CAPÍTULO 30: La boda

Garret

—Cariño, ¿ya estás lista? —grité tocando la puerta del baño, Lori llevaba mucho tiempo allí y me estaba preocupando.

Nunca tuve una novia a la que llevar a una boda, ¿es normal que se tarden tres horas preparándose?

—Mi amor, te dije que ya voy —respondió desde el interior.

—Dijiste lo mismo hace una hora.

—Soy una de las damas de honor, debo lucir perfecta.

—Tú siempre luces perfecta.

Al parecer mi respuesta la hizo sonreír y sonrojarse, porque pasaron más segundos de lo normal antes de que me volviese a responder que estaba por salir. De seguro cuando salga —y obviamente me dedique a elogiar lo hermosa que debe estar luciendo— me dirá que soy un adulador; pero no es adulación, es la verdad.

Sabía que se tardaría un poco más, así que decidí ir a la habitación de Mat a ver si él ya estaba listo o eso de tardar medio día para arreglarse es cosa de familia. Sonreí al llegar al cuarto y verlo dentro de su pequeño smoking, nunca voy a superar lo tierno que luce usándolo. Se encontraba aturdiendo a Susan —la asistente veterinaria que contratamos para que cuide de Brave en nuestra ausencia— con todo tipo de indicaciones de cómo atender correctamente al cachorro, como si ella ya no supiera de sobra qué debe hacer.

Pero también estaba orgulloso de él por eso.

En el poco tiempo que el perrito lleva con nosotros, Mateo ha demostrado que, además de ser un niño muy maduro, también es bastante responsable. Cuida de Brave como si fuera su hijo. Ya que queríamos probar qué tan bien podía cuidarlo, alojamos al cachorro en su habitación y hay que admitir que no tenemos quejas en cuanto limpieza y orden. También, desde que ingresó al equipo de fútbol, llega más cansado de la escuela debido a sus entrenamientos y ya no puede hacer las tareas en el colegio como hacía antes, pero tan pronto llega a casa las hace y el resto de su tiempo libre se lo dedica al can.

Lori y yo hemos estado debatiendo si quedárnoslo o no. Por el gran sentido de la responsabilidad que ha demostrado Mat ya sabemos que su cuidado por parte de él no será un problema y, decir verdad, también le hemos tomado cariño. Es un cachorro muy cariñoso y obediente, a pesar de que por su condición no puede realizar mucha actividad física siempre agita su colita y nos lame las manos cuando vamos a visitarlo. Además, el chef ya se encariñó con él y dice que si se lo damos en adopción a alguien más, nos pondrá laxante en la comida por un mes.

—...y también recuerda que aún le cuesta levantarse, así que alcánzale su plato de comida para que no le duelan sus patitas y...

—Ok, basta —reí, irrumpiendo en la habitación—. Vengo a rescatarte —le dije a Susan, haciéndola reír.

—Solo está preocupado por su cachorro —dijo ella, restándole importancia.

—Aun así —me arrodillé sobre una pierna para anivelar mi altura con la del rubito—. Campeón, Susan estudió y tiene varios años de experiencia en el cuidado de animales, en especial perros, por algo la contratamos. Ella conoce muy bien su trabajo, no necesitas decirle lo que ya sabe.

—Conoce su trabajo, pero no conoce a Brave —me mostró una mueca de preocupación—. ¿Y si ella no entiende la carita que pone cuando tiene sed? ¿O cuando aúlla para que le acaricien el lomo? ¿O...?

—Lo sabrá —lo interrumpí— y Brave estará bien porque es el beagle más valiente del mundo, ¿cierto?

—Cierto —asintió, un poco más calmado.

—Bien, entonces necesito que dejes a Susan hacer su trabajo y elimines la preocupación de tu mente, ¿ok?

—Ok —asintió de nuevo.

—¿Qué tal si me acompañas a mi habitación a ver si tu mami ya terminó de arreglarse?

—Tú y yo sabemos que aún no terminó de arreglarse —negó con la cabeza mientras se cruzaba de brazos y, obviamente, haciéndome reír—. Además, quiero quedarme un ratito más con Brave, ¿sí?

—Ok, campeón —hice el ademán de agitarle el cabello pero me esquivó apartando rápidamente mi mano...e inexplicablemente ese gesto de rechazo me dolió.

—Si me despeinas, mamá te matará —se acercó un poco más a mí y rodeó mi oreja con sus manitas para susurrarme al oído—: Mejor hazlo cuando ya esté despeinado, te avisaré.

Sonreí al notar que su ''rechazo'' no fue más que un recordatorio de que Lori me estrangulará si vuelvo a despeinarlo antes de ir a un evento.

