[07]-Perdón de un amante

Advertencia: Lectura para mayores de 18 años en adelante, contiene situaciones de tema erótico y sexual, imágenes eróticas. Lenguaje ofensivo y vulgar.

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Capitulo VII: Perdón de un amante

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"Perdón"

- - Conoces esa palabra ¿Bill?

- - Mm... - Murmuro viendo el techo acostado en su sofá hecho esqueletos. Su rostro lucia de una apariencia desanimada y con una mirada que reflejaba confusión. – Ella lloraba.

- - Bill... te pregunte si conoces la maldita palabra "Perdón". – Comento Kriptos de brazos cruzados. – Porque ella no paraba de repetirlo cuando la castigaste enfrente de todos, como símbolo de traición. – Dijo. – Algo que hacías con tus putas.

- - Ella no es una de esas. – Dijo aventando una daga a su secuaz. – No vuelvas a repetirlo, jamás.

- - ¡Oh! entonces no lo es, ya que tú mismo lo dijiste. – Colocando una sonrisa cínica. – Déjame recordarte como lloraba y como su sangre brotaba de su espalda.

- - Silencio. – Sentencio molesto.

- - Tal vez si Pyronica y yo no hubiéramos llegado a tiempo, en este mismo momento estaría derrumbada en el suelo desgajada de su espalda y en su propio charco de sangre, posiblemente muerta. – Dijo. – Maldita sea cuando Pyronica la curaba no paraba de pedir perdón.

- - Eso lo sé.

- - No, no lo sabes jefe. - Alzo la voz. – Reacciono cuando Pacifier trato de calmarlo y decirle que fue un error, cuando los demás le dijeron que fue un error. Sabe muy bien que cuando está en su estado de ira es difícil calmarlo. – Se llevó una mano a sus mechones oscuros y azulados. - Esa chica... me dijo que no le diría nada a mí... novia. – Colocando una mirada melancólica. – No merezco a Wendy ni mucho menos la amistad que me estaba ofreciendo esa chica, es demasiado pura que me lastima.

- - ¿La ves?

- - A Wendy sí.

- - No idiota. – Dijo un poco dudoso en preguntar. – Me refiero ¿si la ves a ella?

- - Su sugar baby... sí. – Dijo. – También Pyronica la ve, incluso Pacifier y los...

- - Ya entendí, no tienes que tirármelo en la cara. – Cambio de posición sentándose y pesando en la expresión de los ojos de la castaña, que reflejaban miedo y temor. – Necesito verla. – Entre más se deprimía más se iba deteriorando la dimensión volviéndose de un color monocromático de escalas de negro y grises a su alrededor.

- - Cipher deja de actuar así. – Dijo Kriptos. – No es fácil remediar lo que hiciste.

- - ¿Desde cuándo te volviste un puto consejero?

- - Curiosamente cierta pelirroja me enseño algo de... ¿sentimientos? – Dijo. – Yo también tiendo a confundirme con la humana. Pero cuando uno está enamorado.

- - ¿Qué diablos dices?

- - No entiendes nada, solo la has estado utilizándola para satisfacer tus deseos. – Comento. - No creas que no lloro pensando que la razón por la que la castigaste, fue porque no hizo lo que le pediste. – Bufo molesto. - ¿Felación? Bill tienes que estas bromeando si esa chica hará lo que le órdenes. Deja de verla como un pedazo de carne.

- - Saco de carne.

- - ¡Bill! – Dijo molesto.

- - Necesito disculparme con ella.

- - Tal vez sería bueno si la escuchara, solo una maldita vez. - Menciono. – ¿Han salido?

- - ¿Salir? – Poniendo una expresión de confusión. – La lleve a cenar ¿eso cuenta?

- - En una cita. – Recalco con voz firme.

- - La traje a la fiesta que realizo en la dimensión de las pesadillas, ¿No es suficiente?.

- - Y le recuerdo que la humillo y la golpeo enfrente de todos.

- - Ustedes me dijeron que ella se escondía y andaba coqueteando con los demás demonios.

- - No le dio tiempo para defenderse, ni que Pyronica usara sus poderes para detectar las mentiras. – Recargándose en la pared. – De seguro ni la vio. Ahí estoy como estúpido diciéndole a ella, que usted siempre mantiene un ojo en las cosas que le importa.

- - Si lo hago.

- - No lo hizo, la ignoro y ella estaba triste. – Dijo Kriptos. – Bill soy una pesadilla que sabe detectar emociones inestables y que produzco sensaciones escalofriantes antes de ir a dormir. Puedo causar parálisis del sueño.

- - Esa es tu habilidad ¿qué tiene que ver en esto? – Frunció el ceño.

- - Ella estaba asustada cuando llego, idiota puntiagudo.

- ¡¿Cómo iba saber inútil basura de romboide?!

- - Eres un maldito demonio del sueño y no uno cualquiera. –Reafirmándole. – Tú lo sabes todo y tienes mayor poder y dominio.

- - ¡Entonces deja de alzarme la voz subordinado de mierda! – Dijo furioso.

- - ¡Di que eres un triángulo de mierda idiota pusilánime! – Golpeando una columna.

- - ¡Oblígame rombo zopenco e idiota de quinta categoría! – Rompiendo el reposa brazos del sofá.

Estuvieron un rato discutiendo hasta que el demonio del sueño solo se rindió y dejo de pelear con su compañero. Para ese momento habían destruido la habitación donde tenían su reunión y ambos tenían moretones en el rostro, más Kriptos que Bill. En cambio Bill miro a su alrededor que seguía en escalas de grises, se calmó un poco y volvió todo a la normalidad. Era la primera vez que una humana lo traía de esa forma.

- - Kriptos. – Llamo a su secuaz.

- - ¿Qué? – Limpiándose la sangre de su boca y regeneran sus moretones.

- - ¿Dónde está ella? – Hablo apesadumbrado. – Quiero verla... realmente deseo verla.

- - Hoy es sábado. – Dijo. – De seguro está en el café trabajando. – Escupiendo la sangre y saliva.

- - Pues no lo estará.

- - ¿Qué piensa hacer jefe?

Cambio su vestimenta a unos pantalones amarillos de corte Slim, una camisa blanca remangada de los antebrazos, unos tirantes con negro a los lados y en medio una línea blanca, que por detrás de su espalda terminaba cruzados. Llevaba una abertura de dos botones mostrando una cadena fina de oro con un dije en forma de triángulo. Sus zapatos unos mocasines oscuros e invoco un sombrero negro estilo fedora.

- - Me la llevare.

- - No aprendes de tus errores ¿verdad? – Mostrando una sonrisa desquiciada.

- - No. – Dijo. – Solo los mejoro. – Sonriendo de lado.

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Mabel se encontraba concentrada atendiendo los clientes y cortando rebanadas de pastel. Su estado de ánimo había decaído desde la situación que tuvo en la fiesta. Había sido lastimada física y emocionalmente, humillada por un demonio quien le dejo claro que no le importara lo que le sucediera, que solo era una más.

"Traidora"

Resonaba esa maldita palabra en su mente, a pesar de no haber hecho nada. Pero igual persistía; su fría mirada y lo que había dicho el demonio. Una traidora y mentirosa antes de dar los azotes.

Tomo su receso cuando se fijó que ya no había más clientes a las cuatro de la tarde, se sentó en una de las mesas que daban vista al ventanal y a la tarde semi nublada por un arrebol de luces rojizas y anaranjadas. Soltó un suspiro y noto que un chico de cabello albino con la parte oscura de la nuca, le extendía una taza humeante de café recién hecho.

- - Bonita tarde para descansar. – Comento. – Ideal para leer un poco una novela.

- - Ah... jefe Kaneki. – Dijo avergonzada. – Estaba tomando un pequeño descanso, en un momento regreso.

- - No te preocupes por eso, descansa un poco yo a tu edad era muy activo y demasiado trabajador. – Acercándose para ver la expresión llena de tristeza en la adolescente. – Pero también muy tímido y despistado. – dijo. - ¿Problemas con alguien?

- - ...Sí. – Respondió apesadumbrada y viendo la taza. – Por cierto... ¿cómo va el bebé? – Pregunte tratando de distraerme de mis pensamientos, tenía que afrontarlo era una situación complicada en la que estaba.

- - Mmm... bien aunque si le tuve que pedir ayuda a Yomo. – Dijo. – Para buscar ciertos alimentos especiales. – Comento. – Llevar una familia es una responsabilidad muy bonita.

- - ¡Jefe! – Llego una pelirroja abrazando al chico. – Deme un aumento.

- - Beatriz acabas de llegar de vacaciones. – Dijo Wirt.

