CAPÍTULO 14: Promesas

Evan

Lily y yo despertamos abrazados, y no, ayer no pasó nada excepto por el mejor beso de la historia. Ayer no estaba pasando por mi mejor momento, recordar que no pude hacer nada para ayudar a mi madre y ahora estarlo reviviendo con Jessie me ha pegado duro, pero no me esperé que el premio de consolación fuera semejante beso. Desde el principio he sido yo quien se acerca sentimentalmente hablando, no me podía creer que ella hubiese tomado la iniciativa, aunque mi lado pesimista me decía que fue producto de la emoción del momento y nada más.

Lily estaba profundamente dormida, lucía tan tierna. Se notaba que tenía mucho cansancio acumulado y no es para menos, a veces las preocupaciones cansan más que el esfuerzo físico; cansancio mental conlleva a cansancio general.

Repaso su rostro detalladamente, es hermosa, y nunca una mujer me había hecho sentir lo que ella logró con un beso anoche. Lily es muy diferente al resto de las mujeres, y por obvias razones, pero tiene eso que me encanta, eso que no sé qué es, pero me atrae de todas las formas posibles.

Sé que si aspiro a tener algo con ella, algo real, tendré que hacer muchos méritos. Ella no es una chica para pasar el rato que es feliz con un par de regalitos caros y cenas en restaurantes de lujo, no. Ella sencilla, cero materialista y su razón de ser es Jessie. Lily Harriet es una mujer real y no merece menos que eso en el amor, o en lo que sea que estoy sintiendo.

Veo como comienza a despertar y le sonrío—. Buenos días.

—Mmmm, buenos días —gimoteó—.
¿Cuánto tiempo dormí? —abrió los ojos poco a poco, por la molestia de la luz que ingresa por la ventana.

—No mucho, de hecho es temprano.

—Vamos a ver a Jessie —se incorporó estirándose.

Sonreí—. Vamos.

Nos levantamos y procedimos a ducharnos, no juntos, por desgracia, pero no tenía mucho espacio en mi cabeza para mis pensamientos pervertidos, quería ver a Jessie.

Sí, quería verla.

Me he tomado un tiempo para dejarla entrar, aún no tengo ninguna idea clara de cómo ser un buen papá, pero quiero intentarlo, porque ella lo merece. Jessie es una niña extraordinaria, demasiado tierna, activa y ocurrente. No sé cómo se las ingenia, pero siempre se escabulle dentro de mi despacho para mostrarme sus dibujos o para que "reprenda" a Algodón por portarse mal. Es difícil no encariñarse con un pequeñ ser tan especial como ella.

Antier, cuando Lily organizó ese picnic, la pasé muy bien por primera vez en mucho tiempo. No era el tipo de diversión como la de ir a un bar con tus amigos o la de hacerle bromas pervertidas a tu esposa, era diferente. Escuchar las risitas de esa niña mientras la perseguía por todo el jardín o como cuando molestábamos a su mamá me hacía sentir...vivo. Es un sentimiento difícil de describir, sólo sé que es cálido y reconfortante, todos los problemas se esfuman y nada puede amargarte el día.

Por eso me urge que Jessie se recupere lo antes posible. No sé a ciencia cierta lo que estoy sintiendo por ella ni por su madre, sólo sé que para el próximo picnic esa niña esté bien.

Mos dirigimos directo al hospital a bordo de mi camioneta negra, no me apetecía ir en el lamborghini. Lily parecía más animada y decía tener un buen presentimiento. Llegamos en menos de quince minutos y nos ancaminamos directo a la habitación de Jess.

Al entrar nos llevamos una grata sorpresa, Jessie estaba vestida con su ropa y Margarita nos dijo que ya habían dado a nuestra pequeña de alta.

¿Qué dije? ¿NUESTRA pequeña?

Sacudí la cabeza ante la idea a lo que Lily rió con curiosidad por mi reacción.

—¡Mami! ¡Papi! ¡Ya puedo irme a casa! —chilló corriendo hacia nosotros con su super sonrisa de oreja a oreja, esa era la Jessie que conocía, escandalosamente alegre, no enferma.

