Despedida. Cap. #2

Llego el día de graduación. De una u otra forma debía ir al colegio por mi documentación, aunque ya había hablado antes con el subdirector para que me entregara los documentos aparte, evitando el estar en la fiesta. Los recogería en la dirección. Así nadie me miraría, nadie miraría los golpes físicos y cicatrices psicológicas que ahora cargaba. Nadie podrá ver lo débil que soy.

Mi madre me habla mientras cenamos pero no la escucho del todo gracias al transe que he creado para pensar, no hasta que mi padre grita para llamar mi atención.—Perdón,— me disculpo.— no tengo hambre.— Me paro de mi asiento y intentó salir del comedor pero mi madre me habla antes de salir por completo.

—Liam, ¿Cariño, no tienes hambre? No has comido nada más que unos cuantos trocitos de carne.—Iba a responder pero antes de que eso sucediera mi padre lo hizo por mí.

—Déjalo, ¡Si se muere de hambre será su puto problema!—Dijo.—Ya está grande para que lo trates como un crío.—Concluyó.

—Tienes razón,—le respondo.— ¿Puedes ir a dejarme al colegio?—preguntó mirando a mi madre, mi padre me mira de nuevo con enojo.—Aun sigo algo adolorido por... "la pelea" y no creo poder llegar a tiempo si voy caminando.—Mi madre asiente y mi padre no pone protesta alguna.—Te espero en el auto.—Salgo de la casa y entro al auto, al poco rato llega mi madre y arranca. Durante el camino no decimos absolutamente nada, vamos en un silencio qué, en realidad no es ni cómodo pero tampoco lo contrario. Llegamos a nuestro destino y le indique a mi madre que me esperara en el auto mientras iba a recoger mi documentos, no tardaría mucho. Me dirigí a la dirección esquivando toda la fiesta que se estaba montando en la cancha de educación física dentro de las instalaciones, para mi suerte la dirección estaba del otro lado de la escuela así que no vería a nadie.
Llegue y no vi luces prendidas dentro de la habitación...tal vez había llegado tarde y el subdirector estaba en la fiesta «No lo creo, había dicho que a las 9:00 en punto estaría esperándome aquí.»Pensé. Ya eran las 9:10 y no había rastro de vida de este lado de la escuela... «¿Debería ir? No. Definitivamente no.»Pensé. Entonces escuche unos pasos que se dirigían hacia mi y la luz que iluminaba el corredor me dejo ver un esmoquin negro.

Suspiré.

—Llega tarde.—dije amablemente.

—Lo siento,—Me paralice al escuchar esa voz... esa maldita voz.— no esperaba encontrarme contigo... pero no sabes cuánto agradezco a Dios por verte de nuevo.—Terminó de hablar y se acercó más a la luz iluminando su rostro, un rostro que no quería ver más. No sabía exactamente cómo responder, mi cuerpo no obedecía orden alguna y eso me asustaba más, mis ojos empezaron a derramar ese liquido consecuencia del dolor que me causaba el verlo... un dolor que no pensaba volver a sentir.

Emil.

Mierda. Me sentía despreciable, me sentía la peor basura del mundo... le hice daño a la persona que amo, le hice daño ¡Joder! Soy la peor mierda del universo.
Liam solo me ve ahí, parado y perplejo, llorando... está llorando.
Intentó acercarme pero él retrocede instintivamente, levanto mi mano para poder acariciarle su hermosa cara pero me lo niega mirando hacia otra parte.

—Li-Liam... Yo...—decía mientras quería acortar la distancia entre los dos.

—¿Lo sientes?— me pregunta con sarcasmo que podría percibir a kilómetros.—No me vengas con estupideces Emil... no ahora.

—Liam, lo lamento... sé que fui un gran idiota y una mierda por dejarte pero...—me corta poniendo su mano entre nosotros.

—No quiero escuchar ni una sola palabra de tu boca.—Me sorprendo al escucharlo ya que, sé que está no es la naturaleza de Liam.—Eh aprendido que si antes salió basura de ahí, después también. No imaginas lo mucho que intente comprender tus actos cuando agonizaba de dolor en el suelo, te juro, MIERDA, te juro que intente con todas mis fuerzas comprenderte... pero, simplemente no encontraba algo lógico, no hasta que cuando aún deliraba pensé: ¿Quién querría estar con alguien como yo? Un desperdicio de hombre, ¿Quién estaría conmigo cuando puede tener mujeres de a montón? Dímelo Emil.—Nunca había escuchado tanto dolor en las palabras, cada que Liam hablaba se le escurrían más lagrimas de sus hermosos ojos, y ahora me doy cuenta que aún tiene uno hinchado y morado... si que soy una mierda.—Me gustabas más antes, cuando sólo te miraba jugar por horas...—Sonrío entre lágrimas.—había encontrado la felicidad ahí, sin tener que hablarte, la luz que desprendías era celestial... más ahora me dueles. Estos golpes—Dice alzándose la playera que tenía y dejándome ver todos sus moretones que se veían horribles pintados en su piel blanca.—no significan nada Emil, estos se van a desvanecer y cicatrizar, más los internos jamás lo harán. Antes no salías de mi mente por un segundo, y me encantaba que fuera así, y ahora sólo es una pesadilla donde no encuentro salida.—Sus palabras eran puñaladas directas a mi corazón... «Pero, me las merecía ¿No es así?»Pensé. Cae mi primera lágrima y me arrodillo ante él.

