6 Años después. Cap. #11
Kend.
Todos aplaudían conmovidos y llenos de felicidad en su totalidad mientras yo brindaba junto a mi madre y hermanos... ¿Pero por qué? Pues ya había asegurado mi puesto como linebacker en el equipo de los Giants de New York.
Mi familia celebraba conmigo en una casa de vacaciones que teníamos en la ciudad. Todo había pasado muy rápido... el tiempo volaba y era consciente de eso.
Después del accidente que tuve hace seis años en la moto cuando en un intento fallido intente recuperar a Liam tuve que reposar más o menos dos meses en cama ya que fue algo grave, después de eso intente—Maldita sea, puedo asegurar que intente con toda mi puta vida.— reencontrarme con Liam, más... jamás pude localizarlo, no volví a saber más de él. A su tía le cortaron todo contacto con su sobrino y hermana así que ella tampoco sabe más de él desde el incidente. Juro que lo busque casi dos años y medio... y en realidad jamás me di por vencido, y no lo haré, sólo que por mi madre me concentré más en mis estudios aunque al final no fui el abogado que querían y termine como jugador del futbol americano, ahora que soy un hombre estoy más que decidido a dar con Liam de nuevo, mi amor por él nunca disminuyó, en lo absoluto, se incrementó y haré todo, absolutamente TODO lo que este a mi alcance para estar de nuevo con la persona que amo.
Al menos sabía que estaba en Estados Unidos. Eso ya era ventaja... lo sabía ya que era poco probable que estuviera en otro país que no fuera este, con suerte, lo encontraría por aquí. La fiesta había llegado a su fin por ahí de las 3 de la madrugada, aunque yo me había ido del lugar a las 10 ya que mañana tenía mi primer entrenamiento como miembro oficial del equipo. Estábamos cerca de que iniciara la Super Bowl de este año y al ser el novato tal vez no jugaría, o con suerte tal vez si lo haría, si llegaba a demostrarle al Coach que tenía lo que se necesitaba para entrar en partido lo haría y daría lo mejor de mi. Así que a dar todo en el entrenamiento.
El entrenamiento daría inicio a las 6 a.m. y sería en nuestra sede ubicada en la ciudad, por tanto me había levantado a las 5:30 para poder desayunar algo antes de irme... mi elección es cereal con leche y una manzana. Había frío a esta hora, la ciudad está cubierta por una capa de niebla por las mañanas y soleado en las tardes, era un clima qué, en lo particular me gustaba. Veo bajar a mi hermano mayor por las escaleras de caracol. Clarck quién ahora contaba con 29 años, yo solo iba cinco años más abajo con 24 y el ahora no tan pequeño Dylan cuenta con 18 años... creció tan rápido que no me había dado cuenta que no le faltaba más que un año para terminar su preparatoria.
—¿Desayunando tan temprano?—Pregunta Clarck tomando una manzana y dando un pequeño mordisco. Asiento con la cabeza. Lo veo preocupado, ha estado así desde un mes después de su boda. Imagino que no debe ser tan fácil. Le pregunto sabiendo exactamente que estaba en lo correcto conociendo que el motivo era su matrimonio, él me mira y sonríe por lo bajo.—No todo es un "vivieron felices por siempre..."— me dice resaltando la frase con comillas hechas por sus dedos.—Julio me cela demasiado, y... no voy a negarte que me encanta eso de él. Pero aveces termina siendo excesivo y al final todo acaba en pleito.—Agacha la mirada. Por cierto, no soy el único que terminó cayendo por los encantos de un hombre. Clarck lo tuvo muy bien escondido por unos meses después de la muerte de mi padre, aunque según él ya lo había hablado con el viejo antes de su muerte... mi madre lo tomo bien, al decir verdad no parece afectarle y pareciera que lo tomase como si fuera normal, aunque, en nuestra familia, eso es normal. Su marido se llama Julio, un hombre de cabello café claro, con la misma edad de mi hermano. Dirijo de nuevo la mirada a mi hermano.—Aún así no se deshará tan fácilmente de mí.—dice con una sonrisa. Termino mi cereal y depósito el plato en el fregadero después de lavarlo.
—Veras que todo sale perfectamente, Julio te ama hasta la médula y no querrá perderte... se nota a kilómetros.— le digo mientras agarro mis cosas para retirarme.—Nos vemos luego...— digo por último para salir de la casa he irme.
Todo es tan hermoso, pero, para la perfección me faltas tú.
~*~
Emil.
Suspiro de cansancio.
