Capítulo 22.
Su cabello está corto, algunas líneas de expresión se encuentran más marcadas que antes, pero lo que me sorprendió fue ver sus ojos, sin vida. Con tan solo ver los ojos de Apple me di cuenta de lo mucho que ella había cambiado y lo que más me preocupa es que tal vez era para mal.
Por detrás de ella la figura de Colton se alza mirándonos con preocupación. Toma la muñeca de Apple y la hala sutilmente para que vuelva a entrar en el interior de la casa.
—Es mejor que pasen, no sabemos si nos están vigilando.
Por un momento pensé que estaba exagerando pero luego vinieron a mi mente las múltiples veces que él dijo que me estaban siguiendo y como Víctor le confesó a Blake que sabía que Colton estaba enterado de Apple. Tal vez él ya estaba aquí, tal vez y nos había pinchado el teléfono o tenía alguien siguiéndonos tan cerca pero con apariencia tan inofensiva que nosotros nunca dudaríamos de él.
Cuando entramos a la casa me pude percatar de que era muy sencilla y acogedora, las paredes eran de un color beige con decoraciones de flores en negro. Los muebles eran de un tono oscuro también y los cojines hacían un contraste siendo estos muchos más claros.
Apple ya estaba sentada ahí, con sus piernas cruzadas en posición de indio y abrazando fuertemente uno de los cojines. Se hizo a un lado y acaricia el lugar con la palma de su mano, invitándome a sentarme junto a ella.
—Las dejaremos solas.
Colton y Blake se retiran de la sala y nos quedamos Apple y yo, una junto a la otra.
—¿Encontraste el amor?
Su pregunta me hace recordar aquella vez que hablamos sobre si en algún momento podríamos encontrar el amor. Le dije que eso no lo tendríamos que buscar y que él nos conseguiría.
—El me encontró—respondo en su lugar y dándole a entender que mis palabras en esa oportunidad si habían sido de verdad.
Nos volvemos a quedar en silencio, ella me mira y me estudia, tal y como yo lo hice cuando ella abrió la puerta, pero esta vez mis ojos no pueden dejar los suyos. No queda ni la cuarta parte de lo que era esa chica en El cóctel. Es cierto, su mirada era muerta, pero la determinación y la ira también estaban en ellos.
—Mi nombre es Verónica, Ronnie para los amigos—Es ella quien vuelve a cortar el silencio extendiendo su mano y diciendo en voz alta su nombre. La tomo y la estrecho—. Mi terapeuta dijo que debía de dejar de llamarme Apple, lo logré hace seis meses. Ahora ya nadie me mira extraño porque no me presento con el nombre una fruta.
—Me alegra escuchar eso. No tuve un terapeuta que me dijera eso, pero decidí dejar morir esa parte de mí en el momento que entré en el hospital luego de escapar.
—Esa es la cosa, ellas no van a morir, seguirán aquí—Señala su cabeza y sonríe con tristeza—, por más que queramos que todo eso no hubiera pasado pues sucedió y hay que vivir con ello. Ahora cuéntame, ¿te llamas Stella?
—Sí, Stella Foster.
—Tienes nombre anciana—Ambas no podemos aguantar las carcajadas así que las dejamos salir hasta que mis primeras lágrimas empiezan a hacer su recorrido por mis mejillas.
Lágrimas de arrepentimiento, lágrimas de dolor, lágrimas que piden perdón.
—Quise volver, lo intenté, te lo juro.
Ella toma mi mano y le da un firme apretón, ella no llora, no veo más emociones en su mirada. Solo esa ira, está furiosa y sé que no es conmigo.
—Yo decidí quedarme, Stella. Y no salí de ahí porque no quise hacerlo. No fue miedo, tenía una misión y la cumplí, solo estaba esperando el momento adecuado para poner mi plan en marcha.
—¿De qué estás hablando?
Ronnie suspira y se recuesta sobre el espaldar del sofá cerrando sus ojos fuertemente.
—Cuando Víctor despertó esa noche estaba enfurecido, ni siquiera Paulette pudo con él. Estaba como loco, destrozó la habitación y luego descargó su furia contra ella.
—¿Le pegó a Paulette?—pregunto impresionada.
Víctor siempre tuvo esa conducta agresiva, siempre me había pegado y lo hacía también con los demás. Con Paulette era diferente, había cachetadas pero nunca fue a más.
—Le rompió dos costillas. Ella le empezó a tener miedo desde ese momento y si Paulette tenía miedo pues las demás debíamos estar aterradas. Sabía que si tú te ibas sería una maldita bomba para Víctor, pero lo que no sabía es que todos íbamos a quedar muy afectados por esa bomba.
»Volvió tres días después, se descargó con cada una de las chicas, menos conmigo. Conmigo fue diferente—La miro con confusión, ella al notarlo sonríe—. Después de Kiwi yo había sido tu única compañía en ese lugar. Él estaba seguro de que yo había ayudado a tu huida y tenía razón, nunca se lo negué, se lo dije en la cara. Mi castigo no fue solo sexual, mi castigo fue mucho peor.
—¿Qué te hizo?—mi voz suena entrecortada. No estaba segura de querer escuchar la respuesta.
—Me hizo ser Berry por meses, pero era la versión inservible de su juego, una falla y me lo hacía saber cada noche. En otras palabras sufrí lo que tú sufriste y lo que sufrimos todas en ese lugar.
—Tu misma lo dijiste, él era diferente conmigo, era peor... Y por no haber sido yo él quiso destruirte.
—Lo logró, Stella y pensé que iba a morir ahí sin lograr mi cometido hasta que ese muchacho inexperto entró esa noche a El cóctel—su voz baja dos decibeles acercándose a mi rostro para que nada pudiera ser oído por los otros presentes en la casa—. Ese chico que está con tu amor me salvó la vida y me ayudó tomar lo que quería tomar. Mi as bajo la manga.
—¿As bajo la manga?
—Tu sabes la historia de cómo llegué a ese lugar. ¿Recuerdas?
—Todo tiene que ver con tu padre.
—Exacto, pero mi padre no sólo me dejó ahí por ese propósito. Víctor está en demasiados líos y mi padre también lo estaba. ¿Sabes cuál era la deuda de mi padre con Víctor?—niego con la cabeza, nunca había salido a la luz información sobre la deuda del padre de Apple—. Mi padre era un proxeneta y era uno de los trabajadores más importantes del cóctel. Mi padre conseguía a las chicas, Paulette era la que se acercaba a ellas.
—¿Crees que tu padre...
—Tú fuiste una lamentable casualidad Berry—respondió ella antes de que hiciera la pregunta—. Pero eras la carne que quería Víctor. Meses antes de que llegaras le hizo un pedido especial a mi papá, niñas no menores de ocho años para su disfrute personal.
Las náuseas me atacan rápidamente y trato respirar profundamente para no devolver la comida que había tomado en el avión.
—¿Qué estás tratando de decir?
—Estoy tratando de decir que Víctor Williams es un maldito pedófilo y tengo las pruebas para ponerlo tras las rejas.
Jijijijiji dejaré esto por aquí y me retiraré lentamente...
Noticia: A partir de hoy estaré actualizando con un día intercalado. Es decir: Un día si, otro no, otro si, y así sucesivamente. Esto será hasta nuevo aviso. Espero terminar el libro antes de que empiece las clases 🤞
Capítulo dedicado a Ly, espero te guste ❤ La dedicación del siguiente capítulo la escogeré entre los comentarios, totalmente al azar.
Entonces nos leemos el domingo.
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