Él te quiere, Garret. Deja de pensar tonterías.

—Entonces te dejo un ratito más con Brave —extendí mi puño en su dirección y lo chocó al instante. Sí, definitivamente me quedo con el agitamiento de cabello—. Nos vemos en un rato.

Procedí a salir de la habitación de Mat para volver a la mía. Si las deidades divinas estaban de mi lado, mi novia quizás ya estaría lista. Me llevé una grata sorpresa al entrar, ella se encontraba de espaldas a mí y con solo ver su silueta ya se me estaba cayendo la baba. Pero definitivamente el paro cardiaco me dio cuando giró sobre sus pies y pude apreciarla en todo su esplendor.

Solo tengo una palabra para describirla: Wow.

El vestido largo rosa pálido de seda se ajustaba a la perfección a su esbelta figura. Su ondeado cabello recogido en un elegante moño bajo con mechones sueltos a los costados de sus orejas. Su bello rostro lucía un maquillaje simple y apropiado para el evento. Y...¡joder! No podría lucir más hermosa que ahora.

Aún embobado por la gloriosa imagen de diosa griega que estaban observando mis ojos, me acerqué a ella y me sonrió a la espera de los halagos que en breve recitaría.

—Si así de hermosa luces siendo dama de honor, no quiero imaginar lo espectacular que te verás en un vestido de novia —tomé una de sus manos y la alcé, haciendo que diera una pequeña vuelta—. Valió la pena la espera.

El rubor en sus mejillas aumentó y una de sus preciosas sonrisas se materializó en su rostro antes de acercarse para besarme.

—Tú luces guapísimo, ¿sabías? —murmuró al separarnos.

—Y me llevó tres horas menos que a ti —bromeé, ganándome una ceja alzada en respuesta—. Vámonos, aún tenemos deberes de dama de honor y de padrino que cumplir antes de la boda.

—¡Cierto! —exclamó para luego tomar mi mano y salir apresuradamente del cuarto.

Ahora está apurada, qué ironía.

Buscamos a Mat en su habitación y tuvimos que presenciar su emotiva despedida de Brave antes de poder llevárnoslo. En la sala de estar ya nos esperaban Vivi y el chef, ambos muy elegantes con su vestido lila con encaje y smoking respectivamente. Nos dirigimos a casa de mi hermano en una limusina y, al estar tan cerca, solo fue un viaje de cinco minutos.

Ya estando en la mansión Harriet Junior, Karl nos recibió y nos indicó que ya en el jardín —lugar donde se celebrará la ceremonia— estaba todo listo. Vivi y el chef se dirigieron hacia allí, Mateo quiso ir a ver a Jessie, Lori me dio un beso antes de ir a la habitación de Lily para ayudarla en lo que necesitara y yo me fui en busca de mi hermano.

Di un par de vueltas antes de llegar al cuarto que me habían indicado donde Evan se estaba alistando. Estaba a punto de tocar cuando de la nada aparecieron mis padres, deteniéndome. Mi padre vestía un traje negro muy elegante mientras que mi madre lucía un vestido largo rojo vino —su color favorito— que la hacía ver espectacular; modestia aparte, la mujer que me trajo al mundo es una obra de arte.

—Justo estaba por entrar a saludar a Ev —les hice saber cuando se posicionaron frente a mí.

—Te acompañamos —dijo mi padre.

Di dos toques a la puerta y al instante recibimos la aprobación de Evan para entrar. Al ingresar me lo encontré ya listo, vestido con un smoking y portando una sonrisa.

—¡Felicidades! —grité animadamente, no pensaba disimular para nada lo contento que estaba por él y por Lils.

—¿Quién diría que el inmaduro de mi hijo se casaría, DOS VECES? —bromeó nuestro padre.

—Yo no —rió mamá—. De hecho hubiese apostado por lo contrario.

—Oh, vamos, me consta que ustedes dos fueron quienes planearon el ultimátum —rió mi hermano, señalándonos a ambos.

Y eso me recordó lo que había hecho.

Esa broma de mal gusto fue mi idea. Yo ideé ese plan infantil en un intento desesperado por hacerlo madurar y, a pesar de que surtió bastante efecto, eso no me exonera de mi responsabilidad en esto; no es justo que mis padres carguen con la culpa.

—La verdad es que... —comencé a decir— en realidad fue mi idea.

Una expresión de perplejidad no tardó en alojarse en su rostro. Tragué saliva al darme cuenta de que en su cabeza de seguro se estaban desarrollando cientos de escenarios y todos ellos negativos. No puedo juzgarlo, lo hice pasar un muy mal rato en su momento.

—¿¡Qué!? —gritó, aún intentando procesarlo.

