CAPÍTULO 31: Soy yo y estoy aquí

Lorraine

Una larga alfombra blanca se encontraba bajo mis pies. Todo alrededor era luz, rosas y una relajante sensación de paz. Llevaba puesto un bonito vestido de encaje y con ambas manos sostenía un ramo también de rosas blancas que me pareció muy conocido.

¿Qué es este lugar?

Seguí visualmente el recorrido de la alfombra y me fue imposible no sonreír al ver que al final de esta se encontraba Garret, vestido con un pulcro y elegante traje blanco, junto a él estaba posicionado un sacerdote y sobre ellos se erigía un bonito arco adornado con flores.

¿Esto es real? ¿Me voy a casar con Garret?

La música correspondiente a la marcha nupcial comenzó a sonar y por inercia mis pies caminaron en dirección a mi futuro esposo. No pude evitar sonreír al ver su sonrisa, irradiaba felicidad pura.

Llegué al altar e inmediatamente el ramo desapareció y el sacerdote comenzó a recitar su pequeño discurso sobre la unión que en breve se efectuaría. Pero yo no lo estaba escuchando, todos mis sentidos estaban centrados en ese par de ojos avellana que tanto amo.

Cuando el sacerdote concluyó, Garret sacó de uno de sus bolsillos una pequeña cajita de terciopelo y al abrirla dejó ver nuestras alianzas. Me colocó la mía y seguidamente le coloqué la suya. El cura nos declaró marido y mujer ante los ojos de Dios y no pude contener las lágrimas, moría por besar a mi ahora esposo.

—Puede besar a la novia.

Tras esas palabras, Garret me sonrió y cuando me acerqué para unir nuestros labios, su sonrisa se esfumó y alzó su puño.

Todo pasó muy rápido.

Pero una cosa era clara, él me había golpeado y por lo mismo me encontraba en el suelo sintiendo el sabor metálico de la sangre inundar mi paladar. Llevé mis temblorosas manos a la comisura de mis labios y, en efecto, mis dedos se ensangrentaron al toque. Alcé la mirada, con los ojos empañados, no podía creer lo que había acabado de hacer. Me encontré con una mirada macabra que me asustó. Quise retroceder e intentar levantarme, pero él fue más rápido, se arrodilló con las piernas a ambos lados de mi cuerpo, bloqueándome la salida y comenzó a propinarme repetidos golpes por todos lados.

Quería gritar, quería defenderme como había aprendido en los últimos meses, pero estaba paralizada. Mi cuerpo solo respondía a los golpes y yacía ahí, en el piso, incapaz de defenderme...

Como cuando quien me golpeaba era Roy.

—No. ¡No! NO. ¡NO! —grité al lograr despertar de esa horrible pesadilla.

Mi respiración estaba agitada, mi rostro sudado y mis manos temblorosas. Mi corazón martilleaba contra mi pecho desmesuradamente, apenas podía respirar. Llevé una mano a mi pecho y me obligué a calmarme, solo fue un sueño, un muy mal sueño.

Me percaté entonces de que me encontraba sola en la habitación. El lado de Garret en la cama se encontraba vacío y me pregunté dónde estaría a estas horas de la madrugada.

Mis dudas se aclararon cuando la puerta se abrió y lo vi entrar a la habitación.

—¿Qué haces despierta? ¿No podías dormir sin mí? —bromeó, pero al no obtener respuesta de mi parte, su expresión cambió a una de preocupación—. ¿Estás bien?

—Tuve... —me aclaré la garganta, tenía la boca seca— una pesadilla espantosa.

—No te preocupes, cariño —me sonrió—. Haré que tengas dulces sueños ahora.

De pronto mi perspectiva cambió. Ya no me encontraba en el interior del cuarto, sino fuera de este, viendo a través de la puerta abierta. Me vi a mí misma esbozando una sonrisa de alivio y seguidamente Garret se volteó y comenzó a cerrar la puerta lentamente, portando la misma sonrisa macabra de la pesadilla en su rostro. Quise evitar que cerrara la puerta, pero no intervine a tiempo y no pasó ni un segundo después cuando comencé a escuchar mis propios gritos desesperados y los sonidos característicos de una golpiza.

Aporreé la puerta, gritando para que la abrieran y así poder rescatarme a mí misma, pero no podía. No podía hacer absolutamente nada.

—¡Garret, no! —grité desesperada, golpeando la puerta—. ¡Garret, para! ¡No lo hagas! ¡Basta!

Mientras más gritaba, más golpes se escuchaban.

—¡Garret, detente! ¡Te lo suplico! —lloré sin consuelo y con impotencia—. ¡Tú no eres Roy! ¡No hagas esto! ¡Detente!

—Lorraine —escuché su voz alarmada a lo lejos—. ¡Lorraine! ¡Lorraine, despierta! ¡Despierta!

Abrí los ojos súbitamente. Me encontré a Garret sosteniéndome los brazos y mirándome con preocupación.

—Estás bien, cariño —musitó—. Solo fue una pesadilla.

