CAPÍTULO 9: Bellezas y expresos con vainilla

Garret

Los invitados de la fiesta de mi sobrina habían comenzado a llegar y mi hermano brillaba por su ausencia, eso tenía a Lily inquieta, se notaba. Ahora tanto ella como Jessie, se encontraban arreglándose en el piso de arriba mientras que Margarita, los empleados de la mansión y yo nos encargábamos de que todo estuviese en orden hasta que diera inicio el festejo.

Me moví de la sala de estar a la cocina y luego al jardín —lugares más importantes para el desarrollo de la fiesta— con la excusa de ayudar, pero mi objetivo principal era ver a esa ojiazul que permanecía adherida a mis pensamientos, y no, no me refiero a la cumpleañera.

Cuando llegué en la mañana, me alegré de poder verla de cerca después de tanto tiempo si mantener contacto con ella. Con todo el tema de los nuevos socios de la empresa y otros asuntos que tuve que tratar, no había tenido tiempo de atormentarme pensando en Lorraine y cuando frecuentaba el Sweet Paradise ocupaba mesas, pero después de tomar el primer café, volvía al trabajo.

El hecho de haber pasado casi todo el día con ella me transmitió una paz impresionante a pesar de que apenas mediamos palabra. Durante el maratón de películas, le enviaba miradas fugaces para que no lo notara, estaba actuando como un adolescente pero me daba igual. Justo por mis ''miraditas indecentes'', tuve a Mateo con sus ojos encima de mí durante todo el tiempo, cela mucho a su madre, lo supe desde que me advirtió que no la tocara cuando nos conocimos.

Pero la gota que derramó el vaso fue cuando la vi en bikini.

Sólo hay una palabra para describirla: ¡Joder!

Sabía muy bien que bajo esos vestidos tan encubridores se escondía una figura esbelta, se notaba, pero no esperaba encontrarme con ese cuerpo espectacular. Su piel pálida resplandecía bajo la luz del sol, sus pechos perfectos, su cintura pequeña y trasero firme, sólo me reafirmaban por enésima vez que es cien por ciento mi tipo. Me encanta que su belleza sea sutil, tan llamativa y sencilla a la vez, no necesita rasgos superlativos para considerarla hermosa; lo es tal y como está.

¿Dónde estás, Lorraine?

—¿Buscas a alguien, Garret? —escuché una voz femenina detrás de mí lo cual me hizo girar sobre mis pies, encontrándomela.

—Sí, a Lily —mentí—. Los invitados están comenzando a llegar, quizás ya debería empezar la fiesta.

—Estoy de acuerdo, pero... —se cruzó de brazos y me miró acusatoriamente con sus ojos azules—, creo que a quien buscas, cuyo nombre empieza por L, no es precisamente Lily.

Bien, creo que me atrapó.

Jasmin es la mejor amiga de mi hermano y dicho sea de paso la única mujer que ha conocido antes de Lily a la que nunca ha tenido intenciones de llevarla a la cama, es como Corina y yo. Siempre he mantenido buena relación con ella y con el resto de los ''perros'', pero posee esa peculiar cualidad de ver más allá de las personas para indagar en sus sentimientos. Nunca falla.

—¿Puedes culparme por hacaerlo? —me encogí de hombros fingiendo inocencia.

—No, de hecho creo que hacen buena pareja —alzó varias veces sus oscuras cejas con picardía—. Y te informo que tu búsqueda terminó —sonrió y señaló con su dedo índice hacia un punto detrás de mí.

Giré en dirección hacia donde la pelinegra apuntaba encontrándome con una tímida Lorraine bajando las escaleras. ¡Lucía preciosa! O bueno, más de lo que ya es. Su ondeado cabello rubio se veía más brillante y sedoso que de costumbre. Su rostro ahora maquillado realzaba esa belleza natural que tanto me atrajo desde el día uno. Llevaba puesto un bonito conjunto que consistía en una blusa aterciopelada de mangas largas color rojo vino y una falda con tiro alto larga hasta las rodillas, como siempre encubría gran parte de esa figura de modelo que posee, pero esta vez jugó a probarse algo más atrevido y le quedó genial.

Jasmin a mi lado parecía igual de sorprendida por el repentino cambio de look de su amiga, en realidad todas las miradas del salón —algunas conocidas y otras no— se posaron sobre ella. Era de esperar, una belleza de esa magnitud no pasa desapercibida con facilidad.

Lorraine parecía estar incómoda con el exceso de atención. Si algo descubrí de ella es que no le agrada atraer las miradas del resto, es muy reservada y tímida hasta cierto punto.

Jasmin, sin despegar la mirada de la rubia, me tomó del brazo guiándome hacia su amiga. En los orbes azules de Lorraine reinó el alivio al vernos, pero en cuanto nuestras miradas se cruzaron, desvió la vista hacia la pelinegra.

