CAPÍTULO 28: Lecciones de baile y primera cita
Lorraine
Una canción muy pegadiza estaba sonando en la cafetería y, por consiguiente, me encontraba moviéndome al ritmo de la misma mientras preparaba los cafés.
Desde aquella noche en el club de salsa, le he perdido todo tipo de miedo a retomar el baile. Lo hago a toda hora, en todo momento. Donde haya música estaré yo bailando. Y haber recuperado el amor por mi más grande pasión se lo debo a ese hombre maravilloso que tengo por novio.
Y hablando de él, cada día que pasa me enamoro un poco más.
Desde que su habitación se volvió nuestra, cada noche es un momento mágico lleno de mimos, masajes mutuos, risas y besos; lo mismo ocurre en las mañanas, ya me adapté a que nos duchemos y nos cepillemos los dientes juntos. Ahora también nos ayudamos a elegir la ropa que usaremos mutuamente, él mismo se encargó de llenar mi lado del clóset de esos vestidos floreados cortos que tanto amo.
También he presenciado el esfuerzo enorme que ha hecho para acostumbrarse a su nuevo rol de hombre de familia. Aún le cuesta un poco balancear el trabajo con su tiempo para Mateo y para mí, pero me recuerda cada noche que, a pesar de que está tan cansado, ama lo ajetreada que es su vida desde que estamos en ella.
Al terminar con los dibujos en la superficie de las bebidas, las coloqué sobre la barra en frente de sus respectivas clientas.
—Café turco para la Srta. Wood. Café moca para la Srta. Stone. Un expreso doble para la Srta. Monet. Y un latte macchiato para la Srta. Allen.
La rubia, la pelinegra y ambas castañas tomaron sus respectivas tazas y le dieron el primer sorbo. Sus gemidos y expresiones de satisfacción me dejaron complacida con mi trabajo.
—Ahora entiendo por qué el café fue parte de tu plan de conquista con Garret —sonrió Ariadna, haciéndonos reír al resto.
—Tanto así que su apodo es Expreso —secundó Corina entre risas.
—Bueno, chicas, ahora fuera de broma —intervino Roxy, la hermana menor de Lily—, Lorraine tiene talento para esto.
—Doy fe —afirmó Jasmin, alzando una mano y llevándose la otra al pecho.
—Exageradas —reí.
En serio amaba este ambiente, el de charlar y compartir risas con amigas. Esa famosa salida que Jasmin propuso hace casi un mes aún no la hemos podido llevar a cabo por su trabajo, mi viaje a California y nuestros papeles de damas de honor en la boda de Lils, pero esto último me dio la oportunidad de pasar más tiempo no solo con la novia, sino también con las cinco restantes damas. Al principio estaba un poco incómoda ya que, si bien había socializado con todas, temía meter la pata de alguna forma.
Pero no, eso no sucedió.
La primera misión fue hallar el vestido de novia de Lily —toda una proeza, dicho sea de paso— y admito que me divertí muchísimo con esa búsqueda, sin duda ninguna de nosotras lo olvidará. Ese día me relajé e hice lo que Garret me aconsejó, simplemente disfrutar de la compañía y pasarlo bien. A partir de ahí he mantenido más contacto con las chicas.
Angeline y Roxy, como las buenas expertas en moda que son, halagaron mi cambio de look y me dieron un par de tips para combinar mejor mis atuendos y demás; fue asesoría gratis por parte de una top model y una estilista de alto rango, no puedo quejarme.
Con Corina y Ariadna también lo he pasado muy bien. Ambas son ese tipo de mujeres que irradian seguridad y firmeza, pero, como ellas mismas alegaron, tienes corazones de pollo. Tras conocerlas mejor me sentí ridícula por haberlas celado en un inicio, al final del día no son más que las amigas más cercanas de Garret, eso es todo. De ellas adoro que puedes hablar de cualquier tema, desde el clima hasta las grandes tragedias femeninas, y siempre obtendré una charla amena.
Y claro, también está mi queridísima amiga de la infancia. Jas fue quien más me ayudó —inconscientemente— a sentirme cómoda. Me llama todo el tiempo para conversar de ningún tema en particular, según ella la relaja hablar conmigo. También me ha acompañado un par de veces a buscar a Mat al colegio y bromea todo el tiempo con respecto a mi futura boda con Garret y los próximos Harriets que vamos a procrear. Está loca.
—...en serio mi hermana se está volviendo loca con el tema de la boda —reía Roxy—. Se supone que Evan nos reclutó y nos pidió que la ayudásemos para aligerarle el peso del trabajo, que es lo que hemos estado haciendo, pero está tan tensa que cree que en todo momento algo saldrá mal.
—Es la paranoia pre-nupcial —comentó Cori—. Créanme, pasé por ello y es muy estresante.
—Al menos a ustedes solo las llama de vez en cuando para arreglar un par de detalles —exhalé con pesadez—. A mí me llama cada noche y me hace un resumen de lo largo, cansado y estresante que fue su día y lo terrible que será el siguiente por todo lo que falta por ultimar.
