CAPÍTULO 40: Fuera de peligro

Lorraine

Estaba teniendo un espantoso deja vú, justo esto pasó la última vez que me agredió y, por desgracia, esta vez no estaban Evan y Fred para acudir en mi rescate.

Los ojos verdes de Roy destilaban pura furia contra mí y temía profundamente por el daño que pudiera llegar a hacerme, en especial porque me tendió una emboscada y por el momento él tenía el poder. Llevé mis manos al brazo de la mano con la que me estaba sosteniendo e intenté zafarme de su agarre enterrando mis uñas en él.

—Suéltame —exigí casi en un gruñido con una seguridad que por un instante lo hizo titubear.

—¿Te vas a hacer la valiente ahora? —rió con una perturbadora jococidad—. Estúpida —gruñó, afianzando su agarre en mi cabello.

—No te lo voy a repetir una segunda vez. ¡Te dije que me soltaras!

—Pues no me da la gana —tiró con fuerza, acercándome a él y haciéndome soltar un gemido de dolor—. Escúchame bien, perra, ¡por tu culpa lo perdí todo! El estúpido juez que falló a tu favor envió una denuncia oficial a mi departamento de policía y fui destituido. ¡Ni siquiera abrieron una investigación! ¡Le creyeron por ser un juez de prestigio y encima tu estúpida tía lo remató enviando unas fotos tuyas golpeada! De no ser por mi tío, estaría preso.

—No te pasó nada que no te merecieras —forcejeé para soltarme, pero era en vano, era mucho más fuerte que yo.

—¿Ah sí? —espetó, muy cerca de mi rostro—. Si yo me merecía eso, ¿qué te mereces tú por ser una puta desleal? ¿Crees que no te he seguido? ¿Crees que no sé que eres el juguetito sexual del hermano del que te estabas tirando antes de él? ¿Crees que no sé que tu mocoso va a una escuela de ricos? ¿Acaso piensas que por vestir con ropa cara has dejado de ser la misma inútil, estúpida y puta que solo sirve para dar una mínima dosis de placer?

Sus palabras provocaron que mis ojos se inundaran en lágrimas, pero, a diferencia de los años en lo que estuve sometida por él, no fueron de autodesprecio por creerme lo que me decía. Al contrario, fueron de rabia porque ahora sé muy bien lo que valgo y por nada del mundo pensaba permitir que una escoria como él osara insultarme.

Apreté los dientes y, con toda mi furia y valiéndome de la cercanía que compartían nuestros rostros, le propiné un cabezaso que no solo lo tomó desprevenido, sino que provocó que me soltara y perdiera el equilibrio, casi cayéndose. En un arranque de ira y aprovechando el factor sorpresa, le pateé con rudeza en su entrepierna, logrando que se doblegara del dolor.

Estaba dispuesta a hacer mucho más, mi furia y mi deseo irrefrenable de devolverle cada maldita paliza que me dio estuvieron a punto de apoderarse de mí, pero no soy tonta y sabía que tenía todas las de perder ya que él es superior a mí en tamaño y fuerza, además, no me encontraba en una posición muy favorable, de noche y en un lugar donde, a pesar de ser céntrico, de nada me serviría gritar. Además, si hay algo que odio en esta vida es la violencia, por mucho que ese poco hombre se la merezca.

—¡Perra! —me gritó, mientras intentaba levantarse, pero no desaproveché la oportunidad y le di un fuerte codazo en el puente de su nariz, luego junté mis manos formando un solo puño con ambas y le golpeé una mejilla, tirándolo al suelo.

—¡Esta perra ahora sabe defensa personal! —le grité y seguidamente le escupí justo antes de recoger mi bolso del suelo y correr despavorida hacia el lado contrario de mi auto.

Abrí la puerta, me senté en el asiento en tiempo récord y me aseguré de que todas la ventanillas estuviesen cerradas, afortunadamente lo estaban. Con mis temblorosas manos abrí el bolso en busca de las llaves del auto. Mientras lo hacía, Roy apareció como todo un asesino de película de terror, golpeando violentamente la ventanilla. Traté eliminar la tensión que me provocaba estar en esta situación y me centré en encontrar las jodidas llaves antes de que él encontrase algo con lo que pudiese quebrar el vidrio que me protegía.

Finalmente hallé las llaves y al instante les di uso. Justo cuando iba a ponerme en marcha, se interpuso en mi camino, vociferando maldiciones y amenazas en forma de balbuceos que cualquiera que no lo conociera tan bien como yo jamás entendería. Parecía un auténtico lunático, un desequilibrado mental totalmente fuera de control.

Presioné con fuerza en volante entre mis manos y tragué saliva antes de espetar:

—¡O te quitas o te quito! —y, sin más que agregar, pisé el acelerador sin importarme si lo atropellaba o no.

Todo pasó demasiado rápido y lo único que sé es que ese maldito animal esquivó el auto en el último segundo, una parte de mí se hubiese sentido más tranquila si le hubiese pasado por encima, pero le repetí a mi subconsciente que yo no soy una persona violenta, solo es instinto de supervivencia. Manejé a exceso de velocidad durante un buen rato, pero afortunadamente no fui detenida por ningún oficial de la policía en vista de que tomé caminos anexos en lugar de las carreteras centrales por miedo a que ese bastardo me siguiera.

Para cuando me di cuenta, ya me encontraba estacionando mi auto en la carretera personal de los Harriet Junior. Descendí del vehículo y corrí hacia la puerta de la entrada de la mansión, echando vistazos fugaces hacia atrás de vez en cuando por la paranoia que me provocaba saber que Roy estuvo vigilándo durante días —o quizás semanas— sin que lo notara.

Toqué al timbre repetidas veces, como una loca, hasta que Karl abrió la puerta por fin.

—Lorraine, ¿qué te...?