Mis brazos, abdomen y piernas arden como el infierno gracias al ejercicio estricto que llevo. Mi entrenador exige una abdominal más para terminar la serie de 300, con todas mis fuerzas empujo mi cuerpo hacia adelante, sintiendo como mis músculos hacen flexión y arden. Llego y termino mi entrenamiento, dejándome caer de espalda en el suelo. Escucho como el entrenador me felicita pero me da igual. Me paro y dirijo hacia mi ducha... al llegar me aconcho contra la dura y fría pared tapizada de mosaicos, mi espalda manda un pulso eléctrico a todo mi cuerpo al toque con la superficie gélida. Abro la regadera dejando caer el líquido tibio que relaja mis músculos.
Suspiro.
¿Cuántas veces te prometiste no dejarle solo?–Me digo a mí mismo.–¿Cuántas veces soñaste con uno de sus besos? ¿Cuántas? ¿Y todo para qué? ¿Para dejarle en cuanto el miedo toco a tu puerta?–Frunzo el ceño sintiendo como el dolor se acumula en mi pecho, sintiendo como el ciclo de depresión vuelve a empezar.–Deberías darte asco... ¿Crees qué él merecía esa mierda? ¿Acaso creíste por un segundo qué él no sufriría después de lo que le hiciste? Eres un total pendejo.–La primera muestra de dolor verdadero sale de mis ojos, mezclándose con el agua de la regadera. Golpeó el mosaico, rompiéndolo. Veo como una fina hilera de mi sangre sale de mi puño contra los azulejos. Grito mientras me arrodillo y dejo salir todo el dolor con el que cargo.—¡Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda...!—Grito mientras sigo llorando.–¿Y sabes qué es lo más estúpido de tu parte? Creer que te perdonaría después de hacerle mierda. No tienes remedio alguno, todavía eres ese pequeño idiota de hace algunos años, ese idiota que lo miraba y nunca lo hablaba por el temor de ser juzgado... piénsalo ¿Valió la pena reprimirte hasta hoy? ¿Qué fue lo qué conseguiste? Nada. Absolutamente nada. Mira a tú alrededor, lo tienes todo, fama, dinero y mujeres... pero ¿Acaso eres feliz? No, no lo eres... aún eres virgen por esperarlo aunque en el fondo sabes que no llegara. Es tal y como él dijo ¿Quién querría estar con él teniendo mujeres? Tú, sólo tú... pero lo has perdido y para eso no hay remedio alguno.–Lloro más, sacando afuera todo el dolor que jamás me abandonara y que siempre estará allí, recordándome lo estúpido que fui una vez en mi vida.
Todo continúa hasta que reúno las fuerzas para salir de mi tormento. Salgo con una toalla enredada a la cintura.
—Te necesito... Liam, no sabes lo mucho que te necesito en mi vida.— Miro la herida en mi mano, me he roto los nudillos.—Mierda.—Digo al final. Escucho como tocan a mi puerta, miro hacia ella.
—Señor Bankhat...—Dice mi ama de llaves al otro lado de la puerta.—El señor Cornelio lo busca.—Finaliza. Sam... me había dicho que hoy saldríamos a por unas bebidas.
—Ya voy.—Le respondo para que se valla. Termino de ponerme la ropa y salgo para recibir al moreno. Lo veo de reojo, está tomando un poco de vino, sentado en mi sillón de cuero. Intento recordar a qué se debía su visita, es difícil acordarme de este tipo de cosas cuando estoy en la depresión. La respuesta llega como un golpe a mi cabeza: "Nuestra reunión de la suerte." Que no es más que una pequeña salida a algún bar antes de que empiece la Super Bowl del año.
—¿Cómo está mi quarterback favorito?—Dice mientras se para.—Hoy toca nuestra salida de suerte antes del partido, ¿Ya estás listo?
—Vamos...—Le digo para que me siga al garaje y subamos a uno de mis automóviles. En el transcurso del camino Sam habla de muchas cosas, eso es lo que me agradó de él: Siempre tiene algo que decir. Lo conocí en una de las fiestas para recaudación de fondos que hace mi equipo... esta recaudación era para el cancer infantil y pues... ahí lo conocí: Doctor especializado en Biomecánica. Augustos Sam.—¿Qué bar será el que visitaremos hoy para la junta de suerte?—Preguntó y Sam responde casi que al instante: Pitcher's sería su opción.
