CAPÍTULO 18: Zoo y los Harriet
Evan
Luego de nuestras confusiones, escenas de celos y de la mejor sesión de besos que hemos tenido desde que nos casamos, Lily y yo en serio necesitábamos ir a tomar aire.
No sé qué mierda me pasó. Sólo vi esas estúpidas fotos y los celos afloraron en mí. Nunca he sido celoso, en especial porque jamás tuve nada serio con nadie o tampoco encontré a alguna persona que me atrayese lo suficiente como para despertarme celos; pero mi hermosa esposa continúa siendo la excepción a todas mis reglas, y me encanta.
Esos besos...fueron de lo mejor que he experimentado en mucho tiempo. Después de lo que pasó con Jessie, Lils estuvo varios días sin hablarme, su indiferencia me estaba matando. También llevaba mucho tiempo sin probar el dulce sabor de sus labios, así que lo que pasó hace un rato fue una pequeña probada del paraíso; y pudo llegar a más de no ser porque estábamos en la empresa.
Repasé con Ariadna mis pendientes de hoy, que eran muy pocos ya que de las últimas inversiones se estaba encargando papá y de las firmas de contratos se ocupaba Garret. Pospuse un par de citas para mañana y llevé a mi celada esposa a mi café favorito.
Nos sentamos donde siempre lo hemos hecho desde esa noche en que nos conocimos, la traje porque algo en mí sabía que ella era especial. No habíamos hablado nada desde que salimos de la compañía y ya se estaba convirtiendo en algo incómodo, y raro, ya que matriminio falso o no, estamos casados; además detesto esos malditos silencios.
—Perdón por lo de hace rato —hablé, intentando romper el hielo.
—Tranquilo, quizás sí debí contarte que me encontraría con Garret —se disculpó también.
Negué con la cabeza—. No, tú puedes salir a donde quieras y ver a quien quieras. No seré ese tipo de esposo posesivo, es sólo que...
—Se trata de Garret —terminó por mí.
—Exacto.
—¿Por qué tu relación con él es tan mala?
La pregunta del siglo.
—Porque desde que llegó a mi vida ha sido mi puta piedra en el zapato. Siempre el chico perfecto, el orgullo de mi padre, el centro de atención. Quien decía querer ser mi hermano cuando lo único que hacía era ocupar mi lugar en mi propia familia.
—Algo así me contó él —frunció los labios, pensativa—. Sólo que desde su perspectiva.
—¿Qué te dijo?
—Eso tendrás que hablarlo con él directamente, quizás no sea muy tarde para que sean hermanos —sonrió con la dulzura que la caracteriza, pero no me va a convencer.
—Eso nunca pasará. Garret no es y nunca será mi hermano.
—Jessie tampoco es tu hija y eso no es impedimento para que la quieras como si lo fuera, ¿o sí?
Buena jugada Lily.
—Con Jessie es diferente.
—No, es lo mismo, la única diferencia es que ya aceptaste a Jess y aún no has aceptado a Garret —me tomó de la mano—. ¿No crees que la niña se merece un padre y un tío que no peleen cada vez que se ven?
—Lily, si ese es el problema te prometo que lo que pasó la última vez no pasará nunca más y delante de Jessie podemos fingir que nos llevamos bien y ya.
—Evan estoy harta de fingir —resopló, hastiada— y no quiero que Jessie viva roedeada de mentiras. El contrato no estipula que tengamos que fingir amor, ¿cierto?
En ese punto tenía razón. Todo esto inició como una mentira, una actuación, pero los sentimientos han salido a la luz y no quiero tener que volver a sentirme culpable por las lágrimas de mi hija. No quiero que ella viva y crezca como yo, con una familia apenas se soporta entre sí y que sólo fingen ante la sociedad. No, ella no merece eso.
—Tienes razón, voy a... —suspiré— intentarlo. ¿Qué propones?
Su sonrisa resplandeció, como si le hubiese dado la mejor noticia de su vida.
No puedo creer que haya caído, al parecer cierto Harriet tiene una nueva debilidad.
—Aún no tengo nada en mente, cuando lo tenga te avisaré.
