llevar a mamá de paseo y yo te prometo que cuando despiertes vamos a estar aquí para darte los buenos días. La madrina Margarita se quedará contigo, y si tienes una pesadilla en la noche o te sientes mal, o lo que sea, nos llamas y volveremos corriendo. ¿Trato? —extendí la mano para que estrechase y así dar por cerrado el acuerdo.
—Trato —sonrió rechazando mi mano, en su lugar me abrazó cálidamente, extrañaba muchísimo que lo hiciera y en cierto modo significaba que he estado haciendo las cosas bien.
—Ahora a dormir, mini Lily —murmuré mientras la arropaba nuevamente con el edredón.
—Sí, pero cuéntame un cuento para dormir —me pidió.
Divisé un libro de cuentos reposando sobre su mesita de noche. Lo tomé y cuando comencé a ojearlo, la voz de la niña me interrumpió.
—No, ya me sé todos esos cuentos, quiero que me cuentes otro —se quejó quitándome el libro y devolviéndolo a su lugar.
Nunca había inventado un cuento de hadas, de hecho nunca he tenido porqué hacerlo, pero daba igual, supongo que ser el padre de una niña pequeña implica incursionar en todo tipo de actividades infantiles. Si ya me había peleado con un payaso, me zambullí en la basura para rescatar un peluche y salté en un castillo inflable en un zoológico, improvisar un cuento de hadas sería pan comido. No tenía muchas ideas, así que hice lo primero que me vino a la cabeza: convertí nuestra historia real en una fantástica.
Me recosté a su lado y un segundo después, se acurrucó contra mi cuerpo.
—Ok...había una vez un príncipe, un apuesto príncipe —¿Qué? Mi esposa no me lo dice muy seguido que digamos, con algo tengo que levantarme el ego, ¿no?— que vivía en un próspero reino. El príncipe se convertiría en rey sólo si encontraba a una esposa y a una hija.
—¿Y qué pasó luego? ¿La encontró? —indagó, curiosa.
—Un día el príncipe fue a una...fiesta real, y de pronto apareció un...dragón que quería llevarse a una doncella.
—Qué dragón tan malo.
Si supieras lo que pasó tu mamá esa noche, pequeña... No, nunca lo sabrás.
—Entonces el príncipe fue a rescatar a la doncella y venció al dragón.
—Así me gusta. Ya el príncipe me cae bien —chilló contenta y comencé a preocuparme de que no se durmiera.
—Bueno, luego el príncipe se dio cuenta de que la doncella en realidad era una reina y tenía a una princesita, así como tú —le toqué la punta de la nariz, soltó una risita y luego bostezó, esa era buena señal.
—¿Y luego qué...pasó? —preguntó tallándose sus lindos ojos azules.
—Pues el príncipe necesitaba una esposa y una hija, la reina necesitaba un rey y la princesita necesitaba un papá —comencé a acariciar su cabello, eso pareció relajarla, su respiración era más pausada—. Así que se casaron y unieron ambos reinos.
—¿Y luego vivieron...felices para...siempre? —preguntó arrastrando las palabras y bostezando una vez más, se estaba quedando dormida.
—Aún no lo sé, la historia todavía no ha terminado —sonreí y cuando miré a la pequeña ya estaba profundamente dormida.
Quedé un poco sorprendido por la rapidez con la que concilió el sueño. Siempre pensé que eso de contar cuentos sólo entretenía a los niños durante un rato y los ayudaba a tener buenos sueños, pero no que tenía un efecto inmediato y mucho menos que yo pudiera lograrlo.
—Dulces sueños, princesa —le di un pequeño beso en la frente.
—Lindo cuento, Harriet —escuché la voz de mi esposa y la encontré recostada al marco de la puerta del baño personal de Jessie.
—Es nuestro cuento, ¿qué esperabas?—le sonreí y un segundo después, cuando se aproximó a nosotros, quedé completamente embobado.
