CAPÍTULO 12: Tarde en familia, por primera vez
Lily
Evan y yo cumplíamos un mes de casados. Sí, ya había pasado un mes. ¿En qué momento el tiempo pasó así de rápido? No tengo idea.
Decidí que debíamos celebrarlo de una forma muy familiar, algo entre él, Jessie y yo. Después de todo se conmemoraba nuestro primer mesversario siendo una familia.
Mi esposo y yo ya habíamos arreglado nuestras diferencias e incluso estábamos más unidos, sólo como una amistad, aunque él no perdía oportunidad para lanzarme miradas coquetas o para hacer gestos sencillos pero lindos que, siendo sincera, comenzaban a despertar a ciertos insectos alados en mi estómago. Me lo he estado tomando con calma, sin hacerle saber lo que sus acciones están comenzando a provocar, no obstante, creo que lo ha notado. Visitamos seguido la casa de Caridad y todo se ha resuelto en buenos términos, su casa está finalizando con las reparaciones y se ha integrado con éxito como embajadora de la fundación.
Sólo faltaba un detalle importante: la relación padre e hija de Jess y Ev.
La más pequeña ponía mucho de su parte, pero no puedo decir lo mismo de mi esposo. La esquiva siempre que ella intenta acercarse de más, sin importar cuántos esfuerzos hace Jessie, él siempre tenía un pero preparado. Hablé con él al respecto y me confesó que, a pesar de que lo está intentando —que no lo parecía mucho— no sabía como ser papá, que no estaba preparado del todo y que si dentro de cinco años ya no seríamos la hermosa familia que aparentamos ser, no había motivo para que la niña se acostumbrara a su presencia. Por eso decidí que debíamos hacer una tarde en familia para celebrar nuestro primer mes.
Preparé con la ayuda de Fiona, Miriam, Estrella, Margarita e incluso de Karl y Fred, un día de campo en el jardín. No era la gran cosa, pero a veces los pequeños detalles como este son los que dejan los mejores recuerdos. El día soleado de abril era perfecto, por lo tanto tenía otro punto a mi favor. Evan estaba en la empresa, pero no faltaba mucho para su regreso y Jessie estaba durmiendo la siesta, las diálisis estaban siendo algo fuertes para ella, por lo mismo requería reponer fuerzas.
Lo dejé todo preparado en nuestro amplio jardín y di las ''órdenes'' para que en cuanto ambos estuvieran listos, se unieran a mí allá. Nerviosa y espectante ante la anticipación, revisé que todo estuviese listo, esto debía salir bien y de ser así, mi hija y mi esposo comenzarían a acercarse de verdad.
Pasada una media hora, Evan y Jessie llegaron al jardín, contentos por la sorpresa, eso era lo que sus radiantes sonrisas daban a demostrar.
—¿Qué es todo esto? —me preguntó mi marido observando el mini banquete figurante sobre la manta de cuadros rojos y blancos.
—Es una pequeña celebración por nuestro primer mes.
—Mami, ¿tú hiciste todo esto? —preguntó Jess, sentándose a mi lado.
—No, cariño —peiné su flequillo con mis dedos—. Margarita, Miriam, Fiona, Estrella, Karl y Fred me ayudaron.
—Wow, todo el batallón a las órdenes de la jefa Harriet —bromeó Evan sentándose también pero en el lado contrario a Jess.
—Muy gracioso, amor mío —le sonreí con sacasmo.
—¡Qué bien, vamos a hacer un picnic familiar! —gritó mi pequeña.
Nos dispusimos a degustar los diferentes alimentos. Teníamos desde frutas hasta un mini cake de chocolate y todo tipo de bebidas naturales, en su mayoría jugos. Me las ingenié de mil formas hasta que finalmente logré que Evan entablara una conversación con Jessie sin huir en el intento.
—¿Entonces entendiste, Jess? —preguntó mi esposo mostrándole la botella que contenía la bebida color verde.
—Sí —asintió la pequeña y señaló la botella—. Eso es limonada y el carro largo que maneja Fred tiene otro nombre.
—¿Y cuál es ese nombre? —la miré con ojos retadores.
—Gelatina —respondió con naturalidad a lo que no pude evitar reír.
—Ok, me rindo contigo —rió Ev antes de abrir el envase y beber el líquido, llevaba cerca de diez minutos intentando que Jessie pronunciara bien limusina y cuando por fin consiguió que dejara de decir limonada, la niña sale con esto—. No te rías, Lils —me miró mal.
