CAPÍTULO 4: Recomenzar
Lorraine
Heaven Gold City, la ciudad de las cimas.
Siempre la he recordado como una ciudad maravillosa y perfecta para residir en ella. No es menos cierto que las personas de recursos más bajos aquí vivirían casi cómodamente en mi antigua ciudad, no es un lugar barato, pero el precio lo vale. Grandes rascacielos cuyas luces en la noche conforman todo un espectáculo de colores, parques por doquier, calles tan limpias como el oxígeno que se respira a pesar de tratarse de una concurrida metrópoli; en fin, un sitio estupendo para quedarse el resto de tus días.
Nací aquí, en uno de los barrios menos acomodados en donde la renta equivale al precio de una casa en donde solía residir, es por ello que cuando Pablo murió y tuve que valerme por mí misma, decidí mudarme a un lugar más económico en vista de que se me dificultaría sustentar a mi hijo.
Ahora que he vuelto no puedo evitar sentir que regresé a casa, a mi hermosa Heaven Gold City. Otro punto que me alegra y a la vez intimida es que no viviré en mi antiguo barrio ni mucho menos, sino que me alojaré en la zona más acomodada, lo que se conoce como ''la cima''. No tengo idea de cómo los amigos de mi tía se vayan a tomar que dos inquilinos nuevos aparezcan de la nada ya que, una cosa es la que ya consideran su madrina y otra muy diferente somos Mat y yo.
Por otro lado estaba tranquila al ver la enorme sonrisa en el rostro de mi niño. Para nadie es un secreto que ama la ciudad en la que nació. Recuerdo que siempre que veníamos a visitar a la tía, nos pedía que nos quedásemos más tiempo. Ahora vamos a vivir aquí por tiempo indefinido para su alegría y, por consiguiente, la mía también. No podía evitar sentirme emocionada al verlo obervando todo el exterior con su carita pegada a la ventanilla del auto en el que nos transportamos, le fascina la vista.
Decidimos viajar en auto en vista de que irnos en avión sería riesgoso, Roy tendría más oportunidades de encontrarnos ya que conocería nuestro destino, aún así no hay que poseer un coeficiente intelectual alto para deducir a dónde escapamos. El tiempo de viaje en éste vehículo es mucho mayor, por lo que hemos tardado casi dos días en llegar.
Cerca de las 3:00 p.m. aparcamos frente a una enorme mansión pintada de un pulcro color blanco. Constaba de dos pisos aunque por la infraestructura se podría decir que eran más. Contaba con una carretera personal no muy extensa pero...¡joder, es una carretera personal!
Cuando nuestra tía nos avisó que ya habíamos llegado y que por consiguiente era hora de descender del auto, Mateo y yo apenas la escuchamos ya que aún no nos creíamos lo que estábamos viendo. Al reaccionar, bajamos del coche y casi al instante vino corriendo hacia nosotros un chico alto, de tez morena y vestido con una especie de traje negro. Como acto inconsciente, Mat se abrazó a mí y yo a él, resguardando su seguridad.
—Sra. Margarita, ¿qué hace aquí antes de tiempo? ¿Y por qué no me avisó para que fuera a buscarla al aeropuerto? —preguntó el chico.
—Primero, deja de llamarme señora. Sé que soy mayor es demasiado formalismo para mi gusto —le sonrió mi tía a lo que él asintió sonriendo de igual forma, esos gestos de confianza me hicieron bajar un poco la guardia, era obvio que ese hombre no presentaba una amenaza y me sentí tonta por creer que sí—. Por cierto, te presento a mis sobrinos Lorraine y Mateo.
Los amigables ojos oscuros del chico se posaron sobre nosotros demostrándome una vez más que no era nadie de quien tuviese que protegerme.
No todos los hombres son como Roy y no todo el que venga corriendo hacia ti lo hace con la intención de lastimarte, cambiaste de ambiente, Lorraine.
—Un gusto —extendió una mano hacia mí—. Soy Fred, el chofer de la mansión —estreché su mano con timidez, aún así le sonreí por cortesía.
Él se agachó quedando a la altura de Mateo, quien a su vez se ocultó un poco más detrás de mí—. Y un gusto conocerte a ti también, pequeñín.