Estaba hermosa, no demasiado elegante pero tampoco muy casual. Se veía muy sexy. Llevaba puesto un vestido púrpura, corto hasta la mitad del muslo, con tirantes y un escote importante que mostraba sus perfectos senos. Había oído que luego de ser madres los pechos...cambiaban, por decirlo de una forma amable, pero con Lily definitivamente no era el caso. Dios, tenía unas ganas tremendas de llevarla a nuestra habitación y quitarle ese vestido, pero le prometí que pasaría una gran noche y no precisamente en la cama.
—Evan, ¿quieres dejar de babear? —dijo intentando contener la risa, notó que las miradas lascivas que le enviaba, y cómo no darse cuenta, estaba siendo demasiado obvio.
—Lo-lo siento, es que me lo estás poniendo muy difícil —tartamudeé intentando recobrar la cordura, ella se limitó a negar con la cabeza, sonriente.
Jodida sonrisa hermosa.
—Por cierto, gracias por calmarla y dormirla, estaba siendo...difícil para ella.
—Tienes que dejar de agradecerme cada vez que hago algo bien.
—Te grito cada vez que haces algo mal, ¿por qué no puedo darte las gracias cuando lo haces bien?
—Tienes razón —reí—. De nada, creo que la convencí.
—Tiene un vínculo muy especial contigo. Lo sabes, ¿verdad?
—Es la niña más cariñosa del mundo, tiene un vínculo especial con todo el mundo —señalé lo obvio mientras, con sumo cuidado para no despertar a Jessie, abandoné la cama para caminar hacia mi mujer.
—No me refiero a eso, ella te quiere de forma especial, de esa forma que poca gente tiene el privilegio de obtener. Fuera de Margarita y Caridad nadie más lo ha logrado —me explicó mientras observábamos a nuestra niña.
—¿En serio lo crees? —inquirí.
—Estoy segura.
—¿Por qué? ¿Qué te hace pensar que alguien tan tonto como para perder el privilegio de ser llamado papá es especial?
—Porque a pesar de que ya no lo hace, sus ojos siguen brillando cuando te ve llegar a casa. Porque se emociona cuando vas a buscarla a la escuela. Porque te quiere, Evan, y eso vale más que el título de padre.
Giré en dirección a mi princesa. Lucía tan angelical así dormidita, abrazando a su conejo y haciendo muecas poco perceptibles. Sé que ella me quiere y sé que yo la quiero a ella; con eso basta.
—Sí, es cierto —le sonreí a Lils—. Pues entonces, mamá Harriet, dele a su hija el beso de buenas noches y nos vamos a bailar.
Veinte minutos después habíamos llegado al club, estaba genial y como era de esperar teníamos acceso VIP. Lily observaba el lugar como si llevara años sin asistir a una fiesta, aunque la verdad sí, lleva años sin hacerlo, así que mi misión era hacer que esta noche fuera especial para ella.
Las luces, la gente y la música a todo volumen innundaban todo el lugar. Extrañaba los viejos tiempos de fiesta, mis antiguos fines de semana se reducían a esto: amigos, música, alcohol y una chica buenísmia para pasar un buen rato. Pero esta noche no se trataba de mí, se trataba de Lily.
La tomé de la mano en cuanto entramos, su vestido dejaba mucho que desear y más de una mirada de se posó en el cuerpazo que posee. No es que sea un marido posesivo pero no me gusta para nada que la miren así, su figura escultural y su nada disimulado escote lo ameritan, pero eso no quiere decir que me agrade que se coman con los ojos a MI mujer.
—¿Estás celoso, Harriet? —me preguntó al oído, la música estaba muy alta y apenas podíamos escucharnos el uno al otro.
—No, no lo estoy, sólo...no quiero perderte de vista —me excusé notando la fuerza con la que le agarraba la mano, luego de darme cuenta lo suavisé.
—Claro, fingiré que te creo —rió en mi oído e intenté darle una mirada de supuesto enojo, pero en su lugar le sonreí.