—¡Estás divina! —chilló Jasmin haciéndola dar una vuelta—. Necesito estos eventos más seguido para seguir viéndote así vestida.

—No es para tanto —sonrió la causante de mis desvelos—. Tú luces hermosa.

—No tanto como tú —se apresuró a responder Jas.

Y sí, estaría mal que yo lo dijera porque no hay nada que hiera más el orgullo de una mujer como que comparen su belleza con la de otra, pero Lorraine lucía, por mucho, mejor que Jasmin.

Estrella —una de las empleadas de mi hermano— llegó para informarnos que gran parte de los invitados ya estaban presentes, por lo que Jasmin se ofreció para ir a avisarle a Lily. Tan pronto la pelinegra nos dejó solos, Lorraine intentó huir pero la detuve tomándola de la cintura.

—¿A dónde crees que vas? —susurré en su oído acercándola más y a mí—. Tú y yo no hemos terminado.

—¿Y qué se supone que habíamos iniciado? —preguntó con cierto titubeo en su tono de voz.

Reí nervioso—. Ni idea, sólo necesitaba una excusa para pasar más tiempo contigo —tomé su mano y dejé un sutil beso sobre sus nudillos para luego alzar la vista encontrándome con su expresión sorprendida—. Luces hermosa, ¿ya te lo dije?

Su boca se abrió un par de veces para luego cerrarse sin haber articulado palabra alguna, pero finalmente murmuró:

—Gracias.

—Gracias a ti por dejarme ver tu belleza, es exótica, algo que no se ve todos los días.

Rió sin gracia—. Apuesto a que habrás admirado mejores.

—No —negué con rotundidad—. Y aunque así fuera, tu belleza sigue siendo única.

Se mordió su labio inferior que por el labial había adoptado una tonalidad carmesí antes de mirarme con ojos divertidos.

—Tú tampoco estás tan mal.

—Oh, créeme —tomé los bordes de mi chaqueta con cada mano y le di un pequeño tirón acompañado de una mirada sexy propia del playboy que nunca fui—, lo sé.

Ella comenzó a reír, para el resto de los presentes —que ya no le prestaban atención— quizás era una simple risa, para mí era música para mis oídos.

—Vuelve a hacer eso —solicité al escuchar ese mágico sonido extinguirse.

—¿Hacer qué? —se encogió de hombros juntando ambas manos tras tu espalda.

—Reír —sonreí—. Es lindo escucharte. Deberías hacerlo más seguido.

—Procuro hacerlo tanto como puedo —suspiró.

Di un paso más cerca de ella—. ¿Y si te doy motivos para hacerlo?

Nuestros ojos se encontraron. Los suyos decían lo nerviosa que estaba, o más bien, lo nerviosa que yo la ponía. Los míos, esos seguramente estaban dejando en evidencia lo mucho que quería besarla en ese instante.

Dio un paso atrás y me lanzó una mirada acusatoria—. Ya te lo dije, Garret. Soy una mujer casada.

Sí, por desgracia lo es.

Aún a riesgo de parecer un acosador, demostrar mi enorme interés y arriesgarme a que Evan me molestara de por vida, le pregunté acerca del matrimonio de Lorraine. Me contó que, en efecto, está casada y que vino a esta ciudad para crear una nueva vida con Mateo lejos de su marido, del cual pretende divorciarse. Algo en su historia no me pareció del todo convincente, me narró los hechos de forma rápida y parecía estar buscando las palabras exactas para no decir algo fuera de lugar. Ese no es el estilo de mi hermano, él se expresa con decisión y firmeza, además, tampoco me quiso dar detalles como por ejemplo el motivo por el cual Lorraine decidió separarse.

—Lo sé —intruduje ambas manos en los bolsillos de mi pantalón.

—Garret, tú...me agradas y me siento a gusto a tu alrededor, cosa que créeme, es bastante raro en mí. Pero no tengo intención de entablar algo más allá de una amistad, ni contigo ni con nadie.

Directo a la yugular.

¿Qué mierda será esa sensación amarga que se instaló en mi estómago? ¿Las mariposas muriendo por el veneno en sus palabras?

No es momento para que se te salga lo poético, Garret.

—Entiendo —asentí—. Pero si crees que con eso me vas a hacer desistir —volví a acortar la distancia entre ambos para darle un beso en la mejilla—, inténtalo de nuevo.

Iba a decirme algo, pero Lily apareció en el punto más alto de la escalera anunciando que la cumpleañera ingresaría. Lils también lucía preciosa en su vestido de reina color rojo y esa sencilla corona adornando su cabeza. Una vez llegó al pie de las escaleras, anunció la entrada de triunfal de mi sobrinita y un segundo después ésta apareció acompañada de Mateo. Ambos lucían demasiado adorables. Jess con su bonito vestido magenta y su tiara lucía como la princesita que es, el rubito por su parte vestía un smoking ajustado a su pequeña medida.

