{Capitulo 0}
Horror, sangre, desesperación, traumas, desgracia... Todos son efectos que presencian los valientes solados que luchan sin descanso en los conflictos de sus líderes.
Reyes, presidentes, dictadores, ministros... aquel que se encuentra en el poder es el encargado de llevar a su gente a la prosperidad, de dejar una huella en la historia.
Y un mundo dividido en diferentes razas humanoides no es la excepción. Pese al esfuerzo de varios gobernantes alrededor de la historia, que se esforzaron por traer la paz a este mundo, el conflicto entre especies es simplemente inevitable. Las razones pueden ser tan entendibles como; luchas por territorios, diferencia de ideales religiosos y culturales, falta de alimentos, o tan estúpidos como; simples conflictos personales, orgullo, venganza o incluso el mismo entretenimiento de ver una guerra desatada en su máximo esplendor.
¿Qué tan diferente podría llegar a ser un mundo entero, si alteramos un pequeño detalle mientras este apenas se está formando?
El futuro desarrollo de todas las civilizaciones puede ser tan fácil de cambiar con solo agregar o remover un pequeño detalle millones de años atrás.
¿Cómo responderían todos los seres vivos al ser expuestos a una radiación única?
Atemorizado, uno de los pocos sobrevivientes, un simple humano... un soldado, camina sin rumbo en medio del campo de batalla. A su alrededor solo se encontraba cadáveres de sus compañeros que eran cubiertos por la áspera arena del desierto. A la distancia se escuchaban explosiones de origen desconocido. El humo oscurecía el cielo y el seco viento traía consigo el horrible hedor de sangre derramada y carne quemada.
Mirando a su espalda, los capitanes y los tenientes se retiraban del lugar agotados junto con unos pocos soldados a su alrededor, el conflicto había terminado o al menos por ese día. Según los rumores, los capitanes poseían la fuerza de diez mil hombres y los tenientes no eran muy inferiores a ellos, todos creían que eran solo exageraciones, pero ese día los pocos que lograron sobrevivir, no tenían dudas de que los rumores eran ciertos, pues lo acaban de ver con sus propios ojos.
Volteando la mirada al frente, la parte superior del cuerpo de un teniente se encontraba atravesado por una lanza clavada en la arena, como forma de trofeo ya que lograr asesinarlo era digno de alabanza.
— Shang... ¡Shang! —gritaba el joven ignorando por completo la perturbadora imagen que acababa de ver.
En medio del conflicto y el caos ocurrido, ambos llegaron a separarse sin saber nada del otro, pero todo estaba más tranquilo ahora. Tras seguir avanzando se encuentra con otros soldados que transportaban algunos compañeros heridos de vuelta con los demás.
— Esperen... Jaidev ¿has visto a Shang? ¿Estaba contigo? —El joven intenta comunicarse con el soldado herido, pero él estaba muy aturdido como para entender lo que le decían— Por Osid... tranquilo amigo, estás a salvo ahora. ¡Sáquenlo de aquí!
Los paramédicos se retiran y él continúa avanzando. Mientras caminaba, revisa ligeramente el rostro de algunos de los soldados caídos.
< No es él... No te desesperes. Shang es bastante hábil, él no moriría > Pensó el joven.
De repente. Un sujeto cae del cielo frente al joven. Salió de la nada y tenía un brazo completamente roto. Al ver al soldado, él se arrastra para alcanzarlo mientras suplicaba por ayuda, pero el joven lo reconoce de inmediato... estaba portando la armadura del enemigo. Los mismos sujetos que arrebataron decenas de vidas de sus compañeros.
Aun siendo enemigos, el soldado herido estaba aterrado y seguía pidiendo ayuda aun cuando el joven se alejaba de él.
Y en un instante aquel sujeto, suelta su último aliento y cae al suelo.
< ¿Pero qué rayos fue eso?... ¿De dónde salió este tipo? > Pensaba confundido
— Bueno... supongo que ese fue el último de la zona —Dijo una voz a la distancia.
Al voltear a ver se trataba de Shang, su amigo que estuvo buscando. No traía camiseta ni armadura, pero lo más destacable era el corazón vivo que sujetaba con su mano izquierda.
— ¡Shang!... Qué... qué es lo que hay en... en... tu mano...
— No te preocupes por eso —Responde de una manera muy calmada mientras deja caer el órgano en la arena.
— Espera ¿Tomaste su corazón?... ¿por eso murió de repente?
— Sí, lo sé... no estuvo bien, pero estaba a punto de atacarte. Era un peligro dejarlo libre... Por favor cambiemos de tema y salgamos de aquí.
< ¿Atacarme?... Él estaba arrastrándose... estaba herido... Me suplicó por ayuda >
— Vamos Tim, volvamos a casa. ¿Quieres que nos lleve hasta allá? —Pregunta Shang extendiendo su mano hacia Tim.
— Tus ojos... ¡Shang tus ojos!... Están brillando otra vez. —Por la distancia Tim no lo había notado antes, pero ahora que lo tiene de frente lo ve claramente. Los ojos de Shang no tenían iris o pupila y todo su ojo brillaba levemente con tono blanco.
— Ah cierto... Me había olvidado de esta cosa... Dame un segundo. —Responde Shang bastante calmado para lo grave que era la situación. Segundos después los ojos de Shang vuelven a la normalidad mostrando sus ojos color marrón.