—Tenías casi 26 años y seguías comportándote como un niño. Siempre que peleábamos contigo mencionabas la herencia y que era lo único que por derecho no te podíamos quitar, así que se me ocurrió darte por donde más te dolía para...no sé, obligarte a madurar de alguna forma.

Ok, dicho en voz alta suena cien veces peor.

Soy un asco de hermano.

—Ok, una frase más sin sentido como esa y voy a olvidar todo lo que hemos progresado como familia para partirte la cara —rió sin gracia.

—Tranquilo, Ev —intervino papá—. Nadie pensaba quitarte la herencia, solo queríamos ver qué tan lejos llegabas por proteger tus intereses y te contaríamos la verdad una vez que encontraras una esposa o que se venciera el plazo que te di.

Eso sin duda confundió aún más al pelinegro, su rostro lo decía todo.

—¿O sea que todo fue...una broma de mal gusto? —dedujo lentamente, asentimos en respuesta—. ¿Entonces por qué no lo dijeron antes de que me casara con Lily?

—Pensábamos hacerlo el día de la cena en la que nos la presentaste —contestó nuestra madre—. Pero Lily...consiguió cautivarnos a todos aquella noche, nos enfrentó con la verdad y sin dejarse intimidar o menospreciar por nuestros comentarios obviamente planificados para ponerla a prueba.

—Creímos que alguien como ella, con su madurez y determinación era justo lo que necesitabas y después de que se fueron decidimos entre los tres que lo mejor era dejar que las cosas fluyeran —agregó papá—. Luego tú tomaste las riendas de tu vida y no hizo falta que interviniéramos.

—Y ahora te vas a casar de verdad —secundé, poniendo mi mano sobre el hombro de Ev—, con esa maravillosa mujer de la que por suerte te enamoraste.

—¿Saben qué? —me alarmé al escucharlo hablar, temía que estuviese enojado—. Quisiera enojarme, gritarles y dejarles de hablar como solía hacerlo, pero no puedo. Ustedes son mi familia y, a pesar de que maquinaron un juego muy extraño para que sentara cabeza, solo querían lo mejor para mí y me hicieron un gran favor. Tengo a Jessie, a Lily, a Margarita y me reconcilié con ustedes...así que gracias, de corazón.

Ahora el perplejo era yo.

Escuchar a Evan decir tales palabras cuando esperaba cualquier tipo de reacción negativa, me sorprendió de sobremanera. No esperaba que lo tomara así de bien. O no, no esperaba que lo tomara con tanta madurez. Comprendió que, si bien no fue la idea más cuerda, lo hicimos por su bien; y estoy tan orgulloso de él.

—Hey, ¿se van a quedar ahí parados? ¡Abrazo, familia, que me caso hoy! —exclamó, extendiendo ambos brazos de par en par.

¿Nos estaba invitando a un abrazo? ¡Nos estaba invitando a un abrazo!

En un parpadeo me encontraba siendo rodeado por sus brazos y los de nuestros padres. Era demasiado gratificante. Nunca antes habíamos compartido un momento tan emotivo los cuatro juntos. Algo como esto es lo que quise desde que nos convertimos en una familia y quizás lo hubiésemos logrado desde hace mucho si cada uno hubiese puesto más de su parte; pero ya es tarde para eso y tenemos que disfrutar el ahora.

Un molesto picor invadió mis ojos. No hay forma de negarlo, me había emocionado el momento, pero no me permitiría llorar. Los Harriet no lloramos, ¿recuerdan?

—Ok...emmm...vamos a ver a Lily —carraspeó papá al separarnos, y por cómo evitó nuestra mirada y se aclaró la garganta dejó en evidencia que no fui el único emocionado aquí.

A veces olvido que también tienes sentimientos, papá.

¡Mierda! Tampoco quiero que me vean llorar.

—Sí, aún no he visto a mi cuñada, seguro que está hermosa —dije, imitando las acciones de mi padre—. Vamos, papá.

Salimos huyendo de la habitación sin dejar a mamá o a Ev mediar palabra. No son tontos, saben que estamos evadiendo el embarazoso momento de vernos llorar. En lugar de caminar hacia la habitación de Lily, nos quedamos parados como estatuas a medio camino, casi podría jurar que pensábamos lo mismo.

—Lily no es la única que cree que mostrarnos débiles y sentimentales es una regla tonta de la familia —rompí el hielo, ganándome su atención—, Mat piensa lo mismo.

—Incluso yo estoy comenzando a creerlo —rió por lo bajo—. Quizás si hubiésemos sido más abiertos con nuestras emociones desde antes, ese abrazo se hubiese dado hace años —me miró, mostrándome sus ojos inundados en lágrimas, algo que nunca había visto antes—. Lily y Mateo tienen razón, es una tradición tonta.