- - Como voy a disfrutar mis vacaciones, si a cada rato despertaba la "bestia". – Colocando una mirada coqueta en el chico.

- - ¡Beatriz! – Dijo con las mejillas rojas.

- - ¿Algún día sabré que es la bestia? – Pregunto Mabel con inocencia.

- - No te gustaría saberlo. – Dijo Kaneki. – Créeme que no te gustara saberlo, Mabel.

Unas campanillas anunciaron la llegada de un cliente, los chicos se giraron para recibirlo pero notaron algo inusual en el sujeto que entro, era como sacado de una película o un fragmento de una novela rosa. Mabel levanto la mirada y vio a ese mismo demonio rubio llevar en una mano un ramo de flores; un juego de Junquillos amarillos y Orquídeas blancas envueltas en papel azul celeste y un lazo amarillo, con una tarjeta dorada. Se acercó a la castaña con una expresión que reflejaba seriedad, una mirada calmada y la expresión facial relajada.

- - Hola – Le llamo en medio de un saludo pero ella lo ignoraba. – Sé que te lastime y no fui del todo un caballero que esperabas. – Dijo Bill. – Pero no puedo permitir que sigas molesta por más tiempo.

- - ¡Oye! – Le llamo la pelirroja. – ¿Eres el galán de Mabel? – Pregunto Beatriz.

- - Soy su novio. – Afirmo el demonio presentándose. – Bill Cipher.

- - No, no lo eres. – Dijo molesta la castaña y cruzándose de brazos antes de caminar al otro lado de la barra. – No eres mi novio y jamás serás mi novio, así que vete de aquí.

- - Sí lo soy. – Respondió siguiéndola antes de ver que la joven bajaba la barra para terminar de cerrar la puerta. – Tú y yo tenemos una cita pendiente, y no planeo posponer esto. – Leyendo la mente de la chica pero solo podía escuchar pensamientos de temor hacia él, todo lo negativo y sus miedos. – Eres su jefe. – Dirigiéndose al albino. - ¿Cuánto por qué deje libre a Estrella fugaz por la tarde?

- - Lo dudo, eso sería decisión de la señorita Pines. – Soltando un suspiro. – Yo puedo darle el día libre, se lo ha ganado ya que ha estado trabajando bien. – Viendo al chico. – Bueno si ella es que quiere, porque lo que veo es que lo odia tanto. Lo correcto no es molestarla ¿o me equivoco? – Soltando una risa. – Aunque Mabel puedes tener día libre ¿si lo quieres?

- - ¡Jefe! – Protesto la castaña avergonzada con sus mejillas rojas. – No, no iré contigo Bill eres un tonto, peor que un tonto... un idiota. – Dijo alejándose.

- - Supongo que esperare. – Sentándose en una mesa a lado del ventanal. – Puedes hacer las horas extras que quieras, yo esperare mi cita aunque tenga que acampar en este lugar.

- - Eso lo veremos. – Dijo entre risas la pelirroja risueña. - Okey chico guapo ¿quieres un café para empezar tu huelga? Mientras esperas a tu novia molesta. – Pregunto Beatriz con su libreta a la mano.

- - Quiero un Capuchino especial... y que sea preparado por ella. – Señalando a la castaña que estaba escondida detrás de la barra, haciendo oídos sordos.

- - De acuerdo. – Dijo la pelirroja corriendo hacia su amiga.

Al cabo de unos minutos la chica le trajo un capuchino normal sin figura ni tanta espuma y con una galleta de canela. El rubio analizo la taza y coloco una media sonrisa de poca inconformidad.

- - Bien tráeme otro, igual preparado por ella. Le daré tiempo para que haga su diseño.

- - Puede que esté muy enojada con usted y le haga uno igual a este. – Señalando la taza.

- - Eso lo decidiré, por mientras... otro capuchino. – Bebiendo de su taza.

Kaneki veía divertido la escena ya que el seudo-novio de Mabel no paraba de pedir tazas; había pedido alrededor de trece tazas durante esa tarde y ella solamente inflaba las mejillas y preparaba la bebida sin importarle mucho. Estuvieron con este ritmo alrededor de dos horas y media. Aunque hubo momentos en que tenían clientes y la castaña ignoraba al rubio para atender a otros. Dándole un tiempo de descanso al demonio en las bebidas.

- - Buenas tardes y bienvenido Anteiku, aquí está su pastel de fresas y un capuchino. – Entregándole a un chico que estaba sentado en una mesa enfrente del mostrador. – Espero que le guste. – Regalándole una sonrisa.

- - Se ve delicioso y que hermosa figura de gatito. – Dijo el sujeto a Mabel. – Aunque tú también eres linda, ¿alguien ya te lo dijo?

- - Gracias... sobre eso... no nadie lo había dicho. – Acomodando unos mechones de su cabello. -Ehm... disfrute su consumo. – Dijo con las mejillas rosadas.

- - Por cierto, he venido a este café y pues. – Dijo sonrojado el chico. – Me preguntaba si me darías la oportunidad de invitarte a salir, ya sabes al cine o al parque a escuchar una tocada.

- - Muchas gracias... pero debo rechazar. Ya que tengo mucho trabajo y otras cosas. – Moviendo sus manos nerviosamente. – No lo tomes a mal, eres un chico lindo y todo pero... por el momento no.

- - Bueno, lo intente. – Dijo rascándose la nuca. – Pero tan siquiera pude escuchar tu respuesta. Gracias linda.

Mabel regreso a la barra y seguía atendiendo a los demás clientes, aunque ese chico no era el único. Había una fila de chicos que igual la buscaban. En cambio la castaña solo los atendía, regalaba sonrisas y rechazaba sus propuestas amablemente.

Bill se encontraba molesto mirando como ella les prestaba atención a otros chicos, tenía que calmar su rabia evitando lastimarla nuevamente. Tomo la cuchara fue doblándola hasta hacerla rollito. No podía evitar disimular su mirada cada vez que alguien pedía su número de celular o una cita.

- - Señor es increíble que pueda consumir esta gran cantidad de café. –Dijo Wirt asombrado. – Debe tener riñones de acero y un corazón que soporte cargas dobles de cafeína.

- - Esto no es nada chico, son bebidas ligeras. – Dijo Bill sonando irritado. - ¿A qué hora cierra este café? Es muy tardado esto.

- - Siendo sábado cierra a las 9. – Dijo Beatriz. – Oiga me da su autógrafo, es que ya que va salir en el libro de los records guinness, tan siquiera quiero tener la firma del futuro difunto. – Soltando una risa burbujeante. – Bueno si usted sigue tomando tanto café hasta nuestro café saldría en la portada del índice.

- - Bea deja al cliente consumir más café, estamos ganando bien desde que fue el festival Woodstick. – Dijo Wirt entusiasmado. - ¿Quiere más capuchino? ¿ Un expreso? Le recomiendo el Red Eye.

- - Pero no quiero nada de ustedes. – Diciendo con un tono depresivo y molesto. - ¿Cuánto tiempo seguirá ignorándome esa mocosa? – Odiaba admitirlo pero no le gustaba que esa chica lo siguiera ignorando por más tiempo, verla colocar esas sonrisas a esos sujetos desconocidos, lo hacían sentirse terriblemente mal y celoso... celos ese sentimiento humano lo mataba.

- - Señor cafeinoloco, no estoy segura que sucede entre ustedes. Pero creo que cuando ella está muy enojada es porque algo malo hizo. Y usted demuestra tener una cara de locura y perversidad. – Menciono la chica sentándose en la mesa. – No lo tome a mal pero tú tienes cara de antibiótico vencido; en ciertas palabras hace daño aún sin querer.

- - ¡Bea! – Le regaño Wirt. – Aunque pensándolo bien señor. Mabel si está muy enojada, que digo si esta enfurecida y se ve en sus ojos que lo odia con todo su corazón.

- - Por eso estoy aquí para disculparme, par de sacos de carne de intelecto limitado. – Bufo enojado.

- - Pensándolo bien Bea, no tiene cara de antibiótico vencido. – Dijo Wirt. – Tiene expresión de Sarampión, a mí se me hace que ataca a las nenas.

Bill solo doblo otra cuchara antes de exigir su taza y dirigirles una mirada amenazadora.

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Entrando la noche eran alrededor de las nueve y media cuando los chicos recogían las sillas y limpiaban el lugar. Wirt y Beatriz fueron a cambiarse el uniforme lo más pronto posible, tenían que llegar lo más pronto a casa antes de que Greg el hermanito de Wirt, llegara de ser cuidado por la vecina.