No lo dejé terminar la pregunta y me lancé a sus brazos. Necesitaba un abrazo. Necesitaba sentirme segura y protegida. Quizás por eso vine aquí, porque este fue el primer lugar en el que me sentí segura cuando mi tía me ayudó a escapar y siempre será un refugio a donde ir cuando las cosas van mal.

—Querida, ¿qué ocurre? —preguntó descolocado mientras cerraba la puerta tras de mí.

Me permití llorar. Me urgía sacar todo el pánico y el mal sabor de boca que me había dejado la ''visita'' de mi ex-marido.

—Me estás preocupando —murmuró, contrariado—. Vamos, te llevaré a tomar algo de agua.

Me abrazó de lado y me dejé conducir por él con rumbo a la cocina. En el camino pasamos por la sala de estar, donde estaban Lily, Evan y mi tía, y al percatarse de mi presencia abrieron horrorizados los ojos.

—Lori, ¿qué te pasó? —inquirió una preocupada Lily a la vez que corría en mi dirección—. E-estás sangrando.

—¿Estoy sangrando?

—Sí, tu nariz.

Llevé mis dedos a la zona y me percaté de que, en efecto, sufrí una hemorragia nasal.

¿En qué momento comencé a sangrar?

—Debió ser cuando me golpeé con el auto —murmuré más para mí que para ella.

—Karl, por favor, ¿puedes ir a buscarle algo de hielo y un vaso con agua?

—Eso iba a hacer, con permiso.

Karl desapareció entre los pasillos y dejé que Lily me sentara junto a ella en uno de los sofás.

—Mi niña, ¿qué te ocurrió? —preguntó mi tía, llorosa—. ¿Te asaltaron? ¿Intentaron secuestrarte? ¿Te robaron? ¿Te...?

—Roy volvió —la interrumpí—. Ese bastardo volvió e intentó hacerme daño de nuevo.

—¿¡Qué!? —espetó Ev, alarmado—. ¿Fue a tu casa? ¿Te atacó allá?

—No, yo... —por inercia limpié la poca sangre que quedaba fuera de mis fosas nasales antes de que se escurriera hacia mis labios— me quedé hasta tarde en la academia, organizando un par de cosas. Cuando iba a subir a mi auto, me tomó desprevenida azotando mi cabeza contra él y me golpeé la nariz, creo que eso fue lo que provocó la hemorragia.

—¿Mat estaba contigo?

—No, afortunadamente Regina se lo llevó a su casa y pasará la noche allá. No quiero ni imaginarme qué hubiese ocurrido si Mateo hubiese estado conmigo.

—Manos mal —suspiró Lils.

—¿Te hizo algo más, Lori? —inquiró mi cuñado—. Porque te juro que si se atrevió a ponerte de nuevo una mano encima, no seré tan condescendiente como la última vez.

—No, tranquilo. Solo me tomó del cabello y me zarandeó un poco. Pero créeme, de lo dos fue él quien salió peor.

—¿Qué?

—Aprendí defensa personal mientras iba a terapias en la fundación, ¿recuerdas? —sonreí a medias—. Nunca me había visto en la necesidad de ponerlo en práctica, pero fue bastante efectivo. Logré escapar y causarle al menos algo de daño a esa lacra.

—Bien, bien —sonrió Lily, abrazándome de lado.

Karl ingresó a la estancia con una bolsa de hielo y un vaso con agua. Le tendió la primera a mi cuñada y el segundo a mí para luego preguntarme si todo estaba bien y retirarse tras mi asentimiento. La castaña hizo el ademán de colocarme la bolsa en la zona afectada, pero se lo impedí.

—Aún no, necesito que primero me tomes una fotografía para recopilar evidencia de este ataque. Descubrí que mi tía tenía razón, tener pruebas surte efecto en estos casos.

—Es cierto —secundó Evan—. Son daños mínimos en comparación a los golpes que solías recibir, pero será mejor que tengamos pruebas para poder denunciarlo por asalto agravado. Esta vez sí vas a denunciar, ¿verdad?

—Por supuesto —aseguré—. Enfrentándome a él esta noche descubrí algo...ya no le tengo miedo —me sorprendí a mí misma y experimenté un alivio enorme al poder decir esas palabras totalmente convencida de ellas—. Quizás aún le parezco una presa fácil, pero soy mucho más fuerte de lo que él piensa y eso ahora es una carta bajo mi manga. A decir verdad...lo que en realidad me aterra es lo que puede llegar a hacer.

—Ese maldito no hará nada, Lo —zanjó mi tía—. La última vez que quiso llevarte con él, se fue de aquí como un perdedor y de la misma forma irá a la cárcel cuando lo denunciemos.

—Ahí está el problema —señalé—. Me echó en cara que después de nuestro divorcio lo acusaron en su ciudad por la violencia doméstica que ejercía sobre mí y lo perdió todo. Su trabajo, su prestigio, todo menos la libertad.

—Entonces sigue teniendo contactos que le hacen favores —rió sin gracia el pelinegro.

—Su tío, era de suponer.

—Otro bastardo —gruñó Lily por lo bajo mientras me tomaba fotos con su celular desde distintos ángulos—. Me preocupa que esa bestia ande suelta.

—Y a mí, me confesó que lleva vigilándome desde no sé cuánto tiempo, pero sabe que estoy con Garret, a la escuela a la que asiste Mat e incluso la dirección de la academia, ahí me atacó.

—Lo mejor será que esta noche te quedes aquí, por precaución —propuso mi cuñado, a lo que asentí—. Voy a contactar a un ex-compañero del colegio que es policía y suele ocuparse de estos casos, ha cooperado con la fundación más de una vez —habló mientras tomaba su teléfono para, aparentemente, enviarle un mensaje al susodicho—. Y también voy a llamar a Garret.

—¡No! A Garret no —objeté.

—¿Por qué no? —cuestionó mi tía.

