Capítulo 9
Melina se dio cuenta de su error de forma inmediata.
—Lo leí por ahí, en alguna canción, no era un exactamente así pero la idea era esa —dijo con la seguridad que no sentía—. El mar nunca alcanzará al cielo.
—Me recuerdas a alguien —dijo y ella le miró.
—¿A quién? —preguntó.
—A nadie en especial. —Mintió arrepintiéndose y consternado de que no poder sacar a Elnaz de su cabeza—. Es solo que tienes algo de una persona que conocí pero no logro identificar qué.
—Ya —dijo ella—. No sé a quién te recuerdo pero sin duda no hay nadie como yo.
Ibrahim sonrió y le acercó una copa que ella recibió y bebió.
—¿Por qué una margarita? —preguntó.
—No lo sé —dijo él—. Creí que te gustaría pero puedo darte otra cosa.
Ella recordó la primera vez que bebió un cóctel. Fue precisamente una margarita y desde entonces se convirtió en su favorita.
—Me gustan mucho —dijo ella—. De hecho es mi favorita.
Ibrahim la observó y sonrió antes de reclinarse en la balaustrada mientras veía al frente.
Ella hizo lo mismo, miraba enfrente y a veces miraba a Ibrahim de reojo.
Este se giró a verla en algún punto y sonrió.
—¿Volverás? —preguntó.
—En dos semanas —respondió ella diciendo lo mismo que él le había dicho años antes y jamás volvió.
—Es demasiado tiempo —dijo.
—¿Te parece? —preguntó irónica y él frunció el ceño.
—Insisto en lo bonita que eres, pero más allá de todo hay algo diferente en ti —dijo acercándose a ella y tomando su barbilla.
Le sonrió y ella devolvió la sonrisa mirando al hombre que parecía no haber cambiado en absoluto. Físicamente era un tanto diferente pero seguía siendo él y estaba claro que en lo demás era el mismo infeliz de siempre.
Ibrahim observó sus ojos, por segunda ocasión en la vida estaba mirando los ojos de una chica, como si no hubiera nada más que los ojos. Se acercó a ella intentando besarla y por un momento creyó que Melina no lo permitiría; sin embargo, no se quitó; al contrario, aceptó sus labios de forma tímida y dejó que su lengua se apoderara de su cavidad.
La abrazó al mismo tiempo que ella enrollaba sus brazos al cuello y sentía el frío del cóctel caer sobre su espalda.
La sostuvo de la cintura mientras avanzaba hacia atrás para llevarla dentro de la habitación.
Dejó a tientas el vaso que llevaba en algún lugar al mismo tiempo que escuchaba como la copa que ella sostenía caía al suelo y se hacía pedazos.
En ese momento no le importó, solo la llevó dentro sin dejar de besarla. Comenzó a acariciar su espalda, su cabello y comenzó a dejar una serie de besos suaves y húmedos por su cuello y hombros.
Melina luchó consigo misma por no apartarse y por adueñarse de esa parte de ella que se rebelaba.
Quería venganza y para eso necesitaba sentirse dueña de sí misma, aunque por dentro quisiera arrancarse la piel a tirones, ahí donde sus labios dejaban un beso.
Sin embargo, se vio correspondiendo los besos con la misma pasión que él parecía entregar.
Se separaron un momento para verse a los ojos. Él buscaba la confirmación y ella en realidad no sabía hacia dónde dirigirse en ese momento pero no iba a echarse atrás.
Fue ella quien otorgó la respuesta besándolo de nuevo, con rabia, con desprecio y con todo el dolor que aún sentía. Se vio quitando la camisa con rapidez, arrancando prácticamente los botones en un estallido de salvajismo que nada tenía que ver con la pasión.
Ibrahim no se opuso al contrario, aquello lo incentivó a buscar más de ella. Su torso quedó al descubierto mientras él luchaba por sacarle el corto vestido de encima.
Cuando lo logró, observó su cuerpo firme y precioso. Se acercó hasta ella desvistiéndola por completo y soltando el moño de su cabello.