Llegamos al lugar, estacione mi auto en su aparcadero y salí para acompañar a Sam. Le hice seña de que me siguiera y eso hizo. Nos colocamos en una mesa de un esquina que, parecía la más cómoda de todas. El lugar es sorprendente: Tiene un ambiente oscuro y calmado pero no gótico... algo clásico. El lugar es iluminado por pequeñas lámparas amarillas que cuelgan arriba de cada mesa y una gran y extravagante decoración en el bar del lugar con luces de neón. También contaba con pantallas planas en puntos estratégicos para que nadie se quedara sin ver el partido que se transmitía.—Un lugar muy acogedor.—Digo por ultimo y sentarme con Sam. En menos de dos minutos una dulce mecerá estaba dándonos las cartas y retirándose brindándonos una amable sonrisa para que pudiéramos escoger.—Empecemos con una cerveza cada quién,— le digo a Sam.— luego vemos que comemos.— él asiente. Al poco rato llega la joven para pedir nuestras órdenes a lo que le contesto con: Dos cervezas Españolas. Ella asiente con una sonrisa y se va diciendo que ahora mismo nos las traía y en el mismo momento ella regresó con unas copas de cristal llenas hasta el tope con el logotipo del bar en ellos.
—Si se les ofrece algo más no duden en presionar el botón que se encuentra en medio de su mesa, así vendré a ayudarles con lo que necesiten.—Sin más que decir se retiró de allí.
—Me encanto el lugar, te tratan como si fueras especial.—Digo sonriendo y dando un trago a mi bebida.
—Supongo que es porqué eres el quarterback de los Cowboys.—Dice con un deje de diversión. Los dos reímos. Pasamos el rato excelente, como siempre. Todo en la atmósfera era tranquilidad y felicidad... hasta que el ambiente se tensó, al menos para mí lo hizo, ya que vi entrar a casi todo el equipo Giants en el bar... podría reconocerlos a kilómetros. La aurora que desprenden es de superioridad cuando no la tienen y eso me hace perder la paciencia fácilmente. Decido pasarlos por alto y no tomarles importancia en lo absoluto.—Si te molesta podemos irnos a una mesa del otro lado para no poder verlos.—Me sonríe Sam. Okay. Si me daban la oportunidad no podía desaprovecharla. Así que nos mudamos a una mesa más alejada y seguimos en nuestra platica, aunque... no podía evitar mirar de vez en cuando para el lugar donde se habían situado. Hasta qué me percaté de algo inusual... ¡Un nuevo integrante! Así que eso era.
—Así qué ese es su nuevo linebacker.—Digo. Aunque no sé si lo pensé o lo dije.
—¿Quién?—Me responde Sam. Lo dije.
—Ah, me refería al nuevo jugador de los Giants... me parece que es aquel hombre de allá.—Señaló con la mirada a aquel rubio de ojos azules que estaba riendo con sus compañeros. Sam voltea a ver con curiosidad... veo como de la nada palidece.—¿Sam, estás bien?—le pregunto. Miro como hace un puño en la mesa.—¿Sam?—Digo por ultimo, antes de ver cómo el moreno explotaba frente a mi. Parándose de su asiento y dirigiéndose hacia el rubio que se había señalado antes. Me paro para detener a Sam pero antes de que lo haga él dice:
—¡Wolf!—Ese toque de ira y tristeza... me recuerda a... veo como el nombrado por lo que me imagino es su apellido voltea y lo encara algo confundido.—Hijo de puta—Le dice Sam, estampando su puño contra su cara, los demás del equipo del rubio se meten en el conflicto para separar a Sam y me meto para agarrar al moreno.—¡Suéltame, Emil! ¡Maldición!—Decía mientras intentaba soltarse de mi agarre. El rubio se acaricia el golpe qué impacto por su mejilla derecha. Veo que aún seguía confundido.
—¡¿Pero qué mierdas te pasa?!—Inquiere por fin el rubio. Veo como observa a Sam de pies a cabeza y después habré los ojos como platos. Parece que ha recordado.—¿S-Sam?—Tartamudea.—¿Pero que cojones? ¿Por qué has hecho algo cómo eso?—Le cuestiona el rubio.
—Ya no está Liam para defenderte, maldito infeliz.—Escupe Sam. ¿Li-Liam?—Él era lo único que paraba mi puño para no clavártelo en tu puta cara de mierda.—Veo como Sam se altera más.—Te aborrezco... ¡por tu maldita culpa se llevaron Liam! ¿Crees que él quería eso? ¡¿Ah?!—El rubio sólo escuchaba atento, y aún muy sorprendido. ¿De qué Liam hablaran? Sólo debe ser una simple coincidencia.
—Y-Yo... mierda.—Pensó la respuesta antes de decirle algo.—No sé el porqué de tu gran alteración, pero déjame decirte que él, nuca fue y será tuyo.—Sonríe por lo bajo y Sam empieza a escupir más groserías. Tengo que sacar a Sam antes de que llamen a la policía. Así lo hago. Lo subo al carro y me lo llevo. Está llorando.
—Sam... ¿Quién es ese tal Liam?—Pregunto con genuina duda. Él voltea a mirarme, con una mirada melancólica.
CONTINUARÁ...
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