CAPÍTULO 7: ¿Quién es ella?

Garret

La mañana de hoy inició de una forma muy rara.

Simplemente fui a casa de mi hermano por petición de mi sobrina ya que quería que la acompañara en su primer día de clases, pero me llevé más de una sorpresa.

Empecemos con que Evan me llamó hermano por primera vez. Catorce años, ese es el tiempo que ha transcurrido desde que somos familia y es la primera vez que lo escucho decirlo de forma genuina. No por presentaciones con los socios de papá. No a regañadientes. Sólo le nació decirlo porque, de una forma u otra, he logrado que me vea como tal.

Por otra parte, conocí a una de las mujeres más hermosas con las que he tenido la suerte de toparme. No tenía idea de quién era esa rubia despampanante que, a pesar de que no se esforzó en maquillarse y su vestimenta no era la más atrevida, me cautivó. ¡Joder! Ojos como los suyos no se ven todos los días.

Y por último pero no menos importante, me convertí en padre durante medio minuto. Mateo, hijo de Lorraine, estaba triste porque todos los niños se despedían de sus padres y sin embargo él no tenía a nadie que le deseara un buen día. En ese momento quise tomar ese papel, pero me pareció que estaría muy fuera de lugar en vista de que soy un completo desconocido, pero la ''pandachina'' de mi sobrina no podía quedarse callada y no sólo propuso que yo lo hiciera sino que insinuó que podíamos convertirnos en una familia; algo muy poco probable según yo.

Y así inició mi día.

Ahora me encontraba en el Sweet Paradise Café, la cafetería que una vez le perteneció a la madre de Evan y que ahora maneja mi cuñada. Hay que admitir que hizo un excelente trabajo remodelando el local y el negocio en general, a mí en lo personal me agradaba más la nueva atmósfera. Después de reinaugurar oficialmente el lugar, los clientes comenzaron a ingresar, así que me apresuré en ocupar una de las mesas antes de que me quedase sin sitio, mucha gente esperaba esto.

Hice un escáner visual de toda la cafetería en busca de esa rubia tan...cautivadora, llamémosla así, pero no la encontré. Quizás no había venido pero, oh vamos, todos los amigos y conocidos de Lily estaban aquí. Por un momento pensé que tal vez sólo se encontraba de visita en la ciudad por su tía, pero deseché la idea al recordar que su hijo inició el curso escolar aquí, lo cual quiere decir que si está ''de pasada'' será durante un par de meses.

Mierda, ¿por qué me tomo tanto tiempo pensando en una mujer que apenas acabo de conocer?

Mi vista se centró en mi hermano y mi cuñada, quienes estaban muy acaramelados conversando sobre algo que no fui capaz de escuchar por la lejanía que nos separaba. Esos dos son una pareja maravillosa, y pensar que todo esto inició por una broma que se me ocurrió; es increíble cómo el destino juega con nosotros cuando intentamos jugar con él.

Margarita llamó a Lily, al parecer solicitaban su supervisión para algo, así que a mi hermanito no le quedó más remedio que despedirse de su esposa. Me causó risa y a la vez ternura cómo se quedó casi en medio del salón observando con orgullo cada uno de los movimientos de su esposa, ni siquiera notó que parecía un idiota admirándola. Levanté una mano indicándole que había un sitio libre en mi mesa, a lo que salió de su trance y ocupó una silla frente a mí.

—Hola, babeante hermano menor —reí.

—Hola, molesto hermano mayor —me mostró el dedo de en medio, durante años eso es lo más parecido a una muestra de cariño que he recibido de su parte.

—Esto está siendo un éxito rotundo —comenté al admirar lo repleto del lugar y las expresiones complacidas de los clientes.

—No esperaba menos de Lily —sonrió—. ¿Sabes? Colocó un retrato enorme de mi madre tras el mostrador, es lo primero que ves al entrar al lugar.

—Sí, lo vi. Fue un bonito gesto de su parte.

—Y hablando de bonitos gestos —alzó una ceja, sé por dónde va—, fue muy tierno de tu parte lo que hiciste por Mateo esta mañana.