—Me prometí quererte para siempre... y era cierto,—digo mientras rompo en llanto.—Perdón si te vi por accidente Liam, perdón por no defenderte, que estúpido es perderte... Lo siento.—pongo mis manos en el suelo.—¡No espero un perdón ni mucho menos amor! Te falle, me fui... pero era por qué mis mentiras me daban miedo, soy una puta mentira hecha persona... no pude ser más fuerte que mis demonios, Liam... no pude y te pido perdón por eso... En realidad espero que me perdones.—Le digo mientras lloraba.

—Lo único que puedes esperar será mi olvido.—Sentenció con una firmeza que desconocía, una cruel firmeza. Alcé mi rostro para verlo a la cara, me toma de la barbilla y deposita un tierno beso en mi frente. Siento como una de sus lágrima cae en mi rostro y como mi corazón se hace polvo.—Me duele amarte tanto.—Concluyó para retirarse de ahí, dejándome arrodillado mientras veía como el amor de mi vida se iba y nunca volvería. Grito a todo pulmón dejando salir esa presión en mi pecho, junto a mi voz llena de dolor salen las lagrimas.

¿Así qué esto es el dolor?—Pienso por último.—Perdón por hacértelo sentir, Cariño.





Liam.

El clima era cálido, el sol brillaba y se oían las voces de muchas personas a mi alrededor, intente estirarme pero mi cuerpo aún dolía algo. Estaba pensando en mi nueva vida en México, me imaginaba terminando mis estudios como médico... pero mientras naufragaba en mis pensamientos llegaba a mi el vago recuerdo de mi primer beso, que fue con la persona que tanto anhelaba, más ahora ese recuerdo debe estar sepultado en mi olvido.

—¿Estás seguro de esto, Liam?—Me pregunta mi madre. Estábamos en el aeropuerto, eran las 11:17 a.m. Y mi vuelo salía en tres minutos más. Solo me limito a asentir. Anuncian que mi vuelo ya estaba listo para salir y que fuéramos abordando de una vez al avión.—Bueno, supongo que este es el adiós...

—Hasta pronto madre.—Le digo mientras la abrazo.—Te voy a extrañar.—Me separó de ella y me despido de mi padre, me retiro de allí mientras veía cómo mi mamá lloraba. «Joder... al menos me queda la melancolía, el placer de estar triste.»Pienso.

Unas horas después estaba en México D.F. Todo el vuelo dormí intentando olvidar por un momento lo pasado pero los sueños aveces no son los mejores lugares para recurrir. Busque a mi tía y la encontré con un cartel que en inglés decía:

¡Soy tu tía Liam!
*Natalia del Río.*

Me dirijo hacia ella, me a sacado una pequeña sonrisa.—Hi—Le digo y ella palidece.— You are my aunt?—le preguntó.

—Yo... Ser tu T-Í-A..—Dice y me rió.

—Descuide...—Sonrío.—Sé hablar el español también.—Ella suspira y se ríe junto a mi.

—¿Te quieres ir ya?—Asiento. Nos subimos a su auto. Mientras íbamos en el camino me hacía muchas preguntas diferentes sobre mi y mis estudios, sobre mi familia etc.—¿No tienes alguna pregunta?—Me dice ya que no hacía más que responder un "Si, No, Tal vez y probablemente."

—Esa casa es grande... se parece a la Casa Blanca de los Estados Unidos.—Digo.

—Ah, si... es la mansión Wolf... una de las familias más ricas aquí en el D.F.—Asiento. Después de un no tan largo recorrido del aeropuerto al departamento de mi tía, llegamos a su casa. Me mostró la pequeña instalación y mi dormitorio.

Y así comienza una nueva vida, Liam Woods.

La escucho decirme algo desde abajo.

—Liam, ¿Tienes hambre?

—Claro.—respondí sin dudarlo. Él hambre me carcomía desde que aterrice en la Ciudad.

Ella me sonríe.—¿Puedes ir a la tienda? Sólo hace falta pan para hacerte unos emparedados. La tienda es cerca, no podrías perderte... son cuatro cuadras a la izquierda.—Asiento.—Es la única casa al fondo... también es una refaccionaría, toma dinero de la mesa.—Me señaló y tome un poco de sencillo. Camine fuera del departamento hacia dónde se me había indicado. Iba viendo todo a mi alrededor para no poder perderme aunque  todo sea camino recto. Llego a la famosa refaccionaría y camino por está, donde hay clavos y pedazos de carros por donde sea tirados en el suelo y tres carros que me imagino están arreglando. Voy viendo todo.

—Buenas tardes... ¿Hay alguien por aquí?— digo y sigo caminando hasta que torpemente aplasto un tubo que me hace caer... cierro los ojos esperando el golpe que no llega. Los abro y veo una gran sonrisa perfecta y blanca, unos hermosos ojos marrones.—Guao...—Creo que lo dije en voz alta.

Él chico que me sostiene ríe. Mierda, si lo dije.—Buenas tardes. ¿Tú quién eres? No eres de por aquí ¿cierto?—Me pregunta. Si que es apuesto.—¿Te ha comido la lengua el gato?—Me pregunta sacándome del transe. Me paro de sus grandes brazos rápidamente.

—P-perdón.—Digo con mi mejor sonrisa. Noto un brillo en sus ojos.—Estoy buscando una tienda por aquí creo...

—Adentro, pasa si gustas.—Me dice señalando el interior de la casa. Asiento. Pasó y compro el pan indicado. Salgo y volteo para todas partes, buscando la mirada de aquel chico.—Te iré a ver al rato ¿Te parece?—Dice saliendo de bajo de un carro.—Para darte una buena bienvenida al vecindario. Bueno, luego te veo, Liam...

—¿Adiós?

—Sam...—Responde. Me dirijo de nuevo al departamento muy confundido por lo sucedido con el joven. ¿Cómo conocía mi nombre? Era la pregunta que ahora atormentaba mi mente.







CONTINUARÁ.

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