CAPÍTULO 18: Eventos, bailes y revelaciones

Garret

La fiesta de los Smith es hoy y, por consiguiente, sería la primera vez que interactuaría en sociedad junto a mi ''familia''.

Primeramente hay que recalcar que la familia Smith se caracteriza por la extravagancia y el exceso de superlativos, Ev los cataloga como estrafalarios. El ochenta por ciento de las fiestas sociales de la ciudad son preparadas por ellos. Para mí no son más que una bola de presumidos que no tienen nada mejor que hacer que montar un evento cada vez que se le añade un millón a su riqueza.

Ridículo.

Pero esa ridiculez me venía como anillo al dedo en este momento. Mi plan iba viento en popa, por lo que Lori, Mateo y yo estábamos en boca de toda la ciudad. No he aclarado ni desmentido nada para dar más de qué hablar y hoy todo ''saldrá a luz''. Es un evento al estilo cóctel, así que podremos llevar a Mat e irnos temprano en caso de que Lo o él se sientan incómodos.

Ya me encontraba vestido con mi smoking, peinado y perfumado para la ocasión. En serio detestaba el exceso de elegancia, pero tenía un protocolo que seguir. Me dirigía hacia la puerta de mi habitación cuando unos toques a la misma me alertaron antes de abrirla.

—Mami, ¿ya estás lista?

Mat.

Abrí la puerta descubriendo tras de la misma a un tierno Mateo dentro de un diminuto smoking. Su ceño fruncido habitual se hizo presente al ver que buscaba a su madre en la habitación equivocada. Resopló y se cruzó de brazos con frustración. Cuando un puchero se formó en sus labios y vislumbré el ligero cristalizamiento de sus ojos mis alarmas comenzaron a sonar.

—¿Qué ocurre, campeón? —pregunté a la vez que me arrodillaba sobre una pierna para quedar a su altura.

—Me perdí otra vez —su labio inferior comenzó a temblar—. No encuentro a mi mami.

Joder, ¿por qué me siento tan mal?

Bueno, es lógico que a nadie le sienta bien ver a un pequeño al borde de las lágrimas, pero...no sé cómo explicarlo...me duele.

—Es normal que aún no te ubiques, sólo llevas una semana aquí y los pasillos son casi iguales.

—Pero mi mamá me enseñó el camino y siempre lo olvido —agachó la cabecita.

—No te preocupes, yo te llevaré —sin previo aviso lo tomé entre mis brazos y me levanté—. Y recuérdame cuando regresemos que sueles perderte, me encargaré de que no vuelva a pasar.

—¿En serio?

—¿Sabes leer mapas?

—¿Cómo los de las películas de piratas? —asentí—. Sí, más o menos.

—Bien —le sonreí y me devolvió el gesto con una pequeña mueca.

Me encaminé hacia la habitación de mi novia. Al posicionarnos frente a la puerta el puchero de Mat volvió, lucía decepcionado.

—Estuvo aquí todo el tiempo... —murmuró con desánimo.

Necesito hacerlo sentir mejor.

—¿Sabes? Cuando me mudé a la mansión Harriet me pasaba exactamente lo mismo, me perdía todo el tiempo. Me costó un par de meses adaptarme, y Evan siempre me daba las direcciones equivocadas para que siguiera perdido.

—¿De verdad? —sus ojitos azules me escanearon con curiosidad.

—Mhm —asentí—. Adaptarse a un nuevo hogar siempre es difícil al principio, pero no dejes que eso te desanime. Pronto conocerás cada rincón de la casa.

—Ok... —musitó, pensativo.

—¿Ahora qué tal si quitamos las caras largas para no preocupar a tu mamá?

—¡Sí! —asintió con efusividad para luego formar una sonrisa un poco forzada con sus labios.

Lo imité y procedí a tocar a la puerta. Lori desde el interior nos pidió que aguardáramos por un segundo y eso hicimos hasta que nos abrió.

No tengo palabras para describir lo deslumbrante que lucía.

