CAPÍTULO 13: Encrucijada

Garret

Es divertido como el karma llega cuando me menos te lo esperas y te devuelve exactamente lo mismo que diste, sea bueno o malo.

Yo creé una estúpida broma para mi hermano que lo obligó a buscar una familia y firmar un contrato, resultó bien, pero la vida da vueltas y ahora es mi turno. Necesito una familia. Y no a cualquiera, los necesito a ellos, a la rubia que me quita el sueño y el rubito que no me tolera, y no estoy seguro de que las cosas salgan tan bien como pasó con Evan, Lily y Jessie.

El karma existe, señoras y señores. Cuidado con él.

Cité a Lorraine en la Gran Plaza. Era el lugar perfecto, es un sitio público ubicado en el centro de la ciudad y el constante movimiento de la gente nos haría pasar desapercibidos. Como su nombre lo indica, se trata de enorme plaza rodeada por diferentes locales y negocios como cafeterías, floristerías y demás; en el centro cuenta con una estatua de mármol de diez metros altura cuya forma rectangular y punteaguda se asemeja a una piedra preciosa sin pulir, muy apropiado para la ciudad de las cimas, ¿no creen?

Quedamos en vernos en una tienda de artículos navideños llamada Claus House, perfecto para pasar desapercibidos. Era un local bastante pintoresco, el espíritu navideño podía sentirse y apreciarse reflejado en las paredes pintadas de los típicos colores rojo escarlata, verde oscuro y blanco, eso sin contar el montón de regalos y árboles de Navidad que adornaba cada esquina.

Me entretuve mirando un gracioso reno mecánico que cantaba villancicos cuando le tocabas la nariz o los cuernos cuando el sonido de la campana de la puerta indicó la llegada de alguien. Me compadecí por el nuevo cliente que había acabado de ingresar cuando un montón de empleados disfrazados de elfos le dieron una calurosa bienvenida acompañada de —por supuesto— una canción navideña. Mi risa cesó al ver que la persona que intentaba escapar de los elfos era mi rubia, o no, Lorraine, me ha dejado muy claro que no es mía ni quiere serlo.

Decidí ir a ayudarla y me encaminé hacia la entrada. Me entrometí entre los elfos cantarines y ella y la tomé de la mano para sacarla de ahí. Caminamos hasta llegar a la zona donde vendían papel de regalo, increíblemente habían pocas personas allí, mejor así.

—Lo siento —reí—. La próxima vez te citaré en un lugar menos...

Y...me quedé sin habla.

Por culpa de los elfos y la prisa que tenía por sacarla de ahí, no noté dos detalles de mucha importancia: lo hermosa que se veía y a quién trajo consigo.

Bien, concentrémonos en el primer punto.

Vestía una gabardina de algodón color blanco y bajo esta un vestido color crema que se ajustaba a la perfección a su torneada figura. Su cabello caía en perfectas ondas y su rostro estaba maquillado, nada muy exagerado, era tan suave y sutil como su personalidad, pero no podía pasar por alto que su belleza resaltada me dejó embobado. Ya no lucía como la Lorraine conservadora y tímida que conocí hace un par de meses, sino más segura, atrevida, atractiva; y debo estar muy perdido porque me encanta de ambas formas.

Ahora vamos al segundo punto: vino con Mateo.

El niño vestía un acolchado abrigo con una bufanda, guantes, gorro y no parecía cómodo con tanta tela, al contrario, me dio la impresión de que su madre lo abrigó de más con la intención de que no pescara un resfriado y él aceptó a regañadientes. Además, me miraba, como siempre, como si en cualquier momento de sus pupilas emergieran rayos láser que me desintegrarían en un segundo.

—¿Por qué pones esa cara de idiota? —preguntó el niño.

—¡Mat! —lo reprendió su madre antes de voltear hacia mí—. Lo siento. Sé que me pediste que viniera sola, pero tuve que traerlo.

—No te preocupes, el tema que quiero tratar también le incumbe a él —lo miré—. Y mi cara de idiota se debe a que tu madre es hermosa, no puedo evitarlo.

Las mejillas de Lorraine se tornaron rojas a la vez que su hijo sonreía a medias y se encogía de hombros.

—Lo sé.