Ambos descendieron los escalones bajo las miradas expectantes de los presentes y las cámaras grabando la gran entrada. Lorraine observaba sonriente a su hijo mientras tomaba fotos, fue en ese instante cuando descubrí que no habrá ningún chiste, comentario o halago de mi parte que la haga sonreír como lo hace él.

Mateo, eres el único hombre por el que aceptaré ser su segundo plato.

La fiesta dio inicio, sin Evan. Lily estaba del todo concentrada en Jessie, pero a millas de distancia se notaba su temor ante la posible ausencia de su esposo. Confío en mi hermano. Sé que no decepcionará a su hija, él es del tipo de persona que siempre cumple sus promesas, en especial cuando se trata de Jess.

Nos dirigimos al jardín que era donde originalmente radicaba la fiesta. Éste había sido adornado de antemano con un enorme castillo infable, una piscina de bolas de plástico, la actuación de un payaso y todo lo que un niño quiere en su fiesta de cumpleaños.

Me encantaba ver a mi sobrinita sonreír y jugar junto a Mateo y el resto de los niños. La vi enferma, recién operada y en proceso de recuperación. Fue duro y doloroso, más aún tratándose de una niña tan pequeña. Se ha recuperado con bastante éxito y su vida poco a poco a vuelto a la normalidad, estoy muy feliz por ella.

—Jessie es un angelito, ¿verdad? —comentó ella y al girarme me la encontré, sonriéndome.

—No se porta como uno —eso la hizo reír—, pero sí, lo es.

—Recuerdo que cuando llegué, a ella fue la primera a la que me adapté. Sólo hablaba sin parar y me arrastraba a sus juegos, nunca me habría adaptado de no ser por ello.

—Es una niña muy especial —observé a la castaña a lo lejos, jugando con Mateo—, tu hijo también.

—Sí, Mateo es todo mi mundo. No sé cómo habría soportado todo lo que soporté sin él.

<No sé cómo habría soportado todo lo que soporté>

Fruncí el ceño en su dirección, ella aún observaba embelesada a los niños.

—¿Qué soportaste?

Mi pregunta hizo que diera un respingo y me mirara—. Nada importante.

¿Y por qué no te creo?

—¿Tiene que ver con tu esposo?

Eso pareció tensarla porque —quizás inconscientemente— se abrazó a sí misma.

—No me gusta hablar del tema —su tono lleno de amargura sólo logró realzar mi curiosidad, pero decidí no indagar más, era obvio que no estaba cómoda.

—Hola, chicos —nos saludó mi cuñada llegando a nuestro lado, su expresión de preocupación de esta mañana se había multiplicado por mil.

—¿Todo bien, Lils? —preguntó Lorraine colocando una mano sobre su hombro.

—Salvo que mi marido no da señales de vida, todo marcha excelente —exhaló con pesadez—. Jessie ya se hizo a la idea de que si no llega, él se las arreglará para disculparse de una forma memorable, pero es obvio que lo que más quiere es que su papá esté con ella hoy.

—Tranquila, Lily —la acerqué a mí, abrazándola de lado—. Él no les fallará.

—Sé que si no llega, será por circunstancias ajenas a él, pero...éste es el primer cumpleaños de Jessie con un padre, adora a Evan y sé que le romperá el corazón si no aparece.

—Lo mejor que podemos hacer por el momento es entretener lo más posible a Jessie y retrasar el canto de feliz cumpleaños para ganar tiempo —propuso la rubia.

La castaña asintió—. Buena idea, eso haremos.

—Y quita esa cara larga, Jessie lo notará y será peor.

Divisamos a dos pequeñas figuras corriendo en dirección a nosotros, por lo que nos reincorporamos adoptando posturas casuales, como si estuviésemos charlando.

—Mamá, quiero tomarme una foto —pidió la protagonista del día.

—Claro, mi amor —le sonrió su madre mientras sacaba su teléfono de un bolsillo muy oculto de su largo vestido—. Posa.

—Pero no quiero una foto sola. Quiero una con mis tíos y mi primo —dijo esto último señalándonos a Lorraine, Mateo y a mí.

Todos a excepción de la niña, abrimos los ojos con sorpresa.

—Jess, ya te dije que tu tío no será mi papá —refunfuñó el rubito, cruzándose de brazos.

—Y yo ya te dije que tienen que ser una familia sí o sí —ella también se cruzó de brazos—. Además, hoy es mi cumpleaños y todos deben mimarme. Tío Garret, cárgame. Tía Lorraine, carga a Mat. Mamá, tú toma la foto —nos ordenó en un tono muy autoritario.

¿De dónde esa cosita tan pequeña saca tanto carácter?

Le guiñé un ojo a Lorraine a lo que ella acabó por encogerse de hombros y asentir sin muchos ánimos, Mateo por su parte rodó los ojos. Procedí a cargar a mi demandante sobrina mientras Lorraine hacía lo mismo con su hijo. Nos colocamos uno junto al otro pero a nuestra fotógrafa no le parecía suficiente.

