Tiza

Manchas rojas que se volvían rosas al difuminarse con el movimiento que su mano hacía al escribir con prisa. Colocó la tiza de nuevo en su sitio y tomó su cuchillo para salir del salón de ese edificio, dejando sobre el escritorio el cuerpo expuesto del profesor que seis días antes a una alumna profanó y cuya verdad ahora estaba escrita en aquella pizarra blanquecina por la tiza.

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