Llevaba un vestido azul añil largo hasta las rodillas y corte princesa. Unas mangas del mismo color pero fabricadas con una tela más transparente cubrían sus brazos hasta los codos. El mismo efecto traslúcido dejaba ver parte de su busto de forma sutil y para nada vulgar. Su cabellera rubia estaba peinada hacia un lado cayendo en perfectas ondas. Su rostro maquillado con delicadeza, en especial los labios —los cuales moría por besar— que estaban adornados con labial rosa pálido. Unos zapatos de tacón a juego la hacían ver unos centímetros más alta; unos centímetros de ventaja para cuando se me antojara besarla.

En conclusión: Lorraine Moon es la personificación de la belleza femenina.

—¿Cómo luzco? —preguntó, balanceándose ligeramente hacia los lados, estaba un tanto nerviosa.

—¿De verdad hace falta que diga que hermosa se queda muy corto?

Ese comentario bastó para que sus mejillas enrojecieran a más no poder.

Repito: una belleza.

—Eres la mujer más hermosa del planeta, mami —sonrió Mat, contagiándola.

—Con un par de aduladores como ustedes cualquiera se sentiría como una Miss Universo.

—No es adulación, es la verdad. ¿Cierto, Mateo?

El niño asintió repetidas veces haciendo sonreír a su mamá.

—Entonces, ¿ya nos vamos? —asentí como respuesta—. Esperen, déjenme tomar mi bolso.

Tardó menos de tres segundos en ir a buscar su bolso de mano y regresar con él, era de tamaño mediano y del mismo color de su vestido y con algunas piedras incrustadas. Vainilla tiene buen gusto. Por alguna razón no ha querido ir de compras por su cuenta bajo la excusa de que está muy ocupada con el trabajo y tratando de adaptarse a la casa, así que tuve que pedirle a Vivi que ordenara ropa para ella. De escoger sí se ha encargado por sí sola y el éxito del resultado es evidente.

Un poco tímida, enrolló su brazo alrededor del mío cuando se lo ofrecí. Con mi otro brazo seguía cargando al rubito que en ningún momento se quejó, quise bromear al respecto, pero al hacerlo solo lograría incomodarlo o hacerlo enojar, y no quería eso. Descendimos al piso de abajo, Vivi nos tendió nuestros respectivos abrigos, nos los colocamos y salimos al exterior donde uno de mis autos estaba listo para llevarnos a nuestro destino.

—Cinturón —les recordé a ambos una vez que subí al auto.

—Listo —me sonrió Lo tras abrocharlo.

—¿Mat? —me giré hacia el asiento trasero para mirarlo, me respondió señalando su cinturón ya abrochado—. Bien. ¡Vamos a esa aburrida fiesta! —anuncié con mi mejor dosis de sarcasmo mientras comenzaba a conducir.

—¿En serio son tan aburridas? —cuestionó mi novia.

—Imagina un enorme salón repleto de personas vestidas de forma elegante y con copas de champaña en mano hablando de cosas como negocios, bodas ajenas o cualquier tema presuntuoso relacionado con su riqueza.

—Eso suena horrible —se quejó Mat.

—Lo es, y por eso los Harriet no solemos asistir mucho a este tipo de eventos. Pero a este no podíamos faltar.

—Tengo que fingir que te quiero, ¿no?

—Sip.

—¿Y tengo que llamarte papá? —noté la mueca de asco que puso al verlo a través del espejo retrovisor.

—No, eso ya sería demasiado incómodo para ti y tampoco es necesario.

—¿Y yo tengo que llamarte por algún apelativo cariñoso? —preguntó Lori.

—Expreso está bien. Me gusta y te sale natural, así tendremos más credibilidad.

—Perfecto, Expreso.

El resto del trayecto hacia la mansión Smith transcurrió entre tandas de preguntas de la misma índole. Si había algo de lo que no podía quejarme era del compromiso que tienen ambos con sus ''personajes''. Aproximadamente quince minutos después, aparqué en la carretera personal de la residencia de ''los estrafalarios''. Un chico vestido con un traje negro se apresuró a abrirnos la puerta y nos guió hacia el interior de la pulcra mansión diseñada al estilo griego clásico.