Caí en cuenta de que ambos escenarios lo fueron. Fue una pesadilla dentro de otra. Me tomó unos segundos recobrar la compostura, pero tan pronto divisé la forma en la que él me estaba sosteniendo de los brazos, entré en pánico. A mi mente vinieron todas las escenas del sueño como un gran tsunami y sentí una profunda necesidad de alejarme de él.

—¡Suéltame, suéltame! —me deshice de su agarre y gateé hacia una esquina del lado contrario de la cama.

Me senté y abracé mis piernas, tratando de buscar algún tipo de refugio en mí misma. Inevitablemente el llanto me atacó y no fui capaz de contenerlo. No quería verlo, no quería que me tocara ni que se me aproximara.

—Lori, ¿qué te ocurre? —preguntó, confuso. Hizo el ademán de acercarse a mí y como acto reflejo me moví un poco más hacia atrás, por ello estuve a punto de caerme de la cama.

—¡No te me acerques! —le advertí—. Ni se te ocurra tocarme —solté un sollozo—. Tú...tú me golpeaste.

—Cariño, fue un sueño —aclaró, con la voz quebrada y una expresión que dejaba ver lo mucho que le dolía mi actitud.

—Me golpeaste —repetí, con la voz temblorosa.

—No, no lo hice. Jamás te golpearía —se acercó y otra vez retrocedí, tuve que sostenerme del borde de la cama para no caer.

Sus ojos se encontraron con los míos. Casi podría decir que estaba excavando hasta hallar una forma de hacerme entrar en razón. Pero de pronto pareció como si algo hubiese hecho clic en su cabeza e hizo un mohín.

—Y seguramente escuchaste esa frase cientos de veces, antes de volver a ser abusada, ¿verdad? —dedujo.

Lo entendió. Entendió que simples palabras agrupadas en frases como ''Yo nunca te pondría una mano encima'' y ''Jamás te golpearía'' no valen nada para una mujer que fue víctima de violencia doméstica.

Aproximó su mano a mi rostro y la esquivé. Hizo un nuevo intento, pero esta vez me sonrió a medias.

—¿Puedo? —me pidió permiso.

Asentí en respuesta, ya comenzaba a calmarme y tampoco quería seguir rechazándolo por algo que hizo solo dentro de mi pesadilla. Acarició con suavidad mi mejilla, limpiando mis lágrimas en el proceso y luego incorporó su otra mano en la otra mejilla. Poco a poco se acercó a mí y rompí en llanto otra vez.

—No llores, mi amor —me rogó—. Por favor, no lo hagas cuando no puedo acercarme más para consolarte.

Escuchar eso solo logró hacerme sentir peor. Acorté la distancia entre ambos y me dejé envolver por sus brazos. Me abrazó con fuerza mientras acariciaba mi cabello, nos mantuvimos así durante un rato.

—Fue horrible —sollocé sobre su pecho—. Creí que nunca más tendría pesadillas como estas.

—¿Qué fue eso tan malo que soñaste para ponerte en este estado?

Me separé de él y lo miré directamente a los ojos, sus orbes avellana me transmitían seguridad.

—Soñé que nos estábamos casando.

—¿Y eso es tan terrible? —intentó bromear a la vez que retomó sus caricias en mi mejilla.

—Lo es...porque cuando anunciaron que podías besar a la novia, en lugar de besarme me golpeaste. Y luego creí haberme despertado del sueño, pero era otro ambientado aquí en la habitación y de nuevo culminaba contigo dándome una paliza.

Cerró los ojos con fuerza y soltó un suspiro desgarrador. Pareciera que se estaba conteniendo para no gritar a los cuatro vientos lo mucho que lo frustra esta situación. Se tomó unos segundos para recomponerse antes de abrir los ojos.

—Dime cómo te golpeé.

—¿¡Qué!? —solté casi en un jadeo ahogado.

—Cuando debí besarte y en su lugar te golpeé, ¿cómo lo hice?

—¿Por qué quieres saber eso?

No quiero rememorar ese maldito sueño.

—Solo hazlo, sé lo que hago.

Aún dudosa, accedí. Aún estaba conmocionada y asustada, pero confiaba en él.

—Tú...me golpeaste en la mejilla. Fue tan fuerte que me lanzaste al piso.

—¿Cuál de las dos mejillas?

—La que estás acariciando.

—Ok —sonrió de lado antes de inclinarse hacia adelante para besármela.

Sus suaves y cálidos labios estaban siendo presionados en la zona con tanta dulzura que por un instante quise olvidarlo todo y concentrarme en la atención. Cerré los ojos ante la sensación agradable, pero los volví a abrir al sentir que comenzaba a besarme repetidas veces, casi empujándome con su boca hasta que acabamos ambos acostados sobre el colchón, él a mi lado.

—¿Qué hice luego? —preguntó otra vez.

Aún un tanto confundida por su accionar, dije:

—Te colocaste sobre mí...arrodillado —se posicionó justo como en el sueño y eso me causó cierto temor—. Así y...me abofeteaste varias veces, en ambas mejillas.