—¿En serio? —rió Ariadna.
—Sí. Eso sin contar su típica frase de: ''Toma nota, Lo. Pronto estarás en mi lugar y verás que planear una boda de la magnitud Harriet es un suplicio''.
Eso dio mérito a un coro de risas por parte de las chicas.
—Bueno, era de esperar —me sonrió con complicidad la pelinegra—, todos sabemos que serás la próxima novia.
—No empieces —rodé los ojos con diversión.
—Pero es cierto —agregó Corina—. No necesitas que el ramo caiga en tus manos, todo Heaven Gold sabe que la próxima boda será la tuya con Gary.
—Aún es muy pronto —negué con la cabeza mientras llevaba sus tazas ya vacías hacia atrás del mostrador, me giré y las deposité en la pequeña ventanilla detrás de la que se encuentra mi eficiente lavaplatos, alias Frederic.
—Quizás —escuché la voz de Ari a mis espaldas—, pero tarde o temprano pasará. Garret está loquito por ti.
—Y yo estoy loquita por él —sonreí y al girarme de nuevo me encontré con una sonrisa socarrona de mi novio.
¿En qué momento llegó?
—¿Ah sí? —su sonrisa se agrandó—. Aunque eso ya lo sabía.
—¿Te teletransportaste o qué? —reí, inclinándome sobre la barra para darle un corto beso.
—A decir verdad, no —me tomó con suavidad de la nuca y me dio un beso de vuelta.
—¡Ey! —nos interrumpió Jasmin—. No cuenten dinero delante de los pobres.
—¿Tú? ¿Pobre? —reí.
—Sí, de amor estoy en la miseria absoluta. Y les advierto a todas desde ya que voy a pelear por ese ramo con mi vida cuando Lils lo lance. Pero tengo la ligera impresión de que Lily se lo va a lanzar a Lori, así que el ramo de la rubia será mío.
—Si la convences de que se case conmigo, yo mismo le voy a quitar el ramo y haré que caiga en tus manos —le propuso mi novio y por ello se ganó un servilletazo, pero eso no fue impedimento para que ambos se estrecharan las manos cerrando el trato.
—Trato hecho, Sr. Harriet.
Negué con la cabeza y volteé hacia mi castaño raro. Este no es su horario de descanso y aún es muy temprano para que haya terminado todo su trabajo en la empresa.
—Cariño, ¿qué haces aquí tan temprano?
—¿Lo olvidaste? Hoy Mat y Jessie terminan más temprano y luego de recogerlos tenemos que ir a darle a los novios sus lecciones de baile.
—¡Mierda! Lo olvidé por completo.
—Un momento, ¿qué hora es? —preguntó Cori a la vez que tomaba su celular para verificarla—. ¡Mierda! Hace media hora debíamos estar en casa de Lily, debe estar histérica.
Las expresiones de pánico de las otras tres damas de honor no se hicieron esperar y para cuando parpadeé las cuatro ya se encontraban abandonando el local casi corriendo. Me reí de la situación hasta que caí en cuenta de que yo también iba desastrozamente tarde. Me deshice de mi delantal, le pedí a Frederic que me buscase un relevo, tomé mis cosas y ni siquiera me molesté en soltar mi cabello, lo dejé como estaba atado en una larga cola de caballo.
Una vez me encontré dentro del auto de mi novio, solté un suspiro de alivio. Él tiene la habilidad de llegar a cualquier parte en menos de cinco minutos sin importar qué auto esté conduciendo. Durante el trayecto presté especial atención a cómo manejaba e iba tomando notas mentales.
Mis clases de manejo van...medio bien.
Bueno, más o menos.
Ok, en realidad van regulares, pero lo importante es que lo estoy intentando.
Garret se las ha ingeniado de todas las formas posibles para hacerme más fácil la comprensión. Colocó conos y pequeñas señales de tránsito en nuestra carretera personal, además de pintarla para guiarme. Le pidió a Vivi y al chef que hicieran función de peatones. Incluso puso el auto con el que entreno en piloto automático y me indicó que colocara las manos sobre el volante para que tuviera una idea más clara. En fin, se ha esforzado un montón. Y la buena noticia es que aún manejo el mismo auto, ¡no lo he destrozado!
—Llegamos, mi Lady —me sonrió al abrir la puerta del auto para mí.
Tomé la mano que me ofrecía y descendí del coche. Aún tomados de manos, ingresamos al colegio en busca de los niños, normalmente cuando salen más tarde o más temprano somos los padres quienes debemos ir a buscarlos a su salón. Al llegar nos encontramos a nuestro hijo y a nuestra sobrina jugando animadamente con su amigo Joey, es un niño maravilloso, esa es la conclusión a la que he llegado con lo poco que he conocido de él.
La Srta. Kutchen, al notar nuestra presencia, nos hizo una seña para que ingresáramos al aula. Nos acercamos al área en la que se encontraban los tres niños y nos agachamos para anivelar nuestra altura a la suya.