Recorrimos varios pasillos plagados de jarrones y obras de arte innecesarias colgadas en las paredes, lo dicho, excesos. Finalmente, al abrir unas enormes puertas blancas, llegamos al gigantesco salón donde se estaba efectuando la fiesta. Podía decir sin temor a equivocarme que al menos medio Heaven Gold estaba presente.

—Wow —musitó Lori, aferrándose a mi brazo.

—Sí, wow —secundó el niño que sostenía mi mano libre.

—Acostúmbrense, habrán muchas fiestas más a las que asistiremos.

Otro chico, también de traje, se aproximó a nosotros ofreciéndose a encargarse de nuestros abrigos, los cuales ya no hacía falta que lleváramos por la temperatura cálida del lugar. Mateo le envió una mirada de desconfianza al chico, asentí para darle a entender que todo estaba bien y que su abrigo estaría en buenas manos.

—Nos van a devolver los abrigos, ¿cierto? —murmuró.

Le sonreí—. Sí, campeón. Y si no lo hacen, se las verán conmigo.

Lori ahogó una pequeña risa y apoyó su cabeza en mi hombro. No lo voy a negar, adoré ese gesto.

—Andando, familia —dije, haciendo énfasis en la última palabra a lo que mi novia se tensó un poco quedando erguida y el niño infló sus mejillas.

Me dispuse a guiarlos a lo largo del salón, saludando a uno o dos conocidos con los que me topaba. No faltaron las miradas indiscretas que caían directamente sobre los rubios que me acompañaban. Sabía que eso los estaba incomodando, ser el centro de atención de esa forma no es agradable para nadie, así que escrudiñé el salón con la mirada hasta dar con las personas adecuadas.

En una esquina, no muy lejos de las grandes puertas de cristal que conducían al jardín trasero, se encontraban nada más y nada menos que los Harriet Junior.

¡Bingo!

Apuré el paso en dirección a ellos. Al inicio ni Mat ni Lorraine entendían la causa de mi drástico cambio de velocidad, pero comprendieron en cuanto nos posicionamos junto a Lily, Evan y Jessie.

—¡Maaaat! —el chillido que emitió Jessie mientras abrazaba a su primo fue de las cosas más tiernas y escandalosas de toda la fiesta.

—Jess, no seas exagerada —rió Lily—. No veías a Mateo desde ayer.

—Eso es una eternidad, mami.

Reímos resignados ante el hecho de que ese par de enanos son inseparables y les costará acostumbrarse a no vivir en la misma casa.

—Wow, cuñada —sonrió mi hermano a la vez que tomaba una de las manos de Lo y la hacía dar una pequeña vuelta—. Luces preciosa.

—Gracias, Ev —dijo ella por lo bajo—. Pero deja de llamarme cuñada, es...raro.

—Lo siento —se encogió de hombros—, te toca adaptarte.

—Tengo que decirlo —intervino Lils con una sonrisa de oreja a oreja—, amo como lucen ustedes tres juntos. Forman una familia hermosísima.

Vainilla y yo compartimos miradas cómplices y sonreímos en dirección a Mat.

—Gra... —no terminé de decir esa palabra ya que una elegante estampida de gente se lanzó sobre nosotros.

—¡Sabía que estaban juntos! —festejó Jasmin, asfixiándonos con su abrazo.

—Yo estoy enojado por haberme tenido que enterar por la prensa y no por ustedes —agregó un molesto pero sonriente Ben.

—Lo siento, Benji —le sonrió Lo—. Pero, si te sirve de consuelo, hasta hace poco era un secreto para todos.

—A mí me da igual, después de todo conocimos a Lily el día de la boda porque... —comenzó a decir Zack, pero se detuvo al notar que Jessie lo observaba—. Ejem, ya saben...porque Evan estaba muy ansioso por casarse —Ev y Lils disimularon sus cortas risas—. Como sea, estoy contento por ustedes dos.

Mateo emitió un sonoro carraspeo y se cruzó de brazos, haciéndonos reír.

