CAPÍTULO 27: Entrenamientos, amigos y cariño
Garret
No podía dejar de observar la imagen frente a mí. Durante esas cortas vacaciones en California lo pasamos de maravilla y nos tomamos muchas fotos juntos, pero hubo dos de ellas que fueron mis favoritas. La primera fue una de toda los Harriet, mis padres y Margarita parados detrás del sofá y el resto de nosotros sentados sobre el mismo, todos sonriendo; esa la mandé a imprimir y ahora está expuesta en un gran cuadro en mi sala de estar. La segunda es una en la que aparecemos Lori y yo besando una mejilla de Mateo respectivamente mientras él sonreía, y esa es justo la fotografía que está figurando enmarcada sobre mi buró justo ahora.
—Estás enamorado de esa foto —rió Ariadna, sacándome de mi trance. ¿En qué momento llegó?—. Llegué hace cinco minutos, pero estabas tan concentrado que ni siquiera notaste mi presencia.
—¿Tienes un tercer ojo o qué? —bromeé, reincorporándome.
—No, solo eres muy expresivo —me entregó una carpeta—. El balance mensual de febrero.
Repasé visualmente el documento y sin duda nos fue muy bien, no esperaba menos de un mes tan fructífero.
—Fue un mes de mucho trabajo, pero las ganancias lo valen —sonreí con orgullo.
—Marzo es menos ocupado si comparamos, pero con la llegada de la primavera comienza la etapa primavera-verano y con ella los cruceros, las reservaciones de resorts y demás.
—Y tenemos que balancear el trabajo con la boda del año —sonreí—. Según Ev, Lily se está volviendo loca preparando la boda, solo a ella se le ocurre organizarla por su cuenta.
—¿Sabes? Me pidió que fuera una de sus damas de honor —sonrió.
—¿En serio? ¡Qué bien!
—¡Sí! No me lo esperaba, después de todo somos amigas, pero no tan cercanas como lo es con Lorraine o Jasmin. Cuando me enteré de la boda creí que asistiría como una invitada más.
—Pues ya ves que Lily te aprecia más de lo que creías, además Evan te adora. Y yo en lo personal veo muy bien que juegues un papel importante en algo que no sea referente a la empresa, no tienes vida social, Ari.
—Lo sé —suspiró—, voy a aprovechar este evento para divertirme, tomarme un tiempo para relajarme y hacerle honor a los novios que tanto quiero.
—Eso es —le guiñé un ojo—. Cambiando de tema, ¿además del balance mensual no hay nada más de lo que tenga que encargarme antes de irme?
—No, eso era todo. De hecho estaba a punto de decirte que vas tarde para ir a buscar a Mateo.
—¿¡Qué!? —verifiqué la hora en mi reloj y, en efecto, ya voy un poco tarde—. ¡Mierda!
—Anda, corre —rodó los ojos con diversión—. Yo me encargo de organizar tu oficina.
—¿Te dije ya que te amo? —le sonreí mientras recogía mis cosas, rodeé el escritorio y dejé un fugaz beso en la frente de mi amiga.
—Exagerado —rió.
—I love you —le lancé un beso antes de salir corriendo de allí.
Ya esto se había vuelto rutina. Hago todo mi trabajo más rápido para terminar más temprano, Ariadna me avisa que voy tarde, corro despavorido por toda la empresa, conduzco como si estuviera en plena persecución policial y finalmente llego al colegio.
Me llamó la atención que no había ningún niño afuera. Divisé la hora en mi reloj y no era lo suficientemente tarde como para que todos los niños hubiesen abandonado la institución, por lo cual decidí entrar y mientras caminaba con destino al salón de Mateo noté que en el resto de los salones los niños estaban realizando diversas actividades recreativas.
¿Será un día muerto o día de juegos?
Al llegar al salón de mi pequeño divisé que varios profesores iban de salida. Me asomé a la puerta y lo encontré sentado en su puesto, escuchando atentamente la explicación que daba la Srta. Kutchen. Por lo que pude escuchar la escuela está implementando la inclinación de los niños entre preescolar y tercer grado por el deporte, el arte y las ciencias, y por ello se estarán haciendo diversas pruebas para hacer futuras captaciones en los equipos y clubes oficiales de la institución, además cualquier niño puede incursionar en la actividad que desee.
