Epílogo.

Un minuto y veinticinco segundos.

Un minuto y veinticinco segundos fueron suficientes para que ella ya no este junto a mí.

Diez segundos después.

Diez segundos después Víctor Williams apuntó el arma hacia su cabeza luego de que le hubiera disparado a su Berry.

Supongo que Víctor tenía razón. Berry sería suya pasara lo que pasara. Y ahora es así. Ahora Berry descansa en paz y Stella Foster por fin es libre.

Así que... Volvamos a ese preciso momento en el que desperté en una habitación totalmente blanca, con Blake tomando mi mano y durmiendo incómodamente en un sillón. El pobre tenía su cuello en una posición extraña y estaba segura de que le dolería después que despertara.

No podía moverme, lo intenté varias veces hasta que por fin pude lograrlo. Lo primero que hice fue acariciar su mano, porque él seguía aquí, junto a mí, porque me apoyó durante estos momentos difíciles. Estaba agradecida porque tengo la oportunidad de estar junto a él.

Cuando se dio cuenta de que había despertado rompió a llorar, repitiendo una y otra vez "un minuto y veinticinco segundos".

Cuando Víctor disparó la vida se me iba poco a poco, pero resistí, resistimos. Berry quería morir, pero Stella quería seguir viviendo.

En cirugía mi corazón se detuvo y estuve un minuto y veinticinco segundos sin vida. Ese fue el momento en que Berry finalmente se dejó ir, pero ella me quiso dar la oportunidad, Stella volvió y la cirugía finalmente fue todo un éxito.

Tres días.

Tres días pasaron para que yo finalmente recuperara la conciencia, pero aún estaba ida y lo único que podía salir de mi eran incoherencias.

Felicidad.

Felicidad fue la primera palabra que dije al despertar, luego me sumergí en un profundo sueño para desertar completamente al día siguiente.

Ese día me dijeron muchas cosas.

—Víctor está muerto—me había dicho Blake.

—Pensé que no volvería hablarte—me dijo Penny entre lágrimas—. Me dolió verte así, pensé que no podría volver a compartir momentos con mi mejor amiga.

—¡No puedes dejar a mi hijo sin madrina!—Esa había sido Sam, que entre hipidos me explicaba cómo había tenido una crisis nerviosa cuando se enteró de lo que había pasado. Afortunadamente al bebé no le había pasado nada.

No sólo ellos estuvieron para mí en ese momento. Nuevos amigos, mi nueva familia, todos estaban ahí para apoyarme y hacerme saber que estarían para mí cuando lo necesitaran.

Ahora volvamos al presente, observando la fecha de su deceso, sus nombres, sus apellidos y recordando todos los momentos que pase junto a ella. Definitivamente mi salvadora.

—Odio venir al cementerio—La suave voz de Penny aleja mis pensamientos y hace que pose mis ojos en ella, que se encuentra con una mueca sobre sus labios—. Siempre he pensado que los muertos saldrán de sus tumbas. Así, estilo película de terror.

—Pues deberías dejar de ver tantas películas de terror.

—Se me hace imposible, es mi género favorito.

Reímos, ella se sienta a mi lado y mira hacia la lápida.

—Ronnie estaría feliz porque finalmente estas rehaciendo tu vida, con tranquilidad y paz.

—A veces me castigo un poco por haberla dejado en El cóctel o por irme de Seattle sin ella.

—Pero esas cosas no fueron tu culpa, Stella. Y creo que ella descansará en paz cuando aceptes las palabras que tanto te dijo.

No fue tu culpa, Stella.

Eso era lo que Ronnie siempre me decía, y la última vez que la escuché decir esas palabras fueron en el juicio, en su vídeo, hace casi un año.

—Creo que es hora de irnos.

Me despido en silencio de mi vieja amiga y emprendo mi camino junto a Penny a nuestro auto de alquiler. Antes de subir al lado del conductor me percato de que otro auto se está estacionado atrás de nosotras. De él baja un hombre desconocido y del lado de pasajero baja la flamante Alana Williams, vestida tan perfecta como siempre y llevando un gran ramo de flores en sus brazos.

No la veía desde aquel día en el juicio, cuando resultó ser la reina en el juego de Ronnie.

—Stella Foster o, ¿debería decir Stella Anderson?

No lo dice con burla, más bien con curiosidad.

—Todavía sigo siendo una Foster, lo cambiaré a Anderson dentro de seis meses más.

