CAPÍTULO 1: Atrapados
Lorraine
Despertar cada día antes del amanecer para preparar el desayuno y hacer los quehaceres del hogar sería un verdadero suplicio para cualquier persona, para mí es rutina. Desperté como de costumbre a las 5:45 a.m. y salí de la cama con mucho cuidado de no hacer ruido para evitar despertar a Roy, sería muy desafortunado hacerlo enojar desde tan temprano.
Me dirigí al baño para darme una ducha rápida antes de comenzar mis labores. Me deshice de la bata de dormir y el pijama antes de ingresar a la ducha. El agua estaba helada, pero la baja temperatura de esta ayudaba a acelerar el proceso de curación de varios de los moretones que adornaban mi espalda, abdomen y otras zonas de mi cuerpo.
Ver esos golpes cada día me hacía preguntarme por enésima vez porqué sigo aguantando las golpizas y maltratos de mi marido. Llevo poco más de tres años soportando día tras día todo tipo de abusos tanto fiísicos como verbales y psicológicos. Algunos días despierto con la voluntad de escapar de este infierno, otros simplemente quiero rendirme y al final acabo haciendo lo mismo, me quedo.
Concluyo la ducha y al rozar mi piel con la toalla, el tejido de la misma provoca una gran molestia en mis heridas. Estoy acostumbrada a ello pero eso no significa que no duela. Me coloco mi ropa interior y seguidamente mi base de maquillaje para ocultar esos horrorosos hematomas. A pesar de que siempre me pongo ropa holgada y que cubre lo suficiente por orden de mi esposo, camuflar las heridas resulta indispensable para que nadie descubra que me golpea, en especial mi hijo Mateo.
Una vez estuve lista, bajé hacia la cocina y comencé a preparar todo lo que a Roy le gusta, desde los omelettes con verduras hasta la limonada natural recién hecha. Él suele ser muy exigente en cuanto a su alimentación, todo debe ser preparado a su gusto inclusive si no es del agrado de Mat o mío. Si no hago las cosas como a él le gusta me gano a paliza, eso aplica para todo, no sólo para la comida.
Una vez el desayuno está listo, me dispongo a poner la mesa y luego servirlo. Procuro que todo esté en el lugar indicado, perfecto, como si estuviese poniendo la mesa para la Reina Isabel. Cualquier error, por pequeño que sea, conlleva a gritos y golpes por parte de mi esposo. Eso me ha causado una especie de ansiedad o psicosis con todo, me esfuerzo para que todo sea como debe ser y evitar que Roy se enoje.
A las 6:30 en punto, mi marido ingresó en el comedor listo para desayunar. Como cada mañana, vestía su uniforme previamente lavado y planchado por mí y su cabello oscuro peinado hacia atrás a la perfección.
—Buenos días —le sonreí y sin recibir respuesta de su parte, se sentó en su silla.
Me quedé a su costado esperando a que me permitiera sentarme. Sí, ante su presencia todos y cada una de mis acciones deben ser permitidas u ordenadas por él, me ha convertido en una especie de ávatar de los Sims.
—¿Qué haces ahí parada como una estatua? Siéntate —ordenó con su autoritaria y ronca voz.
Rápidamente tomé asiento a su derecha.
Estando a punto de tomar los cubiertos para comenzar a degustar su omelette, paró en seco y dirigió su rígida mirada hacia mí.
Me tensé en un segundo. Traté de no dejar en evidencia mi acelerada respiración mientras comenzaba a pensar en qué había hecho mal esta vez. Sus cristalinos ojos verdes que hace cinco años me habían enamorado me observaban con furia y desdén.
—¿Q-qué sucede? —tartamudeé con mi labio inferior temblando.
—¿Dónde está tu hijo?
—¿Mat? Está durmiendo.
—¿Y qué esperas para ir a despertarlo? —alzó medianamente su tono de voz—. Sabes perfectamente que en el desayuno debe estar toda la familia presente.
—Ayer se acostó un poco tarde leyendo sus cómics, debe estar muy cansado y por eso no quise despertarlo. Dejémoslo dormir tranquilo.
Tiró los cubiertos sobre su plato en un movimiento brusco provocando un ruido que me sobresaltó. Esa reacción de su parte sólo significaba una cosa, se está impacientando, y la impaciencia lleva a los golpes.
—¿Acaso no me escuchaste? —preguntó en un tono de voz amenazante—. Trae a Mateo.
—Roy, por favor...—no terminé de rogar, él ya tenía su mano en mi cara presionando con fuerza ambos lados de mi mandíbula.
