CAPÍTULO 8: Inseguridades fuera
Lorraine
Octubre llegó muy rápido. Entre mis terapias, ayudar a Mateo con sus tareas y mi trabajo en el Sweet Paradise, apenas tengo tiempo para respirar. Pero eso es bueno, mantener mi mente ocupada elimina los malos pensamientos que aún rondan en mi cabeza de vez en cuando.
A Mat le está yendo excelente en la escuela. Pese a su timidez recurrente, ha logrado hacer amigos y Jessie ha sido un gran apoyo para él. Está contento y por ende, yo también. No existe nada tan gratificante como ver su sonrisa todos los días, escucharlo relatar con emoción cómo le fue en la escuela y verlo jugar con libertad. Mi hijo está feliz y eso es lo más importante.
En la fundación también me ha ido muy bien. Aún no me animo a hablar en el grupo de apoyo pero de vez en cuando he dado mi opinión o le he brindado unas palabras de ánimo a las nuevas integrantes. Mi psicóloga alega que he progresado mucho en cuanto a las relaciones interpersonales, mi cohibición hacia el mundo exterior y la depresión en la que, sin saberlo, estaba sumida. También entendí que nada de lo que ocurrió fue mi culpa, yo no provocaba los golpes ni las conductas agresivas de mi marido y no era merecedora de un maltrato tan brutal como ese, no soy responsable de su bestialidad. Con respecto a los pensamientos de inutilidad, las pesadillas, el sentimiento de culpabilidad con respecto a Mateo y la baja autoestima, aún estamos batallando, pero estoy haciendo mi mayor esfuerzo por cambiar mi forma de pensar y recuperar mi amor propio.
Mi trabajo en el Sweet Paradise va muy bien. Contrario a lo que pensaba en un inicio, no soy tan inservible como creía. Según Lily, muchos clientes han quedado muy satisfechos con mi desempeño y aunque al principio creí que sólo me había mentido con la finalidad de hacerme sentir mejor conmigo misma, deseché esos pensamientos autodestructivos. Si los clientes quedan complacidos con mi trabajo, entonces eso significa que soy buena en lo que hago, punto.
Lo único que no marchaba del todo bien no era un algo sino un alguien: Garret Harriet.
Durante mis primeros días me acostumbré a la idea de que él ocupase el taburete frente a mí, me mostrase esa bonita sonrisa coqueta y —algo que no quería creerme hasta que dejó de hacerlo— que sutilmente me halagara. Su presencia casi diaria me tensaba de sobremanera, no en el mal sentido, eran como esos nervios tontos de adolescente con el crush del instituto.
No, no me gusta Garret.
Es sólo que él...no sé cómo explicarlo, tiene algo que me atrae. Su personalidad es muy diferente en varios aspectos. Es tan gentil, amable, educado. Cada movimiento que realiza es preciso y demuestra seguridad, como cuando alguien sabe lo que quiere y no teme ir a conseguirlo. Su sonrisa podría iluminarle el día a cualquiera. Su sola presencia es una es una bendición, y creo que él tuvo mucho que ver con que me adaptara al trabajo.
Pero todo se fue a la mierda cuando admitió que me estaba coqueteando.
En primer lugar no me creía que yo pudiese llegar a gustarle a alguien como él, no lo creí cuando nos conocimos y mucho menos después de conocerlo más a fondo. Es por eso que creí que debía ser sincera y dejarle en claro que soy una mujer casada, un matrimonio infeliz del que salí huyendo, pero lo soy. Pero digamos que no se lo tomó muy bien, incluso creyó que estaba mintiendo y no escapé del dominio de Roy para someterme una vez más a tratos que no me gustan.
Desde ese día no ha vuelto a sentarse frente a la barra, aún frecuenta el lugar pero ocupa mesas, muy lejos de mí por cierto. Admito que lo extraño. Esos comentarios que me hacían sonreír, como sobrevaloraba el sabor de los cafés que preparaba, su sonrisa...él me hacía sentir bien, pero supongo que las cosas están mejor así.
—¿En qué piensas, Lori? —preguntó mi tía haciéndome regresar a la realidad.
—En nada, cosas mías —le sonreí dándole a entender que todo estaba en orden, me lanzó una mirada de extrañeza pero siguió colocando los globos en el costado superior derecho de la sala de estar.
¡Ah! Mañana es el cumpleaños de Jessie.
La más pequeña de los Harriet cumple sus 6 añitos. Está muy contenta y emocionada excepto por el hecho de que Evan no está presente por un viaje de negocios, esto tiene a Lily preocupada porque no está del todo segura de que llegue a tiempo a pesar de que prometió que lo haría.
Por otra parte Mateo está muy emocionado por el cumpleaños de su mejor amiga. Con el dinero que empecé a ahorrar con parte de mi salario y propinas en el Sweet Paradise, nos alcanzó para comprarle un regalo. No es la gran cosa, es sólo una taza personificada con una fotografía de ambos y la inscripción ''Te quiero, mejor amiga''. No nos alcanzaba para un regalo costoso, de igual forma le hice ver a Mat que lo que en realidad vale es la intención y que el hecho de que se la regalará con todo su amor hará que lo adore, Jessie no es una niña materialista.