Di un paso más cerca de él y lo envolví en un abrazo que me correspondió al instante. Quizás sea duro, recto y tenga un carácter tan fuerte que a veces parece frío, pero no hay un hombre al que admire más que Eduard Harriet.

Nuestro momento se vio interrumpido por la llegada de alguien. De mi madre para ser exactos. Y por cómo agitaba sus manos en dirección a su rostro y el tono rojizo de sus ojos, deduje que ella también estuvo llorando. Se sorprendió al vernos y rápidamente quiso ocultar el estado en el que se encontraba.

—¿Ustedes no iban a ver a Lily? —preguntó, a la defensiva.

—Vamos...pero nos detuvimos a pensar en cierta tradición familiar que a lo largo de los años no nos ha servido para nada más que ocultarnos los unos a otros lo que nos duele o nos conmueve.

Mamá presionó sus labios y parpadeó repetidamente para evitar que las lágrimas se escapacen de sus ojos antes de atreverse a mostrarnos su rostro ''débil''.

—Ev...él...me llamó mamá —musitó.

No sé qué me sorprendió más, si su voz quebrada o su declaración.

Evan nunca la llamó madre, ni siquiera por hipocresía frente a la prensa. Que lo haya hecho hoy es...maravilloso.

—¿En serio? —sonrió mi padre.

—No creo que lo repita o que comience a llamarme así a partir de ahora, solo...solo fue la emoción del momento. Pero...en alguna parte de su corazón me ve como su madre y...eso significa mucho para...

No la dejamos terminar, y la abrazamos a la vez como si lo hubiésemos planeado de antemano. Dejó escapar un par sollozos, solo un par, pero no era para menos.

—Sabía que algún día lo haría, cariño —le sonrió papá al separarnos.

—Bueno, supongo que este año me regalará algo por el día de las madres —bromeó mientras se secaba una lagrimilla rebelde.

—Pocas lo merecen tanto como tú —dije antes de depositar un beso sobre su frente.

Procedimos a abrazarnos una última vez, sin envolvernos como tamales, solo de lado. Hoy sin dudas es un día especial.

—¿Ves eso, Mat? Es un condimento histórico.

Nuestras miradas viajaron hacia unos metros más adelante al escuchar la vocecita de mi sobrina. Y ahí estaba ella junto a su primo, sonriéndonos.

Un momento, ¿dijo condimento histórico?

—Jessie, cariño, creo que la palabra correcta es acontecimiento histórico —la rectificó papá.

—Eso, acondicionador histórico. Es que ustedes no lloran nunca, deberían tomarles una foto y ponerla en los libros de la escuela.

Creo que escupí un pulmón. Y mi madre también.

—Jess, tampoco es acondicionador —rió él.

—Oh —exclamó Mateo mientras ladeaba la cabecita—. El abuelo habló.

—Eso también es un acompañamiento histórico —señaló mi sobrina y eso fue el colmo, nos destornillamos de la risa.

—No puedo con estos niños —negó con la cabeza.

Ni yo, pero los adoro.

(...)

Me encontraba en el altar junto al resto de los padrinos, observando encantado cómo mi hermano y mi cuñada se profesaban su amor eterno. No disimulé ni un poco lo feliz que estaba por ellos. Quizás todo haya comenzado como un acuerdo que beneficiaba a ambas partes, pero el amor es el amor, y nadie se escapa de él; menos cuando es tan verdadero como el de ellos.

A pocos metros de mí se encontraban las damas de honor, entre ellas la hermosa mujer que tengo la suerte de llamar novia. Me ha resultado inevitable no pensar en nosotros también en un altar en un futuro no muy lejano y definitivamente mi nueva fantasía es verla usando un vestido de novia.

Cuando notó que la estaba observando embobado en lugar de prestarle atención a los protagonistas de la ceremonia, me guiñó un ojo y negó con la cabeza, divertida. Articulé un ''Seremos los próximos'' sin voz y ella en respuesta se mordió el labio inferior con cierto nerviosismo.

Lily había acabado de entonar sus votos matrimoniales cuando le colocó su alianza a Ev en el dedo correspondiente. Pensé que el siguiente en hablar sería el sacerdote, pero Jessie —quien se había aproximado para entregarles los anillo a sus padres— se le adelantó y chilló:

—Y yo prometo hacer que se reconcilien cuando peleen, ser buena hija y hablar como una pandachina hasta que la muerte nos separe.

Como era de esperarse, todo el jardín fue inundado con las risas de los invitados y más de una mirada de ternura dirigida hacia la pequeña castaña.

—Oh, princesa —dijeron sus padres al unísono.