Acercó su rostro al mío sin disminuir la presión que estaba ejerciendo sobre mí. Su ceño fruncido en señal de enojo y su expresión que daba a entender las ganas que tenía de golpearme, me atemorizaban. En momentos como éste me sentía tan frágil y vulnerable como una niña pequeña.
—Despierta a Mateo, tráelo a desayunar y más te vale hacerlo rápido porque si mi desayuno se enfría en el entretiempo —me liberó de su agarre empujándome hacia un lado—, ya sabes lo que te espera.
Sin emitir sonido alguno, me levanté y corrí hacia el piso de arriba. Entro a la habitación de mi pequeño y lo encuntro descansando plácidamente sobre su cama con el cómic que le compré la semana pasada. Recuerdo ese día, habíamos ido a la pequeña tienda de suministros que queda cerca de aquí para comprar unas toallas sanitarias para mí. En cuanto vio el cómic de su superhéroe favorito, sus ojitos celestes brillaron y tomé parte del dinero para comprárselo. Me gané unos cuantos puñetazos por mi ''atrevimiento'', pero valió la pena.
Me acerqué a su cama y me senté a su lado. Me dolía tener que despertarlo a sabiendas de que está muy cansado, pero mi mayor temor, el cual nunca se ha hecho realidad gracias a mis esfuerzos, es que un día Roy lo golpee. Conmigo puede hacerlo todo lo que quiera, estoy dispuesta a continuar soportándolo, pero el día en que le toque un sólo cabello a mi hijo no sé qué sería capaz de hacer.
Mateo es el motivo principal por el cual no he escapado de este infierno. No es hijo de Roy, lo tuve a los 21 años con mi novio de toda la vida cuando estábamos por terminar el último año de universidad. Cuando Mat estaba próximo a cumplir el primer añito, Pablo tuvo un accidente laboral en el que perdió la vida. Me dieron una indemnización con la que me pude mantener durante unos meses, pero no era suficiente. Tiempo después conocí a mi actual esposo y, aunque no adoptó ni le dio su apellido a mi hijo, gracias a él hemos subsistido hasta hoy.
Cabe destacar que mi marido no siempre fue el monstruo que es ahora. Cuando lo conocí era un hombre muy galante y caballeroso. Me trataba como una reina y los dos primeros años de matrimonio fueron maravillosos, es por eso que durante mucho tiempo me engañé ante la idea de que podría cambiar, que volvería a ser ese hombre tan bueno del que me enamoré. Eso no pasará.
—Mat —lo llamé moviendo ligeramente su cuerpecito.
Se movía un poco pero no despertaba.
—Mateo. ¡Mateo! —alcé un poco más la voz—. ¡Despierta, cariño!
Despertó al fin, restregando sus ojitos color azul celeste.
—¿Mami? —me observó aún adormilado—. ¿Qué hora es?
—Temprano. Vamos a desayunar.
—Déjame dormir un rato más —jimoteó acomodándose para seguir durmiendo.
—¡Mat, mírame! —lo moví logrando que abriera los ojos de nuevo—. Tenemos que ir a desayunar —sentencié tajantemente brindándole esa mirada especial que sólo él entiende.
Asintió intentando esbozar una pequeña sonrisa—. Ok, mamá.
Garret
¡La empresa es un caos!
Debido a la convalescencia de Evan, mi hermano menor, no puede ejercer su puesto en la empresa y por lo tanto yo me estoy encargando de ello. No me estoy quejando, me gusta mi trabajo y no me molesta ocupar el lugar de él mientras no está, es sólo que es demasiado para mí.
Ese no es el único problema. A consecuencia de que rompimos toda asociación existente con McClain, debemos hacer malavares para encontrar un nuevo socio o inversionistas para cubrir las pérdidas que está ocasionando el haber roto la sociedad. No obstante, no me arrepiento de que lo hayamos hecho. Augusto McClain intentó abusar sexualmente de Lily, mi cuñada, unos meses antes de que ésta se casara con mi hermano y fue justamente él quien lo impidió. Al enterarnos de éste incidente, decidimos que un parásito de semejante calaña no podía seguir siendo socio nuestro.
Ahora estaba haciendo lo posible por encontrar un nuevo socio y ejercer dos de los puestos de mayor importancia de H&A Corporation sin morir en el intento. Bien por ti, Garret.
Escucho unos toques a la puerta de mi oficina, justo cuando tenía planeado tomarme un descanso.