Terminé de colocar los arreglos de globos poco después de mi tía y decidí ir a tomar una taza de café. Ingresé en la cocina y allí encontré a Fiona agregándole merengue a unos cupcakes, me encanta lo dedicada que es en lo que hace. Según me contó, estudiaba para ser chef pero dejó sus estudios a medias, no obstante su amor por la cocina aún está presente en cada platillo.
—Hola, Fibi —así la llamamos de cariño.
Alzó la vista y me regaló una sonrisa—. Hola, Lori. ¿Deseas algo?
—Un café, pero no te molestes, lo haré yo misma. Esos cupcakes requieren toda tu atención.
Me brindó una sonrisa de agradecimiento y continuó con su trabajo. No solemos sobrecargarla pidiéndole que cocine de más cuando hay pequeñas cosas sencillas que podemos hacer nosotros mismos, pero como se trata de ''La super fiesta real de la princesa Jessica ''Jessie'' Harriet'', nunca hay postres suficientes. En realidad no hay nada que sea suficiente.
Tomé una taza y vertí en ella el contenido de la cafetera, aún se encontraba caliente por lo que supuse que fue preparado hace pocos minutos. Le di un sorbo pero no me agradaba el sabor así de cargado, por lo que me di a la tarea de buscar en la alacena el envase de la esencia de vainilla. Con dicho ingrediente agregado, el sabor cambió por completo.
<Vi que le pusiste vainilla, creo que eso fue lo que le dio el toque>
Por algún motivo, esas palabras de Garret invadieron mi mente. Digamos que la vainilla en los expresos se convirtió en algo muy nuestro, y para qué negarlo, lo extraño muchísimo.
Fred irrumpió en la cocina apartándome de mis pensamientos—. Hola, hermosas damas.
Me consta que es un chico muy alegre, cordial y con muchas ganas de salir adelante. Lo he conocido mejor en estos casi dos meses que llevo aquí y eso me hace sentirme culpable por la primera reacción que tomé ante él cuando lo conocí.
—¿Qué tal? —lo saludé antes de darle otro sorbo a mi café avainillado.
—Cansado —suspiró y tomó asiento en una de las sillas de la mesa frente a nosotras, en ella es en la que cenan los empleados de la casa—. He ido a buscar un montón de pedidos para el cumpleaños de Jessie, pero por suerte tuve mi tiempito para jugar mi número en la lotería.
—Otra vez con eso —Fiona rodó los ojos—. ¿Cuántas veces debo decirte que tienes muy pocas probabilidades de ganar? Es una pérdida de tiempo.
Fred juega religiosamente una serie de números en la lotería semanal con la esperanza de algún día obtener su esperado golpe de suerte. Karl, Miriam y Fiona insisten en que es un malgasto de dinero innecesario mientras que Estrella y yo creemos que es libre de hacer lo que quiera, quién sabe y lo logre.
—Hay un dicho que dice: La suerte es loca y a cualquiera le toca —se encogió de hombros—. Algún día me tocará.
—Soñar no cuesta nada —comentó Fibi por lo bajo.
Continuamos charlando de otros temas durante un rato más. Con el pasar de las semanas he conseguido sentirme bien por entero en la mansión y lo más importante, con las personas que habitan aquí. Son personas maravillosas, muy alegres y agradables.
Lily llegó a la cocina, pero esta vez en lugar de su gran sonrisa habitual tenía el cansancio reflejado en su rostro. La planeación de la fiesta de Jess sumado al hecho de que la presencia de Evan no es segura, la tiene muy estresada.
—¿A dónde debo ir ahora? —preguntó un cansado Fred.
—¿Qué postre debo preparar ahora? —le siguió Fiona en el mismo tono desganado.
—Tranquilos, chicos —la castaña hizo un ademán—. Es a Lorraine a quien necesito.
—¿Dónde hay que colocar un arreglo de globos ahora? —solté sin querer de la misma forma en que habían hecho Fred y Fibi por lo que todos reímos.
—No se trata de un arreglo de globos, es algo que quiero mostrarte —me sonrió—. Vamos.
La seguí hacia el segundo piso y luego a su habitación. La vi sacar de su closet un conjunto de dos piezas: una blusa de terciopelo rojo vino de mangas largas y una falda larga pero de tiro alto color blanco. Al principio creí que esa sería su vestimenta para la fiesta, pero luego recordé que ella se disfrazaría como reina por petición de Jessie, lo cual quería decir que...
—Ésto es para ti —sonrió, emocionada.
Tragué saliva—. Eh...gracias, pero...
—Pero nada. Lo compré para ti y es lo que usarás en la fiesta —insistió entregándome el pechero en el que estaba colocada la indumentaria.
La alcé para detallarla mejor. Ciertamente era un conjunto precioso, algo que le quedaría excelente a Lily, Jasmin, Angeline o incluso a mi tía a pesar de que su contextura es un poco más gruesa; le quedaría bien a cualquiera menos a mí.