—Acérquense más —indicó Lils a lo que nos movimos un tanto más cerca—. Más —hizo un ademán indicando que nos juntásemos—. ¡Más!

—Ok, ya basta —tomé a Lorraine de la cintura con mi brazo libre pegándola a mi cuerpo, me causó ternura notar que, aún sobre tacones altos, sigue siendo tan pequeña—. ¿Contenta, Liliane Harriet?

—Muy —formó el signo de ok con sus dedos—. Ahora sonrían y digan chocolate.

—No me recuerdes que no puedo comer chocolate —lloriqueó Jess haciendo un pucherito.

—Bueno, entonces digan cheese.

Sonreí y dije la palabra, pero mi vista estaba del todo centrada en la hermosa mujer a mi lado. Lily tuvo que avisarme que mi vista no estaba centrada en el lente de la cámara y que por ende había aparecido de perfil en todas las fotos. Al terminar la corta sesión fotográfica, dejé a Jess en el suelo y corrió hacia su madre para tomar el teléfono.

—¿Ven? —señaló, mostrándonos las fotografías, en especial en las que quedé retratado como un idiota mirando a Lorraine—. Hacen una linda familia.

Por algún motivo, mis ojos viajaron hacia Mateo. Soy consciente de que no le caigo bien y de que es el hijo de la mujer que me gusta, jamás lo obviaría. Pero me llamó la atención notar que, lejos de mostrar una mala mirada como hace rato, observaba la imagen con cierto...¿anhelo? ¿Interés? No lo supe a ciencia cierta.

—Jess, vamos a jugar —pidió el niño antes de alejarse, cabizbajo.

La niña lo siguió bajo nuestras miradas expectantes. Me sentí mal por él. Apenas lo conozco pero se nota que es un buen chico, uno que necesita a un padre en su vida y al parecer el marido de su madre no supo cumplir con dicho papel.

Entiendo cómo se siente. Cuando mi padre murió me sentía tan perdido, y el vacío que dejó fue gigantesco. No fue hasta que mi madre se casó con Eduard que pude comenzar a sanar, él se convirtió en esa figura paterna que tanto necesitaba y ese vínculo aún está presente. No sé qué habría sido de mi vida si él no hubiese aparecido.

—Lo siento, Lori —mi cuñada le brindó una sonrisa de consuelo.

—Está bien —suspiró—. Mat estará bien, es fuerte.

Mis ojos viajaron de nuevo hacia el pequeño rubio, ahora lucía más animado jugando con Jessie en la piscina de bolas de plástico. Ojalá pudiera hacer algo por él para que permaneciera siempre así de contento.

—Si me preguntan a mí —habló Lils, apartándome de mis pensamientos—, también creo que hacen una bonita familia.

Dicho esto, giró sobre sus pies dirigiéndose al interior de la casa. Iba a decirle algo a Lorraine pero ésta escapó quitándome la oportunidad de hacerlo, huir de mí se le está haciendo costumbre.

Trancurrieron un par de horas en las que Jessie la pasó de maravilla, pero se estaba haciendo tarde y ya no podíamos retrasar más el canto de feliz cumpleaños, Evan no había llegado. Lily llamó la atención de todos los invitados pidiéndonos que nos reuniésemos frente a la larga mesa donde se exponía el gran pastel y otros apertivos. Se dispuso a dar un corto discurso agradeciendo por asistir a un día tan especial para la niña para luego anunciar que ya era hora de cantar feliz cumpleaños.

Jessie tiró de su vestido para llamar su atención, Lils le preguntó qué ocurría.

—No podemos cantar feliz cumpleaños y cortar el pastel sin papá, debemos esperarlo un poco más —pidió la cumpleañera a lo que maldije internamente, Evan se prometió a sí mismo que el trabajo nunca se interpondría en su relación con su hija como pasó entre él y papá, lastimosamente eso justo lo que está pasando a pesar de que no es su culpa.

Joder, Ev.

Lily parecía estar buscando la mejor selección de palabras para hacerle saber a la niña que su padre no llegaría. No quería estar en sus zapatos, yo siendo su tío ya me sentía bastante mal.

—Oh, cariño —se agachó quedando a la altura de la pequeña— ...verás...em —tragó saliva—. Tú papá...

—Llega terriblemente tarde, pero ya está aquí —se escuchó la agitada voz de mi hermano, al girarme hacia la puerta corrediza que separa al jardín de la sala de estar lo encontré sudoroso y jadeante, pero aquí.

¡Ese es mi hermano!

—¡Papi! —gritó Jess corriendo hacia él quien la recibió con los brazos abiertos.

—Feliz cumpleaños, princesa —la cargó y abrazó—. Lo siento por llegar tan tarde.

—No importa, llegas justo a tiempo.

