El día que todos esperabamos. Cap. 26 ¡ÚLTIMO CAPÍTULO!
Liam había organizado el velorio de Sam, también había contactado a sus padres quienes estuvieron allí, pero no se veían del todo contentos; después de todo ellos vieron todo lo que Sam sufrió en aquel tiempo cuando Liam lo abandonó... no podían culpar al castaño por haber hecho algo como eso, pero simplemente tampoco podían ser hipócritas ocultando su incomodidad cuando de él se trataba.
Realmente no había mucha gente ese día; algunos familiares de Sam, Liam y Kend, Emil por supuesto... y algunos amigos y compañeros del trabajo.
Mientras que las demás personas estaban en grupos o parejas Emil simplemente estaba solo; estaba apartado de los demás viendo como el sacerdote hacía su trabajo; viendo como despedían y veía por última vez a Sam, una persona que se ganó un espacio en su corazón, su hermano, su mejor amigo, su consejero... Emil estaba destrozado; no podía creer todo lo que había pasado, era una pesadilla que le atormentaba.
Después de que el sacerdote terminó de decir sus plegarias Emil tiró su rosa blanca, la única entre todas las rojas que habían allí. A Sam siempre le gusto aquel color...—Pensó y se le escurrió una lagrima. La limpió con su muñeca y se dispuso a salir del cementerio. Ya no había más nada que hacer allí.
Entre tanto Liam también tiró su rosa roja mientras se despedía de una gran persona, no creía que todo había terminado así.
Se estremeció en aquel momento, pero unos cálidos brazos lo tomaron por la espalda, sintió su respiración en el cuello y sintió calma; entonces sus manos se tomaron.
—No se merecía esto...
—Nadie se merece algo así, pero no fue el único que sufrió en el transcurso de nuestra historia... todos estuvimos solos en algún momento. Pero, ahora puedes asegurar, por Dios que jamás te dejaré; Liam, jamás estarás solo... nunca más.—un cálido beso fue depositado en la mejilla del castaño que agradeció inmensamente tenerle allí en ese momento.—Bien, estaré esperándote por allá...—dijo el rubio mientras le daba unas palmadas en la espalda a Liam para luego alejarse.
—Tú tampoco estarás solo... prometo que siempre estarás en mi corazón.—soltó y luego suspiró, se despidió de las personas en el lugar y agradeció su compañía.
Ubicó al rubio que estaba aconchado en su moto negra, aquella que le a caracterizado por tanto tiempo, prendió el vehículo y Liam se sentó atrás de él.
—Abrázame.—inquirió el rubio mientras le daba un casco y se ponía el suyo. El castaño conocía bien a su hombre, así que no lo pensó más y rodeó a Kend por la cintura. Después salieron del lugar.
~Un mes después.~
—¿Enserio estas nervioso?—inquirió Dylan riéndose de su hermano que portaba un elegante smoking gris.
—Pues de hecho es normal, después de todo es su boda. Yo igual estuve nervioso cuando me iba a casar con Julio... no tienes de qué preocuparte. He de suponer que Liam también está en las mismas circunstancias.
—Si... supongo que sí.—respondió el rubio después de ajustar su moño azul marino con puntos blancos.—¿Qué tal me veo?
—¡DI-VI-NO!—exclamó Scarlett entrando por la puerta, portando un fabuloso y muy hermoso vestido color turquesa, que le llegaba hasta un poco más arribas de las rodillas, descotado.—¿Y qué tal esta la dama de honor?
—Te ves muy hermosa, Scarlett.—le respondió el rubio, aunque esa respuesta la buscaba en otra boca. Entonces se quedó mirando fijamente a Clarck, esperando una respuesta.
—¿Clarck?—dijo ella.
—¡Oh, si! Te ves preciosa.—respondió el azabache y los demás rieron.
—¡Gracias!
Mientras tanto en el departamento de Liam, el castaño también se estaba alistando, no se podía negar que este también estaba algo nervioso mientras se miraba al espejo, viendo que su smoking azul marino estuviera en orden.
—¿Qué tanto te miras? Estás muy bien.
—¡No sé, Jordan! Estoy nervioso, supongo...
—No hay porqué, simplemente relájate y disfruta tu día. Pero si no estás seguro de hacerlo, dime y nos escapamos a dónde quieras...
—No es eso, si estoy seguro de casarme con Kend... es el amor de mi vida. Pero estoy muy nervioso... no sé...
—Ah... descuida hermano, todo saldrá bien. Confía en mi, por cierto... date prisa que no hay que llegar tarde a la ceremonia.