—Garret está en otro país, ocupado por el trabajo y lo último que necesita es que lo llamemos para contarle lo que sucedió. Se alarmará, tomará el primer avión que encuentre y eso no resolverá nada.

—Lori, Garret es tu novio y creo que merece saber que el bastardo de tu ex-marido volvió y te atacó —abogó Evan.

—No quiero preocuparlo.

—Es que la situación es preocupante —insistió—. Escucha, si no quieres preocuparlo antes de que vuelva, está bien, respeto eso. Pero sabes que nadie te ha apoyado y protegido como lo hace él, le estás quitando la oportunidad de hacerlo ahora que es cuando más lo necesitas.

—Puedo lidiar con esto un par de días, hasta que él regrese. Solo...necesito tener compañía alrededor hasta que lo atrapen, y sobre todo no exponerme de noche, suele aprovechar la oscuridad para atacarme.

—Por eso no te preocupes, podemos contratar un sevicio de guardaespaldas para que te cuiden las veinticuatro horas del día. Lo que me preocupa es que un animal como él no se detendrá hasta lograr lo que quiere y mientras más difícil se lo pongamos, más crecerá su ira y su deseo de lastimarte. También me preocupa muchísimo Mat.

—Quizás deberíamos impedir que los niños vayan a la escuela por un par de días, ellos son la presa más fácil —intervino Lily.

—No, amor —interfirió su esposo—. No le vamos a dar a demostrar que le tenemos miedo, además, el colegio es un lugar seguro, créeme. Lo que debemos hacer es ser precavidos y cuidar a Lori y a Mat más que nunca.

—Yo en lo personal no creo que tenga intenciones de atacar al resto de la familia, a no ser que nos quiera usar como rehenes o para chantajear a Lori —dijo mi tía, notablemente preocupada por todo este asunto.

—Y puedo asegurarte que la tomará en contra de Garret —admití con pesar—. Roy está tan enfermo que aún me considera de su propiedad y sus celos enfermizos deben estarlo carcomiendo —suspiré—. Garret tampoco está seguro.

—Garret sabe cuidarse solo, Lorraine —habló Ev—. Y confío en que tú también. Pero este tipo es peligroso y lo siento, pero tu seguridad y la de mi sobrino no es algo que vaya a tomarme a la ligera. Hasta que vuelva mi hermano, tú y Mateo se van a quedar con nosotros, ¿ok?

No tenía intenciones de negarme, después de todo y como bien dijo Evan, mi seguridad y en especial la de Mateo, eran prioridad.

—Ok —afirmé acompañado de un asentimiento.

El tono de llamada del teléfono de mi cuñado se hizo notar y en un microsegundo la aceptó y se llevó el aparato a la oreja.

—¿Sí? ¿Darrell? —hubo una corta pausa—. Sí, te escribí porque mi cuñada acaba de ser atacada y necesitamos levantar la denuncia cuanto antes, pero manteniendo un bajo perfil, el atacante es peligroso y no queremos exponerla aún más —otra pausa—. Sí. Bien, perfecto. En diez minutos estaremos allí —colgó y me miró con sus ojos cargados de alivio—. Mi amigo Darrell Paige se encargará personalmente del caso e incluso nos puede proveer custodia policial que resguarde tu seguridad.

—¿E-en serio?

—Sí, en serio. Él suele ser implacable con cualquier criminal que atente contra las mujeres y es muy bueno tanto atrapándolos a ellos como protegiéndolas a ellas, así que estás en buenas manos.

—¿Entonces a qué estamos esperando? —me levanté con una seguridad que no sabría si mantendría por mucho tiempo más, pero me alegraba de tener—. Vamos a denunciar a esa maldita rata.

(...)

No pude dormir en toda la noche y el tamaño desproporcionado de las bolsas bajo mis ojos eran constancia de ello.

Luego de ir a la estación de policía, denunciar por primera vez en mi vida en contra de Roy y dar mi declaración de lo que sucedió, regresé a la mansión Harriet Junior, me di una merecida ducha y me dispuse a descansar en la que fue mi habitación cuando viví aquí.

No pegué ojo.

Solo era capaz de dar vueltas en la cama, pensando en los ojos llenos de rabia de mi ex-marido y en todo lo que es capaz de hacerle a las personas que amo con tal de vengarse de mí. Estaba consciente de que ya no estaba sola, tenía toda una familia que me respaldaba y el agente Paige me inspiró mucha seguridad cuando fui a denunciar; pero nadie conocía tan bien como yo hasta dónde es capaz de llegar Roy cuando pierde los estribos.

Mateo era el que más me preocupaba. Lleva meses siendo un niño feliz. Practicando fútbol, jugando con Brave, haciendo amigos, yéndole de maravilla en la escuela e incluso aceptando a Garret como su padre. Ha hecho muchos avances y por fin había logrado darle una vida estable en la que puede crecer sin miedos ni ataduras y mucho menos violencia. Roy sabe que él es mi punto débil y si no tuvo reparos en secuestrarlo y encerrarlo cuando solo tenía 3 años, entonces no le importará hacerlo ahora.

Y Garret, a él lo echaba tanto de menos. Hoy decubrí a las malas que puedo defenderme por mi cuenta y que ya no necesito ocultarme detrás de alguien más para sentirme protegida, pero mi castaño raro es el respaldo más sólido que tengo, nadie me hace sentir tan segura como él. Tenerlo tan lejos de mí y sin poder contarle el caos que se está desatando me hacía sentir peor, pero de igual forma esperaría a que volviera, preocuparlo cuando no está cerca para ayudar es inútil.

Los rayos del sol ya se estaban asomando por la ventana más próxima a mi cama, así que decidí levantarme de una vez; si no había dormido hasta ahora, ya no lo haría. Me dirigí hacia el baño y me di una refrescante ducha antes de encaminarme hacia el clóset y descubrir allí ropa que desde ayer dejaron para mí.