—Bien —intervino el cura—, una vez proclamados los votos de los novios y de la hija, yo los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.

Los novios no tardaron ni un microsegundo en fundirse en un romántico beso. El resto estallamos en aplausos y gritos. Cuando se separaron, Evan rápidamente cargó a su esposa en brazos y supimos que esa era nuestra señal, un detallito que Lils no planeó, pero que su esposo quiso que hiciéramos para ella: lanzar pétalos de rosas sobre ellos. A Jessie no le agradó que usurpáramos su puesto de niña de las flores, pero su papi no tardó demasiado en contentarla.

Los siguientes veinte minutos transcurrieron entre felicitaciones, fotos y brindis por y para los novios. Ambos sonreían de una forma tan radiante que le contagiaban su felicidad a todo el que los mirase.

Lori se acercó a mí luego de tomarse una foto con los recién casados. Rodeó mi cuello con sus brazos y depositó un beso corto sobre mis labios. La tomé de la cintura, acercándola un poco más a mi cuerpo.

—Luces muy contenta —le sonreí.

—Lo estoy —asintió—. Primeramente amo las bodas y sabes que les tengo un cariño muy especial a Lily y a Ev. Además, fui con quien Lils se desahogaba cada noche por todo el estrés de la boda, y verla ahora así de feliz me hace igual de feliz a mí.

—Estoy seguro de que ella estará igual de feliz por ti en nuestra boda —insinué, guiñándole un ojo.

Se tensó al instante, pero no de mala manera, solo el típico nerviosismo que ha demostrado desde que comencé a dedicarme a bromear con respecto a nuestra futura boda.

—Aún es muy pronto para hablar de boda, cariño —murmuró, agachando la mirada.

—Yo no he dicho nada de que nuestra boda sería pronto —la tomé de la barbilla haciendo que me mirase—, eso lo dijiste tú. Por algo será.

Esta vez además de ponerse nerviosa también se sonrojó. Sé que no le gusta verse acorralada en este tipo de situaciones, eso la hace sentir incómoda. Iba a cambiar de tema cuando el llamado de atención de la novia nos interrumpió. Lily estaba posicionada en el altar, dando saltitos de emoción y supe al instante de qué se trataba.

—¡Hora de lanzar el ramo! —anunció, sonriente.

Todas las mujeres no casadas presentes corrieron despavoridas hacia la castaña, ansiosas por ser la suertuda que atrapará el ramo. Mi rubia solo me sonrió y me besó con brevedad antes de separarse.

—Ya vuelvo. Iré a ver si atrapo ese ramo, para casarnos...quizás pronto.

Dicho esto me dio un beso en la mejilla y se dirigió hacia la pequeña multitud de posibles futuras novias. Todo esto la emocionaba aunque no lo dijera, se notaba por su sonrisa.

—Espero que la tía Lorraine agarre el ramo.

Me giré al escuchar el deseo de mi pequeña sobrina. Me la encontré a mi lado junto a Mat, ambos lucían sus mejores sonrisas.

—Yo también lo espero —les sonreí.

—¿Y tú Mat? —le preguntó Jess a su primo.

—Bueno... —alargó la E como suele hacerlo en estos casos— quizásyotambién.

—¿Qué? —preguntamos Jessie y yo al unísono, el rubito lo dijo tan rápido que no tuvimos la oportunidad de procesarlo.

Suspiró—. Dije que quizás yo también lo espero —murmuró esta vez.

Una sensación de calidez me llenó por completo al escuchar eso. Mateo y yo nos hemos acercado muchísimo, tanto que nuestra relación se independizó totalmente de Lorraine; solo somos nosotros con nuestras bromas, juegos y muestras de cariño. Que él quiera que su madre atrape el ramo a sabiendas de lo que eso significaría a largo plazo, quiere decir que me ve como algo más que el novio de su madre. Me considera parte de su familia y está bien con que lo seamos de forma oficial.

—Entonces crucemos los dedos porque Lo agarre ese ramo —propuse, cruzando mis dedos.

Los peques imitaron mi acción y proseguimos a disfrutar del show.

Todo pasó muy rápido.

Lily se volteó, contó hasta tres y lanzó el bendito ramo. Esa manada de damas dieron saltos e hicieron todo tipo de proezas gimnásticas para tomarlo, pero, finalmente, cayó en manos de la única que no hizo más que agacharse para no ser aplastada.

Lorraine.

Me fue imposible no reír cuando se incorporó y vio que en una de sus manos llevaba el ramo, se sorprendió tanto que casi lo dejó caer. Estaba tan sorprendida que se giró hacia mí y lo señaló con su mano libre como si aún no se creyese que lo sostenía.