—Perdón, Mateo. Estoy contento por los tres.

—¿Tú contento? Qué novedad —bufó George a lo que el rubio le respondió con una mala mirada, esos dos tienen la relación amistad-odio más cómica de la historia—. Por cierto, Lily y Lorraine, ¿cómo se las arreglaron para tener unos niños así de tiernos? —mientras formulaba la pregunta tomó a ambos pequeños en brazos, cargándolos—. Quiero dos como estos para llevar.

—Yo lo que quiero es un poco del porte y estilo de Lorraine —dijo Angeline cambiando de tema—. Eres un primor, mujer.

—Te dije que no soy el único que lo piensa —susurré en el oído de mi futura esposa logrando que se sonrojara.

A partir de ese momento la noté más relajada, tanto a ella como al campeón. Por supuesto que no era lo mismo interactuar con personas que te escanean en busca de defectos que compartir con amigos. Los amigos de Ev —o perros como se llaman entre sí— siempre me han agradado por lo naturales y divertidos que son, hay una diferencia abismal entre ellos y el resto de los herederos de su edad. Angeline por su parte se ha unido a nuestro círculo social hace poco, pero también me agrada por su personalidad.

La media hora siguiente continuó entre anécdotas de Lori y los mellizos Stone cuando eran pequeños, comentarios divertidos de los niños, las tonterías de George y las respuestas sarcásticas que le daba Zack. Lorraine se animó a participar un poco más, mezclándose como si reuniones como esta fueran parte de su día a día. Me percaté entonces de que puede llegar a ser muy sociable y elocuente cuando se siente en confianza, pero algo me dice que en algún momento la timidez no fue parte de su personalidad y algo la llevó a cohibirse como lo hace ahora.

Unos toques en el hombro me distrajeron cuando estaba escuchando a la parlanchina de mi sobrina. Al girarme me encontré con mi madre —que lucía espléndida en su vestido negro— sonriéndome de esa forma retadora que la caracteriza. No me esperaba verla aquí hoy, mamá y papá no suelen asistir a eventos como estos, ella menos.

—¿Tienes un segundo, hijo?

—Claro, dime —caminé junto a ella unos pocos pasos lejos por si se trataba de algún tema que no debía ser escuchado por alguien más.

—Tus socios requieren tu presencia...y la de tu familia.

El tono enfatizado con el que dijo esto último sumado a su mirada tajante y sonrisa torcida me dieron a entender que ella sabía algo. O no, ella lo sabía todo.

—Eres muy astuto, Garret.

—Mamá, no es lo que...

—Ya hablaremos luego tú y yo —me interrumpió—. Ahora toma a tu supuesta novia y tu supuesto hijo y dedícate a dar la falsa imagen que los Ackerman tienen de ti.

—De acuerdo —asentí.

Regresé hacia donde se encontraba mi ojiazul hermosa, estaba riendo animadamente y no quería interrumpirla, pero era hora de actuar. Rodeé su cintura con mi brazo y me acerqué a su oído.

—¿Me dedicas unos minutos de tu tiempo?

Volteó a verme regalándome una de las sonrisas más radiantes que he visto en lo que va de año.

—Para ti siempre tengo tiempo.

—Es hora de mostrar tus dotes de actriz, los Ackerman quieren vernos.

Gracias a mi toque en su cintura pude percibir que eso la tensó un poco. La acerqué un poco a más a mí, deposité un beso en su frente y logré que soltara un leve suspiro.

—Lo harán increíble, como siempre.

La tomé de la mano y llamamos a Mat para luego seguir a mi madre hacia donde se encontraban nuestros socios, mi padre también se encontraba acompañándolos.

—Adivinen quién apareció —anunció mi madre haciendo que la atención de nuestros cuatros socios se posara sobre mí y mi familia.

Nancy nos sonrió con amplitud y fue la primera en abordarnos. Mateo le lanzó la misma mirada de desconfianza que al chico de los abrigos.

—Hola, soy Nancy Ackerman —sonrió la pelinegra extendiendo su mano hacia mi novia—. Un placer.

