El Comienzo de Todo. Cap. #1

"Cada vez que estoy empezando a ser feliz, tengo esa horrible sensación de que esa felicidad no durará mucho."

~*~

Despierto, siento cansada la vista gracias al insomnio de anoche. No pude dormir del todo bien debido al pensamiento que me atormenta desde sexto grado; Amo a Emil Bankhat. El típico chico cliché de las novelas; Alto, fuerte, malditamente guapo y es el quaterback del equipo local de la preparatoria , ah, sin mencionar que es el chico más popular en todo el colegio.
Me levanto y tambaleó un poco, dirijo mi cuerpo aún adormilado hacia el baño para asearme. Termino y salgo para vestirme y después bajar para desayunar con mis padres. Él viejo es todo un homofobico de primera, gracias a él no tengo amigos varones, siempre está esperando lo peor de mi. Nunca podré complacerlo, de ninguna manera... solo espera el momento en el que caiga para poder echármelo en cara. Mi madre; una mujer de estatura promedio, ojos color miel, de tes clara y algo flacucha.
El desayuno concluyó sin nada importante que pueda comentarse, o al menos nada fuera de la rutina; mi padre hablándome sobre que haré con mi vida.

Mi madre me lleva al colegio, como siempre lo hace. Vamos en silencio como es de costumbre. Al llegar me despido de ella dándole un beso en la mejilla y ella me dice un: Que tengas un buen día.
Bajo del carro y me dirijo hacia el edificio frente a mi, lleno de jóvenes de diferentes edades. No me considero unos de los chicos más "sociales" del colegio, ya que si al caso solo cuento con un amigo, más bien amiga, mi confidente... la única con la que hablo desde que estamos en séptimo grado. La encuentro en el salón de la clase correspondiente a la primera hora. Ella sonríe inmediatamente al verme; es hermosa, tes pálida, cabello ondulado café y unos ojos marrones. Lleva como nombre: Vayolett.

Sonrío.—Hola...— le digo y ella responde dándome un abrazo.

—Liam... te extrañe demasiado.— dice alzando la cara para verme directo a los ojos. En realidad es muy hermosa.

—No exageres tanto Vay. El fin de semana no es mucho tiempo para extrañarme de esa forma.— digo y ella sonríe encogiéndose de hombros. Sonrío.

La clase comienza y todo es como de costumbre; aburrido. El timbre suena anunciando la llegada de nuestro "descanso" y suspiro de alivio, todos salen de sus salones para hacer diversas actividades... y si se preguntaban lo que hace alguien como yo pues... espiar a mi crush cuando está entrenando en el campo.
Me siento en las gradas y saco mi emparedado para comer mientras veo a él chico que me gusta jugar al fútbol americano. Practican algunas que otras jugadas y entrenan duro, ya que se acerca la temporada de enfrentamientos con otros equipos de otros colegios. Al poco rato de estar ahí siento la presencia de alguien acercándose, y es Vay. Se sienta a mi lado y me observa con curiosidad, la miró preguntándome que estará pensando.

—¿Cuándo piensas decirle lo que sientes?— escupe de pronto haciendo que me atragantara con la comida.

—¡¿Acaso estas loca?!— le dije y ella sonrió.— No lo haré, no hoy... nunca.— concluí y seguí comiendo mientras seguía observando.

—¿Sabes?— la miró.— Consideró que es muy estúpido de tu parte no decirle lo que sientes...— abro los ojos por la sorpresa he intentó articular algo en mi defensa pero no me deja proseguir hablando antes que yo.— ya estamos a tres días de que el semestre concluya y no nos volveremos a ver por qué tomaremos caminos separados. Y... ¿No tienes la maldita curiosidad de saber al menos si se podría tener una relación con él? O ¿Quizás saber su respuesta?— concluyo. Sabía perfectamente que tenía toda la razón. Pero no tenía el suficiente valor como para hablarle a él... a Emil.

