CAPÍTULO 26: Aventuras en California

Garret

—Hermano, llevamos una hora esperando —le reclamé a Ev quien me escuchaba del otro lado de la línea telefónica—. ¿A dónde vamos?

—Si te llamé fue para decírtelo —susurró, al parecer Lily andaba cerca—. California.

—California, ¿eh? —dije en voz alta para que le informaran al piloto cuál era nuestro destino—. ¿Entonces los esperamos en la casa de Beverly Hills?

—Anjá, posiblemente lleguemos de noche.

—No hay problema con eso, nos vemos dentro de un par de horas.

—Nos vemos, hermano.

Finalicé la llamada y les lancé una mirada de victoria a mi familia, o bueno, la mitad de ella. Llevamos cerca de una hora esperando la dichosa llamada de Evan para saber en qué locación le pedirá a Lily que sea su esposa, otra vez. Mi hermanito está tan enamorado que no cree justo que él y Lils estén casados por el civil y bajo los términos de un contrato como si el amor que sienten no valiera más que eso, así que le va a pedir matrimonio por segunda vez y en esta ocasión será por la iglesia. Quiere que toda la familia esté reunida para celebrarlo, por ello Lori, Mat, mamá, papá y yo nos iremos primero y luego él, Lily, Jessie y Margarita se nos unirán.

—¿California queda muy lejos? —preguntó Mat, haciendo un puchero.

—Mucho, campeón —me agaché, quedando a su altura.

—Odio los viajes largos —se quejó.

—Lo sé, pero este no será un viaje largo aburrido, los abuelos irán con nosotros. Además, en California vamos a estar toda la familia junta en una misma casa durante un par de días, así que valdrá la pena el viaje, ¿no crees?

—Bueno... —otra vez alargando la E.

—Vainilla —llamé a mi novia—, ¿qué significa que alargue la E?

—¿Aún no lo sabes? —rió y negué con la cabeza ante su pregunta—. Lo hace cuando está considerando aceptar algo.

—Oh, era eso —exclamé, pensativo.

—¿En serio no lo sabías? —cuestionó el niño a lo que también negué—. Bueno, ahora lo sabes.

Una señorita ingresó a la sala informándonos que nuestro jet ya estaba listo a pesar de que hace tan solo cinco minutos especifiqué cuál era el destino, por tanta eficiencia es que amo la aerolínea de los Stone. Tomé las manos de Lori y de Mat mientras caminábamos junto a mis padres hacia la pista donde se encontraba nuestro jet. Luego del protocolo común, ingresamos al avión. Habían solo dos filas de asientos, con cuatro de ellos en cada lado. Mi novia y mi pequeño ocuparon la fila de la izquierda y yo ocupé uno de los dos asientos libres frente a ellos, solo una mesa nos separaba; mis padres por su parte ocuparon la fila contraria.

La única azafata presente nos informó que estábamos próximos a despegar y por lo mismo debíamos tomar las medidas de seguridad pertinentes. Me llamó la atención que durante todo el proceso de ascenso del jet Mateo ni siquiera se inmutó, solo estaba ahí con su expresión de aburrimiento.

—Creí que te daría miedo volar —comenté, desabrochando mi cinturón de seguridad para apoyarme sobre la mesa, solo era un metro pero los sentía demasiado lejos.

—Pues nop —apoyó sus codos sobre la mesa y llevó sus manitas a sus mejillas—. ¿Falta mucho para que lleguemos?

—Acabamos de despegar, campeón —reí.

—Lo sé, pero me aburro. Aquí no puedo jugar fútbol ni volar mi helicóptero.

—Tienes a Spidey —dijo Lori agitando el peluche en un intento de animarlo.

—Spidey también está aburrido —suspiró con dramatismo.

—Bueno, tengo otra opción —mi anuncio llamó su atención.

Llamé a la azafata y le pedí que me trajera un bolso de mano que se encontraba entre mi equipaje. No tardó mucho en cumplir con mi pedido y tras agradecerle, abrí el bolso y saqué del mismo diez cómics que deposité sobre la mesa.

—¿Esos no son los que me van a leer para dormir esta noche? —cuestionó haciendo una mueca.

—Nop, estos no son de tu colección ni de los que trajimos para leerte en la noche. Son nuevos, los compré ayer.

—¿¡Nuevos!? —chilló.

—Anjá, y son suficientes para que te entretengas durante todo el viaje.

—¡Eres genial, Gary! Muchas gracias.

Gary.

