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Woozi sintió cómo el ambiente de la habitación cambiaba de repente. La figura del chico frente a él comenzó a transformarse, revelando un rostro que lo dejó sin aliento: era idéntico al de su padre, Jimin.
—Acuéstate en la cama. —ordenó Jimin con una voz firme y autoritaria. —Yoongi, tu sostén a Woozi con fuerza.
Yoongi asintió sin cuestionar, sujetando al chico con cuidado pero sin permitirle escapar. Woozi intentó resistirse, pero el agarre de Yoongi era firme, y la mirada de Jimin lo mantenía paralizado.
Jimin cerró los ojos y comenzó a conjurar unas palabras en un idioma desconocido, un murmullo que parecía vibrar en el aire. Luego, colocó ambas manos a los lados de la cabeza de Woozi.
De inmediato, una sensación de vértigo invadió a Woozi mientras su mente era arrastrada hacia un torbellino de recuerdos. Imágenes de su vida pasaron frente a sus ojos, desde los momentos más recientes hasta los más antiguos, retrocediendo velozmente hasta llegar al principio: su concepción.
En ese instante, escuchó voces. Voces que no reconocía, pero que parecían talladas en su alma como si ya lo hubiera vivido hasta que las escucho claras:
—Hay un precio, omega. —dijo una voz grave y solemne. —Una vida por otra vida.
—Lo sé. —respondió otra voz, quebrada por el dolor. —Estoy dispuesto a aceptarlo, no me importa morir, solo quiero que él vuelva… que tenga una vida feliz, aun si no es a mi lado.
—Tu primogénito por el alfa que amas. —sentenció la primera voz.
El eco de esas palabras resonó como un trueno, y de pronto, todo quedó en silencio.
Jimin retiró las manos de la cabeza de Woozi, sus ojos llenos de lágrimas. Su rostro reflejaba una mezcla de dolor y revelación.
El chico se levantó tambaleante, mientras Yoongi soltaba a Woozi, su mirada cargada de preocupación.
—Jimin. —lo llamó Yoongi, dando un paso hacia él. —¿Qué viste?
Jimin lo miró, todavía temblando, con lágrimas rodando por sus mejillas.
—Él… —murmuró, con la voz rota. —Él es… nuestro hijo.
El silencio que siguió fue ensordecedor. Woozi, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar, miraba a Jimin y a Yoongi con los ojos abiertos de par en par, como si el suelo bajo sus pies estuviera a punto de desmoronarse.
—Eso es imposible. —negó Yoongi. —nosotros no pertenecemos a este mundo.
—Sus recuerdos no mienten. —dijo con dolor. —él es nuestro hijo.
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