En lugar de recrear los hechos de la pesadilla, utilizó sus manos para hacer todo lo contrario a abofetearlas: las acarició.

Y en ese momento entendí lo que estaba haciendo, no solo por sus acciones sino por la pequeña sonrisa tranqulizadora que me brindaba. En el sueño él me miraba con una expresión macabra, casi exacta a la de Roy, pero esta es la realidad. Este es Garret.

—¿Qué hice después?

—Me golpeaste en el abdomen y luego me pateaste las costillas —susurré.

Se recostó y se acomodó de forma tal que su cabeza quedaba a la altura de mi abdomen. Me pidió permiso para levantar mi camisón y, tras recibir mi aprobación, lo hizo hasta dejar toda el área descubierta. Comenzó a repartir besos húmedos desde mis costillas derechas hasta las izquierdas al igual que sobre mi abdomen. Al terminar, alzó la mirada haciendo que nuestros ojos se encontraran.

—¿Qué más?

—Me tomaste del cabello y comenzaste a impactar mi rostro contra el suelo.

Gateó unos pasos hasta posicionarse sobre mí sin dejar caer el peso de su cuerpo. Apoyó sus antebrazos a ambos lados de mi cabeza y con sus manos se dedicó a acariciar mi cabello con tanta delicadeza que apenas era capaz de percibir las caricias y, mientras lo hacía, dejaba besitos por toda mi cara.

Me fue inevitable no soltar un par de lágrimas, pero esta vez no eran por las imágenes que presencié mientras dormía ni por el miedo que me apresó al despertar, sino porque Garret, una vez más, supo cómo hacerme sentir a salvo y amada de nuevo.

—Vainilla, ¿por qué lloras? —preguntó al detenerse.

—Es que tú... —sollocé justo antes de inclinarme para besarlo, me urgía hacerlo.

Me siguió el beso con gusto, a ese ritmo lento y dulce que a veces me desespera y otras me encanta, como ahora.

—Soy yo, Lori —murmuró entre besos—. Recuerda que soy yo.

—Lo sé —se me escapó un sollozo—. Lo siento mucho.

—No lo sientas —me tomó entre sus brazos y para cuando me di cuenta ya me encontraba sentada sobre su regazo siendo mecida como una bebita—. Todo está bien, mi amor. Estoy aquí.

Le devolví el abrazo mientras lloraba desconsoladamente con mi cara enterrada en su pecho. Esa maldita pesadilla me recordó todo aquello que quiero dejar atrás. Todo lo que creía haber dejado atrás por completo. Han sido meses muy felices para mí. He construido una nueva familia, volví a bailar, me enamoré de un hombre maravilloso, Mateo está feliz y lo más importante es que he vuelto a ser la Lorraine de hace seis años en una versión mucho mejor. Este ''golpe de realidad'' me ha hecho sentir tan mal.

No quiero que cada vez que todo esté bien, estos malos recuerdos regresen o mi mente me traicione como ahora. Garret no se lo merece; yo no me lo merezco. Lo que merecemos es ser felices con nuestra familia sin que mi estúpido pasado nos aceche.

—¿Te gustaría salir al balcón a ver las estrellas? —murmuró sobre mi cabeza.

—No estaría mal —asentí.

Sin previo aviso, se levantó, cargándome entre sus brazos tal cual princesa. Salimos al balcón y tomamos asiento sobre el pequeño mueble que se encuentra allí, otra vez fui envuelta y mecida como una bebé.

—No me contaste qué hice en el segundo segmento del sueño —habló, luego de un rato de agradable silencio.

—No lo vi. Yo estaba fuera de la habitación escuchando mis gritos y cómo me golpeabas. Solo gritaba desesperada que pararas.

—¿Ah sí? —sonrió con picardía antes de llevar sus manos a mis costados para hacerme cosquillas.

Al instante comencé a carcajearme y retorcerme a la vez que trataba de deshacerme de su agarre.

—Garret, para. Por favor, ya.

Y eso fue lo único que tuve que decir para que se detuviese. Me incorporé y me encontré con una mirada muy intensa, pero especial. Es como si estuviese esperando a que le dijera que entendí a dónde quiso llegar haciendo esto.

—No volveré a decirte que jamás te golpearía, porque es cierto que esa frase no significa nada para ti, seguramente debes odiarla —musitó—. Pero sí puedo decir que siempre te voy a besar, acariciar, hacer cosquillas y detenerme cuando me lo pidas. Porque soy Garret, porque te amo y porque así te demuestro que siempre daré todo de mí para que estés bien. Así que no importa cuántas pesadillas tengas ni cómo reacciones a ellas, estaré a tu lado, listo para hacerte sentir mejor.

Me incliné hacia adelante para darle un gran abrazo, en serio no tenía idea de cómo devolverle todo el amor y comprensión que me ha brindado desde el día uno.

—Te amo —susurré en su oído.

—Y yo a ti, mi Vainilla.

