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El tío de Woozi observó a Yoongi con una expresión imperturbable, como si estuviera disfrutando del desconcierto en su rostro. 

—Es una verdad que aún no sucede. —respondió con calma, apoyándose en el respaldo de su silla. —Pero eso no significa que deje de ser real. 

Yoongi miró la fotografía de nuevo. Allí estaba él, mucho más mayor, con los hombros tensos y la mirada sombría. A su lado estaba Jimin, luciendo igual de incómodo, casi roto. El ambiente de celebración que debería reflejar un cumpleaños estaba ausente; la mesa decorada parecía una burla cruel para el pequeño. 

—Yo no recuerdo esto. —dijo Yoongi, más para sí mismo que para el hombre frente a él. 

El tío de Woozi asintió lentamente, como si hubiera esperado esa respuesta. 

—Porque no ha sucedido todavía. —dijo con un tono enigmático. —Las piezas de esto fueron arrancadas, Yoongi.

Yoongi sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Bajó la fotografía y miró al hombre con los ojos llenos de preguntas. 

—¿Quién hizo esto? —preguntó, aunque en el fondo temía la respuesta. 

El hombre sonrió apenas, como si su pregunta lo hubiera divertido. 

—Eso depende de a quién le preguntes. —respondió, encendiendo otro cigarro.

—¿Quién es usted? —preguntó Yoongi.

—¿Realmente quieres saber quién soy? —se rio.

El tío de Woozi dejó escapar una risa baja, cargada de misterio, mientras el humo del cigarro se alzaba entre ellos como un velo intangible. Su mirada se clavó en Yoongi, como si estuviera evaluándolo, midiendo si realmente estaba listo para escuchar la respuesta. 

—A veces, saber quién es alguien no te da respuestas, solo más preguntas. —dijo, exhalando lentamente. 

Yoongi no se inmutó, sus ojos se mantenían fijos en los del hombre, su determinación intacta. 

—No me interesan las evasivas. —dijo con firmeza. —Quiero la verdad.

El hombre se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en el escritorio, su expresión transformándose en algo más oscuro, más serio. 

—¿Quieres saber quién soy? —repitió en un tono casi burlón. —Soy la sombra que guarda los secretos que nadie quiere enfrentar. —se rio de lado. —Soy el que limpia el desastre de aquellos como tú, que buscan demasiado y olvidan el precio que conlleva. 

Yoongi frunció el ceño, tratando de descifrar el significado detrás de sus palabras. 

—Eso no responde nada. —replicó, sintiendo cómo la frustración comenzaba a hervir dentro de él—. ¿Cuál es tu conexión con Woozi? ¿Con Jimin?

El hombre sonrió, pero esta vez su sonrisa estaba cargada de algo más, algo que Yoongi no pudo identificar del todo. 

—Digamos que soy un guardián. —respondió finalmente. —De sus verdades, de sus mentiras y ahora también de las tuyas. 

El ambiente se volvió más pesado, y Yoongi sintió que el aire en la habitación se hacía más denso. 

—Si realmente quieres respuestas, Yoongi, tendrás que seguir adelante. —hablo. —Pero te advierto… la verdad no siempre te libera a veces, solo te encadena más fuerte. 

El hombre apagó nuevamente el cigarro en el cenicero con un gesto firme, y luego se levantó de su silla, imponiendo aún más su presencia. 

—¿Estás seguro de que quieres seguir con esto? —preguntó, su tono ahora serio, casi amenazante. 

—Sí. —Yoongi tragó saliva, pero no retrocedió. —Quiero saberlo todo. 

—Entonces prepárate, porque el camino que has elegido podría no tener retorno.  —El hombre asintió lentamente, como si hubiera esperado esa respuesta. 

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