—¡LA TÍA LORI SERÁ LA PRÓXIMA NOVIA! —chilló Jess a la vez que le lanzaba un puñado de pétalos de rosas.

Automáticamente todas y cada una de las miradas se centraron en nosotros dos. No le tomé mucha importancia a eso y me ocupé de lo que realmente me importaba: ir a besarla; y eso hice.

—Parece que en la siguiente boda seremos los novios, mi amor —susurré sobre sus labios una vez estuvimos separados.

—Sí, eso parece.

(...)

La recepción de la boda se había extendido más de lo previsto. Ya no nos encontrábamos en el jardín, sino en el salón que previamente habían escogido para la fiesta. Los niños se encontraban encadilados con la fuente de chocolate, gran parte de los invitados estaban bailando o charlando y los novios se mostraban más acaramelados que nunca.

—¿Me concede una pieza, Lord Harriet? —sonreí al voltear y encontrarme a mi novia con su mano extendida en mi dirección.

Ya no llevaba el vestido de dama de honor. En su lugar tenía puesto uno color blanco, sencillo, de finos tirantes, con un gran escote en la espalda e ideal para eventos como este.

Tomé su mano y besé sus nudillos, luego su frente y por último sus labios.

—Será un placer, Lady Moon.

Caminamos hacia la pista de baile e iniciamos un lento vals. Apoyó su cabeza sobre mi pecho, según ella eso la ayudaba a relajarse para no dejarse llevar y robarse el show como siempre hace cuando de danza se trata, hoy era el día de Lily y Evan y no quería robarse más atención de la que ya había recibido con lo del ramo.

—Mi amor —me llamó, aún sin despegar su cabeza de mi pecho, luego de estar aproximadamente tres canciones en silencio.

—¿Sí?

—Hay algo que he estado pensando hace un tiempo y necesito tu consejo.

—Sabes que puedes contarme lo que sea. Te escucho.

—Quiero...volver a dedicarme al baile.

¡Sí!

—¿¡En serio!? —exclamé.

Alzó la vista para conectar nuestras miradas. No parecía estar tan animada como yo con la noticia y eso despertó mis dudas.

—¿Ocurre algo? Te da miedo que...

—No —me interrumpió—, no se trata de ningún trauma no superado. Y tampoco quiero que te emociones en vano, no voy a volver a bailar profesionalmente.

—¿Entonces?

—Quiero trabajar en algo relacionado a la danza, como instructora de baile quizás. Quiero...transmitirle mi pasión a otras personas y tal vez de esa forma pueda ayudar a otros como me ayudaron a mí.

Eres única, Vainilla.

Llevé una mano a su mejilla para acariciarla con dulzura. Eso es justo lo que ella transmite, dulzura.

—Me parece una excelente idea y sabes que cuentas con todo mi apoyo —me regaló una sonrisita, pero aún lucía algo angustiada—. Pasa algo más, ¿cierto?

—Es que...para hacerlo tendría que renunciar al Sweet Paradise. Ese fue mi primer trabajo después de cinco años, lo que me ayudó a recordar mi capacidad como una mujer independiente. Lily me dio esa gran oportunidad y no quiero decepcionarla o parecer una desagradecida.

—¿Qué? ¡No! Claro que no —negué con la cabeza—. Lily sabe que el baile es tu vocación y que cuando lo retomaras, volverías a trabajar en algo relacionado con ello. Dudo que se enoje y mucho menos que te considere malagradecida, al contrario, estará contenta por ti aunque eso signifique dejarte ir. Eres una bailarina, no una camarera y, a pesar de que extrañaré con toda mi alma tus expresos con vainilla, prefiero verte feliz haciendo lo que más amas hacer.

Esta vez sí recibí una sonrisa amplia y hermosa y de bono extra un tierno beso.

—Gracias, mi amor. Necesitaba escuchar eso.

—Te quiero —besé su frente.

—¿¡Te quiero!? —fingió indignación mientras daba un paso atrás—. ¿¡Me rebajaste al te quiero!?

Reí y, haciendo uso de mi agarre en su cintura, la volví a pegar a mi cuerpo.

—Te amo.

—Eso está mucho mejor —ronroneó, apoyando nuevamente su cabeza sobre mi pecho.

Estábamos dispuestos a bailar un poco más cuando de pronto la música dejó de sonar y el sonido de un micrófono recién encendido alertó a la mayoría de los presentes. Volteamos hacia el sitio del cual provenía el sonido y nos encontramos a los más pequeños de los Harriet de pie sobre un improvisado escenario que fue preparado de antemano para aquellos que quisieran dedicarle unas palabras a los festejados.