(...)

—¿En serio lo hiciste de nuevo, Benjamin Stone? —reí.

Estaba hablando por teléfono con Ben en el despacho de Garret. Originalmente mi plan era venir a verlo a él, pero como no estaba, decidí quedarme a esperarlo y la repentina llamada de mi amigo me distrajo. Resulta que volvió a perder una de sus infantiles apuestas con George —en las que malgastan sumas importantes de dinero que para ellos es muy poco— porque se les ocurrió apostar por quién agarraría el ramo en la boda, si Jasmin o yo.

—Si George y yo no apostáramos, nuestra amistad no tendría sentido —eso me hizo reír—. Además, sigo creyendo que Lily te lo lanzó a ti a propósito. Todos sabemos que Jasmin era quien más lo necesitaba.

—¿Te cuento un secreto?

—Soy todo oídos.

—Lily me prometió que haría que el ramo cayese en mis manos si en mi boda yo hacía que el mío lo atrapase Jasmin.

—¡Lo sabía! —gritó tan fuerte que tuve que alejar el celular de mi oreja—. Hicieron trampa. Que George me devuelva mi yate.

Sí, se les ocurrió apostar un yate.

—Que estuviese arreglado no quiere decir que George lo sabía —recalqué para molestarlo—. Ganó limpiamente.

—¿Pero tú de qué lado estás? —gritó con un poco de histeria que comencé a dudar si era fingida o no.

Me burlé de su actitud infantil con sonoras carcajadas y mientras lo hacía mi castaño raro irrumpió en el lugar.

—¿Con quién hablas? —preguntó, curioso y divertido.

—Con Ben.

—¿Me lo pasas un momento? —pidió a lo que asentí y le pasé el teléfono—. Escúchame bien, ludópata mujeriego —reí ante el tono ''amenazante'' y exagerado que usó para referirse a Ben—. No quiero que lleves a mi futura esposa por el mal camino. Te conozco y sé que eres capaz de pedirle los números de sus antiguas compañeras de universidad para agregar mujeres a tu lista de conquistas —se detuvo un momento para escuchar lo que el pelinegro diría—. ¿¡Pero cómo que es una buena idea!? Estaba bromeando, animal.

No aguanté la risa ni un segundo más, es increíble cómo Garret actúa como hermano mayor para los ''perros'' también y siempre acaba descolocado por sus las alocadas acciones
—mayormente de Ben y George porque Jasmin y Zack son más centrados— y la naturalidad con la que se lo toman.

—¿Sabes qué? Si sigo hablando contigo, me va a subir la presión. Te paso a Lori —iba a devolverme el aparato, pero al parecer Ben lo llamó y lo devolvió a su oreja—. ¿¡Cómo te atreves a llamarme viejo!?

—Ok, ya basta —me carcajeé, extendiendo mi mano en su dirección—. Dame el móvil.

Con un bufido, me lo dio y con una cara de pocos amigos que ni él se creía, tomó asiento en su silla tras su buró y comenzó a revisar unos papeles y su laptop.

—Tu marido es una fiera —fue lo primero que me dijo mi amigo al retomar la llamada.

—No lo sería si no lo sacaras de sus casillas y aún no es mi marido.

—Tampoco falta tanto. Tienes el ramo, la bonita familia feliz y la bendición de todo Heaven Gold City. Créeme, los periodistas de farándula mueren porque se comprometan para meter sus narices en donde no los llaman.

—Pues tendrán que esperar, porque por ahora no habrá boda.

—Lástima —soltó un suspiro muy sobreactuado—, yo ya había comprado mi traje.

Reí y Garret desatendió por un segundo el trabajo para dedicarme una sonrisa antes de seguir en lo suyo. Amo que a él lo haga feliz verme feliz. Por primera vez en años la pregunta ''¿Con quién hablas?'' no me causó escalofríos, Roy me hubiese matado de saber que estaba hablando animadamente con mi mejor amigo de la infancia que actualmente es un playboy. Pero Garret no es y nunca será Roy. A él no le importa que hable con Ben o con cualquier hombre o con quien sea; está satisfecho con verme sonreír.

Hablé con mi amigo durante un rato más hasta que decidí que era hora de darle atención a mi novio. Desde que Evan se fue de Luna de miel, le ha tocado cubrir el doble de trabajo y ha tenido hacer parte de él desde casa para, como él mismo dice, no descuidarnos a Mat y a mí.

Me levanté del sofá que estaba ocupando y me dirigí hacia detrás del respaldo de su silla. Llevé mis manos hacia sus hombros y solo tuve que presionar una vez para que echara la cabeza hacia atrás gimiendo lo bien que se sentía.

—Tus masajes, los extrañé tanto.

—Te los quiero hacer en las noches, pero caes como una roca antes de que pueda hacerlo.

—Es que estoy muy cansado —se quejó—. Llevo días supliendo el trabajo de mi hermano y a la vez preparando este plan de inversión que debo proponer antes de que termine marzo o perderemos la oportunidad de expandir... —se detuvo—. Bueno, no creo que escuchar una aburrida explicación de negocios te agrade.