—Hola hola —les sonreí.
—Hola —saludaron los tres al unísono.
—Hora de irnos a casa —Garret señaló a Jess—, la tuya para ser específico.
—Hmm, ¿podemos quedarnos un ratito más? —pidió mi sobrinita—. Es que aún no vienen por Joey y no queremos dejarlo solo.
—Por favor —rogó mi rubito juntando sus manitas.
Cositas bonitas.
—Lo haríamos, peques, pero nos están esperando para unas importantísimas clases de baile y ya vamos tarde. Sabes cómo se pone tu mami si nos tardamos, ¿cierto, Jess?
La niña asintió formando una mueca con sus labios. Joey intentó disfrazar su desilución con una sonrisa para hacerla sentir mejor.
—No se preocupen —habló manteniendo su pequeña sonrisa—, antes de que fueran mis amigos, siempre estaba solo. Puedo quedarme solo hasta que Heather venga, no se preocupen por mí.
Este niño es un amor.
—¿Seguro, amigo? —cuestionó Mat con un puchero de culpabilidad adornando su rostro.
—Seguro —asintió el mini castaño—. Ahora váyanse antes de que se les haga más tarde.
Mateo y Jessie asintieron para luego tomar sus respectivas mochilas y colocárselas. Se tomaron de las manos entre ellos y después las nuestras. Las expresiones de culpa de los niños no desaparecieron mientras se despedían de su amiguito ni mucho menos cuando comenzamos a caminar con destino a la salida del salón. A mí también me sentaba mal dejarlo solo y estuve a punto de dar media vuelta para hacerle compañía hasta que vinieran a buscarlo cuando choqué con alguien.
—Lo siento —me disculpé con la castaña que venía acompañada de un hombre muy alto e imponente cuyos ojos ámbar me parecieron familiares.
—Lo siento —dijo al mismo tiempo que yo.
—Heather, llegaste justo a tiempo —sonrió mi niño y al recordar el nombre caí en cuenta de quién era ella.
—¿¡Heather!? —casi chillé—. Entonces tú eres la niñera de Joey de la que tanto he oído hablar —extendí mi mano en su dirección—. Un gusto, soy Lorraine, la madre de Mateo.
—Un placer —estrechó mi mano—. Y este orangután es el padre de Joey.
El hombre de cabello castaño oscuro le lanzó una mala mirada y negó con la cabeza.
—Y pensar que le pago para que me diga estas cosas —rió sin gracia.
—¿Kyle? —mis ojos cayeron sobre mi novio al escucharlo formular la pregunta—. ¿Kyle Taylor?
—¿Garret Harriet? —sonrió en respuesta y nos quedamos todos helados al ver que se dieron un caluroso abrazo.
—Joey nunca dijo que eras su padre —sonrió Gary al separarse de quien al parecer es o fue su amigo.
—No le doy muchos motivos para que hable de mí de todas formas —respondió a esto último con pesar en su voz.
—Viniste —la vocesita de Joey se hizo presente, nos volteamos en su dirección y notamos que no solo cargaba su mochila tras su espalda sino también un par de lágrimas en sus ojos.
Kyle se arrodilló sobre una pierna frente a él y despojó las pequeñas mejillas de su hijo de todo rastro de lágrimas.
—Te prometí que lo haría.
—Casi llegamos tarde, pero conseguí que este idiota —Heather lo pateó— cumpliera su promesa.
Kyle le lanzó una mala mirada a la niñera y esta coontraatacó con una retadora.
—Voy a bajarte el sueldo.
—No puedes hacerlo —objetó ella.
—Claro que puedo, soy tu jefe.
—Iré a quejarme con recursos humanos.
—Trabajas en mi casa, no en mi empresa. No hay un área de recursos humanos a la que puedas ir a quejarte.
—¿Ah no? —se cruzó de brazos—. Joey.
—Papá, no puedes bajarle el sueldo —sentenció el niño también cruzándose de brazos.
¿Por qué la situación me causa tanta risa?
—Eso es un dos contra uno, Kyle —casi se burló mi novio.
—No tienes idea —suspiró a la vez que alzaba a su hijo en brazos—. Estos dos van a matarme.
—Sí, me doy una idea —nos guiñó un ojo a mí y a Mat.
—Perdón que interrumpa —intervino Jess—, pero vamos tarde y mi mamá cuando se enoja da miedo.
—¡Miércoles! —''maldijimos'' al unísono mientras cargábamos a los niños.
—Fue un gusto verlos, pero nos tenemos que ir —Garret se despidió por todos y salimos corriendo a toda velocidad de la institución, cualquiera que no nos conociera diría que estábamos secuestrando a los niños.
Lily va a aniquilarnos y luego va a resucitarnos para que sigamos ayudándola con la boda.
(...)
—Y ahí fue cuando inició el verdadero caos —rió Miri al terminar de contarnos una de las tantas anécdotas de ''Lily y la boda de sus pesadillas''.