Acarició sus mejillas y la tomó de la cintura, alzándola para llevarla a la cama, donde apenas la recostó se lanzó a besarla de nuevo mientras ella quitaba el cinturón y peleaba por quitar las prendas inferiores.
Los labios de Ibrahim estuvieron pronto en sus pechos al mismo tiempo que se quitaba el pantalón y los calcetines quedando solo en interiores.
Por un momento el coraje de Melina fue tal que quiso apartarlo y gritarle todo a la cara. Sin embargo, no lo hizo, más bien, trató de mentalizarse y pensar en Hurs. A él lo quería, a él lo deseaba siempre.
Cerró los ojos imaginando que el hombre que estaba con ella era Hurs y cuando abrió los ojos de nuevo Hurs, estaba ahí. Le sonrió.
Acercó sus manos al rostro de hombre que tenía enfrente y se acercó para darle un beso apasionado, mismo que él respondía con la misma urgencia mientras acariciaba su cuerpo.
Ibrahim llevó sus manos a los senos de Melina al tiempo que repartía besos por todo su cuello.
Le sujetó ambas muñecas con la mano por encima de su cabeza y la observó, mientras ella le dé una manera que solo una vez alguien había hecho.
Se acercó de nuevo a besarla, esta vez con calma, rotando la pelvis sobre ella que separó las piernas y abrazó su cadera con ellas.
Dejó un reguero de besos por su cuello escuchando su respiración acelerarse y finalmente tomó uno de sus erguidos pezones entre los labios. Esta vez, lamió, chupó y succionó con destreza sus pezones viendo su piel erizarse ante el roce de su lengua.
Soltó las manos de Melina que inmediatamente volaron hacia su espalda y le acariciaron.
La respiración profunda de ambos dejaba claro cuán excitados estaban. Él guió su mano hasta la entrepierna de Melina colocándola sobre su vértice y descubriendo la humedad que corría por todo su sexo.
Por su parte sintió la pequeña mano de Melina rozar su miembro que aunque deseaba estar dentro de ella en ese momento y saltándose los preámbulos, tampoco quería verse como un imbécil.
Chupó de nuevo sus senos con delicadeza, tomando entre sus labios los pezones de la joven que arqueó el cuerpo ante las sensaciones y más cuando Ibrahim le masturbaba colando los dedos dentro de ella y moviéndolos imitando el coito.
Mordió suavemente sus pezones a la vez que aceleró las penetraciones con sus dedos y observaba su rostro contraerse ante lo que sentía. A veces la besaba pero prefería verla, le gustaba ver la manera en que gemía, arqueaba su cuerpo y se mordía los labios tratando de contenerse.
De nuevo inicio los besos, descendiendo por su cuerpo de forma lenta hasta centrarse en su sexo. Separó sus piernas y acercó su lengua al lugar húmedo donde antes habían estado sus dedos.
Comenzó a lamer en círculos, despacio mientras escuchaba su profunda respiración hacerse errática. Succionó el clítoris dejando un pequeño mordisco que la hizo sacar un pequeño grito al mismo tiempo que de nuevo llevaba sus dedos dentro de ella.
Lamía y su sexo a la vez que los dedos de adentraban en ella con rapidez haciendo que se retorciera de placer.
Ibrahim la vio removerse y morder sus labios cuando el orgasmo llegó.
Las manos de Melina se cerraron en un puño sobre el cabello de Ibrahim mientras dejaba que el fuego le consumiera en medio de una explosión imposible de nombrar.
Trató de respirar para volver desde donde estaba y recuperarse pero no pudo. Lo sintió dentro de ella y pronto todo se volvió placer de nuevo.
Ibrahim se colocó el preservativo en solo segundos antes de colocarse en medio de sus piernas y apoderarse de ella adentrándose en su cuerpo.
En medio del orgasmo que le atacaba la tomó de la cintura y volvió a besarla antes de comenzar a moverse dentro de ella. Se dijo que si alguna vez había sentido aquello que sentía en ese momento, lo había olvidado pero Melina era diferente y él lo sabía, lo supo en el mismo instante en que la tuvo enfrente.