Me giré hacia la emocionada ojiverde frente a mí. No quería ser malagradecida ni matar sus ilusiones, pero debía ser realista, no sólo no me sentiría cómoda con ese conjunto sino que tampoco le haría justicia.
—Lils, de verdad te lo agradezco un montón, es hermoso...
—Pero... —terminó por mí, cruzándose de brazos.
—Pero siendo sincera, no me siento suficiente para cubrirlo —coloqué las prendas sobre su cama, dándole la espalda—. Estoy bien usando mis vestidos conservadores de siempre y si eso es un problema, puedo quedarme en un rincón donde nadie me vea.
—Lo —murmuró detrás de mí tomándome de los brazos—, la cuestión no es que tu forma de vestir sea conservadora o no —se colocó a mi lado—. No te compré este conjunto porque me moleste tu imagen, sino porque quiero que te des cuenta de que la ropa que usas es una atadura a tu amargo pasado. Margarita me contó que solías usar vestidos cortos y que presumir tu figura nunca fue un problema para ti, quise aprovechar la ocasión para que vuelva a ser así.
—Es diferente, Lily —mi voz salió quebrada—. En aquella época no había tenido a Mateo y mi cuerpo no había cambiado...
—¿Pero de qué hablas? —rió sin gracia—. ¿Acaso no has notado que todos elogian lo bien que se ha conservado tu cuerpo a pesar de la maternidad? A simple vista se nota que tu figura es espléndida, salta a la vista por encima de esos feos vestidos que te colocas.
—Yo no creo que sea así —negué con la cabeza—. No veo eso que ustedes ven, yo...no me considero tan maravillosa y especial, no poseo ningún atributo atractivo y...
Me detuve al darme cuenta de que estaba repitiendo las palabras que Roy me escupía día tras día, él utilizaba un lenguaje más soez, pero el mensaje es el mismo: no soy bella y tampoco me siento como tal.
—Eso es lo que ese malnacido te decía, ¿verdad? —dedujo a lo que asentí como respuesta, ella estaba al tanto y no tenía porqué negarlo—. ¿Sabes? Quizás no puedo remediar el daño que te causó ese imbécil con su asqueroso maltrato psicológico durante tres años, pero sí puedo hacerte ver lo mucho que vales como persona y como mujer.
De la nada me tomó de la mano guiándome hacia el espejo de cuerpo entero que descansaba al lado de su tocador. Hizo que observara mi reflejo y se colocó detrás de mí, sosteniéndome por los brazos.
—No soy terapeuta, pero haré mi mayor esfuerzo —suspiró—. Dime qué ves. ¿Qué es lo que te transmite tu imagen en el espejo?
Me obligué a encontrarme con mis propios ojos, con mi reflejo. Al primer vistazo sólo veía a una mujer en un vestido demasiado largo, de color azul tan opaco como su expresión; pero había mucho más.
—Veo a una mujer con una forma de vestir muy anticuada —comencé a decir—. Pero no es su culpa, tuvo que acogerse a esa vestimenta durante años para no dejar en evidencia las marcas que los golpes dejaban a su paso —mi voz volvió a quebrarse—. Su cabello está un poco descuidado, pero eso es porque hubo un tiempo en el que fue uno de los mayores rasgos de su atractivo y a su marido le molestaba que con ello atrajese las miradas de los hombres, así que optó por desatenderlo —una lágrima se deslizó por mi mejilla—. No está maquillada porque realzar su belleza es algo ''de zorras'', esas eran las palabras de su verdugo.
Paré, porque en verdad necesitaba desahogarme y soltar toda esa negatividad que me estaba consumiendo. Lily se encargaba de acariciar mis brazos por encima de la tela del vestido, batallando consigo misma para no romper en llanto.
—La mujer en ese espejo no es atractiva ni hermosa, sólo alguien que sirvió como objeto de placer porque no tenía nada más que ofrecer —sollocé—. No fue fuerte, no fue valiente y a pesar de que nada de lo que ocurrió fue su culpa, es responsable de que su hijo creciera en un círculo de violencia —sequé mis lágrimas con el dorso de mi mano—. Nunca volverá a ser lo que solía ser, su vieja yo ya no existe, sólo queda esta nueva versión tan desmejorada, y ese es el motivo por el que se siente insuficiente para cubrir el conjunto que compraste para ella.
Vi en el espejo el reflejo de mi amiga, sus ojos estaban empañados pero parpadeaba repetidas veces para evitar que las lágrimas descendieran.
Se aclaró la garganta—. ¿Eso es lo que tú ves? Pues yo veo algo muy diferente —apoyó su barbilla en mi hombro izquierdo—. Yo veo a una mujer que ha sufrido tanto que no puede abandonar la imagen que un hijo de puta la obligó a adoptar con tanto abuso. Veo que usa un vestido que cubre gran parte de su cuerpo porque los moretones siguen ahí, pero en su piel sino en su mente, eso le impide desprenderse él —apartó mi cabello hacia atrás—. Veo que su cabello está un poco descuidado y aún así su cabellera continúa siendo tan hermosa. Veo que no se maquilla pero no lo necesita ya que es tan preciosa al natural que llama la atención de todos a donde quiera que va —se posicionó a mi lado—. Veo a una mujer lo suficientemente fuerte como para soportar durante tanto tiempo por su hijo, tan valiente como para escapar y tan buena madre que ha hecho todo con tal de que su pequeño esté bien —para estas alturas me encontraba sollozando nuevamente—. Y veo a una mujer que si bien no volverá a ser la misma, sí volverá a ser feliz, porque se lo merece, y no hay vestimenta sobre la fas de la tierra que no sea capaz de cubrir porque ella es única.
