Capítulo 47

Los siguientes cuatro meses las cosas no fueron diferentes, Melina e Ibrahim pasaron cada minuto juntos, convivían con su hijo, salían a todos lados y la relación comenzó a consolidarse.
Ibrahim se sentía un poco más seguro con ella aunque seguía viviendo en casa de Christopher, pero después de investigarlo, sabía que tenía una relación con alguien más y al menos así se sentía un poco más seguro de que él no iría tras su novia.
Cada día iba por ella y salían juntos, incluso le ayudó a vender su salón puesto que en palabras de ella, no tenía tiempo para atenderlo.
En más de una ocasión la acompañó al casino y estuvo con ella trabajando hasta bastante tarde. Tuvo que aguantar las miradas de sus amigos y soportar los gestos de desagrado, incluso de los gemelos, que realmente no los identificaba pero a veces, uno de ellos desaparecía y suponía volvía a Irlanda. El otro se quedaba y era insoportable en su opinión.
En cuanto a los demás seguían viéndolo con desagrado pero se guardaban cualquier opinión por respeto a su novia.
—¿En qué piensas? —preguntó ella abrazándolo.
—En que tus amigos de barrio me miran feo —dijo pero se arrepintió de inmediato.
—Lo siento —dijo al ver que se molestó por la expresión.
—No vuelvas a llamarles así —dijo molesta y apartándose de él.
—Ya sé, lo siento —añadió abrazándola de nuevo—. Ya es hora de irnos.
Melina le miró y aunque no le gustaba la manera en que sus amigos lo veían tampoco hacían ningún comentario, aunque sabía que Parker se lo estaba guardando.
Tomó la mano de Ibrahim y la sacó de su cintura para ir a despedirse de todos quienes le dieron besos y le dijeron que estarían en casa de Chris celebrando una noticia que él daría.
Melina sonrió y prometió llegar a tiempo.
Salió de ahí con una sonrisa a sus amigos y tomó la mano de Ibrahim quien estaba emocionado de tener un tiempo a solas.
Melina también puesto que a pesar de que esos meses habían sido duros, de que no tenían noticias ni de su abuela ni de Ralph todo parecía estar bien entre ellos, incluso se atrevió a reconocer que estaba de nuevo muy ilusionada con Ibrahim. Tuvo que admitir que todos esos meses se había visto feliz, conocido a un Ibrahim protector, inteligente, bastante divertido y sumamente cariñoso.
Cada día se había esforzado por ganarse la confianza de ella, de su hijo y a tal grado que al menos en ella no cabían más dudas y se vio bajando las barricadas. Ibrahim era como un libro abierto ahora para ella y no tuvo más dudas, nuevamente estaba ilusionada y segura de que quería seguir en la vida del príncipe.
—¿Crees que tus papás me acepten? Preguntó mientras lo veía conducir.
—Claro que sí —dijo divertido—. Este fin de semana van a conocer a Will y están planeando una fiesta estupenda. Mamá está vuelta loca, en cuanto a ti, ella solo quiere conocerte un poco, papá solo quiere asegurarse de que ambos estaremos bien.
Condujo largo rato y aunque ella tenía sus recelos tuvo que admitir que en la fiesta de Will, solo asistió Ibrahim puesto que era algo pronto para atosigarlo con toda su familia pero lo cierto, es que todos deseaban conocerlo.
Los reyes volvieron a su país y viajaban algunas veces para encontrarse con su hijo. No bajaban la guardia en la búsqueda de los culpables de todo y aunque Melina sabía que Parker hacía lo mismo, ella prefería dejar todo atrás.
Se detuvieron frente a la casa de los reyes y bajaron mientras él tomaba su mano.
En cuanto entraron, los nervios la empezaron a atacar pero apenas cruzó la puerta se detuvieron de golpe al ver a la pareja esperarlos.