—Basta, ustedes dos —nos regañó a ambos—. Garret, ¿de qué querías hablar?

—Vengan.

Los guié hacia unas pequeñas butacas cerca de nosotros y los invité a sentarse en ellas. Ellos ocuparon una larga con cupo suficiente para los dos mientras yo me senté en otra más pequeña justo en frente. Miré a ambos lados del pasillo asegurándome de que no hubiese nadie cuchicheando, por suerte los únicos presentes eran dos o tres clientes lejos de nosotros que estaban muy ocupados apreciando los diseños del papel de regalo.

—Verán... —suspiré—. Tengo un problema y sólo ustedes me pueden ayudar a resolverlo.

Ambos rubios fruncieron el ceño, se miraron entre ellos y luego centraron sus miradas confusas sobre mí otra vez. Es gracioso el gran parecido entre madre e hijo más allá de lo físico.

—¿Nosotros? ¿En qué podríamos ayudarte nosotros a ti? —cuestionó Lorraine.

—Es una historia un tanto complicada. Resulta que los Ackerman, esos socios que me dieron tanto trabajo, firmaron con nosotros porque creen que tengo familia. Para ser específicos creen que ustedes son mi familia.

Lorraine abrió los ojos con sorpresa para luego evitar mi mirada, obviamente por incomodidad. Mateo por su parte se limitó a hacer una mueca de asco, lo dicho, me detesta.

—¿Por...? —comenzó a decir la rubia antes de sacudir la cabeza, confusa—. ¿Por qué nosotros dos?

—Por las fotos que nos tomaron en el cumpleaños de Jessie —sonreí al recordar cómo ese día insistieron tanto en que las tomáramos—. Al parecer los Ackerman también creen que hacemos una bonita familia.

—Yo no quiero ser tu hijo —objetó el rubito, cruzándose de brazos.

—No tienes que serlo, sólo fingir que lo eres —miré a Lori que parecía no entender nada de a qué me refería—. Si ustedes se hacen pasar por mi familia durante un tiempo, los Ackerman no sospecharán que todo es un malentendido.

—¿Y qué pasa si no aceptamos? —inquirió la ojiazul—. ¿Qué pasa si descubren que no tenemos nada que ver contigo?

Suspiré con pesadez. Claro que había pensado en esa posibilidad y ninguno de los escenarios que me he imaginado han sido buenos. Simplemente no puedo darme el lujo de perder a socios tan importantes con lo bien que nos ha ido hasta ahora.

—Si ellos se enteran, romperán el contrato, perderemos la asociación lo cual dejaría muchas pérdidas a la empresa —suspiré—. Y en un segundo plano el prestigio tanto mío como de H&A Corporation sería puesto en tela de juicio.

—¿Y eso es malo? —preguntó Mateo, cambiando su expresión de repudio por una de preocupación.

—Muy malo, para todos los Harriet —apoyé mis antebrazos sobre mis rodillas—. Escuchen, el único motivo por el que les propongo este plan tan descabellado es porque no tengo otra salida. Sería sencillo si sólo creyeran que tengo familia, pero piensan que son ustedes, nadie más.

—Garret, no...no podemos salir de la nada por todo Heaven Gold City vociferando que somos una familia.

—Y no lo haremos, al menos no así. Créeme, lo voy a planear todo con calma y los recompensaré por esto.

Otra vez hicieron lo mismo de hace rato, me lanzaron miradas confusas, se miraron entre ellos y luego regresaron a mí aún más aturdidos.

—Los voy a contratar, será un trabajo —aclaré.

—¿Cómo que un trabajo? —cuestionó Mateo.

—Ustedes actuarán como mi familia, dos perfectos actores que van a convencer a los Ackerman y a toda la ciudad de que Garret Harriet está comprometido. A cambio les voy a comprar una casa, les pagaré en efectivo y cubriré la colegiatura de Mateo hasta que culmine la primaria.

—¿¡QUÉ!? —exclamaron al unísono, parecía que sus ojos se saldrían de sus cuencas.

—¿Qué? ¿Es muy poco?

—¿Qué? ¡No! Es demasiado —respondió una conmocionada vainilla—. Es más de a lo que podría aspirar por mí misma hasta dentro de tres años.

—Podría pagarles de cualquier otra forma que quisieran, sólo que los necesitaré durante seis meses.