—¿Qué harás ahora? ¿Buscar una gelatina para explicarle de nuevo? —lo molesté entre risas.
—Ah no, de la próxima explicación te encargas tú. Tiro la toalla —dramatizó el muy exagerado.
No podía dejar que el divertido ambiente entre padre e hija se esfumara, así que se me ocurrió una idea en el momento.
—Juguemos a adivinar el sabor —propuse.
—Nunca he jugado a eso, ¿en qué consiste? —preguntó el pelinegro.
—Es sencillo, papá. Escúchame y préstame mucha atención, ¿ok? —ordenó la pequeña tomando el rostro de Ev entre sus pequeñas manos.
—Te escucho —asintió él en un tono muy animado, ese que solemos usar los adultos para hablar con los niños, me pareció excesivo pero eso significaba que estaba poniendo de su parte para hacer sentir bien a la niña.
—Nos van a vendar los ojos y nos van poner algo de comer en la boca. Lo masticamos y debemos adivinar qué es. Y quien conteste todas bien, gana.
Me causaba ternura la simpleza con la que la pequeña explicó de qué trata el juego. No podía pedir mucho de una niña de 5 años, pero aún así me causaba ternura y al parecer a él también ya que la observaba con una gran sonrisa.
Esto es justo lo que quería lograr.
—¿Entendiste, papi? —inquirió con seguridad.
Él asintió.
—Entendí, explicas muy bien.
—Lo aprendí de mi papá —presumió ella llevando sus manitas a sus sonrosadas mejillas.
Me apresuré a tomar del interior de la cesta de picnic, dos servilletas de tela que servirían a modo de vendas. Comencé con Evan quien sólo me dejaba hacer mi trabajo sin objeciones ni quejas.
—Bien, ¿ves algo? —cuestioné al ajustar el nudo en la parte trasera de su cabeza.
—No, nada —se encogió de hombros.
—¿Seguro? —preguntó Jess mientras hacía movimientos graciosos frente al rostro de su padre comprobando si veía o no.
—Seguro, todo está oscuro.
—Ey, eso rima —chilló la pequeña—. Si inventas otra, podemos hacer un rap o un reggaetón.
Ev y yo reímos, es increíble las cosas que se le pueden ocurrir a esta niña en cuestiones de segundos.
—¿Un reggaetón? —rió mi esposo.
—O un rap —se encogió de hombros la mini castaña.
Entre risas, procedí a vendarle los ojos a mi hija, cosa que fue mucho más fácil con ella ya que su cabeza es más pequeña.
—¿No ves nada? —agité una mano frente a su rostro para verificar.
—Nada de nada —negó con la cabeza.
—Ok.
Vertí un poco de limonada en dos vasos plásticos color rojo para luego entregárselos con cuidado de que no derramaran el contenido.
—Ahora beban.
Ambos se llevaron sus respectivos vasos a la boca y bebieron.
—Está rica la limusina —comentó Jessie haciéndome reír.
—Ahora sí dices limusina, ¿no? —se quejó mi esposo con fingida indignación, o quizás no tan fingida.
—Ups —fue lo único que ella contestó, conteniendo la risa.
Los siguientes minutos transcurrieron con ellos intentando adivinar los alimentos y bebidas que les daba a probar. A veces Jess se perdía un poco con los ssbores y Evan al percatarse de ese detalle, mencionaba el inicio de la palabra para que la niña lo completase. Otras veces se quejaban de que les daba cosas muy raras que nunca adivinarían cuando en realidad eran sencillas. Me gustaba cómo esta dinámica improvisada estaba resultando ya que uno se relacionaba con el otro de una forma muy divertida y original.
—Hora del próximo alimento —anuncié.
—Jessie, ¿qué crees que sea? —susurró Ev inclinándose hacia la derecha que era donde se encontraba la niña.
—No lo sé, papá —le susurró ella de vuelta—. Solo espero que esté rico.
—Yo también —asintió él.
—Papá —lo llamó nuestra hija aún susurrando.
—Dime.
—¿Por qué susurramos?
—No lo sé.
Reprimí una carcajada a la vez que llevaba pequeñas fresas en dirección a sus bocas. Tan pronto le dieron la primera mordida a la fruta, ambos formaron muecas de disgusto en sus rostros.
—Mamá, odio las fresas —se quejó Jess tras despojarse de la venda y observar con el ceño fruncido el pequeño tazón que las contenía.
—Lily, yo también —apoyó Evan quitándose su venda igualmente.
—Ok, par de bebés, sé que no les gustan, pero yo las amo —dije llevándome una fresa a la boca, deliciosa.