—Me alegro muchísimo, peque —sonrió Lily mientras cargaba a la mini castaña.

—Sólo tienen que firmar los papeles en la recepción, ya el doctor le dio oficialmente el alta —nos informó Margarita.

—¿Y las indicaciones médicas? —preguntó Llily.

—Eso es algo que los doctores prefirieron hablar personalmente con ustedes, ya que son sus padres.

—De acuerdo —asentí y tomé su mano—. Gracias por cuidarla anoche.

Me regaló una de esas sonrisas cálidas que la caracterizan—. Eso es lo que hace la familia, está ahí.

La familia, perdí la noción de ese concepto hace mucho tiempo.

Desde que mi padre se casó con Regina, la casa se convirtió en zona de guerra.

Por un lado estaba el hipócrita de Garret fingiendo que se interesaba por mí y diciendo que su intención era que nos convirtiéramos en verdaderos hermanos, sin embargo también se encargaba de invadir en mis gustos y aficiones hasta lograr hacerlo todo mejor que yo y eso, sumado a mi mal comportamiento en general, lo convirtió en el hijo favorito.

Por otro lado estaba mi madrastra. Ella no era tan cínica para fingir frente a mi padre una relación de madre e hijo que nunca se llegó a concretar. Ambos nos odiamos el uno al otro y no nos molestamos en ocultarlo. Cuando ella llegó, creí que mi padre estaba reemplazando a mi madre de alguna forma y por lo mismo no la quería cerca, pero al crecer me di cuenta de que simplemente se enamoraron y mi padre tenía derecho a rehacer su vida. Pero entre nosotros nunca se forjó el vínculo materno estrecho, para nada.

Y por último estaba mi padre, que se concentraba demasiado en el trabajo como para prestarme la atención que yo requería. No importaba en cuantos problemas me metiera para llamar la atención o qué hiciera, él prefería ignorarme y dejarlo todo en manos de Regina.

Debo decir que apoyo económico nunca me faltó, incluso cuando me fui de casa tan pronto cumplí los 18. En la empresa también me siento a gusto, pese a nuestras diferencias los cuatro hacemos un gran equipo y a eso se le atribuye el éxito permanente que poseemos. Pero más allá de eso, no tengo idea de cómo actúa o se ama una verdadera familia.

Mi mirada viajó de una a otra de las mujeres que me acompañaban en esa habitación. Puede que sólo haya transcurrido un mes, pero ellas han estado más ahí para mí que aquellos que dicen ser mi familia. Quizás debería aprovechar la enorme suerte que tengo de tenerlas conmigo.

—Sí, supongo que eso hace.

Un rato después, Lily y yo firmamos todos los papeles correspondientes y nos dirigimos hacia el consultorio del Dr. Ferguson para hablar más ampliamente sobre el estado de Jessie.

—La pequeña recobró fuerzas bastante rápido, pero aún temo por el estado de su riñón y recalco el tema del transplante como una opción válida —nos informó el doctor.

—¿Qué tan riesgosa puede llegar a ser? —preguntó Lily notablemente preocupada y la tomé de la mano, lo que me agradeció con una sonrisa.

—Por el tipo de operación hay un treina por ciento de probabilidad de riesgo.

—¿Y cuáles son las medidas que debemos tomar en casa? —indagué.

—Por las próximas dos semanas deberán mantenerla en reposo, con dieta médica establecida —nos  entregó una lista con las cosas que debía comer y las que no—. Además deberán estar atentos a cualquier síntoma inusual o melostia que presente y venir a las diálisis tres veces por semana.

—¿¡Tres veces a la semana!? ¿No es un poco rudo para una niña de 5 años?—preguntó Lily, angustiada.

—Es lo que hay que hacer para mejorar el estado de salud de su hija, Sra. Harriet —recalcó el doctor.

Después de recibir las instrucciones correspondientes, salimos del consultorio. Margarita y Jessie nos esperaban afuera, esta última se abalanzó sobre mí para que la cargara. Lo hice y me miró fijamente a los ojos con su icónica sonrisa lo que me hizo imitarla.