Cuando la profesora terminó, instantáneamente sonó la campana. Los niños tomaron sus respectivas mochilas y salieron en estampida del aula, tuve que apartarme hacia el costado o de lo contrario esa manada me atropellaría.
—Garret, ¿qué haces ahí? —preguntó mi rubito, posicionándose frente a mí.
—Vine a buscarte creyendo que venía tarde y resulta que llegué antes.
—¿Pero mamá no te dijo ayer que hoy salíamos media hora más tarde?
¿Lo hizo?
Oh, mierda, espera...
—Creo que sí lo hizo... —reí por mi descuido.
—Eres un desastre —se golpeó la frente a la vez que negaba con la cabeza.
—Escuché lo que dijo tu profesora, acerca de las captaciones —comenté, tomando su manita para salir del lugar—. ¿Vas a participar en alguna?
—Pensé en participar en la de fútbol. El entrenador nos explicó que con los que acepten van a hacer un equipo pequeño que se va enfrentar con los equipos pequeños de otras escuelas y cuando estemos en cuarto grado podremos entrar al equipo infantil oficial de la escuela.
—¡Eso es genial! Tienes que intentarlo.
—No lo sé. Cuando el entrenador estaba hablando, Paul y sus amigos dijeron que iban a presentarse y me mandaron una nota que decía que si me presentaba no me escogerían y se burlarían de mí. Así que será mejor que no lo intente.
¿¡Qué!?
—No, no, no —me agaché para quedar a su altura y lo tomé de los brazos sin ejercer mucha fuerza, por primera vez iba a ser rudo con él—. Primero, si a ti te gusta el fútbol y quieres ser parte del equipo, debes intentarlo. Segundo, nunca permitas que lo que digan los demás te haga dudar de tu talento, aquí el único que puede decirte que eres malo es el entrenador y él no lo ha hecho, ¿o sí? —negó con la cabeza—. Tercero, no sigas permitiendo que lo que digan esos niños te afecte, tú eres un pequeño maravilloso y ellos no tienen nada mejor que hacer que molestar a otros. Y cuarto, yo te voy a ayudar a entrenar y estoy seguro de que te van a aceptar porque eres buenísimo en el fútbol, y no lo digo porque seas mi hijo, es la verdad.
De pronto sus ojitos comenzaron a empañarse y no supe descifrar si se había emocionado por mi discurso o por si dije algo malo.
—Dijiste que soy tu hijo —musitó con la vocecita quebrada.
Espera...¿¡lo dije!?
Joder, ¡sí lo dije!
—Sí, campeón, eso fue lo que dije.
Esta vez presionó sus labios entre sí para evitar soltar un sollozo y una lagrimilla se le escapó. Me apresuré para secarla y me sonrió un poco.
—Prometo que voy a entrenar muy duro y no te decepcionaré —y me abrazó.
Una sensación muy cálida se instaló en medio de mi pecho y por alguna razón que desconozco la emoción también me atacó en forma de llanto. Le devolví el abrazo, obligándome a no llorar, pero disfrutando del momento paternal.
—¿Tú también estás llorando? —cuestionó al separarnos.
—Pues sí —reí por lo bajo—. Pero basta de lágrimas, los Harriet no lloramos.
—¿Por qué?
—No lo sé, es como una regla que hemos mantenido siempre. Aunque la tía Lily dice que es muy tonta.
—La tía Lily tiene razón, es muy tonta.
Reí y me levanté tomando su mano nuevamente.
—Anda, vamos a entrenar.
De camino al parque le dije a Mat que se cambiara el uniforme por un conjunto deportivo que compré hace días para él, pero que había olvidado dárselo. Se le hizo un poco difícil, así que decidí aparcar para ayudarlo y luego seguir nuestro camino. Estando en el parque lo sometí a un duro y rigoroso entrenamiento. Bueno, lo más duro y rigoroso que se puede ser entrenando a un niño de 6 años. Tomamos un descanso para merendar y luego volvimos a la acción.
