CAPÍTULO 19: Los quiero

Garret

Me encontraba en la habitación de Lorraine, sentado al borde de su cama, a su lado. Ella sollozaba por lo bajo, intentando disimular fallidamente su llanto. Y yo...bueno, yo apenas estaba procesando todo lo que ella acababa de contarme.

Lorraine fue abusada, durante años, incluso fue atacada por ese imbécil la misma noche en la que me fui a Emerald Hills, y no estuve aquí para protegerla. Aún me costaba creer que hubiese sufrido durante tanto tiempo. No me cabía en la cabeza cómo podía existir un ser tan despreciable como para maltratarla así. Me dolía pensar en ella siendo golpeada, ultrajada, manipulada...¡Dios! Ese tipo la destruyó en cuerpo y alma.

Y Mateo...¡joder! Mat ha vivido prácticamente su vida entera bajo el dominio de un monstruo. Eso explica que sea tan celoso con su madre, que en realidad no son celos, solo la protege; incluso de mí.

Apreté los puños sobre el colchón, controlándome para no gritar de la rabia. Ese maldito hijo de puta sometió a Lorraine a su antojo. La abusó, la golpeó, la amenazó con lo más sagrado que tiene que es su hijo...incluso fue tan poco hombre como para violarla. Conforme me contaba cada hecho más repulsión y dolor sentía por ella, entendía mejor por qué era tan esquiva, tan temerosa, misteriosa y reservada. Comprendí la reacción de Mat cuando rechazó los omelettes y, lo que más me dolió, la que tuvo hace un rato cuando creyó que estaba agrediendo a su mamá.

Lo entendí absolutamente todo y eso solo aumentaba mis ganas de darle a ese maldito su merecido.

Pero no ganaría nada con eso, al contrario, acabaría haciéndoles creer a Lori y a Mat que soy igual de violento que esa lacra, y no es así. Yo no soy así. Y prefiero hacer algo mejor...

Me deslicé sobre el colchón hasta posicionarme a su lado, lo suficientemente cerca para hacerla sentir segura y lo suficientemente lejos para no invadir su espacio. No tenía idea de cómo actuar a su alrededor ahora. Quería abrazarla con fuerza y decirle que conmigo estaba segura, que sería incapaz de hacerle daño, pero si no confió lo suficiente en mí como para contarme lo que vivió, tampoco confiará en que la protegeré. Además, me daba miedo dar un paso en falso y meter la pata.

—Sé que no sabes cómo reaccionar —rompió el silencio, su voz quebrada solo agrandó el nudo en mi garganta—, y lo siento muchísimo, no debiste enterarte así. Yo no...no quería que me vieras como me ves ahora.

—¿Cómo te veo según tú?

—Con lástima —inspiró por la nariz—. Como una mujer rota a la que será tan difícil amar porque el más mínimo detalle puede recordarle que...

—Para —la interrumpí, mirándola—. Por favor, detente. Detesto escucharte hablando así.

—Por esto no quería darte esperanzas —sollozó—. No quería condenarte a vivir esto conmigo. Mereces algo mejor. A alguien que no...

Detuve ese discurso autodestructivo que estaba dando callándola con un beso. No había mejor forma de hacerle saber que, a pesar de todo lo que acababa de revelarme, lo que siento por ella sigue intacto; incluso me atrevería a decir que es más fuerte. Me devolvió el beso con suavidad hasta que sus lágrimas tocaron nuestros labios y decidí separarme para secarlas.

—Escúchame —murmuré mientras acunaba su rostro entre mis manos y secaba sus lágrimas con mis pulgares—, no quiero que vuelvas a insinuar que estar contigo es una especie de condena para mí, porque no lo es, en lo absoluto. Sí, no me esperaba descubrir que fuiste abusada, nunca me pasó por la cabeza y aún estoy tratando de asimilarlo, pero no te tengo lástima y para mí sigues siendo esa rubia hermosa que me robó el sueño desde el primer día.

—Pero yo...

—Tú eres la mujer de mis sueños. Maltratada o no, rota o no, eres mi Vainilla y me sigues encantando por lo maravillosa que eres.

