Mundos entrecruzados (I)
Percy
No sabía porque yo estaba allí, Quiron definitivamente se tomó en serio el hecho de buscar semidioses, y decidió llevar ese aspecto al extremo más grande.
No que protestara.
¿Escuela de magia? ¡Con gusto! ¿Dónde están los pasajes?
Pero aún así sentía un poco de duda al sostener ese pedazo de madera entre mis manos... No que tenga algo en contra de las varitas, pero prefería mil veces más una espada grande y filosa para protegerme.
No un repuesto de pata de silla.
De todos modos, me guardo el artefacto con extremo cuidado, sabiendo lo que le costó comprarlas al campamento, y lo que tenía que cuidarla.
Según el que me lo vendió, un pelo de cola de unicornio de crines doradas conformaba parte del centro de la varita, y que eso le daba una gran utilidad para los contra hechizos.
¿Qué son esos? No tenía la menor idea.
Miro a mi costado, en donde Annabeth caminaba tranquilamente, ya con expresión de total manejo.
— ¿Annie? — se da vuelta para mirarme — ¿Qué es un contra hechizo? —
La rubia rodea los ojos y larga un suspiro de exasperación.
— Para que tuvimos dos semanas de clases de hechicería, no lo sé — se murmura hacia ella misma, y comienza a explicarme.
Ese día sucedería todo.
Quirón nos mandó a Hogwarts, colegio de magos y magas jóvenes, en el cual al parecer había un gran número de semidioses inconscientes a su importancia. Conservando y reservando su poder en las varitas, ya que el ADN que identificaba a un hechicero no era tan diferente al de un semidiós, por lo que se podía perfectamente canalizar el poder en simples movimientos de varita.
Pero eso solo reprime de lo que son capaces de hacer.
La misión de los que fueron mandados, era identificar el mayor número de individuos con sangre de dios y llevarlo al campamento mestizo o Júpiter. Dependiendo su progenitor.
Para ello, nos haríamos pasar de magos, no era difícil, ya que ya habíamos aprendido a canalizar nuestros poderes a través de la varita.
Teníamos que, básicamente, ser ellos. Participar de las clases, actividades y excursiones que los demás. Por un año completo.
Se podría decir que somos alumnos de intercambio.
Éramos bastantes, demasiados, para decir verdad, diecisiete en total.
Más por un tema de poder dividirnos en las casa que seamos seleccionados y hacer una búsqueda más profunda.
Los siete estábamos presentes, después estaban Nico, Will, Travis, Connor, Rachel, Reyna, Grover, Katie, Calypso y Thalia.
Muchos se sumaron simplemente por el hecho de que no querían pasar un año sin ver a sus "amigos". Cómo Calypso, Will y Katie.
Katie y Will supuestamente decidieron ir porque la misión les interesaba, pero nadie les creía.
Will tenía básicamente corazones en los ojos cuando miraba a Nico, y todavía no estaban juntos.
Nadie sabe porque.
Llegamos a la entrada del colegio, una reja negra carbón se alzaba al cielo, y los diecisiete miramos hacia arriba, todos vestidos de la misma manera, con mochilas de diferente peso, ya que estábamos en diferentes años.
Un extenso camino de piedra seguía a través de la puerta, haciendo subidas y bajadas, y después desapareciendo en el horizonte desconocido. Todo el alrededor del camino estaba rico en vegetación. Arbustos con frutos de distintos colores se alineaban a sus costados. En el más cercano, el cuál tenía lo que parecían zarzamoras, había un gato de pelaje marrón, aureolas de un color más opaco rodeando sus ojos verdes cansados pero atentos.
Jason se adelanta un poco, no seguro de que hacer.
— ¿Tocamos? — pregunta dudoso
— Sí Jason, toca la reja y fíjate si alguien en una escoba voladora te responde — Dice sarcásticamente Leo, acomodándose constantemente su túnica. Decir que el latino estaba irritado por toda la situación era poco, no hace más de dos semanas que él había vuelto de su "excursión" con su novia y ya lo habían mandando a Londres. Le habían dado la opción de quedarse en el campamento, pero Piper se negó a dejar al chico solo otra vez.
Calypso al segundo se sumó.
Todavía no lograba asumir que ella estaba fuera de su isla, usando musculosas y riéndose a carcajadas con Leo.
Una imagen completamente diferente a la que me acordaba.
— Quirón dijo que habló con la directora y que nos recibirían — apunta Annabeth, investigando con más profundidad el alrededor de la reja.
Acerca una mano cautelosa al metal y con las yemas del dedo lo toca suavemente. Automáticamente las rejas se abren de un golpe, liberando un viento que nos mueve para atrás unos centímetros. El gato ni se inmuta, observándonos con algo que se podría descifrar cómo incredulidad.
La apertura se veía extrañamente sospechosa. No era necesario decir que las entradas simples nunca eran de fiarse en la vida de un semidiós. Pero se suponía que este sitio era una escuela segura.
¿No?
— Grover, ¿Hueles algún material monstruoso? — pregunto, dirigiendo mi mirada a mi mejor amigo. Este acomoda sus muletas de plástico grisáceo, las que escondían el hecho de que caminaba como una cabra, y olfatea el aire.
— Definitivamente hay monstruos cerca — dice el sátiro para nuestro espanto — Pero están protegidos por un aura extraño... Como en nuestros bosques —
Todos nos miramos entre nosotros, no tan seguros de cómo seguir desde allí.
De repente, como si nuestra desesperación haya atraído la respuesta, el gato rodea los ojos. Por primera vez desde que llegamos, se para, estirándose con lentitud para después caminar con paso elegante hacia nosotros.