He odiado ese jodido apodo desde que a Corina se le ocurrió la maravillosa idea de llamarme así, incluso cuando Lori lo hacía me molestaba un poco, pero ocurre totalmente lo contrario cuando sale de la boca de Mat. No lo sé, quizás estoy tan cansado de oír sus ''Garret'' con desdén o sus ''Tú'' simpáticos que escuchar un apelativo más cariñoso me gusta. En serio quiero mucho a ese niño, no porque sea hijo de Lorraine sino porque en el fondo me gustaría que también fuera el mío.

Sonriente, tomó su pila de cómics y comenzó a leer el primero de ellos. Lori acarició su cabello y articuló un ''Bien hecho'' sin voz para mí. Mi novia y yo comenzamos a chismear como vulgarmente se dice acerca de la futura pedida de matrimonio y de lo involucrados que estaremos en la boda, porque es obvio que Lily dirá que sí. El rubito nos ordenaba a bajar la voz de vez en cuando porque no lo dejábamos leer en santa paz, pero finalmente se hartó y...

—Ustedes son muy ruidosos —se quejó, bajando de su asiento—, me voy con lo abuelos.

Y así sin más se dirigió hacia uno de los asientos libres de la fila de mis padres, sentándose frente a los mismos. Ambos lo recibieron sonrientes, es increíble cómo sus carácteres cambian cuando se trata de sus nietos.

Aprovechando que el asiento de Mat estaba libre, me escabullí para sentarme junto a mi Vainilla. Ella me recibió abrazándome con ternura.

—Hola, hermosa —besé su frente.

—Hola, galán —me sonrió.

—No pasan ni cinco minutos desde que me fui y ya me robaron el puesto —reclamó Mat haciéndonos reír a todos—. ¡Qué falta de respeto! —y luego de exclamar esto último le dedicó toda su atención a su cómic y a sus abuelos.

—Nuestro pequeño se enojó —fingí culpabilidad.

—Amo cuando dices nuestro, ¿sabes? —su mano buscó la mía, entrelazando nuestros dedos.

—Porque lo es —le di un ligero apretón a su mano— y no sabes cuánto te agradezco por haberme dejado ser parte de su vida.

—Digamos que te lo ganaste —apoyó su cabeza sobre mi hombro, acurrucándose—. Me siento muy bien con la familia que estamos formando.

—Y yo no podría amarlo más.

Nos quedamos en silencio durante un rato. Ese silencio cómodo que nos envuelve de vez en cuando y resulta tan corfortable. Simplemente me dediqué a acariciar su cabello y a dejar caricias en su mano unida a la mía.

—¿Crees que...? —rompió el silencio—. ¿Crees que Mat y yo...combinemos con los Harriet?

—¿A qué te refieres con combinar?

—A...ya sabes, ustedes son ricos y todos son talentosos en los negocios y...

—Lori —la interrumpí—, los Harriet somos más que una familia rica y exitosa. Si te das cuenta somos una familia conformada por pedazos de otras familias y la mayoría no compartimos vínculos sanguíneos, pero eso no es impedimento para que nos amemos los unos a los otros —mi mirada viajó hacia Mateo, ahora mi madre estaba sentada a su lado leyéndole el cómic mientras mi padre los observaba enternecido—. Para ser un Harriet el único requisito especial que hay que cumplir es amar al resto de los miembros de la familia, eso es todo.

—Lo siento, yo... —se separó de mí para mirarme—. No quise sonar materialista o...

—Lily es una Harriet —la corté nuevamente—. Jessie es una Harriet. Margarita es una Harriet. Mateo es un Harriet. Y tú eres una Harriet.

—¿En serio nos consideras Harriets? —por su tono de voz podría jurar que estaba a punto de llorar.

—Mira —le señalé a mis padres y a Mat con un movimiento de cabeza—. ¿Eso responde a tu pregunta?

Ella se limitó a esbozar una pequeña sonrisa antes de depositar un corto —demasiado— beso sobre mis labios.

—¿A eso le llamas beso? ¡Bésame como Dios manda, mujer!

Rió—. Tus padres están a dos metros de nosotros, me da vergüenza.

—Qué vergüenza ni que nada, bésame bien —hice un puchero.

Negó con la cabeza y tomó mi rostro entre sus manos para darme otro beso un tanto más largo, pero seguía siendo insuficiente. Iba a quejarme, pero colocó su dedo índice sobre mis labios, callándome.

—No tendrás más.

Qué remedio.

(...)

—Vainilla, ya puedes cerrar la boca —me burlé, desde que llegamos a la mansión la O en sus labios se volvió permanente.

—No te burles —refunfuñó, lanzándome una blusa recién sacada de su maleta.