—Un gusto —saludó mi rubia estrechando la mano de Nancy con una seguridad impresionante—. Lorraine Moon.

Esa es mi chica.

—Y el pequeño cascarrabias aquí presente —lo señalé— es Mateo.

—Hola —dijo el niño agitando su manita y, dicho sea de paso, ganándose toda la atención con su ternura.

—Lorraine, querida, ellos son Ronald, Uma y Mitchell Ackerman —los presentó mi madre.

—Es un placer conocer por fin a los socios que tantos dolores de cabeza le dieron a Garret —comentó Lori a lo que inevitablemente todos rieron, incluido yo.

—El placer es nuestro, hermosa —sonrió la Sra. Ackerman—. Y Garret, lamentamos los dolores de cabeza.

—No les guardo rencor —bromeé.

—Qué considerado de tu parte, Expreso —rió Lori, dedicándome toda su atención.

—Soy un amor, Vainilla. Ya lo sabes.

—¿Expreso? ¿Vainilla? —rió Nancy sin comprender.

—Larga historia —dijimos a la vez, compartiendo una mirada de complicidad.

Los siguientes minutos pasaron entre charlas cordiales y lo más alejadas posible de temas de negocios. Mat estaba aburrido, así que lo libré de su suplicio para que fuera a jugar con su prima, mientras, Lori seguía dejándome impresionado con su desenvolvimiento social, hasta pareciera que nunca estuvo nerviosa.

Al rato dimos por terminada la conversación y nos fuimos en busca de algún aperitivo. No pasé por alto que tan pronto estuvimos lo suficientemente lejos soltó un largo suspiro, como si hubiese estado conteniéndolo desde que vio a los Ackerman.

—¿Estás bien? —pregunté al llegar a la mesa.

—Sí —dijo casi en un jadeo—. ¿Cómo lo hice?

Sonreí, acuné sus mejillas entre mis manos y deposité un beso en su frente.

—Mejor imposible. Se te da genial esto.

—¿En serio lo crees?

—¿En serio lo dudas?

Eso rebajó un tanto su nivel de tensión, llevó sus manos a mis hombros y me permitió colocar las mías a ambos lados de su cintura. Sí, se ha convertido en nuestra posición de pareja.

—Puede que no lo pareciera, pero estaba muerta de los nervios —el tono preocupado con el que lo susurró solo me causó gracia—. No te burles —me golpeó ligeramente el pecho.

—Es que no entiendo cómo dudas tanto de tus habilidades —acaricié una de sus mejillas con mi pulgar—. Eres buenísima, en esto y en todo lo que haces.

Me tomó desprevenido cuando sus manos abandonaron mis hombros para rodearme en un abrazo. Sin entender del todo el porqué de su repentina muestra de cariño, le devolví el abrazo, acercándola más a mí.

—¿A qué viene esto? —murmuré cerca de su oído.

—Solo es mi forma de darte las gracias.

—¿Gracias por qué?

—No necesitas saber el porqué, confórmate con el abrazo.

—Ok.

Nos mantuvimos así durante unos pocos segundos más hasta que el sonido de la música clásica que inundó la estancia me distrajo. Me percaté de que varias personas se agruparon en el centro del salón para bailar y eso me hizo recordar el pequeño detalle de que mi novia es bailarina y aún no hemos tenido el placer de hacerlo juntos.

—¿Bailamos? —la invité al separarnos.

Sus ojos se dirigieron a la pista de baile y se quedaron allí, más tiempo del necesario para la respuesta que finalmente me dio:

—No —dejó escapar en un susurro.

—¿Puedo saber por qué?

—No tengo muchas ganas.

—Ambos sabemos que no es cierto —su mirada esquivó la mía—. ¿Qué tiene de malo ir a bailar un rato con tu novio?

—Nada. No tiene nada de malo.

—¿Entonces?

—Garret, no presionas nunca —volvió a mirarme, pero por su expresión podría decir que estaba casi molesta—, no comiences a hacerlo ahora.