—Su atención, por favor —pidió Jess a la cual el micrófono le quedaba graciosamente grande. Todos cumplimos con su pedido y esperamos a que se dispusiera a hablar, el resto de los Harriet se posicionó junto a Lori y a mí—. Gracias. Mi primo Mateo quiere decir unas palabras.

—Ay no —dijo mi novia, asustada. La abracé de lado para intentar calmarla.

Jessie le pasó el micrófono al rubito —a quien también le quedaba grande— y luego bajó del escenario para darle espacio. Él se aclaró la garganta y le echó un vistazo panorámico a todo el salón antes de suspirar.

—Jessie me dijo que tenía que decir algo sobre la familia porque hoy es un día muy importante, así que aquí voy.

—Recemos porque no me vuelva a llamar villana de telenovela —bromeó mi madre para aligerar el ambiente, pero logró el efecto contrario, al menos en Lori y en mí.

—Todos conocen a la familia Harriet —comenzó—, son famosos en la ciudad. Pero no lo conocen todo de ellos. El abuelo Eduard nunca habla, es como una estatua de la plaza, pero ama pasar tiempo en familia. La abuela Regina siempre tiene cara de villana —cambió su expresión a una rara, con los ojitos entrecerrados y el ceño fruncido—, es como así —se me escapó la risa—, pero siempre se preocupa por todos nosotros.

—Aww —sonrió mi madre, para nuestra sorpresa.

—El tío Evan es un celoso de lo peor, no deja que ningún niño se le acerque a Jessie a menos de un kilómetro de distancia, pero él es quien nos defiende y protege a todos los demás.

Recordé cuando Lori me contó todo lo relacionado con su pasado y mencionó que mi hermano la salvó de su atacante, quizás a eso se refería. Pero Ev también ha salvado a Lily, a Jessie, a Margarita y a la familia entera. Mateo tiene mucha razón.

—La tía Lily siempre hace chistes muy raros —en esta ocasión reímos todos porque esa ha sido la mejor manera de describir el sentido del humor tan peculiar de mi cuñada—, pero si ella no sonríe, nadie más lo hace.

—Mat... —murmuró Lils, sonriendo.

—La tía Margarita siempre aparece como un fantasma y es como adivina porque siempre sabe qué estamos pensando —la aludida rió al escucharlo—. Pero es como nuestro ángel guardián. O hada madrina, así la llama la tía Lily.

Todos los Harriet sonreímos en dirección a ella. No sé en qué momento exacto Lori la abrazó del lado derecho del mismo modo en que yo la estaba abarazando a ella y del lado izquierdo lo hacía Evan también.

—Mi prima Jessie habla y habla, y habla y a veces parece que nunca se va a callar.

Al escuchar esto, la pequeña —que se había quedado cerca— subió al escenario y le pidió el micrófono a Mat. Este se lo dio y lo que la niña dijo a continuación nos arrebató risas a todos.

—Es verdad, yo nunca me callo. Mi papi dice que soy una puntifina.

Y sin más que agregar, le devolvió el micrófono a su primo para luego bajar del escenario. Mateo tomó la palabra nuevamente:

—Lo que el tío Evan dice es parlanchina, pero todos sabemos que nunca lo dirá bien —otra vez el salón se llenó de risas—. Pero aunque hable mucho y confunda las palabras, sin ella no seríamos tan unidos y las cosas no serían tan divertidas.

—¡¡¡Te quiero, Mat!!! —gritó mi sobrina, es una ternura.

—Bueno... —alargó la E— ahora viene Garret.

Oh oh.

—Garret es pésimo cocinando, siempre llega tarde cuando va a buscarme a la escuela y cree que no sé caminar porque siempre anda cargándome para todos lados —reí por lo bajo, todo es cierto—. Pero él siempre está ahí cuando lo necesito —su mirada azul se conectó con la mía—. Cuando estoy triste, desanimado, enfermo, cansado o aburrido; nunca me falla. Nunca le falla a la familia.

A la mierda la tradición Harriet, eso me emocionó como nadie tiene idea y no me avergüenza que todos me vean lagrimear.

—Y mi mami es perfecta. Buenas noches, gracias y adiós.

Y concluyó estirando su bracito para luego soltar el micrófono, dejándolo caer en el suelo y provocando un molesto ruido. Sí, muy rockstar de su parte.

Mientras el salón entero se sumió en aplausos, Mateo bajó del escenario y caminó hacia nosotros siendo seguido por Jessie. Se plantó delante de nosotros mostrando una sonrisilla inocente.

—¿Estoy castigado?

Ok, no puedo contenerme más.

—Ven aquí, campeón —lo cargué, sonriéndole—. Yo también tengo algo que decir de ti.

—¿Ah sí? ¿Qué?

