54
Yoongi escuchaba voces lejanas cuando abrió un poco los ojos vio a Jimin quien hablaba con sus padres y luego lo miraba a él preocupado.
—Ya despertaste. —le dijo Jimin.
—¿Qué pasó? —preguntó Yoongi mientras se sentaba y se daba cuenta de que no estaba en su casa.
—Estás en mi casa. —respondió. —apareciste a media noche gritando incoherencias.
Yoongi parpadeó varias veces, intentando procesar lo que Jimin acababa de decirle. Sus recuerdos eran confusos, como fragmentos dispersos de un sueño perturbador. Miró alrededor y reconoció la habitación: sencilla, pero con un toque acogedor, claramente perteneciente a Jimin.
—¿Gritando incoherencias? —repitió Yoongi, llevándose una mano a la cabeza, le dolía ligeramente, como si hubiera pasado toda la noche luchando contra algo invisible. —No recuerdo haber venido aquí…
Jimin suspiró y se sentó en el borde de la cama, observándolo con una mezcla de preocupación y cansancio.
—Te encontré en la puerta de mi casa. —dijo Jimin con voz baja. —Estabas alterado, decías cosas sobre… un hombre y algo que cambió de repente.
Yoongi sintió un nudo en el estómago al escuchar eso. Los recuerdos comenzaron a regresar en oleadas, pero eran fragmentarios, incompletos.
—Ese hombre… —murmuró, mirando a Jimin. —Estaba en el puente, lo vi, olí ese aroma de lirios y manzanilla otra vez. —lo tomo de los hombros. —Tú también estabas allí, pero todo era extraño… el auto, las calles…
Jimin frunció el ceño, claramente incómodo con lo que estaba escuchando.
—Yoongi, nadie más estaba allí cuando te encontré, solo tú. —Su tono era firme, pero no agresivo. —Quizá estabas soñando o… no sé, confundido.
—¡No lo estoy imaginando! —exclamó Yoongi, golpeando el colchón con los puños cerrados, su respiración se aceleró mientras trataba de controlar la frustración. —Ese hombre era real, y tú… tú no eras tú en el auto.
Jimin lo miró fijamente, su expresión era difícil de leer. Finalmente, se levantó de la cama y comenzó a caminar por la habitación, como si estuviera considerando cómo responder.
—Yoongi… —comenzó, su tono más suave esta vez. —¿Te estás drogando? Porque lo que dices suena como una persona que toma esas sustancias.
Yoongi negó con la cabeza, cerrando los ojos con fuerza.
—No me estoy drogando. —dijo, casi en un susurro. —Hay algo más aquí, Jimin algo que no tiene sentido, pero sé que es real.
Un silencio incómodo llenó la habitación. Finalmente, Jimin suspiró y se acercó a él, colocando una mano sobre su hombro.
—Mira, no voy a dejarte solo hasta que te sientas mejor. —dijo con un tono tranquilizador. —Descansa un poco más y tal vez cuando despiertes todo esto tenga más sentido.
Yoongi lo miró a los ojos, buscando algún indicio de sinceridad. A pesar de sus palabras, había algo en Jimin que no terminaba de convencerlo, algo que parecía… fuera de lugar.
Cuando Jimin salió de la habitación, Yoongi se quedó mirando el techo. Su mente seguía dando vueltas, atormentada por una única pregunta: “¿Qué es real y qué no?”
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