—I-igualmente —tartamudeó mi hijo y pude sentir sus pequeñas manitas temblando mientras sostenía mi vestido.
—¿Te gustan los autos? —el pequeño asintió—. Yo me la paso manejandolos todo el tiempo, quizás pueda llevarte a un tour por la ciudad. ¿Te gustaría?
—Sí, mucho —asintió mi rubito sintiéndose más cómodo, todo lo que tenga que ver con autos, animales, deportes y en especial superhéroes, es de su entero agrado. Cuando le preguntas qué quiere ser de grande, responde: piloto de carreras de autos/veterinario/futbolista de día y superhéroe de noche.
—Fredie, ¿nos ayudas con las maletas? —solicitó mi tía a lo que el aludido sonrió dirigiéndose al maletero del auto—. Entremos.
Caminamos hacia la puerta de entrada de la mansión, una enorme de madera pintada del mismo impecable blanco y con detalles de cristal a los lados. Mi tía tocó el timbre y en menos de un minuto la puerta se abrió dejando ver a un señor de mediana edad, alto y delgado con su canoso cabello perfectamente peinado. Por su vestimenta parecía un mayordomo y, tratándose de tanto lujo, no me sorprendería que lo fuera.
—Margarita, regresó antes —señaló, sorprendido.
—Sí, es la noticia del día —bromeó ella—. Karl, ellos son mis sobrinos Lorraine y Mateo —se giró hacia nosotros—. Chicos, él es Karl, el mayordomo.
Al final resultó serlo.
—Un placer conocerlos —nos sonrió a ambos—. Estoy a su servicio.
—Muchas gracias —le devolví la sonrisa con timidez.
El elegante señor se hizo a un lado invitándonos a pasar. Recorrimos un ancho pasillo hasta llegar a un enorme salón que, por la decoración, intuí que se trataba de la sala de estar. Muebles modernos, algunas pinturas decorando las paredes, una enorme puerta de cristal que conducía al jardín y la iluminación natural lo hacía parecer una de esas casas sacadas de revistas.
—Wow —pronunció mi niño, boquiabierto ante la belleza del lugar.
—Y no han visto nada —nos guiñó un ojo mi tía.
Nos invitó a tomar asiento en un gran sofá antes de ausentarse durante escasos segundos. Regresó junto a tres mujeres a las cuales nos presentó. La señora cuyo cabello estaba recogido en un perfecto moño y que me recordaba a mi antigua instructora de ballet de mi niñez se llama Miriam y es la ama de llaves, no creí que hoy en día ese trabajo existiese para personas que no pertecieran a la realeza o algo parecido, pero si tienen mayordomo me puedo esperar cualquier cosa. Una mujer más joven, de larga cabellera castaña rizada era Fiona, la cocinera. Y por último una pelinegra sonriente, Estrella, encargada de la limpieza.
Al principio me pareció un tanto raro que el personal constara sólo de cinco personas, después de todo estamos hablando de una mansión para nada pequeña, pero al parecer leyeron mis pensamientos y me explicaron que Evan —el dueño— no es partidiario de contratar a demasiadas personas y tras nueve años, ellos se han convertido en sus empleados de confianza.
Me sentí a gusto con el ambiente, a pesar de que aún no tenía seguridad de poder quedarme aquí y para hacerlo tendría que explicarle a mis posibles anfitriones el motivo por el que vine buscando refugio. Me agradaban estas nuevas cinco personas a las que acababa de conocer. Solía ser muy sociable, el tipo de persona a la que todos conocen en el barrio y no presentaba dificultad para entablar conversaciones con extraños. Pero por culpa de Roy y sus celos absurdos, me vi obligaba de abstenerme en cuanto a relaciones interpersonales se refiere y conforme el abuso aumentaba, más antisocial y hogareña —por llamarlo así— me volvía.
Mat por su parte no se sentía de la misma forma o al menos no lo demostraba. No lo culpo, a sus escasos 6 años ha mantenido muy poca relación con otros niños y el mundo exterior en general, es lógico que conocer gente nueva lo ponga nervioso o incómodo. Decidió prendarse de una pierna de nuestra tía, abrazándose a ella para sentirse seguro. No puedo culparlo porque ella sea su figura protectora, a pesar de todos mis intentos, soy consciente de que no protegí a mi hijo como es debido.