Nos movimos entre la gente hasta llegar a la zona VIP que se encontraba en la segunda planta. Arriba era más tranquilo y la música se escuchaba más amortiguada. En un gran sofá rojo en forma de L se encontraban mis amigos. Jasmin, como siempre guapísima. George como siempre degustando el champán más caro. Zack como siempre charlando sobre algún tema con su enigmática sonrisa. Y Ben como siempre acompañado de una chica sexy.
—Hola, perros —los saludé, pero me ignoraron monumentalmente para dedicarle toda su atención a mi esposa.
—¡Puta madre, Lily! —exclamó George, casi escupiendo el champán.
—Estás matadora —agregó Zack.
—Yo también quiero tener ese cuerpazo después de ser madre —comentó Jasmin alzando su copa en su honor.
—La cara de Evan me está asustando así que...sin comentarios, buenísima esposa de mi amigo —dijo Ben guiñándole un ojo a mi mujer ganándose una mirada fulminante de mi parte.
—Siempre es bueno verlos, chicos —sonrió Lily y como siempre caí ante su sonrisa.
—Hey, Lils, seguramente el celoso de tu esposo te arrastró hasta aquí y ni siquiera pisaste la pista de baile. Vamos a bailar —Jasmin se levantó y tomó a Lily del brazo llevándosela, fruncí el ceño y la pelinegra se giró antes de irse—. ÑTranquilo, fiera. Yo te la cuido.
—Te mataré si no lo haces —le advertí.
—Estás muy agresivo hoy, Ev —se burló mi castaña.
No tienes idea de lo agresivo que quiero ser contigo en otro aspecto.
Giró sobre sus pies hasta regresar a mi lado y, apoyándose en mi hombro, acercó sus apetecibles labios a mi oreja.
—Puedo arreglármelas bien por mi cuenta esta noche, mi caballero de elegante traje —y dicho eso, depositó un suave beso en mi mejilla antes de escabullirse junto a mi mejor amiga.
Me reí y me senté en el lugar que ocupaba Jasmin. En cuanto lo hice, mis pervertidos amigos me miraron con esa expresión de cuenta todos los detalles sucios. Ben ''despachó'' a la rubia con la que estaba para dejarnos solos. Me serví una copa de champán y me acomodé en el sofá sin prestarle atención a estos tres tontos.
—Antes que todo, muchas felicidades, amigo. Tu esposa está... —comenzó a decir Zack.
—Ni se te ocurra terminar esa frase —le advertí, interrumpiéndolo—. Eres mi amigo, pero el único que puede hacer comentarios acerca de lo buena que está mi esposa soy yo.
—Tranquilo, tigre, solo estamos confirmando un hecho —George alzó las manos en símbolo de paz.
—Ahora dinos, ¿cómo estuvo? —preguntó Ben frotándose las manos, esperando ansioso mi respuesta.
—No hay nada que decir —le di un sorbo a mi copa de champán para luego recargarme en el respaldo del sofá.
—Amigo, ya sabemos que eres un puto celoso pero no te cuesta nada contarnos cómo se siente la vida sexual monógama con semejante mujer —comentó George.
—Chicos, es en serio, no hay nada que contar —desvié la mirada.
Ok, esta era la conversación que tanto me incomodaba tener con ellos. Siempre hemos sido muy abiertos con respecto a ciertas experiencias, no contamos nuestra vida sexual con lujo de detalles, pero sí relatamos de vez en cuando qué tan bien estuvo, sólo eso. Pero todos creen que —teniendo en cuenta mis antecedentes— el sexo es lo único real en mi matrimonio, lo cual es bastante irónico ya que lo falso se está tornando verdadero y las relaciones sexuales no han tenido nada que ver.
—Espera...¿estás diciendo que...? —comenzó a decir Ben.
—Exacto, eso estoy diciendo —afirmé con cierto tono de decepción a lo que los chicos me miraron con la boca abierta.
—Déjame ver si entendí. ¿Llevas unos tres meses casado con ese mujerón y no han...consumado el matrimonio? —repasó Zack y yo asentí en respuesta.