Blake me pidió ser su esposa hace dos meses atrás, en un viñedo hermoso es una pequeña ciudad de Italia. Era nuestro tercer viaje juntos, algo que nos habíamos acostumbrado hacer luego de que yo saliera del hospital. A pesar de odiar los aviones nos apoyábamos uno al otro cuando estábamos dentro de uno.

—Me alegra saber eso. Mis felicitaciones para ti y para Blake—El hombre toma la cintura de Alana y nos observa con curiosidad—. Él es Peter, mi novio.

Luego de las presentaciones Alana mira entristecida en dirección a la lápida de Ronnie.

—No puedo dejar de venir cada vez que estoy en Seattle.

—No eres la única—confieso. Penny me lanza una mirada.

Estamos un poco retrasadas, tenemos una reunión con el staff de Four Chips. Luego de que Penny organizara tan maravillosamente el lanzamiento de su disco ellos nos habían contratado para cada evento importante que debían organizar.

Pero estaba más que segura que no era por hacer un buen trabajo sino porque uno de los miembros de la banda estaba como perrito detrás de un hueso grande y jugoso.

Y ese hueso grande y jugoso era Penélope.

—Siento retrasarse. Fue bueno verte de nuevo, Stella.

Alana me da una sonrisa y se dirige, de la mano con su pareja, hasta Ronnie. Pero no puedo dejarla ir sin mascullarle algo que desde hace tiempo quería decirle.

—Gracias—Ella se voltea mirándome con atención—. Gracias por ir ese día al juzgado.

—No lo hice por ti, lo hice por ella—dice firmemente—. Se lo debía.

Sin más se da vuelta para seguir caminando, por lo que yo regreso al auto soltando un gran suspiro.

—Alégrate, es otro asunto terminado.

Después de nuestra reunión con el staff de Four Chips nos dirigimos al aeropuerto. Nuestro vuelo saldría en unas horas y yo daría lo que fuera por estar en la cama en este momento junto a Blake.

—¡Es que no lo soporto!—exclama Penny furiosa—. ¡Él es el tipo de hombre del que me tengo que mantener alejada! Realmente no quiero otro idiota de pareja, ya tengo un largo historial de ello.

—¿Crees que es un idiota?

—Coquetea con todo lo que tenga una vagina, Stella—masculla ella molesta—. No necesito otro hombre que me haga daño, necesito estabilidad y Frankie Howard no me la va a dar.

Quería apoyar a Penny en todo, no estaba tan segura de que sí Frankie Howard era realmente así, pero estaba de acuerdo en lo que Penny decía, ella necesitaba estabilidad y no otro imbécil porque esta vez si la podrían arruinar por completo.

A las nueve de la noche coloco la llave en la puerta y la hago girar para que esta se abra finalmente. Mi sorpresa es encontrarme una mesa con velas encendidas y mi Blake Anderson vestido solamente con unos pantalones de yoga.

Esta era una de las cosas que amaba de estar viva. El tenerlo a él solo para mí.

Me acerco a él abrazándolo y besándolo profundamente, como tanto me encantaba.

—No puedo esperar para llamarte Señora Anderson—susurra él sobre mis labios.

—Yo tampoco, realmente me muero de ganas porque todo el mundo me llame así.

—Falta poco—picotea mis labios—. Te amo, Pebbles.

—Te amo, Bam Bam.

Ronnie tuvo que morir para que todo funcionara.

Víctor tuvo que morir para que todo se solucionara.

Y Stella... tuvo que morir para que Berry finalmente descansara. 

Se que me odiaron con el capítulo final pero pienso que es uno de los mejores finales que he escrito hasta ahora. Los quise hacer esperar para decirles que Stella no murió xD Al menos no realmente, pero necesitaba que esto sucediera porque era una manera de que Stella finalmente dejara su pasado atrás.

Sobre Victor, eligió la manera más cobarde y sé que muchos lo odiaron, pero pienso que la cárcel tampoco era lugar para un hombre que hizo tanto daño. Créanme, él sufrió, tal vez no físicamente, pero en el momento que apretó el gatillo y lastimó a su Berry la poca estabilidad mental que le quedaba se fue por el caño.

Y por último, les estoy dejando pistas de Four Chips jijiji, si van a leer esos libros a mitad de año lo más seguro es que empiece a actualizar por ahí.

Gracias por todo ❤

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