—Si necesitas desahogarte, no me importa escucharla.

—Mejor ven aquí —palmeó sus piernas indicando que me sentara sobre ellas, no tardé nada en hacerlo—. Así está mejor —sonrió, abrazándome de lado.

Apoyé mi cabeza en su hombro, permitiéndome aspirar su perfume varonil mientras él me acariciaba lentamente la espalda. Si hay algo que adoro de nuestra relación es que no existen los silencios incómodos, podemos permanecer horas abrazados sin emitir palabra alguna y para ambos está perfecto.

—Mi amor, ¿puedo preguntarte algo? —preguntó de pronto y me temía que ya sabía por dónde venía.

—Claro.

—¿Tienes miedo a que...? ¿Me crees capaz de golpearte?

Me separé de golpe de él y tomé su rostro entre mis manos. Sé que cuando estoy en estado de shock digo y hago cosas que dan a entender que sí, pero jamás he pensado en él como un posible abusador.

—No quiero, ni por un segundo, que vuelvas a pensar algo así. Tú eres incapaz de cometer una salvajada como esa.

—¿Entonces a qué vino el sueño de anoche? —inquirió, preocupado—. Sé que no quieres hablar de este tema, pero no dormí en toda la noche pensando en que quizás tú...

—Para de hablar —lo interrumpí—. No es nada de lo que estás pensando. No he hablado con mi psicóloga, pero tengo una idea del porqué se dio esa pesadilla.

—¿Cuál?

—Fue por la boda.

—¿Qué? ¿La boda? —frunció el ceño.

—Desde la boda hemos estado bromeando con respecto a casarnos, de hecho el inicio del sueño fue justo ese. Pero el origen de esto es que la última vez que me casé estaba muy enamorada y todo era igual de idílico que ahora —bajé la mirada—. Toda esa felicidad se transformó en golpes y maltratos. Mi miedo no es que me golpées, sino que de nuevo mi felicidad pase a ser abuso. Y sé que a tu lado eso no pasará, pero...

—Tu subconsciente te jugó una mala pasada —terminó por mí—. Ya entiendo —rió por lo bajo—. Y yo pensando en tonterías. Lo siento.

—No te preocupes por eso. Solo fue un mal sueño —dejé un pequeño beso sobre sus labios antes de levantarme—. Ahora a trabajar, Sr. Harriet.

—Ay no —se quejó tal cual niño pequeño.

—No te preocupes —volví al lugar que estaba ocupando antes y mis manos regresaron a sus hombros—, estaré justo aquí, mimándote.

—Así está mejor —sonrió para luego dedicarle toda su atención al trabajo.

Pasado un buen rato quise ayudarlo y, según él, fui de gran ayuda, aunque a decir verdad no tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Definitivamente lo mío es bailar, además, ya más de media familia es bueno en los negocios, no necesitan a una más.

Garret estaba a nada de terminar cuando la pantalla de su celular se iluminó indicando que tenía una llamada entrante. Lo agarró casi al instante y por lo mismo no fui capaz de leer el nombre de quien llamaba, pero eso no me pareció para nada raro hasta que él se levantó y se alejó de mí para contestar.

Ok, sí, soy celosa y peco de curiosa. No es novedad.

Él nunca ha tenido reparos para contestar llamadas frente a mí. ¿A qué viene todo ese misterio?

—¿Por qué esa cara? —preguntó entre risas al reocupar su asiento y viendo mi expresión de pocos amigos.

—¿Hay algo que yo deba saber? —me crucé de brazos.

—No, nada —respondió con naturalidad.

—¿Seguro? —alcé una ceja.

—¿Estás celosa, Vainilla?

—No cambies de tema —me aclaré la garganta—. Solo me dio curiosidad que te fueras al otro lado de habitación para contestar una simple llamada.

—Solo fue algo de trabajo —tomó una de mis manos y depositó un beso sobre mis nudillos—. No tienes nada de qué preocuparte, soy cien por ciento tuyo.

—Ya te dije que no estoy celosa —desvié la mirada.

—Está bien, ahora repítelo hasta que te lo creas.

Dejé escapar un jadeo ahogado por la indignación y decidí salir dramáticamente de la habitación, y eso, para mi molestia, solo le provocó risa. Abrí la puerta con todo mi orgullo y dignidad, pero antes le eché un vistazo y él ya había centrado toda su atención en su laptop.

¿En serio?

¿No me va a detener como en las películas románticas?

Ok, que el libro de Lily se haya vuelto mi favorito me está afectando.

Iba a decir algo cuando de la nada alzó los brazos y gritó a los cuatro vientos:

—¡Joder, sí! ¡Terminé! —estiró su cuerpo y movió su cabeza a ambos lados haciendo que su cuello tronase—. Después de tantos malditos días logré terminar. Ahora solo tengo que presentar el plan mañana y listo.

—Me alegro por... —no completé la frase porque de la nada un pequeño tornado rubio irrumpió en la estancia.