Una vez vestida y con mi cabello recogido en una no muy elaborada coleta alta, procedí a hacer algo que nunca creí repetir en mi vida: maquillar los golpes.

Me senté frente al tocador, tomé el frasco de contenía la base y con ayuda de una pequeña esponja en forma de gota comencé a aplicar el maquillaje sobre el puente de mi nariz. A decir verdad no era un moretón muy llamativo y fue fácil de ocultar, pero el solo hecho de verme haciendo esto una vez más después de tantos meses de avance, me hacía sentir como si la presencia de Roy me convirtiese en la Lorraine maltratada en contra de mi voluntad.

Estando ya oculto el golpe, procedí a tapar también las horrorosas ojeras y luego terminé de maquillar el resto del rostro de forma rutinaria. Bajé al comedor, tratando de no seguir sobrepensando las cosas, eso no me llevaría a nada. Al llegar, noté que no fui la única madrugadora y que al parecer todos habían pasado tan mala noche como yo.

—Buenos días —los saludé mientras tomaba asiento en el que fue mi lugar cuando residía aquí.

—Tía, ¿tú también? —preguntó una curiosa Jessie quien ya llevaba su uniforme puesto.

—¿Yo también qué, cariño? —me obligué sonreírle, no quisiera que ni ella ni Mat sospecharan que algo no anda bien.

—Tú también pareces un zombie. Hoy todos amanecieron con la misma cara de perro atropellado.

—¡Jessica! —la reprendió Evan.

—Papá, ¿no crees que es muy temprano para gritarme?

—Esta niña va a matarme —murmuró por lo bajo el pelinegro mientras se presionaba el puente de la nariz.

Esa pequeña escena entre padre e hija logró sacarme una genuina risa, era justo lo que necesitaba.

—Tía Lori, ¿por qué Mat no vino contigo?

—Porque se fue a casa de los abuelos y, como tu tío Garret no está y no quería quedarme en casa sola, vine para acá.

—Extraño al tío Garret —hizo una mueca—. Mat está triste desde que se fue.

—Lo sé y yo también lo extraño.

—Papi —llamó a Ev que en ese momento estaba bebiendo un jugo y le respondió con un gimoteo—. ¿Podemos ir un momento a Alemania a buscar al tío Garret?

Evan en respuesta escupió un poco de su jugo, atragatándose. Tuvo que toser un par de veces y recibir unas cuantas palmadas en la espalda por parte de su esposa para volver a la normalidad. Mientras tanto, el resto nos dedicamos a reírnos.

—¿Un momentito? ¿Así? ¿Como si Alemania estuviese al doblar de la esquina?

—¿Tú no dices siempre que los Harriet podemos con todo? —inquirió la niña.

—Pues sí, pero no nos teletransportamos.

—¿Nos teletrans qué? Papá, no podemos ir a buscar al tío Garret en un televisor. Busca el jet privado.

Y eso fue suficiente para que me desarmara de la risa, y conmigo mi tía y Lily. No tengo idea de cómo es que lo logra en cada ocasión, pero Jessie es la responsable de todas las sonrisas de esta familia.

—Tú busca tu mochila y vámonos a la escuela antes de que se nos haga tarde —ordenó Ev, ignorando las ocurrencias de su pequeña.

—Ok —dijo la niña a la vez que se levantaba—. Pero se lo voy a decir a los abuelos y ellos sí me van a llevar a Alemania —pasó cerca del asiento de su padre y se detuvo para gritarle—: ¡Y te van a regañar! —y sin más salió corriendo.

El ojiverde exhaló con pesadez y le dedicó una mirada cansada a su esposa.

—Cada vez se nota más que se acerca el verano y que Jessie Terremoto está de regresando.

—Los compadezco —rió por lo bajo mi tía antes de dedicarse por entero a terminar su desayuno. La imité, ya que para enfrentar el día que me esperaba iba a necesitar reponer fuerzas.

—Lori —me llamó Lils—, hoy no iré al Sweet Paradise. Estaré contigo todo el día.

—No —objeté—. No quiero poner en peligro a nadie y mucho menos a ti. Afrontémoslo, hasta que atrapen a Roy soy una bomba de tiempo, así que lo mejor será que...

—Lo mejor será que estemos contigo, apoyándote y cuidándote —me interrumpió—. Somos tu familia, Lorraine. Y no pretendas que nos quedemos de brazos cruzados, exponiéndote a que te ataque de nuevo.

—Pero...

—Pero nada —esta vez quien me cortó fue Margarita—. Ya hablamos con Eduard y Regina y acordamos que nos iremos turnando para acompañarte hasta que contraten al mejor servicio de guardaespaldas de la ciudad.

—De todas formas ya hoy activarán una custodia policial en los alrededores del colegio para proteger a los niños —añadió Evan—. Podemos estar tranquilos por esa parte.

—Dios —casi gruñí mientras cubría mi rostro con ambas manos, esta situación me resultaba exasperante—. Volver a sentir que él está tras de mí, al acecho, es...

—Tranquila, Lo —me consoló mi tía, haciendo que descubriera mi cara para mirarla—. Recuerda que ya no estás sola.

—Y eso es lo que más me preocupa, que todos ustedes son tiros al blanco para él por mi culpa.

—Lori, por favor, deja de culparte —me pidió Lily—. Te necesitamos tranquila y con la mente clara. Si te estresas de más, puedes llegar a ser una presa fácil y lastimosamente esa bestia sabe muy bien por dónde atacarte.

—Lily tiene razón —acotó mi tía—. En esta situación se requiere mente fría.

—Lo intentaré —asentí y me obligué a esbozar un intento de sonrisa—. Gracias por apoyarme.

—Somos los Harriet —habló mi cuñado, colocando su mano sobre la mía a modo de apoyo—, y si te metes con uno, te metes con todos.

(...)

—¿Te sientes mejor ahora? —me preguntó Lils después de salir de la sala de masajes.