—¡Seis meses! —espetó el niño—. No quiero aguantarte por tanto tiempo.

—¡Mateo! —lo regañó su mamá a lo que él respondió encogiéndose de hombros.

—Les pagaré cien mil dólares por cada mes.

—¿Por cada...? ¿¡Seiscientos mil dólares!? —la expresión de Lorraine era digna de ser inmortalizada y utilizada como burla en los eventos familiares.

—¿Te parece un trato justo?

Suspiró—. Garret, esto...es demasiado. No me imaginé que me lanzarías esta bomba de la nada y no es algo que pueda tomarme a la ligera, necesito pensarlo.

—Lo sé —asentí—. Por eso te daré hasta Navidad para que lo consideres. Iré a casa de mi hermano ese día y podrás darme una respuesta. ¿Te parece bien?

—De acuerdo —asintió, pensativa.

Era consciente de lo que estaba proponiendo, de que, en caso de aceptar, me estaría condenando durante medio año a tenerla tan cerca y no poder estar con ella más allá de una relación falsa. De que si los Ackerman se enteraban de la verdad, todo se iría a la mierda. De que era arriesgado, loco e improvisado, pero a la vez mi única salida.

—Hay algo más —dije, rompiendo el silencio y ganándome toda su atención—. Durante esos seis meses vendrán a vivir conmigo.

—¿¡Qué!? —chilló Mateo, horrorizado—. Mami, no aceptes.

—¿Por qué tenemos que vivir contigo? —preguntó la rubia, por el rubor natural de sus mejillas supuse que la posibilidad de ambos viviendo bajo el mismo techo la pone muy nerviosa.

—Porque tan pronto los presente a la sociedad como mi familia, todos los ojos indiscretos se posarán sobre ustedes y eventualmente darán con el hecho de que viven en casa de mi hermano, eso levantaría sospechas.

—Sé que esto sería mucha molestia y malgasto innecesario de dinero pero, ¿no podrías alquilarnos un departamento o algo así?

—No me costaría mucho, pero tendríamos que inventarnos toda una historia con respecto a su lugar de residencia, habrán muchos periodistas merodeando y a fin de cuentas sería un problema más del que ocuparnos. En mi casa tendrían la misma comodidad que en la de mi hermano, cada uno con su habitación y sin necesidad de fingir allí, mis empleados estarán al tanto de la mentira.

—Así que seremos roommates —dedujo.

—Algo así —me encogí de hombros.

—¿Qué pasará con mi trabajo en el café?

—Seguirás trabajando si así lo quieres. De hecho, las vidas de ambos serán como siempre a excepción de que vivirán conmigo y los conocerán como la novia y el futuro hijo de uno de los herederos Harriet.

—¿Seguiré viendo a Jessie? —preguntó el niño, por primera vez sin usar un tono hostil hacia mí.

—Claro que sí —le sonreí—. Podrás pasarte fines de semanas en casa de mi hermano y ella otros con nosotros en la mía. Pero recuerda, no puedes decirle que es mentira, para todos tiene que ser un secreto que estamos actuando.

—¿Y qué excusa vamos a darles? —inquirió Lorraine—. No podemos irnos a vivir contigo y proclamar de la nada que conformamos una familia juntos sin que Lily, Evan, mi tía y tus padres sospechen. Les va a parecer muy raro.

—Y por eso les diremos que comenzamos a salir en secreto después de que te divorciaste y que solo Mateo lo sabía.

Enarcó una ceja, dudosa—. ¿Crees que se lo crean?

—Todos insisten en que nos gustamos y que acabaríamos juntos, tanto que al final ''nos volvimos pareja en secreto para que no nos molestaran'' —dibujé comillas en el aire en la última frase—. ¿No te parece lo suficientemente creíble?

—Lo tienes todo fríamente calculado, ¿no es así?

—Un poco —le guiñé un ojo.

—Bien —suspiró—. Voy a pensarlo con cuidado y...te daré una respuesta en Navidad como propusiste.

—Ok, y...gracias, Lorraine.

—¿Gracias por qué? Aún no te he dado una respuesta.

Sonreí—. Simplemente por considerarlo, cualquiera en tu lugar me habría tomado por loco.