—¿Te gusta nuestra habitación? —pregunté, admirando a mi alrededor.

La verdad no había mucha diferencia entre esta y mi habitación en casa, a excepción de que en esta entra mucha más luz natural a través de los grandes ventanales y el color blanco de las paredes le da el toque pulcro e impecable.

—Me gusta cualquier lugar que pueda compartir contigo —me sonrió—, pero sí, me encanta la habitación.

Amo a esta nueva Lorraine abierta que no se cohíbe para decirme lo que siente. Ha pasado cerca de una semana y media desde que formalizamos nuestra relación y desde entonces ha estado más cariñosa y expresiva que nunca; me encanta.

Caminé hacia ella con claras intenciones de abrazarla, pero justo cuando estaba a punto de hacerlo, me esquivó. Sonreí confundido ante su reacción e intenté darle otro abrazo, pero repitió la misma acción. Por su sonrisa burlona deduje que tenía ganas de jugar y lo confirmé cuando al querer acercarme una tercera vez, comenzó a correr, escapando de mí. Dio inicio una divertida persecusión entre risas y ''amenazas'' de mi parte diciendo que me la comería a besos cuando la atrapase.

Finalmente logré tomarla de la cintura y en un intento de zafarse cayó sobre la cama. Aproveché para acorralarla en un movimiento rápido, hundí mis rodillas sobre el colchón a ambos lados de su cuerpo y atrapé sus muñecas con mis manos, inmovilizándola. Ella solo reía sin parar, y yo también...hasta que noté lo que había hecho.

—Lo-lo siento —musité mientras soltaba mi agarre sobre sus muñecas y me reincorporaba quedando arrodillado.

—¿Por qué te disculpas? —frunció levemente el ceño, setándose—. No hiciste nada malo.

—No debí inmovilizarte así —bajé la mirada—. Eso pudo haberte recordado a...

—Mi amor —me interrumpió, tomándome del rostro para que la mirara—, no había pensado en eso hasta ahora que lo acabas de decir. Es cierto que esto pudo haberme recordado algo, pero no lo hizo y estoy harta de que te cohíbas o te retractes cada vez que inconscientemente haces algo que crees que pueda afectarme.

—Quiero que estés bien.

No quiero herirte, amor.

—Lo sé y siempre te voy a agradecer por ello, pero no hace falta que me sobreprotejas, y en especial necesito que dejes de protegerme de ti —frunció un poco los labios—. Nada de lo que haces me recuerda a Roy, los recuerdos me atacan porque mi mente me traiciona, no por nada que tú hagas.

Suspiré—. Lo lamento si te hice sentir mal, cariño.

—Jamás me haces sentir así —me sonrió, delineando mi barba con sus dedos—, y quiero que dejes de limitarte cuando se trata de nosotros —tomó una de mis manos y la llevó hacia su nuca—. Extraño que me tomes así para besarme, dejaste de hacerlo cuando descubriste la verdad.

—Creí que quizás...

—Me haría sentir obligada a algo que no quería, ¿no? —terminó por mí, a lo que asentí—. No es así —acercó su rostro al mío—. Sé que eres tú. Sé que eres Garret.

Sus susurros, su cercanía y esa forma tan tierna en la que hacía rozar nuestras narices eran la invitación perfecta para que la besara. Mi mano aún permanecía alrededor de su nuca, por lo que se me haría muy fácil acercarla más y besarla. Lo dudé un poco, pero ella tenía razón, la estaba tratando como una muñequita de porcelana para no lastimarla y lo único que he logrado es victimizarla nuevamente, ella no necesitaba eso, lo que necesita es sentirse bien conmigo y eso ya lo logré, así que tiré de su nuca en un movimiento suave uniendo nuestros labios.

—A eso me refería —murmuró tras finalizar el beso.

—Prometo ser menos cuidadoso —reí ante lo raro que sonó eso—. Pero con respecto a tener relaciones seguiremos tomándonos nuestro tiempo, ¿ok?

Asintió—. Estoy de acuerdo, poco a poco.

—¿Y qué tal si dormimos un rato? Estoy cansado del viaje.

—Yo también, pero tenemos que terminar de desempacar.

—Olvida eso —la tomé de la cintura acostándola conmigo sobre la cama—, vamos a dormir.

—Ok, pero tú desempacarás mi maleta —sentenció, acurrucándose sobre mi pecho.

No problem.

Ya nos encontrábamos acomodados y abrazados cuando unos toques a la puerta nos distrajeron. La vocecita de Mateo se filtró del otro lado de la puerta pidiendo permiso para pasar. Grité un ''Adelante'' y un segundo después ingresó con Spidey en brazos y con una sonrisilla traviesa en sus labios. Subió a la cama y nos separó acostándose entre nosotros.