—¡Gary! ¡Gary! ¡Gary! Mira lo que el chef me ayudó a hacer para ti —chilló mientras corría con una taza entre sus manitas, sosteniéndola por encima de su cabeza y...

Oh no.

Frenó en seco demasiado tarde y accidentalmente desparramó toda la bebida —que por el color marrón oscuro deduje que se trataba de café— sobre la laptop de Garret.

—Mierda —fue lo único que susurró por lo bajo mientras se levantaba y tomaba el aparato con una mano, al inclinarlo hacia un lado dejó caer gran parte del líquido que la mojó.

—Ay no —se lamentó Mat, abrazando la taza y agachando la cabeza—. Lo siento mucho.

—Ay, Mat —murmuré, acercándome.

—¿Estás enojado conmigo? —le preguntó a Garret quien hasta el momento no lo había mirado, cuando bajó la vista en su dirección hizo lo último que esperé: sonreírle.

—Claro que no lo estoy, campeón —dejó la laptop rota a un lado para agacharse frente al niño—. Fue un accidente.

—Pero estropée tu trabajo —el rubito hizo un puchero—. Llevas muchos días haciéndolo.

—No, estropeaste la laptop. ¿Crees que es la primera vez que me pasa esto? Pues no. Cuando estaba en la universidad derramaba todo tipo de bebidas sobre las laptops y gracias a eso aprendí que siempre es bueno tener un respaldo, así que todo mi trabajo se guarda automáticamente en la nube y lo envía a mi computadora de la empresa mientras lo hago.

—¿Entonces no lo perdiste? —pregunté, aliviada.

—No, solo perdí la laptop y eso no es nada, conseguiré otra.

—¿De verdad no estás molesto conmigo? —cuestionó nuestro pequeño aún sintiéndose culpable.

—Ya te dije que no —le agitó el cabello como suele hacer—. ¿Y qué era lo que me traías? ¿Café?

—Sí —respondió, echándole un vistazo a la taza—. Como no tienes tiempo de ir a la cafetería, quise hacerte un café con vainilla como los que te hace mamá.

Awwww.

—¿En serio? —el castaño rojizo sonrió con amplitud a lo que Mateo asintió—. ¿No quedó ni un poco?

—Sí, un poquito —le tendió la taza la cual Garret no tardó mucho en llevar a sus labios.

Sonreí al escuchar esos gemiditos cortos que siempre emite con mis expresos. No supe si lo había hecho para hacer sentir mejor al niño o en serio le había gustado tanto como los míos, pero de igual forma amé la sonrisa que le mostró.

—No está nada mal, eh. Tienes el mismo talento de tu madre.

—¿Tú crees?

—Mhm. Y de hecho, me quedé con ganas de más —le devolvió la taza—. ¿Crees que me puedas preparar otro?

—¡Claro! —exclamó animado antes de salir casi corriendo.

—¡Mateo! —lo llamé, haciendo que parara en seco y se girase—. ¿Qué lección aprendiste de esto?

—Que no debo correr con tazas de café en las manos, ¿cierto? —hizo una mueca.

—Exacto.

—Ok, mami —asintió para luego salir caminando a un ritmo normal.

Luego de que el pequeño se fuera, me giré hacia mi novio y le mostré mi mejor expresión de mamá regañona.

—Siéntate —le oredené, señalando su silla. Frunció el ceño con confusión, pero me obedeció, yo por mi parte tomé asiento sobre el lado seco del escritorio—. ¿Me puedes explicar por qué finges no estar enojado?

—No estoy fingiendo porque no lo estoy. Fue un accidente y él solo quería hacer algo lindo por mí, no podría enojarme ni aunque quisiera.

—Lo sé, pero de no haber tenido esa copia hubieses perdido todo por lo que has trabajado durante días.

—Y aunque así fuera, seguiría siendo un accidente —se levantó y se colocó frente a mí, casi entre mis piernas—. Soy una persona serena, Lori. Muy pocas cosas me sacan de mis casillas, entre ellas que se metan con mi familia. Pero si esperas que me enoje, grite y maldiga a los cuatro vientos por algo que nuestro pequeño hizo sin ningún tipo de mala intención, entonces te vas a quedar esperando, porque ese no soy yo.

Es cierto.

Suspiré.

—Lo siento. Quizás solo estoy malacostumbrada a reacciones explosivas y agresivas.

—Yo no lo veo así —tomó mi barbilla entre sus dedos, haciendo que lo mirara—. Mis reacciones relajadas han sorprendido a más de uno, créeme. Cuando éramos pequeños, Evan detestaba que me tomara tan bien sus bromas pesadas, no tenía gracia si no me enojaba.

—Es increíble la capacidad que tienes para hacerme sentir mejor —le sonreí, cruzando mis brazos alrededor de su cuello.

—Es mi especialidad —rozó su nariz con la mía, me encanta cuando hace eso—. Ahora que ya terminé mi trabajo, ¿qué te parece si tú y yo vamos a relajarnos?