—Ok, campeón, ahora veremos qué tan fuerte golpeas ese balón —grité desde la portería improvisada, él se encontraba a un par de metros de mí, listo para meter un gol.
Tomó impulso caminando hacia atrás para luego correr hacia adelante y patear el balón con todas sus fuerzas. Sin duda el sándwish de la merienda le dio energías, porque no solo metió gol sino que el balón voló varios metros detrás de mí y se estampó sobre el torso de un niño dejándolo tendido en el suelo.
¡Mierda!
Mateo me lanzó una mirada de pánico y ambos corrimos a auxiliar a ese pobre niño. Recé internamente porque el pequeño no se hubiese hecho mucho daño, puedo lidiar con padres enojados, pero no con el cargo de consciencia de haber lastimado a un niño. Al llegar a donde se encontraba aún acostado me percaté de que junto a él había una mujer, seguramente su madre, ayudándolo a levantarse.
—Lo siento. Lo siento. ¡Lo siento! —se disculpó Mat, en serio lucía muy culpable.
La chica castaña de ojos azules grisáceos que acompañaba al infante accidentado le sonrió con ternura a Mat y finalmente logró poner el pie a su hijo quien aún sostenía el balón contra su pecho.
—No pasa nada, pequeñín. Fue un accidente.
—Soy Garret, su papá —me presenté—. Estábamos jugando y lo animé a que pateara muy fuerte el balón, pero no esperaba tanta potencia y...
—Está bien —me interrumpió—, no hay problema. Joey tiende a sufrir accidentes a menudo desde que logré animarlo para que viniera más al parque. Soy Heather, su niñera.
—¿Dijo Joey? —preguntó Mateo para luego detallar mejor al pequeño de rizos castaños oscuros y gafas—. ¡Joey, eres tú! Hola.
—¿Se conocen? —preguntamos Heather y yo al unísono.
—Sí —Joey se acomodó las gafas en un gesto tímido—, vamos juntos al mismo salón, somos compañeros. Heather, él es Mateo.
—Mateo no pertenece a la pandilla de Paul, ¿verdad? —le preguntó su niñera.
—¿A Joey también lo molestan? —pregunté.
—Esos pesados molestan a todo el mundo —aclaró mi rubito—, menos a Jessie porque ella les causa miedo.
—Jessie es la niña que te defiende de vez en cuando, ¿cierto? —otra vez Heather le preguntó al niño que cuida el cual cada vez parecía tener más ganas de que la tierra se lo tragara.
—Sí... —respondió casi en un hilo de voz.
—¿Alguien me pone al día? —intervine—. Estoy un poco perdido.
—Yo lo hago —se ofreció mi niño—. Joey es el niño más tímido de toda la clase. No habla con nadie, pero es muy inteligente. Paul y sus amigos lo molestan porque es muy callado y no tiene amigos.
—Ni tampoco mamá —musitó Joey, logrando que las expresiones de todos cambiaran a una más triste.
Me recuerda mucho a Evan, solo que mi hermano sí tenía amigos...
—Mat, ¿y por qué tú y Jessie no se han acercado a Joey para ser sus amigos? —inquirí.
—Lo hemos intentado, pero él se va corriendo cuando nos acercamos.
—¿Y eso por qué, Joey? —esta vez quien inquirió fue la niñera.
El niño contestó en murmullos que no fui capaz de comprender. Miré a Mateo y él se encogió de hombros dando a entender que tampoco lo escuchó.
—¿Qué dijo? —preguntó mi campeón.
—Dijo que tú y Jessie son los niños más cool del salón y le da vergüenza hablarles —nos informó Heather haciendo una mueca a la vez que acariciaba el enmarañado cabello de Joey, él por su parte tenía la mirada gacha, prácticamente tenía la cabeza enterrada en el balón.
Mateo dio unos cortos pasos para posicionarse frente a él.