—Bueno, mamá, Gary, es hora de una siesta familiar —y dicho esto se acurrucó como si nada.

Lori y yo nos miramos perplejos ante la facilidad con la que se plantó ahí, lo hizo a propósito y es bastante obvio. Mi rubia le lanzó una mirada acusatoria, pero negué con la cabeza haciéndole saber que todo estaba bien, Mat ya aceptó nuestra relación y he conseguido acercarme bastante a él, pero es normal que aún cele un poco a su madre.

—Te lo voy a dejar pasar solo por esta vez —le advirtió mientras se acomodaba, abrazándolo.

—Yo no hice nada, soy un angelito —murmuró, aparentando inocencia.

—Entonces vamos a dormir, ''angelito'' —reí por lo bajo acomodándome también y estirando mi brazo para envolverlo tanto a él como a mi novia.

—Dulces sueños, Gary —bostezó.

(...)

—¿A dónde me llevas, cariño? —preguntó por enésima vez desde que abandonamos la casa.

Los Harriet Junior ya habían llegado, pero estaban tan cansados que fueron directo a la cama y Mateo estaba dormido después de pasar toda la tarde muy a gusto jugando con mis padres, según él los abuelos son muy divertidos y tenía que aprovecharlos ahora que tenían tiempo para la familia; así que aproveché para ''secuestrar'' a mi chica y llevarla a un lugar especial.

—Te va a gustar, confórmate con eso —tomé la mano libre que no estaba ocupando al volante para tomar la suya y dejar un beso sobre sus nudillos.

—Ok —rodó los ojos, sonriente.

Me detuve en un semáforo en rojo y me dediqué a admirarla una vez más. Lucía preciosa en ese vestido rojo corto con volantes en la falda, su cabello largo cayendo en perfectas ondas y sus hermosos labios pintadas de un rojo intenso. Me mantuve tanto tiempo detallándola que no noté el cambio de luz del semáforo hasta que los autos detrás del mío hicieron sonar sus bocinas.

—Expreso, ya puedes cerrar la boca —se burló tal cual lo hice yo un par de horas antes.

Quise responderle, pero no tenía mucho que decir en mi defensa, por lo que me limité a conducir mientras ella reía por lo bajo. Pasados al menos unos veinte minutos más, aparqué frente al local de La Clave Salsa Club.

—Una...¿discoteca? ¿Bar? —preguntó, confundida al detallar el letrero del negocio.

—Club de salsa —aclaré.

—Garret... —dijo en un tono entre reproche y advertencia—. Ya hablamos de esto, no voy a volver a bailar.

—No lo hagas entonces —me encogí de hombros—. Yo sí lo haré.

—¿Desde cuándo sabes bailar salsa? —lucía genuinamente sorprendida.

—Aprendí de pequeño, salsa y otros tipos de danza. Te sorprendería.

—Supongo que lo harás esta noche.

—Exacto.

Me desabroché el cinturón de seguridad y salí del auto, rodeé el mismo, abrí la puerta para ella y le ofrecí mi mano la cual tomó. Una vez dentro del local, quedé complacido con el ambiente: piso de madera, luces iluminando parcialmente el espacio, buena música envolviendo el lugar y lo más importante, mucha gente bailando.

—Esto no es buena idea —suspiró con su vista clavada en la pista de baile.

—Solo relájate.

Avanzamos hacia una de las tantas mesas ubicadas a los costados de la pista de baile. Pedí un par de tragos para ambos, pero ella solo le daba uno o dos sorbos a su bebida antes de depositar el vaso sobre la mesa tamborileando sus dedos sobre la superficie del mismo al ritmo de la música. Su mirada azul seguía fija sobre la pista, pareciera que en su interior se estaba librando una ardua batalla entre su deseo de correr a hacia allí y su postura firme a no volver a bailar.

—¿Por qué te torturas? —inquirí.

—El baile ya no tiene cabida en mi vida —contestó de forma automática, esta vez su mirada denotaba nostalgia y seguía dirigida al mismo sitio.

—Dudo que algo que era el eje central de tu vida antes de ser madre haya perdido todo tipo de cupo en tu vida —me acerqué un poco más a ella—. Lori, yo te vi mostrándole pasos de ballet a Jessie, vi cómo sonreías y te divertías. Aunque no lo creas bailas todo el tiempo, todos tus movimientos son gráciles y te dejas llevar por cualquier ritmo. Lo extrañas y lo sabes.

—Que lo extrañe no quiere decir que pueda volver a hacerlo.