—No lo entiendes. Una cosa es que yo te guste y otra muy diferente es que puedas lidiar con esto. ¿Crees que va a ser fácil para ti cuando quieras tener relaciones conmigo y no puedas porque no me siento para nada lista? ¿O cuando te despierte en medio de la madrugada porque aún tengo pesadillas de ese maldito golpeándome? ¿O cuando veas algunas de las cicatrices de mi cuerpo? Y esos son solo un par de ejemplos, esto va a ser peor de lo que crees.

Acaricié sus mejillas con dulzura y deposité un peso en su frente.

—Tú no solo me gustas —susurré—. Créeme, lo que siento es mucho más grande que una simple atracción física, y nada de lo que dijiste hace un segundo va a cambiar eso.

—¿Qué-qué quieres decir? —tartamudeó en un murmullo.

—Sé que te rompieron, y también sé que voy a tomar todos tus pedazos y voy a amar tanto a cada uno de ellos que cuando te des cuenta, ya estarás reconstruida.

—Garret... —sus ojazos comenzaron a inundarse de nuevo.

—Solo déjame repararte, Lorraine. Prometo amarte hasta que olvides que estás rota.

Su respuesta fue abrazarme, ese tipo de abrazos espontáneos que se producen cuando en serio necesitas el apoyo de ese alguien; me reconfortaba saber que yo era esa persona para ella.

—No sé cómo te las arreglas para hacerme sentir en cada ocasión que no te merezco —susurró en mi oído.

—Tú mereces el mundo, Vainilla, solo necesitas recordar lo mucho que vales. Pero tranquila, te ayudaré con eso.

Nos separamos y me dediqué a acariciar una de sus mejillas. Cerró los ojos y recargó su rostro contra mi mano, disfrutando de la atención.

—¿Estamos bien? —preguntó cuando cesé mis caricias.

—Estamos bien —asentí—. ¿Hay algo más que necesite saber?

—No, ese era el único gran secreto. Ya sabes todo lo que necesitas saber, de mí y de Mat.

Mientras más pensaba en ello, más impotente me sentía. Tan solo imaginar a Lori siendo brutalmente golpeada y a Mateo encerrado en su habitación llorando por no poder ayudarla, me revuelve el estómago. Tomé a mi novia entre mis brazos y me recosté sobre la cama, llevándola conmigo. No tardó en acurrucarse sobre mi pecho, abrazándome. Lo único que me alegraba de esta situación es que ahora ya no parecía costarle abrirse ante mí, supuse que no lo había hecho antes porque no quería contarme la verdad.

—Te quiero —susurré a la vez que acariciaba su cabello—. No. Los quiero.

—Mat... —suspiró—. Aún me siento mal por cómo reaccionó. Es un niño, no debería estar cuidándome.

—Sé que el motivo por el cual lo hace no es el más bonito, pero en mi opinión es hermoso el modo en que te defiende. Eso demuestra que a pesar del trauma, se quedó con lo bueno. Mateo será ese tipo de hombre incapaz de lastimar a una mujer, de hecho, las va a proteger como hace contigo, de eso estoy seguro.

—Eso me reconforta y me hace sentir culpable a partes iguales.

—Tú no tienes culpa de nada. ¿No me dijiste que te hicieron entenderlo en las terapias?

—Y así fue, pero una parte de mí siempre creerá que le fallé a Mat, que es mi culpa que viva a la defensiva y siempre preocupado por mí.

—No le fallaste, al contrario, has hecho hasta lo imposible por protegerlo. Y creo que su faceta sobreprotectora puede disminuir si ve que hay alguien más dispuesto a cuidar de ti. De ambos.

Alzó la mirada, conectando sus ojos con los míos. Lucía tan conmovida y tan triste a la vez que no sabía qué hacer para lograr que sonriera. Me urgía verla feliz. Feliz de verdad.

—También te quiero —murmuró.

La acerqué más a mí —como si eso fuera posible— y nos quedamos en silencio, abrazados y disfrutando del calor corporal mutuo. Tenía un montón de cosas que decirle, mil maneras de expresar que lo que siento por ella es más fuerte que cualquier sufrimiento que haya vivido en el pasado. En ese instante no me importó el contrato ni los Ackerman, ni la mentira que hemos creado; mi única intención era hacerla sentir amada y segura, eso es todo.

—¿Me dejas ir a hablar con Mateo?

—Yo ya lo hice. Está más calmado y entiende que no me estabas haciendo daño.

