El fin.
Por su parte eran pocos pero compartía amistad con algunos familiares de Ibrahim, entre ellos, Lydia, quien ahora era una buena amiga suya.
Seguía manteniendo distancia con la reina Amy, pero solían ser amables entre ellas, de alguna manera, ambas se mantenían al margen de la otra, aunque cada vez se estrechaban un poco más.
Con el rey era diferente. Ahmed la recibía siempre amable y con una sonrisa e incluso coqueteaba con ella.
Miró aun costado donde las esposas de sus amigos estaban sosteniendo a sus hijos.
Perséfone luchaba por contener a sus cuatro hijos mientras Parker se desviaba antes de llegar al altar donde Ibrahim la esperaba.
Finalmente llegó hasta su novio quien la recibió con una sonrisa emocionada e hizo un asentimiento a cada uno de sus acompañantes.
Recibió un beso en los nudillos y sonrió emocionada antes de que la ceremonia comenzara.
Los nervios se esfumaron ante la seguridad con la que Ibrahim recitaba sus votos prometiendo quererla y respetarla por siempre.
Aquella sería la primera de sus bodas, la segunda vendría después, solo para reafirmar frente al pueblo de Ibrahim su lugar como la esposa legítima.
Recitó con emoción sus votos y poco después ambos se veían firmando el acta que los unía de forma legal y que ella esperaba fuera para siempre.
Sonrió emocionada cuando se pronunció la bienvenida a la pareja Hâbbar y la gente se deshizo en aplausos.
Los padres de Ibrahim fueron los primeros en felicitarlos. El joven sonrió divertido cuando todos sus primos y hermanos estuvieron haciendo escándalo para abrazarlo y felicitarlo.
Melina se fue de mano en mano entre sus amigos y las esposas de estos, quienes la hicieron girar por el lugar.
Las felicitaciones cesaron largo rato después y solo entonces la pareja pudo tener un tiempo para ellos.
Recorrieron cada mesa para tomarse una foto con los invitados y finalmente al pasar por la de sus amigos, pudo entender sus sonrisas. Muchos de ellos ya eran felices, otros aún luchaban por encontrar su lugar pero esperaba que lo hicieran pronto.
Las fotos y risas no se hicieron esperar y poco después, la pareja caminaba hacia la pista en el primer baile como cazados.
Abrazada por su ahora esposo comenzó a moverse al son de la melodía. Lo veía a él quien tampoco apartaba la mirada de ella.
—Al fin —dijo Ibrahim con alivio—. Aún ayer temía que no llegaras. Llámame loco pero no pude ni dormir de los nervios.
Melina soltó una risilla y se abrazó a su cuello.
—Sabes que te amo —dijo contrariada de que dudara.
—No dudo que lo hagas. —Dejó un beso en sus labios que hizo a la gente aplaudir—. Solo que conociendo a tus amigos estoy seguro de que te habrían secuestrado.
Melina sonrió recostando su cabeza en el pecho de Ibrahim.
—Valió la pena —dijo luego de un silencio—. Todos estos años de amargura valieron la pena.
Levantó la mirada hacia él quien la tomó de la barbilla olvidando que estaban en medio de la pista.
—Lo que yo haya pasado no ha sido nada con lo que tú y si pudiera cambiarlo todo, borraría todo lo malo que hayas vivido —dijo acariciando sus mejillas—. Si tan solo pudiera, te juro que lo haría y te daría el cielo que no podemos tocar. Perdóname.
Melina sonrió y negó.
—Ya todo es pasado —dijo y él sonrió—. Ahora solo estamos tú, nuestros hijos y yo. No importa nada más, solo nosotros. —Colocó la mano de Ibrahim en su pecho—. Ya somos uno solo, aún si no estás te puedo oler en la distancia, te puedo ver en la lejanía y puedo sentirte latir en el corazón a cada segundo. Quizás siempre fue así.
Las manos de Ibrahim se apretaron en su cintura.
Habían dejado de bailar y solo permanecían parados en medio de la pista sin ser conscientes del resto de la gente.
—¿Cómo puedes simplemente dejar huellas en mí con solo una sonrisa? —preguntó sin apartar la vista de ella—. ¿Cómo puedes ser el fuego que todo a su paso lo arrasa y a la vez ser la brisa que todo lo calma? Te juro que nunca en la vida voy a dejar de quererte y jamás voy a volver a hacerte llorar. Te prometo cada día esforzarme lo indecible para hacerte feliz.
Melina lo abrazó y juntos se mecieron algunos segundos hasta que los aplausos a la pareja se escucharon y los hicieron salir de la burbuja dónde se habían metido.
Fue Hurs el primero en acercarse junto a Scarlett para pedir un baile con la novia.