En mi vida he presenciado pocas escenas de amor tan genuinas como esta. Evan ama a esa niña y ella lo ama a él con la misma intensidad.

Sin entender porqué, mi vista se desvió hacia unos pocos metros más a la izquierda, ahí estaban Lorraine y Mateo. No sé a dónde me lleve esta atracción tan especial que estoy sintiendo por ella, pero si de algo estoy seguro es de que ambos se merecen una familia feliz como la de mi hermano.

A partir de ahí, la fiesta transcurrió normal. Jessie estaba mucho más feliz por la presencia de su papá e incluso bailaron un pequeño vals de padre e hija en el salón. Para cuando el festejo acabó y los invitados se marcharon, unos exhaustos Jessie y Mateo yacían dormidos sobre el sofá.

—Miren a esos dos —rió Margarita negando con la cabeza.

—Creo que es hora de llevar a los principitos a dormir —sonrió Lils.

Asentimos de acuerdo, Lorraine se aproximó a su pequeño para cargarlo pero me adelanté.

—No tienes que...

—Shh —siseé, interrumpiéndola y acomodando al niño sobre mi pecho, no pesaba para nada—. Yo me encargo.

Acompañados de las miradas pícaras de Evan y Lily, ascendimos escaleras arriba para luego separarnos entre los pasillos del segundo piso. La rubia me indicó dónde se encontraba su habitación y abrió la puerta permitiéndome el paso. Me encontré con un entorno común, estaba bastante organizado y deduje por la decoración que ambos compartían habitación. Debía ser por preferencia suya en vista de que si hay algo que sobra aquí son los cuartos.

—Listo, campeón —susurré, depositándolo sobre la cama.

Lorraine procedió a despojarlo de su smoking para luego reemplazarlo con un pijama azul. Quedé embobado viendo cómo realizaba cada acción con esa gracia que la caracteriza. ¿Se dará cuenta? ¿Acaso es consciente de lo grácil y encantadora que es?

También me cautivó observar el amor con el que trataba a Mateo. Un trato tan delicado, tan tierno, a simple vista se podía ver que ese niño significa todo para ella. Demasiado afecto acumulado.

—Dulces sueños, mi amor —murmuró arropándolo, al subir la vista me vio allí parado y dio un corto respingo de la impresión—. Oh, sigues ahí.

Auch.

—Sí, emm... —ladeé la cabeza e hice mi mueca característica—. No pude evitar verte —miré al rubito que dormía tranquilamente—, se nota lo mucho que lo amas.

—Él es...lo más importante en mi vida —lo miró—. Sólo quiero hacerlo feliz.

—Yo creo que lo estás haciendo bien.

Alzó la vista, mirándome—. ¿En serio lo crees?

—Sí, lo creo —le sonreí.

Un tortuoso silencio se instaló en la habitación. La enorme cama era lo único que me separaba de ella, y me estaba estorbando. Rodeé el mueble para posicionarme frente a ella. Me encontré con ese par de zafiros que tanto me gustan, esos que me han estado provocando y torturando a la vez durante todo el día. Mis manos viajaron hacia su cintura, esa que moría por tocar desde que la vi en bikini, y en un movimiento lento la acerqué a mí. Por primera vez parecía no molestarle mi cercanía, en su lugar, sus manos se posaron sobre mis hombros.

—Éste es el momento en el que me dices que me aparte —susurré casi encima de sus labios.

—¿Y qué pasa si esta vez no quiero evitarte? —murmuró con sus ojos clavados en mis labios.

—Eso no supondrá un problema.

Llevé un mechón de su sedoso cabello tras su oreja, aprovechando el gesto deslicé mi mano por su nuca y con mi pulgar comencé a dejar leves caricias en su mejilla. Era impresionante la perfecta vista que tenía de su rostro ahora, tan delicada que temía romperla en un movimiento en falso, tan dulce que quería probarla y tan peligrosamente cerca que temía no poder controlarme por mucho tiempo más.

—Garret —dejó salir mi nombre en un jadeo a la vez que cerraba los ojos.

Valiéndome del agarre que tenía sobre ella tanto en su nuca como en su cintura, la acerqué a mí tanto como me fue posible y procedí a hacer eso que tanto me tienta desde el primer momento en que la vi.

Mis labios estaban a punto de encontrar los suyos cuando...

—Mamá —el gimoteó de un aún dormido Mat nos interrumpió.

Nuestras miradas se dirigieron al pequeño que se removía sobre la cama restregando sus ojitos, pero no despertó. Al asegurarnos de que aún continuara dormido, reímos y regresamos a nuestra posición inicial. Volví a perderme en sus ojazos, pero cuando quise acercarme percibí que la atmósfera había cambiado, había regresado la Lorraine tímida y reservada que me resulta tan indescifrable.

—Ya es hora de que me vaya, supongo —reí por lo bajo dando un paso atrás y despojándola de mi agarre.

—Gracias, por todo hoy.

Sonreí—. No sé qué hice, pero de nada.