Sabía que tarde o temprano tocaría el tema.

—No fue para tanto. Había un niño triste y yo podía hacerlo sentir mejor, lo hice y eso fue todo.

—Pues eso que crees que no fue la gran cosa le alegró el día a un niño y a su guapa madre —se recargó hacia atrás en su asiento— ¿o crees que no noté cómo coqueteabas con Lorraine?

Evan cuando se lo propone puede llegar a ser peor que Jessie.

—No estábamos coqueteando. Ella se acercó para agradecerme y yo le respondí, nada más.

Bueno...sí hubo algo más, indirectamente dije que era hermosa. Pero si le comentaba eso a Evan no iba a parar hasta que me casara con ella.

—Yo creo que ahí hay algo más —sonrió con picardía.

No me dejará en paz a menos que...

—¿Es idea mía o sólo intentas emparejarme con Lorraine para que Mateo no sea una ''amenaza'' para Jessie?

—¿Para qué te lo voy a negar? —se encogió de hombros—. Necesito que tú, Mateo, papá, mis amigos y todos los hombres que rodean a mi hija me ayuden para que mi princesa no tenga novio hasta los treintas.

Me golpeé la frente ante su actitud infantil. Una cosa es que sea un padre celoso y otra muy diferente es que llegue a esos extremos. ¿Los treintas? ¿En serio?

—Pobre Jessie —negué con la cabeza.

—Pobre tú que no has visto a tu chica —se burló—. Si te interesa, está atendiendo en el mostrador.

—¿Por qué me interesaría? —desvié la mirada cruzándome de brazos.

—Te gustó —sonrió.

—No me gustó.

—¿Crees que porque nos hemos llevado mal hasta ahora, no te conozco? Error, hermano. Sé cuáles son tus gustos y me consta que Lorraine es tu tipo.

—Que sea mi tipo no quiere decir que me guste —aclaré antes de que la película que se está montando saque la secuela.

—Esta discusión es muy tonta.

—De adolescentes diría yo —rodé los ojos.

—Tú no vas admitir que te gusta y yo no me voy a desgastar, así que disimuladamente me iré con mi esposa dándote la oportunidad de ir a ver a Lorraine —me guiñó un ojo—. Prometo no molestarte si lo haces.

Dicho esto se levantó y fue a buscar a su esposa. No iba a darle el gusto de demostrarle la teoría loca que está rondando su cabeza, no me dejará en paz y peor, podría alimentar la ilusión de Jessie. No quiero romperle el corazón a mi sobrina, pero tampoco puedo crear una familia de la nada y...

¿¡Pero en qué mierda estoy pensando!?

Una bonita camarera vino a tomar mi orden. Le sonreí y le pedí un café negro. Sin que pudiera evitarlo, mi vista viajó al otro lado del salón en donde se encontraba Lorraine sirviendo cafés y regalándole gentiles y pequeñas sonrisas a sus clientes.

¿Por qué me sentía tan atraído hacia ella?

En miles de ocasiones anteriores he quedado deslumbrado por mujeres igual de hermosas, aún así ella poseía algo especial, inexplicable, como un imán que me arrastraba en su dirección.

No soy de las personas que se quedan sentadas pensando o esperando a que las soluciones caigan del cielo. Cuando quiero algo, voy por ello, y eso aplica para todos los ámbitos de mi vida. Así que olvidé por completo las futuras burlas de Evan y el café negro que había pedido, para cuando me di cuenta mis pies ya se estaban moviendo en dirección a ese mostrador color caoba.

Tomé asiento sobre uno de los tantos taburetes de madera, pero específicamente en el que quedaba frente a la encargada: Lorraine. Al verme, sus brillantes orbes azules se ensancharon con sorpresa, lo cual es raro teniendo en cuenta que seguramente me vio entrar y debía ser consciente de que sería uno de sus posibles clientes.

—Hola de nuevo —usé sus propias palabras de hace unas horas atrás.

—Ho... —agitó la cabeza y cambió su expresión a una neutral, casi diría que automática—. Buenos días. ¿Qué desea tomar?