—¿¡PERO A TI QUÉ CARAJO TE PASA!? —exclamó Ben, anonadado.
—No me juzguen, simplemente...no ha fluído.
—Estoy seguro de que eres perfectamente capaz de ''hacer que fluya''. Dinos qué pasa contigo —demandó Zack, como siempre el más perceptivo del grupo.
¿Cómo le explico a mis tres mejores amigos —playboys— que no he tenido relaciones con mi atractiva esposa porque la cagué en la noche de bodas, ella no quiere una relación real conmigo y no quiero forzar las cosas a pesar de que me muero de ganas por pecar en nuestra cama? Es más fácil impartir una clase de física cuántica, lo entenderían mejor.
—La verdad es que...Lily no es como las otras, no quiero cagarla con ella más de lo que ya lo he hecho —suspiré—. Simplemente quiero que cuando pase, sea sin presión, que ella se sienta bien. No me perdonaría herirla —me descubrí sonriendo al terminar de decir eso.
—Amigo...jamás creí que te diría esto justamente a ti pero...estás enamorado —dijo Ben poniendo su mano sobre mi hombro, justamente él, el hombre más mujeriego que he conocido.
¿Enamo qué? Nah, yo no estoy enamorado.
Nadie se enamora en menos de tres meses, ¿no?
—¿De qué hablas? No estoy enamorado, no digas idioteces —bufé frunciendo el ceño y apartando su mano de mi hombro.
—Ohhh, Harriet, si lo estás —sonrió George, y lo dice el idiota que lo más parecido que ha experimentado al amor fue cuando le regalaron su primer lamborghini, según él fue amor a primera vista.
—Quiten esas tontas ideas de sus fiesteras cabezas, el alcohol en serio les está haciendo daño —espeté, depositando mi copa sobre la mesa de centro frente a mí.
—Es la única razón lógica que encuentro para que no hayas tenido sexo con tu mujer y sonrías como idiota al hablar de ella —comentó Ben—. Me decepcionas y me asqueas.
—¡Que no estoy enamorado, maldita sea! —gruñí—. Llevo muy poco tiempo casado y hemos discutido más de lo que nos hemos besado. Si eso es amor, entonces tienen una definición muy retorcida de lo que es.
—Veamos, ¿qué sientes cuando estás con ella? ¿Cómo te sientes cuando no está? ¿Y qué harías por ella? —me interrogó Zack, el más sabio de los cuatro, por así decirlo.
—¿A qué viene el interrogatorio? —bramé, a la defensiva.
—Comprobemos que tan retorcidamente enamorado estás de Lily —sonrió maliciosamente el pelirrojo a mi lado, Ben me miraba con curiosidad mientras que Zack aún esperaba mis respuestas.
Me tomé unos minutos para repasar cómo solía ser mi vida en el pasado y cómo es ahora que Lily —y Jessie— están en ella. Sin duda todo ha dado un giro de ciento ochenta grados, o no, mi mundo entero está patas arriba, en el buen sentido.
Nunca tuve miedo de expresar mis sentimientos abiertamente, no es problema para mí, pero, ¿aceptar que estoy sintiendo más cosas por Lily de las que quisiera admitir?
—Pues... —suspiré— cuando estoy con ella hasta el día más sombrío parece un día de verano. Es la mejor madre que puede haber. Es dulce, tierna, tiene un sentido del humor algo sarcástico pero siempre te va a alegrar el día con su sonrisa, por cierto, tiene la mejor de las sonrisas —tomé mi copa y de un solo sorbo bebí todo el contenido—. Cuando no está...siento como si me faltara la pieza más importante de mi vida, se siente incluso peor que cuando vivía con mi padre, todo es tan...¡qué se yo! Insignificante.
—Dios, Evan, te estás convirtiendo en un cursi de lo peor. Acabas de empalagarme —Ben hizo una mueca de asco.
—Aún no has respondido la última pregunta —me recordó George esperando que de mi boca saliera un monólogo romántico.