Tomé su mano y deposité un cálido beso sobre sus nudillos al igual que hace unas horas antes. Casi pude percibir un suspiro saliendo de su boca.

—Hasta pronto, vainilla.

Giré sobre mi propio eje para dirigirme hacia la puerta, pero al llegar allí su llamado me detuvo. Di media vuelta encontrándome con su media sonrisa.

Hermosa.

—¿Por qué vainilla?

—Porque ese es el ingrediente especial que le pones a los cafés y tú eres esa persona especial que le da el toque diferente a mis días.

Una sonrisa acompañada de un adorable sonrojo adornó su rostro. ¡Dios! ¿Acaso puede ser más perfecta?

—Entonces supongo que tú eres mi expreso.

Reí—. O sea que siempre estoy ahí pero no te desagrado, ¿no?

Se mordió el labio inferior—. Es más que eso, pero no lo comprenderías ahora —fruncí el ceño—. Y hablando de cafés, ¿irás mañana al Sweet Paradise?

Ladeé la cabeza—. Siempre voy.

—Sí, pero... —comenzó a jugar con sus manos, un signo de nerviosismo— me refiero a que si te sentarás en una mesa o en un taburete frente a la barra.

Una sonrisa gigante se formó en mis labios—. ¿Dónde quieres verme tú?

No respondió, en su lugar desvió la mirada en dirección al suelo como si se hubiese arrepentido de decir lo que dijo. No quería hacerla sentir incómoda y, después de todo, no hay nada que extrañe tanto como verla preparar esos divinos expresos con vainilla.

—Estaré en la barra —mi respuesta la hizo alzar la vista, sonriéndome—. Nos vemos mañana, vainilla.

Y sin decir nada más, salí de la habitación sonriendo como un idiota. No sé qué me hechizó de esa mujer, pero sería interesante averiguarlo.

Lorraine

Pasó una semana desde el cumpleaños de Jessie.

Desde ese día me he dedicado a cumplir con la terapia de autoaceptación que Lily me recomendó. Hablé con mi terapeuta al respecto y opinó que fue una buena idea, además, me animó a continuarla hasta que ya no la creyera necesaria.

Hoy Evan y Lily tenían un asunto importante que atender por lo cual ella me dejó a cargo de la cafetería. Me sentía nerviosa ante tal responsabilidad, no quería cometer ningún error ni decepcionar a mi amiga. Encima hoy recibimos pedidos de un nuevo proveedor ya que Lils notó que el anterior estaba careciendo de la calidad necesaria y en cuestiones económicas se beneficiaba de más, por lo que me tocó encargarme de ello también.

Los pensamientos negativos y sentimientos de inutilidad me abordaban de vez en cuando, como molestas voces molestas en mi cabeza. Pero decidí apartarlos llevando la técnica del espejo a todos los aspectos, debía dejar de ser tan negativa e indagar en lo positivo o de lo contrario nunca avanzaría, permanentemente estaría sumerguida en ese remolino de pesimismos y autovictimisándome. Lily confiaba en mí, me puso a cargo cuando pudo haber elegido a alguien más de todos sus empleados, eso quería decir que me creía capaz y si ella lo hacía, ¿por qué no yo?

Ya era hora de que tomara las riendas de mi vida y dejara de vivir bajo la sombra del maltrato al que fui sometida. Roy ya no forma parte de mi vida, la infancia de Mateo ahora es feliz y yo debía seguir adelante, por mi cuenta. Comencé a ahorrar para, dentro de un par de meses, poder mudarme de la mansión Harriet Junior y alquilar un departamento para Mat y para mí. Entendí gracias a las terapias que continuar co-dependiendo de los demás sólo me llevaría a eso, a ser co-dependiente el resto de mi vida y, a pesar de que antes de escapar me aterraba, me siento medianamente lista para enfrentarme al mundo. Después de todo ahora trabajo, no tengo que preocuparme por el pago de la colegiatura de mi hijo y lo mejor, tengo a mucha gente que me apoya.

Si había algo que me hacía sentir desolada y que, sin saberlo, me mantenía sometida al maltrato de Roy, era la soledad. En mis terapias me informaron que los maltratadores se valen de manipulación para alejar a sus víctimas de sus seres amados, las aíslan para hacerlas creer que están solas y eso las hace sentir débiles y sin respaldo. En mi caso yo sí estaba sola, lo cual debió facilitarle aún más el trabajo a mi marido. Por eso ahora, viéndome rodeada de personas que me quieren y me apoyan, me siento más fuerte porque sé que si caigo, tendré a quien recurrir.

También me propuse hacer otro cambio: mi aspecto.