—Yo, por ejemplo —comentó Mat ganándose una nueva mala mirada por parte de su mamá—. ¿Podemos irnos ya?

—Mateo, no seas grosero.

—No, tranquila —intervine—. Si el niño se quiere ir, está bien, ya les robé mucho de su tiempo.

—Por fin —resopló el rubito antes de bajar del mueble e irse como si hubiese venido sin compañía.

Escuché a Lorraine decir algo por lo bajo —seguramente pidiéndole paciencia al cielo por el comportamiento de su hijo— antes de alcanzarlo. Yo tampoco tenía nada más que hacer en ese lugar, así que los seguí. Noté que el pequeño se detuvo de pronto, su mirada estaba fija sobre un helicóptero de juguete de tamaño mediano que tenían en exposición en la zona de regalos. No había que conocerlo demasiado para percatarse de que le gustó. Se acercó al mostrador con sus ojitos brillando y luego se giró hacia su madre con esa expresión tan adorable que usan todos los niños cuando les hace mucha ilusión obtener algo. Lorraine le sonrió y antes de que diera un solo paso, la encargada retiró el juguete de su sitio de exibición por petición de un señor acompañado de su hijo.

Oh no.

Los hombros de Mateo cayeron al ver que aquel señor compró ese helicóptero para otro niño, pero lo que en serio me rompió el corazón fue verlo agachar la cabeza cuando el otro pequeño proclamó que tenía al mejor padre del mundo. Recordé que esa misma expresión de desánimo era la que reflejaba su rostro el primer día de clases, no sólo estaba triste por el juguete sino por la ausencia de un padre que se lo obsequiara por Navidad.

Me sentí identificado. Durante cuatro años de mi vida me sentí exactamente igual, carente de figura paterna, y sé que duele más en estas fechas.

Te entiendo, campeón.

Vainilla se acercó a la encargada una vez que el señor y su hijo se fueron para preguntar si había otro helicóptero a la venta, pero obtuvo como respuesta que se trataba de una edición limitada y ese era el último. Por obvias razones eso decepcionó el doble al pobre Mateo.

—Lo siento, cariño —murmuró Lori agachándose para quedar a la altura del niño.

—No importa, mami —musitó—. ¿Podemos irnos ahora?

—Claro.

Los acompañé hasta la salida y me ofrecí a llevarlos a casa, pero prefirieron tomar un taxi, de igual forma me quedé a hacerles compañía hasta que llegara. La expresión triste de Mateo no desapareció en ningún momento, ni siquiera parecía molestarle mi presencia como de costumbre, eso significaba que se sentía en serio mal. Pero no lloró. Los niños tienden a armar berrinches o lloran hasta que le ofreces algo que les haga olvidar el amargo sabor de la decepción, pero él no, se notaba a millas de distancia que estaba triste y aun así no derramó ni una sola lágrima. Eso confirmaba mi teoría de que es muy fuerte y maduro para su edad.

El taxi llegó por fin y, a pesar de las objeciones de la rubia hermosa a la que acababa de proponerle ser parte de mi alocado plan, pagué por el servicio. Abrí la puerta trasera para ambos tal cual chofer y una vez estuvieron dentro, apoyé mis antebrazos sobre la ventanilla para decirles una última cosa, no podía dejar que el niño se fuera así de triste.

—Hey, Mat —ante mi llamado volteó hacia mí, pero no con sus miradas desaprobatorias de siempre, de hecho casi las prefería antes que la mirada apagada que me lanzó—. A veces no obtenemos lo que queremos porque está por venir algo mejor, recuerda eso.

El asintió levemente y las comisuras de sus labios se alzaron formando una casi sonrisa.

—Gracias, Garret —me sonrió Lori.

—Avísame cuando lleguen a casa, ¿ok?

—Ok.

Me aparté de la ventanilla dejando al taxi marcharse. Me quedé parado en el mismo lugar hasta perder de vista el vehículo, pensando en que sería lindo que la próxima vez que tuviera que decir esa frase sería para luego encontrarlos en mi casa.

Sí, definitivamente me gustaría.

Lorraine

—¿Qué pasa, Lori? —preguntó mi psicóloga sentada tras su escritorio, ya había terminado nuestra sesión de hoy pero aún nos quedaban unos veinte minutos más, cada vez se me hacen más cortas y según ella es por mi progreso—. Estás muy pensativa.