—Si, si, si... estoy en ello Jordan, no te desesperes.—le dijo por último el castaño antes de volver a concentrase en la perfección de su smoking.
El tiempo pasó hasta que Liam Woods estaba listo para ir a su gran boda, que se llevaría acabo en la playa de la ciudad, en una parte privada y reservada especialmente para ese día, la cual estaba muy bien adornada para el momento; la boda se daría inicio al atardecer así que no habría mucho sol, aún así las mesas tenían unos paraguas blancos adornado de flores del mismo tono y otras rojas, por otra parte las sillas y la tarima para mirar los votos estaban muy bien posicionadas mirando hacia el mar, en medio de las sillas (qué estaban divididas mitad y mitad) había una gran alfombra color roja con algunos pétalos blancos que iba hasta la tarima que sería el altar. El altar estaba también adornado con flores blancas, algunas rojas y también con algunas cosas del mar; como conchas, caracolas marinas y algunas estrellas marinas artificiales.
Cuando Liam Woods llegó a la playa se llevó una gran e increíble sorpresa al encontrarse con sus padres, su madre le miraba melancolía y con la cara roja; parecía querer llorar, pero de alegría. Por otra parte el señor Woods tenía siempre aquel porte serio, y cuando Liam pensó que solo estaba allí para impedir su boda o decirle algo horrible vio aparecer una sonrisa en su cara, una sincera que no podía creerse, miró a Jordan buscando una respuesta coherente y él solo sonrió.
—Espero te guste mi regalo.—le dijo Jordan mientras le daba algunas palmadas en el hombro y se iba a buscar un lugar entre las sillas junto a los invitados. (O eso pensaba Liam, ya que Jordan ocuparía un lugar en el altar junto a la enfermera Yim, que serían su dama y caballero de honor).
—Hijo...—inquirió su madre, abrazándolo y sollozando en su hombro.—Dios mío hijo, estoy tan feliz por ti.—Liam realmente no podía creer lo que estaba sucediendo en aquel momento, no lo habría creído de no haber correspondido el abrazo a su madre, debía admitirlo; extrañaba demasiado el calor de la mujer que le dio la vida y estaba contento de que estuviera allí; en el día más feliz de su vida.—Bueno, creo que tu padre quiere decirte algo...—dijo dándole paso al esposo, que se veía algo nervioso.
—Eh... hijo... yo... en verdad espero que me perdones; por aislarte de tus amigos, por arrebatarte injustamente del amor de tu vida... por todo. Sé que fui un idiota, pero por fin comprendí que el amor es amor, en todas sus formas, tamaños y... géneros, no importa si está debajo de un vestido o detrás de un pantalón. Solo espero que...—y Liam se lanzó a abrazarlo, no pudo evitar que sus lágrimas comenzaran a brotar en aquel momento; era increíble, no recordaba cuando fue la última vez que pudo abrazar a su padre, el hombre siempre fue muy distante, pero ahora, ahora estaba demasiado feliz por tener su apoyo por primera vez en la vida.
—No tienes que decir más nada padre, te amo y te perdono...—su padre solo lo apretó más contra él y le besó en la mejilla.
—Yo también te amo hijo.—dijo para después separarse de él y limpiarse algunas lágrimas juguetonas que se le habían escapado. ¡Su padre había llorado! Si no fuera por los nervios del momento diría que esto solo es un sueño.—Bien ¡Basta de cursilerías!, ya es hora de entregar tu mano hijo, no queremos hacer esperar a los invitados, ¿Cierto?—su esposa y Liam asintieron, así que su padre se posicionó de lado izquierdo y madre de lado derecho, lo tomaron por el brazo y empezaron a caminar hasta llegar a la alfombra mientras sonaba la típica canción de bodas. El corazón de Liam se aceleró al ver al rubio de su vida esperándolo en el altar, si, debía aceptar que su cara era un poema, tal vez por ver a sus padres con él, pero no le duró mucho el ceño ya que volvió a sonreír. Mientras pasaba por la alfombra pudo observar a sus invitados, algunos conocidos y otros no, ya que había familia de Kend que aún no conocía. Cuando llegó al altar subió y sus padres fueron a sus lugares, Kend le brindó una espléndida sonrisa tan brillante como él mismo sol.
El rubio estaba tan feliz en aquel momento que su sonrisa lo expresaba como era de costumbre.