—¿De verdad crees que somos cool y por eso te avergüenza hablarnos? —Joey asintió sin alzar la mirada—. Nosotros también creemos que eres cool y por eso queremos ser tus amigos.
El mini castaño alzó la vista al fin, tenía una expresión de cachorrito atropellado muy tierna.
—¿Lo dices en serio?
—Sí. En el salón todos son una bola de aburridos presumidos que solo hablan de los juguetes nuevos que le compraron sus papás, pero tú siempre estás jugando con tu cubito de colores y dices cosas muy interesantes en las clases. Nos caes bien porque eres diferente.
—Se llama cubo de rubik —rectificó el pequeño de ojos miel esbozando una sonrisita—. Y ustedes también me caen bien por ser diferentes.
—Entonces...¿amigos? —Mat extendió su manita en su dirección—. Prometo no volver a golpearte con el balón.
La sonrisa de Joey se amplió y miró a su niñera —quien también sonreía— para luego estrechar la mano de Mateo.
—Amigos —murmuró—. Eres mi primer amigo.
Si Lori viera esto, ya estaría llorando.
—Prometo ser un buen amigo. ¿Quieres jugar fútbol con nosotros?
—Es que...no sé jugar.
—Claro que sabes —intervino su niñera—. Sí sabe, juega conmigo en casa y por supuesto que va a jugar contigo ahora, Mateo.
—Pero, Heather, no soy tan bueno —discrepó el castaño.
—Quizás no eres el mejor delantero, pero como portero tienes mucho potencial.
—¿Portero? —intervine—. Eso explica la forma increíble en la que agarraste el balón.
—Sí, tú también deberías presentarte a las captaciones, estoy seguro de que te elegirán —lo animó Mateo.
—¿En serio crees eso? —la sonrisita de ilusión de Joey era encantadora.
—Sip, y no miento, yo nunca miento. Soy muy sincero. Pregúntale a Garret, le dije a su mamá que me daba miedito y que parecía villana de telenovela mexicana.
Se me escapó una carcajada al recordar aquello, no solo es sincero sino que también tiene agallas.
—Eso sin contar las cosas que me decía y aún me dice a mí —agregué.
—Se le da pésimo poner nombres y si pruebas algo que él cocine, te vas a morir de indigestión.
—¡Mat!
—Eso es en el mágico caso de que no se le queme.
—Ok, basta, vamos a jugar.
Tomé a mi pequeñín y lo cargué sobre mi hombro como si de un saco de papas se tratase.
—Sabes que es verdad —se burló aún desde esa posición.
—Sí, lo sé —gruñí entre dientes.
(...)
—¿Te divertiste jugando con tu nuevo amigo? —le pregunté a mi niño mientras caminábamos hacia la entrada de la casa.
—Sí, mucho. Es divertido tener un amigo niño, adoro a mi prima, pero no siempre puedo arrastrarla a jugar fútbol ni puedo hablarle todo el día de superhéroes.
—No creo que a Jess le moleste.
—Y no le molesta, pero tampoco quiero aburrirla con mis cosas de niño. Ahora podré aburrir a Joey.
Reí ante esto—. Tampoco creo que Joey se aburra. Además, con él como amigo estoy seguro de que tendrán nuevos juegos y cosas divertidas que puedan hacer los tres sin que nadie aburra a nadie.
—Es verdad, ahora somos un grupo como el resto de los que hay en el salón.
—Y son el grupo más cool.
—Garret... —me llamó y a la vez se detuvo en medio del camino. Retrocedí dos pasos sin soltar su mano y agaché para quedar a su altura—. Gracias.
—¿Gracias por qué?
—Es que...Joey no tiene mamá y me dijo que su papá no le presta mucha atención, Heather es la única que lo quiere —su tono de voz daba a entender la gran empatía que siente por su amigo—. Yo sí tengo mamá y no tengo papá, pero estás tú. Siempre me abrazas cuando estoy triste, me defiendes, juegas conmigo y me cuidas. Eso hacen los papás, ¿no?
Mi niño.
—Sí, entre otras cosas, eso es lo que hacen los papás.