Debido a lo tensa que estaba en la mañana y teniendo en cuenta que Roy ya debía estar al tanto de todas las locaciones que frecuento —las cuales incluyen claramente a la academia y al café— Lils sugirió que tomarnos un día libre y relajante en el spa me vendría de maravilla. Y sí, funcionó en gran parte, en especial porque, mientras me hacían el masaje, dormí una media hora que perdí ayer en la madrugada.

—Pues sí —sonreí débilmente a la vez que nos sentábamos en un sofá de una zona de descanso en la que nos encontrábamos—. Fue una gran idea venir. Gracias, Lils.

—Siempre creí que tomarse un día de spa era algo muy típico de la estereotipada dama de sociedad que nunca quise ser, pero hacen maravillas aquí —se estiró con gusto—. ¿Garret no se ha comunicado contigo?

—No, le escribí para decirle que me tomaría un día de descanso contigo y que la mayor parte del tiempo estaría incomunicada. Quiero ocultarle lo que pasa, pero sin mentirle.

—Y para ocultárselo tendrás que mentir —señaló lo obvio—. Se nota que te hace mucha falta.

—Muchísima, él...es mi ancla, mi pilar, mi escudo... —me abracé a mí misma sobre la bata blanca que me cubría—. Lo extraño tanto.

—Puedo imaginarlo, cuando Evan se va de viaje me siento tan vacía —suspiró—. Pero deberías ocupar tu mente en otra cosa.

—La rutina me estaba distrayendo de su ausencia, pero por el momento no quiero poner a nadie en peligro. Ni a los señores Dawson ni a Amanda, ni a Noelle, ni a ningún trabajador de la academia. Mucho menos a mis alumnos, en especial a Marjorie, ella...

—Marjorie —me interrumpió, sonriente—. ¿No es esa niña de la que, según Ev, Garret habla todo el tiempo?

—Oh, sí. Es que Garret está buscando unos padres que estén dispuestos a adoptarla. Ya sabes, no cualquiera adopta a una niña discapacitada.

—¿Y por qué no la adoptan ustedes? —lo soltó tan de repente que logró que me atragantase con mi propia saliva.

—Lils, ¿de qué hablas? —cuestioné al recuperar el aliento.

—¿Cómo que de qué hablo? Ustedes son los padres perfectos. Tienen buena posición económica, conforman el esquema familiar que todo niño necesita, la discapacidad de la niña no supone un problema para ustedes y desbordan amor. ¿¡Qué más quieres!?

—Tienes razón en un par de aspectos —hice un mohín y desvié la mirada de la ojiverde—, pero las cosas no son tan sencillas. Garret y yo no estamos casados, ante la ley no somos una familia y creo que es muy pronto para dar pasos tan grandes y consolidarnos como una. Además, adoptar no es una decisión que un solo padre y no sé si Garret querría acoger a Marjorie, tampoco me gustaría que lo hiciera para complacerme o algo así.

Por alguna razón, tocar este tema me había incomodado bastante. Llevo semanas anhelando que Abigail me llamase para decirme que al fin una pareja se interesó en la rubita, pero esa llamada no ha llegado y es poco problable que llegue. Pero al saber que, de cierta forma, también estoy rechazando a Marjorie por no haber pensado en mí misma como su posible madre antes y por estar negándome a serlo ahora, me sentía como una persona horrible.

Dejé escapar un suspiro y redirigí mi mirada hacia mi interlocutora. Me sorprendí al ver una gigante sonrisa enternecida figurando en su rostro.

—¿Qué?

—¿No te diste cuenta de que lo único que has dicho es que te lamentas por no tener esa familia que quieres?

—¿Qué dices, Lily? —reí por lo bajo.

—Sabes lo que digo —me sonrió—. Estás buscando excusas válidas y lógicas, pero siguen siendo eso, excusas. Quieres casarte con Garret y, como dices, consolidar su familia. Y muy en el fondo sabes que amarías que Garret quisiera adoptar a Marjorie tanto como lo deseas tú.

—No es eso... —hice una mueca.

—Sí es eso —insistió—. Y, por suerte para ti, Garret está enamoradísimo de ti y te pedirá matrimonio cuando considere que ambos están listos. Con Marjorie, por otra parte, tendrán tiempo de sobra para encariñarse y decidir si la adoptan o no porque, aunque voy a sonar cruel, es bastante dudoso que alguien más quiera adoptarla.

—No lo sé, Lils. Todo eso suena muy idílico, casi irreal y...

—¡Ay, por favor! —bufó, algo exasperada—. Hace poco menos de un año decías que lo irreal era que superaras todo el horror que habías vivido y lograras ser feliz, ¡y mírate ahora! Así que me parece injusto que otra vez decidas no apostar por tu felicidad solo por miedo.

—Ok, te doy la razón en eso —admití—. Pero ya pensaré en matrimonios y adopciones cuando mi vida vuelva a ser tranquila y sin un tipo peligroso acechándome.

—Es cierto —asintió y tomó una de mis manos entre las suyas—, pero prométeme que pensarás en lo que te dije.

Mi cerebro no se encontraba en condiciones de pensar en escenarios imaginarios de familia feliz, pero Lily tenía un punto muy bueno a tener a considerar y quizás, solo quizás, no era tan descabellado como pensaba.

—Lo prometo.

(...)

Ver a mi niño después de todo el horror que viví en la últimas veinticuatro horas me devolvió el alma al cuerpo. Estaba tan contento haciendo maniobras con su balón cerca de las gradas en la cancha de fútbol que incluso me sentí mal al interrumpirlo, pero en cuanto me vio sonrió con amplitud y corrió hacia mí.

—¡Mami! —chilló mientras nos fundíamos en un gran abrazo, apenas habíamos pasado un día sin vernos, pero eso fue suficiente para darme cuenta de que mi vida no tiene sentido sin mi hijo.

—Te extrañé mucho, cariño —le sonreí al separarnos.