—Sí puedes —refuté—. ¿Sabes cuánta gente extraña tantas cosas que no puede recuperar? Millones. Millones de personas. Millones de deportistas que no pueden volver a ejercer su deporte por una lesión. Millones de estudiantes que abandonan los estudios porque no pueden costearlos. Millones de bailarines que no puedes volver a bailar a causa de accidentes —hice énfasis en este último ejemplo—. Tú también sufriste un accidente de cierta forma, pero es psicológico, y así como has superado tantos otros traumas, puedes superar este también. Solo tienes que intentarlo.

Me levanté y me coloqué a su lado ofreciéndole mi mano a modo de invitación. Lo meditó durante un rato, en serio estaba teniendo un fuerte debate interno consigo misma.

—Una canción y ya, ¿ok? —musitó tomando mi mano antes de levantarse.

Sonreí a más no poder al recibir esa respuesta, era todo lo que necesitaba oír. Besé suavemente sus nudillos, luego su frente y por último sus labios.

—Esa es mi chica valiente.

Tiré de su mano casi arrastrándola hacia la pista, temía que se arrepintiese así que debía actuar rápido. Cuando llegamos estaba por terminar la canción que se estaba reproduciendo, así que solo nos colocamos en posición esperando a la siguiente. Por el temblor de su mano izquierda sobre mi hombro y su mano derecha entrelazada con la mía, supe que estaba demasiado nerviosa.

—Vas a bailar, no al matadero —bromeé para aligerar el ambiente.

—En este instante son sinónimos —su voz también temblaba—. ¿Estoy a tiempo de arrepentirme?

Negué con la cabeza justo al mismo tiempo que daba inicio la nueva canción. Le sonreí comenzando con los pasos básicos, ella me siguió con cierta timidez sin apartar su mirada de la mía. Pasados unos segundos más, me pareció que estábamos bailando muy al estilo amateur y, modestia aparte, podíamos hacerlo mucho mejor.

—Creo que podemos hacerlo mejor que esto —dije en su oído antes de hacerla dar una vuelta que dejó su espalda pegada a mi pecho.

—¿Ah sí? —la hice dar otra vuelta regresándola a la posición inicial.

—Mostrémosle a Los Ángeles cómo se baila salsa en Heaven Gold City.

Su respuesta fue una sonrisa seguida de un:

—Será un placer.

A partir de ahí fue ella quien tomó las riendas. Sus pasos y movimientos eran tan versátiles y perfectos que recordé que no estaba bailando con cualquiera, en efecto lo estaba haciendo con una profesional. Sutilmente hice que nos moviéramos al centro de la pista y las miradas no tardaron en posarse sobre nosotros, creí que eso la incomodaría, pero se encontraba tan inmersa en la música que ni siquiera lo notó.

Para la mitad de la canción ya no habían vestigios de la tímida Lorraine de al principio, sus pasos eran más difíciles y elaborados, pareciera que estaba montando su propia coreografía y la facilidad con la que lo hacía era sorprendente, incluso me costó un poco seguirle el ritmo. Comenzamos a mezclarnos con otras parejas, intercambiando compañeros para luego juntarnos nuevamente para el final de la canción. Nuestros rostros quedaron a centímetros el uno del otro, nuestras respiraciones se mezclaban debido al reciente esfuerzo físico.

Iba a pedirle que bailásemos juntos la siguiente, pero el llamado de atención de quien parecía ser el animador del evento me lo impidió. El mismo anunció que se llevaría a cabo una especie de competencia en la que se pondrían a prueba las habilidades danzarias específicamente de las féminas, consistía en que cinco de ellas bailasen con bailarines profesionales y el público determinaría a la ganadora con sus aplausos.

—¡Hazlo! —la animé.

—Ni loca —me lanzó una expresión de pánico.

—Puedes hacerlo —insistí.

—No, no puedo.

Me di cuenta de que no lograría convencerla y ya se habían postulado cuatro chicas, así que alcé la mano de mi novia y la señalé para captar la atención del animador.

—¡Ella! —grité.

Me envió una mirada asesina y me escapé tan pronto llegó el bailarín con el que danzaría. El promotor explicó nuevamente las reglas y sin más dio inicio la música. Lori se mostró un tanto insegura e incómoda al principio, pero eso duró muy poco, cuando parpadeé ya estaba armando todo un show. La verdad quedé boquiabierto ante su habilidad, una cosa era bailar con ella y otra muy diferente era observarla, tiene demasiado talento.