¿Qué si tengo la duda de lo que podría responder? Mierda, claro que tengo esa puta duda, siempre me a atormentado toda mi vida. La duda de una relación con él... solo son sueños lejanos que pueden hacerse realidad en mi subconsciente tanto en la noche cuando sueño, como en mi imaginación cuando lo veo.—Siempre me lo he preguntado...— pienso en voz alta.

Me sonríe con ternura.—¿Quieres un consejo?— Me limitó a verla y a escuchar. Ella mira hacia adelante, perdiendo la mirada en el infinito.—El amor puede ser lo más hermoso que puedes vivir, pero, puede qué también sea el infierno en carne viva...— dice y me voltea a mirar de nuevo sonriéndome como de costumbre.— Tú decides cuál quieres vivir...— termina con una radical sonrisa. Se para y se va de las gradas, dejándome solo. Miró como el entrenamiento concluye y los chicos se dispersan a excepción de Emil quien se queda hablando con él entrenador. Es hermoso, una cabellera ondulada de color marrón, piel pálida y un poco bronceada, un buen físico en lo que puedo ver. Me muerdo el labio inferior y mi mochila cae en una de las aperturas de las gradas.

Genial.

Bajo para buscarla, cuando llegó la recojo y miro hacia el campo donde no párese ver rastro de vida alguna... hasta que siento una respiración atrás mío. Un escalofrío recorre mi cuerpo, volteo y me encuentro con Emil, mirándome con esos hermosos posos grises. No los había notado hasta ahora, tal vez por qué en realidad jamás había estado tan cerca de él, a una distancia tan corta. Retrocedo y él avanza peligrosamente hacia mi, sigo retrocediendo lo más que puedo hasta que mi espalda choca con uno de los semi-postes que sostienen las gradas, miró a ambos lados con los nervios a flor de piel.

—Liam...—dice ligeramente. Jamás pensé que fuera a saber mi nombre.—¿cierto?—pregunta posando sus manos sobre mi mejilla, lo miro, ¡diablos! Es tan caliente como el mismo infierno. Asiento como respuesta.—¿Te habían dicho lo hermoso que eres...?— dice acercándose más a mi rostro. Niego con la cabeza. Se acerca hasta el punto de que sus labios rocen mis mejillas, casi a un lado de mis labios.—Pues...—dice ahora hablando contra mi piel.— eres malditamente hermoso...—me besa de una manera tan calmada. Se separa un poco de mis labios dejando que aspiremos un poco de oxígeno.—Dios, no puedo ocultar más lo que siento por ti, ¡joder, te amo!—me dice dejándome sin habla y volviendo a juntar sus labios con los míos y, entre un intervalo de tiempo yo logro responder un "yo también". al principio no sé exactamente lo que estaba pasando pero vuelvo a la realidad cuando posa su mano en mi cadera y siento cómo introduce lentamente su lengua en mi boca, ahora no desisto y dejo que pase libremente intensificando el beso aún más, todo era tan hermoso hasta que de pronto se escucharon las voces de sus compañeros llamándolo y se separó de mi, me miró... sus ojos tenían una expresión de dolor que ni yo podía describir tan bien en ese momento.

—Perdóname.—dice y no logró entender del todo el por qué de su repentina disculpa. Hasta que los demás empiezan a hablar.

—¡Hey! Emil... ¿Qué haces hablando con ese desperdicio de hombre?— dice uno de ellos al cual no conozco. ¿Desperdicio? ¿A qué se refieren?

—Nada,— dice.— en realidad, nada.—responde de nuevo alejándose de mi y yéndose del lugar dejándome con aquellas personas a las cuales desconocía por completo. Esas palabras dolieron, después de lo que de verdad acababa de pasar. Lo miro con los ojos cristalizados.

—¿Por qué vas a llorar desperdicio?— me dice el mismo quien interrumpió el momento que tuve hacia un rato. Lo miro y él me sonríe de una manera que no entiendo muy bien.—Me das asco, maldito marica...—escupe de pronto empujándome y haciendo que cállese al suelo, los demás se acercan tirando sus maletas a un lado. Miro a Emil que voltea y me mira de nuevo.