—Ok —rodé los ojos, esto de dejar a Garret acercarse sigue sin agradarme ni un poco.
—Ahora...¿qué tal si buscamos a Jessie a la escuela?
—¿En serio? —sonreí.
—Claro, sería la primera vez que mamá y papá van a buscarla juntos, se pondrá contenta —me sonrió otra vez, llevaba tiempo sin verla sonreír, extrañaba eso.
Salimos camino al colegio de Jess, estaba emocionado, llevaba mucho tiempo sin ir a buscarla y tampoco creía que ni a ella ni a Lily les agradara la idea de que lo hiciera. No quería forzar las cosas, ya bastante mal lo había hecho hasta ahora como para empeorarlas aún más. Los primeros días posteriores al incidente, Jessie se dedicó a ignorarme monumentalmente, y me lo merecía. Moría por acercarme pero sin incomodarla, por eso me he tomado mi tiempo.
Cuando llegamos, nos quedamos sentados en uno de los tantos bancos que adornan el jardín delantero de la institución. A los pocos minutos sonó la campana y comenzaron a salir un montón de niños desesperados por volver a sus casas. Buscamos visualmente a Jessie por un rato hasta que la vimos salir por fin. Su mirada se encontró con la nuestra y sonrió ampliamente, como siempre, para luego correr hasta nosotros.
—¡Mamá! ¡Evan! —chilló mientras corría a abrazarnos, escucharla llamándome por mi nombre me seguía cayendo como un balde de agua fría, pero al menos se alegraba de verme.
—Hola, princesa —la saludó Lily, abrazándola.
—Hola, mini Lily.
—¿Mini Lily? ¿Ese es un nuevo apodo? —rió Lily.
—A mí me gusta —sonrió la peque y con eso me doy por bien servido.
Se creó un silencio un poco incómodo, es obvio, ya ni siquiera recuerdo cuándo fue la última vez que pasamos tiempo juntos los tres.
—Pues...¿qué tal si vamos al zoológico? —propuso mi esposa.
—¿Crees que aún esté abierto mami? —cuestionó la niña un poco triste y cabizbaja.
—¿Por qué se puso así? —le murmuré en el oído a Lils, aún era muy reciente el incidente y no quería incomodar demasiado a Jess.
—Jessie siempre ha querido ir al zoológico, pero normalmente a la hora que salía de la escuela y lo tarde que se nos hacía por los autobuses y otros inconvenientes, siempre llegábamos cuando estaban cerrando. Y bueno, los fines de semana tampoco pude llevarla nunca por mis trabajos, ya sabes —me murmuró de vuelta algo entristecida.
Miré mi reloj, eran las 4:00 p.m. y el zoológico, si mal no recuerdo, cierra a las 6:30 p.m. Esta vez verían el zoo abierto, la camioneta de papá se encargaría de eso.
—Oye, pequeña —llamé su atención y alzó la vista—. Claro que está abierto y los Harriet vamos a hacer una pequeña excursión.
—¿De verdad? —sonrió, emocionada.
—Obvio que sí, pero debemos darnos prisa, mientras más rápido lleguemos más tiempo nos divertiremos —rimé sin darme cuenta, lo que hizo que ambas rieran divertidas.
Nos subimos a la camioneta y conduje con dirección al zoológico, estaba un poco lejos pero llegaríamos rápido. Esta vez el camino no fue tan silencioso, no faltaban las historias de Jessie de cómo le había ido en la escuela. Siempre lo contaba todo, incluso cuando no ha tenido un buen día, ella tiene que informarnos cómo estuvo su día y me gustaba escucharla.
No sé en que momento me encariñé tanto con ella, pero lo hice. Sólo ha sido poco más de dos meses, pero juro que no puedo ni quiero imaginar mi vida sin Lily y Jessie en ella. Necesito sus sonrisas, su alegría, su calor, su cariño. Necesito reparar el daño que le hice a Jess, debo hacerlo, porque una niña como ella no se merece a un papá que la abondonó antes de nacer, ni uno que grite por enojo que no es su hija, se merece al mejor padre del mundo, porque ella es la mejor niña del mundo.