Al término de cada canción, el público debía ir calificando con sus aplausos y así eliminando una bailarina en cada ocasión. Pasadas tres canciones más solo quedaban mi rubia y una morena que también era muy buena, la competencia estaba tan reñida que incluso escuché a varias personas haciendo apuestas.

La última canción comenzó a sonar y tanto Lori como su acompañante parecían estar listos para ganar. Todo marchaba de maravilla hasta que el animador anunció un repentino cambio de parejas. Creí que eso supondría una desventaja, después de todo ella ya se había acoplado a su pareja de baile, pero descubrí que no se trata de con quién baile, ella brilla con luz propia. Casi al término de la canción vi que le susurró algo al oído a su nuevo acompañante y me quedé en shock cuando este la cargó, ella rodeó su cintura con sus piernas sin tener ningún otro tipo de soporte e inclinándose hacia atrás y él comenzó a dar vueltas con ella en esa postura en la que la caída sería tan sencilla, pero no ocurrió. Había sido una maniobra perfecta y concluyeron con un estilo increíble.

El público ovacionó a todo pulmón, incluyéndome. No podía parar de sonreír al ver lo talentosa y espectacular que es la mujer de mis sueños. Pero más que yo sonreía ella; lo extrañó muchísimo y volvió a donde pertenece: la pista de baile.

—Bueno, creo que no hace falta decir quién es la ganadora, ¿cierto? —anunció el promotor a través de su micrófono señalando a mi rubia y nuevamente el público estalló en aplausos.

Ella hizo una corta reverencia mientras le agradecía al público y a sus compañeros de baile, incluso su contrincante se acercó para felicitarla. De pronto el lugar entero se centró en ella y juraría que vi sus ojos empañados. Lo confirmé cuando se encontraron con los míos, aún estaba apluadiendo en su honor y sin más sonrió y corrió en mi dirección. La recibí con lo brazos abiertos mientras la escuchaba sollozar en mi hombro.

—Gracias... —me abrazó con un poco más de fuerza— por recordarme lo mucho que amo esto.

—Eres única —le sonreí al separarnos, mis manos viajaron a sus mejillas despojándolas de lágrimas—. Y definitivamente tienes que enseñarme un par de pasos —eso la hizo reír un poco.

—Lo haré —me tomó de la mano—. ¿Qué tal si comenzamos con las lecciones ahora? La noche es joven.

—Me encantaría.

(...)

—¡Vamos a la playa! ¡Vamos a la playa! —canturreaba Mat en medio de los pasillos de la pequeña tienda veraniega en la que nos encontrábamos, lo gracioso es que lo hacía bailando al ritmo de conga y resultaba muy simpático.

Mi sonrisa se amplió cuando su madre apareció detrás de él, también bailando. No ha parado de dejarse llevar desde ayer, simplemente escucha cualquier ritmo y sus pies hacen el resto del trabajo; y me encanta.

—¿Ya tienen sus trajes de baño?

—Anjá —Lori alzó un poco su brazo sobre el que descansaba un bikini color blanco para ella y unos shorts de verano con estampado de palmeritas para Mat—. ¿Tú?

—También —le mostré los shorts azules.

—Bien, entonces vamos a la playa —chilló el niño dirigiéndose a la salida, su mamá tuvo que ir tras él y detenerlo.

—Aún no, principito —rió—. Tenemos que pagar primero.

—Uy, cierto —dio media vuelta.

—¿Quieren comprar algo más? —propuse.

—No, vámonos a la playa —refutó el rubito.

—Yo sí quiero comprar algo más —añadió Lori—. Casi toda la ropa que traje es de invierno, pensé que íbamos a un lugar más frío.

—Me pasa igual, busquemos más ropa.

Mateo emitió un gruñido de descontento y se cruzó de brazos siguiéndonos. Lorraine eligió un par de blusas, shorts de mezclilla, sandalias... También eligió ropa para mí y para nuestro gruñoncito además de un par de accesorios de playa como gafas y sombreros, tiene muy buen gusto. Noté que se detuvo junto a la zona de vestidos cortos, les echó un vistazo y luego desvió la mirada hacia otra zona.

Conozco esa actitud...

Tomé uno de los tantos vestidos que habían en oferta, era color celeste con franjas blancas. Ella se encontraba frente a un espejo probándose algunas gafas y verificando cómo le quedaban. Me coloqué detrás de ella y posicioné el vestido a la altura de su cuerpo.

—Te queda bien, ¿no crees?

—Muy corto para mi gusto —hizo una mueca.

—Creí que habías superado esa etapa de la indumentaria conservadora.

—Y lo hice...es solo que ese tipo de vestidos eran los que solía usar antes de...ya sabes.