De la nada un montón de pensamientos autodestructivos invadieron mi mente. Las palabras que repetía mi esposo casi a diario alegando que era una inútil y que no sería capaz de lograrlo por mis propios medios. Durante toda la huida intenté no pensar en ello, pero es imposible no hacerlo cuando mi hijo no cree que pueda protegerlo. También me abordó el pensamiento de lo que podría ocurrir si Roy nos encontraba, todas las posibilidades apuntaban a un mismo resultado, mi rubito correría peligro y yo quizás no viviese para contarlo.
Pasado un rato más, irrumpieron en la sala tres personas. Un hombre alto, de cabello negro azabache y unos bonitos ojos verdes, aparentaba mi edad y llevaba un traje que lucía costoso. Lily —la ex-vecina de mi tía—, con su cabellera castaña clara larga hasta la cintura, sus ojos igualmente de un intenso color verde y esa sonrisa cordial con la que la recordaba. Y por último una pequeña casi idéntica a la antes mencionada, pero la tonalidad de sus iris era de un profundo azul, hermosa por cierto. Al percatarse de nuestra presencia, los adultos se mostraron confundidos mientras que la niña sonrió con amplitud.
—¡Nana! Volviste —chilló la pequeña mientras corría en dirección a mi tía, ésta última la recibió con un gran abrazo a pesar de que mi hijo aún se mantenía enganchado a su pierna.
—Hola, Jessie. Los extrañé mucho.
Lily y quien supongo que es Evan, se acercaron también, contentos por la llegada de su querida Margarita.
—Creí que regresarías dentro de tres días —Lily la abrazó también.
—Ese era el plan, pero... —se detuvo un segundo buscando las palabras correctas— surgió un imprevisto.
—Da igual. Bienvenida a casa, madrina —la abrazó el pelinegro en esta ocasión, está más que claro que todos la aprecian mucho en este lugar.
—¿Quiénes son ellos? —preguntó la niña, señalándonos a mí y a Mat.
—Jessie, no seas grosera —la reprendió su madre.
—No, no la regañes —me levanté—, somos nosotros los que no nos presentamos —extendí mi mano en su dirección—. Un placer, soy Lorraine y él es mi hijo Mateo.
—Es un placer —me sonrió Lily estrechando mi mano—, aunque ya nos conocíamos, sólo que no formalmente.
—Un placer, yo soy Evan Harriet —estrechó mi mano también.
La verdad cuando supe que Lily se había casado con un hombre rico, no creí que me encontraría con esta imagen. No esperaba encontrarme con un señor mayor ni nada parecido, pero tampoco me esperé que se tratase de un hombre tan apuesto. De hecho, si no supiera que hasta hace unos meses Lily era madre soltera, me hubiese creído que Evan es el padre de Jessie y llevan siendo familia hace años, lucen bien juntos.
—Hola, yo soy Jessica Harriet, pero todos me llaman Jessie —nos saludó la pequeña con su sonrisilla radiante, me causó mucha ternura.
—Chicos, quería hablar con ustedes acerca de un tema delicado —informó mi tía refiriéndose a Evan y Lily.
No dijeron nada más antes de desaparecer de nuestra vista para digirse a otra habitación totalmente desconocida para mí. Supe que se trataba de esa charla y cuando regresaran sabría si podíamos quedarnos o no. Mi cuerpo se tensó al instante y decidí sentarme nuevamente en ese cómodo sofá, mi hijo hizo lo mismo y, antes de que mis pensamientos pesimistas hicieran un segundo acto de presencia, la pequeña castaña comenzó a hablar.
—¿Están aburridos? —preguntó posicionándose frente a nosotros—. Si están aburridos les puedo contar una historia.
Mat y yo compartimos miradas, él se encogió de hombros y yo me limité a asentir.
—Bien —apluadió, contenta—. Ésta es la historia de cómo nos convertimos en una familia feliz.
Esto va para largo.
—Resulta que un día mi mamá conoció a mi papá en uno de sus trabajos, él la rescató de como todo un caballero de brillante armadura, pero mi mami prefiere llamarlo caballero de lujoso traje porque siempre lleva puesto alguno. Pero ese no el punto —agitó las manitas al ver que se desvió del tema—. Luego él la invitó a una cafetería y después la llevó a casa sana y salva. Mi mamá creyó que nunca lo volvería a ver pero después él la volvió a salvar en otro trabajo. Después la invitó a una cita y le pidió matrimonio. Sí, se enamoraron rápido como en las películas de Disney.