Ibrahim se hizo a un lado y tomó a Scarlett para bailar mientras Hurs abrazaba a su amiga y la veía con ternura.
—Que seas muy feliz —dijo haciéndola reír—. No es tan difícil cuando tienes a la persona correcta, no es agónico cuando duermes con la persona que necesitas y es perfecto cuando es tu otra mitad la que te sonríe cada mañana al despertar. Nosotros no lo éramos y valió darnos cuenta porque hoy cada uno está con quién debe estar.
Melina lo abrazó y asintió en medio de una sonrisa llorosa, recordando lo que había sentido el día de la boda de Hurs y que hoy quedaba solo como un recuerdo.
—Ve a edificar una familia llena de amor —dijo Hurs antes de que su lugar fuera tomado por Parker.
—No olvides que ahora tienes que ser esposa, madre, amiga, hermana, amante y reina —dijo el rubio—, pero sobre todo no olvides que antes de nada está tu felicidad. Eres Melina, la que nos mantiene unidos y te necesitamos feliz.
—Yo seré feliz —respondió y decidió no hablar más sobre eso o se soltaría a llorar de la nostalgia que sentía—, pero por favor deja de hacer hijos por pares, ahora sí quiero que te hagas la vasectomía. Dos pares de gemelos no es normal ni bueno. —Escuchó la carcajada de Parker—. Cuatro en dos partos, ya cálmate.
—Bueno, no tengo la culpa de que en lugar de un espermatozoide fuerte tenga dos, mis mellizos son adorables —dijo divertido.
Melina echó a reír y pronto se vio en los brazos de Maddox, de Max, de Christopher, Andrew, Alfred y de todo ser humano que estuvo ahí.
Bailó, rio, disfrutó esa noche como nunca imaginó, pero había llegado el momento de partir.
Se acercó a sus amigos quienes compartían espacio entre ellos y sus esposas.
—Voy al lanzar el ramo —dijo divertida.
—Si cae por aquí lo vamos a patear —dijo Lydia saliendo de la nada.
—¿Alguien sabe quién es la mujer que acompaña a Alfred? —preguntó Melina, curiosa.
—No —dijo Andrew—, pero tengo una idea.
—Ojalá —dijo Max.
Parker observó a su hermano e hizo un gesto de desagrado al verla pero se guardó su comentario.
—Si alguna de ustedes quiere un pretexto para casarse por la iglesia solo debe ir allá y decirme a dónde debo tirar el ramo —dijo desviando el tema al ver el gesto de Parker.
—Sí ese ramo equivale a divorcio, dame dos —dijo Perséfone.
Su marido la abrazó con fuerza y la levantó para darle un beso.
—En fin, vayan hacia allá —dijo Melina.
—Juro que si le cae a una de ellas voy a romperlo en pedazos —dijo Andrew—. Buscan cualquier pretexto para hacer bebés.
Melina se alejó en medio de risas y fue hasta donde Alfred estaba hablando con la chica quien escuchaba atenta con sus grises ojos tristes.
—Te la voy a robar porque voy a lanzar mi ramo —dijo tomando la mano de la joven.
—No sé si deba ir —dijo ella—. En realidad yo...
—Ve a divertirte —dijo Alfred—. Solo es un ramo.
Pronto las mujeres se colocaron a la espera del lanzamiento, las primas de Ibrahim, las esposas de sus amigos, algunos invitados. No había gran cantidad de solteras pero estaban felices de participar con la pareja.
Ibrahim levantó a su esposa y la giró mientras ella se tapaba los ojos antes de lanzar el ramo la primera vez.
Le fue devuelto y volvió a lanzarlo la segunda vez.
Finalmente, el novio la giró varias veces y luego de detenerse ella lanzó el ramo un tanto mareada de las vueltas.
Abrió los ojos para ver a la joven de ojos grises sostener el ramo con fuerza.
Los aplausos no se hicieron esperar y pronto los novios anunciaban su partida.
Melina miró a sus amigos reír y abrazar a sus mujeres, incluso vio a Andrew mostrarse esa parte que escondía a medio mundo. Ante todos era rudo y arrogante pero en la intimidad y con sus amigos solía ser un hombre común y corriente, con debilidades y fortalezas.
Se giró buscando a su esposo luego de ver a sus amigos uno a uno disfrutando de la noche.
No lo encontró y de pronto la música comenzó a resonar. Extrañada y confundida se giró para ver qué en medio de la gente un Ibrahim, llevando a su hijo de la mano y a su hija en brazos, se abría paso hasta llegar a ella.
—No me hagas llorar más —dijo a verlo.
Ibrahim bajó a su hija después de darle un beso y miró a su hijo quien sonrió antes de tomar a su hermana de la mano y alejarse.
—Ya somos esposos —dijo y ella sonrió tomando su mano—. Aún no lo puedo creer después de tanto tiempo, pero espero que después de todo hagamos que esto valga la pena.