En la fiesta de Jessie me sentí hermosa por primera vez después de mucho tiempo. Recibí varios halagos que, si bien al principio me empeñé en no creer, me hicieron sentir bien conmigo misma. Al día siguiente cuando abrí mi armario en busca de algo que ponerme y me encontré nuevamente con esos vestidos largos y encubridores, volví a la realidad, mi realidad, a la que yo me autosometí por obligación al principio y seguí manteniendo luego porque quise. Así que tomé la decisión de cambiar mi look por algo más de este siglo, ya no tenía a Roy dominándome ni morenotenes que cubrir, por lo tanto no hay motivo para seguir usando mi antigua ropa.

Cuando les dije a Lils y a mi tía que quería ir de compras, sus chillidos de alegría lograron despertar a Jessie que estaba durmiendo la siesta. Aún así no he vuelto a mi antiguo estilo de principios de mis veintes, compré vestidos largos pero que mostraban más piel, otros cortos hasta las rodillas, faldas de tiro alto y blusas no muy escotadas, también pantalones holgados y suéteres de lana para usar solo en casa. En resumen, no fue un cambio radical, pero es señal de avance.

—Lori, ya todas las cajas están apiladas en el almacén —me informó James, uno de los tantos camareros.

—¿En el orden y posición de siempre? —cuestioné, la organización es muy importante en este lugar.

—Justo como le gusta a la jefa, no te preocupes.

—Bien, gracias por tu ayuda —le sonreí.

Tamborileó la barra—. Estoy a tu orden.

Mientras James se marchaba, un nuevo cliente ingresaba al local. Y no cualquier cliente, sino mi favorito. Sus ojazos avellana se encontraron con los míos a medida que avanzaba en mi dirección. Por algún motivo que aún desconozco, mi corazón se desboca cada vez que él entra por esa puerta.

—Hola, rubia —me saludó ocupando ese taburete frente a mí al que sólo le falta tener grabado su nombre para que termine de considerarse suyo.

—Hola, castaño rojizo raro.

Sí, raro, porque lo es. Los típicos castaños rojizos tienen una tonalidad intermedia entre el marrón claro y el naranja, él no. Su cabello oscila entre un color caoba y un rojo vino.

Supongo que a él lo caracterizan sus rasgos únicos.

—Mi cabello es precioso —pasó una mano seductoramente por sus rizos—, no seas envidiosa.

Reí ante lo último y apoyé mis codos sobre la barra—. ¿Qué te pongo?

Imitó mi gesto—. ¿Para qué preguntas lo que ya sabes?

Le sonreí y proseguí a preparar su ''exquisito'' expreso avainillado, no sé qué le ve de especial, es un café común y corriente. Tenerlo de regreso tras esa barra me hace sentir mucho más cómoda, todo en él logra ese efecto a decir verdad; excepto cuando se comporta coqueto de más.

—Aquí tienes —coloqué la taza frente a él y un segundo después se la llevó a la boca.

—Mmm... —gimoteó al primer sorbo—. Esto es la gloria.

Rodé los ojos—. Exagerado.

—Voy a extrañar estos.

¿Extrañar?

—¿A-A dónde vas? —pregunté tratando de no dejar en evidencia mi impresión.

—Viaje de negocios, me voy hoy —colocó la taza sobre la barra—. Estaré al menos dos semanas fuera de Heaven Gold.

¿Dos semanas sin Garret aquí?

¡Joder!

¿Por qué siento que lo voy a extrañar tanto?

—Será... —me aclaré la garganta—. Será aburrido no tenerte aquí.

Ladeó la cabeza e hizo una pequeña mueca con sus labios. Desde que nos conocimos ha hecho ese gesto y aún no logro descifrar qué significa.

—¿Indirectamente estás diciendo que me extrañarás?

Sentí un sofocante calor apoderándose de mis mejillas. Odio cuando mi cuerpo admite las cosas por mí, no es justo y me da vergüenza.

—No, emmm —comencé a frotar mis manos sobre el delantal para secar el sudor de las mismas—. Es sólo que eres mi cliente frecuente y me he adaptado a tu presencia.

Negó con la cabeza y dijo algo por lo bajo que no alcancé a escuchar, luego su mirada y sonrisa se dirigieron a mí.

—Ok, finjamos que te creo.

—Pero sí...

—Salud —dijo, alzando su taza para posteriormente darle un sorbo—. Amo este café.

Como siempre, rescatándome de las situaciones incómodas en las que él mismo me mete.

Miré a mi alrededor buscando a algún cliente que requiriese mi atención, pero nada, al parecer el único que la requería ya estaba frente a mí. Antes de casarme solía ser una chica muy sociable, eso se perdió con el tiempo al punto de convertirme en una antisocial, por lo que no recordaba muy bien cómo romper el hielo y entablar una conversación. Pero de todas formas quería hacerlo, no lo veré hasta dentro de dos semanas y debo aprovechar que está ocupando conmigo las pocas horas libres que le quedan antes de partir.

—Y el viaje de negocios —mi voz lo sorprendió, lo supe por cómo ensanchó los ojos y dejó la taza a un lado—, ¿es muy lejos?