—¿En qué piensas, Evan? —me preguntó Lily sacándome de mi laguna de pensamientos.
—Nada, sólo algo especial —le sonreí y me lo devolvió.
—Se están poniendo muy románticos ustedes dos —dijo Jessie que desde la parte de atrás hacía su tarea, puede que esté en preescolar pero es muy responsable con los estudios.
—Creí que estabas haciendo la tarea —le sonreí a través del espejo retrovisor.
—Sí, y también los estoy viendo —respondió y acto seguido hizo el gesto de tengo mis ojos puestos en ti a mí y a Lily, a lo que solo pudimos reír.
Llegamos al zoológico y los azules ojos de mi pequeña se iluminaron, estaba muy contenta, más de lo normal y eso me hacía feliz a mí también.
—¡Mami, está abierto! ¡Está abierto! —chilló demasiado emocionada, como si nunca lo hubiera visto abierto en su vida.
—Claro, princesa. Él te prometió que lo estaría —Lily me guiñó un ojo.
Caminamos hasta el kiosko de las entradas y compré una para cada uno. Luego caminamos por un pequeño camino que estaba adornado para hacerlo parecer una jungla, al final se encontraba la chica que recogía las entradas, se las entregué, me ofreció un pequeño mapa del lugar y me sonrió. Lily se molestó levemente y recordé su escena de celos de hace un rato, lo que me causó mucha risa.
—Tranquila, fiera. Seré un playboy pero no se me olvida que estoy casado —le susurré al oído divertido, me lanzó una mirada asesina y luego de respondió.
—Más te vale —me advirtió lo que me causó más risa, adoro verla celosa.
Continuamos caminando y vimos una fuente, con forma de elefante, muy poco original, pero a Jessie le fascinaba así que ignoré lo fea que era. Luego de pasarla se veían los hábitats, algunas jaulas y la gente caminando de un lado a otro.
—¿Qué animal quieres ver primero? —le preguntó Lily a Jess quien parecía estar hipnotizada observando a su alrededor.
—Una jirafa —saltó de emoción.
—Pues...según el mapa... —abrí el mismo y me dediqué a descifrarlo, pero no tardé mucho en dar con la ubicación del animal— las jirafas están en la Zona Sabana, así que tenemos que ir hacia...la derecha —indiqué.
Caminamos hasta encontrar la Zona Sabana, todos los trabajadores vestían de amarillo, e incluso los juguetes y golosinas que vendían eran de ese color. Las jirafas eran la primera especie que veías al llegar, se encontraban en un gran terreno el cual se separaba del público por medio de una enorme cerca. Jessie fue corriendo en dirección a ellas por lo que tuvimos que apresurar el paso para alcanzarla.
—¡Vaya! Son muy altas —exclamó asombrada, era de esperar, tiene 5 años y nunca había visto a una jirafa en vivo y en directo.
—¿Quieres tomarte una foto con las jirafas? —pregunté acercándome.
—¡Sí!
—Ok, entonces ponte ahí con mamá y yo les tomaré la foto —les indiqué dónde debían colocarse, desde ese ángulo tanto ellas como las jirafas quedarían bien retratadas.
—No, quiero que tú también aparezcas en la foto —pidió la niña.
—Sí, alguien mas puede tomar la foto —me sonrió Lily y le pedí a un chico que pasaba que nos tomara la foto.
Cargué a Jessie, me coloqué junto a mi esposa y a la cuenta de tres nos tomaron la fotografía, sólo hizo falta una. La verdad es que somos muy fotogénicos como familia y al verla me di cuenta de que era la primera que nos tomábamos los tres juntos.
—Quedó genial —aplaudió una sonriente Lily mientras observaba la foto.
—Claro que quedó genial, somos los Harriet Junior —dije como si fuera obvio y tanto mi esposa como mi hija estallaron en risas.
—Evan, no somos modelos —rió la pequeña.
—No, pero, ¿acaso nunca nos has visto nunca en las revistas? Somos casi celebridades.
—Ok —se encogió de hombros—. Si tú lo dices, está bien.