—Yo también.

—¿Te lo pasaste bien ayer en casa de los abuelos?

—Sí, la abuela jugó mucho conmigo y comimos waffles, y me mostró fotos de Gary y del tío Evan cuando eran pequeños —rió—. Tienes que ver lo feos que eran.

—¡Mateo!

—Ay, lo siento —cubrió su boquita, tratando de ocultar su risa traviesa.

—Anda, despídete de tus amiguitos y del entrenador, ya tengo tus cosas —le mostré su mochila— y nos iremos con tu tía Lily y con Jessie a su casa.

—¿Hoy tampoco vamos a dormir en casa?

—No, es que al tío Evan se le ocurrió la idea de que vayamos a dormir a su casa hasta que Gary regrese, para que no lo echemos tanto en falta.

—¡Qué buena idea! —chilló, contento—. Extraño mucho a Gary, pero el tiempo pasa más rápido cuando me divierto con la familia.

—Yo creo lo mismo —le sonreí—. Ahora ve a despedirte, tu tía y tu prima ya nos deben estar esperando.

—Oki doki.

Corrió hacia donde estaba practicando y se despidió de sus compañeros, luego de su entrenador y me señaló para indicarle que había venido por él. Vino corriendo de regresó hacia mí y me tomó la mano. Caminamos por los pasillos de camino a la salida con Mat contándome cómo le había ido ayer con sus abuelos y hoy en la escuela. Saber que su mundo feliz no había sido perturbado en lo más mínimo me generaba una paz increíble, pero dicha paz se esfumaba a ratos cuando recordaba que nuestro verdugo estaba de regreso y más que dispuesto a hacernos daño.

Aparté esos pensamientos negativos de mi mente. Si hay alguien que me conoce como a la palma de su mano es mi niño y si mi rostro refleja preocupación, él lo notará. Me dediqué exclusivamente a escuchar cómo le había ido en su práctica hoy y en lo nervioso que estaba porque los Lions están en las semifinales y si ganan el próximo partido llegarán a la final del torneo de los Mini Champions.

Tras salir del edificio, nos encaminamos hacia donde estaba aparcado el auto de Lily. Al estar más cerca noté que ni la dueña del vehículo ni su hija estaban a bordo, por lo que me sentí algo insegura teniendo a Mat conmigo y sin más compañía. Tratando de ocultar mis nervios, afiancé mi fuerza en el agarre que ejercía sobre la manita de mi hijo y me apresuré para abordar el auto. Y entonces ocurrió...

Todo pasó muy rápido, apenas tuve tiempo de procesarlo, lo único que me quedaba claro era que Roy había aparecido ante nosotros como un jodido fantasma.

Lucía una mirada tenebrosa y una sonrisa maquiavélica, tanto que incluso logró intimidarme un poco. Mat por su parte se ocultó tras de mí, totalmente atemorizado, podía sentir cómo sus manitas temblaban mientras agarraba la falda de mi vestido.

—¿¡Qué haces aquí!? —espeté, tratando de no dar a demostrar que tenerlo tan cerca de Mat me causaba un auténtico pavor.

—Vine a terminar lo que dejé a medias anoche —de pronto sacó una navaja y su sonrisa macabra se amplió un tanto más al posar sus fríos ojos verdes sobre mi niño—. Hola, mocoso estúpido. ¿Me extrañaste?

—Mami... —musitó mi pequeñín con la voz ahogada, sus manitas temblaron aún más.

—Roy, lárgate, ¡maldita sea! —grité, algo titubeante. Fue un gran error, ya que lo hizo ganar confianza.

—¿¡O qué!? —me retó, rabioso y a punto de perder los estribos.

Y otra vez todo pasó demasiado rápido...cuando divisé la hoja de la navaja a centímetros de mí.



Garret

Extraño tanto a mis rubios que canjearía toda mi fortuna por poder verlos ahora.

Ese era el único pensamiento recurrente en mi mente, lo cual era irresponsable de mi parte teniendo en cuenta que me encontraba en plena junta reunido con los directivos más importantes de las dos empresas a las que reuní para efectuar una sociedad que las va a beneficiar tanto a ellas como a la mía.

K. Thunder Corporation y las Compañías Rothschild se entendieron a la perfección y decidieron asociarse por medio de un contrato de tres años. A decir verdad me sentí bastante inútil ejerciendo mi tarea de intermediario, ya que tanto los Ackerman como los Rothschild se entendieron de maravilla sin necesidad de que profundizáramos en detalles. Y ambas tienen algo más en común: cuando se deciden por algo, no lo dudan dos veces. Así que aquí estaba yo, en la última junta antes de volver a casa con tres días de antelación.

Noté que la reunión había culminado cuando de pronto los directivos comenzaron a levatarse de sus asientos para estrechar sus manos y proseguir a abandonar la sala.

Sí que estoy despistado hoy...

Imité sus acciones y me despedí antes de salir de la sede principal de las Compañías Rothschild con una gran satisfacción por haber cerrado otro trato exitoso. En un abrir y cerrar de ojos ya me encontraba en mi auto y en otro parpadeo ya estaba en mi habitación de hotel, empacando mis cosas.

No me molesté en hacer la maleta como era debido ni mucho menos con cuidado, solo lanzaba la ropa al interior de la misma mientras pensaba en que en un par de horas podría abrazar a mis rubios después de tantos días. Como hijo de empresarios ocupados sabía muy bien lo que se sentía separarte de tu familia a causa de estos viajes, pero es completamente diferente cuando de quienes tienes que separarte es de la mujer que amas y de tu hijo. Nunca en mi vida había necesitado tanto sentir a alguien cerca y eso me hizo reflexionar en que hace un año estos viajes no eran tan terribles, de hecho eran casi rutinarios y no tenía a quién extrañar; eso ya habla mucho de lo que era mi vida antes de que mis rubios llegasen a llenarla de color.

