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Yoongi tragó con dificultad, sintiendo que su respiración se volvía errática. Sus pensamientos se agolpaban en su mente, incapaz de procesar las palabras de Jimin. 

—¿La clave de qué? —preguntó finalmente, su voz apenas un murmullo. 

Jimin no respondió de inmediato. Se levantó, dándole la espalda a Yoongi mientras caminaba lentamente por la habitación. Su silueta parecía desdibujarse bajo la tenue luz, como si no fuera completamente humana. 

—De todo. —respondió finalmente, su tono lleno de misterio. —De lo que eres, de lo que serás… y de lo que está destinado a ocurrir. 

—No entiendo nada. —Yoongi apretó los puños, intentando calmar el temblor de su cuerpo. —Primero Woozi, ahora tú… ¿Qué tienen que ver conmigo? ¿Qué soy yo?

Jimin se giró para mirarlo, su expresión ahora sería, casi sombría. 

—Eres más de lo que crees, Yoongi. —dijo con voz firme. —Desde el principio, tu existencia ha sido una anomalía, algo que no debería ser, y al mismo tiempo, algo que tenía que ser. 

Yoongi lo miró fijamente, sus palabras resonando en su cabeza como un eco sin sentido. 

—¿Una anomalía? —repitió, incrédulo. —¿Eso qué significa?

—Significa todo. —Jimin volvió a acercarse, agachándose frente a él de nuevo. —Eres la última pieza del rompecabezas. 

—¿Rompecabezas? —Yoongi negó con la cabeza, tratando de aferrarse a algo lógico. —¡Esto no es un juego!

Jimin sonrió, pero esta vez no había burla en su expresión, sino algo más profundo, más inquietante. 

—Tu vida siempre ha sido parte del juego. —susurró. —Y ahora, por fin, estás empezando a verlo. 

Antes de que Yoongi pudiera responder, la puerta de la habitación se abrió de golpe. Allí estaba Woozi, con el rostro confundido y los ojos brillando con una intensidad desconocida. 

—¿Qué haces en mi casa? —preguntó con su voz firme.

Yoongi miró a su alrededor y estaba solo junto con Woozi quien esperaba una respuesta. Yoongi se levantó rápido y vio al chico para acercarse a este y pedir una explicación de lo que sucedía.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó Yoongi, acercándose a Woozi con pasos vacilantes.

Yoongi en su mente seguía procesando la escena de hace unos segundos, pero ahora estaba frente a una realidad diferente, una más desconcertante.

Woozi frunció el ceño, observándolo con detenimiento. Su postura era firme, pero había algo en sus ojos que delataba una mezcla de confusión y preocupación.

—¿Qué haces aquí, Yoongi? —preguntó de nuevo, con un tono que no ocultaba su incomodidad.

Yoongi miró a su alrededor, buscando a Jimin, pero la habitación estaba vacía. El eco de las palabras de Jimin aún resonaba en su cabeza, pero todo indicaba que estaban solos.

—¿Dónde está? —murmuró Yoongi, más para sí mismo que para Woozi.

—¿Dónde está quién? —Woozi dio un paso hacia él, cruzándose de brazos. —Yoongi, no hay nadie más aquí, está es mi casa y ha estado vacía desde que llegaste.

El corazón de Yoongi se aceleró. Sacudió la cabeza con incredulidad, dando un paso hacia atrás.

—No… no puede ser, estaba aquí, Jimin estaba aquí. —Se llevó las manos al cabello, tirando de él con frustración. —Estábamos hablando… él… él me dijo cosas y esto no tiene sentido.

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