—Entonces gracias...por actuar como mi papá.
—Dios, es que te adoro —lo envolví en un caluroso abrazo de oso—. Siempre voy a estar aquí para ti.
—Te quiero, Gary.
¿Existe algo más hermoso que esas palabras?
—Yo más a ti, mi campeón —me valí del abrazo para alzarlo y cargarlo—. Vamos a pedirle al chef que nos prepare una merienda, muero de hambre.
—Yo también —asintió sobre mi hombro.
Ingresamos a casa por fin, dejando que la calidez de nuestro hogar nos envolviera. No, no me refiero a la temperatura, con la llegada de marzo el invierno dijo bye y el ambiente está bastante agradable; me estoy refiriendo al calor de hogar, llegar a casa es aterrizar en ese lugar mágico donde habitan las personas que tanto amo.
Pero mi burbuja de amor hogareño explotó cuando vi a una muy molesta Vainilla esperándonos de brazos cruzados.
Oh-oh.
—Mat, ¿hemos hecho algo mal? —le susurré.
—Que yo recuerde, no —se encogió de hombros.
—¡Garret Harriet, llevo una hora esperándote! —me reprochó mi novia y, por muy contradictorio que parezca, eso la hace ver...¿sexy? Joder, sí. Luce sexy cuando está molesta.
Concéntrate, Garret. Eso es un problema bajo estas circunstancias.
—Cariño, lo siento —dejé a Mateo en el suelo y le entregué su mochila—. A decir verdad ni siquiera recuerdo para qué me esperabas.
El rostro de mi rubia se tornó rojo y no por sus típicos sonrojos tímidos, estamos hablando de rojo furia.
—¿Acaso quieres morir? —me murmuró el rubito.
—¡Hoy era mi primera clase de manejo! Llevas semanas animándome a que lo intente y cuando por fin lo considero, llegas tarde.
Oh sí, lo olvidé.
—Perdón, mi vida —me aproximé y tomé su rostro entre mis manos, pero se negó a mirarme—. No me excusa del todo, pero tuve un día agitado en el trabajo, salí corriendo al colegio creyendo que iba tarde y en realidad iba muy temprano, Mateo se va a postular para entrar al equipo de fútbol que van formar así que fuimos al parque a entrenar, allí le dio un pelotazo a un niño que resultó ser su compañero tímido de clases y ahora son amigos y...
—Espera, espera, espera —me interrumpió—. Ve más despacio y explícame las cosas bien. Primero, ¿olvidaste que ayer te dije que fueras a buscar al niño media hora más tarde?
—Mi capacidad de retención no está pasando por su mejor momento, cariño.
—No te enojes con él, mami. El pobre hace lo que puede.
Luchó con todas sus fuerzas, pero no logró reprimir su risa hermosa ante el comentario de nuestro pequeño.
—Ok, te perdono porque es cierto que el trabajo te ha estado pasando factura y has hecho un gran esfuerzo para balancearlo todo sin desfallecer en el intento.
—Gracias por entender —recargué mi frente sobre la suya.
—¿Estás muy cansado? Si es así, podemos dejar las clases para mañana.
—No, te prometí que comenzaríamos hoy y así lo haremos. Solo déjame merendar o me desmayaré.
—Yo igual —jadeó exageradamente el ojiazul mientras arrastraba sus piecitos en dirección a la cocina.
—Los acompaño para que me cuenten todo lo del equipo de fútbol y el pelotazo al compañero del salón —dijo ella con cierto tono acusatorio—. ¡Ah! Y no le pidan nada al chef que no tenga ya preparado, está un poco estresado hoy. Más de lo normal.
—¿En qué idioma está maldiciendo esta vez?
—Preparó macarons, así que en francés.
—Oh la la.
(...)
El frenazo fue tan fuerte que agradecí haberme abrochado bien el cinturón de seguridad, de lo contrario habría salido disparado fuera del auto rompiendo el parabrisas.
Ok, Lorraine no es mala conduciendo. Es pésima.