Algo me dice que no fue así del todo, pero me encanta escuchar a esta niña.
—Después fueron a una cena para conocer a mis abuelos y a mi tío y más tarde se casaron. Mamá lucía muy linda con su vestido largo y blanco —extendió ambos brazos simulando la falda del vestido—, no parecía una princesa pero igual se veía linda. En la boda se dieron un beso muy romántico y todos fueron a saludarlos —vi que mi tía, Evan y Lily regresaban pero la niña aún tenía toda mi atención—. Y entonces fui a donde estaba papá y le dije papá por primera vez, entonces él y mamá abrieron muuucho los ojos y...
—Jessie, deja las historias para la cena —la interrumpió Lily.
—Lo siento. Ha hablado mucho, ¿cierto? —sonrió el pelinegro.
—No ha respirado desde que empezó —comentó Mateo, al parecer la forma rápida de hablar de la niña lo había aturdido.
—Lo siento —se disculpó la pequeña, apenada—. Mi papá dice que soy una pandachina.
¿Panda qué?
—Jess, es parlanchina —la corrigió su padre.
—Eso, perlafina —intentó rectificar pero en su lugar consiguió hacernos reír, es una personita peculiar sin dudas.
Mi tía me hizo una disimulada seña que me dio a entender que me dejaría a solas con Lily y Evan. Me ponía nerviosa el hecho de que ella no estuviera ya que me brinda mucha seguridad, pero si quiero empezar de cero debo aprender a comunicarme con los demás sin que ella actúe como intermediaria.
—Jessie, Mateo, vengan conmigo a jugar al jardín —propuso antes de llevarse consigo a ambos niños, Mat me miró por encima del hombro, no quería dejarme sola, pero le sonreí dándole a entender que todo estaba bien.
—Lorraine, pues... —mi vista se centró en la castaña que había tomado asiento en uno de los sillones frente a mí, al igual que su marido— Evan y yo decidimos que te quedes aquí, el tiempo que quieras —me sonrió.
Una sensación de calidez se instaló en mi pecho. No esperaba que debatieran y aceptaran que me quedase con tanta rapidez, al final del día soy una completa extraña con la que van a compartir su hogar. De igual forma me sentía gigantescamente agradecida por ello.
—De verdad muchas gracias —junté ambas manos en símbolo de agradecimiento—. Cuando mi tía me trajo, no estaba muy segura de aceptar. Prácticamente me arrastró hasta aquí.
—Nos contó lo de... —comenzó a decir Evan antes de que lo interrumpiese.
—Sí, no estoy orgullosa de ello —bajé la mirada, una cosa es que se enterase mi tía y otra que lo supieran personas que apenas me conocían, no quería ser juzgada ni mucho menos recibir miradas de lástima.
—Pero lo que ese animal te hacía no es tu culpa —escuché la voz de la Lily más cerca y al sentir que el mullido sofá se hundía a mi lado, alcé la vista para encontrármela sentada junto a mí.
—Pero sí es mi culpa no poder proteger a mi hijo —me lamenté, no con la intención de hacerme la víctima, sinceramente mi mayor remordimiento siempre será ese, no haber sido capaz de protegerlo.
—Viniste hasta aquí, ya lo estás haciendo —me sonrió Evan.
Ambos, tanto él como ella, me inspiran cierta confianza. Ver el cambio tan brusco en la personalidad de mi esposo cuando pasó de ser el hombre ideal a un maldito golpeador, me enseñó dos cosas. Una, nunca te dejes guiar por la primera apariencia, detrás de rostros bonitos se pueden esconder las bestias más despiadadas. Dos, aprender a detectar cuándo una persona es de confianza y saber cuándo abrirte con ella.