—¿Y qué tiene de malo?

—Nada en especial, es solo que...no sé si me sienta cómoda usándolos de nuevo.

—¿Qué tal si vas al probador y te colocas este para comprobarlo? —noté la duda en sus ojos—. Ayer te demostré que aquello que te gusta siempre te hará sentir bien.

Sonrió—. Es cierto —le entrgué el perchero—, ya vuelvo.

Caminó hacia el probador y mientras esperaba me quedé junto a Mateo. Me percaté de que se posicionó frente a una vitrina donde figuraban varias estatuillas de lugares icónicos de Los Ángeles y de California en general.

—¿Qué son esas? —preguntó, señalando las figurillas.

—Son souvenirs.

—¿Souve qué? —ladeó la cabeza sin comprender.

—Souvenirs. Son objetos que venden en los lugares turísticos para que tengas recuerdos de tu visita. Aquí por ejemplo hay postales, figurillas del cartel de Hollywood y todo eso son recuerdos de California.

—Oh, entiendo —asintió—. ¿Puedes comprarme uno, por favor? Quiero recordar estas vacaciones.

—Claro, campeón. ¿Cuál quieres?

—Pues...¡ese! —sonrió apuntando hacia una botella de vidrio con líquido azul brillante simulando el océano, en el mismo figuraban un delfín junto a una tortuga y una estrella de mar con un letrero de Malibú.

Me incliné para tomarla y se la entregué a mi pequeño, por un momento olvidó su enojo por nuestra tardanza en ir a la playa.

—Gracias, Gary —me sonrió para luego dedicarle toda su atención a su souvenir.

—¿Cómo me veo? —volteé al escuchar la voz de mi novia y quedé encantado con lo que vi, ¿acaso no hay nada no le quede bien?

—Te ves encantadora, cariño —me acerqué—. Pero la pregunta importante es cómo te sientes.

—La verdad... —miró hacia abajo, observando lo que llevaba puesto— muy bien. Amo estos vestidos.

—Te lo dije —la tomé de la cintura, acercándola a mí—. Ahora vamos a comprar todos los vestidos que quieras y será lo único que usarás durante nuestra estadía aquí.

Luego de terminar con nuestras compras nos dirigimos hacia la playa más cercana. Tan pronto nuestros pies hicieron contacto con la arena, Mateo corrió despavorido en dirección al agua, lo atrapé justo antes de que llegara a la orilla. Acomodamos nuestras cosas muy cerca de allí antes de cumplir el ansiado deseo del niño.

—¡Me encanta la playa! —chilló chapoteando a su alrededor con sus bracitos resguardados con flotadores.

—Ya nos quedó claro, rubito —sonrió Lori quien se encontraba rodeando mi cuello con sus brazos.

La verdad es que tanto el agua como la luz solar eran muy agradables, no había mucho oleaje por lo que podíamos disfrutar a plenitud y la supervición sobre Mat era más sencilla. El niño se estaba divirtiendo bastante, tanto que no hizo ningún comentario cuando nos atrapó a su madre y a mí besándonos varias veces. Decidimos salir a tomar un poco el sol y a Mateo le apetecía hacer castillos de arena. Lori se recostó sobre una de las tumbonas que alquilamos y yo en otra mientras que el rubito ocupó el espacio entre ambas para construir su castillo. 

—¿Cómo me está quedando? —nos preguntó el pequeño, a decir verdad lo estaba haciendo bastante bien.

—Está genial, campeón —agité su cabello y por accidente untándole un poco de arena.

—A mí me encanta —agregó mi rubia.

—Gracias —sonrió y se giró para continuar con su obra arquitectónica.

Me valí de este hecho para hacerle señas a mi novia indicándole que se recostara sobre mí en mi tumbona. Ella alzó una ceja con fingida duda, eso me hizo reír.

—Ya has tomado mucho sol, ven a la sombra conmigo.

Fingió pensarlo durante un par de segundos y cuando se cansó de dar rodeos, se acostó justo donde yo quería. Colocó ambas manos sobre mi pecho y posicionó su barbilla sobre sus dedos, mirándome.

—Hola, tú.

—Oye, mami, eso es mío —la reprendió Mateo para luego seguir con su proceso de construcción.

—Corrección. Hola, Gary.

—Arg —bufé, haciéndola reír, pero el enojo no me duró mucho, bastó con un beso suyo para que lo olvidara—. ¿Estás disfrutando las vacaciones?

—Mucho, no sabía que necesitaba unas hasta que vinimos.

—Voy a hacerme un tiempo para que podamos irnos más seguido, especialmente para que coincida con las vacaciones de Mat.

