Capítulo 58
—Petrov debe estar buscando la alternativa —dijo Parker.
—De anciano me encargo yo —dijo un divertido Andrew—. Yo lo mantengo entretenido.
—No sé si eso vaya a funcionar, pero arruinado ya lo tenemos —dijo Parker—. Solo vamos a esperar a que Maddox haga lo suyo.
—Mañana me dan la resolución —dijo el aludido—. Ya Chris y Andrew hicieron lo suyo.
—Bien —dijo Melina—. Necesito que mi hijo esté seguro.
—Lo estará, no te preocupes —dijo Parker—. Vamos a tenerlo en casa, me aseguraré de que todos estén bien.
—Gracias —dijo abrazando a Parker.
*****
—Ya liberé las cuentas —dijo Lydia.
—¿Pero? —inquirió su padre.
La pelinegra miró a Ibrahim.
—Las tuyas fueron vaciadas —dijo mientras miraba a su primo que se puso de pie de inmediato y miró la pantalla.
—Estás en rojos —dijo Sebastian—. Ellos no querían retener tu dinero, querían arruinarte.
—¿Y no puede recuperarse? —preguntó alarmado ante lo que eso significaba.
—No —dijo Lydia—. Fue hecho desde dentro y según el fisco has donado todo tu dinero, absolutamente todo.
—Eso es imposible —respondió—. ¿¡Cómo voy a pagar sueldos, proveedores; todo!?
—A ella no le importa cómo lo hagas —dijo Richard—. Ella retuvo nuestro dinero evitando que te solventáramos antes de que todo ocurriera y se pudiera cancelar. Te acorraló, te persiguió, te dio caza y aquí estás, sufriendo las consecuencias.
—Que ya se empiezan a sentir —dijo una voz en la entrada.
La reina cruzaba mirando a todos buscando a su hijo.
Encendió la televisión donde en cada uno de los canales había una noticia sobre él, sobre cada mujer con la que estuvo, incluso con aquellas que estaban casadas. Se mencionó nombres, su estilo de vida desenfrenado, todo aquello por lo que su padre luchó cada año para esconder.
Entre todas las cosas figuraban mujeres públicas que de alguna u otra manera se vieron involucradas, se especuló sobre su relación con una mujer joven y esposa de un conocido magnate, e incluso se mostraron documentos que probaban la infidelidad de ambos al filtrarse una demanda de paternidad por el hijo que hoy figuraba como el heredero del magnate.
La reina vio uno a uno los canales y a prensa darse gusto con toda la información que les había llegado. Observó la reputación de su hijo caer en pique después de tantos años cuidando que fuera el rey ideal.
Si bien, la gente conocía aquello que él hacía, al menos una parte, creían que era fiestero, un tanto revoltoso pero jamás un irresponsable.
Sabía que en un país como aquel, el gobernante debía estar siempre a la altura.
—Santo padre —dijo Richard—. No hay nada peor que una mujer despechada. Te está haciendo pedazos.
Ibrahim miró aquello, no solo porque estaban acabando con su reputación sino porque Elnaz se estaba asegurando de que esos hombres despechados y humillados tras la burla serían los mismos que impedirían su recuperación.
—Te está echando encima a todos esos magnates que ahora saben fuiste amante de sus esposas —dijo Petrov—. Serán ellos quienes van a evitar que comiences a recuperar tu reputación y tu dinero.
—Lo sé —dijo como única respuesta.
—Tengo mi dinero personal —dijo Amy a su hermano para ayudarlo—. Ibrahim puede usarlo a su antojo, estoy segura de que Ahmed le dará lo suyo, inclusive podría tomar del fondo del país y reponerlo poco a poco.
—Es precisamente lo que ella espera —dijo Ibrahim—. Que mi padre saque dinero que no es suyo y termine por afectarlo, está atenta a cada paso.
—Aquello podría enviar a Ahmed a prisión —dijo Petrov—. Amy, quiero que entiendas algo. Lo que Elnaz hizo no fue solo dejar sin dinero a tu hijo, eso es lo de menos.