Ladeé la cabeza y sonreí levemente, tiendo a hacer ese gesto cuando algo me llama la atención en una mujer. Pronostico que lo haré muy seguido con ella, basta con intentar leer su rostro para notar que es todo un enigma.

—No hacen falta los formalismos conmigo, no soy un cliente ordinario.

—Ordinario o especial, sigue siendo un cliente y por tanto debo tratarlo con formalidad, Sr. Harriet.

Así que quieres jugar al empleado y el cliente, ¿eh?

—Muy bien —tamborileé mis dedos sobre la barra—, en ese caso me gustaría un expreso.

—Enseguida —asintió.

Vi con detalle cómo realizaba todo el sencillo procedimiento de prepararme el café. Hacía cada acción con una gracia impresionante, como si danzara en lugar de moverse con sencillez. En cuestión de segundos colocó sobre la barra la taza con mi café y un dibujo similar a una hoja adornaba la superficie de la bebida.

Lindo.

—¿Desea algo más? —preguntó mientras yo me dejaba embriagar con el sabor de esa maravilla que preparó, ¿desde cuándo el café sabe tan bien?

—Sí —deposité la barra sobre su respectivo plato—, diez más como éste. Te quedó delicioso.

—Le quedó delicioso a la cafetera, no a mí —rectificó mientras pasaba las manos por su delantal.

—Vi que le pusiste vainilla, creo que eso fue lo que le dio el toque.

Mi observación pareció sorprenderla, tal parece que fui el primer cliente en notar su adición personal de dicho ingrediente.

—No-no fue nada —tartamudeó y acto seguido se aclaró la garganta, estaba nerviosa—. No es la primera vez que trabajo en una cafetería y digamos que aprendí un par de trucos.

—¿Me mostrarías esos trucos más seguido? Acabas de hacer que me convierta en tu cliente frecuente.

—¿Mi cliente frecuente? —preguntó haciendo énfasis en la primera palabra.

—Necesito un café como éste cada vez venga —señalé mi taza— y creo que nadie más conoce tu truco.

Casi llegué a percibir cómo sus mejillas se teñían de un tono rosa, pero un cliente se sentó a dos asientos a mi derecha llamando su atención.

Te salvó la campana, rubia.

—Lo siento, tengo a más clientes que atender —me dedicó una pequeña sonrisa antes de centrar toda su atención en el señor de meadiana edad que lucía tan apurado.

De un solo sorbo terminé de beberme todo el contenido de la taza, era justo lo que necesitaba para superar el trago amargo que me dejó el ser ignorado por la rubia, porque sí, al terminar con ese cliente se enfocó en otros y otros hasta obviar por completo mi presencia.

Estocada directo en el orgullo.

Una taza de café negro fue colocada frente a mí y al girarme me encontré con la sonrisa burlona de mi hermano menor—. Dejaste ésto en tu mesa.

—No gracias, prefiero los expresos —admití observando los gráciles movimientos de esa misteriosa mujer que está amenazando con robarme el sueño.

—Prometí que no me burlaría, pero estás llenando tu taza vacía con baba —tomó una servilleta de uno de esos envases plateados que las contienen—. Necesitarás esto.

—Ya te dije que no me gusta.

Ni tú te la crees, Garret.

—No, te encanta.

(...)

Pasaron un par de días en los que dos asuntos fundamentales me estaban molestando.

Uno: los Ackerman seguían sin dar señales de vida.

Al parecer son una familia enorme que comparten tradiciones muy estrictas cuando se trata de darle el último adiós a un ser querido. Según lo que leí en los diarios y en las noticias, están haciendo homenajes y todo tipo de ceremonias que, en lo personal, considero innesarias. No me malentiendan, no soy un insensible que se toma a la ligera la muerte de sus seres queridos, pero la vida continúa y lastimosamente ese integrante de la familia Ackerman no está presente para disfrutar de todos esos honores que le están dedicando.

Y el número dos tiene nombre y apellido: Lorraine Moon.

