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Antes de que Yoongi pudiera responder, Woozi regresó a la escena, su mirada pasando de Jimin a Yoongi con una mezcla de confusión y desconfianza.

—¿Todo bien aquí? —preguntó, parándose junto a Jimin, como si quisiera ser su escudo.

Jimin desvió la mirada hacia Woozi y luego volvió a Yoongi, quien parecía derrotado.

—Sí, todo está bien. —respondió Jimin al fin, su voz fría como el hielo.

Luego, sin mirar atrás, caminó hacia el interior de la tienda junto a Woozi, dejando a Yoongi atrás, atrapado en la marea de sus propios remordimientos.

Yoongi se quedó inmóvil, observando cómo Jimin y Woozi se alejaban. Su corazón latía con fuerza, una mezcla de frustración, arrepentimiento y desesperación ardiendo en su pecho. No podía dejar que todo terminara así, pero tampoco podía negar que Jimin tenía razón: había llegado tarde. 

Se apoyó contra el escaparate de la tienda, pasando una mano temblorosa por su cabello mientras intentaba organizar sus pensamientos. Había pasado tanto tiempo negándose a aceptar lo que sentía, ocultándose tras excusas y miedo, que ahora enfrentaba las consecuencias. 

Sin embargo, algo dentro de él se negaba a rendirse. 

"Es mi hijo", pensó, la determinación encendiéndose en su mirada. "No puedo simplemente alejarme otra vez". 

Tomando una decisión apresurada, Yoongi siguió a Jimin dentro de la tienda. No podía dejar que este fuera el final de la conversación. Lo encontró en la sección de cunas, hablando en voz baja con Woozi, quien lo observaba con una expresión preocupada. 

—Jimin. —llamó Yoongi, su voz firme esta vez. 

Jimin se giró lentamente, su rostro mostrando una mezcla de molestia y cansancio. 

—¿Qué más quieres, Yoongi? Ya te lo dije. —le dijo. —No tienes lugar aquí. 

—No me importa lo que pienses de mí. —replicó Yoongi, dando un paso hacia él. —Pero no voy a desaparecer de la vida de mi hijo. 

—¿Ahora sí quieres hacerte cargo? ¿Ahora sí quieres ser un padre? —Jimin levantó la voz, ignorando las miradas curiosas de otros clientes en la tienda. 

—¡Sí! —respondió Yoongi, su tono lleno de emoción contenida. —Lo quiero, Jimin, al bebé, todo... Solo necesito que me des una oportunidad para demostrarlo. 

Jimin bajó la mirada, sus dedos aferrándose a la baranda de una cuna como si necesitara sostenerse de algo tangible. Woozi lo observaba en silencio, con una expresión que alternaba entre preocupación y desconfianza. 

—No puedes hacer esto, Yoongi. —dijo Jimin finalmente, su voz temblando pero firme. —No puedes aparecer de repente y esperar que todo esté bien. 

—No estoy esperando eso. —replicó Yoongi, dando un paso más cerca. —Solo quiero estar aquí para ustedes. 

—¿Para nosotros? Yoongi, lo negaste aun sabiendo que era tuyo y como este bebé se formó. —Jimin soltó una amarga risa, sin levantar la vista. 

Las palabras golpearon a Yoongi como un puñetazo, pero no podía culparlo. Jimin tenía razón, y sabía que había cometido errores irreparables. 

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