—Adelante —grito exhausto.
Irrumpe en la habitación una mujer de cabello corto rubio y ojos color avellana, Ariadna, la secretaria de mi hermano.
—Sr. Garret, le traigo el informe del balance mensual correspondiente al mes de julio —dijo amablemente depositando los documentos sobre mi escritorio.
—Gracias, Ariadna. Pero sabes que redactar éste informe no te correspondía.
—A mí no, pero a mi jefe sí. Y en vista de que él aún se está recuperando de su operación, quise echarle una mano a usted para que no esté tan saturado de trabajo —sonrió compasivamente.
Ariadna es una empleada muy capaz, me atrevería a decir que es la mejor de la compañía. Lleva aproximadamente cinco años con nosotros y su desempeño es inigualable. Es tan eficiente que hace horas extra y se toma atribuciones que no le corresponden como ésta sólo por amor al trabajo, nunca ha pedido un aumento de sueldo. A pesar de que no es mi secretaria, mantengo muy buena relación con ella.
—Eres lo máximo, ¿lo sabías?
—Tienden a decírmelo mucho por aquí —sonrió—, pero igual gracias por recordármelo.
Sé lo que están pensando y no, no es coqueteo ni nada que se le parezca. Nuestra relación es estrictamente profesional y más allá de eso es una simple amistad.
—Evan tiene suerte de tenerte.
—Hablando del Sr. Evan, ¿cómo se encuentra? Con todo el trabajo acumulado apenas he tenido tiempo de ir a visitarlo.
—Se está recuperando bastante bien al igual que Jessie. Ambos están en casa con una enfermera personal atendiéndolos las veinticuatro horas del día.
Jessie es mi sobrina, hija adoptiva de Evan. Hasta hace poco más de un mes la niña estaba sufriendo de insuficiencia renal, una enfermedad bastante agresiva teniendo en cuenta que la pequeña sólo tiene 5 años. Su recuperación fue el motivo principal por el que Lily se casó con mi hermano, suena raro, ¿verdad? Pues sí, es una historia enredada y un tanto confusa. Pero el punto es que lo que empezó inicialmente con un contrato prenupcial, se ha convertido en un verdadero sentimiento de amor y familia, tanto que Ev le donó un riñón a Jessie para salvar su vida. He aquí el motivo de su ausencia, se está recuperando de dicha intervención quirúrgica.
—Me alegro por ellos. Habría sido fatal para esa pequeña si su hermano no hubiese sido compatible con ella.
—Exacto. Afortunadamente están bien, de hecho tengo pensado ir a verlos hoy en la tarde en cuanto termine —tomé un montón de papeles y documentos que estaban dispersos sobre mi escritorio—, con todo esto.
—Si espera a terminar todo esto, para cuando vaya a verlos ya no les quedarán ni las cicatrices de la operación. Lo mejor será que termine con los pendientes de mayor importancia y yo puedo encargarme de los informes que necesite para mañana.
—¿Harías eso por mí? —sonreí aliviado.
—Claro. Les tengo mucho aprecio a todos los Harriet, no olvido que gracias a la oportunidad que me dieron he logrado crecer como profesional y en fin, son jefes excelentes.
—Y tú un rayo de luz que alumbra la ventana de mis problemas empresariales.
—¡Qué poético! —rió, sarcástica.
—Ya sé que no es lo mío pero al menos disimula.
Rió una vez más y tomó un par de expedientes antes de salir de la oficina. Decidí despejar mi mente de toda distracción que desviara mi atención del trabajo para concentrarme cien por ciento en lo primordial.
Sentía que el día no corría a la velocidad normal sino a paso de tortuga, mientras tanto el trabajo se acumulaba más y más. Cada vez que terminaba con algo, otros tres asuntos requerían de mi atención. Firmas, revisar informes, hacer estudios de campo y buscar nuevos posibles inversores...a eso se resumió todo mi día.
Cuando quise tomar un respiro, ya eran casi las 6:00 p.m. Había adelantado bastante pese a que tendría el doble de pendientes mañana.
Sin molestarme en colocarme el saco de mi traje, salí de la oficina y posteriormente de la empresa. Soy muy profesional y competente en el ámbito profesional, pero usar trajes es algo que sencillamente me incomoda. Subí a mi auto y a pesar de que cada uno de mis músculos moría porque tomase una ducha y me lanzara a mi cama, emprendí camino hacia la mansión de mi hermano. Alrededor de diez minutos después, me encontraba aparcando frente a ésta.