Ok, nunca me había planteado esa pregunta, pero sí sé lo que ya hice. Me aventuré a intentar ser padre, me tragué mi orgullo, voy a intentar entablar una relación fraternal con Garret.
Dios, estoy perdido.
—¿Por Lily? Haría lo que fuera, daría mi herencia, Dios... —me burlé de mí mismo por lo que estaba a punto de admitir— daría mi puta vida por ella...y ahora que lo pienso, por Jessie también.
Mis amigos compartieron miradas cómplices. Si yo estaba en shock ante mis propias palabras, sus cerebros debían estar explotando.
—Comprobado, estás enamorado como un reverendo idiota —concluyó Zack con una sonrisa de victoria.
No podía creerlo, ¿en serio me había enamorado de Lily? ¡Cómo no! Cualquiera que haya escuchado la mitad de lo que acababa de decir diría que lo estoy.
¿Qué mierda se supone que haga ahora? Nunca me había enamorado —a excepción de aquella chica, pero son asuntos totalmente distintos— mi única ventaja era tenerla como esposa y hasta ahora no me ha servido de mucho.
—Evan enamorado, señores —rió el pelinegro aún sin creérselo—. De todos nosotros creí que sería uno de los últimos o que jamás pasaría.
—Yo aposté porque serían Zack o Jasmin —habló George antes de darme un codazo—. Ahora por tu culpa le debo diez mil dólares a Ben —bufó y le envió una mala mirada al susodicho—. Mañana te hago la transferencia a tu cuenta.
Diría que me sorprende que hicieran una apuesta tan tonta como esa, pero desde que nuestros respectivos padres nos otorgaron control de nuestras cuentas bancarias, ambos se han dedicado a hacerlas.
—Brindemos por el amor —propuso el rubio alzando su copa— y por Evan que cayó flechado, otra vez.
Negué con la cabeza antes de unirme al ridículo brindis después de que George rellenara mi copa por mí.
—Sinceramente creo que fue mejor así, que te enamoraras —comentó Ben de pronto.
—Perro, ¿te sientes bien? —bromeó George.
—Piénsenlo. Sería bastante deprimente casarse con una mujer y compartir el resto de tu vida con ella sin sentir nada. Los sentimientos son un problema, pero ya que se lanzó a la hoguera y se casó, al menos tuvo la suerte de enamorarse.
—Ahora la pregunta del millón —anunció Zack—. ¿Ella siente lo mismo por ti?
Me hundí en mi asiento con desánimo, eso fue suficiente para que mis amigos emitieran sonidos de cansancio.
—Entonces no —afirmó George—. ¿Has hablado con ella al respecto?
—Lo hice el día de la gala cuando sólo era atracción sexual y me dejó bien en claro que quería más que eso. Quería a un hombre que la amara tanto a ella como a Jessie, una familia y un amor genuino.
—Pero las reglas del juego cambiaron —señaló el rubio—. Ya no es atracción sexual, es amor y lo que dijiste hace un rato es justo lo que Lily busca.
—Exacto —agregó Ben, sonriente—. Por suerte o por desgracia para ti, la amas. O no, las amas. Así que lo único que tienes que hacer es conquistar a tu esposa y te conocemos bien, eso no será problema para ti.
Touché.
—Ustedes dándome consejos de amor —reí ante la ironía—. ¿Quién lo diría?
—No me hables, acabo de perder diez mil por tu culpa —resopló George.
—Los perdiste por idiota —se burló Zack, ellos dos no viven sin molestarse el uno al otro.
—¿Pero es que quién en su sano juicio hubiese apostado por Evan?
—Yo no —negó Ben.
—Yo menos —agregó el rubio.
Reí—. Ni yo hubiese apostado por mí.
Lily
Jasmin me arrastró hasta el piso de abajo, donde la música retumbaba y las personas del lugar bailaban en la pista o tomaban en la enorme barra. El lugar era increíble, sinceramente no recuerdo cuándo fue la última vez que fui a un club nocturno a disfrutar en lugar de trabajar.