Mabel estaba terminando de recoger los frascos de azúcar y crema en la mesa, cuando vio a Bill que seguía sentado con un brazo apoyado en su rostro y con la vista fija en ella. Tenía el ojo entrecerrado, parecía que cabezada, pronto caería dormido en cuestión de minutos. Pero después lo vio estirarse en su asiento y colocar una mirada desanimada, soltando un sonoro suspiro. Ella se acercó para retirarle la taza y los frascos.

- - Sabes que ya va cerrar y el jefe no está para aceptar a vagabundos. – Tratando de no verle el rostro. – Así que vete de una vez.

- - Espero ver a una linda chica de enormes orbes avellana tan brillantes como las estrellas y una sonrisa radiante y alegre. Descuidara llegara aquí. – Dijo viendo a la menor ignorarlo. – Tenemos una cita pendiente, ¿lo recuerdas?

- - Bill basta, no iré contigo... no después de lo que sucedió. – Bajando mi mirada lo deje mientras me acercaba a Wirt y a Beatriz a despedirlos.

- - ¿Y saldrás con él? – Pregunto Bea en voz baja. – Lleva toda la tarde ahí, consumiendo tanto café. De seguro a de traer una arritmia marca diablo.

- - No lo creo. – Dije. – Puede soportarlo.

- - Mabel. – Llamo Wirt. – Si ustedes están peleados lo mejor sería...

- - ¿Distancia? – Dije. – Eso es lo que estoy haciendo.

- - No, no nos referimos a eso. Queremos decir que necesitan hablarlo tontita. – Dijo Bea dándole un codazo amigable. – Créeme Wirt y yo lo hacemos cada vez que este cambia a su modo Bestia, después de una discusión calurosa.

- - ¡Beatriz! – Dijo sonrojado y tosiendo levemente. – Pero si Mabel es correcto hablarlo. – Dándole una palmadita en su cabeza. - No te digo que le des una segunda oportunidad, solo escúchalo y que él te escuche a ti también, no creo que sea tan malo una conversación entre ustedes.

- - Tú haz lo que sea correcto. – Dijo Beatriz.

- - De acuerdo. – Aceptando el consejo de ambos. – Nos vemos hasta el siguiente sábado.

- - Nos vemos Mabel. – Dijeron ambos.

La chica se dirigió a cambiarse el uniforme por su ropa habitual; una falda tableada de color negro, unas calcetas altas oscuras y una blusa verde claro. Le aviso a su jefe que se iba, tomo su bolso y camino hasta la puerta para ver que era abierta por el rubio.

- - Pase usted señorita.

- - Esto no arregla nada. – Camino unos cuantos pasos fuera del lugar y se detuvo cuando lo vio enfrente de ella.

- - Llegaste tarde linda. – Entregándole el ramo para que ella lo tomara, viendo por unos segundos como sonreía y se cubría de un sonrojo. Ya que nunca había recibido flores hermosas, pero luego la chica cambio antes de volver a colocar su expresión fría. - ¿Vamos a nuestra cita? – Extendiéndole la mano.

- - Tengo miedo de que lo hagas. – Mostrándose insegura ante su invitación.

- - Te aseguro que no te lastimare. – Afirmo. – Lo de... hace unas semanas, fue un error que yo mismo cometí. No pensé que todo esto acabaría así.

- - Te pedí perdón. – Menciono. – Y no me escuchaste, cuantas veces tuve que pedirte perdón.

- - Todos me dijeron eso.

- - Me lastimaste. – Colocando una expresión de dolor, había recordado los latigazos y los golpes en su espalda. – No te importo... yo sabía que cuando entre a esto... la persona que sería mí... novio pensé que me querría, que tan siquiera por un momento le importaría. – Dije. – Como en las películas que veía con mis amigas, pero tú lo arruinaste todo.

- - Estrella...

- - ¡No soy Estrella fugaz! – Protesto ante el apodo. – Yo soy Mabel Pines, acaso no puedes llamarme por mi nombre. Oh es difícil grabártelo.

Camino unos pasos a un lado de él, iba abandonarlo e irse pero él gruño molesto y llego hasta ella.

- - No, estoy harto de seguir el juego. Soy un demonio de los sueños, te guste o no es mi actitud. – Dijo chasqueando los dedos materializo las sombras atrapando a la chica y sujetándola del cuerpo. – Tú y yo hablaremos.

- - ¡Suéltame! – Protesto en su agarre.

- - No.

Dicho esto ambos se tele transportaron al castillo Fearamid, la llevo a la sala donde solía descansar o tener sus reuniones con sus secuaces, la atrajo para sentarla a la fuerza y mantener sujeta de sus extremidades en una silla. El demonio se sentó enfrente de ella mientras sacaba un cigarrillo y lo fumaba.

- - Bien, no estoy haciendo las cosas bien. – Viendo a la chica batallar con sus sujeciones. – Siento que retrocedo cada vez que intento acercarme a ti.

- - Y lo estás haciendo ahora mismo.

- - Una chica de compañía no actúa de esa manera.

- - Tampoco la violan dos veces. – Dijo furiosa. - ¡Suéltame idiota!

- - Esa no es una opción. – Menciono. – Yo quiero disculparme y tú me ignoras, me quedo un buen rato en tu café y tú me ignoras, no me diriges la palabra por... dos semanas y te pones a hablarle a otros chicos.

- - Son clientes idiota, trabajo en un café.

- - Y ellos te piden tu número y una cita. – Frunciendo el ceño.

- - Ni se los he dado. – Gruño molesta. – Aparte no saldría con ellos.

- - Y ni se los darás. – Alzo la voz. – Tú eres mí...

- - No te atrevas a decir esa maldita palabra, que ni eso somos. – Advirtió frunciendo el ceño. – Solo déjame o acaso no fue suficiente con golpearme.

- - Fue un error.

- - También... fue un error... depositar un poco de confianza en ti. – Soltando lágrimas ladeando su rostro. - Fue un error escuchar a Kriptos y a Pyronica. – Soltando un sollozo. – Ellos... me dijeron que tú, siempre mantenías un ojo en las cosas que más te importaban.

- - Y lo hago. Siempre las veo, sin importa que, estoy al pendiente de lo que me importa.

- - Vaya mentira también es parte de tú juego. – Dije. – Tú lo dijiste soy una pu... - Fue callada por unos labios que sellaron los suyos.

El demonio sujeto su rostro moviendo sus labios lentamente acomodándose, ahueco su mano en su mejilla esperando una respuesta, extrañaba su contacto pero poco a poco fue siendo correspondido un momento por ella. Se separó de ella y la miro fijamente con su orbe dorado. Para depositar otro beso corto y suave.

- - No digas eso, jamás lo digas. – Menciono. – No lo eres. Y no quiero volver a escucharte decir esa palabra contigo.

- - ¿Por qué me elegiste? – Soltando unas lágrimas. – ¿Por qué yo?

- - Supongo porque eres diferente, Estrella fugaz. – Chasqueo los dedos y la libero atrapándola entre sus brazos. – No a muchos se los pido, pero de ti quiero que me perdones por lo que te hice. – Acariciando su mejilla. – Te juzgue antes de que tuvieras tiempo de defenderte, te trate como traidora e incluso te expuse ante varios demonios y criaturas de las pesadillas. Entre diligentes de otras dimensiones. – Menciono observando a la menor recargarse en su pecho. – Pero si haremos bien este convenio, al menos debemos tener nuestros límites y exigencias. Por eso dejare que tu pongas las tuyas y yo la mías.

- - No entendiste nada, verdad. – Colocando una expresión seria. – Acaso no escuchaste nada de lo que dije.

- - Difícilmente así es mi personalidad. – Separándose de ella. – Soy exigente y egoísta. Que esperabas de un dios del caos y malévolo. Soy un demonio y difícilmente retrocedo cuando quiero algo que llame la atención.

- - Esto es difícil. – Dijo ella, llevándose sus manos a frotar sus brazos. – Quisiera que al menos pretendiéramos actuar como una pareja de... novios normal.

- - ¿Qué sugieres? – Sentándose a su lado. – Proponme ideas, eres una sugar baby en este momento y es tu trabajo darme alguna que otra sugerencia. – Dijo con una voz serena. - Tengo millones de años y conozco diversos rituales que hacen los humanos. Desde que la dama tira una servilleta para que la recoja un caballero, hasta las más burdas y tontas formas de reclamar. – Comento. – Ejemplo; el golpe de pareja que hacen los cavernícolas.

Mabel se soltó riendo de tan solo imaginarse que fueran unos cavernícolas e hicieran eso.