La segunda la descubrí a las malas. Hubo un tiempo, cuando Mat era más pequeño, que quise escapar gracias a una amiga que había hecho, ella me animó. Trazamos un plan de escape y todo parecía marchar bien hasta que la noche pactada para mi huída, apareció Roy de la nada dejándome en evidencia. Resulta que esa persona a la que creí mi amiga, era un peón de él y le informaba de absolutamente todos mis movimientos. Lo del plan de escape fue una especie de prueba para demostrarle si era capaz de huir, y en vista de que así fue, ''recibí mi merecido''; esa noche me propinó la primera golpiza.
—Ahora ya puedes instalarte. ¿Vas a dormir con Mateo? —preguntó la ojiverde a mi lado.
—Sí, la verdad es que me siento mejor teniéndolo cerca —hice mi mayor esfuerzo por esbozar una sonrisa, se estaban portando de maravilla conmigo, lo menos que podía hacer era ser amable.
—Te entiendo muy bien. Miriam y Estrella alistarán una habitación para ti y Mateo —me sonrió de nuevo, es una mujer muy sonriente.
En menos de un rato aparecieron ambas y, tomando la maleta de mi niño, me guiaron con destino a la que sería mi nueva habitación. Subimos unas escaleras enormes similares a las de un palacio y una vez llegamos al segundo piso, atravesamos varios pasillos hasta que, la verdad, me sentí mareada. Era como un laberinto y presentí que me costaría un poco adaptarme sin perderme varias veces antes. Cabe recalcar que nunca vi ni un jarrón de enorme valor ni ningún otro tipo de decoración innecesaria, todo era costoso pero no ostentoso, por lo que me sentí un poco menos fuera de lugar.
Ricos sencillos, ¿quién lo diría?
Nos detuvimos frente a una puerta del mismo color predominante en el resto de la casa y Miriam procedió a abrirla. Las paredes estaban pintadas de un color salmón dándole el toque cálido. Dentro sólo figuraban una cama y una mesita de noche, además de un clóset, el resto era puro espacio inhabilitado.
Mucho espacio.
El tamaño de ese lugar equivalía al de la sala de estar de mi antigua casa. Dos grandes ventanas figuraban a ambos lados de la cama haciendo que la luz solar que penetraba a través del cristal de las mismas le brindara una iluminasión natural, me recordó a los estudios de danza en los que solía ensayar. A mi derecha encontré una puerta que supuse llevaba al baño, y en efecto, así era. El color azul predominaba en él y todo lucía impecable, tal cual baño de habitación de hotel de lujo.
—Wow —murmuré para mí misma.
—Srta. Lorraine —la voz calmada de la ama de llaves hizo que diera un respingo del susto y regresara a la habitación— si gusta puede ir al jardín con su hijo, nosotras nos encargaremos de preparar la habitación para usted.
Me sentí incómoda ante tanto formalismo, no estoy acostumbrada a ese trato ni mucho menos a que hagan las cosas por mí.
—Pueden tutaerme, la verdad es que mi estatus económico no está cerca del de Lily y Evan.
—Pero es una huésped y por tanto requiere un trato especial —objetó Estrella mientras colocaba sábanas nuevas sobre la cama.
—La verdad preferiría que me tratasen como una más. Los formalismos no son necesarios, en serio.
—Otra como Lily —suspiró Miriam negando con la cabeza a lo que su compañera rió por lo bajo.
¿Otra como Lily?
—¿Por qué a ella sí la tutean? —pregunté por mera curiosidad.
—Al principio por petición suya —respondió la pelinegra más joven—, pero acabó siendo una orden en vista de que no nos acostumbrábamos.
—Lily es una mujer muy especial —continuó Miriam—, muy diferente a los estándares clásicos de dama de sociedad. Nos hace sentir parte de su familia, como si no fuéramos simples empleados, eso es muy difícil de encontrar hoy en día.
Un pequeño temor oprimió mi pecho, si gracias a Lily ellos se sienten así, entonces...¿cómo era cuando sólo estaban con Evan? ¿Cómo es él?
Me siento mal por desconfiar de una persona que acaba de abrirme las puertas de su hogar, pero no puedo evitarlo, es un mecanismo de defensa. Es como si mi cerebro hubiese sido programado para estar alerta en cuanto a cualquier hombre, como si todos pudiesen convertirse en bestias de la noche a la mañana como ocurrió con mi marido. Odio que sea así, pero esa es mi nueva realidad.