Esa mujer va a volverme loco, no me queda duda. Cuanto más trato acercarme a ella, más me esquiva y evita. Evan y Lily no han querido darme mucha información con respecto a ella, y tampoco quiero quedar como un desesperado que en cualquier momento va a violar a su inquilina, en especial porque tanto ellos como su hija siguen albergando el anhelo de que Lorraine y yo entablemos una relación.

Y ahora se preguntarán, si no quiero nada serio con ella, ¿por qué me tomo tantas molestias intentando conocerla?

La respuesta es simple: ella captó toda mi atención.

No tiendo a obsesionarme con la primera mujer de mi tipo que me parece más atractiva que el resto, al contrario, es algo poco común. Justo ese es el motivo por el cual me he ''encaprichado'' con Lorraine, ¿cómo se las arregló para adherirse a mis pensamientos? ¿Qué es eso tan especial que tiene que me imposibilita estar lejos de ella?

¿Será su belleza? Para nadie es un secreto que es una mujer bellísima, el hecho de que al natural luzca como una muñeca de porcelana lo demuestra. Su piel pálida y tersa te invita a acariciarla. Su cabello dorado cayendo en larga ondas hasta la mitad de su espalda le añade puntos a su encanto. Sus labios finos y de ese tono rojizo opaco son el centro de atención cuando se curvan hacia arriba formando esas sutiles sonrisas que sólo muestra de vez en cuando, en raras ocasiones expone además su perfecta fila de dientes blancos.

Pero lo que más me atrae son sus ojos.

Son de una tonalidad azul tan profunda, tanto como debe ser su historia, esa que se niega a compartir con el mundo exterior pero que estoy seguro de que es algo digno de escuchar.

¿Quizás sea eso lo que me interesa? ¿Conocerla mejor?

El misterio la envuelve. Es tan callada y reservada, pero a la vez parece estar tan alerta de todo a su alrededor. Su sonrisa es preciosa, es una lástima que no la muestre tan seguido. Me pregunto porqué no sonríe...

Joder, ya parezco un acosador.

—Sr. Garret —habla mi secretaria sacándome de mi trance, ni siquiera noté en qué momento ingresó en mi oficina.

—Sí, Ingrid —me reincorporé—. ¿Qué ocurre?

—El Sr. Evan convocó una reunión de urgencia. Lo esperan en la sala de juntas.

—Oh, gracias, Ingrid —le sonreí con cortesía lo cual me devolvió antes de salir.

Revisé que todo estuviese en orden con el incómodo traje que llevaba puesto antes de abandonar mi oficina para dirigirme a la sala de juntas. Al llegar, me percaté de que mi padre estaba ocupando el asiento de Evan a la izquierda de la silla del presidente mientras que el pelinegro ocupaba esta última. Mi madre, como siempre, ocupaba su puesto a la derecha y su lado mi asiento vacío me esperaba. Además se encontraban allí algunos ejecutivos importantes de la compañía.

—Siento la tardanza —me excusé mientras ocupaba mi lugar.

—No te preocupes, llegas justo a tiempo, hermano —aclaró Ev.

Al instante sonrisas se dibujaron en los rostros de nuestros padres. Que Evan se esté refiriendo a mí como su hermano aún es nuestro tema familiar favorito, representa que los Harriet nos estamos uniendo como debimos haberlo hecho hace más de diez años atrás.

Papá recuperó su semblante serio y se incorporó—. Y bien, ¿cuál es el motivo de la reunión?

—Los reuní a todos aquí para informarles que tenemos nuevos socios —expuso mi hermanito, así es él en cuestiones de trabajo, sin rodeos y directo a la yugular.

—¿Te refieres a la compañía japonesa de la que me hablaste? —deduje.

Asintió y en la gran pantalla detrás suyo apareció el logo de una empresa—. H-Yokota Corporation es una empresa dedicada la industria hotelera —la imagen cambió a una en la que figuraban tres edificaciones—. Cuentan con una cadena de hoteles que abarca zonas de Tokio, Kioto y otras ciudades importantes. Su intención es convertirse en una empresa trasnacional y expandirse, somos los más indicados para dicha tarea.