Resopló de frustración recargando su cabeza sobre el volante el cual aún sostenía con ambas manos. Llevábamos media hora con la clase y no había logrado avanzar más de dos metros en nuestra no muy larga carretera personal.
—Garret, esto es inútil —se lamentó con la cara aún estampada contra el volante—. Soy un asco en esto.
—Bueno, no sirves para la Fómula 1 —mi broma la hizo reír—, pero es solo la primera clase. No seas tan dura contigo misma.
Volteó el rostro hacia mí, regalándome una mini sonrisa.
—Además, recuerdo que dijiste que si intentaba enseñarte a manejar, acabarías destrozando el auto y no veo que este lo esté.
—Aún.
Negué con la cabeza y le sonreí mientras desabrohaba mi cinturón.
—Ven aquí —hice un ademán, indicándole que se sentara sobre mis piernas.
No tardó mucho en deshacerse del cinturón y abrirse paso en el estrecho espacio que nos separaba para sentarse a horcajadas sobre mi regazo. Meses atrás, estar en esa posición tan íntima conmigo la habría puesto muy nerviosa o en realidad ni siquiera se hubiese dado, pero ahora es diferente, se ha adaptado a mí.
—Sé que has superado con bastante éxito todos tus sentimientos de inutilidad y demás, estoy muy orgulloso de ti por eso dicho sea de paso. Pero te veo un poco pesimista con respecto a esto —bajó la mirada—. ¿Hay algún mal recuerdo del cual no sé?
—No en realidad —suspiró—. Siempre quise aprender a conducir, desde la adolescencia y como ves no se me da nada bien. Eso supuso un gran problema cuando me quedé sola con Mateo y luego cuando me casé con Roy fue uno de los tantos mecanismos que usó para hacerme dependiente de él. Quizás...me siento un poco responsable en ese aspecto.
—Ey, no —la tomé de la barbilla e hice que mirara—. Que no sepas conducir no te hace responsable de nada. Ese imbécil simplemente se aprovechó de ello como mismo lo hizo con otros aspectos de tu vida y no fue tu culpa, ¿entiendes? —hice énfasis en esto último.
—Sí, tienes razón —asintió.
—Y tampoco te autoexijas tanto, es la primera clase, no ibas a aprender por arte de magia.
—También es cierto —rozó su nariz con la mía—. Gracias por animarme.
—Siempre —dejé un besito sobre sus labios—. Ahora usted, señorita, se va a quedar aquí en el asiento del copiloto y va a observar atentamente cómo se conduce a una distancia de dos metros.
Rió sobre mis labios—. Ok.
Con movimientos un tanto incómodos la deposité sobre el asiento y me moví hacia el asiento del piloto.
—Mi amor —me llamó.
—¿Sí? —la miré.
Me tomó la mano depositando caricias en la misma con mucha dulzura.
—Nada, solo...enséñame cómo se maneja.
No creo que eso haya sido lo que tenía pensado decir, no obstante lo dejé pasar. Lori se toma su tiempo para expresar con palabras sus emociones y eso no me molesta para nada, sé que le costó mucho abrirse a mí y más aún darse la oportunidad entablar una relación conmigo cuando ha transcurrido tan poco tiempo desde que escapó de ese animal. Si permanece a mi lado
—independientemente del contrato— es porque me quiere y eso es todo lo que necesito.
Aún no había soltado mi mano, así que me valí de ello para aproximar la suya a mi boca y dejar un beso en el dorso de la misma.
—Observa y aprende —presumí a modo de broma.
—Te diré lo mismo cuando cocine algo —contratacó, conteniendo la risa.
—Golpe bajo, Vainilla. Golpe bajo.
El resto de la tarde la pasamos juntos, sin obtener mucha mejoría. Lori no tenía muchos ánimos cuando concluimos, pero al menos estaba dispuesta a recibir una segunda clase y no tenía pensado rendirse, mientras tenga esa actitud todo estará bien, del resto me encargo yo.