—Buena idea —besé brevemente sus labios y bajé del escritorio—. Vamos.

Nos tomamos de la mano para salir del despacho. Justo en la salida nos topamos con Mat que venía sosteniendo la taza con toda la delicadeza del mundo. Ambos lo miramos con una mirada de advertencia fingida, para ponerlo a prueba.

—¿Qué? Vine caminando lento esta vez.

Nos reímos y negamos con la cabeza antes de anivelar nuestra altura con la suya para llenar su carita de besos.

(...)

—¿Has visto a Mat? —le pregunté a Vivi al ingresar a la cocina.

Garret y yo llevamos toda la tarde buscándolo y me preocupa porque ya está comenzando a anochecer y no ha dado señales de vida. Mañana es el primer partido oficial de los Lions y Garret lo buscó para ayudarlo a practicar un poco y darle más seguridad, pero no dio con él y pasado un rato en su búsqueda decidió contarme.

Que vivamos en una mansión no ayuda en lo más mínimo para dar más rápido con su paradero. Tratamos de comunicarnos por medio del walkie-talkie, confirmamos si estaba con Brave, buscamos en el jardín y la sala de juegos...literalmente hemos recorrido toda la casa.

—¿No está aquí tampoco? —preguntó Garret, ingresando al lugar. Su expresión de preocupación era evidente.

Negué con la cabeza y soltó un suspiro de desesperación mientras se pasaba una mano por su cabello raro. Aparte de lo preocupada que estaba por no saber dónde se encontraba mi hijo, también estaba enternecida porque él parecía estarlo incluso más que yo. Es hermoso el vínculo que ambos comparten ahora.

—Quizás solo está jugando en las habitaciones que no conoce —abogó Viviane, tratando de calmarnos.

—Ya lo he buscado por todos lados, habitación por habitación —respondió Garret—. En la sala de cine, en mi zona especial, en el parque, en la entrada...

—¿Y en la piscina? —propuso Vivi, haciéndome recordar que ahí no había buscado, al menos no yo.

—No he pasado por ahí —susurró Garret—. ¡Gracias, Vivi!

Y dicho esto me tomó de la mano y casi me arrastró hacia la locación que la castaña nos había indicado. Casi tuve correr para seguirle el paso sin caer de cara al suelo en el intento, pero comprendía que estaba igual de ansioso que yo por dar con Mat. Al llegar a la piscina emitimos suspiros de alivio al unísono al encontrar a nuestro rubito sentado en el borde de esta, con sus piernitas hundidas en el agua y sus zapatos descansando a un costado.

—¡Mateo! —grité, llamando su atención.

Antes de que me respondiera, ya estaba encaminándome en su dirección, esta vez siendo yo quien arrastraba a Garret conmigo. Nos arrodillamos junto a él y lo envolvimos en un fuerte abrazo antes de proseguir a regañarlo por hacernos pasar semejante susto.

—¿¡Me puedes explicar por qué desapareciste así!? —exclamé un tanto más molesta de lo habitual—. Te hemos buscado por todas partes.

—¡No vuelvas a hacernos esto en la vida! —secundó mi novio, pero más que un regaño sonó como una súplica—. Creí que algo malo había pasado contigo.

—Lo siento... —musitó el niño aún sorprendido por nuestros reclamos—. Estuve aquí todo el tiempo.

—¿Y no escuchaste nuestros gritos mientras te buscábamos?

—No, ninguno —negó con la cabeza y es entendible, la piscina se encuentra a un par de metros del interior de la casa y dista un poco de los espacios comunes que solemos ocupar.

—Bueno, está bien —suspiró Gary, ya más calmado—. Pero, por favor, la próxima vez que vayas a un lugar de la casa que no frecuentes, llévate tu walkie-talkie contigo. Nos asustamos muchísimo al ver que no aparecías.

—De acuerdo. Lo siento de nuevo —intentó sonreír y en ese momento noté que algo no andaba bien.

—Cariño, ¿por qué viniste a un sitio tan apartado? —pregunté con tacto.

—Es que quería estar un rato solo —murmuró, desviando su mirada hacia el agua.

Sí, definitivamente algo no va bien.

—¿Y eso por qué? —interrogué mientras me deshacía de mis sandalias para sentarme a su lado e introducir también los pies en el agua.

—Es que mañana es mi primer partido y...hoy todos mis compañeros de equipo estaban hablando de que sus padres van a ir a animarlos. Incluso el papá de Joey irá —agachó su cabecita—. Me siento de nuevo como el primer día de clases.

Ay, mi niño...

—¿Por qué mi papá no está? —fue más un lamento que una pregunta.

Eso fue una estaca directa en el corazón. Al ser huérfana de ambos padres comprendo muy bien cómo se siente, pero yo perdí los míos a una edad más avanzada y Mateo solo compartió con Pablo sus primeros meses de vida. Esto también acababa de regresarme a su primer día de clases, sentí el mismo sentimiento amargo de aquella ocasión.

