29

Jimin al llegar a su casa se acostó en su cama con cuidado, recordaba lo sucedido en la noche de la fiesta. Cuando se acostó con Yoongi bajo los efectos de la droga, ahora estaban los bajos rumores sobre ello.

Él escuchó su celular y vio que era un mensaje de Woozi quien lo invitaba a salir. Jimin sonrió, Woozi era un chico extraño, pero había algo en el que le atraía, pero no era una atracción sentimental o sexual, era una atracción qué ni el mismo sabía cómo explicarlo.

Jimin dejó el celular sobre su pecho y suspiró, su mirada perdida en el techo de su habitación. Los recuerdos de aquella noche de la fiesta seguían siendo un tormento en su mente. La música alta, las luces parpadeantes, y el momento en el que todo se volvió un borrón… hasta despertar al lado de Yoongi y luego la llegada de Woozi a defenderlo. No sabía cómo había llegado a ese punto, pero lo que más le dolía era el rumor que ahora circulaba, como si su vida privada fuese un entretenimiento para los demás.

Sacudió la cabeza, intentando alejar los pensamientos oscuros. Su atención volvió al mensaje de Woozi. A pesar de que la invitación parecía casual, Jimin sintió un extraño alivio. Woozi tenía una manera única de hacer que todo pareciera más liviano, como si sus problemas fueran menos pesados cuando estaban juntos.

Sonrió ligeramente mientras tecleaba su respuesta. 

—Claro, ¿a dónde quieres ir? —escribió y envió antes de que pudiera dudarlo.

Poco después, el celular vibró con una respuesta.

—Te recojo en una hora. —escribió Woozi. —Confía en mí, te va a gustar. 

Jimin dejó el celular a un lado y se levantó de la cama. Decidió que necesitaba despejarse, aunque fuera por un rato. Mientras se preparaba para salir, no pudo evitar preguntarse por qué Woozi parecía siempre saber cuándo lo necesitaba, incluso sin que él lo dijera. Quizás no era necesario entenderlo, al menos no por ahora.

Una hora después, Jimin estaba en la puerta de su casa cuando vio el auto de Woozi detenerse frente a él. El chico bajó la ventana y le dedicó una sonrisa tranquila, casi pícara.

—Sube. —dijo, con una confianza que siempre desconcertaba a Jimin. 

Sin decir nada, Jimin entró al auto y cerró la puerta. Woozi comenzó a conducir mientras una suave música llenaba el espacio entre ellos. Jimin lo miró de reojo, tratando de entender qué era lo que lo hacía sentir tan extraño cuando estaba a su lado.

—¿Qué miras? —preguntó Woozi, sin apartar los ojos del camino, pero con una sonrisa divertida en los labios.

—Nada… solo pensaba en lo raro que eres. —respondió Jimin con honestidad, pero su tono no tenía malicia, sino una pizca de curiosidad.

—¿Raro? Gracias, creo. —Woozi soltó una carcajada. —Eso lo tomo como un cumplido. 

Jimin rodó los ojos, pero por primera vez en días, sintió que podía respirar un poco más fácil.

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