El juez que los casaría aclaró la voz y la música paro, entonces comenzó a recitar las palabras típicas de las bodas, pero en ese momento ni Liam ni Kend lo estaban escuchando, estaban perdidos en sus miradas, sabiendo lo que pensaba el otro; nunca se habían imaginado este día. Liam Woods volteó a ver a los invitados, comenzando con su lado, donde estaban sus familiares y amigos, de los cuales miró a los más destacados; su tía Natalia, que le ayudó mucho cuando se mudó a México, realmente quería mucho a esa mujer, es como su segunda madre.
Emil; tal vez hubo una vez en la cual ambos sufrieron, pero también tuvieron sus mejores momento, que Liam jamás olvidaría; pero ahora solo era un gran amigo. Clarck; hermano de su prometido, una gran persona y muy buen cuñado que aconsejo y ayudo en algunas ocaciones. Scarlett, que realmente no tenía mucho de conocer, pero qué le había dado muy buena pinta a primera vista. La enfermera Yim, que por supuesto le había tomado cariño, la mujer era muy bondadosa y una excelente persona; por eso era su dama de honor. Y por último pero no menos importante; Jordan, su mejor amigo y hermano del alma, con el cual compartió demasiados momentos en la universidad, pasaron tiempos felices y también muy tristes; juntos aprendieron a salir del abismo en el que casi se hundían.
El juez había terminado y les preguntó.
—Kend Wolf Strong, ¿Aceptas casarte con Liam Woods del Río?
—Si, por supuesto que acepto...—respondió sonriente el rubio.
—Bien, Liam Woods del Río, ¿Aceptas casarte con Kend Wolf Strong?
—Claro que si, acepto.—dijo sonriente.
Era momento de dar los votos de amor correspondientes de cada uno; Kend respiró profundo y tomó la palabra en aquel momento tomando de las manos a Liam.
—Bien,—inquirió.—Yo; Kend Wolf Strong prometo hacerte el hombre más feliz que haya pisado la tierra, prometo amarte todos y cada uno de los días que me resten hasta el final, cada día más por supuesto, me encargaré de tenerte sonriente... y cuando estés triste yo estaré allí para escucharte y consolarte, prometo que jamás te dejaré solo, que estaré contigo siempre; en las buenas, en las malas, en la salud y la enfermedad... hasta que la muerte un día nos separe... ¡Claro que también te dedicare cada uno de mis partidos!—dijo y los presentes rieron un poco, Liam sonrió; no podía estar más enamorado de ese hombre.
—Yo, Liam Woods del Río—dijo el castaño tomando la palabra, mirando a Kend a los ojos.—prometo amarte intensa y lentamente toda una vida hasta la muerte, prometo hacerte el rubio más feliz del universo, prometo cuidarte todos los días de mi vida, juro jamás dejarte solo y quedarme contigo para siempre... te cuidare en la salud y la enfermedad, no te dejaré solo, estaré en las buenas y en las malas y no te dejaré caer, seré tu apoyo incondicional, tu amigo, tu compañero, tu protector, tu amante hasta que la muerte nos separe.
—Perfecto, ahora solo tienen que firmar el acta matrimonial para estar legalmente casados.—dijo el juez dándole las plumas para firmar. Liam tomó la pluma y colocó su firma en el papel que unía su vida con su amado rubio, después Kend tomó la pluma y no pudo estar más feliz de poner su firma en un papel. Al terminar el juez dijo;—Muy bien, los declaro oficialmente casados; pueden besarse.—dijo y Kend tomó a Liam de la cintura, acercándolo lentamente, el castaño posó sus brazos en los hombros del rubio mientras se acercaban y podían sentir sus respiraciones chocando contra sus rostros; se miraron sonrientes y con el corazón acelerado para después fundir sus labios en un tierno y delicado beso que sellaba su amor en aquel momento. Las personas presentes comenzaron a aplaudir y las damas y caballeros de honor tiraron pétalos de color rojo y blanco; pero para Liam y Kend se detuvo el tiempo, en aquel instante solo eran ellos dos, compartiendo un inolvidable momento en su vida, uno que quedará en sus corazones y mentes para siempre.
Después de aquel momento la música comenzó a sonar y los invitados se esparcieron, algunos a servirse en el bufé, otros a sentarse en las hermosas mesas y la mayoría a saludar a los recién casados que bajaban del altar.
Los primeros en acercarse fueron la mamá y hermanos de Kend junto a Scarlett y Julio. La madre del rubio los felicitó, después Dylan, luego Clarck junto a su marido que lo tenía sostenido de la mano, lo que se le hizo muy extraño a Scarlett, quien los felicitó a los ultimo.