Nunca había visto a Lorraine así, tan a la defensiva. Fue como...como si mi insistencia la atocigara, como si la hubiese hecho sentir mal.

—Lo...siento —tomé una de sus manos—. No quise...

—Está bien —me interrumpió—. No pasa nada.

¿Qué te ocurre, Vainilla?

Pasé unos pocos minutos sin saber qué decir. Sentía que esa atmósfera tan cálida y cómoda que siempre siento a su alrededor se había esfumado. Ella, de reojo, seguía admirando a las parejas que danzaban al ritmo de la música; lucía nostálgica. Me preguntaba si además del embarazo de Mateo había sufrido algún tipo de accidente que le impidiese bailar, algo como una lesión, pero recuerdo haberla visto enseñándole pasos de ballet a Jessie sin ningún tipo de problema.

Desearía que confiara un poco más en mí y me dejara indagar en esos temas que al parecer tanto le duelen.

Lorraine

Nuestra aparición en el evento fue un éxito.

Tan pronto llegamos a casa Vivi nos recibió con mínimo diez artículos de revistas que confirmaban que el joven magnate Garret Harriet ya no estaba soltero. En la fiesta todo fue de maravilla. Contrario a lo que pensaba, no soy tan mala interactuando en público, aunque he de admitir que no lo habría logrado de no ser por Lily, Evan, los Stone y el resto de sus amigos que estaban allí, ellos me hicieron sentir cómoda e hicieron regresar —solo durante unas horas— a la antigua Lorraine sociable y divertida. Incluso desempeñé mi papel con fluidez ante los Ackerman, eso me dejó con la boca abierta a mí misma.

Lo único que impidió que la tarde fuera perfecta fue la invitación al baile.

Sí, extraño bailar, demasiado, pero en mis planes no está retomarlo. Luego de dar a luz, tanto por cuestiones físicas como maternas, tuve que dejar en pausa mi carrera de bailarina para dedicarle mi tiempo a Mat. Así fue durante mucho tiempo hasta que me casé con Roy y, sin darme cuenta, él me cortó los alas y me hizo creer que no tenía talento.

Pero ninguno de esos hechos son el motivo por el cual no me siento cómoda bailando en público.

Hace aproximadamente dos años, hubo un pequeño evento al que Roy, Mat y yo fuimos invitados. Todo estaba bien, mantuve un bajo perfil porque sabía que el más mínimo paso en falso podría hacer detonar la bomba del carácter de mi marido. Pero me ofrecieron bailar —el jefe de Roy a quien este último quería darle una buena impresión— y no pude negarme. Comenzamos con algo sencillo, pero siempre me caractericé por ser el tipo de bailarina que se deja llevar y cuando la música me atrapa lo hace en serio, no puedo evitarlo, así que acabé enseñándole más de un paso a mi acompañante y en pocas palabras me robé el show. Me sentí viva esa noche como no me había sentido en muchísimo tiempo, pero al regresar a casa obtuve una paliza feroz por mi ''osadía''; a la mañana siguiente había perdido al primer bebé que pude haber tenido con mi ahora ex-esposo.

Desde entonces ni marco el ritmo de la música con el pie siquiera. Gracias a las terapias he comprendido que aquella paliza, como el resto de las que sufrí, no fueron mi culpa; ni del baile tampoco. Sin embargo sigo temiendo bailar. No sé si es por el trauma o porque dudo llegar a ser tan buena como solía ser, lo que sé es que no me siento lista.

—Lori, ¿estás libre? —se escuchó la voz de Garret del otro lado de la puerta de mi habitación.

—Sí, voy.

Corrí a abrirle a toda velocidad. Me sentía culpable por cómo lo había tratado en la fiesta hace unas horas. Él tenía buenas intenciones, quería que pasáramos un buen rato juntos y quizás no decliné su oferta de la mejor manera, en especial porque el no está al tanto de todo lo que he pasado y por lo mismo no comprende. Había querido disculparme desde que regresamos, pero no reuní el valor suficiente para ir a su habitación.

—Hola —le sonreí al verlo del otro lado, ya no llevaba smoking, solo un abrigo de lana sencillo al igual que el mío.