Continuamos nuestro paseo por la Zona Sabana. Vimos elefantes, gazelas, leones, hipopótamos, cebras y todo tipo de animales exóticos, nos aseguramos de tomarnos fotografías con cada espécimen. Al terminar el recorrido, nos sentamos en un banco para descanasar un rato y, ¿por qué no?, comer un par de golosinas que Jessie pudiera consumir.
—¿Y...ahora a dónde vamos? —preguntó Lily comiendo un bombón, verla comerlo me provocaba unos deseos enormes de besarla, y de hacer otras cosas, pero estábamos en un zoológico y con Jessie, así que despojé mi mente de pensamientos pervertidos.
—Todo depende del animal que quiera ver Jessie ahora.
—Quiero ver un delfín —pidió la peque.
—Oh no, cariño. Los delfines no están en el zoológico, para verlos tenemos que ir al acuario —le explicó Lily con dulzura para no desanimarla.
—¿Pero en el zoológico no estaban todos los animales? —preguntó confusa lo que me causó ternura.
—Sí, mi vida, pero los animales del mar están en otro tipo de zoológico llamado acuario —le aclaró poniéndole un cintillo de jirafas.
—Pero el hipupátomo también está en el agua y está aquí —cuestionó aún más confundida y Lily y yo nos reímos al ver que no sabía pronunciar bien hipopótamo.
—Primero, es hipopótamo y segundo, dije que son los animales del mar —rectificó Lily.
—¿Pero si son del mar entonces por qué están en el acuario en vez de estar en el mar? —inquirió la pequeña curiosa a lo que mi esposa me envió una mirada de auxilio.
—Jessie, cariño, yo tampoco lo he entendido nunca —intervine—. Así que por qué mejor no me dices otro animal que quieras ver y el fin de semana vamos al acuario a ver a los delfines.
—¡Síii! Ahora quiero ver un tigre —chilló muy contenta, Lils me envió una mirada de satisfacción.
—Bueno, Srta. Harriet, según el mapa está en Villa Bosque. Vamos —dije cambiando mi tono de voz por uno más grave, pero a Jess parecía divertirle.
Caminamos hasta Villa Bosque donde abundaban laa vegetación, era muy pintorezco. Al igual que en la Zona Sabana todo era de un mismo color, pero en este caso era verde. Fue igual de divertido que la anterior y Jessie se mostraba muy feliz y animada, eso era suficiente para Lily y para mí.
—Mami, Evan, miren un castillo inflable para saltar —chilló Jess señalando con el dedo un inflable para niños del que se bajaban una pequeña rubia y un castaño.
—¿Quieres montar? —propuse.
—Síiiii —saltó y se giró hacia su madre—. ¿Mami, puedo?
—Claro, cariño. Pero no por mucho tiempo, recuerda que no puedes cansarte demasiado, lo dijo el doctor.—le advirtió Lils a lo que la linda castaña asintió contenta.
Nos acercamos al encargado, y luego de pagar la entrada, ayudamos a la niña a quitarse los zapatos e ingresar al castillo. Comenzó a saltar divertida y mi querida esposa y yo nos quedamos no muy lejos observándola. Desearía poder verla así de animada todos los días.
—Gracias, Evan —escuché la voz de mi mujer después de un rato, la miré.
—¿Por qué?
—Por este día —me sonrió antes de volver a centrar su atención en nuestra hija—, por hacerla sonreír de nuevo.
—No fue nada, además se lo debía.
—Se ve muy divertido, ¿cierto? —comentó cambiando de tema.
—Sí, la verdad —me encogí de hombros.
—¿Desean subir? —nos preguntó el chico del uniforme verde, el encargado.
—¿Se puede?
—Claro, vamos a cerrar dentro de poco, nadie los verá —dijo el chico con despreocupación.
Nos encongimos de hombros, nos quitamos los zapatos y entramos al lugar junto a Jess que para estas alturas ya era la única rebotando ahí. Sus celestes ojos se iluminaron al vernos allí y comenzamos a saltar con ella. Fue muy divertido, más de lo que se ve desde afuera. Nunca me imaginé haciendo algo como esto, pero supongo que parte de ser padre es volver a ser niño junto a tus hijos; Jess me ha enseñado muchas cosas ahora que lo pienso.