En la noche, luego de cenar y de dejar a Mateo dormidito junto a Spidey, convencí como siempre a mi Vainilla para que durmiera en mi habitación. Es gracioso, últimamente lo único que hace en la suya es ir a buscar más ropa para almacenar en mi clóset. Ahora se encuentra muy tranquila sentada sobre mi cama hablando por teléfono con Lily —desde que comenzó la planeación de la boda conversan todas las noches, la futura novia necesita desahogarse— y no se imagina lo que tengo planeado para ella.
Salí del baño y me aproximé a la cama, posicionándome justamente frente a la cama. La expresión de mi novia fue de puro asombro al verme, casi deja caer el teléfono de la impresión.
—Ehh...Lils, ¿podemos seguir hablando mañana en el café? —balbuceó sin quitarme el ojo de encima—. No, no, todo está bien. Es que... —carraspeó— creo que Mateo despertó y me está llamando.
Reí por lo bajo al escuchar su improvisada mentira, fingir ante estas situaciones no es lo suyo.
—Tranquila, novia del año. Sí, hablamos mañana.
Tan pronto finalizó la llamada, comencé a carcajearme a viva voz. Ella en respuesta tomó una almohada y me la lanzó, falló por unos pocos centímetros.
—¿¡Me puedes explicar qué haces!? —su rostro estaba rojo, no supe descifrar si era por el enojo o por la vergüenza.
—Me estoy riendo, ¿acaso es un crimen?
—Sabes que no me refería a eso —el sonrojo aumentó—. ¿Qué haces desnudo?
Pues sí, no hay ninguna prenda cubriendo mi cuerpo. Absolutamente nada. Y no sé qué me causa más gracia, si su reacción o que a pesar de todo no puede dejar de mirar en dirección a...
—Además de provocarte —subí a la cama y me senté frente a ella—, es otra táctica para habituar tu cuerpo al mío.
—¿Estás...desnudo para que conozca mejor tu cuerpo? —casi inconscientemente sus manos viajaron a mis hombros, masajéandolos.
—Y para que yo conozca mejor el tuyo —llevé mis manos a los bordes de su camisón—. ¿Puedo?
Lo dudó durante unos segundos. Sus ojos se clavaron en los míos, meditando si estaba lista o no. Finalmente asintió con timidez. Alcé el camisón quitándoselo por encima de la cabeza y dejando así sus pechos al aire, los cuales quiso cubrir por un momento, pero declinó la idea al notar que era todo lo contrario a lo que pretendía con esto. Luego mis manos viajaron a sus panties, alzó un poco sus caderas para facilitarme el trabajo y las deslicé con suavidad por sus piernas hasta quitárselas por completo.
Sonreí al verla completamente desnuda, es hermosa, en todo sentido de la palabra. No pasé por alto esas pequeñas cicatrices dispersas por ciertas zonas que fueron golpeadas tantas veces, pero no quería pensar en ello, mi intención era hacerla sentir cómoda.
—Eres preciosa —murmuré, acariciando su rostro.
—Tú no estás nada mal —me regaló una sonrisilla.
—¿Te sientes muy incómoda con esto?
—No mucho... —musitó—. Es que no estoy acostumbrada a estar desnuda, me siento muy expuesta...
—¿Y te hace sentir mal estarlo frente a mí?
—No —se acercó un poco más a mí, sentándose sobre mis piernas—, no sé cómo lo logras, pero siempre encuentras el modo de hacerme sentir a gusto y segura.
—Esa es mi misión —sonreí a la vez que acariciaba sus piernas, amo hacerlo.
Puso sus manos sobre mis hombros, presionándolos con suavidad. Cerré los ojos ante esa delicia de masaje, cada vez que lo hace logra que mi mente se quede en blanco y olvide mis preocupaciones durante el tiempo que duran sus caricias.
—¿Te he dicho que tus manos son mágicas?
—No, pero gracias —presionó un poco más—. ¿Te gustan mis masajes?
—Bastante.
—Entonces recuéstate boca abajo, voy a darte una sesión completa.
—¿En serio? —sonreí, abriendo los ojos.
—Mhm —asintió, apartándose.