—Pero quiero decírselo yo. Quiero que escuche de mi boca que todo fue un malentendido y que jamás me atrevería a lastimarte. Quiero que sepa que estoy dispuesto a cuidarte con las mismas garras con las que lo hace él.

Ella se apoyó sobre un codo dejándome ver una casi imperceptible sonrisa, daría lo que fuera por ver una completa.

—Gracias por preocuparte por Mat también.

—Ya te lo dije, los quiero.

A pesar de que moría por quedarme a dormir junto a ella, me levanté para ir a ver al rubito, no podía estar tranquilo hasta aclarar las cosas con él. Me dirigía hacia la salida cuando me tomó la mano, deteniéndome. Me volteé y le sonreí.

—Gracias por...por tomártelo tan bien.

—Me hubiese gustado haberme enterado de otra forma, pero nada ha cambiado entre nosotros, ¿ok?

—Ok —susurró.

Dejé un beso sobre los nudillos de la mano con la que me estaba sosteniendo, luego besé su frente y por último sus labios. A partir de ahora la besaría de esa forma, en ese orden, porque cada beso representa algo.

—Voy a ver a Mat —susurré sobre sus labios y asintió.

Me encaminé hacia la habitación de mi gruñoncito favorito. Presentía que esta iba a ser la conversación más fuerte y difícil que tendría con él. Lorraine hizo su esfuerzo por calmarlo, pero no tenía idea de cómo reaccionaría al verme o si estaría dispuesto a escucharme.

Toqué a su puerta temblando de nervios. Siempre quise agradarle y con lo que acaba de pasar dudo que pueda lograrlo en un futuro cercano, pero no puedo permitir que se quede con una mala imagen de mí después de saber todo lo que el infeliz del ex-marido de Lori les hizo.

—¿Quién es? —su vocesita apagada me destrozó el corazón.

—Sé que no quieres verme, pero, ¿puedo hablar contigo? Prometo que solo te molestaré un ratito.

No escuché respuesta de su parte hasta que abrió la puerta. Su semblante triste y puchero tembloroso solo lograron hacerme sentir peor.

—Pasa —murmuró y acto seguido caminó hacia su cama para sentarse sobre la misma con las piernitas extendidas.

Me senté al borde de la cama, tan lejos como para no incomodarlo. No sabía cómo iniciar la conversación. Al igual que con su mamá quería abrazarlo hasta hacerlo olvidar todo el infierno que vivió, pero eso no funcionaría.

—Perdón por gritarte —murmuró, rompiendo el hielo de la misma forma en que lo hizo su madre—. Mi mamá me dijo que no la estabas golpeando y que solo eran cosquillas. Ella se vuelve loca con las cosquillas.

—Sí, lo noté. Pero creo que lo mejor será que no vuelva a hacerle cosquillas, ¿verdad?

No me respondió, ni siquiera con un corto asentimiento de cabeza. Estaba cabizbajo, triste. Traté de buscar alguna forma de tocar el tema haciéndolo menos doloroso para él, lo pensé hasta que recordé algo que sabía en algún momento me serviría.

—Te gustan los superhéroes, ¿cierto? —asintió—. ¿Y sabías que eres uno?

—¿Lo soy? —alzó la vista en mi dirección.

—Lo eres. ¿Sabes por qué? —negó con la cabeza—. Porque los superhéroes salvan el día y protegen a las personas, justo como tú lo haces con tu mami todo el tiempo.

—Pero no tengo superpoderes.

—Tienes amor, ese es el mayor de todos los superpoderes.

—Me gusta cuidar a mi mamá, pero yo solo quiero ser un niño normal.

—Pero no eres un niño normal —agachó nuevamente la cabecita—. Eres más valiente, inteligente y maduro que un niño ordinario. Catalogarte como normal sería una ofensa a lo extraordinario que eres.

Levantó la mirada haciendo que sus ojitos celestes conectaran con los míos—. ¿En serio crees que soy extraordinario?

Le sonreí—. Más que cualquier otro niño que conozca.

Me regaló una diminuta sonrisa, de esas que serían inmensas si no estuviese así de triste en este momento.

—Mat, yo...sería incapaz de ponerle un dedo encima a tu madre. Ella es muy importante para mí y jamás la lastimaría como lo hacía... —paré en seco, no había necesidad de mencionar a ese parásito— bueno, ya sabes. El punto es que ahora sé toda la verdad y, si me permites, me gustaría ser tu asistente.

