Capítulo 11

¡Me he quedado dormida! Son las once y media, Chase llegará en una hora.

Me cambio rápido y bajo a desayunar. Mamá está preparando la comida. Le ofrezco mi ayuda para cocinar, pero la rechaza. Me pide que ponga la mesa. Voy a mi habitación a leer para hacer tiempo.

Llaman al timbre y bajo corriendo, pero mi hermana y mi madre se han adelantado y ya están en la puerta. Le sonrío desde media escalera y me devuelve el gesto.

- Encantado de conocerla, Sra Campbell. -dice Chase dándole un par de besos a mi madre

- Oh, querido, llámame Claire.

- Tu debes ser Anna, encantado.

- Espero que no le hagas daño a la pequeña. -puntualiza mi hermana

- No, nunca lo haría. -se defiende con el ceño fruncido

- Era una broma chico, tendrías que haberte visto la cara. -ríe

- ¡Anna! -acabo de bajar las escaleras gritando

- Anna, deja al pobre muchacho. -advierte mi madre

Fulmino a mi hermana con la mirada y abrazo a Chase. Lo acompaño al salón y nos sentamos en el sofá.

- ¿Cuántos años tienes? -pregunta mamá

- 18, pero soy del mismo año que Maddie, solo que yo soy de abril. -explica Chase

- ¿Éres el hijo de Liam Parks, verdad? Yo había trabajado para él hace mucho tiempo. Creo que Maddie aún iba a la escuela.

- Si, ése es mi padre.

- Tienes suerte de no haber conocido a Maddie en el instituto -ríe mi hermana-. En clase es una niña muy repelente. Siempre saca buenas notas y cuando tiene un siete se echa a llorar.

- Eso no es cierto. -me defiendo

- Claro que sí. Nunca lo admitirá. -sentencia mirando a Chase

Mamá dice que ya podemos ir a comer.

- Dime Chase, ¿quieres ir a la universidad?

- Sí, me gustaría estudiar astrofísica.

- Ay, no. ¡Dios los críos y ellos se juntan! -se lamenta mi hermana

Durante la comida mi hermana y mi madre se dedican a contarle a Chase las historias más vergonzosas de mi infancia.

Mi familia nos deja solos.

- ¿Cuál era el plan para esta tarde?

- Había pensado en hacer una excursión hasta el castillo de la colina para ver el atardecer.

- Me parece genial. -besa mi mejilla

Cogemos un par de mochilas y empezamos nuestra ruta. Salimos del pueblo y lo empezamos a dejar atrás. Hablamos de nuestros planes para este curso.

- Me gustaría independizarme. Así me podría acostumbrar a vivir sola. Si necesito cualquier cosa, tengo a mi familia aquí. En cambio, el año que viene, en la universidad no tendré a nadie. Este año me podría servir para adaptarme. -explico

- Tiene sentido. -dice Chase mientras piensa

Llegamos al castillo y no sentamos en el pasto a esperar la hora de oro. Chase me saca una cuantas fotos, tal como hace siempre. Hemos traído un par de libros. Chase se sienta con la espalda contra un tronco y yo me tumbo apoyando la cabeza en sus piernas. Él juega con mi pelo. Sacamos las cerezas que hemos traído para comer. Jugamos un poco y nos besamos mucho. El beso se vuelve más apasionado. Chase me coge de las caderas y me ayuda a subir a horcajadas encima de él. Besa mi mandíbula y sigue por mi cuello. Se para ahí y no puedo evitar soltar un gemido. A Chase parece encenderle esto ya que puedo sentir su miembro tensarse debajo del pantalón. Nuestras respiraciones son muy aceleradas, pero debemos parar. Estamos en medio de una montaña, puede llegar alguien en cualquier momento. Me separo de él.

- Lo siento Maddie -se disculpa Chase arrpentido

Es tan tierno. Este chico me vuelve loca.

- Pero si no has hecho nada cariño.

Me estrecha contra su pecho y sonrío.

- Te quiero pequeña.

- Y yo.

El sol empieza a descender y desaparece por detrás del horizonte.

- Gracias por traerme aquí. -expresa abrazándome desde atrás

Lo que ha pasado hoy me ha hecho pensar. Yo nunca he estado con ningún chico. Y habrá un día en el que va a suceder. Hoy habría pasado si no hubieramos estado en un lugar público. Un millón de preguntas aparecen en mi cabeza. ¿Hará daño? Ésta es la que más se repite. ¿Cómo sabré qué tengo que hacer?

Voy a la cocina a beber agua y me encuentro a Anna.

- ¿Tampoco puedes dormir? -pregunto

- No, ayer me levanté tarde y ahora no puedo dormir.

- ¿Te puedo hacer una pregunta?

- Sí, claro.

Nos sentamos en el sofá.

- ¿Cómo fue, bueno, ya sabes, ehm, cómo fue tu primera vez?

- ¿La primera vez que fui al zoo? -pregunta divertida

- No, ya sabes a qué me refiero Anna.

- No, de verdad que no lo sé.

- La primera vez que hiciste el amor. -susurro

- Ah, eso. Te juro que no tenía ni idea de a qué te referías. Bueno, estuvo bien. Ya sabes, Charles es muy atento y no hizo nada que yo no quisiera. No era su primera vez, así que fue él quien marcó el ritmo y vigiló de no hacerme daño. Fue increíble. Espera -exclama espantada-. ¿A caso ya lo has hecho y te ha tratado mal?

- ¿Qué? No, no he hecho nada.

- Entonces, ¿porqué tanta curiosidad?

- Hoy estábamos en el castillo y una cosa ha llevado a otra y... Digamos que su amigo estaba contento y yo estaba sentada encima suyo y lo he notado. Y no puedo parar de pensar en cómo será.

- Solo hay una manera de saberlo y es haciéndolo. Si te sientes así es que ya estás preparada para hacerlo. No digo que vayas ahora mismo a buscar a tu macho, pero si surge, solo deja que pase. Eso si, hazte respetar.

- Gracias Anna. Buenas noches.

La abrazo y vuelvo a la cama mucho más tranquila.

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