Me encontraba en la mesa que figura en la cocina, donde solía sentarme a charlar con mis amigos de aquí de la mansión Harriet Junior. Estaban todos, menos Fred, claro. Mi tía también estaba presente y admito que extraño muchísimo pasar tiempo con ella.
—Es cierto que Lils está algo neurótica —agregó mi tía—, pero la vi prepararse para la primera boda sin ningún tipo de emoción y la estoy viendo ahora tan estresada pero también tan ilusionada. Solo quiere que su segunda boda con el hombre que ama sea algo inolvidable y que se ajuste a su estilo sencillo, eso es todo.
—Es cierto —asintió Estrella— y todos sabemos que será la boda del año.
—Sin duda —sonreí de acuerdo.
—Hola —saludó mi novio, volteé y lo encontré recostado al marco de la puerta con las manos introducidas en los bolsillos del pantalón—. Siento interrumpir, pero necesito robarme a Lori. Los novios solicitan nuestra presencia.
—El deber me llama —dramaticé mientras me levantaba, el resto solo rió—. Andando, Expreso —lo tomé de la mano, arrastrándolo fuera de la cocina.
—Cariño —me llamó mientras nos dirigíamos al salón donde practicamos las clases de baile—, ¿estarás demasiado exhausta como para ir a una cita conmigo esta noche?
Me detuve en seco.
¿¡Una cita!?
—¿Una cita? —traté de articular sin tartamudear.
—Anjá, la primera para ser exactos. Las anteriores fueron falsas para atraer la atención de los medios, esta será la primera desde que estamos juntos y lo más importante, será real.
—Sí... —una sonrisa tonta se dibujó en mis labios.
—¿Entonces...aceptas?
Rodeé su cuello con mis brazos y me incliné un poco para depositar un besito en sus labios.
—Me encantaría.
—Perfecto —sonrió.
Continuamos nuestro camino y al llegar al salón nos encontramos a los novios del año danzando al ritmo de una pieza de vals, se sonreían el uno al otro y sus miradas demostraban amor puro. Ellos son ese tipo de parejas que con solo verla recuerdas que el amor existe y en cualquier momento puede llamar a nuestra puerta.
—Veo que ya tienen una idea bastante clara —hablé, irrumpiendo en el lugar y llamando así su atención.
Ambos me sonrieron. Lily se encontraba prácticamente suspendida en el aire con su cuerpo encorvado hacia atrás y cuyo único sostén eran los brazos de su esposo quien la sujetaba por la espalda. La futura novia regresó a su postura inicial y yo hice lo mismo con mi guapo acompañante.
—Tenemos una buena profesora —asintió Ev.
—Me halagas, cuñado.
Con el tiempo ha dejado de avergonzarme admitir que eso es Evan: mi cuñado. También me he referido a Eduard y a Regina como mis suegros en más de una ocasión, aún me intimidan un tanto, pero al menos ya puedo compartir la misma habitación con ellos sin temblar.
—Bien, comencemos con algo sencillo —anuncié—, simplemente haremos los pasos básicos hasta completar una vuelta alrededor del círculo —señalé la figura que decoraba el suelo—, luego cambiaremos de parejas y subiremos el nivel de dificultad añadiendo vueltas y demás.
Todos asintieron de acuerdo, una vez la próxima canción comenzó a sonar, dio inicio el baile. Disfruté de cada paso dado en compañía del galán que tenía como pareja de baile. Últimamente bailar con Garret se ha convertido en un hobbie que hace que me olvide de todo durante el tiempo que la danza dura.
Al completar la vuelta al círculo, Lils y yo dimos una vuleta hasta encontrarnos en el centro de este y otra para llegar hacia nuestros respectivos cuñados. Bailar con Evan tampoco estaba nada mal —aunque claro que prefiero a mi castaño raro—, es muy preciso con sus pasos y se nota que tiene más que la idea básica. Me hizo dar dos o tres vueltas antes de que el segundo intercambio se efectuara. Así nos mantuvimos hasta finalizar esa canción y otras tres más, fue entonces cuando decidimos tomarnos un descanso sentándonos en uno de los pequeños muebles ubicados a un costado del salón.
—Desde mi opinión de profesional de la danza, creo que ya no necesitan más clases —comenté.
—¿Segura? —cuestionó Lils.
—Segura —asentí—. Ambos son muy buenos bailarines y se sincronizan a la perfección. Además, el objetivo del baile nupcial es que los novios se sientan a gusto compartiendo ese momento, no hay que montar una coreografía muy elaborada ni nada por el estilo.
—Lori tiene razón, amor —me apoyó Ev a la vez que tomaba la mano de la castaña—. El tiempo que nos ahorraremos con las clases podemos emplearlo en otras tareas que nos faltan de los preparativos.
—Y si gustas —agregué—, podemos impartir otras dos lecciones más uno y dos días antes de la boda para que te sientas más segura.