—¿Mi asistente en qué?

—En tu trabajo de superhéroe, ayudándote a proteger a tu mamá. ¿Puedo?

—Tú...¿vas a proteger a mi mami también?

—Mhm...

—¿No vas a permitir que nadie la haga sentir triste de nuevo?

—Si depende de mí, jamás volverá a llorar —me acerqué un poco más a él—. Y tú tampoco. Voy a cuidar de tu mamá como lo haces tú y voy a cuidar de ti como lo hace ella.

—¿Lo prometes?

—Es una promesa —alcé mi mano oficializándolo, él solo asintió—. Mat, sé que aún no te caigo bien, que no soy tu papá y tampoco quieres que lo sea, pero...¿te puedo dar un abrazo?

—¿Por qué me quieres abrazar?

—Porque has sido demasiado valiente todo este tiempo y... —descubrí mi propia voz quebrándose— sé lo que es necesitar a un papá que te dé un abrazo cuando estás triste.

Se dedicó a jugar con sus manitas para luego gatear lentamente hacia mí. Aproveché este breve momento en el que tiene la defensa baja y lo envolví entre mis brazos. Me devolvió el abrazo varios segundos después y comenzó a sollozar sobre mi hombro.

—Eso es, campeón —acaricié su cabello—. Suéltalo todo, eso también de valientes.

—Sigues teniendo prohibido coquetear con mi mamá —me advirtió entre sollozos.

Reí—. Lo sé —se separó un poco de mí dejándome ver su naricita roja y su pequeño rostro bañado en lágrimas, las cuales sequé como hice antes con Lori—. Te quiero, Mat.

—Yo a ti no —se encogió de hombros, haciéndome reír de nuevo.

—Ya me querrás, todos me quieren —me encogí de hombros también, fingiendo suficiencia.

—Lo dudo.

Adoro a este pequeño.

(...)

—¡Por fin terminé! —festejé al ver mi trabajo concluido, llevaba una hora con ello.

Estiré mis brazos mientras me recargaba hacia atrás en mi silla y admiraba con satisfacción mi proyecto recién finalizado descansando sobre mi escritorio. Quizás no sea muy profesional de mi parte emplear horas de trabajo en proyectos que no tienen nada que ver, pero en mi defensa diré que no tenía nada pendiente y esto debía estar listo para cuando regrese a casa.

Estaba pensando seriamente en recostarme sobre ese cómodo sofá —mi mueble favorito de toda la oficina— y tomarme una siesta, desde que inició el año no hemos parado y apenas hemos llegado a mediados de enero. Pero eso es bueno, significa que la empresa familiar sigue en la cima y allí se mantendrá. Mi debate de ''voy y me duermo o aguanto como un hombre'' se estaba inclinando hacia la primera opción cuando, sin permiso ni previo aviso, irrumpieron en mi despacho.

Deséenme suerte.

—Tú y yo tenemos una conversación pendiente, ''hombre de familia del año'' —bramó con sarcasmo mientras tomaba asiento frente a mí, del otro lado de mi escritorio.

—Hola, mamá. Gracias por venir a visitarme. ¿Gustas sentarte? —sonreí con la misma dosis sarcástica, lo cual no le agradó para nada.

—No te hagas el gracioso conmigo —zanjó—. En este instante me vas a explicar por qué les estás haciendo creer a los Ackerman que Lorraine y Mateo son tu familia.

—En mi defensa diré que ellos se montaron su propia película, no tuve nada que ver.

—¿Qué quieres decir? —enarcó una ceja.

—Ellos estaban titubeando con respecto a la negociación porque creían que era un hombre casado con el trabajo y sin relaciones interpersonales estrechas a excepción de la familia.

—Qué equivocados estaban —ironizó.

—Pero esa perspectiva ''errónea'' cambió cuando vieron las fotos del cumpleaños de Jessie, hay unas en específico en las que aparezco con ella y también con Lorraine y Mateo, y en serio parecemos una familia.

—Claro, ya até cabos. Te enganchaste de este hecho para dar la imagen de hombre familia que ellos esperaban de ti.

—Sí, pero no lo planeé como lo estás pensando. Me enteré mucho después de que firmáramos el contrato y la asociación estaba en peligro —suspiré—. Y no te lo voy a negar, quería acercarme a Lorraine y qué mejor manera de hacerlo que esta.