Caminamos hasta la barra y nos sentamos en los taburetes. Jasmin pidió un martini y yo decidí no beber, tantos años de inactividad alcohólica podrían pasarme factura vergonzosamente rápido y preferí ahorrarmelo.
—De nada por salvarte de tu esposo. —me sonrió.
—Oh vamos, dale una oportunidad, no es tan celoso como parece —reí.
—Exacto, ES más celoso de lo que parece. Te lo digo yo que lo conozco muy bien.
Su comentario me incomodó un poco. Siempre tuve la duda de si hubo algo entre Evan y Jasmin, sólo que me avergonzaba preguntarle a alguno de los dos, y obviamente no quería parecer una tonta esposa celosa. Creo que incluso sería natural que hubiese pasado, después de todo crecieron juntos y tienen entre ellos una vibra especial, al menos eso es lo que he podido notar.
—Oye...Jasmin —capté su atención y me arrepentí por anticipado por lo que en breve preguntaría—. Sé que es algo muy estúpido pero...entre tú y Evan...alguna vez.
—¡No, por Dios, no! —exclamó como si hubiese gritado "Alabado sea Satán" en plena misa—. Somos prácticamente hermanos, nunca hemos pensado el uno en el otro de esa manera, y lo más parecido que hemos hecho a lo que estás pensando fue hacernos pasar por novios en la secundaria cuando queríamos deshacernos de algún chico o una chica que nos coqueteaba —negó repetidamente con la cabeza lo que me quitó todo tipo de sospecha y me hizo sentir mal haber dudado de ellos.
—Lo siento, es sólo que yo...
—Estás enamorada de él, y te entiendo, yo también tendría dudas de la única amiga mujer de mi esposo ex-playboy —terminó de decir por mí.
Un momento, ¿acaba de decir, enamorada?
—¿Crees...que estoy enamorada de él? —le pregunté confusa ya que ella está totalmente al tanto del asunto del contrato, Evan no le contó pero de una forma u otra lo descubrió.
—Claro que lo estás, y sin duda alguna él lo está de ti —aseguró con una amplia sonrisa dibujada en su rostro.
—¿Evan...enamorado de mí? —Jasmin me miró totalmente sorprendida, pero yo lo estaba más que ella.
—¿En serio no te has dado cuenta? —sonrió, incrédula—. Te mira como si fueras la única mujer en el mundo, si sonríes se derrite, te cela hasta la sombra...Evan Harriet jamás ha quedado así de encantado por una mujer en toda su vida.
Las palabras de Jasmin me tocaron y bien fuerte, ¿en serio Evan está enamorado de mí? No creí que eso fuera posible. Soy consciente de que lo atraigo desde que nos casamos y no me voy a molestar negando que yo siento lo mismo pero, ¿de ahí al amor? No, amar es algo mucho mayor.
—Y tú, tampoco te quedas atrás —me sonrió con picardía, ¿en serio era tan obvia?
—¿De-de qué hablas? Yo...
—Tú sólo tienes ojos para él, lo miras embobada y sonríes como una chica de 15 años. Nunca te pones nerviosa siempre y cuando estés con él, no importa el lugar en el que estén. Hacen la puta pareja perfecta y no se han dado cuenta —dijo esto último antes de darle un sorbo al martini que acababa de pedir.
—Eres una experta, Cupido, notaste cosas que ni yo misma había visto.
—Yo sólo digo que estén juntos de una buena vez, de forma real, rompan ese contrato y sean felices con su hija. No sabes lo difícil que es para nosotros los ricos encontrar el verdadero amor, esa es la verdadera lotería que me gustaría sacarme, y ustedes ya la tienen —hizo una pausa para terminar su martini—. Ahora vamos a bailar, antes de que tu amado esposo venga a buscarte.
Sonreí y nos fuimos hasta la pista de baile. El ambiente me encantaba, la música resonaba en mis oídos mientras bailaba con Jasmin como si no hubiera mañana. Más de un chico se le acercó, pero ella los rechazaba y prefería quedarse conmigo. Sabía que lo hacía para no dejarme sola, así que en cuanto apareció un chico alto, rubio y guapo para coquetearle le dije se fuera a bailar con él, yo estaría bien sola un rato.