Caminó de regreso a su cama y tomó el perchero nuevamente antes de regresar a mi lado y colocar la ropa a la altura de mi cuerpo.
—¿Sabes por qué le compré este conjunto? —negué con la cabeza—. Porque sabía que le costaría volver a usar prendas cortas y que expusieran mucha piel, es un proceso paulatino. Sin embargo es tan sencillamente hermoso como ella y sé que en la fiesta de Jessie se llevará todas las miradas porque, aunque ella no lo recuerde, es una mujer bellísima, por dentro y por fuera.
Me abrazó de lado y me sonrió a la vez que secaba mis lágrimas.
—Yo veo a la nueva Lorraine Moon, no te empeñes en ver a la antigua.
Me giré hacia ella y la envolví entre mis brazos. Nunca había tenido una amiga como Lily, tan buena persona, tan comprensiva y sobre todo tan humana.
—¿Me haces un favor? —pidió aún abrazándome—. Quiero que cada día te mires al espejo, mires tu reflejo y describas a la mujer que ves como acabamos de hacer. Pero en lugar de buscar esos rasgos negativos que tanto te empeñas en recalcar, busca algo bueno, por mínimo que sea. Recuerda cómo amarte, Lorraine.
—Gracias, por todo —nos separamos—. Por no rendirte conmigo en especial.
—Eres una causa por la que vale la pena luchar —acarició mi mejilla—, porque vales mucho la pena.
—Me gustaría tanto pensar como tú —suspiré.
—Lo harás, eventualmente lo lograrás —me mostró de nuevo el conjunto—. Pero para ello debes poner de tu parte —me lo tendió.
Tenía dos opciones.
Seguir usando mi indumentaria conservadora en la fiesta de Jessie y por el resto de mi vida, atándome a mi pasado y autovictimizándome o tomar ese bonito conjunto y dar un paso más cerca hacia mi superación personal.
¿Y si Lily tenía razón? ¿Y si para sentirme hermosa tendría que vestir como tal? ¿Y si sí era capaz de lucir esa ropa?
Dudosa, extendí mi mano hasta alcanzar el perchero y...lo tomé. Si quería salir adelante debía dejar a un lado mis pensamientos pesimistas y autodestructivos, eso aplicaba para todo, y quizás mañana me arrepentiría pero hoy escogía ser valiente. El rostro de mi amiga se iluminó a la vez que una de sus radiantes sonrisas hizo acto de presencia.
—Inseguridades fuera, Lori —me animó.
(...)
Mateo y yo despertamos temprano en la mañana, emocionados ante la llegada de un día tan esperado. Nos duchamos y alistamos tan rápido como pudimos para luego bajar al comedor. Entrando, vimos que nuestra tía estaba abrazando a la cumpleañera, la niña estaba de espaldas por lo que no había notado nuestra presencia, con uno de nuestros intercambios de miradas especiales supimos lo que haríamos a continuación.
—¡Feliz cumple! —gritamos al unísono, acercándonos.
Las miradas se posaron sobre nosotros a lo que todos sonreímos, en especial la protagonista del día.
—Gracias, tía. Gracias, primo —nos sonrió a lo que la miramos sin comprender.
¿Tía? ¿Primo?
—¿Por qué tía y primo? —cuestioné.
Antes de que tuviese la oportunidad de responderme, se escuchó el sonido del timbre y poco después Garret irrumpió en el lugar con un obsequio en mano. Lucía muy bien en esa camisa blanca con un saco negro remangado hasta los codos, su pantalón semi ajustado y su sedoso cabello desordenado. Estaba acostumbrada a verlo en trajes formales, pero admito que este nuevo look despreocupado le sentaba mucho mejor.
—Lo digo por él —respondió la niña señalando a su tío y al caer en
cuenta de a lo que se refería mis mejillas se acaloraron.
Qué buen momento para sonrojarte, Lorraine. Nótese el sarcasmo.
—¿De qué me perdí? —sonrió Garret.
—Le decía a Lorraine que ahora es mi tía y Mateo mi primo porque ustedes serán una familia cuando te cases con ella —explicó la niña con tanta naturalidad.
Garret y yo compartimos miradas fugaces antes de mirar hacia otro lado. La última vez que intercambiamos palabras no resultó nada bien y que ahora Jess predijo que acabaríamos casados y conformando una familia, no podría ser más incómodo.
—Emmm...te... —el castaño rojizo se aclaró la garganta, estaba algo nervioso— te traje un regalo, sobrinita —le entregó el colorido paquete de un metro de largo—. Feliz cumple.