- - Pero pueden que no sean los correctos en tu tiempo. Así que dime ¿Qué hacen las parejas humanas en este tiempo? – Pregunto lo último.

- - Las parejas humanas.... – Coloreándose sus mejillas de un rojo intenso, trato de evitar su mirada. – Bueno yo... no sé exactamente. Bueno si se un poco pero cuando tenía doce años, no conseguí un novio bien para practicarlas.

- - Insinúas que conociste otro mortal. – Frunciendo el ceño.

- - En realidad era un tritón. – Dijo con una leve sonrisa. – Algo bronceado y varonil, con un poco de musculatura. Yo lo ayude a regresar al océano, junto con mi hermano.

- - Vaya. – Dijo invocando una libreta y una pluma. – De pura casualidad que nombre tenía el espécimen marino odioso.

- - No te diré. – Dijo molesta. – Porque sé muy bien que lo lastimaras.

- - No le voy hacer nada, solo apunto tus fallidas relaciones mocosa.

- - Mentiroso. – Dijo riendo. – Pero si quieres saber más, tuve con él mi primer beso.

- - ¡¿Qué?! – Dijo furioso.

- - Amor de verano, que puedo decir. – Diciendo en tono orgulloso.

- - Nada de amor de verano. – Cambiando su pelo a un color carmesí.

- - Bill lo estás volviendo hacer. – Dijo, tomando su rostro a pesar de que temblaba de miedo comenzó acariciar sus mejillas suavemente. – Yo... estoy aquí. Solo escúchame, quiero que me escuches por un momento.

El demonio comenzó poco a poco a volver a su color natural de cabello, dejándose llevar por el toque de la chica. Atrapo su mano y la entrelazo con la suya besando su dorso.

- - Puedes... ¿confiar en mí? – Observando que la miraba con seriedad en su orbe. Su expresión le daba entender que ya había confiado en más de una chica. – Bill... yo entiendo si tu...

- - No te separes de mí. – Dijo de forma recelosa y con su orbe brilloso. – Mabel Pines, no te separes de mí, quiero estés a mi lado.

Bill la tomo de la mano y la llevo caminando hacía un sofá que solía recostarse en el estudio, la sentó y se acercó para después colocar de imprevisto su cabeza en sus muslos, soltando un suspiro de satisfacción y una sonrisa en su rostro. Sujeto su mano y la volvió entrelazar con la suya.

- - ¿Bill? – Le llamo inocentemente con las mejillas rojas. – ¿Haces esto siempre?

- - Tus piernas son cómodas. – Aclaro cerrando un momento su orbe. – Aunque no lo creas, empecé a tener un gusto por dormir de esta manera.

- - Eres extraño. – Tocando su cabello sedoso.

- - Hay muchas cosas que no sabes de mí, Estrella fugaz.

- - Me dirás algún día ¿por qué el apodo?, podía ser otra cosa o referencia. – Viendo al demonio embozar una sonrisa maliciosa.

- - Es un se-cre-to. – Menciono entre silabas.

- - Entonces piensas que pasare la noche del sábado... aquí sentada en el sofá contigo.

- - Sí. – Dijo. – No había visto a mi sugar baby en semanas. Tendrás tu recompensa querida, te lo prometo.

Estuvieron por unos minutos en silencio antes de que el demonio volviera hacer otra pregunta.

- - ¿Qué clase de cosas querías hacer con un novio?

- - No es nada. – Dijo avergonzada de decir las actividades que quisiera hacer con un novio.

- - Dime. – Insistió. – Ya te lo dije tengo algunos años y no sé exactamente cuáles son los rituales de cortejo humano correcto.

- - Eres un tonto. – Dijo inflando sus mejillas.

- - Me dirás humana ¿cuáles son? O seguimos con los míos. – Comento. – Aunque claro ya te estoy lastimando al usar mi método.

- - ... te vas a burlar. – Viendo la habitación y su decoración, para evitar ver el rostro del rubio. – No creo que quieras escucharlo.

- - Solo quiero saber. – Dijo. – Vamos dime o leeré tu mente. Aunque ya lo había hecho...

- - Quiero ir al cine. – Interrumpió la castaña enrojeciendo de sus mejillas.

- - ¿Cine?

- - Sí. – Sintiendo sus mejillas enrojecer más como las de una manzana. – El día que me invitaste a la fiesta. Quería invitarte a ver una película que se había estrenado y comer golosinas... tal vez contigo.

- - ¿Por qué no me lo dijiste?

- - Me... dejaste cuando llegaron, ellas. – Agachando su mirada. – Esas chicas con cuernos y ropa muy vistosa y poco decente.

- - ¿Te pusiste celosa? – Embozando una sonrisa y no creyendo que aquella humana se pondría furiosa de recordar a las diablitas. – Eres la primera humana que se encela. – Recordando que las mujeres que había traído huían o simplemente lo deseaban muerto.

- - Yo no me puse celosa. – Inflando sus mejillas y volteando de lado.

- - Adorable. – Dijo.

- - Cállate.

- - Esa idea me gusta, ir al cine. Suena bien deberíamos hacerlo. – Invocando un pergamino y una pluma. - ¿Algo más que agregar a nuestra cita? Tenemos entretenimiento pero presiento que no es nada más lo que quieres hacer.

- - Quiero jugar con globos de agua y comer toneladas de helado, hasta que mi cabeza se congele. – Dijo Mabel emocionada. – Mi hermano y yo hacíamos eso al término de las vacaciones de verano, antes de que entrara el otoño.

- - Globos de agua y helado. – Pensándolo un momento. – No recuerdo que hiciera eso en una cita.

- - Lo sé... suena muy infantil. – Dijo avergonzada. – Puedes olvidar eso, podemos hacer otra cosa.

- - Podemos intentarlo. – Propuso.

- - ¿Lo dices enserio? – Sonando sorprendida y sin poder creer que el demonio aceptase.

- - Sí.

- - ¿No mientes? – Entrecerrando la mirada.

- - No.

- - ¡Bill gracias! – Dijo emocionada.

La chica tenia deseos de abrazar al demonio de la emoción, pero recordaba que seguía molesta con él. El demonio solo aprovecho y leyó su último pensamiento antes de tomar sus manos y obligarla abrazarlo. Quedando sus rostros cerca. Un sonrojo adornaba la expresión nerviosa de ella, mientras que el rio suavemente acercándose de forma que rozasen sus labios.

- - ¿Te gustaron las flores?

- - Son... muy bonitas. – Dijo en voz baja, algo que solo él pudo escuchar claramente.

- - Perdón Mabel. – Colocando un beso en sus labios.

Ambos quedaron en esa posición por unos minutos, antes de que ella quedara descansando en el respaldo, con el demonio de sueño durmiendo en sus piernas. Una noche tranquila después de estar días separados.

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La semana paso rápido en la que Bill iba seguido a visitar a Mabel a su departamento, cada día iba conociéndola más y permitiéndose a platicar con ella. Entre averiguando las cosas que le gustaban o las cosas que ella odiaba. Todo lo iba recordando o si es posible lo escribía.

"A ella le gusta el color rosa, pero del tipo color rosado persa."

"Tiene una fobia a los truenos, ella tiene astrafobia."

"Adora y ama los dulces, podría comer una tonelada de gomitas de koala."

"Sufre de vértigo a las alturas en ocasiones, lo tendré presente la próxima vez que me haga enojar"

"Su estación favorita es verano, porque le gusta el aroma del sol."

"No habla de mucho de su vida, pero he podido averiguar de ello al invadir en su mente en algunas ocasiones. Prefiere mantener ese tema reservado para ella."

"Las fresas son su punto débil, nota mental: tener a la mano ese fruto de pecado."

"Odia a su tío Stanford, no es la única. Yo también lo odio algo que tenemos en común."

"Le gustan las flores con aroma agradable y dulzón; descuida Estrella fugaz, tendrás muchas especialmente para ti."

Siendo viernes por la noche Mabel se encontraba en su pijama lista para chatear con sus amigas, estaban Candy y Grenda conectadas, activo la ventana y comenzó a teclear estando sentada en su cama.

- - ¡¿Qué hay chicas?! Que cuentan en el grupo. – Dijo Candy.

- - Mabel hace rato que no sabíamos de ti. – Menciono su amiga Grenda. – Hasta estábamos preocupadas de que no contestaras muy a menudo nuestras llamadas.

- - Sigo viva chicas, aparte me vieron hoy en la escuela ya saben en la biblioteca en... el jardín y el trabajo.

- - Lo sé, pero desde que Cipher está esperándote fuera de la escuela casi te secuestra. Todo el tiempo y eso es muy sospechoso. – Comento la azabache. – Y dime... ¿te lleva a muchas partes?