—Estoy segura de que lo haremos —dijo con un puchero.
—¿Sabes? Quiero que pasen los años, quiero un día despertarme y decirte de frente que aún después de tanto años sigues haciendo que mi corazón se salte los latidos por ti —dijo Ibrahim con los ojos llorosos—. Quiero que juntos logremos convertir las horas en siglos los minutos en milenios y los segundos en una eternidad. Quiero que detengamos el mundo por un capricho personal, por esa obsesión de serlo todo el uno del otro. Hagamos juntos que el amor sea la excusa perfecta para ser felices. Desnudemos nuestra vida y te prometo que uno de los mayores placeres de mi vida será recordarte cada día cuánto te amo.
—Ibrahim —dijo con los ojos llorosos pero él se acercó y sujetó su rostro entre sus manos.
Se miraron algunos segundos antes de que él hablara de nuevo.
—Si he de morir de algo que sea de exceso de amor por ti —dijo sonriendo—. Y si he de sufrir por algo, que sea por amor a ti. Que todo aquello que pase en mi vida sea por ti y para ti.
Melina lo abrazó unos segundos antes de verlo tomar su rostro y besar sus labios con fervor.
—Sé lo mucho que te gusta estar con tus amigos, sé que son tu familia y te he arrebatado mucho como para alejarte de ellos —dijo Ibrahim y luego miró a su hijo quien se acercó a darle una pequeña caja.
Ibrahim la extendió a su esposa quien abrió el estuche de inmediato y lo único que encontró fue un juego de llaves.
Lo miró sin entender y frunciendo el ceño trató de hablar.
—Nuestra nueva residencia está aquí —dijo Ibrahim—. Puedo viajar a mi país algunas veces a ver a mi familia, ellos pueden venir aquí a vernos, pero no pienso alejarte de la tuya.
Melina comenzó a llorar al entender que él se alejaba de sus padres para residir en Londres.
—¿Tu trono? —preguntó.
—Papá estará ahí —añadió Ibrahim—. Yo solo seré el rey si tú quieres ser la reina, si no, solo seremos Ibrahim y Elnaz.
Melina no quería ser reina de ningún país, pero tampoco le arrebataría a Ibrahim su derecho de nacimiento.
—Vamos a gobernar a tu pueblo en su momento, juntos y si algo ha de forjarse, se forjará por los dos, si algo ha de derrumbarse estaremos juntos para detenerlo, cuando llegue el momento, ahora seguimos siendo nosotros —dijo y él asintió antes de besarla de nuevo.
—Te amo con cada maldito pedazo de mí —dijo Ibrahim.
—Y yo a ti, con todo el amor de Elnaz y Melina juntas —dijo acariciando su rostro.
Ibrahim la levantó en brazos y la besó mientras todos en aquel lugar aplaudían a la pareja en medio de silbidos.
Pronto todos salieron a despedir a la pareja que después de abrazar y besar a todos en una emotiva despedida. Tomaron a sus hijos en medio de besos para después dejarlos con sus abuelos y subir al auto que los llevaría al aeropuerto a la luna de miel.
Melina se recostó sobre su esposo en lo que iban al hotel donde pasarían la noche antes de viajar.
—Lo hicimos —dijo Ibrahim luego de un largo silencio—. Logramos estar juntos.
—Creo que somos muy tercos y la vida se cansó —dijo ella.
—Creo que somos unos tercos enamorados y el destino simplemente entendió que nunca un rey podrá estar sin su reina —respondió—. Después de todo qué sería de la reina sin su rey.
—¿Qué sería del rey sin la reina? —inquirió ella.
—Sin la reina podría vivir —dijo Ibrahim—. Sin ti, no y ya lo sabes.
Tomó el rostro de su esposa y dejó un beso profundo en el que nuevamente declaraba y profesaba todo el amor que aún tenía para darle mientras Melina respondía entregando su vida y su corazón por completo al hombre que siempre sería el dueño de su amor. Después de todo, ellos también se habían resignado a amarse cada día un poco más y a nunca cansarse uno del otro. Tal vez porque el destino los quiso juntos o simplemente porque sus almas se adoraban por toda la eternidad.
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MUCHAS GRACIAS POR TODO Y PERDÓN POR LA TARDANZA, NO SÉ POR QUÉ NO ME DEJA PONER IMÁGENES, GRACIAS POR LA ESPERA. YA VOLVÍ, NO ANDABA MUERTA, SOLO ESTABA TRABAJANDO DURO COMO LA ESPERANCITA QUE SOY, IGUAL SE PUEDEN PASAR POR UNA ESCLAVA PARA EL REY, HAY TRES NUEVOS CAPÍTULOS. BESITOS Y MIL GRACIAS.
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