Jessie se apresuró en rasgar el envoltorio de rayas naranjas y rosas hasta dejar al descubierto una caja que contenía una barbie sirena de gran tamaño. Su cabello era rubio con mechones violetas, el mismo color de su top y cola. La carita de la mini castaña se iluminó y emitió un corto gritito de emoción.
—¡Muchas gracias, tío! ¡Me encanta! —chilló dándole un caluroso abrazo y un sonoro beso en la mejilla.
—Me alegro, pequeñita —sonrió él, devolviéndole el abrazo, es muy tierno.
—¿Tiene nombre? —preguntó Jess mientras sacaba a la barbie de su caja.
—Hmmm —pensó durante un corto rato—. Siena la sirena.
—¡Me gusta! Es muy bonito —festejó Jess dando saltitos.
—Y después tu papá dice que soy malo para los nombres —bufó él.
—Hablando de papá, ¿por qué no ha llegado? —cuestionó la pequeña.
Lily le envió una mirada fulminante a su cuñado el cual le respondió con otra que suplicaba que no lo matase por meter la pata tan monumentalmente, sólo a él se le ocurre mencionar a Evan cuando aún no ha dado señales de vida.
—El problema es que tu papá viene de Tokio y como es muy lejos, el viaje de regreso tarda mucho —reaccionó con rapidez, su sobrina pareció creerse esa excusa.
—Mmm —mencioné pensando en una alternativa de distracción—. Jessie, Mateo, desayunen y luego pueden ir a la sala de cine a ver películas —propuse a lo que los niños asintieron animados.
Salvados por los pelos.
Nos dispusimos a desayunar —que consistía en todo lo que a la cumpleañera le gustaba— procurando no volver a tocar el ''Tema Evan''. Garret denegó la oferta de su cuñada de que desayunase con nosotros, pero de todas formas nos acompañó en la mesa, precisamente frente a mí. La atmósfera entre nosotros aún se mantenía rara y distante, pero sus ojos no parecían querer mirar otra cosa que no fuera yo y eso me ponía demasiado incómoda.
¿Qué ve él en mí? No tengo nada de especial ni que ofrecerle, es absurdo.
Al concluir el desayuno, mi tía se ofreció a llevar a los pequeños a la sala de cine, verían un maratón de Frozen. Lily nos pidió a mí y a Garret que la acompañáramos al despacho de Evan, ya que ahí la niña no nos escucharía hablar del tema que quería tratar con nosotros. Ella tomó asiento tras el buró de su esposo mientras que nosotros lo hicimos del lado contrario de éste.
—Bien, chicos —comenzó a decir en un suspiro de cansancio—, los necesito a ambos para que Jessie no note la ausencia de Evan hasta que él llegue, y en caso de que no lo haga, para amortiguar el golpe.
—Tranquila, Lils. Mateo y yo nos encargamos de ella —le aseguré, después de todo el apoyo que me ha brindado, esto es lo menos que puedo hacer.
—Garret, ¿sabes algo de Evan? —peguntó la castaña.
—Hablé con él ayer y...
—¿Ah sí? ¿Y qué dijo? —lo interrumpió, parecía en serio desesperada por obtener información sobre su marido.
—Estaba...a punto de decirte —rió él por lo bajo.
—Lo siento, es que no he podido contactar con él —en sus ojos verdes reinaba la preocupación.
—Dijo que discutió con papá y que la reunión no puede cambiarse de fecha. Pero que de todas formas estaría aquí para el cumple de la niña, que lo cubriera hasta que llegara.
—Espero que sí logre llegar —murmuró abrazándose a sí misma.
—Lily, cuando mi hermano promete algo de que lo cumple, lo cumple —aseguró el hombre de ojos avellana a mi lado, por la forma en que se refirió a Evan era evidente la gran fe que le tiene.
Ella suspiró—. En ese caso pongamos en marcha la ''Operación Feliz Cumple, Jessie''.
Nos dirigimos a la sala de cine para no levantar las sospechas de la cumpleañera, le achacamos nuestro retraso que estábamos preparando palomitas, fue un puro golpe de suerte que Fiona estuviese llevándolas cuando íbamos a entrar. Transcurrieron las siguientes horas con nosotros obervando el maratón de Frozen, las dos películas y los dos cortos por orden cronológico. Garret acabó sentado a mi lado mientras que mi hijo se encontraba en el contrario. El mayor de los hermanos Harriet no me miró ni siquiera una vez —cosa que, siendo sincera, hirió un poco mi orgullo—, pero aún así Mat me abrazaba tanto como nuestros respectivos asientos nos lo permitían y le enviaba miradas de advertencia a nuestro acompañante. Digamos que mi hijo no está muy contento con la idea de compartirme con otro hombre, a pesar de que entre Garret y yo no hay ni habrá nada.
Apenas sentía mis piernas cuando la mañana de cine culminó, pero esa no fue la razón por la que casi caí al piso, sino por escuchar cuál sería la siguiente actividad del día: ir a la piscina. Durante todo el tiempo que llevaba aquí, había evitado a toda costa ir a la piscina, no porque no supiera nadar —que sí sabía pero en un nivel muy básico— sino porque me aterraba el hecho de mostrar mi cuerpo con tan poca tela.