—No, es en Emerald Hills. Unos posibles socios de la empresa sobre los que tengo puesto el ojo me llamaron.

—¿Es muy importante tenerlos como socios? —pregunté a la vez que pasaba un pañuelo por la superficie de la barra, limpiándola.

—No es indispensable, pero sí es un reto personal. Ellos van a firmar con nosotros sí o sí, o dejo de llamarme Garret Harriet.

—Pareces muy seguro.

Y eso me encanta.

—Soy feroz en los negocios, cuando quiero algo, no descanso hasta conseguirlo —se encogió de hombros—. En realidad eso aplica para todas las áreas de mi vida, excepto una.

—¿Cuál?

—Tú.

Escuchar eso me puso el doble de nerviosa que cuando lo vi entrar. Mordí mi labio inferior evitando contacto visual con él.

—¿Yo?

—Sí —admitió con naturalidad—. Eres lo único que quiero que me he tomado con calma.

Un silencio incómodo se instaló en nuestra atmósfera, él había dicho todo lo que quería, yo en cambio apenas sabía cómo reaccionar ante sus palabras.

Sé que le gusto, o al menos lo atraigo físicamente. Comencé a hacerme a la idea cuando lo vi babear al verme en traje de baño, después me convencí un poco más al ver cómo me miraba y trataba en la fiesta y lo comprobé cuando estuvimos a punto de besarnos. Ese beso se habría dado de no ser por la pequeña interrupción de Mateo. No sé qué me pasó, me perdí en sus ojos y cuando descendí encontrándome con sus labios, sólo quería que me besara. No estoy lista para una relación ni nada parecido, pero no soy de piedra y Garret es demasiado atractivo para su propio bien.

El tono de llamada de un celular absorbió el incómodo silencio, era el de Garret. Se llevó el aparato a la oreja y después de intercambiar un par de palabras con la persona del otro lado de la línea y de maldecir por lo bajo, colgó.

—Te salvó la campana.

—¿Ya te vas?

—Sí, y ya voy tarde —tomó una de mis manos y depositó un corto beso sobre mis nudillos tal cual lo había hecho en la fiesta de su sobrina—. Te veo dentro de dos semanas —me sonrió una última vez antes de largarse casi corriendo.

Sí, lo voy a extrañar.

(...)

Cerré temprano el Sweet Paradise, a las 8:00 p.m., o sea cuatro horas antes. Lily me dijo que estuviera a cargo sólo hasta esa hora y no me sentía cómoda dejando a alguien a cargo sin consultarlo con ella primero.

Al despedirme de todos en la salida del local, pedí un taxi para que me llevara a casa. Ya era de noche y eso me creaba cierta insguridad, sin motivos en vista de que la ciudad es muy tranquila y más tratándose del centro y la cima, pero estar a la defensiva con todo aquello con lo que no estoy familiarizada se ha convertido en parte de mi mecanismo de defensa.

Mi taxi no tarda en llegar y el trayecto desde el café hasta la mansión no es muy largo, por lo que llegamos pocos minutos después. Le pagué al taxista por su servicio antes de descender del vehículo. Me dispuse a caminar por la no tan extensa carretera personal —ya que de tonta le pedí al taxista que parara frente a la mansión pero en la carretera principal— sintiendo la extraña sensación de que alguien me seguía. Al principio creí que era paranoia mía, pero al girarme me encontré con un coche negro aparcado a pocos metros de mí y aún más cerca se encontraba mi peor pesadilla.

Su sonrisa sádica, mirada penetrante y postura intimidante sólo lograban ponerme cada vez más tensa. Me abracé a mí misma con las manos temblándome y mis ojos comenzaban a empañarse producto de las lágrimas del pavor que me producía volver a verlo. Mi corazón latía a millón, mi respiración comenzó a entrecortarse y eso sólo logró que se burlara de mí con una tétrica risa que aumentó mi temor.

Presa del pánico, giré sobre mis pies con la intención de correr hacia el interior de la mansión. Allí me sentía segura y confiaba en que me protegerían. Pero él fue más rápido y con tirón de cabello me obligó a girar nuevamente obligándome a mirarlo. Su rostro ya no mostraba una expresión burlona, sino esa amenazante que usaba justo antes de golpearme.

—¿¡Creíste que sería tan fácil escapar de mí, Lorraine!?





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Nuevo capítulooo!!!

Quiero informarles un detalle, ésta historia aún está en proceso de escritura, de hecho cada vez que termino un cap, lo publico. Eso quiere decir que la actualización depende de mi inspiración y con este cap tuve un pequeño bloqueo, pero por suerte pude superarlo y aquí tienen el resultado, espero que les guste.

Garret siendo Garret, ¿qué les parece?

¡Casi hubo beso!

Lorraine se está comenzando a sentir mejor consigo misma.

Y el imbécil de Roy la encontró, ¿qué pronostican?

Besos de Karina K.love 😉

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