Mabel solo soltó un suspiro y oculto una media sonrisa, tras recordar las últimas salidas y paseos. - Solo me lleva a comer y entre acompañarlo a paseos a ciertos lugares. – Aunque debía admitir que esta semana la llevo a conocer una dimensión extraña donde habitaban seres oscuros, que no parecían muy sociables para los humanos. Pero se llevaban bien con Bill. A pesar de que todo el tiempo que pasaron dentro de esa dimensión se escuchaban ruidos extraños y gritos de agonía. Lo último que recordaba era el letrero que decía "bienvenidos a Silent Hill".

- - ¿La semana pasada estaban peleados o seguían? – Pregunto Grenda. – Si no mal recuerdo, ya no querías verlo.

- - Algo así. – Menciono la castaña. – Pero... creo que necesitábamos hablar.

- - No ha pasado nada entre ustedes. – Dijo Candy sonando curiosa como siempre. – Ya sabes... sobre, relaciones... relaciones sexuales.

- - ¡Candy! Por dios chica atrevida. – Dijo Grenda con una risotada y roja. – Es obvio que no sucedería, no importa que tan atractivo sea. Oh.... ¿Si lo hiciste Mabel? – Cuestiono la chica. – Mabel Pines ¿Lo hiciste?

- - Bueno sobre eso... - Dijo ruborizándose, no podía mentirle a sus mejores amigas. Ellas estaban atentas de la relación que tenía con Bill Cipher. – S-Sí...

- - ¡Oh por dios! – Dijeron ambas chicas.

- - ¡Chicas! Shh.... No digan eso. – Cubriéndose con una almohada.

- - Danos detalles amiga. – Dijo Grenda. – Dinos como fue... acaso él fue... ¿duro?

- - ¡Grenda! – Grito la chica roja hasta las orejas.

- - Es por investigación amiga. – Dijo entre risas la peli castaño rojizo. – Quiero saber si tiene ritmo o no, si es duro y te inserta como una brocheta, porque no todos los hombre tienen el toque para complacer una dama.

- - Y supones que hacerlo con Marius ya te hace profesional para saber cómo es. – Dijo Candy. – Grenda lo importante es si la tiene grande o es gruesa, y si hace terminar bien a nuestra amiga.

- - Por favor no sigan hablando más... hacen que me avergüence. – Viendo a sus amigas en el monitor.

- - Lo siento Mabel, solo que Grenda y yo no pensábamos que perderías la virginidad. – Soltando una risa baja. - ¿Y bien? Como fue... tú primera vez.

- - Pues... fue muy suave. – Mintió sabía muy bien que esas dos noches lo había hecho muy brusco y sin cuidado alguno de su primera vez. Sin olvidar que caminaba como ciervo recién nacido. – Mejor dejemos eso de lado.

- - ¿Y has gozado de los privilegios de un novio Sugar Daddy?

- - Ehm... pues. – Viendo las flores que siempre le daba, siendo junquillos y orquídeas entre rosas que adornaban su apartamento. – Algo.

- - Ellos siempre les gusta presumir que su chica sea tratada como princesa. – Menciono Candy. – Y Cipher se los hizo poner en claro a los pretendientes de Mabel.

- - Hablas del día en que llego con ese traje oscuro completamente que precia de negocio, con la corbata amarilla que lo hacía retratar sexy y misterioso. – Dijo Grenda. – Oh el día que le dio una mirada de muerte y pronuncio palabras raras al chico que le pidió su número. Juraría que todas las chicas del instituto se mojaron.

- - Aun no termino de disculparme con él. – Dijo Mabel. – Mi compañero de equipo quedo con un trauma. Juraría que no me voltea a ver ni en clases. – Pensando un poco si Bill no le habría lanzado una maldición.

- - Por cierto Mabel, he tenido mucha duda y eso pero... quería saber si no es mucha molestia. ¿Cuántos años tiene Cipher? – Pregunto Candy.

- - Eso ni yo misma lo sé. – Pensando un poco en la situación. – Siempre dice ser más viejo que el universo. – Cruzándose de brazos. - ¿Cuántos años tiene el universo?

- - Muy graciosa. – Riendo Grenda. – Yo creo que le da vergüenza decirlo. Yo le calculo que tiene 28 tiene un buen físico.

- - Yo pienso que tiene 30. – Dijo Candy. – Por eso se inscribió en ese programa. Siempre los ricos solterones son unos solitarios. A lo mejor era de esos hombres adictos a los negocios, un workaholic.

- - Veo que hace muchos tratos con varias personas. – Menciono Mabel recordando los múltiples monstruos, criaturas y otros humanos al hacer tratos con Bill, mientras que este invocaba un fuego azul en su palma, el cual al estrechar su mano se consumía. – Pero supongo que tienen sus consecuencias.

- - Mabel cuéntanos más de él. – Dijo Grenda.

- - ¿De él?

- - Sí. – Dijo Candy. – Tú y él deben llevarse bien, incluso veo que te da regalos bonitos.

Mabel vio que casi los regalos que había recibido del demonio, son la mayoría de su gusto. Incluso el día antes de la pelea, le la había ayudado en sus problemas al darle una tarjeta para pagar sus gastos necesarios. Cada día que pasaba con Bill, no sabía nada de sus gustos o no se había detenido a pensar, ¿Qué es lo que le gusta a ese demonio?, cuáles son sus pasatiempos o nunca ella le había agradecido con un regalo. Ahora ella se sentía culpable por ser una mala novia.

- - ¿Mabel? – Volvió a insistir Candy. – ¿Estás bien? Te nos fuiste lejos de este planeta.

- - Chicas... ¿qué le gusta un chico? En especial a uno que es demonio. – Pregunto tímidamente.

- - ¿Qué? – Preguntaron ambas.

- - Es que me he dado cuenta... que yo nunca le he dado nada.

- - ¿A qué te refieres? – Dijo Candy colocando una mueca de confusión ante lo que dijo su amiga.

- - Un presente. – Aclaro Mabel. – Algo que dar... no es un regalo de agradecimiento.

- - Mabel Pines, no le has dado un regalo ¿Ni un solo regalo de pareja? – Dijo Grenda. – Bueno no nos pongamos dramáticas. Al menos le has dicho que lo quieres.

- - Sobre eso...

Mabel le explico a sus amigas la razón de su pelea y por qué no se habían visto, claro omitiendo la parte de los latigazos; ellas no lo entenderían del todo. Aparte de que no quería recordar ese amargo momento.

- - Bueno es algo normal en las relaciones.

- - Tener peleas y estar en desacuerdo. – Menciono Candy. – Pero lo bueno que hicieron las paces.

- - Más o menos. – Atrayendo sus piernas a su pecho. – Solo sé que vamos de poco a poco. El domingo tendríamos nuestra cita planeada.

- - ¿Cita planeada?

- - Quedamos en que haríamos cosas que nos gustara. – Dijo. – Y vamos a empezar con lo que planee en la lista.

- - ¿Y que fue?

- - Ir al cine, tener una guerra de globos de agua y comer helado. – Menciono contenta.

- - Mabel, eso es bastante.

- - ¿Infantil?

- - Sí. – Asintieron amabas chicas.

- - Lo sabía, también a él no lo vi convencido, pero quería hacerlo.

- - Al menos que... lo recompensaras. – Dijo Candy con una sonrisa.

- - ¿Recompensar?

- - Mabel préstanos atención un momento. – Dijo Grenda. – Ese chico no te dirá nada, pero nosotras podemos decirte que es lo que quiere.

- - Bill quiere algo, pero no te dirá al menos que tú te des cuenta. – Comento Candy. – Pero descuida mi inocente amiga, te diremos que es lo que quiere ¿o no Grenda?

- - Presta atención Mabel, lo que Bill quieres es...

La castaña solo asintió y escucho atentamente lo que sus amigas le decían. Ella solo presto atención durante unos largos minutos, hasta ponerse roja y cubrirse con una almohada.

- - No puedo hacer eso. – Protesto roja.

- - Vamos Mabel yo le doy eso a Marius.

- - Waow, chica mi respeto. – Dijo la asiática.

- - ¡Candy!

- - Tiene más experiencia, hay que admitirlo.

- - Bien, de acuerdo lo pensare.

- - Solo es una sugerencia. – Dijo la castaña rojiza, antes de sacar a un lado suyo un juego de mesa. – Nosotros hicimos un Kinky jenga, este fue uno de los regalos de Marius, podría prestárselos.

- - ¡Grenda! – Dijo Mabel cubriéndose con sus manos el rostro. – Ya no digas eso.