—Hay un lugar que quiero mostrarte hace tiempo. ¿Te gustaría venir?

—Claro —asentí.

No tardó en extender su mano para agarrar la mía y así guiarme por los pasillos. Si hay algo que me encanta de nuestra ''no-relación'' es que todo se da con tanta naturalidad, como si fuéramos una de esas parejas que llevan años juntos y se conocen a la perfección. Descendimos al primer piso, directamente a la sala de estar, y cuando vi que subimos por las pequeñas escaleras de tres peldaños y avanzamos hacia la puerta que lleva al lugar favorito de Garret, mi corazón comenzó a latir desbocado.

Me va a mostrar su lugar favorito.

Cuando abrió la gran puerta de madera y me dejó ver ese sitio tan hermoso, quedé impresionada. Se trataba de un espacio no tan amplio en comparación con otras zonas al aire libre de la mansión, pero contaba con los metros cuadrados justos para hacerlo lucir acogedor. El piso era de madera, un entarimado gris perfecto. Había una fuente sencilla ubicada en el centro de la estancia con una pequeña porción de pasto alrededor de la base. En el área de la izquierda se ubicaban dos pares de butacas de mimbre con una alargada mesa de centro en medio de las mismas, también de madera grisácea. Hacia la derecha había una puerta que llevaba a alguna otra parte de la casa, quizá la conocía o quizá no, aún desconozco la mayoría de las locaciones de aquí. Y como último toque decorativo habían unas pocas plantas y bonsáis en varias esquinas.

—Bienvenida a mi terraza, Vainilla —anunció mientras me guiaba hacia las butacas.

—Es...precioso —sonreí al mirar hacia el cielo y divisar los últimos rastros del atardecer.

—Lo sé. Este es el lugar al que vengo a reflexionar, relajarme, desahogarme... —tomó asiento en una de las butacas y, aprovechando el agarre que tenía sobre mi mano, tiró de mí haciéndome aterrizar sobre su regazo—. Tienes suerte, no a cualquiera le muestro este sitio.

Me quedé perpleja por dos motivos. Primero, desde que me instalé aquí he tenido curiosidad con respecto a esta terraza, el porqué es tan importante para él; y me siento halagada por tener el privilegio de conocerla. Segundo, ¡estaba sentada encima de él! No a horcajadas sino de lado, mis piernas descansaban sobre el brazo del mueble mientras que él me abrazaba pegándome a su firme torso. Estaba tan cerca que casi podía sentir los acelerados latidos de mi corazón, ¿o eran los suyos?

—¿Tienes frío? —preguntó a la vez que sobaba mi brazo con suavidad.

No es frío, tiemblo por ti...y es más por calor...

—Solo un poco —mentí.

Por favor, no dejes de abrazarme.

—Debí traer algo para abrigarte mejor —volvió a abrazarme—. Supongo que hoy es el día de Garret cagándola con Lorraine.

Fruncí el ceño y me giré un poco para encontrarme con mi par de ojos avellana favoritos. Por su expresión parecía estar apenado conmigo, pero, ¿por qué?

—No has cagado nada.

—Sí. Primero te incomodé con el baile en la fiesta y ahora te estoy haciendo pasar frío. Lo siento.

No eres tú, Garret. Soy yo.

—No tienes que sentirlo, yo fui quien actuó muy a la defensiva por una simple invitación a bailar.

—Imagino que no estás lista para hablar de ello, ¿cierto? —negué con la cabeza—. ¿Y la aversión a bailar es solo en público o es general?

—No estoy bailando en ningún aspecto...pero sí, me cohibo más en público.

—¿Y conmigo?

—¿Contigo?

—¿Cómo te sentirías bailando para mí? O no. Bailando conmigo.

Me detuve a pensarlo un segundo. Llevo mucho tiempo sin bailar y sinceramente amaría poder hacerlo con él, nada me lo impide, nadie va a golpearme por hacerlo.