—¿Y cómo solía ser antes de que Lily llegara? —pregunté mientras tomaba la maleta de Mat dirigiéndome hacia el closet—. ¿Evan era...frío con ustedes?
—Para nada —respondió Estrella caminando hacia mí—. Evan es un jefe excelente. Su relación con nosotros es estrecha, de hecho nos considera sus amigos y no lo vemos como un jefe en realidad. Sólo que Lily y Jessie son como la luz de este lugar, antes de que ellas llegaran él no sonreía.
—¿En serio? —fruncí los labios.
—Contrario a lo que aparenta, Evan no ha sido muy feliz, al menos no antes de que llegaran ellas.
—¿Por qué? ¿No se supone que los ricos son felices?
—En lo absoluto —rió Miriam—. Tienden a tener grandes rivalidades entre familiares, los hijos crecen con lujos pero sin la atención de sus padres, matrimonios arreglados y por supuesto, la presión de mantener una imagen perfecta ante la sociedad. Créame, sé de lo que hablo.
Y vaya que sí. Lucía como una señora con experiencia en su trabajo y que ha trabajado en otras mansiones u otras familias antes de llegar aquí.
Supongo que los ricos, aunque tienen la vida ''resuelta'', no están exentos de ser infelices. Quizás no deba juzgar a la ligera sin antes conocer a fondo a las personas, después de todo, si alguien se hubiese tomado el tiempo de ver más allá de la imagen de matrimonio perfecto que Roy me obligó a mantener, hubiese podido escapar muchísimo antes.
Continué preparando la habitación a pesar de la negativa de mis acompañantes. Para cuando culminamos, apareció mi tía junto a mi hijo. Éste último lucía una sonrisa gigante en su tierno rostro que al instante me contagió, no hay nada en el mundo más hermoso que él cuando sonríe.
—¡Mami! —chilló, corriendo hacia mí, hice un esfuerzo a pesar de los dolores que aún presentaba para cargarlo y subirlo a la cama.
—¿Te lo pasaste bien con tu nueva amiga, mi amor? —me senté a su lado.
—¡Sí! Aún habla mucho y sin respirar, pero es muy divertida. ¡El jardín es enorme! ¡Incluso tienen piscina!
La emoción resplandecía en sus orbes celestes con cada palabra que decía. No recuerdo cuándo fue la última vez que lo vi así de contento.
—Mateo y Jessie congeniaron muy bien —declaró mi tía sentándose a nuestro lado—. Al principio él estaba un tanto cohibido pero —rió—, bueno, Jessie es Jessie.
—Parece ser una niña maravillosa —comenté.
—Lo es, como todos en esta casa —rodeó mis hombros con su brazo—. Están seguros aquí, Lori. Fue una buena decisión venir y sus vidas van a cambiar para bien, tenlo por seguro.
—Gracias por todo —la abracé, al igual que Mat—. De verdad muchas gracias.
—Por ustedes lo que sea, mis niños.
Unos toques a la puerta nos interrupieron y al fijar nuestra vista en dirección a la entrada, notamos que Lily y Jessie estaban allí. La niña corrió hacia nosotros con dos peluches y al instante nos los mostró como si hubiese encontrado a una mina de oro.
—Mira, Mateo —chilló—. Ellos son Algodón —agitó al conejito— y Donald el delfín —hizo lo mismo con el segundo—. Ellos son mis favoritos en todo el mundo, pero tengo muchos más en mi cuarto. ¿Quieres verlos?
—¿Puedo ir? —me consultó a lo que asentí y para cuando parpadeé, ambos niños habían desaparecido de mi vista.
Lily se sentó a mi lado ocupando el lugar de Mateo. No tenía idea de qué quería decirme, pero su cercanía no me incomodaba. De uno de los bolsillos de su pantalón, extrajo una pequeña tarjeta y me la entregó.
—Es de una fundación que le pertence a Evan pero él no la maneja, era de su difunta madre. Se dedica a ayudar a personas con problemas de drogas, indigencia, entre otros, incluyendo a mujeres víctimas de violencia doméstica.
Me chocó un poco que le buscasen un ''solución al problema'' con tanta rapidez, sí tengo pensado salir adelante y soy enteramente consciente de que necesito ayuda para superarlo, sólo que eso implica exponerme de formas que no me agradan y aún no me siento del todo lista.