Nuevamente Shang extiende su mano, pero Tim aún se muestra inseguro de si tomarla o no. Shang pregunta si ocurría algo, Tim no responde y da un paso hacia atrás.
— ¿Qué pasó con tu marca?... Solo has "brillado" en dos ocasiones y la marca en tu mano siempre brillaba cuando lo hacías... ¿Por qué no estaba la marca Shang? ¡¿Por qué?! —Shang no dice nada y se queda mirando fijamente su mano izquierda.
— Sabes... Esto ya es demasiado tedioso como para que estés preguntando. —Respondió con una mirada fría.
Tim no lo piensa más y siguiendo su intuición toma rápidamente una de las lanzas que se encontraban en el suelo. El arma estaba bastante desgastada y su hoja no le quedaba mucho filo, pero eso no importaba ya.
Su compañero, pese a tener la punta del arma apuntándole a poco menos de un metro de su cara, no se inmuta por lo sucedido. Incluso suelta una pequeña sonrisa en son de burla.
— ¿Acaso me estas ofreciendo una mano? —Pregunta Shang de forma sarcástica. Pues el arma que Tim sujetaba había desaparecido en un parpadeo y en su lugar se encontraba sujetando un brazo cercenado.
— ¡Ah! —Exclamó Tim por el susto y arrojando el brazo por reflejo.
< No... esto no puede estar pasando... él no es Shang... ¡¿Qué rayos está pasando?! >
Timo se da la vuelta y empieza a huir del lugar, pero en un instante aparece a varios metros del suelo. Descorcentado, Tim cae al suelo rodando por una leve colina de arena. Al detenerse y levantar la mirada ve como aquél que decía ser su amigo aparece de repente frente a él de un instante al otro.
< Esto no tiene sentido. Se ve como él... suena como él... Incluso tiene su poder... Entonces ¿por qué? >
— ¿Por qué siento que hablo con alguien más? —Se preguntaba Tim a sí mismo en voz baja lleno de ira y confusión mientras se ponía de pie.
— Disculpa ¿Qué dijiste?
— ¿En serio eres Shang?
Tras la pregunta, ambos se quedan mirando fijamente a los ojos en un completo silencio. Por un momento, el silencio fue absoluto, como si todo lo que estuviera ocurriendo a la distancia simplemente se detuviera de repente. Sin gritos de dolor o desesperación, sin explosiones o disparos. Solo ellos y el sonido del aire arrastrando polvo y arena.
Y con una gran sonrisa tan radiante como el mismo sol, Shang respondió.
— No...
Al oír su respuesta ambos desaparecieron del lugar en el que se encontraban en un instante sin dejar el mínimo rastro de su presencia. A la distancia, en la cima de un pilar de roca, Tim y Shang aparecen sobre ella.
< ¿Qué pasó?... ¿Dónde estamos ahora? > Se pregunta Tim desorientado
Volteando a ver a Shang, él se encontraba en el borde del pilar mirando al horizonte. Con precaución Tim se va acercando lentamente y procurando mantener su distancia de él.
Cuando llego al borde, Tim pudo ver lo que su compañero admiraba tan tranquilamente. El pilar era una simple deformación del terreno con decenas de metros de altura y desde ese lugar se podía apreciar todo el panorama que había dejado la batalla en la que habían estado luchando.
Muerte, destrucción... un conflicto sin sentido que había consumido cientos de vidas en ambos bandos sin un claro vencedor.
— Deberías darle las gracias a tu amigo. —Afirmaba aquel hombre desconocido con el rostro de Shang. Cuando Tim lo voltea a ver se percata que sus ojos estaban brillando otra vez igual que antes— Esto pudo ser mucho peor para tu especie de no ser por él...
— ¿A qué te refieres? Y ¿Quién eres en realidad y por qué tienes el cambio de Shang?
— Tu amigo mortal, al que llaman Shang Gao, murió. Lo que ves no es más que un simple cascaron vacío del que me he apoderado.
— ¿Murió?... No, eso es imposible... ¡No! —Tim intenta atacarlo, pero en el momento que dio su primer paso el "falso Shang" había desaparecido y se encontraba a unos metros detrás de él.
— Pues más te vale que lo aceptes pues es la verdad. Por cuestiones que acordamos él y yo... no puedo decir que ocurrió exactamente.
Tim aún intentaba abalanzarse sobre él, pero era inútil. Él desaparecida y aparecía en un lugar diferente mucho antes de que Tim pudiera alcanzarlo de cualquier manera.
— Aparentemente tu amigo tenía un gran afecto por tu gente, esa es la razón de que diera su vida... —Pese a estar apareciendo de un lugar a otro, él sigue ignorando los esfuerzos de Tim y continúa hablando como si nada estuviera ocurriendo— Su "afecto" por estas vidas mortales se me hace ridículo, pero si deseo conservar este cuerpo debo respetar sus condiciones.
— ¡¿Quién eres?! —Exclama Tim a todo pulmón agotado y lleno de ira.
— Suerte al bajar... Hasta pronto...
Sin más, él había desaparecido de repente... esta vez no se podía ver en ninguna parte por más que Tim lo buscara. Se había ido por completo sin la menor pista de donde podría estar ahora.
Apretando los dientes y los puños Tim no sabía qué hacer con todas las emociones que lo sobre cargaban. Ira, tristeza, confusión... la impotencia de no poder hacer nada más que quedarse viendo.
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