—Eres un pequeño gruñón, pero no sé qué sería de esta familia sin tu sinceridad, tus travesuras y tu risa —me acerqué a su oído para susurrarle—: Eres nuestro pequeño héroe y el más valiente de todos los Harriet, nunca lo olvides.

En respuesta recibí un cálido abrazo. Abrazo que se convirtió en uno grupal cuando todos se abalanzaron sobre mí porque al parecer yo no era el único que moría por apapacharlo después de todas las verdades y cosas hermosas que dijo de la familia; nuestra familia.

—¡Ey! —nos separamos al escuchar esa voz conocida, un no muy contento pelirrojo nos miraba mal y tenía ambas manos en su cintura como si fuera una madre a punto de regañar a sus hijos—. Pedí dos de estos —señaló a ambos niños— para llevar hace meses y no me los han traído.

Evan se golpeó la frente y negó con la cabeza como si la actitud de su amigo fuera lo más vergonzoso que haya presenciado jamás.

—Tío George, no te preocupes —le habló Jessie—. Ya te dije que te vas a casar con mi tía Roxy y tendrán sus propios bebés.

El pelirrojo casi se atraganta al escucharla y no pasé por alto las miradas pícaras que Evan y Lily le lanzaron.

Las mismas que nos lanzaban a Lorraine y a mí hace un par de meses.

Las que le lanzan a las futuras parejas perfectas.

(...)

—Es increíble lo rápido que se durmió —comenté al ver a mi niño durmiendo plácidamente en su cama, abrazando a Spidey.

Tan pronto regresamos de la fiesta, saludó a Brave, se puso su pijama y cayó rendido. Lori y yo aún conservamos nuestra vestimenta formal, pero tan pronto lleguemos a nuestra habitación, repetiremos la acción de nuestro pequeño.

—Pasar el día entero en un evento, comer grandes cantidades de chocolate y hablar de los defectos y cualidades de tu familia en público cansa a cualquier niño de su edad —comentó mi rubia desde el otro lado de la cama.

Reí.

—Aún no me creo que haya dicho todo eso.

—Ni yo. Mientras más hablaba, más ganas tenía de que la tierra me tragase —rió—. Pero admito que me causó mucha gracia.

—A mí lo que me impresionó fue que expuso nuestros defectos y luego sacó a relucir el papel que juega cada uno en la familia, qué aportamos, qué representamos —sonreí—. Es hermoso que haya logrado percibir eso.

—Él siempre ha logrado hacerlo —murmuró, desviando la mirada—, para bien o para mal.

—Ey —la llamé, haciendo que me mirara—, nada de pensamientos tristes ahora, ¿ok?

—A veces me cuesta un poco —suspiró.

—Lo sé, pero ahora Mateo está estable y feliz. Y así como percibió cosas negativas en el pasado, también ha percibido las más positivas en el presente —tomé su mano y le di un ligero apretón—. Céntrate en el ahora, en lo que somos y lo que tenemos.

Me sonrió y luego devolvió su mirada al campeón.

—Tienes razón, eso haré.

Nos quedamos un buen rato en silencio, velando el sueño de nuestro niño. No sé por qué, pero resulta tan relajante y tierno que creo poder hacerlo por horas sin cansarme.

Pero tenía algo atragantado que quería decir hace horas y no me pude contener...

—¿Cuándo nos casamos?

Nunca voy a olvidar la expresión en su rostro luego de escucharme decir eso.






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Nuevo capítulooo!!!

Después de...tres siglos, ¿no?

En serio lo siento. La mayoría ya sabe el motivo de mi tardanza: mis exámenes de ingreso a la universidad.

Sí, sé que ha pasado un mes, pero mis estudios son y siempre serán mi prioridad. Muchos de ustedes me escribían preguntando cuándo volvería a actualizar sin saber que estaba estudiando, así que les aconsejo que cuando vean que llevo mucho tiempo sin actualizar, se pasen por mi tablero o mi perfil de Instagram, normalmente por esas vías explico el porqué de mi tardanza.

Por otro lado, mientras estuve ausente...¡LLEGAMOS A LAS 40K LECTURAS! Me impresionó porque literalmente estuve inactiva durante semanas, pero eso no fue impedimento para que las lecturas aumentaran y se los agradezco de corazón.

Espero que les haya gustado este cap que llevo un mes escribiendo de pedacito en pedacito y recién acabo de terminar casi a las dos de la mañana.

¿Les gustó la boda contada desde la perspectiva de Garret?

¡Lori atrapó el ramo! ¿Creen que haya boda pronto?

Mateo hablando de los Harriet...llevo meses esperando a llegar a este punto de la historia para escribir esta escena. Sí, la tenía planeada hace mucho.

Besos de Karina K.love 😉

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