—En cambio, el jugo de piña está exquisito —comentó Ev tomando el envase del mismo.
—Está muy rico —agregó mi hija haciendo el símbolo de "ok" con sus pequeños dedos.
—Yo detesto ese jugo. ¡Jessica Fay! Pareces más hija de Evan que mía —espeté fingiendo estar molesta.
—Primero, es Jessica Harriet, te recuerdo que ayer llegó el acta de adopción y oficialmente es mi hija —señaló mi esposo lo cual era cierto, Jess y yo ya somos oficialmente Harriet—. Segundo, con un padre como yo ¿qué esperabas? —presumió con simulada suficiencia.
—Y tercero, mamá, a ti te gusta todo lo asqueroso —comentó la ojiazul a lo que su padre casi escupe el jugo que estaba bebiendo a causa de una carcajada.
—Eso es totalmente cierto —le dijo al recomponerse y chocaron los cinco—. Jess, tú ven conmigo a la zona de la gente con buen gusto —la tomó de la cintura para luego depositarla junto a él.
—Mami, toma a Algodón —me lanzó al peluche—. Para que no te sientas sola en la zona de la comida fea.
Me sentía ofendida por la despectiva crítica a mis gustos, pero a la vez estaba feliz. Ese era mi objetivo, que ambos se acercaran más y por fin Evan comenzó a derrumbar esa pared que lo separaba de Jessie. Obviamente lo tenía todo premeditado, le pregunté a Fiona todo lo que le gustaba y no le gustaba a mi esposo, y que tenga los mismos gustos que Jessie y totalmente contrarios a los míos sí fue pura coincidencia.
—Bueno tengo algo que nos encanta a los tres —anuncié dejando al descubierto el delicioso mimi pastel de chocolate que se llevó toda la atención de Harriet padre y Harriet hija.
Me dispuse a cortar una rebanada para cada uno y colocarlas en un plato. La ojiazul fue la primera en atacar el postre, el chocolate es su delirio.
—Esto sí es vida, ¿lo hiciste tú? —me preguntó Evan después de engullir el primer trozo.
—Claro, tienes a una muy buena cocinera como esposa —le respondí, modestia aparte.
—¡LOS HARRIET AMAN EL CHOCOLATE! —gritó Jessie con la cara y las manos manchadas de pastel, parecía una bebé sucia con puré.
—¡Jessie, mira como estás! —exclamé limpiándola con la servilleta.
—Déjala, Lily, este pastel lo amerita —se rió Ev.
—Eres su padre desde ayer, no vengas a quitarme autoridad —le reclamé, graciosamente molesta.
—Y no lo hago, sólo dejo que la pequeña disfrute un poco, se ha pasado la semana entera sometiéndose a sesiones de diálisis.
Él tenía razón. A pesar de que ahora estaba en manos de los mejores doctores de la ciudad y contaba con atención médica de primera, mi hija no mostraba signos de mejoría y se había pasado la última semana en el hospital. Eso me preocupaba bastante, pero el Dr. Ferguson nos hizo saber que aún era pronto para tomar medidas más drásticas y que en el entretiempo harían todo lo posible por mantenerla estable.
Pero un detalle llamó mi atención, Evan sabía del estado de salud de Jess. Margarita y yo habíamos comentado algo al respecto, pero él parecía haber estado allí con Jessie y conmigo durante las diálisis.
—No sabía que estuvieras tan al tanto —comenté.
—Claro que lo estoy, es mi hija después de todo —me dedicó una sonrisa super tierna lo cual me desconecta, así que decido volver a la realidad y continúo limpiando el chocolate de la cara de la niña.
Un momento...¡CHOCOLATE!
—Jessie, cariño, acabo de recordarlo. ¡No puedes comer chocolate! —expresé, alarmada.
—Mierda, es cierto —maldijo Evan por lo bajo.
—Oh-oh —articuló Jess.
El chocolate, entre otros múltiples alimentos, forman una larga lista de alimentos que mi niña no puede ingerir hasta que esté cien por ciento recuperada. Es una dieta médica, ¿¡cómo pude olvidarlo!?
—Lo siento, pequeña, soy una tonta, ¿cómo se me va a olvidar ese detalle tan importante? Preparé todo el pícnic en base a lo que podías comer y lo que no, y...perdóname —me disculpé estando a punto de llorar.
—Mami, tranquila. Yo estoy bien, no me duele nada y yo también lo había olvidado —me consoló sobando mi brazo.