—Papá, mamá —dijo el príncipe sin soltar a Melina—. Ya estamos aquí.
—Ambos saludaron estrechando la mano de la joven mujer que se relajó un poco y se dejó guiar junto a Ibrahim que nunca la soltó.
—Me alegra que hayas decidido venir —dijo la reina mirando a Melina.
—Gracias por la invitación —respondió con esa dulzura que Amy no conocía.
La vio mirar a su hijo y sonreírle, incluso los vio darse miradas cómplices, observarse uno al otro y notó la mirada de Melina cada que su hijo hablaba, tampoco le pasó desapercibida la manera en que su hijo veía a la joven.
Ambos se daban miradas, se veían con cierta admiración y se coqueteaban constantemente.
Miró al rey que estaba al pendiente de todo y que le devolvió la mirada enarcando una ceja.
Ambos supieron que ella sería la próxima reina si Ibrahim continuaba la dinastía.
Por un momento fue como si su hijo se hubiera olvidado de que estaban acompañados, como si ella misma lo hubiera olvidado.
No dejaban de verse y en algún punto ella llevó su mano a la cara del príncipe para acariciarla y musitó algo que los reyes no lograron entender.
El rey carraspeó y comenzó un tema impersonal que hizo a Melina relajarse.
Esta tuvo que admitir que el rey era gracioso, coqueto y todo un galán para tener su edad. Hizo gala de todo aquello que Ibrahim tenía con una maestría que la reina terminó rodando los ojos.
La vio reír y ver a su esposo completamente enamorada de él incluso el rey se permitió coquetear con su reina y hacerla enrojecer frente a ellos.
Pasó gran parte de la mañana con ellos y aún cuando estaba cansada tras trabajar en el casino tuvo que admitir que deseaba conocer a la familia de su novio.
Pasadas las horas, después de comer y conversar escuchó a la reina parlotear sobre la fiesta que había preparado para el pequeño Will. Sería el fin de semana y ambas estaban nerviosas e ilusionados.
Finalmente se despidieron con la promesa de coincidir de nuevo para conocerse un poco más.
Al salir, Melina respiró tranquila, menos tensa y un poco menos angustiada.
—Deja de ser tan exagerada —dijo Ibrahim que la levantó por los aires—. Mis padres son un encanto.
—Tu papá es un coqueto —dijo divertida y lo vio hacer un gesto.
—Mis amigas decían que era guapo, más que yo —dijo con desagrado.
—Negar que los años le sientan de maravilla sería mentira —dijo Melina con sinceridad y rió a carcajadas cuando Ibrahim se detuvo de golpe ya miró de forma severa—, pero tú eres más guapo.
—Ya no cambies nada —dijo mortalmente ofendido.
Ella se abrazó a su cuello y le dió un beso en la mejilla.
—Eres el más guapo de todos.
Ibrahim la observó y enarcó una ceja incrédulo que la hizo reír.
De nuevo la besó y la abrazó.
—Te amo —dijo mientras la abrazaba fuerte.
Melina le sonrió y recostó su cabeza en su pecho.
—También te amo, quizás, nunca deje de hacerlo —respondió con sinceridad.
Ibrahim la hizo levantar la vista hacia la suya y la besó esta vez de una forma única y apasionada.
La tomó de la mano y la guió a su auto para llevarla hasta su departamento emocionado de escuchar que ella le respondía por primera vez que lo amaba.
Condujo con tranquilidad mientras ella hablaba de lo ansiosa que estaba por saber de Chris y su noticia.
—Alguna novia tal vez —dijo incómodo con el tema.
—No lo creo, pero si así es, me voy a alegrar mucho por él —dijo con seguridad.
—Deberías vivir en tu casa —dijo de nuevo molesto.
—Sí, pero Chris quiere que sigamos ahí.
—Claro —dijo en respuesta.
—No empieces —dijo y él se quedó callado.