Lily le pidió a Garret y a mi tía que se adelantaran con los niños antes de prácticamente arrastrarme hacia su habitación. Sabía que trataría de convencerme de usar un traje de baño y por nada del mundo estaba dispuesta a hacerlo, menos frente a Garret, su presencia sólo acentuaba el porqué era una pésima idea.
—Vamos, Lori —me pidió juntando sus manos a modo de ruego, pero nada ni nadie lograría convencerme.
—Por última vez, Lils —resoplé—. Te dije que no —me senté sobre su cama.
—¿Qué tienen de malo la piscina y los trajes de baño? —se cruzó de brazos.
—Nada, son espléndidos y maravillosos pero no quiero, simplemente no.
Se posicionó frente a mí—. ¿Esto se debe a tus inseguridades o es algo más?
Suspiré—. La verdad es que mi cuerpo ya no es lo que era a los 21 y no creo que sea lo suficientemente atractivo como para lucir un traje de baño.
Una sonrisa pícara se asomó por su rostro—. Los trajes de baño son indumentaria especial y cómoda para disfrutar de la playa, piscina o jacuzzi, no para lucir atractiva frente a los demás —ese comentario hizo que me sonrojara—. Sé sincera conmigo, ¿temes no gustarle a Garret?
¡Sí!
¡No!
¡No lo sé!
Soy una adulta, no puedo ser tan indecisa.
—No-no tiene nada que ver con Garret —desvié la mirada—. Sólo no creo sentirme cómoda con tan poca ropa.
—Yo creo que es por ambas —se sentó a mi lado—. Es válido que tengas inseguridades y es aún más válido que temas no parecerle atractiva a la persona que te gusta.
—Garret no me gusta —aseguré girándome hacia ella.
¿O sí?
—Te guste o no, eso no quita que es un hombre atractivo al cual te gustaría impresionar por puro ego femenino, ¿o me quivoco?
Joder, tiene razón.
—Sé que tu autoestima no está en su mejor momento y no lo vas a creer porque yo te lo diga, pero tienes un cuerpo de escándalo, se nota por encima de esos vestidos sin forma que usas —posó una mano sobre mi hombro—. Y créeme cuando te digo que si mi cuñado no babea por ti cuando te vea, es un reverendo idiota o es gay.
Esto último me hizo reír, así es Lily, nunca sabes cuándo sacará a relucir su sentido del humor jocoso.
—Sólo será un pequeño chapuzón, con más de medio cuerpo bajo el agua no habrá mucho que mostrar y en cuanto te sientas incómoda sabes que eres libre de volver, no te obligaré a quedarte.
—No lo sé, Lils —murmuré.
—Imagina que sólo estamos los niños, Margarita y yo. Garret no existe y Evan no está, cosa que me tiene con los nervios de punta pero eso no viene al caso.
A ver, lista de pros y contras.
O no, mejor lista de pros. Si busco los contras no habrá fuerza humana que me lleve a esa piscina.
Número uno: estrenaré la piscina.
Número dos: pasaré un rato agradable con Mateo.
Número tres: hoy es el cumple de Jessie y no quiero autoexcluirme de ninguna actividad de la pequeña, le prometí a Lily que la ayudaría.
Número cuatro: será positivo que me enfrente a mis inseguridades mostrando mi cuerpo sin tapujos, ¿no?
—Lori, lo estás pensando mucho —habló la castaña apartándome de mi análisis mental.
No tienes nada que perder, Lorraine. Recuerda lo que dijo la psicóloga: la mejor forma de superar tus miedos es enfrentándote a ellos.
—O-ok —asentí—. Pero promete que sólo será un rato.
—Lo será a menos que decidas que no lo sea, lo prometo —alzó una mano en símbolo de que me daba su palabra.
Nunca creí que volvería a decir esto en mi vida pero...
—Bien, entonces...busquemos unos lindos trajes de baño.
Lils soltó un chillido de alegría y me abrazó para luego correr hacia su closet antes de que me arrepintiera. Buscó durante unos pocos minutos hasta que me entregó un bikini de dos piezas que no dejaba mucho a la imaginación, lo mismo ocurría con el suyo color negro pero ella sí tiene una figura esbelta que lucir.
—Estás loca si crees que me voy a poner esto —negué con la cabeza, entregándoselo—. Adán y Eva iban más cubiertos.
Ella rió—. No seas exagerada, es un bikini común y corriente. Es más —volvió al closet y regresó con un pareo a juego—, con esto cubrirás la parte baja para que te sientas más cómoda.
—¿No tienes algo más encubridor? —mi incomodidad se notaba a millas de distancia.
—Algo como una sotana, ¿quizás? —bromeó—. Anda, ve al baño a cambiarte y no quiero ni un solo no más como respuesta —me advirtió mientras empujaba mi espalda con destino al baño.