Tras tocar el timbre me recibió Karl, el mayordomo de Evan, aunque en realidad era algo así como la voz de mando en el personal de la casa.
—Bienvenido, Sr. Garret —me saludó apartándose hacia un lado para cederme el paso al interior—. Su hermano se encuentra en la habitación de recuperación real.
—¿Habitación de recuperación real? —fruncí el ceño.
—Ya sabe, la joven Jessie —rió por lo bajo.
Sí, mi pequeña sobrina tiene una fascinación por todo lo que tenga que ver con castillos, princesas y cuentos de hadas. A su edad es normal esa afición, pero lo divertido del caso es que ha conseguido contagiar a todos a su alrededor, incluyéndome.
Subo las escaleras y me dirijo a la ''habitación de recuperación real''. Poco después de tocar la puerta, me encuentro con Gigi, la enfermera.
—¿Sus majestades reales pueden recibir visitas? —pregunto a lo que ella me responde con un asentimiento de cabeza y una sonrisa.
Se aparta dejándome la entrada libre. Al ingresar diviso las dos camas, a la izquierda la que ocupa mi sobrinita mientras que a la derecha estaba mi hermano.
—Hola —saludo.
Jessie, que hasta ese entonces estaba muy distraída con sus dos peluches favoritos, me mira e instantáneamente una gran sonrisa se forma en sus labios. Es una niña adorable. En el físico es casi exacta a su madre, cabello castaño claro, rostro angelical y sonrisa radiante. Su única particularidad son sus enigmáticos ojos azules, los cuales no estoy al tanto de quién los heredó.
—¡Tío Garret! —chilla alzando los brazos para que vaya a abrazarla.
No pienso dejarla con los brazos extendidos, camino hacia su cama y la envuelvo en un cálido abrazo. Es una pequeña muy cariñosa, ojalá pudiera decir lo mismo de su padre.
Evan no es mi hermano de sangre, sino mi hermanastro. Mi madre se casó con su padre y éste me adoptó cuando yo apenas tenía 14 años. Mi relación con Ev nunca fue buena a pesar de que hice todo lo que estuvo a mi alcance para ser un buen hermano mayor, él estaba enojado conmigo porque erróneamente creía que mi mamá y yo queríamos usurpar su lugar y el de su madre que falleció.
Ahora, después de tantos años de riñas y desencuentros, gracias a Lily y Jessie se ha dado la oportunidad de intentar entablar un vínculo más estrecho conmigo y reconciliarse con nuestros padres. Está siendo un proceso paulatino, pero al menos ahora podemos estar juntos en la misma habitación sin comenzar a sacarnos trapos sucios y sin discutir por la más mínima tontería.
—Hola, princesa. ¿Qué tal tu día? —le sonrío.
Fui testigo de lo duro que ha sido su proceso de recuperación y siempre que vengo a visitarla trato de hacer que olvide que está hospitalizada dentro de su propia casa.
—Igual que siempre, tío. Nos revisan, nos obligan a dormir la siesta y no me dejan comer chocolate. ¡Es horrible! —dramatizó como suele hacerlo—. Así que lo único que puedo hacer es charlar con papá pero él se pasa el día diciendo que soy una pandachina.
—¿Panda qué? —río.
—Parlanchina —aclara el pelinegro ojiverde de la cama de al lado—. Sabes que jamás lo dirá bien —rió observando a su hija.
—Eso, piezachina.
Contengo la risa al igual que Evan. Jess tiene la habilidad de ser adorable sin proponérselo, está en su ADN.
—Te lo dije, Garret. Nunca lo dirá bien —dijo para mí pero toda su atención estaba centrada en su hija.
A pesar de que al principio Ev no quería encariñarse con ella, poco a poco la mini Lily, como él la llama, ha logrado ganarse su corazón. Ella lo considera su papá rey y él la ve como su hija princesa. Ese lazo tan especial que han creado a pesar de no compartir un vínculo sanguíneo directo me recuerda el que en su momento yo creé con Eduard.
Me pregunto cómo se sentirá compartirlo con un hijo...
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Primer capítulooo!!!
Bienvenidos a la segunda historia de la Serie Contrato.
Sí, ya sé que muchos querían la secuela de Contrato: "Familia Feliz", pero, por orden cronológico ésta historia debía ser publicada primero.
Además, estoy segura de que más de uno quería leer la historia de estos dos y yo moría por compartirla. ¡Disfrútenla!
¿Qué les pareció este primer cap.?
Besos de Karina K.love 😉
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