- - Yo creo que ambos los disfrutarían.

- - Bien chicas ya me debo de ir a dormir mañana tengo trabajo. – Dijo.

- - Pero apenas son las diez de la noche. – Protesto Candy.

- - Sí pero entrare a trabajar temprano. – Intentando no recordar mucho lo que le dijeron sus amigas.

- - De acuerdo. – Dijo Grenda. – Pero puedo prestártelo si cambias de opinión.

- - No lo creo.

- - Que descanses Mabel.

- - Cierto, que descansen chicas. – Dijo Grenda.

- - Igualmente chicas.

Mabel cerró el chat y se tiró en su cama, soltó un sonoro suspiro y pensó un poco en lo que habían dicho sus amigas. Ella no se imaginaba en ese tipo de situaciones. Luego llego esa palabra que una vez le dijo Bill que buscara, tomo su laptop y abrió el buscador. Coloco la palabra "Felación" y en menos de cinco segundos ella cerró la computadora y la aventó.

- - Pero qué rayos era eso. – Dijo más avergonzada de lo que ya estaba. – Eran fotos de...

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El domingo llego y la chica se preparó para su cita esperada, se bañó y cuando salió se arregló el pelo haciéndose una trenza francesa y dejándose unos mechones a los lados y su flequillo. Eligio un conjunto de calcetas largas por encima de las rodillas de color crema, unos short blanco con patrón de flores en los bordes, una blusa suelta de algodón color rosa palo que traía descubierta mostrando una porción de sus hombros; unos tenis color café claro traía. Se maquillo colocándose una capa de base, un poco de delineador y labial rojo cereza. Estaba lista para salir a divertirse.

En cuanto tomo su bolso y salió de su habitación se encontró que el demonio estaba sentado en su sofá con una sonrisa.

- - Pensé que tardarías una eternidad.

- - ¡Bill! – Se sorprendió la chica. – ¿Hace cuánto llevas aquí?

- - No mucho, a lo mejor cuando escuche el sonido de la regadera.

- - ¿Me espiaste? – Levantando una ceja de intriga.

- - Vigilar a una adolescente no está en mis planes. – Acercándose para darle otro ramo de junquillos pero esta vez tenía un girasol en medio. Viendo como ella lo aceptaba y olía el ramo. Él susurro cerca de su oído. - La mejor manera de librarme de la tentación es caer en ella. – Separándose de ella y colocando una mirada profunda. – Vamos. – Extendiendo su mano.

- - Otra vez no viajaremos en un agujero negro ¿cierto? – Viendo como abría el portal.

- - Es rápido o acaso ¿ya empezaste a temerme?

- - No tengo miedo.

Mabel tomo su mano probando su valentía al ingresar a portal, en cuanto cruzaron llegaron inmediatamente a un callejón que daba con el cine.

- - Eso sí que fue rápido.

- - Entonces ¿por qué me aprietas la mano? – Dijo juguetón.

- - Es... - Soltó inmediatamente su mano para después caminar unos pasos fuera del callejón. –Vamos Bill o perderemos la película. – Corrió a la taquilla.

- - Bien que veremos. – Dijo el rubio viendo el letrero con diversos nombres.

- - Esta. – Dijo emocionada. – La esperado por meses y semanas.

- - ¿Qué es? – Viendo el afiche donde salía un sujeto vestido de ropas oscuras y portaba una cicatriz en el rostro y lo que parecía ser una espada roja. - ¿Qué demonios es...?

- - Dos para Star Wars VIII – Dijo la chica de forma animada al vendedor de boletos.

El chico le entrego los boletos y ella rápidamente tomo la mano del demonio hacia dentro del edificio.

PV Bill

Bien a lo que me ha explicado el inútil de mi secuaz y compañero, esto es una salida al cine. En ciertas palabras una salida para ver una película. Por lo que probablemente pedirá una de la temática romántica y sosa. Estoy preparado, he controlado mi ira y el actuar pesimista en esta situación. Aparte él me ha dicho que este tipo de películas tienen su recompensa, ya que las hembras humanas suelen actuar muy amorosas en este tipo de situaciones hacia su pareja. Así que estaba preparado, un abrigo, dulces y los besos.

- - Dos para Star Wars VIII. – Dijo la castaña entregando el dinero y recibiendo los boletos.

Acaso escuche bien... dijo acerca de ¿guerra y galaxias? Entiendo que no he causado destrucción o no he sembrado caos durante estos días, pero escuche bien, ella dijo guerra.

Deje que ella me guiara dentro de ese edificio que olía a maíz quemado, bebidas azucaradas, dulces y comida frita. Entre otros sonidos de música sintetizada, algo que realmente odio.

La vi formada en una fila para los alimentos con esa mirada brillante en sus ojos, algo nuevo en ella una faceta que no había visto. Cumplí sus deseos y le compre casi la mitad de dulces, bebidas y... acaso esos nachos tienen figura triangular. Carajo esa mujer está jugando con fuego, lo está haciendo a propósito.

- - Bill ¿quieres? – Tomando un nacho.

- - Mm... no. – Dijo levemente sonrojado.

- - De acuerdo. – Lo comió como si nada.

Puto infierno ella me está torturando y no le importa. Tiene suerte que la sala este oscura o de lo contrario no encontraría explicación por la violación que le haría.

- - Bill te va gustar la película. – Dijo.

- - Llevas diciendo eso desde hace cinco minutos.

- - Lo sé. – Soltó una risita. – Solo que por fin tengo a alguien que compartir esto.

En cuanto comenzó esa dichosa película, en vez de ser una película romántica y aburrida, resulto ser... algo asombroso y lleno acción. Estuve absorto durante más de dos horas mirando la pantalla, me sentía estúpido preguntando por cosas que no entendía. A pesar de utilizar algunas veces mi visión futura durante la película, no era suficiente para entender el argumento. Incluso no me di cuenta cuando empecé a comerme ese maíz quemado que le había comprado a ella todo lo que sucedía.

En más de una ocasión le pegaba un codazo para que respondiera mis preguntas. Me sentía en un mundo nuevo.

- - Estrella fugaz ¿qué diablos está sucediendo? – Preguntando en la escena cuando combatían contra unos sujetos vestidos de rojo. – No eran sus enemigos como me dijiste. ¿Por qué ese sujeto llamado Kylo está de lado de esa... Rey? No eran enemigos, respóndeme mujer.

- - Shh Bill cállate... están peleando contra la primera orden. – Dijo emocionada. – Oh por dios el Reylo es canon.

- - ¿El qué? – Dijo extrañado.

- - Shh... luego hablas.

Bill aventó palomitas para que le pusiera atención pero ella le daba un codazo en su costilla. Entre risas estuvieron dándose pequeños golpes. Estuvieron así unos minutos antes de volver a poner atención a la película.

Una hora más paso y seguía al pendiente de la pantalla, habían tenido un contra ataque del enemigo. La resistencia como podría decirse había escapado de su inevitable destino, su aniquilación total. Estaba aferrado a mi asiento, necesitaba saber qué dirían esa protagonista después de esa frase y de pronto... unas letras aparecieron y una música de fondo que anunciaba su término.

- - No puede terminar. – Dije molesto. – Exijo la otra parte.

- - Bill cálmate ya término. – Dijo Mabel

- - ¡¿Quién ese maldito de George Lucas?! – Proteste. - ¿Qué diablos es un Reylo? Necesito saber si esa Rey se unirá al lado oscuro.

- - Es el canon Bill.

- - ¿Por qué babeaste más de cinco minutos al verlo solo en pantalones? Eso no era nada atractivo. – Viendo a Mabel que ponía una sonrisa boba.

- - Porque es Adam Driver. – Soltando un suspiro.

- - ¿Quién es ese mortal? – Dijo furioso.

- - Es el que hacía de Kylo Ren.

- - Pues olvídate de ese. – Cruzándose de brazos. – Yo albergo más maldad que él, soy más temido por todos.

- - Pero por él me iría al lado oscuro. – Dijo en tono de broma.

- - ¿Qué? – La tome de la mano. – Suficiente no más de esto. – La jale fuera de la sala de cine, más tarde le enseñaría que es el lado oscuro.

- - Es broma Bill. – Dijo entre risas.

Nuestra cita continúo y lleve a esa mocosa a comer algo llamado pizzería. Me maldije internamente cuando vi nuevamente los putos triángulos. Como que este día planeaba atormentarme. Nos distrajimos hablando de la película y sus otras películas anteriores. Llegando a mi dimensión tendría la enorme tarea de ver esas dichosas películas de Star Wars, porque no entendía que me estaba diciendo esa humana ni sé que bando elegir sobre los fandoms.