—Sí, me gusta esa idea —suspiró—. Ok, entonces se posponen las lecciones de baile hasta dos días antes de la boda.
—Bien, entonces ya que estamos aquí, ¿podemos ayudarlos en algo más? —preguntó mi novio.
En el rostro de mi amiga se formó una sonrisa un tanto rara y al instante supe hacia dónde se dirigía esto.
—Por supuesto que sí, tengo un par de tareas para ustedes.
Gary, voy a matarte.
(...)
Me encontraba en el baño de mi habitación, echándome un último vistazo en el gran espejo que abarca media pared. Mi cabello suelto estaba peinado en perfectas ondas, noté que ha crecido un tanto. El maquillaje de noche en mi rostro —no muy vistoso ni llamativo en exceso— combinaba a la perfección con esa hermosura de vestido que Garret compró para mí. Este era color azul añil, en su totalidad de encaje con una fina tela rosa pálido debajo del mismo, corte sirena, tenía unos finos tirantes y un discreto escote en la espalda que cubría la mitad de esta. En resumen, bellísimo. Decidí no usar muchos accesorios, solo unos pendientes en forma de gotas y un bonito brazalete también obsequio de mi novio. Por último los tacones —los cuales no estaban a la vista por el largo del vestido—, de unos diez centímetros de alto.
Ya me había roceado perfume y en realidad me encontraba lista, pero solo faltaba una cosa más.
—¿Qué ves en el espejo?
Dejé escapar un largo suspiro y luego sonreí al saber que todo lo que diría a continuación eran cosas positivas.
—Veo a una mujer que hoy luce especialmente guapa y está muy consciente de ello. Veo que el amor le permite sonreír muy a menudo y eso la hace lucir tan radiante. Veo que, poco a poco, ha vuelto a ser ella en una versión mejorada, más fuerte, más bella, más ella. Veo que no ha parado de darse oportunidades a sí misma y ha dado todo de sí para superar cada miedo e inseguridad...y lo ha logrado. La veo feliz, que es lo más importante...y estoy muy orgullosa de ella.
—¿Así que esto era lo que hacías frente al espejo?
Me sobresalté al escuchar la voz de Garret y al voltear hacia la puerta me lo encontré apoyado al marco de la misma. Lucía muy bien en su smoking, aunque bueno, él luce bien siempre, con o sin ropa. Sentí mis mejillas arder por la vergüenza, nunca le había contado acerca de la terapia del espejo.
—Siempre me pregunté por qué hablabas sola en el baño, ya tengo la respuesta —sonrió a medias.
—Es una especie de autoterapia que Lily ideó para mí cuando mi autoestima estaba por los suelos —le informé—. Consiste en mirarme al espejo y decir en voz alta qué veo, a quién veo. Me ha ayudado muchísimo durante todos estos meses.
—¿Puedo decir qué veo yo también?
Eso me tomó desprevenida. ¿Él quería participar de la terapia?
—Emmm...claro.
Se aproximó a mí y me abrazó por detrás. Ambos centramos nuestras miradas en el espejo y en nuestros reflejos.
—¿Qué ves en el espejo? —formulé la pregunta.
—Bueno —posó su mentón sobre mi hombro tal cual había hecho Lily la primera vez que hice esto—, yo veo a Lorraine Moon.
Divisé mi propio ceño fruncido reflejado frente a mí, él se limitó a sonreír.
—¿Eso es...todo?
—Mhm, eso es todo, porque Lorraine Moon es sinónimo de belleza, fortaleza, talento, valentía, amor, ternura...y si sigo, tal vez no termine nunca. Eso es lo que veo en el espejo, a ti. A la mujer más hermosa que he visto en mi vida y que logró cautivarme con su sola presencia desde el primer día. A la que ha sido tan valiente y tan fuerte que no podría admirarla más por serlo después de todo lo que ha pasado. A la que se roba el show cada vez que baila. A la que desprende amor a dondequiera que vaya y se sonroja tan tiernamente como lo está haciendo ahora —besó suavemente mi mejilla—. No sé si fue destino o casualidad, pero estoy agradecido con la vida por haberla puesto en mi camino.
No aguanté más y me giré para besarlo, con ganas. Quizás no lo sepa, pero ha jugado un papel importante en todo esto; soy quien soy hoy gracias a la ayuda de varias personas, él se encuentra entre ellas. Me devolvió el beso con las mismas ansias, tantas que nos separamos por falta de oxígeno.
—Por cierto —me tomó una mano, la alzó e hizo que diera una corta vuelta—, hoy luces encantadoramente bella.
—Lo mismo digo —sonreí.
—¿Nos vamos? —me ofreció su brazo.
—Nos vamos —le sonreí mientras enganchaba el mío alrededor del suyo.
