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El silencio volvió a instalarse, pero esta vez no era cómodo ni pasivo. Era una guerra fría en la que cada palabra era un arma.
—Dime lo que sabes. —exigió Yoongi, sin apartar la mirada.
El chico suspiró, como si estuviera considerando si valía la pena seguir jugando con él o simplemente deshacerse de su presencia.
—Está bien. —dijo finalmente, dándole la espalda y comenzando a caminar hacia otra habitación. —Sígueme, pero no digas que no te advertí.
Yoongi dudó por un segundo, pero sabía que no podía retroceder. Sus pasos resonaron en el suelo de madera mientras seguía al chico, su mente llena de preguntas, miedos y un nombre que ahora pesaba más que nunca: Park Jimin.
Yoongi antes de entrar a la que era la oficina se giró y vio como el otro chico ya vestido lo miraba con una sonrisa y como si de algo fantasmal se tratase se desvaneció del lugar. Al girarse vio al tío de Woozi ya vestido lo que lo dejo aún más confundido.
Yoongi se quedó inmóvil por un momento, procesando lo que acababa de suceder. Su mente trataba de encontrar una explicación lógica, pero cada vez se sentía más atrapado en un rompecabezas sin sentido.
El “tío” de Woozi, quien ahora lucía completamente vestido con un traje impecable, lo miró con una mezcla de calma y autoridad.
—¿Esperabas algo diferente? —preguntó el hombre, con una voz profunda y tranquila que contrastaba con la confusión que Yoongi sentía.
—¿Dónde está él? —preguntó Yoongi, ignorando la pregunta y mirando alrededor, buscando rastros del chico que acababa de desaparecer como si nunca hubiera estado ahí.
El tío de Woozi levantó una ceja, casi divertido por la desesperación en el rostro de Yoongi.
—¿Él? —repitió, como si no entendiera a quién se refería. —No sé de qué hablas, muchacho.
Yoongi apretó los dientes, sintiendo cómo la frustración comenzaba a dominarlo. Dio un paso hacia el hombre, intentando mantener la calma.
—El chico que estaba aquí. Él… estaba desnudo, luego vestido, y después… desapareció. —La última palabra se le hizo extraña en la boca, como si al decirla confirmara lo irreal de la situación.
El hombre suspiró, inclinándose ligeramente hacia Yoongi.
—Deberías dejar de buscar respuestas donde no las hay. —Su tono era más serio ahora, casi paternal. —Algunas cosas es mejor no entenderlas, por tu propio bien.
—No pienso detenerme. —respondió Yoongi, sus ojos fijos en los del hombre, desafiándolo.
El tío de Woozi sonrió, pero había algo oscuro en esa expresión, algo que le heló la sangre.
—Como quieras. —se encogió de hombros, caminando hacia su escritorio. —Pero recuerda, cada verdad que encuentres viene con un costo, y no siempre estás listo para pagarlo.
Yoongi permaneció donde estaba, sintiendo que, una vez más, estaba al borde de algo que no podía comprender. Algo que ya había comenzado a devorarlo.
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