Jasmin y el rubio no se fueron muy lejos, aún podía verlos y prometí que no me movería de donde estaba. Bailé por un poco más, me resultaba terapéutico con todo el estrés que tenía acumulado. Luego de un rato, un castaño bien fornido se acercó a mí.
—Hola, preciosa —me dijo lo suficiente cerca como para escucharlo, el volumen de la música estaba muy alto.
—Hola, desconocido —lo saludé de vuelta, sólo por cortesía.
—Podría dejar de serlo. ¿Qué tal si vienes conmigo? —propuso de forma seductora mirando con total descaro hacia mi escote.
Por qué no me sorprende.
—Lo siento, pero vine acompañada —le sonreí intentando ser amable.
—Creo que tu amiga la está pasando bien con ese rubio, así que no veo porqué no aceptar mi invitación —dijo y me percaté de que nos estaba observando a mí y a Jasmin desde hace un buen rato, debía despachar a ese idiota acosador.
—Siento decepcionarte pero...
—Pero ella viene conmigo —soltó Evan y me asusté al ver que salió de la nada, cuando me giré estaba a mi lado.
—¿Es tu novio? —me preguntó el castaño ignorando a Evan.
—No en realidad —reí en vista de que Ev es muchas cosas, pero nunca fue mi novio.
—Ok, entonces...tú y yo... —el castaño hizo el ademán de tomarme por el brazo, pero mi marido frustró su intento, interponiéndose.
—Escúchame bien, idiota, no soy su novio pero soy su esposo y no te parto la cara porque no quiero arruinarle la noche a MI ESPOSA, así que lárgate —le gruñó al chico con rudeza mostrándole nuestras alianzas, el castaño dio media vuelta y se marchó sin mirar atrás.
—Lo tenía controlado —me giré hacia Ev.
—Sí, eso parecía —me respondió con sarcasmo y algo molesto aún.
—Me he cuidado sola en lugares más peligrosos que un club como este, pero me gusta que te preocupes por mí —su rostro se suavisó.
—Claro, eres mi esposa.
—Aparte de eso.
—¿Qué quieres decir? —me observó, confuso.
—Aparte de ser tu esposa...¿hay otra razón...por la que te preocupes así por mí? —me acerqué más a él, tanto que lo único que separaba nuestros rostros eran unos escasos centímetros.
—Claro...eres mi... —pero fue interrumpido con el cambio drástico de la música, ahora sonaba una lenta, qué oportuno.
Evan llevó mis manos hacia alrededor de su cuello y las suyas a mi cintura, lo que me provoca un choque eléctrico que recorrió todo mi cuerpo, últimamente esas sensaciones se estaban presentando muy seguido y no sabía cómo lidiar con ello. Nuestros ojos se encontraron y me regaló la sonrisa más hermosa que jamás he visto.
—Bailemos, Sra. Harriet —me dijo al oído.
—No me respondiste.
—Eres mi mujer, sólo mía.
La respuesta me gustó más de lo que esperaba. Sabía que con ''mi mujer'' no se refirió precisamente al matrimonio, era algo más, y lo admito, me encanta que así sea.
No sé si Jasmin estaba del todo en lo cierto. No sé si estoy enamorada de Evan ni mucho menos tengo idea de si él siente lo mismo o no. Sólo sé que una sensación cálida me invade cuando lo tengo cerca, que no hay encena tan hermosa como las que comparte con Jessie y que sus besos me enloquecen.
Quizás sí. Quizás estoy sintiendo más.
—Entonces bailemos, Sr. Harriet —le sonreí para luego comenzar a bailar.
▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪
Nuevo capítuloooo!!!
¿Qué les pareció el momento de padre e hija entre Evan y Jessie?
¿Qué les pareció que los Harriet casi admitieran que están enamorados?
Besos de Karina K.love 😉
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top