Es muy tierna, y muy parecida a Lily. Sus grandes ojos eran azules y su mirada inocente te cautivan. Los cachetes suaves y rojos que posee sumado a algunas pecas dispersas por su rostro, la hacen lucir aún más adorable.

De la nada me abrazó, es muy cariñosa pero nunca habíamos compartido un momento así, y debo admitir que fue por mi culpa, por mis estúpidas inseguridades y miedos con respecto a la paternidad.

—Te quiero, papá —me susurró al oído.

No pude evitar sonreír y corresponderle el abrazo. Se siente bien, ser su papá se siente bien.

Los cuatro nos dirigimos a casa transportándonos en mi camioneta. Yo manejaba, Lily iba en el asiento del copiloto y Jessie y Margarita en el asiento de atrás.

—¿Podemos poner música? Estoy muy aburrida —se quejó Jess haciendo un puchero.

—Claro —encendí la radio.

Comenzó a sonar Tengo de Timbiriche y tanto Lily como Jessie comenzaron a cantar al estilo karaoke formando micrófonos con sus puños. Margarita y yo observábamos divertidos la escena, parecían un par de locas, pero eran adorables, y la verdad es que nunca me había divertido tanto en mi camioneta, a excepción de cuando lo estrené.

Para cuando la canción terminó ya habíamos llegado, la verdad es que el hospital no se encontraba muy lejos de casa. Tan pronto bajamos, Jessie salió corriendo, y al entrar a la mansión lo primero que hizo fue abrazar a Karl, lo que nos conmovió bastante a todos. Acto seguido hizo lo mismo con Estrella, Fiona y Miriam, además buscaba a Fred pero hoy era su día libre. Es muy cariñosa sin lugar a dudas.

Lily la interceptó al verla con intenciones de seguir correteando por todas partes, no queríamos empañar su notable felicidad, pero debía estar en reposo y estaba haciendo todo lo contrario, correr no era bueno para su salud.

—Lo siento, pequeñina, pero no puedes seguir corriendo, tienes que hacer reposo —le dijo Lily.

—Pero ya hice mucho en el hospital, ya estoy en casa y quiero jugar —reclamó la pequeña haciendo un puchero.

—Jessie, lo siento, pero es lo que debemos hacer para que te mejores rápido —insistió Lily en un intento de calmarla.

—¡Ya no quiero estar enferma! ¡Ya no quiero más diálisis ni reposo, ni hospitales! —gritó antes de irse corriendo mientras lloraba.

Lily se paró rápidamente —ya que estaba agachada a la altura de Jess— para seguirla, pero la detuve. Ninguna de las dos se encontraba en condiciones de tener esta conversación.

—Evan, tengo que ir a calmarla —intentó zafarse de mi agarre haciendo un gran intento por no llorar, pero fue en vano.

Sequé la lágrima que se deslizaba por su mejilla, no me gustaba verla llorar, ni a Jessie tampoco.

—Tranquila, yo lo haré —murmuré—. Espérame en su habitación —le indiqué y asintió.

Cuando Lily se fue, me dediqué a recorrer los pasillos buscando a Jessie. Sabía donde podría estar, en el jardín, su lugar favorito de la mansión. Adora pasar las tardes allí junto a su mamá y Margarita, y después del picnic del otro día entendí porqué.

Llegué al jardín y, en efecto, allí estaba mi pequeña. Estaba llorando, ocultándose detrás de unos arbustos, con las piernas flexionadas y su carita oculatada entre sus rodillas. Se notaba a simple vista que estaba llorando. Me acerqué y le acaricié el cabello, por lo que levantó la mirada para mirarme.

—Hola, linda —segué sus lágrimas.

—No quiero ir a mi habitación —me lo dejó en claro con su decisión, por ese lado era igualita a Lily, tiene un fuerte carácter.

—Sé que no quieres, pero debes hacerlo para que te mejores pronto, y cuando lo hagas nos vamos a pasar las tardes jugando aquí en el jardín, haciendo pícnics y comiendo el pastel de chocolate de tu mamá.

Sus ojitos se iluminaron—. ¿Podré hacer todo eso de nuevo?

—Claro que sí —dije con cierto tono juguetón para hacerla sentir mejor—. Pero tienes que estar sana para poder.