—Espera... —entornó los ojos—. ¿La historia se repitió? ¿Otro contrato?

—Bingo.

Las carcajadas que emitió podrían escucharse a millas de distancia.

—El karma y la justicia tardan, pero llegan —se mofó—. Pero es un alivio saber que todo esto de tu noviazgo con Lorraine no es más que un teatro.

—No es un teatro, mamá.

—Oh, vamos —hizo un ademán—. Deja de bromear.

—No estoy bromeando —enfaticé—. Voy en serio con ella. Más allá del contrato, de los Ackerman, de todo.

—Garret, no puedes... —dejó escapar una risa sin gracia—. ¿De verdad pretendes mantener una relación real con ella? ¿Y con su hijo?

—Sí —aseguré.

—Ya hablamos de esto, ella no es para ti.

—¿Por qué? ¿Porque no es de nuestra posición social? ¿O...?

—Sabes perfectamente que no soy clasista, y me ofende que creas que ese es el motivo —me interrumpió—. Simplemente hay algo en ella que no me convence. Parece una buena muchacha, es educada y admito que me impresionó en la fiesta, incluso su hijo es un encanto.

—¿Entonces?

—No lo sé. No me da la misma seguridad que me dio Lily y siento que oculta algo.

Si supieras...

—¿Por qué no le das una oportunidad? Ev se enamoró de Lily y gracias a ella y a Jessie nos hemos convertido en la familia unida que nunca fuimos.

—Lily y Jessie le dieron a Evan todo lo que le faltaba —murmuró, pensativa—. ¿Qué es lo que Lorraine y Mateo te dan?

Buena pregunta.

Nunca me detuve a pensar qué es lo que tanto me gusta de tenerlos a ellos dos a mi lado. Quizá fue la dulzura de Lori o los celos de Mat. Puede que me haya cautivado la forma en que se aman tanto el uno al otro y quise ser parte de ello. O simplemente pueden darme de todo lo que carezco y viceversa.

No lo sé.

Lo único que sé es que los necesito conmigo y ahora más que nunca voy a dar todo de mí para hacerlos felices.

—Los quiero —respondí al fin—. No sabía que necesitaba una familia hasta que ellos aparecieron y te va a sonar tonto porque aún es muy pronto, pero...

—No digas más —me cortó, lucía aturdida—. Entiendo.

—¿Qué entiendes? —fruncí el ceño.

—Experimenté el mismo sentimiento hace dieciseis años y...solo espero que estés seguro del paso que estás dando. Si tu intención es formar una familia una vez que culmine el contrato, que aún no sé hasta qué fecha lo estipularon, tienes que tener en cuenta todo lo que eso implica.

—Sé lo que hago, y no recuerdo que le dieras este discurso a Evan.

—Evan nunca me hubiese escuchado y deja de comparar, ambas situaciones son muy distintas. Solo quiero lo mejor para ti...y si tu felicidad depende de Lorraine y Mateo... —suspiró—, no tengo más remedio que aceptarlo.

¿Eh? ¿Regina Harriet aceptándolo así sin más? ¿Estará enferma?

—No me mires con esa cara —me reprendió—. Estoy comenzando a ser más tolerante y ahora que estamos tan unidos sería lamentable que creara un drama familiar tan cliché como oponerme a tu relación. No estoy de acuerdo, pero lo acepto.

Esta mujer no es mi mamá.

—¿Estás...segura?

—No hagas que me arrepienta —refunfuñó—. Necesito ir a tomar aire y hacerme a la idea de que tengo una nueva nuera y un nuevo nieto —hizo una mueca de asco.

—Mamá —dije en tono de reproche.

—¿Qué? Han sido dos nietos en menos de un año, me siento como una anciana.

—Dios mío —negué con la cabeza entre risas.

Se levantó y caminó hacia la salida mientras negaba con la cabeza, pero se detuvo justo antes de marcharse y me miró por encima del hombro.

—¡Ah! Tu padre y tu hermano organizaron un juego de tenis para el fin de semana.

Tenis. Jugar tenis juntos era la única actividad que solíamos realizar los cuatro en el pasado sin discutir. Llevábamos mucho tiempo sin hacerlo y sin dudas me hacía ilusión.