Sentí unos toques a la puerta que me alertaron, pero no me distrajeron de mi tarea.

—No necesito servicio de habitaciones —grité, olvidando por completo que estaba en otro país donde el alemán es la lengua materna.

—No soy un servicio de habitaciones —la dulce voz de Nancy se filtró en mis oídos y paré de rellenar el poco espacio que quedaba en mi maleta para abrirle la puerta—. Hallo, Freund.

Hallo, Freund —la saludé de vuelta y me hice a un lado para dejarla pasar.

—¿Te vas ya? —preguntó, señalando mi maleta semi-hecha.

—Pues sí, mi parte ya está hecha y a decir verdad muero por volver a casa —terminé de meter todo dentro bajo la mirada burlona de la pelinegra y batallé un poco para poder cerrar la cremallera.

—Conozco el sentimiento —suspiró, y eso despertó cierta duda en mí.

—No me digas que ya tienes a quién extrañar en casa.

—Algo así —se llevó un mechón de cabello hacia atrás de su oreja, un evidente gesto de timidez—. No es nada serio, en especial porque no creo que me extrañe.

—¿Qué te hace pensar eso?

—Que no me ha llamado ninguno de estos días —dijo con desánimo—. Pero ya tendré tiempo para hablarte de mis dramas amorosos, ahora corre al aeropuerto, tu familia te espera.

—Pues sí —admití apenado por no quedarme a escucharla como un amigo haría, pero es que en serio nada superaba mis ganas de reunirme con Lori y Mat.

Extraje el asa de mi maleta y, haciendo agarre de la misma, la deposité en el suelo. Repasé mentalmente si me faltaba algo y caí en cuenta de que solo quedaba mi móvil el cual yacía sobre mi cama en el interior de la bolsita de lana que Marjorie tejió para mí. La tomé y colgué el asa alrededor de mi cuello, he descubierto que es bastante útil para no perder de vista mi móvil, en especial en viajes como estos en los que el trabajo y el estrés se encargan de desaparecer mis cosas.

—¿Qué es eso? —curioseó mi acompañante, admirando mi...accesorio.

—Oh, esto —tomé la pequeña bolsa—. Una personita muy especial la hizo para mí.

—Tu hijo supongo —sonrió.

—No, solo fue...una niña a la que le tengo mucho aprecio.

Hice una mueca al no tener argumentos mejores para referirme a Marjorie, en especial porque algo dentro de mí estaba consciente de que no es solo aprecio lo que siento por ella. Me recuerda mucho a Mateo y a ratos me da la sensación de que es igual de fuerte pero más vulnerable que él a partes iguales. Solo...quisiera poder llevarla a un lugar donde pueda asegurarle que será feliz, pero intentando buscarle unos padres he descubierto que no es tan fácil.

—No suenas muy convencido, pero sí luces bastante encariñado con un objeto tan simple.

—Es que pueda que sea simple, pero es más valioso de lo que crees —me descubrí diciendo esas palabras casi en un tono defensivo, como si no pudiese permitir que alguien dijera que un regalo de esa niña es algo insignificante.

Entonces me di cuenta de algo que me chocó un poco por lo pronto que era para haber desarrollado ciertos sentimientos...

Había estado extrañando a tres personas durante todos estos días.

(...)

Tras ocho horas de vuelo, me encontraba fuera de uno de los pequeños aeropuertos de la familia Stone, abordando un taxi que me llevaría directo al colegio de mi hijo. Creí que estaría llegando a Heaven Gold City al anochecer, pero para mi sorpresa llegué justo a tiempo para ir a darle una sorpresa a mis rubios, ya que no los llamé y por lo mismo no tenían idea de que ya estaba de vuelta.

Durante el trayecto contaba los minutos para ver sus expresiones de sorpresa al verme de regreso antes de lo previsto y ya podía imaginarme agitando el cabello de Mat y besando a mi Vainilla.

No vale la pena vivir esta vida sin hacer esas cosas.

Finalmente llegamos al colegio y le pedí al taxista que me esperara, ya que tenía que sacar mi maleta antes de dejarlo marchar, pero no quería seguir perdiendo el tiempo antes de presentarme ante mis ojiazules.

Iba de camino a la entrada de la institución cuando me quedé en shock.

Lori y Mat estaban siendo amenazados con una navaja por un tipo, de seguro un asaltante. O al menos eso pensaba hasta que vi la expresión de pánico que plasmaba el rostro de Mateo y cómo Lorraine comenzaba a respirar con dificultad tal cual lo hacía cuando...

Cuando su mente le jugaba malas pasadas haciéndola revivir los momentos en los que el animal de su ex-marido la golpeaba.

Entonces algo en mi mente hizo clic. No era un atacante. Era el jodido poco hombre que tanto daño les hizo.

Mi sangre comenzó a hervir por la furia que llevaba guardando desde que mi novia me contó todo el horror que vivió a manos de ese imbécil y me dispuse a intervernir. Lo hice justo a tiempo, porque logré detener su intento puñalada agarrándolo con fuerza del antebrazo y ejerciendo presión hacia atrás para hacer que soltara el arma. Una vez la navaja cayó al suelo, la pateé, alejándola de su alcance.

De inmediato me enfrenté a unos perversos ojos verdes que me fulminaron tan pronto se posaron en mí. Había frustrado su intento de agresión y al parecer no se lo tomó bien, pero me importaba una mierda.

—¿¡Y a ti quién te invitó a esta fiesta!? —espetó con rudeza a la vez que me propinaba un fuerte empujón, pero ni siquiera logró hacerme perder el equilibrio, era más alto que él por unos cuantos centímetros y eso me daba cierta ventaja.

Lo único que pude hacer fue mirar hacia la zona en la que sus asquerosas manos, esas que tantas veces antes habían golpeado a la mujer que amo, me tocaron, y simplemente perdí el control. Me abalancé sobre él tomándolo con fuerza del abrigo desgastado que llevaba puesto y lo estampé contra un auto cercano.