—Pero es que no me gusta —se cruzó de brazos, inconforme con su nueva realidad.

—Sé que no, mi niña. Pero hacer reposo no es tan malo como crees, aún puedes jugar a ciertas cosas.

—¿Como cuáles? —bufó sin creerse mis palabras, es tan terca como Lily.

—Puedes jugar con Algodón, pedirle a Margarita que te lea cuentos, ver dibujos animados, muchas cosas.

—Nada de eso es tan divertido como jugar aquí en el jardín —infló sus mejillas, molesta.

Esto es más difícil de lo que creí.

Piensa, Evan.

—Y...¿qué tal si hago todo eso contigo? ¿No sería más divertido con papá?

Eso pareció despertar su interés, ya que me miró con una expresión de sorpresa y una pequeña sonrisa.

—¿En serio harás eso por mí? —murmuró pausadamente.

—Claro. ¿Crees que dejaría sola a mi pequeña?

Bajó la cabecita—. Es que trabajas mucho y no pasas tanto tiempo conmigo.

Golpe directo en la consciencia.

Es cierto, paso más de la mitad de mi tiempo trabajando tanto en la empresa como desde casa y apenas le presto atención. Es normal que no se crea del todo que estaré presente.

Vamos, Evan. Tu hija te necesita.

—No puedo dejar de trabajar, pero puedo pasar contigo todo mi tiempo libre, ¿qué dices?

—¿De verdad? —asentí—. ¿Lo prometes? —alzó su pequeño meñique.

—Lo prometo —aseguré, envolviendo mi meñique alrededor del suyo y cerrando así la promesa.

—Ahora vamos a tu habitación.

Asintió con desánimo antes de que la tomara por la cintura y la sentara sobre mis hombros, a lo que ella respondió divertida, y me tomó del cabello para no perder el equilibrio. Dolía un poco pero no me importaba, porque ella estaba contenta al menos por un corto rato.

Cuando llegamos a su habitación, divisamos a Lily estaba sentada sobre la cama. En su rostro se evidenciaba la preocupación, pero su expresión la reemplazó el alivio por vernos. Se levantó y corrió hacia nosotros.

—Jess, ¿dónde estabas, mi amor?

—En el jardín —le respondí bajando a la pequeña.

—Lo siento, mami —se disculpó con su madre y ésta la cargó.

—No te preocupes, mi vida. Pero prométeme que no lo harás otra vez.

—Te lo prometo, mamá —le aseguró  repitiendo el mismo proceso que había hecho conmigo antes, lo que me dio mucha ternura.

—Hemos hecho muchas promesas últimamente —les comenté a ambas guiñándoles un ojo.

—Vamos a hacer una más —propuso Jessie y la miramos sonriéndole.

—¿Cuál es? —indagó Lily.

—Que siempre vamos a ser una familia —dijo y acto seguido sellamos la promesa entre los tres.

—Pero ustedes deben sellar la promesa como lo hacen los papás, bésense —nos ordenó y casi me atraganto.

—Dijiste que a partir de ahora así sellarías tus promesas —me recordó Lily sonriendo con picardía.

Me gusta ese tipo de sonrisa.

Me acerqué lentamente a ella para besarla. Le tomé las mejillas y uní mis labios con los suyos, ella me siguió el beso y recordé lo bien que se sentía.

¡Dios!, esta mujer es mágica. ¿Por qué diablos me hace sentir tan bien con solo un beso? No lo sé, pero me encantaría averiguarlo.

El beso era lento y cálido, y poco a poco más rápido y apasionado. Un pequeño carraspeo nos interrumpió y nos separamos algo avergonzados.

—Esa fue una forma muy laaaarga de cerrar una promesa —bromeó la pequeña entre risas haciendo que Lily enrojeciera cual tomate.

Adoro a estas dos.

(...)

—Repíteme de nuevo porqué no vas a ir al evento.

Me encontraba en mi despacho, hablando por teléfono con Zack. Hace unos días recibimos una invitación para ir a uno de los muchos eventos realizados por la estrafalaria familia Smith. Solía no perderme ninguna ya que allí siempre encontraba alguna chica linda con la cual divertirme pero del playboy que era sólo queda la P de padre, no puedo fallarle a Jess.