Varios minutos después en los que un silencio incómodo los invadió, llegaron al departamento de Ibrahim.
Salió de su auto, la ayudó a bajar y la llevó dentro de su apartamento.
Una vez entraron, él se giró a verla.
—Me incomoda hablar de él, fue tu novio, aún vives en su casa y me enoja, me frustra y me pone celoso, perdóname por no poder evitarlo —dijo enfadado.
—Ya te he dicho miles de veces que solo es un amigo, lo que hubo entre nosotros fue una relación pero no hubo amor —dijo ella empezando a alterarse.
—Igual no me gusta que vivas con él, ni que se te acerque, ni nada —dijo enojado—. Quiero que por un momento te pongas en mi lugar. ¿Cómo te sentirías de saber que mi ex vive en mi casa?
—Hay diferencia entre tus ex y los míos —dijo y él suspiró—. Creo que la lista es más larga de tu lado.
Ibrahim dió un suspiro y levantó los ojos al cielo pidiendo paciencia de forma inconsciente.
—No me salgas con eso —dijo él—. No estamos hablando de quién tuvo más ex parejas, sino de la situación en la que estamos, te recojo y te llevo de vuelta a casa de uno de ellos, con el que te besaste, te...
—Me acosté, sí —dijo ella—. Adoro a Christopher, pero he dejado clara una y otra y otra vez que ambos mantuvimos una relación en un momento de soledad, cuando nada parecía ir bien en nuestras vidas. Siempre habrá amor pero no la clase de amor que imaginas. Bájale a tu histeria.
Ibrahim se quedó callado y se dio la vuelta alejándose a la ventana.
Melina le siguió y lo abrazó por detrás viendo como cada músculo de su novio se tensaba ante su toque.
Dejó un beso en su espalda y acarició su pecho de forma lenta.
Sintió como se relajaba un poco pero aún no se giraba, ella en cambio, dejó otro beso en su espalda, incluso se puso de puntillas para darle un beso en el cuello que él por supuesto no rechazó.
Las manos de Melina se desplazaron por todo el pecho de Ibrahim mientras él poco a poco se relajaba y se dejaba hacer por ella que parecía dispuesta a seducirlo.
Tocó su cuerpo y palpó la dureza de cada músculo, acarició sus músculos abdominales y continuó el descenso de sus manos hasta llegar a la entrepierna de Ibrahim que reaccionó de inmediato al toque de Melina.
Le tocó por encima del pantalón notando poco a poco como la erección empezaba a hacerse palpable.
—No empieces si no vas a cumplir —dijo relajándose un poco más.
—¿Quién dijo que no voy a cumplir? —inquirió apretando un poco más su pene y escuchando cómo él soltaba un suspiro ante aquello.
—Me encantas —dijo Ibrahim tomando la mano de su novia y guiándole para llevar el ritmo de sus movimientos.
Ella colocó su manos sobre el sexo de Ibrahim y con la otra mano comenzó a desabrochar su cinturón sin dejar de tocarlo y de provocarlo.
Ibrahim escuchó el sonido de su pantalón golpear el suelo.
Se sintió ridículo al girarse y ser recibido por una mirada coqueta mientras él trataba de mostrarse indignado por la discusión anterior pero tras el toque se sentía ahora hasta culpable.
—Eres una manipuladora —dijo al verla liberar sus pechos al quitarse el vestido y dejarlo caer a sus pies quedando solo en unas diminutas bragas.
—¿Funcionó? —preguntó.
—¿Por quién me tomas? ¡Claro que funcionó! —replicó—. A ti te funciona cualquier cosa conmigo.
Comenzó a quitarse la camisa y se sentó rápidamente en el sofá para quitarse los zapatos y cualquier cosa que le estorbara, para quedar por supuesto en solo el boxer.
Melina se alejó rumbo a la habitación contoneando el trasero y de vez en cuando girándose para llamarlo con un guiño y los dedos de forma sexi...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top