Y sin dudas lo estaba, lo he estado desde hace una semana cuando Garret me propuso esa loca idea de hacerme pasar por su novia. Cuando me pidió que nos viéramos ese día, lo último que imaginé fue que de eso se tratase el tema de conversación. Es un plan loco y descabellado, pero él parecía haber planeado cada detalle y lucía tan seguro de sí mismo —una de las tantas cosas que me gustan de su personalidad— que por un momento dejó de parecerme tan improvisado.

He pensado una y otra vez cada pro y contra de la situación y aún no he llegado a una conclusión precisa. Es sencillo, sí o no, pero dentro de cada posible respuesta hay un sinfín de consecuencias a las cuales no sabría cómo enfrentarme. La peor parte es que, además de Mateo, no tengo a nadie con quién debatir y hablar de ello. Si decido aceptar, tendríamos que iniciar a actuar de inmediato y ocultarle a todos que se trata de una relación falsa.

Aunque...mi psicóloga es una buena opción para hacerlo, ¿no? Me removí con un poco de incomodidad sobre el pequeño sofá color morado posicionado frente al escritorio de la terapueta, no sabía cómo abordar el tema.

—¿Puedo plantaerle una situación hipotética y me daría su opinión?

Me miró por encima de sus lentes con una expresión curiosa antes de asentir dedicándome toda su atención.

—Imagine que una mujer como yo, ex-víctima de violencia doméstica y con un hijo, se sintiera atraída por una nueva persona la cual ha demostrado tener mucha paciencia con ella sin tener idea de todo lo que sufrió en el pasado.

—¿Me estás diciendo que tienes un pretendiente? —sonrió con sugerencia.

—Algo así —murmuré—, pero eso no es todo. Ahora imagine que ese hombre le proponga algo a cambio de solucionar muchos de sus problemas.

—Necesitaré que seas más específica.

—El hombre que me gusta me pidió que mi hijo y yo nos hiciéramos pasar por su familia durante unos meses por causa de un malentendido que nos involucra a los tres. A cambio él costeará los estudios de Mateo, nos comprará una casa propia y nos pagará en efectivo por cada mes que desempeñemos nuestros papeles.

—Presumo que se trata de un hombre de buena posición a juzgar por la oferta —dedujo.

—Es Garret Harriet, el hermano de Evan.

—Oh, Garret —asintió—. Y bien, ¿le diste una respuesta?

—No, he ahí mi dilema. Yo siento cosas por él y sé que es mutuo pero...

—No te sientes lista para dar el siguiente paso porque posees carencias emocionales y traumas debido al abuso que sufriste —concluyó por mí.

—Exacto —suspiré—. Y agrava la situación el hecho de que parte del trato es que Mateo y yo nos mudemos a su casa. No sé si sea prudente de mi parte ir a meterme a la boca del lobo siendo consciente de mis sentimientos. Además, no quiero poner en riesgo la estabilidad emocional de mi hijo una segunda vez.

Ella se limitó a sonreír antes de levantarse de su silla y ocupar en su lugar un espacio a mi lado en el sofá. Al principio me incomodaba tenerla tan cerca debido a todos mis temores e inseguridades, con el pasar de los meses tomé más confianza y me sentí más cómoda.

—Sé sincera conmigo, ¿te intimida el compromiso que conlleva fingir ser la novia de Garret o el hecho de que la convivencia y el roce constante aviven tus sentimientos por él?

Buena pregunta.

Siendo sincera, los únicos aspectos sólidos que poseo para descartar la oferta son Mateo y mi temor a que mis emociones me traicionen. Fingir no es algo que se me dificulte, lo hice durante tres año bajo amenazas y condiciones deplorables, así que convertirlo en una actuación tan bien remunerada no tendría por qué ser un problema para mí.

—La segunda —exhalé pesadamente—. La verdad es que...él me ha dado a demostrar muchas veces que siente algo sano y genuino por mí, pero...siento que él se merece a alguien mejor que yo.

—Ey, no —me tomó de ambas manos—. No digas eso. Hemos avanzado mucho con tu autoestima como para que te menosprecies de esta forma.