Suspiré, cansado—. Ya te lo dije, Jessie está enferma y prometí que pasaría mi tiempo libre con ella.

—Wow, parece que alguien se está tomando muy en serio su rol de padre—comentó en verdad sorprendido, y no lo culpo, yo mismo estoy anonadado ante mis recientes cambios de actitud.

—No me molestes con eso.

—Sabes que de todos yo sería el último en hacerlo. Estás hablando con Zack y no con Ben, ¿recuerdas? —cierto—. Puedes abrirte conmigo.

De todos mis amigos, él siempre ha sido el más maduro y responsable. Nos escucha a todos en nuestros peores momentos, incluso nos apoya después de cometer estupideces.

Suspiré—. ¿Sería muy raro que...en tan poco tiempo esté empezando a sentir...cosas?

—Define cosas.

¡Mierda! ¿Por qué es tan difícil de decir?

Me refiero a...sentimientos, por Lily y quizás también por Jessie. ¿Qué opinas de eso?

—Que ya te habías tardado —rió.

—¿En serio?

—¡Claro! Si te ibas a enamorar de ella, iba a ser ahora. ¿Qué esperabas?

¿Amor?

—Wow, alto ahí, vaquero. Una cosa son ciertos sentimientos y otra muy distinta es el amor. No te confundas.

—No, es lo mismo. Una cosa lleva a la otra.

—Estás loco, Zack —me recargué hacia atrás en mi silla—. No me estoy enamorando, sólo me estoy encariñando.

—Si lo tenías tan claro, ¿por qué me pediste un consejo?

—Porque... —mierda, odio que siempre tenga razón—. Olvídalo.

Escuché su risa del otro lado de la línea—. Le diré a los chicos que no irás al evento por problemas personales o la primera excusa que me venga a la mente. Ahora te dejo, dile a Jessie que el tío Zack le manda un beso y espera que se recupere pronto.

—Gracias por escucharme, perro.

—Siempre, perro.

Tiré mi teléfono sobre mi buró antes de salir del estudio y dirigirme hacia la habitación de mi hija. Aún tenía unos pendientes que atender, pero eso me llevaría un par de horas y le prometí a Jessie que estaría más presente para ella.

Toqué a la puerta y abrí la misma tras escuchar un "pase" por parte de Lily. Me quedé durante unos segundos recargado en el marco de la puerta admirando a mi esposa e hija. Estaban jugando con unos peluches —Jess recostada sobre su cama y Lils sentada en un mueble a su lado— y lucían tan hermosas sonriendo.

La mirada de la ojiazul se posó sobre mí y al instante su sonrisa se agrandó—. ¡Papá!

Sonriendo, me acerqué a su cama y tomé asiento frente a ella—. Hola, princesa.

—¿Me llamaste princesa? —su pequeño rostro se iluminó.

Recordé que la noche de la gala cuando hablamos, dijo que entre los requisitos para ser padre se encontraba ser mi princesa. No tenía idea de lo mucho que significaba para ella hasta ahora.

—Sí, eres la princesa de papá —acaricié una de sus mejillas sacándole una risilla—. Por cierto, el tío Zack te manda un beso y desea que te recuperes pronto.

Frunció el ceño—. ¿Quién es el tío Zack?

—Ella no conoce a tus amigos, Ev —me recordó Lily.

—Mier... —antes de que terminara de maldecir, ella enganchó los ojos y apuntó a la niña con un movimiento de cabeza— ...coles, lo había olvidado. Pero no te preocupes, Jessie. Voy a traerlo arrastrado de las orejas a él y a los otros tres perros.

—¿El tío Zack tiene perros?

Reí—. No, linda. Los perros son él y el resto de mis amigos.

—¿Y por qué los llamas perros? ¿Tienen pulgas?

Lily y yo estallamos en risas, amamos las ocurrencias de la niña.

—No, princesa, ahora te explico el motivo.




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Nuevo capítulooooo!!!

Bellas promesas y bellos momentos. Espero que les haya gustado y les prometo que les gustará como continuará.

Besos de Karina K.love 😉

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