Estuvimos saltando cerca de unos diez minutos, que era el tiempo establecido y además Jess no podía esforzarse de más.
Salimos del colorido castillo para luego colocarnos los zapatos. Nos fuimos no sin antes agradecer nuevamente al chico quien continuaba con su actitud despreocupada.
Dimos un último paseo por el Jardín Jungla, el Parque Montaña, la Plaza Pradera, el Puerto Pantano, el Área Ártica y el Distrito Desierto. Sí, el zoo tenía nombres originales para cada hábitat y nos tomamos fotos en cada una. Jessie conoció animales nuevos cuyos nombres les costó aprenderse, el camello por ejemplo ahora es una camilla. Hice un esfuerzo por corregirla, pero obtuve el mismo resultado que el día de la limusina-limonada-gelatina, así que Lily me recomendó darme por vencido.
Para cuando terminamos, prácitcamente nos estaban echando del lugar y Jessie estaba profundamente dormida, al parecer después de un día de diversión siempre termina así. Lily miraba en mi teléfono todas las fotografías mientras le sonreía a la pantalla, eran muchas y sin duda unas cuantas acabarían siendo enmarcadas y colocadas en más de una pared de la casa.
—Fue un día genial —sonrió mientras acariciaba el cabello de Jess, a la cual por cierto yo estaba cargando.
—Siempre lo es si hay más de un Harriet en escena.
—Hablando de eso, ya sé dónde vamos a intentar tu acercamiento con tu hermano.
—¿Dónde? —pregunté temiendo su respuesta.
—Este fin de semana, en el acuario, conmigo y con Jess.
—Lily no —me detuve abruptamente—. No quiero arruinar lo que puede ser un día fantástico por una discusión con Garret.
—Es tu oportunidad y la de Garret de disculparse con Jessie —me recordó.
Puto chantaje emocional.
—Ok, soportaré a mi hermanastro —comenzamos a caminar otra vez—. No discutiré con él, y haré que Jessie pase otro día maravilloso. Las cosas que hago por ti, pequeña —esto último se lo susurré a Jess, a pesar de que está dormida.
—Así me gusta —me dijo al oído mi esposa y acto seguido depositó un corto beso en mis labios, el cual por cierto me dejó con ganas de más.
—Si esto es sólo por prometerlo me imagino el premio cuando lo cumpla —le sonreí con picardía.
—Eres un pervertido, Evan Harriet —negó con la cabeza.
—Tu pervertido por los próximos cinco años.
O quizás más tiempo.
(...)
Me encontraba en mi estudio, listo para llamar a mi hermanastro e invitarlo a nuestra visita al acuario. No quería hacerlo, si por mí fuera no volvería a verle la cara en lo que me reste de vida, pero Lily tenía razón, ambos se lo debemos a Jessie.
Dejé de darle tantas vueltas y finalmente llamé, antes de que llegase a escuchar el segundo tono, ya me había respondido.
—¿Evan? —su tono incrédulo me recibió.
—¿Acaso tienes otro hermanastro? —bufé con sarcasmo.
—No, es sólo que nunca me llamas —rió con cierto nerviosismo—. Prácticamente tengo tu número archivado por formalidad. ¿En qué puedo servirte?
—Quiero... —joder, qué difícil es esto— quiero invitarte a ir con mi familia al acuario este fin de semana, ¿estás libre?
Silencio, eso fue lo que obtuve como respuesta. Fue tan prolongado que despegué el celular de mi oreja para confirmar si me había colgado, pero no, la llamada seguía en curso.
—Garret, ¿sigues ahí?
—Sí, eh... —carraspeó—. Es sólo que...me tomaste por sorpresa. ¿En...en serio me estás invitando? ¿A mí?
—Sí, a ti —gruñí—. Sé que es difícil de creer y créeme que no fue mi idea, Lily me convenció. Le debemos una disculpa a Jessie y la mejor manera de hacerlo es pasar un buen rato en familia y demostrarle que podemos estar juntos sin sacarnos los ojos.