Al salir de casa, nos dirigimos hacia el lugar donde se efectuaría la cita. Como de costumbre, era sorpresa y por lo tanto no tenía idea de a dónde íbamos. Pasados al menos diez minutos, Garret aparcó frente a la entrada de un edificio gigantesco cuyas paredes parecían fabricados por espejos ya que el resto de los edificios a su alrededor se reflejaban en él. Un chico vestido de traje abrió la puerta para mí y me ofreció su mano al descender del vehículo, un segundo después tenía a mi novio posicionado a mi lado.
El chico nos pidió muy amablemente que lo acompañáramos y al entrar a la edificaión comprobé mi teoría, sí eran espejos, tanto por dentro como por fuera, además figuraban allí impecables alfombras rojas y esculturas de cristal. Tomamos un ascensor y ascendimos hasta el último piso, el número cuarenta para ser exacta. Al llegar a nuestra parada, caí en cuenta de en dónde nos encontrábamos: el Diamond Mirror, el más lujoso mirador de toda la ciudad.
Admito que me quedé boquiabierta. Se trataba de una enorme azotea con caminos y pequeñas porciones de césped entre los mismos, farolas, otras esculturas de cristal —las cuales si no miré mal, tenían diamantes incrustados—, columnas rectas a los costados también constituidas por espejos, barandales cuyos diseños y material daban la impresión de ser delicadísimos, una mesa para dos en el epicentro y un columpio también para dos con vista a la ciudad.
—Esto es bellísimo —susurré.
—Sabía que te gustaría.
Me tomó de la mano, guiándome hacia la mesa. Movió la silla para mí para luego ocupar la otra. Un camarero apareció y vertió en el interior de nuestras copas un vino que lucía bastante costoso, depositó la botella en el centro de la mesa y se marchó. Garret alzó su copa, invitándome a hacer un brindis. Tomé la mía, hicimos chocar ambas copas y bebimos del contenido. ¡Exquisito!
—¿Te gustó? —me sonrió al escuchar el gemidito que emití ante el dulce sabor que la bebida dejó en mi paladar.
—Está delicioso.
—Es un vino de mi padre, no esperaba menos —dijo a la vez que movía su copa en círculos, haciendo un pequeño remolino con el contenido.
—¿Eduard tiene negocios de viñedos también?
—No —rió por lo bajo—. Hablo de mi padre biológico, Kennet Hall —movió la botella hacia mi dirección y claramente pude leer en la etiqueta el apellido como nombre de la marca.
—Pero si tu padre murió hace años, ¿quién maneja esa empresa? ¿O esto solo son reservas?
—No, la empresa aún está en pie. Mi madre es quien la maneja.
—¿Regina es la vicepresidenta de H&A Corporation y también maneja otra empresa? —él asintió—. Wow. ¿Y por qué la maneja ella y no tú? Digo, eres el heredero.
—Primero que todo, porque de mi padre heredé el físico mas no el talento y el interés en los vinos. Segundo, mi madre está ejerciendo de albacea para... —se detuvo en seco—. Nada, olvídalo.
De pronto todo rastro de su sonrisa desapareció, su mirada se desvió hacia otro punto y una expresión nostálgica —diría yo— abarcó su rostro.
Aquí hay gato encerrado...
Coloqué mi mano sobre la suya y le di un ligero apretón, este gesto hizo que sus ojazos avellana se posaran sobre los míos.
—Si es un tema del cual no puedes o no quieres hablar, lo entiendo. Pero quiero que sepas que puedes confiar en mí y si necesitas desahogarte, estoy aquí para escucharte.
—Prométeme que no se lo contarás a nadie —la seriedad en su tono de voz solo logró aumentar mi curiosidad.
—Lo prometo —asentí.
En un leve movimiento cambió la posición de nuestras manos para juntar nuestras palmas y acariciarme levemente con sus dedos. Su vista viajó de allí a mis ojos varias veces hasta que finalmente se quedó mirándome con detenimiento.
—Tengo un hermano menor, aparte de Evan.
¿¡Qué!?
—¿He-hermano? —tartamudeé por la sorpresa.
—O hermana, no lo sé, nunca lo conocí.
—Espera, no entiendo. ¿Regina y tu padre biológico tuvieron otro...?
—No —me interrumpió—, solo mi padre. Mi hermano es producto de una infidelidad.
Dios.
—Cuando yo tenía dos años, mis padres enfrentaron una crisis en su matrimonio porque mi madre se dedicó por entero a mí y ellos apenas compartían tiempo juntos. Mi padre tuvo un desliz con una de las mucamas de la casa, cosa que no justifico para nada, pero pasó. Esa mucama renunció poco después, sientiéndose culpable porque mi madre no merecía eso, sí, descuidó su matrimonio, pero amaba a mi padre.
—No me imagino lo destrozada que estaba Regina al enterarse de esto.
—Ella no lo supo de inmediato, de hecho, fue años después. La mucama le envió una carta a mi padre pocos meses después de lo sucedido, en ella le informaba que iban a tener un bebé, pero que ella se haría cargo por su cuenta, se mudaría de ciudad y nunca volvería a saber de ella. No quería destruir a mi familia.