—Lily, no te preocupes. Le diste una rebanada pequeña y ella no comió casi nada. No te culpes, yo también lo olvidé por completo —dijo Ev en un intento de tranquilizarme, pero yo seguía sintiéndome fatal por mi estúpido descuido.
—Tengo una idea, ¿por qué no miramos a las nubes y vemos qué formas tienen? —propuso Jessie.
Siempre hacía eso, calmaba las situaciones tristes con algún juego de niños, y debo decir que su técnica terapéutica sí que funciona. Los tres nos recostamos sobre la gran manta —Jessie en medio de ambos—, mirando hacia arriba y buscándoles forma a las nubes.
—¡Esa es un oso! —mencionó mi esposo, emocionado, parecía todo un niño de primaria y me sentí afortunada por poder ver ese lado tan tierno que mantiene oculto.
—¡Esa de allá es una mariposa! —exclamó Jess señalando hacia otro punto en el cielo, pero yo no le encontraba parecido alguno con dicho animal.
—Nah, yo creo que es una abeja.
—Es una mariposabeja —rió la pequeña.
—¿Ahora resulta que también combinas palabras? —cuestionó el ojiverde entornando sus ojos en dirección a la niña.
—Yo hago de todo, papá —sonrió, orgullosa de sí misma.
—Jessica Harriet es polifacética —comentó por lo bajo.
—¿Poli qué? —arrugó la nariz, confundida—. Yo no quiero ser policía, quiero ser princesa.
Presioné mis labios entre sí para evitar que se me escapara una carcajada, amo las ocurrencias de mi hija.
—Jessie, polifacética no es... —se detuvo y rió—. ¿Sabes qué? No importa. Sigamos con las nubes.
Me limité a disfrutar del ambiente cálido, la tarde agradable y, en especial, la atmósfera familiar que habíamos logrado crear. No sabía si para cuando acabara el picnic seguiríamos así de bien, pero mientras durara, quería disfrutarlo.
—Ey miren, una familia feliz —señalé un grupo de nubes.
—Sí. La mamá, el papá y la niña, como nosotros —sonrió Jessie señalando hacia el cielo.
Mi vista viajó hacia Evan pero la suya estaba totalmente centrada en Jessie. Por primera vez la admiraba como lo hago yo cuando velo su sueño o la veo jugar. Una sonrisa casi imperceptible se dibujó en sus labios antes de retornar su vista al gran manto celeste figurante sobre nosotros.
—Es cierto, parece una familia feliz —nos miró a ambas— como nosotros.
¿Acaso él...?
¡No! No confundas las cosas, Lily.
La tarde terminó más rápido de lo que imaginé. Nos la habíamos pasado riendo, jugando, comiendo y todo había sido perfecto, excepto por el momento del chocolate. ¡Fue un éxito! Evan por primera vez aceptó que somos una familia y estuvo muy apegado a Jessie todo el tiempo, me alegraba que así fuera. Llegó un punto en el que prácticamente me excluyeron de sus juegos, pero valió la pena al ver a Ev correr detrás de Jessie por todo el jardín, aproveché que estaban distraídos para tomarles unas cuantas fotos.
Podría ser así, esta podría ser nuestra vida cada día si no nos ocultásemos tras un contrato, si nos hubiésemos convertido en una familia de forma genuina y real.
—¡Fue una tarde genial! —festejó Jessie mientras ingresábamos a la casa.
—Sí, deberíamos repetirlo cada mes —propuso Ev.
—¿En serio les gustaría? —sonreí ilusionada, esto sólo fue un truco para juntarnos, pero si se convertía en una especie de tradición, sería una maravilla.
—¡SÍ! —chilló una emocionada Jessie.
—Obviamente sería genial repetirlo, esta fue una tarde genial. Gracias, Lily —me sonrió Ev, una de esas sonrisas encantadoras que roban suspiros, no por ser coquetas sino...dignas de admirar.
—Todo sea por mi pequeña familia feliz. ¿Cierto, Jessie? —dije dirigiéndome a mi hija pero me asusté al verla.
Mi niña parecía estar experimentando uno de esos típicos mareos que se han vuelto ocasionales producto de las diálisis, sin embargo, en esta ocasión lucía peor, como si estuviese a punto de desplomarse.
—¿Jess qué tienes? —preguntó un alarmado Evan.
—Mamá, papá, no me siento bien —respondió comenzando a llorar y automáticamente entré en pánico.
▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪
Nuevo capítulooo!!!
Espero que les haya gustado la primera tarde en familia de los Harriet.
Besos de Karina K.love 😉
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top