—Me parece bien —ronroneó al sentir mi tacto sobre su espalda.

—Espero que para las próximas vacaciones ya sepa nadar —comentó el niño y caí en cuenta de que se encontraba mirando a los niños que nadaban no muy lejos de la orilla.

—Yo puedo enseñarte a nadar en casa —le hice saber—. Cuando llegue la primavera a Heaven Gold y las temperaturas sean más cálidas, puedo enseñarte en la piscina.

—¿¡De verdad!? —asentí—. ¡Gracias, Gary!

—De nada, campeón.

—Y a él no le dices nada por llamarte Gary —mi novia alzó una ceja a modo de reproche.

—Es que a él le gusta como yo lo digo, ¿cierto? —presumió el pequeñín.

—Exacto, Vainilla. Nadie lo dice como él —dije a modo de broma.

Negó con la cabeza y se recostó del todo sobre mi pecho para dedicarle su atención a nuestro pequeño. Sí, sin dudas necesito más vacaciones junto a ellos.

(...)

—Hola, familia —anuncié al llegar a la sala de estar, todos estaban reunidos allí y Lily lucía especialmente feliz observando el anillo en su dedo—. Veo que ya se produjo la esperada pedida de mano. ¡Felicidades!

—¿¡Lo sabían!? —chilló ella, sorprendida.

—Claro que sí, ¿por qué crees que toda la familia vino?

Mi cuñada se volteó hacia su esposo legal y futuro esposo ante los ojos de Dios —suena raro, pero ese es su actual estado civil— y le sonrió encantada.

—Tú y tu manía de planear sorpresas perfectas.

Él se acercó a ella y rodeó su cintura con sus brazos.

—La primera pedida de matrimonio fue...bueno, ya sabes, muy poco romántica —ella rió al recordarlo—, así que esta vez además de hacerlo bien también quería que toda nuestra familia estuviese presente para celebrarlo. Todos los Harriet —hizo énfasis en esto último observando a Margarita, a Mat y a Lorraine.

—¿Ves? —murmuré en el oído de mi chica—. Son Harriets.

Asintió, sonrió y posó su cabeza sobre mi hombro.

—¿Y ustedes dos para cuándo? —nos preguntó directamente mi sobrina, dejándonos estáticos, no lo vimos venir.

—¡Jessica! —la reprendieron al unísono sus padres.

—Cuando dije que ellos debían ser una familia también me gritaron y mírenlos ahora —nos señaló—. Son los Harriet... —se detuvo en seco, al parecer tras recordar algo—. ¿Ustedes son Harriet qué?

—¿Eh? —emitió Lori, confusa.

—La familia completa somos los Harriet. Los abuelos son los jefes de la familia. Mamá, papá, la madrina y yo somos los Harriet Junior. ¿Y ustedes?

—Pues... —nos miramos los unos a los otros, no le habíamos puesto el ''apellido'' al apellido—. Somos los...Harriet Plus.

—¿Harriet Plus? —repitieron al unísono todos ante lo que se me acababa de ocurrir.

—Ehh...sí —me encogí de hombros.

—El tío Evan tenía razón, además de ser pésimo en la cocina también lo es con los nombres —comentó Mateo haciéndolos reír a todos, me hubiese sumado al coro de risas si no estuviese tan ocupado asesinando con la mirada a mi hermano.

—Así que soy pésimo con los nombres, ¿eh?

—Yo no dije eso —se hizo el desentendido.

—Sí lo dijo —refutó el rubito.

Tomé uno de los tantos cojines del sofá y me aproximé lentamente en dirección al pelinegro.

—¿Cómo te atreves a decir eso cuando tú le pusiste Donald al delfín de Jessie?

—Tú querías ponerle Dorian —contraatacó mientras retrocedía.

—Ven aquí —me acerqué un poco más, el cojín pronto se estamparía contra su cara.

Y como último acto de valentía antes de salir corriendo gritó:

—Lorraine, cuando tengan hijos, asegúrate de escoger tú los nombres.

Y tras eso me dediqué a perseguirlo por toda la casa como si fuéramos un par de niños con las carcajadas de nuestra familia como música de fondo. Sí, estas serían unas mini vacaciones entretenidas.

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Nuevo capítulooo!!!

Actualicé muy rápido, no se pueden quejar.

Un cap lleno de muchas emociones.

Lori le hizo saber a Garret que puede dejar de ser tan "cuidadoso", ¿qué les pareció?

¡Lori volvió a bailar! ¿Se lo esperaban?

Los Harriet más unidos que nunca...

Besos de Karina K.love 😉

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