—Comprendo —asintió mamá, pensativa, hora del interrogatorio—. ¿Son una empresa confiable? ¿Cuánto ganan anualmente? ¿Serían socios confiables?

—Me encargué personalmente de buscar las respuestas a todas tus preguntas —sonrió mi hermano apoyando sus codos sobre la mesa, ellos dos siempre se retan el uno al otro, pero hay que admitir que la actitud de mi madre ha forjado gran parte del carácter que posee Ev en los negocios—. La empresa cuenta con más de cinco años de experiencia laboral y poseen una amplia visión que combina las tradiciones japonesas con la modernidad occidental, esa ha sido la clave de su éxito. Sus ingresos anuales son de doscientos millones de yenes lo que equivale aproximadamente a dos millones de dólares. En cuanto a la confiabilidad, me di a la tarea de comprobar las referencias que dan sus actuales socios y todos concuerdan en que son excelentes, eso sin contar el éxito que han alcanzado en el mercado.

Mientras mi hermano hablaba, Ariadna se encargó de entregarnos carpetas con informes que contenían toda la información relacionada con dicha empresa. Me dediqué a repasar los documentos y sin dudas se trata de una corporación fructífera, una futura asociación con ellos no sólo cubriría el espacio de McClain sino que nos brindaría ganancias extra.

—Bien —admitió mamá con una media sonrisa plasmada en su rostro, el resto de los presentes asintieron—. Por experiencia sé que estás un paso más adelante y no convocaste esta reunión para pedir permiso para proceder, así que, ¿cuál fue la respuesta de los japoneses?

—Amo que me conozcas tan bien —murmuró Ev sonriendole con falsedad, la sonrisa fue recíproca, amo como ''discuten''—. Me comuniqué con el CEO y ya me dio respuesta, dijo que estaría encantado con que le abriésemos las puertas de la internacionalidad y les gustaría que concretásemos una reunión lo antes posible.

¡H&A Corporation está salvada!

—¡Eso es justo lo que necesitábamos! —no me molesté en disimular mi alegría, un socio de esa categoría es lo mejor que nos puede pasar en este momento.

—Tendremos que viajar a Tokio dentro de dos semanas, por cuestiones ajenas a su voluntad no pueden viajar hacia aquí.

—Sin problemas —anunció papá cerrando su carpeta—. Yo iré contigo.

—Entonces Garret y yo nos encargaremos de que todo esté en orden aquí —sonrió mi madre antes de girarse hacia Ev—. Muy bien hecho, Evan. No esperaba menos de ti.

Una gran sonrisa se dibujó en el rostro del pelinegro. Ambos se llevan como perros y gatos, pero siempre se han respetado en el ámbito laboral y han sabido felicitarse el uno al otro cuando la ocasión lo amerita. Nunca verán un gran abrazo acompañado del clásico ''Estoy muy orgullosa de ti'', Regina Harriet no es fan de esos ''sentimentalismos'', sin embargo siempre está ahí para dar crédito por nuestros logros.

Después de ultimar un par de detalles, dio por concluida la reunión y yo no perdí el tiempo para abalanzarme sobre el ojiverde y felicitarlo por el gran trabajo que hizo. ¿Que si me jode que encontrase una gran oferta antes de que yo firmase el contrato con los Ackerman? En lo absoluto. Todos estamos en el mismo barco, no se trata de competencias ni de ser ''el favorito de mamá y papá'', esa nunca ha sido mi intención y quiero que él lo entienda de una vez por todas ya que de pequeño creía que yo opacaba todos sus logros a propósito y nunca fue así.

—Hiciste un trabajo majestuoso, hermanito —palmeé su espalda ya que sé que nuestros padres no lo harán, no porque no se sientan orgullosos sino porque, reitero, las muestras de afecto no son su fuerte—. Eres el mejor.

—Gracias, gracias, lo sé —se pasó una mano por el cabello como el playboy que ya no es a modo de broma.

—También deberías ser más modesto —lo codeé.