- - Esto está siendo muy divertido. – Dijo contenta terminando su rebanada, escuchando la música del local. – Creo que me gusta esta cita.

- - No hemos terminado. – Mencione con un as bajo la manga. – Te tengo una sorpresa.

- - ¿Una sorpresa buena o mala? – Recordando el globo con mensajes subliminales.

- - Es una sorpresa Estrella fugaz, y creo que te gustara más. – Levantándose de su asiento para tenderle una mano. – Ven conmigo, que nos espera una cosa más que hacer.

Tome su mano y salimos fuera de la pizzería llevándola a unos de los portales que abrí, de todos modos quien vería a un demonio y a una humana cruzar un portal a las cinco de la tarde. En cuanto llegamos al bosque de ese pueblo, le mostré su sorpresa.

PV normal.

Mabel miro con atención el lugar con globos de agua flotando en el aire, ella lanzo un grito de alegría y se acercó a tomar uno entre sus manos.

- - ¡Lo prometiste! – Chillo emocionada.

- - Sí, lo hice.

- - Gracias. – Pero sintió uno de los globos golpear su rostro, haciéndola toser. - ¡Bill!

- - Esto es una declaración de guerra, humana tonta. – Lanzando otro. – Aquí no hay piedad.

- - No se vale. – Tomando uno lanzándolo hacia él. – Toma esto rubio oxigenado.

- - Te arrepentirás de esto. – Tomo otro reventándolo en su cabello y piernas.

- - Jaja, esta fría. – Lanzando hacia el demonio. – Venganza.

- - Eso crees. – Esquivando uno pero el otro cayó en su espalda. – Ahora veras pequeña mocosa.

Estuvieron un rato jugando a los alrededores del bosque, entre pequeños descansos en que el rubio le daba una paleta helada que el mismo invocaba. Ambos no paraban de reír del desastre de agua que habían dejado en su ropa y cabello. Solo dejaban que el sol de la tarde los calentara un poco, antes de dejar sus ropas secas y seguir con su juego. A pesar de que estaban a inicios de otoño, aun no se presentaba mucho lo fresco, solo el viento que soplaba.

- - Toma esto. – Lanzando un globo con agua sobre su cabeza. – Te atrape Cipher. Nadie puede con Mabelneitor.

- - Disfrutas ganar de esta guerra humana fastidiosa. – Invocando dos globos de agua helada. – Pero la venganza es algo que se sirve frío. – Aventó los dos globos directo a ella, uno rebotando en su rostro que termino rompiéndose y el otro en su espalda. Dejándola empapada y temblando.

- - ¡Pero que rayos!... ¡Bill! ¿Por qué hiciste eso? – Dijo temblorosa. – No se vale usar magia negra o como lo llames.

- - Te veía muy campante celebrando tu victoria, Estrella fugaz. - Sonriendo de oreja a oreja. – No puedo dejar que celebres aun.

- - Así... pues ¡doble venganza! – Se abalanzo sobre de él tirando dos globos de agua sobre su pecho y rostro. – Te gane rubio oxigenado, nadie puede vencerme.

- - Rubio oxigenado. – Colocando una mirada afilada. – No juegues con tu suerte mocosa.

- - Pero si lo eres. – Comenzando a reír suavemente.

- - Sí estuviéramos en otros tiempos... no estarías celebrando esa victoria. En realidad estarías arrodilla ante mi trono de agonía humana. – Sonriendo maliciosamente. – Tal vez suplicando por tu vida y posiblemente te dejaría vivir, a cambio de tenerte a mi lado.

- - Suena muy apocalíptico. – Soltando una risa. – Eso jamás sucedería, porque aquí yo soy la reina y te he ganado Bill. – Empujando al sujeto al suelo. - ¿Qué dices a eso demonio? – Sonriendo.

- - ¡Ven acá! – Llevando sus manos a su cintura para proporcionarle cosquillas, haciéndola reír fuertemente y retorcerse de la diversión. Le encantaba lo que había escuchado de ella, era perfecta definitivamente seria su compañera. Aun sentía ese palpiteo en su pecho cuando le respondió a su versión de un posible Raromagedón. – Como que dominaras por encima de mi.

- - ¡Detente Bill! Jajaja ya me calmo. – Tratando de detenerlo. - ¡Para! Jajaja rey de los rubios teñidos.

- - No me detendré. – Escuchándola reír. – Haré que supliques para dejarte ir.

- - Bill... jaja ya por favor. Piedad por favor. – Suplico encorvándose y soltando lágrimas de la risa mientras mantenía una sonrisa en sus labios. Encontrándose por un momento sus miradas. – Bill... por favor jajaja, me haré pipi de la risa.

- - Te rindes ante mí. – Acariciando su rostro. – Compartiremos esta victoria los dos juntos. Siendo yo el rey y tú la reina de esta locura.

- - Sí, pero ya. No más cosquillas. - Soltando más risa al sentir sus dedos acariciar su abdomen. – Piedad me rindo, ya dije que me rindo.

- - No, mejor haré que te mojes los pantaloncillos de la risa.

- - ¡NO! – Dijo entre carcajadas. – Bill... no jaja para, no seas malo.... – Tratando de detener sus manos.

El demonio seguía proporcionándoles cosquillas con sus dedos, entre sus brazos y abdomen hasta que termino tocando su blusa rosa por la parte de su pecho, robándole un gemido corto entre sus labios. Haciendo que su momento de diversión se detuviera e iniciar algo diferente entre ellos. Aquel roce había despertado en la castaña y al mismo tiempo habían hecho que el rubio se detuviera en seco.

- - Ahh~ - Abriendo sus ojos al ver que el rubio iba retirar su mano de su pecho, pero ella lo detuvo tomando su mano y con un rubor en sus mejillas, lo guio colocándola sobre su seno indicándole que lo apretar alrededor para soltar otro quejido suave. – Mm... ahh... - Observando que estrujaba suavemente su pecho. – Mmh...ah, ah...

- - Estrella... - Frotando y apretando su seno, tocando por encima de tela humedecida aquel pezón que se iba endureciendo en ese pequeño contacto. Pasando las yemas de sus dedos en círculos.

- - No pares... - Susurro suavemente. – Por favor...

Bill siguió acariciando y viendo la expresión llena de sonrojo y timidez en la chica, soltando leves quejidos y suspiros suaves. Mabel tomo su otra mano y la guio también a su otro seno para que siguiera con el mismo trato. Sintiendo agradable su contacto. Ella soltó más sonidos y miraba a él encima suyo con una mirada llena de lujuria.

- - Ah... ah, ah, ah... - Cerrando sus ojos se dejó llevar por su caricia y su apretón, siendo una sensación placentera al roce de sus manos contra la tela húmeda. – Bill... - Dejo que sus manos levantaran su blusa rosa mostrando su brasear rosa claro; se acercó el rostro masculino depositando besos y lamidas en la zona del nacimiento de su pecho. Con una mano desabrocho el seguro de la parte de atrás de su espalda para levantárselo y tener más contacto con la piel desnuda y suave de esa área. Tomo uno con su boca y comenzó a chuparlo y lamerlo disfrutando de su textura suave en sus labios. Cogió el pezón entre sus dientes y mordió levemente. – ¡Ahh! – Se cubrió su boca con su mano al recordar donde se encontraban, un bosque el cual podrían verlos. – Bill... aquí no... en otra parte.

- - Vamos no niegues ese encantador sonido, estamos solos. – Depositando mordidas y lamidas, retiro la mano de la castaña sujetándola y entrelazando sus dedos con los suyos. – Estamos en esto no me niegues este placer. – Lentamente lamio la aureola y alrededor del pezón consiguiendo ponerlo duro, pasando su lengua húmeda rozo su colmillo encima de él robando un suspiro fuerte. Lo tomo y chupo con avidez, consiguiéndolo dejar rojo el botón. Continúo del otro lado con los mismos movimientos. Escuchándola gemir suavemente, su respiración se volvía pesada y profunda, amaba la sensación de su piel lisa y suave. - Sujétate de mí cuello. – Soltó su mano y abrazo su espalda.

- - Sí... - Paso sus brazos envolviendo su cuello y abrazándolo, escucho un chasquido de dedos y fueron envueltos en la oscuridad, trayéndolos al instante a la habitación.

Bill la levanto a ella entre sus brazos, llevándola a la cama para depositarla en el colchón. Comenzó a depositar besos en su quijada y parte de su cuello para después quitarle la blusa y su brasear arrojándolos en el piso, dejándola con su short y sus calcetas altas. Lamio su cuello y mordió su hombro dejando una marca rojiza. Mabel poso sus manos en su rostro y lo atrajo a besarlo en los labios, disfrutando del cálido contacto y la sensación dulce. Se separaron y se miraron a los ojos.