No que le tenga miedo a los gatos, pero definitivamente se veía amenazador.
Cuando se acerca un poco más, el pelaje se retracta en su piel, y su rostro se achata mientras crece en altura.
Una anciana vestida en una túnica muy parecida a la nuestra nos miraba a los diecisiete con desaprobación. Tenía su pelo recogido en un rodete prolijo, anteojos ovalados posicionados sobre su larga nariz.
— ¿Qué creen que están haciendo? — Pregunta, acento inglés evidente en su tono.
Hazel avanza, mirando de reojo a la mujer que se paraba con seguridad — Señora, no se si le informaron, pero somos alumnos de intercambio de la escuela de magia new yorkina Mágikus —
La anciana alza las cejas con asombro.
— Quirón se esmeró... ¿Hebreo? La última vez ni si quiera le puso nombre — especula la mujer.
— ¿Directora McGonagall? — pregunta Hazel, abriendo sus ojos con sorpresa.
Esta asiente, la sombra de una sonrisa pasando por sus labios finos.
— Le dije al centauro que los mande en el tren, siempre luce sospechoso cuando los mandan por acá — reflexiona cruzándose de brazos. Hace un gesto con la mano, para que pasemos, y la manada avanza con rapidez, el frío de la noche ya era demasiado para nuestros cuerpos.
— Directora, ¿no es la primera vez que vienen semidioses al colegio? — cuestiona Katie Gardner.
— Quirón siempre manda un grupo cada cinco o seis años, pero la inspección anterior fue cancelada porque sucedían sucesos peculiares con un respectivo estudiante — explica, mientras avanzamos por el camino.
— ¿La piedra filosofal?— adivina Annabeth.
No sabía que era lo que mi novia decía, ya que no me propuse estudiar la historia de Hogwarts. Lo que si me había enterado era que no hace mucho que hubo una guerra en las mismas tierras por donde ellos avanzaban.
— Eso mismo, les aseguro que cuando sean seleccionados se enteraran de todo lo que sucedió en los últimos siete años—
Eso era otra cosa que era peculiar, el tema de las casas.
El colegio estaba dividido en cuatro grupos mayores, Gryffindor, Ravenclaw, Slytherin y Hufflepuff. Cada uno con valores diferentes, pero igual de especiales que los demás.
Honestamente no sabía en cual me seleccionarían, Annabeth aseguró que sería Gryffindor, pero según las características de esta, no me sentía identificado.
Principalmente tenía una atracción hacia los de Slytherin, parecía una casa prometedora, pero también habían aspectos con los que no me relacionaba.
— En unos minutos llegaremos al castillo, la ceremonia ya empezó hace un rato, ahora los alumnos deben estar cenando. Llegaremos y los distribuiremos lo más rápido que podamos para que comiencen con sus tareas — asegura la directora, señalando la figura simétrica que se expandía en frente nuestro.
Cómo dijo, en unos pocos minutos ya estábamos caminando por los corredores, observando con admiración todo a nuestro alrededor.
Los cuadros nos miraban, algunos aburridos o hasta acostumbrados a que un grupo de estudiantes llegue tan tarde a esta hora. Un hombre con barba puntiaguda le silba a Piper, quien es derribado por una ráfaga de viento de parte de Jason.
McGonagall se da vuelta en sus tacones y encara al rubio.
— Sus poderes no pueden ser expuestos dentro del ámbito escolar, desde ahora hasta que su misión finalice, no se les permite mostrarlos ni usarlos. Siempre tratamos de mantener la existencia del otro escondida. Traten de no arruinarlo. — reprime. Jason se achica sobre el mismo.
— ¿Pero si encontramos semidioses? — Nico contesta
— No les podrán informar tal cosa hasta que tengan mi aprobación —
Entonces, sin previo aviso, abre las enormes puertas marrones.
El comedor que había adentro era inmenso, cuatro mesas rectangulares estaban en el medio, llenas de chicos, y más allá de estos, otra mesa más, con adultos comiendo en charla tranquila. El techo no existía, era un cielo nebuloso con estrellas brillantes, velas suspendidas más abajo, dando una iluminación cálida a todo el lugar.
El ambiente que hay adentro era escandaloso, era una atmósfera de eterno ruido y griterios, un tsunami de color negro, amarillo, verde, rojo y azul respectivamente.
Pero apenas nuestra presencia se hace visual, todo se calla.
Millones de ojos estaban sobre nosotros, diecisiete adolescentes expuestos a una escuela entera.
— Um... — Leo recapitula en voz baja — ¿Alguien me explica que está sucediendo? —
McGonagall avanza un poco más.
— ¡Alumnos! Den le la bienvenida a nuestros nuevos estudiantes limitados, vienen desde New York a quedarse por un año —
Silencio. No se escucha ni una voz, ni los profesores se dignan a expresar palabra.
De repente, un chico de bufanda bordó se para en su asiento, pelo negro y despeinado, ojos verdes escondidos por el vidrio de unos anteojos redondos. Y comienza a aplaudir.
Como si esa acción sea revolucionaria, todo el salón lo sigue.
— ¿Quien es ese? — le pregunto a Annabeth, elevando mi voz sobre los aplausos y silbidos.
— Harry Potter — responde de inmediato — El chico que vivió —
¡Done!
Primer capítulo de "Mundos entrecruzados" está listo.
¿Les gustó?
¿Qué parte les pareció la más intrigante?
Obviamente este sería como un prólogo, en el próximo capítulo los semidioses serán seleccionados.
Dejen sus opiniones,
Domi1806
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