—Oh, Scarlett... quiero presentarte a alguien.—le dijo Clarck llamando a la castaña, Kend se fijó muy bien en ellos ya que quería ver la expresión de su amiga.
—Si, claro... dime.
—Él es Julio, mi esposo.—la castaña pareció palidecer, en ese momento un mesero estaba pasando por allí con algunas copas de vino y Scarlett las tomó bebiéndolas rápidamente y pidiendo tequila.
—Un gusto Julio.—dijo con una sonrisa algo forzada y muy decepcionada.
—El gusto es mío señorita, mi amado Clarck me a platicado mucho sobre usted, se ve que qué es muy buena persona.
Ella sonrió y se volteó para buscar a Dylan, al cual encontró sirviéndose en el bufé.—¡Dime que tú no eres gay!
—No, no lo soy...—respondió el joven riéndose ya que ya esperaba ese momento.
—¡Dios mío! ¿Por qué no me dijiste antes sobre el marido de Clarck? ¡Hoy beberé hasta perder la noción!—dijo haciendo reír al menor y por supuesto a Kend, quien seguía recibiendo felicitaciones; ahora las de sus suegros.
—Me da mucha felicidad que mi pequeño Liam haya encontrado un hombre como tú para pasar su vida... se ve que serán muy felices.—le dijo la madre.
—Yo solo espero que me perdones por mis acciones pasadas, estoy arrepentido...—espetó el padre.
—Descuide suegro, lo importante es que nos acepta.—contesto Kend y abrazo al señor Woods para después despedirse y seguir saludando a los demás invitados. Entonces llegó un señor de algunos 46 años tal vez, pero qué estaba en excelente forma.
—Oh, Kend, te presento a mi tío Albert.—dijo Liam.
—Un gusto, soy Albert Woods...—inquirió el señor dándole un apretón de manos a Kend.—felicidades por cierto, también quiero presentarles a mi hijo, el es Ethan...—dijo presentando a su hijo que les felicitó sonriente.
—¡Cuanto has crecido Ethan! Me acuerdo cuando eras un niño todo menso.—bromeó Liam.
—Ja ja ja.—contestó Ethan.—tú tampoco has cambiado mucho Liam.—concluyó y él y su padre se despidieron para irse a sentar.
—Bueno, yo también tengo que presentarte a un primo; el es Arnold, Arnold Wolf Stegen.—dijo el rubio, recibiendo al otro rubio que se acercó sonriente.
—Felicidades, es un gusto conocerte al fin Liam...—inquirió Arnold mientras saludaba al castaño.
—¿Y tú novio vino? ¿Como me dijiste que se llamaba? ¿Jake?—preguntó Kend.
—Ya te dije que aún no lo es Kend, solo somos amigos por el momento...—respondió.—pues no pudo venir por algunos asuntos que necesitaban de su presencia.
—Es una lástima, pues dale nuestro saludo.—le dijo Liam.
—Claro, felicidades nuevamente, espero sean muy felices.—concluyó Arnold para retirarse.
Los invitados fueron pasando uno por uno a felicitar a la pareja de varones que los recibía con sonrisas, poco a poco fueron acabando los saludos y los novios pudieron sentarse un rato a degustar del bufé.
La noche calló en su totalidad y el lugar fue alumbrado por las cascadas de luces que colgaban en el aire y estaban muy bien colocadas en los paraguas, entre las flores, dándole un toque mágico a la playa. Algunos invitados empezaron a bailar, ya sea en la pista que desprendía luces que habían puesto entre la arena o en el kiosco del lugar que brillaba por las cascadas de luces y estaba adornado con flores rojas y blancas. Kend tomó a Liam de la mano y lo sacó a bailar, subieron al kiosco y en ese momento el Dj puso "Say you won't let go" de James Arthur. Todos tomaron a su pareja, la acercaron y comenzaron a bailar lentamente; Kend y Liam no fueron la excepción.
—Estás hermoso esta noche, Liam Woods...—le susurró el rubio al oído.
—Tú tampoco estas tan mal...—respondió el castaño mientras dejaba descansar su cabeza en el pecho de Kend. Se veían hermosos juntos, bailando al compás de la música, en ese mágico instante, entre luces y flores.—Amor...—inquirió después de unos minutos y el esposo gruñó en respuesta.—¿Qué sigue ahora?—dijo con genuina duda.
—Pues... la luna de miel supongo.—dijo gracioso y los dos rieron.—Creo que ser felices, disfrutar nuestra vida juntos... amarnos hasta no poder más... no lo sé, pero CONTIGO todo será perfecto, eso es seguro...
F I N.
24/11/17.
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