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Shanks se dirigía corriendo hacia la florería más cercana. Estaba llendo a ver su lindo futuro Omega, y quería comprarle un ramo de rosas como siempre lo hacía.

Termino comprando un ramo grande de las flores más bonitas que pudo encontrar y un peluche de mono, luego se dirigió al trabajo de Dragon.

El pelinegro tenía un pequeño trabajo como costurero, pues debía ayudar a su padre con algunos gastos. Le daban 2 descansos al día, los cuales duraban aproximadamente media hora, y en esos minutos cierto pelirrojo siempre lo iba a ver.

Al llegar vió al pelinegro sentado solo en una banca mientras comía, por lo que fue hacia donde estaba para poder entregarle lo que le había comprado.

─ ¡Lindo Dragui! - gritó haciendo que el Omega diera un pequeño saltó por el susto.

─ Creí que hoy no ibas a venir, Akagami.

─ ¿Cómo vas a pensar eso? Yo siempre voy a venir a verte, porque eres mi amada Omega.

Dragon volteó los ojos y dió un suspiro pesado.

─ ¿Cuántas veces te tengo que decir que no soy tu Omega?

─ Todavía no, pero lo serás en un futuro. Y tendremos un lin-

─ ¡No! - puso su mano en la boca de Shanks haciendo que guardara silencio ─ No soy tu Omega y nunca lo seré, tampoco tendremos un cachorro que se llame Luffy.

─ ¿No te gusta el nombre?

─ El punto es que eso nunca pasará, Shanks.

El Alfa como respuesta solo sonrió con cinismo. El tenía 16 años y Dragon 18, apenas eran unos adolescentes, y ninguno sabía lo que pasaría en el futuro.

Pero Shanks sabía con seguridad que aquel lindo pelinegro sería la persona con la que pasaría el resto de su vida.

Ese pensamiento era muy loco.

─ Eso ya lo veremos Dragoncito.

Le extendió los regalos que todavía tenía agarrados. Dragon se sorprendió un poco por el detalle, al mismo tiempo un pequeño sonrojo atacó sus mejillas, debía admitir que Shanks era un amor de persona.

─ ¿Muchas gracias? ─ recibió las bellas rosas rojas y el pequeño peluche, y por primera vez en todo este tiempo, el alfa pelirrojo pudo ver la linda faceta de Monkey D. Dragon, pues el pelinegro mostraba una bonita sonrisa.

Shanks se encontraba dirigiéndose al trabajo de Dragon en su bicicleta. Ese día le iba a regalar una carta que había escrito el mismo la noche anterior.

Cuando llegó no encontró nadie cerca del lugar, lo que se le hizo extraño pues el pelinegro siempre se encontraba por esa área en su tiempo de descanso.

Con algo de extrañeza fue hacia la tienda donde la Omega trabajaba para preguntar donde estaba.

─ Disculpe, ¿Sabe dónde puedo encontrar a Monkey D. Dragon ─  le preguntó a la jefa del mencionado.

─ Oh, Dragon no asistió hoy a trabajar. Me comentó por llamada que había amanecido con un resfriado.

Shanks asintió con la cabeza mientras agradecía y daba una pequeña reverencia. Salió de el lugar y se subió a su bicicleta nuevamente.

Iría a la casa de Dragon para ver cómo estaba y poder entregarle la carta. No sin antes comprar algunas ricas galletas para que su Omega se sintiera mejor.

Sabía la dirección pues una vez había acompañado al pelinegro cuando salía de su trabajo en la noche.

Estacionó su bicicleta en la entrada de la vivienda y fue a tocar rápidamente. Pasaron varios minutos para que la puerta fuera abierta.

Un Omega con cabello desordenado, nariz roja y envuelto en una manta se encontraba dentro de la casa.

─ ¿Que haces aquí Akagami?

Su voz terminaba de confirmar que efectivamente, Dragon estaba enfermo.

─ Oh, vine a ver como te encontrabas pues tú jefa me comentó que estabas resfriado ─ respondió mientras le daba la caja de galletas que le había comprado.

─ Bueno, gracias por preocuparte por mi

Le regaló una sonrisa tierna mientras agarraba el obsequio.

─ Y también te hice esto ─  le extendió la carta al mayor, el cual agarro el detalle rápidamente. ─ Cuando regreses a trabajar me dices que te pareció. Ahora ya tengo que irme.

Besó rápidamente la mejilla del más alto y fue corriendo a por su bicicleta para irse rápido de ahí.

Dragon solo rió por tal escena. Se metió a su hogar, cerró con seguro y se dirigió a su habitación.

Al entrar fue directamente hacia su cama y se acostó boca arriba para poder leer lo que Shanks le había escrito. Abrió el bonito sobre de color rojo y saco la hoja que tenía dentro para comenzar a leerla.

Mientras más leía, su bella sonrisa se hacía más grande. Tanto era su felicidad que se le había olvidado que se sentía mal por su resfriado.

❛❛ Te puedo yo jurar, ante un altar, mi amor sincero.

A todo el mundo le puedes contar que sí te quiero. ❜❜

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Mil gracias a songkinney por su permiso para adaptar esta hermosa historia ❣