—Sabes que era broma —me guiñó un ojo—. Y no creas que esto te va librar de los Ackerman, te prohibo rendirte con ellos.

—Sabes que yo jamás me rindo.

—Evan —lo llamó papá, fue entonces cuando noté que sólo nosotros nos encontrábamos en la sala—. Ven a mi oficina, tenemos asuntos que tratar con respecto a esto.

—El emperador Harriet solicita mi presencia —bromeó en voz baja y palmeó mi hombro—. Nos vemos luego.

Al volver a mi oficina noté que ya era horario de almuerzo, y para constar más el hecho, mis tripas decidieron que era un buen horario para un concierto. Normal, no desayuné en la mañana.

Estaba organizando mi escritorio antes de salir cuando mi madre irrumpió sin previo aviso en el lugar y tomó asiento en el sofá que figura en el extremo derecho de la oficina. Típico de ella. Suspiré, resignado ante el hecho de que nunca entrará aquí como una persona normal, y tomé asiento junto a ella.

—¿A qué debo el honor de tu visita? —dramaticé.

—¿Estás bien? —preguntó en un tono empático poco común ella.

—¿A qué viene la pregunta?

—A que Evan nunca se te había adelantado en algún proyecto que tuvieses prácticamente en la bolsa —sabía que tarde o temprano tocaría el tema—. No lo malinterpretes, no es un reclamo ni quiero incitar una especie de rivalidad entre ustedes, antes muerta que regresar a los viejos tiempos —cruzó una pierna encima de la otra—. Es sólo que me preocupa que esto hiera tu orgullo. Te propusiste buscar el reemplazo de McClain y estuviste a punto de conseguirlo.

—Mamá —la miré directamente a sus ojos oscuros—. No estoy celoso ni molesto, ni nada de lo que estás pensando. Estoy feliz por la empresa y orgulloso de Evan por haber actuado tan rápido. Así que deja de preocuparte —le sonreí—, se necesita más para bajonear a tu hijo.

Me regaló una sonrisa llena de ternura, de esas que sólo recibimos en Navidad—. Nunca has sido envidioso y siempre has aplaudido los logros de otros, tu padre estaría tan orgulloso.

Mi padre.

Él murió cuando yo tenía 10 años. Me pegó duro, muy duro. Kennet Hall no fue cualquier hombre exitoso, también fue el padre más amoroso y presente que pudo existir. No hay un solo día en el que no lo extrañe, no importa cuánto tiempo pase.

—Es bueno saberlo —asentí—. Pero no creas que porque Evan encontró a esos japoneses, yo me voy a rendir con los Ackerman.

Rió como si le hubiese contado el chiste del siglo—. Por favor, como si yo creyese lo contrario. Eres Garret Harriet, tú nunca tiras la toalla. Los Ackerman están muy equivocados si creen que se librarán de ti con tanta facilidad.

—Gracias, mamá —mis tripas rugieron otra vez—. Pero, si me disculpas, tengo que ir a almorzar antes de que me desmaye —me levanté y me dirigí hacia la puerta.

—Irás al Sweet Paradise, ¿cierto?

Volteé hacia ella—. ¿Cómo sabes a dónde voy?

—Las madres lo sabemos todo —se levantó y caminó hacia mí con el glamour que la caracteriza—. No te enganches mucho con esa chica —sacudió el polvo inexistente de mi hombro—, no es para ti.

Dicho esto, abrió la puerta por mí y abandonó el lugar.

Históricamente cada vez que mi madre alega que una mujer no me conviene, resulta tener toda la razón. Ella lo llama sexto sentido femenino, yo lo llamo tercer ojo o poderes de adivinación natos. Pero esta vez me negaba a pensar que era cierto, Lorraine no tiene nada de malo y...

¡Otra vez! ¿¡En qué mierda estoy pensando!?

Sacudí la cabeza intentando eliminar todos esos pensamientos absurdos antes de salir de la oficina. Caminé por los azulados pasillos de la empresa hasta acabar en el ascensor y al salir de éste, dirigirme hacia el estacionamiento. Conduje con destino a la que ahora considero mi lugar favorito para almorzar, sí, estoy hablando del Sweet Paradise.

