25
Woozi observaba a Jimin con el corazón pesado. El sonido de los sollozos del otro llenaba la habitación, y aunque había hecho todo lo posible por mantener la calma, sentía una ira contenida hacia todo lo que había sucedido. Jimin sostenía la taza de té entre sus manos temblorosas, aunque apenas había probado un sorbo.
Con cuidado, Woozi se sentó en el borde de la cama y siguió acariciándole el cabello, sus dedos deslizándose suavemente por los mechones oscuros. Ese gesto le recordaba los días de su infancia, cuando Jimin buscaba consuelo en él por cualquier pequeño problema. Nunca pensó que tendría que consolarlo por algo tan devastador.
—Fui un idiota... —susurró Jimin entre lágrimas, con la voz rota por culpa.
Woozi negó con la cabeza, su mirada firme, pero llena de ternura.
—No digas eso, Jimin. —Hizo una pausa para elegir bien sus palabras. —No sé qué hacer para ayudarte a sentirte mejor, pero quiero que sepas que estoy aquí, no voy a dejarte solo.
Jimin lo miró a través de sus lágrimas, sus ojos hinchados reflejaban una mezcla de tristeza y gratitud.
—Te diría que lo denunciaras... pero con las leyes como están, no serviría de nada. —murmuró con amargura, bajando la vista hacia la taza. —Dirían que te lo buscaste por ser homosexual.
Jimin apretó los labios, sabía que Woozi tenía razón. El sistema a menudo fallaba, dejando a las víctimas en un limbo de impotencia, pero eso no significaba que fuera a quedarse de brazos cruzados.
—Jimin, quiero que entiendas algo. —dijo, inclinándose un poco hacia él para que pudiera escuchar claramente sus palabras. —Nada de esto es culpa tuya, absolutamente nada.
Jimin dejó escapar un nuevo sollozo, su cuerpo temblando mientras Woozi lo abrazaba con cuidado, tratando de transmitirle toda la seguridad que podía ofrecer.
—No tienes que decidir nada ahora mismo. —Woozi continuó, su voz firme pero reconfortante. —Pero cuando estés listo, hablaremos de qué hacer, sea lo que sea, estaré contigo en cada paso.
Por un momento, Jimin no dijo nada. Simplemente, apoyó la cabeza en el hombro de Woozi, dejando que el contacto lo tranquilizara un poco.
—Gracias, Woozi... —susurró finalmente, su voz apenas audible.
—Siempre, Jimin, siempre. —Respondió Woozi, con una promesa silenciosa de protegerlo a cualquier costo, protegería a su padre a todo lugar si con ello su mera existencia debía de desvanecerse. —juro por mi vida que tú estarás bien.
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