Prácticamente me encerró en su baño y desde fuera me amenazó con no dejarme salir si no llevaba puesto ese microbikini que, según ella, no es tan revelador. Resignada, me despojé de mi vestido y mi para nada sexy ropa interior sustituyéndolos por el bikini color lima. La verdad es que era bastante sencillo. La parte superior consistía en un simple top con escote corazón, eso era bueno teniendo en cuenta que mi busto no es muy generoso pero tampoco pasa desapercibido, siempre he tenido el tamaño justo y eso me gusta. La pieza inferior se asemejaba bastante a unas bragas simples, pero dejaba al descubierto más piel de la parte trasera de la que me gustaría, por suerte Lily me prestó el pareo color verde con estampados floreados que até a mi cadera cubriendo así todo lo que me avergüenza mostrar.
Ojalá pudiera decir lo mismo del resto de mi cuerpo.
Sentí una agradable ráfaga de viento otoñal proveniente del ventanal de la habitación de mi amiga chocar contra mi cuerpo al salir. Mis vellos se erizaron al encontrarme casi desnuda, me sentía tan expuesta que m primer reflejo fue cubrirme con mis propios brazos, pero antes de que tuviera la oportunidad de hacerlo, mi amiga me agarró ambas muñecas.
—Ni se te ocurra cubrir esta figura tan hermosa que tienes —demandó en un tono firme pero a la vez dulce.
Mis ojos viajaron hacia ella. Su bikini negro era bastante sencillo —como todo lo que usa normalmente—, la parte superior la conformaban dos triángulos que cubrían parcialmente sus senos y la pieza se ataba en su espalda y nuca mientras que la parte inferior se ataba igualmente pero a ambos lados de sus caderas. Aún así lucía bellísima, su figura esbelta y curvas perfectas sólo aumentaban mis inseguridades.
—La tuya es mejor —intenté sonreír para no sonar tan deprimente.
—Y tú no tienes nada que envidiarme —alzó uno de mis brazos e hizo que diera una corta vuelta—. Eres toda una top model.
Otra vez esa descripción. ¿Por qué todos se empeñan en catalogarme así? Es una ofensa a las top models reales.
—No exageres —bajé la cabeza.
—¿Crees que exagero? —rió sin gracia—. Te voy a demostrar que no.
Haciendo uso de su agarre en mi muñeca, me arrastró fuera de la habitación como mismo lo había hecho para traerme. Hice que nos detuviéramos varias veces durante el camino hacia la piscina, mientras más cerca me encontraba del lugar, más me arrepentía de haber accedido. Pero mi negativa era directamente proporcional a su voluntad de llevarme.
Y lo logró.
Al divisar la piscina lo primero que vi fue a los niños disfrutando del sol en sus bonitos trajes de baño con estampados de flores y soles respectivamente. Jessie descansaba sobre una pequeña balsa con forma de fresa mientras que mi hijo lo hacía sobre otra con forma de piña, no se encontraban muy lejos de la orilla. Garret y mi tía se encontraban recostados sobre unas tumbonas no muy lejos del borde de la piscina mientras supervisaban a los pequeños, el primero se había despojado del saco que llevaba y su camisa tenía los dos primeros botones superiores desabrochados.
Es...sexy.
¡Joder, sí! Garret es sexy.
En cambio yo...
—Ya es tarde para arrepentirte —Lils me sonrió con malicia—. Te voy a soltar y confío en que no saldrás corriendo.
Asentí como respuesta y acto seguido me liberé de su agarre. Comenzamos a caminar como si de una pasarela se tratase. Intenté no dar a demostrar lo insegura que me sentía con como estaba vestida, me visualicé caminando sola, como si nadie pudiese observarme.
Pero mi ilusión se vio interrumpida cuando llegamos a la zona de las tumbonas y cierto par de orbes avellana se posaron sobre mí. Tragué saliva intentando camuflar mi creciente nerviosismo, pero no dio resultado. Garret me miraba anonadado, como si no se creyese lo que sus ojos observaban. Me escaneó sin reparos ni pudor y eso, contra todo pronóstico, no me incomodó mucho.
—Qué guapa, mami —mencionaron ambos niños refiriéndose a su respectiva madre.
—Gracias —respondimos a la vez.
—Oh, quién tuviera la edad de ustedes, chicas —comentó mi tía abanicándose.
—Garret, ¿no dices nada? —preguntó Lily al ver que él aún permanecía en...¿su mundo?
—Emmm... —se aclaró la garganta regresando de su viaje astral—. ¿Cómo ustedes dos pudieron tener hijos hace seis años y estar... —se relamió los labios, gesto que me pareció muy sexy— así? Wow.
Mi amiga me lanzó una mirada de ''te lo dije'' a lo que sólo me pude limitar a reír levemente junto a ella. No nos tardamos en zambullirnos en la piscina y comenzar a jugar con nuestros hijos, jugábamos con pelotas de playa y hacíamos pequeñas guerras de agua.
Podía sentir que alguien tenía sus ojos clavados sobre mí y no necesitaba voltearme para saber de quién se trataba. Eso me hizo preguntarme una vez más qué es eso tan especial que él ve en mí.
Quizás sí seas hermosa, Lorraine.
(...)
La fiesta iniciaría en breve y por tanto era hora de que me vistiese. El conjunto que Lily me regaló yacía sobre mi cama mientras yo aún me encontraba en bata de baño, observádolo con indecisión. Aún tenía mis dudas con respecto a usarlo, pero, ¿qué tenía que perder? Además, ya había usado un bikini un par de horas antes, eso fue más de lo que pensaba podría usar.
