24
El ambiente en la habitación era opresivo. Las luces eran tenues, y el aire olía a alcohol derramado y algo más que Jimin no lograba identificar. Su mente estaba nublada, una mezcla de confusión y desesperación que no le permitía reaccionar con claridad.
Sintió el colchón bajo su cuerpo cuando lo recostaron. Las manos que se movían por su ropa eran frías y decididas. Intentó levantar las suyas para detenerlo, pero sus fuerzas no respondían.
—Déjame... —susurró, con la voz quebrada.
—Tranquilo, Jimin. —dijo Yoongi, su voz grave y suave al mismo tiempo, un contraste perturbador con lo que estaba sucediendo. —Te va a gustar.
Jimin giró la cabeza hacia un lado, luchando por mantenerse consciente.
—Yoongi... para... —murmuró, rogando con lo poco que le quedaba de voluntad.
En ese momento, el sonido de la puerta abriéndose de golpe hizo eco en la habitación. Ambos giraron la cabeza hacia la entrada. Woozi estaba allí, con el rostro endurecido y los ojos llenos de furia.
—¡Yoongi! —gruñó Woozi, su voz resonando como un trueno.
El impacto de su presencia fue inmediato. Yoongi se enderezó, tratando de mantener su semblante de superioridad, pero su sorpresa era evidente.
—¿Qué haces aquí, Woozi? —preguntó con una sonrisa torcida, intentando mantener el control. —Esto no tiene nada que ver contigo.
—Tiene todo que ver conmigo. —respondió Woozi, avanzando hacia ellos con pasos firmes. —Aléjate de él ahora.
—¿Y si no lo hago? —Yoongi se levantó de la cama, con una mirada desafiante. —¿Qué vas a hacer?
Woozi no respondió con palabras. En cambio, lo golpeó directamente en el rostro con un puño cerrado, haciendo que Yoongi tropezara hacia atrás.
—¡No vuelvas a tocarlo! —gritó, su voz cargada de rabia. —¡Porque juro que te mato!
Yoongi se limpió el labio, donde un hilo de sangre comenzaba a formarse.
—¿De verdad vas a pelear conmigo por este inútil? —espetó, señalando a Jimin, que apenas podía mantenerse despierto.
—Jimin no es un inútil. —Woozi lo miró fijamente, sus ojos reflejando una determinación inquebrantable. —Y tú... no eres nada más que un cobarde.
Yoongi apretó los puños, pero antes de que pudiera responder, Woozi lo empujó hacia la puerta, sacándolo de la habitación con una fuerza inesperada.
—Vete antes de que haga algo de lo que no me arrepienta. —lo amenazó.
Yoongi dudó por un momento, pero finalmente se marchó, murmurando algo ininteligible. Cuando el silencio llenó la habitación nuevamente, Woozi se giró hacia Jimin. Este estaba tendido en la cama, respirando con dificultad. Woozi se arrodilló a su lado, con cuidado.
—Jimin, ¿puedes oírme? —preguntó con suavidad, su voz ahora más calmada.
Jimin parpadeó lentamente, enfocándose en él.
—Woozi... —susurró.
—Estoy aquí. —respondió, acariciando su cabello suavemente. —Ya estás a salvo, nadie te va a hacer daño.
La expresión de Jimin se relajó un poco, aunque su cuerpo seguía temblando ligeramente. Woozi lo tomó con cuidado, cubriéndolo con una manta que estaba a un lado. Sabía que lo más importante ahora era sacarlo de ese lugar y asegurarse de que estuviera bien. Mientras lo ayudaba a levantarse, Woozi prometió para sí mismo que nadie, ni siquiera Yoongi, volvería a lastimar a Jimin, aunque sabía que lo sucedido esa noche ya traía una consecuencia.
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