—Pero eso no es justo —objeté—. Le quitó la oportunidad a tu padre de conocer a su hijo y a ti de conocer a tu hermano.
—Opino lo mismo —asintió—. Mi padre se lo calló por años y se dedicó por entero a nosotros y a contratar detectives privados para encontrar a mi hermano, pero nunca lo logró. Cuando le detectaron el cáncer y los tratamientos no surtieron efecto... —su voz comenzó a romperse, debe ser un recuerdo muy duro para él—, le confesó todo a mi madre. Por obvias razones ella no se lo tomó para nada bien, fue muy fuerte, pero aun así cuidó de él hasta el último de sus días y ha cumplido lo que mi padre le hizo prometerle antes de morir.
—¿Cuál fue esa promesa?
—Puede sonar muy descarado de su parte, pero le pidió que siguiera con la búsqueda de mi hermano. Ella accedió porque, a pesar de que estaba dolida por la traición, era consciente de que mi hermano no tenía la culpa de nada y merecía recibir lo que le corresponde de la herencia de mi padre, un veinticinco por ciento para ser específico, así lo estipuló en su testamento.
—Y ese veinticinco por ciento abarca la empresa, por eso Regina es la albacea.
—No exactamente. Mi padre lo dividió todo de forma equitativa entre sus dos hijos y su esposa, a mi madre le tocó el cincuenta por ciento y a mí y a mi hermano el otro cincuenta, eso incluye dinero, propiedades y demás, pero la empresa también la dividió de igual forma. Pero cuando mi madre se casó con Eduard, ambos pasamos a vincularnos con la empresa de los Harriet y ella decidió que el día que encuentre a mi hermano le va a entregar su parte de la herencia y la presidencia de la empresa, y yo estoy de acuerdo con ello.
Me quedé perpleja. Siempre he sabido que los Harriet en general no creen en ambición ni codicia, ellos se centran en mantener su patrimonio y trabajan mucho para lograrlo, pero la familia es más importante para ellos. Aun así me impresiona que Garret y Regina pretendan despojarse de algo que por derecho les pertenece para el beneficio de alguien a quien ni siquiera conocen.
—Es un gran gesto de parte de ustedes.
—Creo que mi hermano o hermana lo merece. Sé que ni todo el dinero del mundo va a compensar que haya crecido sin nuestro padre, pero al menos va a saber de dónde viene —sonrió un poco—. Quién sabe, a lo mejor él o ella sí tiene interés por los vinos.
Sonreí y me levanté de mi silla para rodear la mesa y sentarme sobre sus piernas. Envolví su cuello con mis brazos y posé mi cabeza sobre su hombro.
—Estoy segura de que tu hermano o hermana te adorará —besé su mejilla.
—¿Tú crees?
—Todos te aman —me rodeó con sus brazos, abrazándome—. Espero que pronto lo o la encuentren.
—Mi madre lleva casi veinte años intetándolo, pero no perdemos la esperanza.
—¿Cómo crees que sea?
—Sus ojos son del mismo color que los míos, no tengo dudas de ello, todos los Hall tienen ojos avellana. Su cabello puede ser igual de raro que el mío o quizás sea rubio, mi madre me contó que la mucama era rubia. Y si es mujer, debe tener tres lunares alineados en la zona baja de la espalda, todas las mujeres de la familia los tienen.
—Que ni siquiera sepamos el género es una gran desventaja.
—Todo es una gran desventaja —suspiró—. Solo espero poder encontrarlo pronto.
—Lo harás —lo miré— y cuando lo conozcamos, me encargaré personalmente de hacerle saber el grandioso hermano que tiene.
En respuesta dejó un dulce beso sobre mi frente y me dedicó una sonrisa.
—Yo te conté mi mayor secreto, ahora, ¿qué tal si me cuentas sobre tu familia? No sé mucho sobre eso.
—No hay mucho que contar en realidad.
—Pero yo quiero saber —hizo un puchero.
—Ok —reí—, no puedo decirle que no a esa carita.
Durante los próximos minutos me dediqué a contarle sobre la pequeña pero alegre familia Moon. De ellos solo quedamos mi tía, Mat y yo, en gran parte fue por eso por lo que nunca perdimos el contacto durante el tiempo que viví bajo el mandato de Roy, podía soportar los golpes, pero no estar lejos del único familiar que me quedaba. Garret me escuchaba con atención, sonriente, y deseó haberlos conocido; yo también hubiese deseado lo mismo.
Cuando las anécdotas terminaron, decidimos ir a sentarnos en el columpio para admirar las vistas. Nunca me voy a cansar de decir que Heaven Gold City es una ciudad espléndida. No importa desde qué punto la mires, si vives en los barrios humildes o en la cima, siempre encontrarás belleza por todas partes, más aún si es de noche.
Me encontraba con mi cabeza posada sobre el hombro de Garret, disfrutando de la brisa nocturna, el espectáculo de luces que me ofrecía la vista desde este punto tan alto y el suave movimiento del columpio; era tan relajante.