Recordé esa terapia improvisada que Lils me recomendó y decidí pornerla en práctica. Entré al baño y me posicioné sobre el gran espejo que abarcaba gran parte de la pared, en él se observaba mi reflejo hasta la mitad del abdomen, con eso sería suficiente. Inhalé una gran bocanada de aire y proseguí a observarme, luchando contra mi propia mente para no sacar a relucir los rasgos negativos.
¿Qué ves en el espejo?
Veía a una mujer de piel pálida que ya no estaba adornada con moratones ni hematomas. Su cabello recién lavado lucía más hidratado que de costumbre, quizás con un bonito peinado se vería mucho mejor. Sus ojos azules hacían contraste con su cabello y piel claras, podría decirse que ese par de zafiros son su rasgo más llamativo.
En realidad no es una mujer poco agraciada, al contrario, es bonita.
—Creo que es suficiente por hoy —murmuré para mí misma.
Regresé a la habitación para vestirme. Me coloqué con cuidado cada prenda, parecían delicados y no quería arruinarlos. No sé cómo mi amiga se las arregló para saber mis tallas exactas, la ropa se amoldaba a mi cuerpo como si se hubiese diseñado a la medida para mí.
Al culminar, me dediqué a peinar mi largo cabello. No tenía pensado hacerme ningún peinado elaborado, primero porque había perdido práctica en ello y segundo porque tras dedicarle el cuidado necesario, lucía más brillante y sedoso, muy diferente al aspecto descuidado de antes. Mis ondas rubias caían sobre mi torso y espalda hasta la zona baja de esta. ¿Cuándo mi cabello había crecido hasta alcanzar esa longitud?
Me coloqué los tacones con plataforma de color rojo vino a juego con la blusa y unos pendientes sencillos del mismo color de la falda. Decidí volver a echarme un pequeño vistazo en el espejo del baño antes de salir.
Quedé impresionada con lo que vi.
La diferencia entre la conservadora y poco llamativa Lorraine de hace unas horas a la mujer que se reflejaba en el espejo ahora, era abismal. ¿Quién diría que un cambio de ropa y de peinado me haría ver tan distinta?
Por primera vez en muchísimo tiempo, me agradó la imagen que mostraba el espejo.
Sólo una cosa me inquietaba con respecto al outfit: mi rostro.
La ropa, el calzado, el peinado, todo lucía muy bien pero mi rostro carente de color no me permitía lucirlo en todo su esplendor. Tenía la autoestima baja pero mis conocimientos en moda no eran tan escasos como para no percatarme de ese detalle.
No tenía maquillaje que aplicarme en vista de que desde que llegué, me había negado una y otra vez a aceptar cosméticos cuando me arrastraban a ir de compras. No quería molestar a Lily ya que ella estaba cargando con mucho estrés para que encima viniese yo a utilizarla como maquillista personal, pero aún tenía otras opciones.
A paso firme me dirigí hacia su habitación, sorprendida ante mi propia habilidad para manejar los tacones como si no hubiese dejado de usarlos hace años. Supongo que Miriam tiene razón cuando dice que lo que bien se aprende, no se olvida.
Al poscionarme frente a su puerta, di unos cortos toques sobre la superficie de esta hasta escuchar su voz del otro lado pidiendo que esperase un momento, deduje que se estaba cambiando. Poco después me abrió y tan pronto lo hizo, sus ojos marrones me observaron con sorpresa.
—Lily te convenció —sonrió emocionada dando un paso fuera de su habitación para observarme mejor—. Mi niña, luces hermosa.
—Gracias, tía —le sonreí, me gustaba pensar que, al menos por hoy, era una especie de Cenicienta y por ello tenía derecho a sentirme un poco bella—. Disculpa que te moleste pero, ¿tienes maquillaje?
—¿Maquillaje? ¿Quieres maquillarte? —expresó sin creérselo del todo y la entendía, ni yo misma me lo creía aún.
—Al menos por un día quiero comprobar lo que todos dicen, y si tanta gente está de acuerdo en que luzco tan bien al natural, ¿por qué no realzar eso un poco? —la expresión sonriente de mi tía no cambiaba, parecía un video en pausa, apenas pestañeaba—. Sólo por hoy...quiero dejar de sentirme inferior y poco agraciada.
Su mano viajó a una de mis mejillas, dejando leves caricias—. No lo eres y te lo voy a demostrar. Yo te maquillaré.
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Nuevo capítulooo!!!!
Amé escribirlo porque esto de la superación personal de Lorraine es un reto para mí, y me agrada cómo se va desarrollando este personaje.
Garret babeando a más no poder, ¿qué opinan?
Lorraine haciendo su mejor esfuerzo por recuperar su autoestima, ¿quién más se siente orgulloso?
Por cierto, si les gustó el meme del cap pasado, les informo que en mi cuenta de Instagram encontrarán más como ese entre otras sorpresas. Cof cof, spam, cof cof. Pueden encontrarme como @klove_karina
Besos de Karina K.love 😉
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