—Chicos...—dice, pero él que me empujó lo encara.

—¡Lárgate de aquí si no quieres que tus padres sepan que también eres un maldito desperdicio de hombre!—le grita. Emil me mira y después voltea de nuevo, abandonándome ahí, a la merced de aquellos chicos. Lo miro alejarse del lugar hasta que mi vista está siendo opacado por un puño en mi cara. El impacto deja dolor a su alrededor y siento como un líquido espeso y caliente sale de mí nariz. Lo toco, es mi sangre.—Te enseñaremos a ser hombre.— dice y me patea justo en la cara de nuevo, haciendo que mi cuerpo se impactará de nuevo contra la tierra. Mientras miro como los demás se acercan para unirse al desfile de patadas donde soy el centro de atención.—Puedo jurar que no era está la forma con la cual quería llamar la atención, al menos no así.—Siento cada una de ellas aterrizar en distintas partes de mi cuerpo, el dolor es inconmensurable, escucho toda la mierda que sale de sus bocas... cosas como; "Desperdició de hombre", "Maldito marica", "los errores como tú no deben de existir". Todo hasta que siento una de las patadas impactar contra mi cabeza dejando todo oscuro.

~*~

Despierto en una habitación la cual no conozco. Todo es frío y el olor es algo familiar; estoy en un hospital. Intentó pararme pero un punzón en cada parte de mi adolorido cuerpo me lo impide. Miro mis manos las cuales tienen algunos tubos pasándome diferentes tipos de sustancias.
Él doctor entra por la puerta y me mira.—¡Hola! ¿Ya has despertado? Eso es bueno.— inquiere anotando algo en su libreta.—¿Como te sientes?— pregunta.

—Adolorido.— respondo sin pensarlo dos veces.

—Descuida, es natural después de la golpiza que has recibido. Pero por eso te estoy suministrando analgésicos.—termina.

—¿Qué tan grave fue?— preguntó.

Me mira.— tres costillas rotas, te dislocaste un hombro y te rompieron el tabique.— lo dice con una calma sorprendente.—Tu madre está afuera, ¿quieres que pase?— asiento.—Okay, ahora le digo que pase.—asiento de nuevo y me acomodo en la cama, lo más que puedo ya que el dolor es demasiado. Veo como entra y me mira con compasión.

—Hijo... ¿Como te sientes?—me pregunta acomodando un mechón de mi cabello que estaba en mi frente.

—Un poco adolorido.— respondo con una pequeña sonrisa y ella me la devuelve aunque un poco más débil.

—¿Qué fue lo qué pasó?— pregunta. ¿Qué pasó? ¿En realidad quiero recordar que fue lo qué pasó? Ahora me duele más mi pecho que mis otros golpes, aunque, no es un dolor físico, más bien es el dolor del rechazo y de tus sentimientos destrozados en mil pedazos. El dolor de saber que la persona a la que amas le valga una puta mierda lo que pase contigo, el dolor de saber que nada de lo que te ha dicho es cierto, el dolor de haberse creído una basura de mentira, el dolor de saber que jamás habrá un "nosotros".

Lloro.

Madre...—ella me mira un poco absorta.—¿existe la posibilidad de que pueda estudiar fuera del país?— preguntó y ella me mira un poco confundida. Tal vez por qué lloro mirando hacia la pared, hacia un infinito que no párese existir. ¿Enserio es esto lo qué quiero? ¿Huir de mis problemas es la mejor solución? ¿Tengo otras alternativas? No, creo que no.
La miro de nuevo saliendo del trance que he creado para pensar.—¿La hay?— le preguntó de nuevo. Ella parece comprender mi dolor, el dolor que sale de mis ojos líquidamente en forma de gotas. Asiente.

—Me parece que puedes vivir con tú tía Natalia, en México.—responde.

—Perfecto.—digo y una leve sonrisa se forma en mis labios, en mis partidos labios.











CONTINUARÁ.

Inició: 10 • 09 • 2015.
¡Gracias por leerme!

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