En eso tenía razón. Desde hace dos meses —concretamente desde el cumpleaños de Jessie— he puesto mucho de mi parte para recuperar mi autoestima y amor propio. Ha sido un proceso lento y paulatino, comenzó con el vestuario, luego el maquillaje, después la aceptación de los piropos que Garret y otros clientes del café me lanzaban; y así, paso a paso, hasta ahora. Ya no me siento desnuda cuando me coloco vestidos que no cubren el ochenta por ciento de mi cuerpo. Ya me peino y maquillo sin sentirme mal por hacerlo. Ya me siento a gusto con la mujer que veo en el espejo cada mañana; y eso es un logro enorme.

Sin embargo, una cosa es mi percepción de mí misma y otra muy diferente la que tengo con respecto a las relaciones. No quiero ser la egoísta que someta a Garret —o a quien sea con quien pretenda a entablar una relación— a lidiar con mis traumas y fantasmas del pasado. Mi emancipación de Roy aún es reciente y creo que necesito terminar de sanar del todo mis heridas antes de intentar lanzarme al amor.

—Esto también es parte de tu proceso de superación, ¿sabes? Abrirle las puertas al amor. Es comprensible que no te sientas del todo lista para tener una nueva pareja teniendo en cuenta tus antecedentes, pero eso no quiere decir que no seas merecedora de amor y respeto por parte de una nueva persona.

—Es muy pronto —negué con la cabeza.

—Puede ser, pero tarde o temprano tendrás que rehacer tu vida amorosa. Atarte al pasado no te ayudará a superarlo. Además, si tu temor es que se repita la misma experiencia de tu ex-marido...

—Garret no es un abusador —la interrumpí y me sorprendí a mí misma ante la convicción reflejada en mis palabras—. Él no tiene el perfil de un golpeador. Bueno, Roy tampoco lo tenía en un inicio, pero...

—Si Garret lo fuera, ya posees las herramientas y la fuerza necesaria para defenderte y marcharte —terminó por mí.

Asentí—. Exacto.

Admito que toda la terapia, tanto con ella como con el grupo de apoyo, me han ayudado a superar las secuelas que me ocasionaron el infierno que viví con Roy. Ya no quedan rastros de esa Lorraine asustadiza y temerosa que llegó a la fundación hace cuatro meses, ahora me siento fuerte, poderosa, hermosa y capaz de valerme por mí misma en todas las áreas de mi vida. También me siento capaz de defenderme después de asistir a las clases de defensa personal, me aplaudí a mí misma ese día en que inmovilicé a Garret cuando él me lleva ventaja en cuestiones de estatura, fuerza y complexión física.

—Pero creo que a lo que en realidad le temo es a enamorarme de nuevo, a equivocarme de nuevo.

—Eso no podrás comprobarlo o descartarlo hasta que lo intentes.

—Buen punto —pensé en voz alta—. ¿Cree que deba aceptar la propuesta de Garret?

—La opinión que puedo darte no puede ir más allá de mi trabajo contigo. Mi deber es guiarte y apoyarte, pero la única que tiene manejo de tus decisiones eres tú, nadie más —me brindó una cálida sonrisa—. Eres una mujer maravillosa, Lorraine. Estoy segura de que Mateo se siente muy afortunado de tenerte como madre al igual que como se sentirá aquel que tenga la suerte de tenerte como pareja.

—Gracias —sonreí.

Al finalizar la sesión, me despedí y caminé directo hacia la salida. Hoy no había reunión con el grupo de apoyo ni clases de defensa personal, he notado que mis horarios han ido reduciéndose conforme se aprecia mi avance y mejoría, he de decir que me siento orgullosa de ello. Mat hace semanas que ya no asiste a terapia, su psicóloga dijo que ya no era necesario, eso también me alegró bastante.

Al llegar a la entrada divisé el taxi que pedí de antemano y subí a la parte trasera del mismo, le di la dirección de la mansión al taxista y nos pusimos en marcha. Tenía la intención de recorrer un par de tiendas en busca de un helicóptero como el que no alcancé a comprarle a Mat y así regalárselo por Navidad, pero era cierto que se trataba de una edición limitada y no encontré otro en ninguna parte. Aún recordaba la carita de decepción de mi bebé y lo triste que permaneció el resto del día, ni siquiera Jessie fue capaz de animarlo. Por eso me he esforzado buscando el dichoso helicóptero, pero fue en vano, tendría que regalarle algo más.