—Lo acaba de dejar sin aliados —dijo Vladimir—. Esos hombres que hoy se sienten ofendidos dado que la prensa los está llamando cornudos van a ser los mismos que van a impedir que Ibrahim se recupere, los mismos que van a buscar a sus amigos, aliados y súbditos para evitar que alguien ayude a Ibrahim. Elnaz ha movido cada pieza bien pensado.
—Su intención no es dejarlo pobre, eso es solo el efecto secundario —dijo Petrov—. Su intención fue acabarlo y lo está logrando, podremos darle dinero, levantarlo en meses pero eso no sirve de nada, si nadie visita su hotel, si las empresas que esos hombres que tu hijo ofendió se encargan de evitar cualquier contacto, recomendación e incluso la campaña de malas reseñas que harán pedazos nuevamente cualquier intento de levantarse.
—Nosotros podemos ayudarlo —dijo Amy—. Conocemos a mucha gente que seguro...
—Elnaz nos ha puesto en tela de juicio —dijo Richard—. Somos su familia, sin duda nos hemos dado a conocer como los más unidos y respetables, por lo tanto cómplices de lo que hace. Ante los ojos de todos hemos quedado como los alcahuetes. En fin, llevará tiempo pero no hay nada que no hayamos hecho.
—Siempre existe el chantaje y siempre podemos cobrar favores —dijo Petrov—. Nos costará y quizás mucho pero vamos a hacerlo siempre que tu crío deje de hacer estupideces.
Un silencio se hizo tras aquello por lo que finalmente y conscientes de que aquello significaba un dolor de cabeza.
—¿Se pudo haber evitado? —preguntó Amy.
—Seguro que sí —dijo Lydia—. Si el príncipe no hubiera sido un estúpido claro que lo habría evitado, el punto es que no lo hizo y yo particularmente no voy a ayudarlo, ni a ella, voy a mantenerme al margen y estoy seguro que mi padre fiel a la promesa que me hizo, dejará que sea Ibrahim quien suavice a su reina.
Petrov rodó los ojos.
—Tú también me hiciste una promesa —dijo su padre.
—Y la voy a mantener —dijo ella—. Solo mantén la tuya y no te metas a amenazar a una mujer como Melina, deja que este idiota use el cerebro por primera vez.
—Ella no va a frenar —dijo Ibrahim.
—Obvio no —dijo Richard—. Eres ingenuo si cree que yendo a prometer amor va a perdonarte.
—A lo que se refiere mi hija es a que entierren el hacha de guerra —dijo Petrov—. Devuélvele a su hijo. Da el primer paso, entrega la custodia y habla con ella sobre un régimen de visitas.
—¡No me dejará verlo! —aseguró.
—Aunque te deje —dijo Amy—. Es el niño quien no quiere saber de ti.
—Hablar con ella te acercará a tu hijo —añadió Richard—. Deja de pelear con ella.
—¿Están diciendo que la deje hacer lo que quiera? —preguntó.
—Ven, es idiota —dijo Lydia poniéndose de pie—. Entonces ve y pelea con ella, ve y haz que tu hijo te aborrezca aún más, ve y provócala hasta que ella termine por hundir una bala en tu horrible cabeza, ve a declararle la guerra aún cuando sabes que ha sido tu culpa por mentiroso y falso. Ve a fingirte el ofendido y si lo necesitas exígele que te pida perdón, faltaba más. Mira que tener el atrevimiento de retar al príncipe, ¿qué se cree esa mujer? Ella es quien debería pedir perdón, ¿no? Es ella quien te ataca y el pobre príncipe tiene razones de sobra para estar ofendido.
—No hace falta que te burles de él —dijo Amy.
—No hace falta que lo metas bajo tus faldas todo el tiempo, tía —dijo Lydia enfrentando a Amy—. Ese fue siempre el problema, si ya sabemos que la fórmula no dio resultado por qué repetirla.
—Lydia —advirtió su padre—. Cuida tus palabras.
—La familia de cristal —dijo Lydia volviendo a su lugar.
Keira entró y se acercó a su esposo quien le dio una sonrisa amable.
—¿Cómo ha estado Ahmed? —preguntó.
—Está un tanto débil pero estable —dijo Amy—. Ya no es un jovenzuelo, en palabras de él.