—¿Que quién me invitó? ¿¡Que quién me invitó, maldito perro!? —gruñí entre dientes, cegado por la cólera y alcé mi puño, listo para darle la paliza que se merecía—. Me invité solo y en este instante te voy a enseñar cómo trato a los malditos bastardos que golpean a la mujeres como lo haces tú.

—Pues adelante —se rió, en mi cara se rió el muy cínico—. Te estoy esperando.

Estaba a punto de cumplir con mi cometido cuando algo me frenó, el vidrio del auto contra al que estampé a ese malnacido reflejaba lo que había tras de mí y divisé cómo Lori se volteaba y abrazaba a Mateo contra sus piernas para que ninguno de los dos viera lo que sucedería a continuación. En ese momento me di cuenta de que, sin importar las ganas que tenía de partirle la cara al tipo frente a mí y lo mucho que se lo merecía, eso no sanaría el daño que ya les había causado a ellos y, por el contrario, acabaría causándoles yo otro trauma al proyectarles una imagen violenta que nunca esperaron ver viniendo de mí.

No valía la pena. La violencia no vale la pena y el maldito sádico al que estuve a punto de golpear la valía mucho menos.

—¿Sabes qué? —bajé mi puño—. No vale la pena. No soy como tú.

—Imbécil —escupió con desdén justo antes de tomarme desprevenido al tomar mis manos y apartarlas para luego pegarme un gancho en el abdomen.

Creyó que eso era suficiente para sacarme de juego, pero se equivocó, y en cuanto vi sus intenciones de acercarse a mis rubios no lo dudé dos veces y le propiné una potente patada que lo dejó acostado boca abajo sobre el suelo. Fui más rápido que él y me arrodillé sobre su espalda, golpeándolo sonoramente con mis rodillas. Con una mano junté las suyas tras su espalda, inmovilizándolas, y ocupé la otra en tomarlo del cabello para estampar su rostro con dureza contra el suelo; lo hice solo tres veces y eso bastó para aturdirlo y hacerlo sangrar.

Me incliné hacia adelante, ejerciendo más presión con mis rodillas para causarle un poco más de dolor y le grité al oído:

—Escúchame bien, asquerosa rata. La única razón por la cual no te doy lo que realmente te mereces es porque, a diferencia de ti, no necesito ejercer la violencia para mantenerlos a mi lado y los amo lo suficiente como para guardarme las ganas que tengo de molerte a golpes. Pero si te vuelves a acercar a mi mujer y a mi hijo, date por muerto.

Iba a pedirle a Lorraine que llamase a la policía, pero me sorprendí gratamente cuando me vi rodeado de unos cuantos oficiales que me apuntaban con armas.

Irónico.

No solté el agarre sobre Roy hasta que mis manos fueron sustituidas por unas esposas, solo entonces me levanté y alcé ambas manos para indicar que yo era inofensivo, pero me hicieron saber que no era necesario ya que entre sus planes no estaba arrestarme.

No perdí un segundo más y corrí a abrazar a mis rubios; nunca un abrazo había sido tan reconfortante. Cargué a Mateo, quien lloraba desconsoladamente al igual que su madre, y lo aprisioné con fuerza contra ambos.

—Ya está, mis amores. Ya está —les murmuré para calmarlos—. Ya lo peor pasó —besé sus respectivas frentes—. Ya no hay nada que temer, ya pasó.

—Gary... —sollozó mi campeón sobre mi pecho.

—No llores, mi niño. Estás a salvo, están a salvo.

—No sé qué hubiera pasado si no hubieses llegado —sollozó mi Vainilla.

—No pienses en eso, mi amor. Todo está bien.

—¡Lori! —escuché la voz de mi cuñada, quien venía corriendo hacia nosotros junto a Jessie.

Al instante ambos rubios secaron sus lágrimas al percatarse de que Jess estaba ajena a todo esto, pero por la expresión abatida de Lily deduje que esta última sí estaba al tanto.

—Lo siento mucho —se disculpó, suplicante—. Jessie estaba en el taller de cerámica y nos tardamos recogiendo sus cosas y...

—No pasa nada, Lils —la cortó mi novia, señalando disimuladamente a la niña—. No es el momento para...

—Entiendo, ven aquí —extendió sus brazos y Lori no lo pensó dos veces antes de dejarse envolver por ellos.

Por otro lado estaba Jessie, completamente incosciente de todo lo que acababa de pasar y de que no a muchos metros de nosotros se estaban llevando al criminal que por años hizo sufrir a su tía y a su primo. Ella, como siempre, lucía una sonrisa angelical y parecía estar contenta de verme.

—¡Tío Garret, volviste! —chilló, dando saltitos en el lugar.

—Sí, princesa —le sonreí y luego desvié la mirada hacia mi novia y finalmente hacia mi hijo cuya cabecita descansaba sobre mi hombro—. Y no pienso volver a irme en un buen tiempo.










▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪
Nuevo capítuloooo!!!

Bien largo, no se pueden quejar.

¡Lori logró defenderse y Garret volvió para rescatarla! ¡Wiii!

Sí, sí, sé que esperaban que Gary hiciera picadillo a Roy, pero no era el momento.

A propósito, espero que no se lo tomen a mal, pero...NO SE CUÁNDO VUELVA A ACTUALIZAR. NO SOY UN ROBOT. Tengo vida, problemas, bloqueos creativos y demás, así que actualizando cuando puedo; por lo tanto les pediré de favor que, si solo van a comentar para preguntar cuándo actualizo o a exigir que actualice pronto como si escribir una novela fuera tan fácil como jugar con plastilina, se lo ahorren. Por favor y gracias.

Cap. dedicado a: Luisana33 , ElisaSantana5 y andr3nam

Besos de Karina Klove 😉

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top