—Es un trato justo. Mi so... —se detuvo para aclararse la garganta—. Jessie, se merece una disculpa de nuestra parte.
—Escucha —suspiré—. Voy a hacer un esfuerzo sobrehumano para no discutir contigo, pero necesito que cooperes conmigo. No me llames hermano ni menciones nada que pueda llegar a molestarme, ¿crees poder?
Suspiró—. Claro que puedo. Pero yo también tengo mis peticiones.
Era demasiado bueno para ser verdad.
—Te escucho.
—¿Podrías no mirarme como si fuera Hitler?
Se me escapó una corta risa—. ¿Qué?
—Sí. ¿No te has dado cuenta de que me miras como si fuera un nazi? Desprecio, odio, repulsión. ¿Podrías cambiar de expresión para variar? Te lo agradecería.
—Haré mi mayor intento, pero no te prometo nada. ¿Algo más?
—No, sólo eso —respondió con simpleza, algo que me pareció muy sospechoso.
—¿En serio?
—En serio. Pasar un día contigo y Jess es más de lo que podría pedir, así que no me puedo poner exigente.
—Bien, entonces te veo este fin de semana en el acuario —iba a colgar pero me llamó antes de que pudiera hacerlo—. ¿Sí?
—Gracias por invitarme. Sé que es obra de Lily y que lo haces por Jessie, pero eso no te resta mérito.
Un silencio se instaló en la línea telefónica. Por primera vez en años me pareció escuchar a un Garret sincero, desinteresado y...no tenía idea de cómo lidiar con esa faceta suya.
—De nada —dije finalmente—. Adiós, Garret.
—Bye, Ev.
Dejé el teléfono sobre mi escritorio y al girarme me encontré con la pequeña castaña justo frente al mismo. Lucía adorable en su vestidito blanco y llevaba consigo una hoja de papel.
—Princesa, ¿cuánto tiempo llevas ahí?
—No mucho, vine a mostrarte mi dibujo —frunció los labios—. ¿Con quién hablabas?
—Con el tío Garret.
Hizo una mueca—. ¿Pelearon de nuevo?
—No, linda. Lo llamé para invitarlo a ir con nosotros al acuario este fin de semana.
—¿Vamos a ir al acuario? ¿Este fin de semana? ¿¡Y el tío Garret irá con nosotros!? —preguntó todo tan rápido que me costó seguirle el ritmo.
—Alto, parlanchina —reí—. La respuesta a todas tus preguntas es sí.
—¡Genial! —chilló mientras daba pequeños saltitos—. ¿Y qué es eso que me llamaste? ¿Pandachina?
Ahogué una carcajada—. Parlanchina, Jess. Significa que hablas mucho.
—Ah sí, soy eso —asintió.
—¿Me muestras tu dibujo?
—Ah sí, mira.
Me mostró la hoja de papel en la que figuraba una figura rara color marrón en el cielo. Ladeé la cabeza e incluso volteé el dibujo tratando de descifrar qué era esa cosa, pero no sirvió de nada, no tenía ni puñetera idea de lo que podía ser.
—Es un bonito...¿halcón?
—¿Cómo que un halcón, Evan? Está claro lo que es, ¿no lo ves? —inquirió señalando esa...¿croqueta en salsa azul? ¿¡Qué mierda sé!?
—No, Jess. Ilumíname.
—Es un hipopátamo como el del zoo.
No puede ser, juraría que era croqueta.
—Ohhh, era eso —dije, intentando no reírme.
—No sabes apreciar el arte —negó con la cabeza—. Iré a mostrárselo a Karl, él siempre entiende mis dibujos.
Y se fue así sin más, indignada ante mi falta de "apreciación del arte".
No tengo idea de cómo era mi vida antes de que esa parlanchina tan pequeña me envolviera en sus juegos y ocurrencias, aunque tampoco me interesa mucho recordarlo.
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Nuevo capítuloooo!!!
Todo un cap. dedicado a Jessie, para los que la extrañaron el cap. pasado. 💕
¿Qué fue lo que más les gustó del cap?
Besos de Karina K.love 😉
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