Miré a mi alrededor. El ambiente, el clima, la ocasión y en especial lo segura que Garret me hace sentir; era la atmósfera ideal para intentarlo.

—Me gustaría —murmuré.

Sonrió victorioso antes de levantarse conmigo entre sus brazos para luego depositarme con ligereza en el suelo. Rodeó mi cintura con uno de sus brazos y alzó el otro a la altura de nuestros hombros, la posición inicial para bailar un vals.

—¿Sin música? —cuestioné.

—Dicen que los bailarines traen la música en la sangre.

—Pero tú no eres bailarín.

—No, pero tú sí, y será un honor seguirte.

Sonreí y llevé una de mis manos a su hombro y con la otra tomé la de él. Automáticamente dio inicio nuestro vals improvisado. Nos deslizamos con gracia y suavidad, al ritmo de la música imaginaria, y desplazándonos alrededor de la fuente. No recordaba cuándo fue la última vez que lo pasé tan bien, solo me limité a reír y disfrutar junto a mi compañero de baile a quien, dicho sea de paso, se le daba de maravilla.

—Gracias por concederme esta pieza, madame Vainilla —dijo, haciendo una corta reverencia y finalizando con un beso en el dorso de mi mano.

—Gracias a usted por tan buen vals, lord Expreso.

Reímos y aprovechó para tomarme de la cintura para acercarme a él.

—¿Sabías que amo escucharte reír? No dejes de hacerlo.

—Tendrás que ponerte creativo con los chistes —me encogí de hombros, fingiendo inocencia.

—O... —alargó demasiado esa vocal, mostrándome una sonrisa maliciosa y de la nada comenzó a hacerme cosquillas donde sus manos descansaban.

Comencé a retorcerme y a reír sin control. Soy de esas personas vulnerables a las cosquillas, me las pueden provocar en todas partes.

—Garret, basta —reí mientras intentaba zafarme de su agarre o devolverle las cosquillas.

—¿Qué dices? ¿Que siga? —bromeó mientras continuaba con su pequeña tortura.

Lo golpeé en los hombros varias veces para hacer que me soltara y al mismo tiempo le pedía que lo hiciera, si seguía así, acabaría doliéndome el abdomen de tanto reír.

—Te dije que me soltaras —chillé, empujándolo y logrando que al fin me dejara tranquila.

Estaba recuperando el aliento cuando de la nada escuché un grito que me partió el alma en mil pedazos.

—¡No toques a mi mamá! —Mat, que no tenía idea de cuándo llegó, estaba frente a Garret observándolo con furia—. ¡Ni se te ocurra golpear a mi mamá!

Dicho esto, corrió hacia mí y me abrazó las piernas mientras miraba con recelo a Garret. No supe cómo reaccionar en el momento. Mat había malinterpretado la situación y su reacción defensiva lejos de conmoverme, me hizo sentir incapaz de protegerlo.

Garret se volteó hacia nosotros con una expresión de completo shock plasmado en su rostro. Frunció el ceño, confundido, y negó con la cabeza en varias ocasiones, pareciera que su cerebro hizo corto circuito.

—Mateo, yo no... —articuló—. ¿Por qué crees que yo...?

Y de pronto sus ojos se ensancharon, había llegado a una conclusión y me temía que no distaba mucho de la realidad. Me observó directo a los ojos, desconcertado, y con esa mirada de lástima que podría soportar viniendo de cualquiera a excepción de él.

Era justo como no quería que me mirase nunca.

—Lorraine...


▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪
Nuevo capítulooo!!!

Lamento muchísimo la tardanza. Algo que deben saber es que estoy enferma y, pese a tener inspiración, mi condición física y los estudios no me permitían escribir ni media palabra.

Ahora sí, reacciones ante el cap.

¿Qué les pareció la actitud de Lori en el evento?

¿Creen que retome el baile en algún momento?

¡Se descubrió todo! ¿Soy la única que quiere abrazarlos a los tres? ¿Cómo creen que reaccione Garret?

¡Ah! ¡Llegamos a las 13k lecturas! ¡Muchísimas gracias!

Besos de Karina K.love 😉

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top