Me acosté en la posición en la que ella me indicó y poco después se sentó sobre mí. Comenzó con su suave masaje, primero en los hombros y luego a lo largo de la espalda. ¡Dios, qué bien lo hacía!
—Tus músculos están muy tensos —presionó un poco más al regresar a mis hombros—, cargas con mucho estrés, ¿cierto?
—La empresa, la boda de mi hermano, Mateo, tú, el chef gritándome en coreano...
Su risa se coló por mis oídos como música celestial, no importa cuánto tiempo pase, siempre causará el mismo efecto en mí.
—En ese caso, voy a ocuparme de todo ese estrés acumulado —sentí cómo se inclinó hacia adelante y me llevé una grata sorpresa cuando depositó varios besos en mi nuca y hombros.
—Qué cariñosa —ronroneé.
—¿Sabes? Siempre me ha gustado darle atenciones a mis parejas. No diría que sumisa, más bien servicial cuando de dar cariño se trata.
—Me gusta.
—Creí que no recuperaría ese rasgo de mi personalidad después de que me convirtieran prácticamente en una esclava.
—Poco a poco has vuelto a ser tú, en una versión incluso mejor —incliné la cabeza hacia atrás, la observé por encima de mi hombro y le sonreí con orgullo—. Y me alegra que tu rasgo cariñoso servicial haya vuelto, lo estoy disfrutando mucho.
—Cuando quieras —besó mi mejilla.
—¿Sabes qué? Yo también quiero darte cariño.
—¿Ah sí? —sonrió.
—Sí, siéntate.
No tardó nada en sentarse y en atar su cabello en un moño improvisado para darme más acceso a su piel. Sonreí por lo rápido que lo hizo, eso me orilló a pensar que eso era justo lo que necesitaba: dar y recibir cariño. Me senté detrás suyo y comencé a masajear sus hombros sin ejercer mucha presión.
—¡Dios! Se te da muy bien —jadeó, echando la cabeza hacia atrás.
—¿En serio? Nunca lo había hecho.
—Pues para ser un principiante no está nada mal —ronroneó, complacida.
—Tus músculos también están tensos —intensifiqué la presión.
—La cafetería, la fundación, la boda, Mateo, tú, el chef regañándome en mandarín...
Reí como mismo lo hizo ella antes y dejé un beso sobre su cuello aprovechando que había inclinado la cabeza hacia el lado derecho.
—Necesitamos otras vacaciones.
—Sí, pero dudo que podamos ahora —llevó una mano hacia la parte trasera de mi cabeza para acariciar mi cabello.
—No, pero podemos darnos cariño mutuamente todas las noches —rodeé su cuerpo con mis brazos, acercándola a mí—. ¿Qué tal si te mudas definitivamente para acá?
—¿Qué? —se giró tan rápido que cuando parpadeé ya tenía sus piernas rodeando mis caderas—. ¿Mu-mudarme por completo para esta habitación?
—Prácticamente vives aquí, amor. Solo sería traer la ropa que falta, tu tocador y el resto de tus cosas.
—Lo sé, es que... —se mordió el labio inferior, de pronto lucía demasiado tierna— entonces ahora será nuestra habitación —sonrió.
—Nuestra —dejé un besito sobre su nariz—. ¿Qué dices? ¿Te mudas?
—¿Qué crees? —enarcó una ceja.
—¿Que sí? —sonreí.
Acunó mi rostro entre sus manos y juntó nuestros labios, el beso no fue muy largo, pero lo recompensó la radiante sonrisa que recibí después.
—Me voy a tomar eso como un sí.
—Es un sí.
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Nuevo capítulooo!!!
Aún no ha llegado, pero tan pronto suba este cap, lo hará. ¡¡¡Muchas gracias por las 30k lecturas!!!
Garret y Mateo más unidos que nunca, ¿no es bellísimo?
Mat hizo un nuevo amigo. Ojo con Joey y Heather, no serán personajes de gran relevancia en la historia, pero yo que ustedes no los olvidaría del todo, serán importantes en otro lugar...
Nuestra pareja cada vez más enamorada, son una ternura.
Besos de Karina K.love 😉
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