Ingresé al local encontrándome a una distraída Lorraine limpiando el mostrador. Sus cabello rubio estaba recogido en una coleta baja y algunos mechones quedaban sueltos a los costados, lucía como si no hubiese parado en toda la mañana, al menos no como para percatarse de lo despeinada que se encontraba. Aún así, ante mis ojos seguía luciendo igual de hermosa que siempre.

Caminé a paso firme hasta sentarme en mi taburete habitual, justo frente a ella. Tan pronto sus ojos se encontraron con los míos, dio un paso atrás y desvió la mirada. No entiendo porqué la pongo tan nerviosa.

—Hola —le sonreí.

—Buenas tardes —fingió estar arreglando su delantal—. ¿Qué desea?

—Un expreso con vainilla para acompañar mi almuerzo.

—Si vino a almorzar, quizás debería ocupar una mesa —se encogió de hombros—. Es sólo una sugerencia.

—Sí, quizás debería. Pero mi camarera favorita y dicho sea de paso la más bella del lugar, se encuentra tras este mostrador.

Sus orbes azules me miraron con sorpresa. Hasta ahora me había dedicado a halagarla con sutileza, pero dar tantos rodeos no es lo mío.

—Por...¿por alguna casualidad me estás coqueteando?

Reí por lo bajo—. Creí que era muy obvio.

Frunció los labios, aparentemente incómoda y dio un paso más cerca de mí. Intenté descifrar sus expresiones pero me fue imposible, como siempre ella es un enigma para mí.

—Me halagas pero...quizás sea buen momento para decirte que estoy casada.

¿¡Qué!?

Recuerdo que el día en que la conocí, Jessie insinuó que podíamos llegar a ser una familia y en medio de su explicación dijo que Lorraine no tenía esposo y Mateo no tenía padre. Mi vista viajó hacia su mano izquierda en la cual no encontré ninguna alianza matrimonial.

—¿Y dónde está tu anillo? —enarqué una ceja y su mirada viajó hacia su mano, la cual cerró en un puño—. Sé que no soy el mejor coqueteando pero si quieres rechazarme puedes ahorrarte las excusas baratas.

—No es una excusa, es cierto —recalcó—. Estoy casada pero tuve problemas con mi esposo y... —se detuvo en seco—. ¿Sabe qué? No tengo porqué darle explicaciones sobre mi vida privada.

Touché.

Sea cierto o no, esté casada o no, no es un asunto de mi incumbencia. Quizás me tomé muchos atrevimientos con alguien que apenas me presta atención.

—Tienes razón —asentí—. Siento haberte incomodado con mi indiscreción. Esperaré el expreso en una mesa.

Estuvo a punto de decirme algo, sin embargo no le di la oportunidad de hacerlo ya que me encontraba caminando con destino a la mesa más lejana posible.

No soy tonto, sé captar a la perfección cuando alguien no está interesada en mí y lo único que lamento es que me quedaré con las ganas de saber quién es ella.


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Nuevo capítulooo!!!

Quiero agradecer enormemente porque ya casi llegamos a los 3k en lecturas. Soy consciente de que su crecimiento se debe a que es derivada de CFF, aún así me emociona muchísimo el progreso.

Para los que no me siguen y por tanto no leyeron el anuncio, decidí editar CFF ya que escribiendo ésta historia me he dado cuenta de que he crecido mucho como escritora y mi obra maestra necesita una pulida increíble, así que hasta ahora he editado los cuatro primeros caps y estoy bastante contenta con como va quedando (también siento vergüenza de cómo escribía en aquel entonces, la trama debió haberlos enamorado en serio porque en general la narración y redacción era hiper básicas 😅).

Uff, muchos sentimientos encontrados.

Lorraine trae loco a Garret 😅.

¿Creen que Garret desista tan fácil?

Y aquí les dejo un meme hecho por la espontánea AgusTechera__

Besos de Karina K.love 😉

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