Cuando llegué a casa me sorprendí al encontrar a Mateo en nuestra habitación dibujando y no jugando con Jessie. Sus ojitos se posaron en mí al verme entrar y una sonrisita encantadora se dibujó en sus labios.

—Hola, principito —me uní a él en la cama.

—Hola, mami —hizo su dibujo a un lado y se acurrucó a mi lado, abrazándome—. ¿Cómo te fue en la fundación?

—Muy bien —besé su frente—. ¿Y tú qué haces aquí dibujando? ¿Jessie no está en casa?

—Sí está, pero está en su fiesta del té privada con Evan. Ella me invitó, pero sabes como es él cuando está celoso, me da miedo, así que me fui.

Reí—. ¿Me dejas ver tu dibujo?

Asintió y estiró su manita para tomar la hoja de papel y luego entregármela. El dibujo se titulaba ''Mi familia'' y en él sólo se podía apreciar a la tía Margarita y nosotros dos. Le quedó hermoso pero...

—Mat, ¿no te gustaría tener una familia más grande? Al menos durante un tiempo.

—¿Una familia más grande?

—Anjá, ya sabes, con abuelos, tíos, una prima y...un papá.

—¿Garret tiene que ser mi papá? —preguntó con hastío—. Él no me agrada.

—¿Por qué? —reí por lo bajo.

—Porque te coquetea mucho —se cruzó de brazos, molesto.

Es una ternura.

—Te quejas de Evan, pero tú eres igual de celoso.

—No estoy celoso, sólo no quiero que nadie te lastime de nuevo.

Estocada directa al corazón.

Mateo no tendría que estar pensando en que saldré lastimada, es muy pequeño para ocuparse de mí. Lo admiro y me enternece de sobre manera, pero desearía poder quitarle ese peso de sus hombros, no le corresponde cargar con él.

—Escucha, mi amor. Nadie me lastimará de nuevo, porque ya no soy la misma cachorra asustada que solía ser antes de que huyéramos —acuné su rostro entre mis manos—. Nunca más volveré a ser golpeada y tú jamás volverás a presenciar una escena violenta, te lo prometo.

—Pero...¿y si Garret es como Roy?

—Eso no lo sabremos si no le damos la oportunidad de conocerlo, pero, aquí entre nos, ¿tú crees que él sea como Roy?

Frunció los labios—. Nop. Él te hace sonreír y es amable conmigo aunque yo no soy amable con él.

—¿Y crees que deberíamos ayudarlo con su problema?

—Nos necesita mucho, ¿verdad?

—Bastante, somos su única salida.

—Bueno... —alargó la E demasiado, eso quiere decir que lo está considerando—. Si lo ayudamos, Santa me traerá un regalo mejor por ser un niño bueno.

Dios mío, qué ocurrencias tiene este niño.

—Santa te traerá un buen regalo hagas lo que hagas, eres un niño maravilloso.

—Entonces no es tan necesario ayudar a Garret, ¿no? —se encogió de hombros.

—¡Mateo!

Suspiró—. Bueno...si lo ayudamos, más le vale no besarte, porque se las verá conmigo —empuñó sus pequeñas manos y adoptó una graciosa posición ofensiva, tuve que contenerme para no reírme.

—Tranquilo, pequeño Hulk.

—No soy Hulk, mami. Soy Spiderman.

—Da igual cuál superhéroe seas —lo tomé entré mis brazos, aprisionándolo contra mí—, siempre serás mi bebé.

Soltó un suspiro cansado—. Si Garret también va a hacer esto cuando nos mudemos con él, prefiero que me den en adopción.

Un momento...

Me separé de él y lo miré con una sonrisa burlona.

—¿Acabas de decir que sí nos vamos a mudar con Garret?

—Bueno...



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Nuevo capítulooo!!!

Estoy actualizando más seguido, mi inspiración está a full.

La propuesta está hecha, sólo falta la respuesta.

¿Les gustan los pequeños adelantos "familiares" que se están produciendo entre esos tres?

Lori ha superado casi por completo el abuso que vivió, ¿soy la única que se siente orgullosa?

Besos de Karina K.love 😉

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