Sujetó sus muslos al mismo tiempo que comenzaba a danzar sobre ella en el acto más antiguo. Embestía lento, disfrutando las sensaciones, disfrutando todos y cada uno de los gestos de Melina mientras la penetraba.
Su rostro embrutecido de placer lo incentivaba y le excitaba más si es que eso era posible.
Se acercó a besarla y de inmediato le respondió con la misma pasión y el salvajismo que le caracterizó desde que había empezado todo.
Su corazón latía desaforado buscando un nuevo orgasmo para ella y buscando su propio desahogo. Quería verla terminar una vez más pero a la vez quería que eso durará una vida ante lo que él estaba sintiendo.
Melina acarició su rostro y lo atrajo hacia sí para darle un beso, el beso de una mujer enamorada, mientras Ibrahim se deshacía ante aquello, mientras pensaba que nunca nadie había hecho el amor con él de aquella manera.
Salió de ella y le dio la vuelta levantando su trasero y adentrándose de una sola estocada dentro de su cuerpo. Sujetó su cintura y aceleró las embestidas una y otra vez escuchando sus gritos, su gemidos fuertes que anunciaban de un nuevo orgasmo, esta vez quizás más fuerte que el anterior.
Ibrahim comenzó a embestir más rápido, como si la vida se le fuera en ello y pronto comenzó a sentir que su propio orgasmo estaba cerca; de nuevo salió de ella para darle la vuelta y poder verla cuando eso pasara. Se adentró en Melina de nuevo y aceleró las estocadas llevando los tobillos de la chica a sus hombros, escuchando sus gemidos y la forma en que ella necesitaba el contacto con él. Se acercó a besarla sin dejar de arremeter y disfrutó cuando sintió sus uñas clavarse en su espalda y sacudirse en un orgasmo bestial que la elevó al cielo en solo unos instantes al mismo tiempo que Ibrahim rugía su propia liberación y la apresaba dando un beso desesperado a la chica que sin duda era la dueña de ese orgasmo.
Se derrumbó sobre el cuerpo de Melina sin apenas poder moverse. El sudor cubría su frente y su espalda y aunque sentía que había sido algo muy rápido también sentía que había logrado algo con ella que no tenía antes.
Melina abrió los ojos y estuvo a punto de lanzar un grito de frustración cuando vio al hombre que tenía sobre ella. No era Hurs, no era él.
Las lágrimas amenazaban con derramarse al darse cuenta de con quién se había acostado pero se dijo que al menos lo había disfrutado imaginándolo a él y al menos no tuvo que soportarlo.
Sintió que la besaba de nuevo pero al pasar la euforia que antes la había invadido solo se sintió asquerosa.
Lo sintió salir de ella, tirarse a su lado y quitarse el preservativo. Respiró tranquila al verlo hacer eso y no dijo nada aunque se sorprendió cuando la envolvió en sus brazos y la jaló hacia él para cubrirla con las sábanas y darle una serie de besos que terminaron en un silencio que solo fue roto por él.
—¿Quieres tomar algo? —preguntó Ibrahim acariciando sus mejillas.
—No —respondió Melina recibiendo una sonrisa.
Ibrahim la abrazó en respuesta y se quedó a su lado, con la cabeza de ella sobre su pecho.
Por su parte, Melina miraba al frente mientras sentía los dedos de Ibrahim hacer círculos en su espalda y de pronto ya no hubo más.
Levantó la vista y como era de esperarse, ya estaba dormido. Con cuidado salió de ahí y se puso de pie tomando su ropa y vistiéndose tratando de no hacer ruido en absoluto.
Una vez estuvo lista, miró el reloj; marcaba las ocho y media de la noche y tenía apenas tiempo para tomar el avión.
Tomó su bolso y se apresuró a ir a la puerta.
—Me vas a buscar infeliz y vas a conocer el infierno —dijo con los ojos llorosos antes de abandonar la habitación...
Muchas gracias por votar cada capítulo, por comentar, no saben lo mucho que nos anima y nos alienta. ❤️❤️❤️♠️
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