—Lori —dijo con dulzura mi tía—. Sé que esto es difícil para ti y nadie va a forzarte a hacer algo que no quieres. Pero quiero que tengas en cuenta que el trauma que sufrieron tanto tú como Mateo no se supera de la noche a la mañana y en especial en el caso de él, que es tan pequeño, debe recibir terapia cuanto antes, por su bien.
—Sí, yo...entiendo que Mat estuvo expuesto a la violencia casi toda su vida y de una forma u otra tuvo que afectarle —bajé la mirada—. No puedo ser egoísta con él sólo porque no me siento preparada para enfrentarlo —asentí—. Lo haré.
—Eres muy buena madre, Lorraine —me sonrió Lily mientras me apartaba el cabello detrás de mi oreja—. De eso se trata la maternidad, de ver primero por el bienestar de nuestros hijos. Créeme, sé de lo que hablo.
—¿Les puedo pedir un favor? —pregunté batallando conmigo misma para no romper en llanto, ambas asintieron—. ¿Podrían acompañarme? No creo poder hacerlo sola.
—Claro que sí.
—Ahí estaremos, apoyándote —aseguró mi tía antes de envolverme entre sus brazos.
Estaba a punto de susurrar un gracias cuando el pequeño rubio y la mini castaña irrumpieron en la habitación. Ésta última lucía muy emocionada y se colocó frente a mí.
—Sra. Lorraine, ¿le importaría disfrazarse de princesa para jugar al baile real?
—¡Jessie! —la reprendió su madre a lo que ella formó un adorable puchero con sus pequeños y rosados labios.
—Es que papá no quiere, mami —reprochó, cruzándose de brazos.
Espera. ¿¡Qué!?
—¿Evan se disfraza como una princesa? —intenté no reírme.
—Evan hace muchas cosas por Jessie —rió mi tía.
''Evan hace muchas cosas por Jessie.''
Tengo entendido que él no es el padre biológico, pero según sé, ha tomado el papel como si lo fuera. No cualquiera se priva de un riñón y pone en riesgo su salud por alguien con quien no compartes un vínculo familiar directo. Esa niña está viva por él...y eso demuestra una vez más que no todos los hombres son monstruos. Ahí fuera hay hombres dispuestos a amar, a sus parejas y a los hijos de las mismas.
Por mi cabeza en este instante no pasa relacionarme sentimentalmente con nadie, en lo absoluto. Pero...me pregunto si algún día encontraré a esa persona que me ame y, cuando la encuentre, me aseguraré de dos cosas. Que ame a Mat tanto como a mí y que sea incapaz de ponerme una mano encima.
—¿Entonces qué dices, Sra. Lorraine? —la pequeña juntó ambas manitas a modo de ruego.
Es una cosita demasiado tierna.
—Primero no me llames señora —le sonreí—. Soy la princesa Lorraine Moon —extendí mi mano la cual ella estrechó—. Será un placer asistir a su baile real, princesita Jessica.
La niña comenzó a chillar de la alegría para luego abrazar a mi hijo gritando lo genial que es su mamá. Es una niña muy activa, se nota.
—No tienes que hacerlo —murmuró la ojiverde a mi lado.
—Esto es muy pequeño en comparación a lo que ustedes están haciendo por nosotros.
—Sí, pero no quiero que pienses que debes pagar por tu estadía de alguna forma —aclaró—. Eres una invitada, no tienes que pagar alquiler.
—Créeme, en serio me gustaría jugar con tu hija —esbocé una pequeña sonrisa—. Y con respecto al pago por quedarme aquí, ten por seguro que encontraré una forma de pagarles por ello.
—Pero no tienes que...
—Insisto —la interrumpí—. De alguna forma seré útil hasta que pueda irme.
—Bueno —se levantó—, eso ya lo veremos después. Ahora es hora del baile real y estoy segura de que luego vendrá su correspondiente fiesta del té.
—Tú sí sabes, mami —Jess le guiñó un ojo.
Presiento que me sentiré cómoda en este lugar.
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Nuevo capítulooo!!!
¡Lorraine y Mateo en la mansión Harriet Junior!
Evan, Lily y Jessie entrando al chat ;)
¿Qué les pareció el cap?
Besos de Karina K.love 😉
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