—Cariño —lo escuché llamarme a lo que respondí con un ''Mhm''—. Tengo una sorpresa para ti.
—¿Ah sí? —me reincorporé.
—Anjá, e incluye bailar.
Eso fue suficiente para que me levantara de un salto bajo la mirada risueña de mi novio. Él también se levantó y me tomó de la mano para llevarme hacia uno de los tantos puntos de cruce entre los caminos. Hizo una seña en forma de ademán y un instante después los primeros acordes de una canción —que identifiqué como de guitarra eléctrica— comenzaron a sonar.
—Encontré una canción que se ajusta perfecto a nuestra historia —dijo mientras adoptaba la postura para bailar—. Se llama ''No hay nadie más'', espero que te guste.
Comenzamos a bailar al ritmo de la canción y me concentré por entero en tres puntos: la danza, la letra de la canción y los enigmáticos ojos avellana de Garret. Cuando la voz del cantante hizo acto de presencia, descifré de quién se trataba: Sebastián Yatra, pero nunca había escuchado esta canción. Me fue imposible no sonreír cuando las similitudes aparecieron:
''Recuerdo aquel día como si fuera hoy...''
El día en que nos conocimos.
''Recuerdo todavía la vez que la besé...''
En realidad lo besé yo a él, pero dudo que alguno de los dos olvide eso.
''Hay algo más, inexplicable como su mirada...''
Siempre me va a parecer fascinante.
''Voy a cuidarte por las noches, voy a amarte sin reproches...''
Ese es el amor que él me da, sin peros y sin condiciones, solo me ama y me cuida.
''...y aunque existan mil razones para renunciar, no hay nadie más.''
Mis ojos se empañaron al escuchar esa última estrofa del estribillo, porque yo sí le he dado miles de razones para darse por vencido, desde el principio, pero nunca se ha rendido conmigo y gracias a eso estamos juntos. Y me emociona saber que soy la única para él.
El resto de la canción lo pasé debatiéndome conmigo misma para no llorar. Cada estrofa tenía un significado especial, pareciera que la compusieron para nosotros. Cuando sonó la última nota, sequé las pocas lágrimas que lograron escapárseme y me incliné para abrazarlo, con fuerza, con cariño, con amor.
—Yo tampoco quiero a nadie más —murmuré sobre su hombro.
Rompí el abrazo e inmediatamente sus manos viajaron a mis mejillas para despoblarlas de lágrimas.
—Ey, se supone que me llevé tus lágrimas y llegaron risas —me ''reprochó'' citando parte de la letra de la canción.
—Y sí, cuando estamos juntos la Tierra se paraliza.
De pronto dio un paso atrás, tomó una de mis manos y dejó un beso sobre mis nudillos. Luego besó mi frente y finalmente mis labios, quise alargar ese último beso, pero no me dio la oportunidad. Apoyó su frente en la mía durante unos pocos segundos y percibí cómo suspiró justo antes de separarse para mirarme directo a los ojos.
—Te amo.
Sí, definitivamente la Tierra acaba de paralizarse.
Mi corazón comenzó a martillear contra mi pecho como si quisiera salir huyendo. No me esperaba escuchar algo como eso, pero el motivo real de mis nervios fue el sentimiento con el que dijo esas palabras; nunca había escuchado un ''Te amo'' tan sincero en toda mi vida.
—¿Me amas? —logré preguntar al borde de las lágrimas.
—Para eso planeé todo esto, para decirte que te amo. El vestido, la cita, el mirador, la canción...quería hacerlo especial para ti.
—Eres...
No completé la frase y me abalancé sobre él para besarlo como nunca lo había hecho. Apenas pudo seguirme el ritmo al principio, pero acabó lográndolo y sonreí entre beso y beso al percibir que se encontraba igual de ansioso y emocionado que yo.
—Yo también te amo —susurré al separarnos—. No tienes idea de lo mucho que te amo.
Tomó una de mis manos y la posó sobre el lado izquierdo de su pecho, su corazón estaba latiendo a millón.
—Sí tengo una idea.
—¿Puedes reproducir la canción de nuevo? —pedí sin poder parar de sonreír.
Asintió y volvió a hacer esa seña, un segundo después los acordes de la guitarra se filtraron por mis oídos. Él me sonrió, yo le sonreí y el resto de la noche se resumió a besos, bailes y Te amo's.
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Nuevo capítulooo!!!
Espero que les haya gustado este cap tan largo en compensación por el tiempo que estuve desaparecida. Lo siento, no estuve pasando por mi mejor momento.
¿Qué les pareció el cap?
¿Se imaginaban que nuestro Gary tuviese un hermano/a?
Para los que formulan teorías locas, ¿tienen idea de quién pueda ser?
Hoy conocieron un lado de Regina que nunca habían visto. ¿Ven? No es tan dura como creen.
¡Esos "Te amo" por Dios! ¡Quiero que alguien se me declare así!
La canción, los describe a la perfección, ¿cierto?
Besos de Karina K.love 😉
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