67

—No quiero que me perdones ahora. —dijo Yoongi, con voz grave. —Solo quiero ser parte de esto, de la vida de mi hijo. 

—¿Parte? —Jimin alzó la mirada, sus ojos llenos de dolor. —Esto no es algo en lo que simplemente entres cuando te conviene.

—No voy a desaparecer.  —lo quiso tocar, pero se detuvo.

—No puedes prometer eso. —lo interrumpió Jimin, su voz quebrándose ligeramente, dio un paso atrás, alejándose de Yoongi. —Porque yo ya no puedo confiar en ninguna palabra tuya.

Yoongi quiso replicar, decirle que esta vez era diferente, pero las palabras se le quedaron atascadas en la garganta. Sabía que no podía forzar a Jimin a creerle, y cada acción pasada pesaba demasiado como para ser ignorada. 

—Déjalo, Yoongi. —dijo Jimin, más bajo esta vez, casi como un susurro. —Sigue con tu vida, porque yo ya estoy intentando seguir con la mía. 

Con eso, Jimin se giró hacia Woozi, que lo miró con una mezcla de apoyo y tristeza, y ambos comenzaron a caminar hacia la salida de la tienda. 

Yoongi se quedó donde estaba, incapaz de moverse, observando cómo la distancia entre ellos crecía. Había llegado tarde, y ahora tenía que vivir con las consecuencias de sus decisiones. Pero mientras los veía desaparecer, una sola idea permanecía firme en su mente: no iba a rendirse. No está vez. 

Cuando iba saliendo se encontró nuevamente con el tío de Woozi el cual solo lo miraba sin decir ninguna palabra, Yoongi se acercó con nerviosismo.

—Jimin espera un hijo mío. —le dijo y el otro lo vio.

—Lo sé. —respondió tranquilo.

—Les está viendo la cara. —hablo. —¿Y aun así lo acepta?

—Yoongi ya deberías rendirte. —dijo. —dañaste a Jimin y tú en el fondo sabes que quieres estar con ese niño no porque quieres ser un buen padre. —hablo. —lo haces porque llamará a Woozi padre.

Yoongi sintió cómo esas palabras lo golpeaban directamente en el orgullo y el corazón. Apretó los puños a los costados, intentando contener la mezcla de emociones que se agitaban dentro de él: rabia, vergüenza y una pizca de verdad que no quería aceptar. 

—Eso no es cierto. —respondió, aunque su voz traicionaba su nerviosismo. 

El tío de Woozi lo observó con calma, como si ya supiera cómo terminaría esa conversación. 

—¿De verdad no lo es? —preguntó, ladeando la cabeza ligeramente. —Tú no viniste aquí a recuperar a Jimin ni a tu hijo porque de repente te importan. —sacó un cigarro. —Lo hiciste porque no soportas la idea de que alguien más esté ocupando el lugar que tú dejaste vacío. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top