Todos podían ver el pánico que le daba perder a su esposo pero también lo mucho que ella estaba soportando por estar entera y bien.
—Mis hermanos estarán bien —dijo Ibrahim—. El país estará bien.
La reina pensaba decir algo pero la llegada de Amber lo impidió. Entró un tanto incómoda frente a su padre que no apartaba la vista de ella y aún molesto con lo que hizo.
Entregó una hoja a Ibrahim que tomó de inmediato el documento.
—¿Qué es esto? —preguntó.
—Tenemos que encontrar quién los ayuda —dijo ella.
Ibrahim leyó el documento y a cada palabra el miedo y la sensación de pérdida se afianzó sobre él.
Se lo dio a su tío Vladimir que leyó y luego guardó silencio.
—Han pagado seguramente pero ahora los análisis de ADN prueban que Will es hijo biológico de Andrew Downey —dijo Vlad mientras veía a Ibrahim—. Han invalidado tu custodia, te han dejado sin derechos sobre él y con el apellido de otro hombre.
—¡Pero es mi hijo! —replicó.
—¿Y si en verdad no lo es? —preguntó Amy.
—Mamá por Dios, solo hay que ver a Will para saberlo —dijo y ella asintió.
—Lo siento solo estoy agobiada —dijo sin saber qué agregar.
—Se hizo en el laboratorio que el juzgado asignó —dijo Vlad—. Alguien debe ayudarlos.
—No voy a dejar que me quite a mi hijo —dijo Ibrahim pero Lydia bufó.
—Tú lo perdiste, da igual a quién le diga papá, a ti no será —dijo rodando los ojos—. Deja de ser tan estúpido porque pareces usar los testículos para pensar.
—Mi niña encantadora —dijo Keira—. Aunque tiene razón, ya deberías amarrarte los testículos y colocarlos en su lugar e ir y recuperar a tu hijo, a la mujer lo veo imposible pero a tu hijo creo que le debes pedir perdón.
—Por si no has entendido —dijo Lydia—. Cuando decimos recuperar, no hablamos del término legal, sino de la confianza de tu hijo.
Ibrahim salió de ahí cuando alguien del servicio llegó para decirle que su padre quería verlo.
Fue corriendo escaleras arriba para verlo. Respiró afuera de la habitación y no quiso decir nada sobre lo que pasaba con sus hoteles. Su padre no merecía más preocupaciones.
Se adentró en la habitación y le sonrió al verlo.
—Papá —dijo sentándose en la cama—. Deberías estar durmiendo.
Ahmed respiró y negó.
—Llegó tu momento —dijo tomando la mano y entregando su anillo—. De momento no puedo continuar, al menos no ahora, tus hermanos no están listos y tu madre no puede hacerlo sola. Solo ayúdame ahora.
El príncipe asintió aún cuando sabía que tenía mucho que resolver de su propia vida pero también entendía la preocupación de su padre por todo un país al que debía su lealtad.
—¿La quieres? —preguntó el rey—. Esa mujer no me gusta, ni a tu madre, pero si es lo que quieres no nos queda más.
Su hijo guardó silencio y miró los ojos de su padre.
—Pregúntate si ella es lo que te hace feliz, si la necesitas a tu lado. Si es así no hay imposibles, solo cosas muy difíciles, pero un hombre realmente enamorado puede lograrlo —dijo Ahmed—. Si por el contrario, no es ella quien hace que tus días valgan la pena, si pensarla no te hace feliz, si imaginarla contigo te da miedo o no te ilusiona; entonces, déjala en paz y no la hagas sufrir más. Ella no lo merece y suficiente penurias le has dado para tenerla en una eterna agonía. Piensa en lo que quieres, piensa en ustedes y si no es suficiente, déjala vivir y no robes más su existencia.
Ibrahim se quedó callado escuchando a su padre y le sonrió.
—Un hombre enamorado de verdad es capaz de deshacer el mundo para lograr lo que quiere —dijo con la mirada sobre él—. Ve a deshacer el mundo si es ella, ve a contener a tu reina si es lo que quieres y si no solo deja que saque su dolor y aléjate de ella...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top