Sonreí al instante.

—¿Como en los viejos tiempos?

—Anjá —asintió y dio media vuelta mostrando media sonrisa—. Lily, Jessie y Margarita irán, así que deberías llevar a Lorraine y a Mateo también. Así estaremos todos.

—Como ha crecido la familia, eh —le guiñé un ojo.

Ella ladeó la cabeza y una media sonrisa se dibujó en su rostro, no de las retadoras sino de esas que solo muestra cuando algo es de su agrado.

—Sí —fue todo lo que dijo antes de abandonar la oficina.

(...)

—¿¡Qué horas son estas de llegar, jovencito!? ¿¡Acaso no ves que los rubios te estaban esperando para cenar!? ¿¡No te da vergüenza!?

El chef Reginald lleva cerca de diez minutos regañándome por haberme retrasado un poco. Vivi y Lori, lejos de defenderme, se han dedicado a reírse disimuladamente. Y Mat no disimula, se está carcajeando como no lo había visto nunca.

—¡...eres un desconsiderado! ¡Llevaban cinco largos minutos mirando la comida, babeando de hambre, y tú no llegabas! ¿¡Te parece bonito que tu familia pase hambre por tu culpa!?

—Chef, están pasando más hambre mientras escuchan tu discurso y no nos dejas comer —lo interrumpí.

—¿¡Me estás contestando, niño!?

—Comiencen a comer, esto va para largo —le susurré a mis rubios quienes seguían burlándose de mí.

El regaño continuó durante un cuarto de hora más hasta que el chef simplemente se cansó de parlotear y se fue con la excusa de que reprenderme le había dado hambre.

—Prometo no volver a llegar tarde, lo juro —suspiré antes de probar el ansiado primer bocado de mi cena.

—Solo fueron cinco minutos —rió mi Vainilla.

—Pues ya ves cómo se puso con tan poco, a veces es un poco neurótico con los horarios de comida.

—Vuelve a llegar tarde, por favor —rió Mat.

—Llegué tarde porque casi olvidé lo que hice para ti y tuve que regresar a la empresa a buscarlo cuando iba a medio camino.

—¿Qué hiciste para mí?

Le mostré la carpeta que había querido enseñarle desde que llegué, él la tomó y la abrió para luego sacar lo que me dediqué a hacer hoy.

—¿Son mapas? —sonrió al verlos.

—Te prometí que haría unos para que no te perdieras —me acerqué un poco para indicarle cómo leerlos—. El que tiene las marcas azules y rojas te muestra el camino desde tu habitación hacia la de tu mamá y la mía. El de las marcas naranjas y amarillas son hacia el comedor y la sala de estar. Y el de las marcas verdes, moradas y rosas son hacia el jardín, el cuarto de juegos y el parque.

—¿Y si leo mal los mapas y me vuelvo a perder?

—Para guiarte mejor hay pegatinas en las paredes con cada color para indicarte el camino, le dije a Vivi que las colocara.

—¿Y si voy a algún lugar que no está en los mapas y no sé cómo regresar?

—Para eso también tengo una solución. Walkie-talkies.

—¿Walkie-talkies? —preguntó Lorraine.

—Mhm —asentí—. Cada uno de nosotros tendrá el suyo y si te pierdes podrás comunicarte con cualquiera de los adultos e iremos a buscarte.

—¡Tendré un walkie-talkie como en las películas de espías! —festejó el niño.

Lori se acercó a mí y me susurró al oído:

—Siempre quiso uno.

Y en ese momento me di cuenta de que Mateo estaba sonriendo como nunca lo había hecho hasta ahora. Volteé hacia Lorraine y vi que también sonreía a más no poder.

Y me sentí jodidamente feliz por haber logrado esas sonrisas después de estos últimos tres días tan tristes para ellos.

—Gracias, Garret —me dijo el rubito.

—Termina de cenar, campeón —le agité el cabello—. Y luego nos vamos a estrenar los walkie-talkies.



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Nuevo capítulooo!!!

Cap nuevo en menos de tres días, eso es lo que ocurre cuando mi inspiración está a tope y los estudios me dejan un respiro.

No se quedaron con la intriga durante tanto tiempo, no podía dejarlos así.

¿Qué les pareció la reacción de Garret?

¿Qué pronostican para el próximo cap?

Besos de Karina K.love 😉

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