- - Aun te he perdonado, por lo que sucedió. – Menciono la castaña en un mirada firme, cruzándose de brazos. – Ni habíamos terminado nuestra cita.

El rubio se acercó y gruño besándola apasionadamente en los labios, se separó y se acercó a su oído. – Guarda silencio, déjate llevar, y bésame con tu corazón abierto. – Le susurro. - Pienso constantemente en ti. Por la noche, al acostarme, es una verdadera tortura Estrella fugaz. No voy a decirte lo que llena mi pensamiento, la locura del deseo de tenerte a mi lado. – Colocando un besos en sus labios. – Sí prefieres irte... lo entiendo. Yo fui quien te lastimo y el que casi pisoteo tus sentimientos. Me lo merezco...

- - Supongo que es tú castigo, por lo que me hiciste. – Sonriendo la chica mostrando un sonrojo cereza. – Lo siento pero mañana tengo que ir a la escuela.

- - No puedes dejarme así. – Sonriendo. – Aunque... no puedo detenerte.

- - Lo siento Bill. – Dijo Mabel. – Pero tengo que irme.

La chica iba levantándose mientras que el rubio la miraba con deseo, aunque el demonio no quería cometer el mismo error dos veces al obligarla hacer algo. Pero abrió su ojo grande cuando la vio acercarse a él sentándolo a los pies de la cama.

- - Espera... - Viendo a la chica arrodillada.

Tomo la hebilla de su cinturón y fue abriendo tímidamente comenzando a desabrochar sus pantalones, toco el bulto rozando la tela del bóxer y consiguiendo un gruñido excitante por parte del demonio. Acaricio su erección a través de la tela notando lo largo que era. Aparto la tela bajándola y dejando al descubierto su miembro erecto.

- - ¿Qué haces Estrella fugaz? – Pregunto con un leve sonrojo. – Dijiste que ibas a irte.

- - Yo... quiero intentar algo. – Dijo tímidamente cerca de su miembro. – No te burles por lo que haré. Es mi primera vez.

- - Créeme que no me reiría. – Acariciando su rostro mientras miraba atento lo que haría la adolescente. – Te dejaría continuar y que acabes con esta agonía de tenerme así.

- - ¿Vas a mirar? – Ruborizándose de la vergüenza.

- - ¿No puedo? – Entonando una voz curiosa. – Es normal ver lo que hace uno.

- - No si una chica hace esto. – Bajando la mirada al piso. – Arrodillada frente a un hombre.

- - Mabel. – Besando su frente. – Eres mi amante y solo quieres darme un poco de placer, aunque no estés obligada. – Dijo. – Puedes dejarlo, solo tenerte a mi lado es suficiente. Los besos y caricias son suficientes, pequeña.

- - Solo por un momento. – Menciono ella levantando la mirada. – Quiero hacerte sentir bien.

Mabel tomo su miembro y comenzó acariciarlo con delicadeza, frotando de arriba abajo desde su base a la cabeza de su pene. Escuchándolo jadear alto, masturbo su miembro a un ritmo lento consiguiendo hacerlo más grande. Vio un líquido salir de su hendidura paso un dedo y cogió una gota para llevarlo a su boca y probarlo. Sabiendo salado y un poco agradable.

Bill coloco una mano en su cabeza acariciándola de forma cariñosa, algo que no había hecho con las anteriores. La castaña había proporciono una lamida larga hasta terminar en la punta del glande, chupo suavemente y sin tanta prisa, algo que el demonio soltó un sonoro gemido y jadeo. Con su mano siguió masturbado a un ritmo un poco más rápido, frotando y apretando sus testículos levemente mientras proporcionaba lamidas como si de un dulce se tratara, hasta que termino envolviéndolo y metiéndolo en su boca hasta el punto de cogerlo, en un ritmo lento y suave.

Bill gemía ronco adoraba sentir la boca húmeda de ella y su calor aprisionando su pene, la textura de su lengua y el roce de sus dientes le hacían erizar y aumentar su placer. Jadeaba cada vez que ella succionaba la punta, subía y bajaba a un ritmo más rápido. Continuo disfrutando hasta el punto de que se vino corriendo dentro de la boca de la menor, observándola tomar todo su semen de una forma erótica y pasar su lengua por sus labios rosados de color fresa. Mostrando su rostro rojizo y aquella sonrisa inocente.

- - ¿Lo hice bien? – Pregunto de forma tímida. – Es mi primera vez...- tratando de tragar el semen restante. – Aunque no sabe muy bien esto.

- - Perfecto.... – Dijo jadeando y atrayéndola para besar sus labios de forma apasionada y necesitada. – No preguntare donde jodidos lo aprendiste, pero en este momento solo quiero escucharte gemir fuerte para mí. – La tiro suavemente del colchón y le quito su short bajando junto con sus bragas al punto de tirarlos en la habitación. Se acomodó en medio de su ingle y la tomo en un agarre firme de la cintura. Cepillando su entrada con la punta de su pene recto. – Eres una maldita y condenada adicción.

- - Estoy lista... - Dijo nerviosa la chica y con las mejillas rojas.

- - Mabel... - Besando sus labios y frotando entre sus pliegues humedecidos. – Entrare un momento y... esperare que estés lista.

- - Sí.

Sin darle mucho tiempo la penetro profundamente clavándose en su vagina mientras que sus labios lubricados abrazaban de forma estrecha su miembro, espero un momento a que se acostumbrada colocando besos en su rostro. Comenzó a realizar movimientos lentos y profundos, embistiéndola duramente contra el colchón. La chica paso sus manos por su espalda arañando y abrazando su torso. Ambos gemían intensamente y jadeaban chocando sus alientos, con los rostros sudorosos y sus mejillas rojizas. Ella movía sus caderas para más contacto, escuchando el sonido lascivo de sus sexos chocar y la sensación de sus testículos rozar contra sus nalgas y su entrada. Los golpes de la pelvis masculina en cada embestida.

- - ¡Bill! Ahh... ah, ah, ah. - Enterró su rostro en su pecho sintiendo como sus paredes se relajaban entre la fricción del miembro del chico. Provocando que su cuerpo temblara de placer. – Mmm... más, más, más por favor.... Bill, por favor.

- - Sí. – Besando sus labios y jugando con su lengua. – Gime más pequeña.

Acariciaba su clítoris con una mano para estimularla y tomo una pierna levantándola para colocarla encima de su hombro y hacer más profunda sus embestidas. Aumento el ritmo dándose un impulso en sus estocadas siendo rápidas y fuertes sus embestidas. Logrando hacerla gritar del éxtasis y el placer del momento.

Permanecieron por varios minutos entre caricias y besos, el demonio le gustaba morder su piel pero aun no le hacía mordidas tan fuertes, solo lo suficiente para dejar una marca personal.

Unos cuantos golpes en su interior y ambos terminaron en un orgasmo placentero en el momento del clímax, al mismo tiempo, Bill se terminó corriendo liberando su líquido caliente en su interior y colocando besos en su frente sudorosa y parte de su quijada. En cambio Mabel solo gemía agitada y respiraba aceleradamente tratando de calmarse.

- - Tenía que irme, tonto demonio. – Dijo ella agotada y con la respiración muy rápida. – Se acabó el domingo. – Viendo la noche aparecer en la habitación. – Pero... aun no quiero irme. – Abrazando al demonio rubio con una pequeña sonrisa de complicidad. – Me duele un poco las piernas. – Viendo el rostro del sujeto. – Es tu culpa.

- - No sabes con quien estás hablando. – Dijo Bill hablando de forma presumida. – Soy un demonio de los sueños. – Colocando una sonrisa seductora. – Podemos detener el tiempo y aun puede ser domingo y yo puedo seguir cogiéndote a gusto. – Abrazando su cuerpo. – Déjame disfrutar este placer de tenerte, hermosa Estrella fugaz.

- - ¿Haces mi tarea?

- - Una cosa a la vez.

Continuara...

Pecadora que soy y que jaja ya tengo mi residencia en el infierno uju! UwU

Notas: El ramo que le regala Bill tiene un significado en el lenguaje de las flores.

· El junquillo es de color amarillo y tiene un intenso perfume. En el lenguaje de las flores, regalar un ramo de junquillos significa pedir perdón y el deseo manifiesto de que vuelva el afecto.

· Orquídeas para pedir perdón a esa persona a la que has hecho daño.

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