—Yo me pregunté lo mismo durante mucho tiempo —habló Garret que no sé en qué momento repitió mi acción y también tomó asiento junto al niño, pero del lado contrario al mío—. ¿Por qué mi papá no está? ¿Por qué murió? ¿Por qué todos tienen a su padre exceptuándome a mí? ¿Quién me deseará un buen día e irá a verme a mis partidos de fútbol?

—¿Y tienes las respuestas ahora? —preguntó el niño, mirándolo.

—Pues sí —asintió—. No está, no porque quisiera estar ausente, sino porque la vida no le dio opción. Murió porque estaba enfermo o quizás el cielo estaba necesitado de un ángel como él. Todos tienen padre porque tienen suerte de tenerlos y el mío tuvo que irse.

—¿Y quién te deseaba buen día e iba a verte jugar fútbol?

—Alguien que me amó por partida doble cuando mi padre se fue y siempre será mi heroína por ello: mi madre —esto último lo dijo observándome e instintivamente mi pequeño también lo hizo y sonrió, al parecer recordando que siempre me tendrá a mí—. Y ella misma fue quien me regaló al mejor segundo padre que pude haber tenido: Eduard. Y Eduard a su vez me dio la oportunidad de tener al insoportable de Evan como hermano menor.

Eso nos hizo reír a ambos.

—Mat, quiero que aprendas algo —le colocó una mano en su pequeña espalda, sobándosela a modo de consuelo—. A veces las personas que amamos se van antes de tiempo y, aunque nos duela, tenemos que aprender a vivir sin ellas y hacer lo mejor que podamos por nuestra cuenta, eso los hará sonreírnos orgullosos desde el cielo —le sonrió a medias—. Y también a veces la vida nos arrebata a las personas que más queremos, y luego, como una especie de premio de consolación, nos regala a seres maravillosos y excepcionales. En mi caso el premio fue mayor porque creí que eso solo había ocurrido con mi familia, pero resulta que también llegaron ustedes.

Garret...

—No puedo traer a tu padre de vuelta, Mateo. Si tuviera la facultad de hacerlo, lo haría sin pensarlo dos veces para poder hacerte feliz. Pero no puedo. Así que haré lo que sí puedo hacer...me tendrás contigo cada mañana antes de entrar a la escuela deseándote un buen día, me verás mañana ahí animándote para que metas muchos goles y estaré para ti siempre que me necesites.

El niño no le respondió con palabras, sollozaba repetidamente y, conociéndolo, las palabras no le saldrían. Solo se levantó —salpicando un poco de agua a su paso— y le regaló un tierno abrazo que no tardó en ser correspondido.

—Te quiero mucho, Gary —balbuceó entre sollozos.

—Yo más a ti, mi campeón —se separó del niño para despojar su rostro de lágrimas—. No llores.

—Es que creí que no irías a verme mañana.

—¿¡Qué!? ¿Cómo crees que me iba a perder tu primer partido?

—Es que has estado muy ocupado y no tenías tiempo de ayudarme a entrenar.

—Pero eso no quiere decir que me perderé tu primer juego. No pienso perderme ninguno.

—¿De verdad?

—¿Alguna vez te he mentido? —el rubito negó con la cabeza—. Entonces si te digo que no me perderé ninguno, es que no lo haré.

—Mami, ¿tú tampoco te lo perderás? —preguntó, volteándose hacia mí.

—Claro que no me lo perderé, mi cielo —acaricié sus mejillas—. Mamá siempre estará para ti. Nunca lo olvides.

Yo también recibí un calusoroso y fuerte abrazo de su parte. Lo rodeé con mis brazos sin decir nada más, cualquier pensamiento erróneo que hubiese pasado por su cabecita había sido disipado tras escucharnos. Miré a mi novio por encima del hombro del niño y le hice una seña para que se sumara a lo cual sonrió y extendió ambos brazos para contenernos a ambos entre ellos.

Hay pocas cosas que me hacen genuinamente feliz en esta vida, pero no hay nada que me haga sentir tan bien como estos momentos. Somos una familia. Una familia que se apoya y se ama pese a todas las malas circunstancias, los traumas del pasado y los miedos del futuro. Una que nunca imaginé que formaríamos y ahora es indestructible.

—Los amo muchísimo a ambos —susurré, logrando que mis chicos intensificaran el abrazo mientras repetían mis palabras.





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Nuevo capítulooo!!!!

Primero que todo quiero aclarar que este cap, específicamente la escena de Mateo, está dedicado a una persona muy especial para mí que lo estuvo pasando mal en estas semanas. Anitadh06 esto es para que recuerdes que la vida sigue y él está allá arriba sonriéndote orgulloso.

Ahora bien. La escena de las pesadillas de Lori también estaba planeada desde hace mucho. No fue agradable de escribir, pero era necesaria como parte de su proceso de superación y para fortalecer un poco más su relación con Garret.

Spoiler del próximo cap: Alisten sus gorritos de fiesta, alguien va a cumplir años.

Besos de Karina K.love 😉

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