Capítulo 45

—Gracias —dijo al mismo tiempo que subía al auto y esperaba a que él hiciera lo mismo.
Se tomó su tiempo antes de hablar.
—¿A dónde iremos? —preguntó.
—¿Te gustaría ir al cine? —preguntó pero ella negó.
—Ahí no vamos a poder hablar, tal vez solo un parque o cualquier otro lugar tranquilo —dijo mientras él comenzaba a conducir.
Ibrahim tomó su mano en un acto cariñoso que la sorprendió un poco.
—El niño quiere conocerte cuanto antes —dijo Melina mientras en los labios de Ibrahim se dibujaba una sonrisa.
—¿Crees que mañana sea demasiado pronto? —preguntó visiblemente emocionado—. Es decir, no tengo nada planeado pero bien podríamos reunirnos en un lugar o...
—Preferiría que fuera en tu apartamento y no en un lugar público —dijo con total seguridad.
—Será como tú quieras —dijo mientras aparcaba frente a un lugar solitario pero seguro.
Se bajó del auto y la hizo salir no sin antes darle su chaqueta para que se cubriera del frío.
—Ya no seré rey —dijo sin mirarla.
—Si eso te hace feliz, está bien —dijo antes de que él se girara a verla.
—Si renunció nuestro hijo jamás será rey —dijo mirándola.
—Mi hijo es un rey, no le hace falta la corona —dijo con decisión.
—Gracias —respondió conmovido de que ella le apoyara en eso.
—Mi hijo no tiene aspiraciones de ser rey, ni siquiera entiende eso —dijo con seguridad.
Ibrahim la abrazó y dejó un beso en su frente antes de jalarla y sentarla en su regazo.
—Estoy ansioso por verlo —dijo con una risilla nerviosa—. Mamá dice que solo debo ser yo pero me da tantos nervios que él piense mal de mí.
—Will es un buen chico —dijo con una sonrisa—. Chris dice que es demasiado inteligente para su edad.
—Ya —dijo Ibrahim de mal humor.
Hubo un silencio entre ellos antes de que el príncipe volviera a hablar.
—¿Quieres que vaya por ustedes? —preguntó.
—No, lo mejor sería que yo llegue con él —contestó.
—Bien —dijo de nuevo y a ella incluso le enterneció ver a Ibrahim nervioso.
Se giró a verla y le sonrió.
—Voy a preparar todo en casa, no quise que mis padres estuvieran está vez, prefiero que seamos solo nosotros —añadió—. Tal vez después podamos llevarlo con mis padres.
—Sí, creo que es mejor que ahora estemos solos con él —dijo en respuesta.
Los dos sonriendo y hablaron un rato, al principio ella creyó que se sentiría toda la noche incomoda pero no fue así. Era cierto que en un primer momento se sintió tensa con Ibrahim y sus muestras de cariño pero al cabo de un par de horas se sintió como antes, con esa familiaridad que antes tuvieron, esa complicidad, tanto que terminaron en medio de besos y caricias, como años atrás, aunque tal vez para ella, ahora eran un poco más subidas de tono que años atrás.
Pidió que la llevara de vuelta cuando ya era bastante entrada la noche y con la promesa de verse al día siguiente con el niño.
Se despidieron en la entrada de la casa de Chris para consternación de Ibrahim que solo miró a la entrada sin saber cómo sentirse de que ella estuviera viviendo con su ex.
La dejó en la casa de Christopher Davenport y partió a la casa de sus padres quienes pasarían una temporada más larga puesto que había cancelado la coronación tras la renuncia de su hijo mayor.
Al entrar miró a su padre que le dió una sonrisa débil que indicó que algo andaba mal.
Dio un suspiro y se acercó hasta él.
—¿Dónde está mamá? —preguntó.
—Está dormida —respondió el rey—. Ya es tarde.
—Y tú ya eres un abuelo —dijo Ibrahim—. Deberías estar durmiendo.
—Es cierto que ya soy un abuelo y estoy ansioso por ver a mi primer nieto —respondió el rey—. Tu madre está planeando una fiesta de bienvenida antes de que vayamos a casa.
—Yo no volveré a vivir allá —dijo con total seguridad—. Tal vez ella no quiera ir conmigo, tal vez quiere quedarse aquí, tal vez mi hijo lo decida y si ellos se quedan...
—Lo harás tú —dijo Ahmed—. No pasa nada, tu madre y yo hemos decidido que no habrá una sucesión próxima, no en vida, será hasta que yo muera que espero decidas tomar el trono. No es algo obligatorio pero sí algo que me gustaría.
—Papá...
—Déjame terminar —dijo el rey—. En algún momento me sentí como tú, mi padre fue riguroso, me cargo de presiones, me hizo imbatible y tampoco quería ser rey, pero no es tan malo, ¿sabes? No cuando se tiene buena compañía. Yo he sido feliz porque tu mamá llegó a hacerme reír, a hacerme vivir una vida menos cuadrada. Tal vez solo hace falta la reina indicada.
Hubo un silencio en el que ambos se quedaron callados.
—En cuanto a lo que dijiste de no ser feliz, lamento que no hayamos hecho tu vida lo suficientemente feliz —dijo su padre—. Nos equivocamos creyendo que apartándote, cuidándote incluso el doble de lo que cuidamos a tus hermanos nadie te haría daño y al final fuimos nosotros quienes lo hicimos. Quiero que seas feliz, me gustaría que tomaras lo que por derecho te corresponde pero si tú decisión es no hacerlo, también voy a respetarlo.
—Gracias papá, te prometo que voy a pensarlo —dijo Ibrahim recibiendo una sonrisa de satisfacción de su padre.
Hubo una pausa entre ambos en los que no supieron qué decirse uno al otro.
—Hay algo más, ¿no es cierto? —preguntó sabiendo que su padre no lo habría llamado solo para darle la charla sobre el reinado.
—Sí, no he querido decirlo frente a tu madre para no ponerla más tensa —dijo señalando el pasillo hacia el despacho dos podían hablar.
Una vez llegaron se sentaron mientras el rey pensaba cómo decirle a su hijo lo que debía.
—¿De que se trata? —preguntó.
—De tu abuela —dijo directamente causando que Ibrahim frunciera el ceño.
—Creí que ella no estaba más en nuestra vidas.
—Creí lo mismo, pero la investigación de tu tío Vlad dio por resultado que ella fue quien se acercó a la amiga de Elnaz para pagarle —dijo de corrido mientras su hijo fruncía el entrecejo aún más.
—No entiendo —dijo mirándolo—. Sé que tú y ella no tenían buena relación, pero de eso a que quiera hacernos daño.
—Nunca quiso a tu madre y lo sabes, no sé lo que pretende, ni siquiera sé dónde está pero Petrov está en la búsqueda —dijo respirando profundo antes de hablar—. Eso no es todo.
—Ella le pagó a Crowell para informarle cada paso que dabas —dijo con seguridad—. Ese hombre aún se niega a hablar incluso bajo amenaza de recibir pena de muerte, pero la investigación no miente. Mi madre le pagó para que le informara lo que hacías, para saber de Elnaz, incluso para deshacerse de ella.
Ibrahim se quedó mirando a su padre quien se veía tranquilo incluso como si aquella traición no le doliera.
—¿Estás bien? —le preguntó.
—Hace mucho que aprendí a blindar mi corazón contra las traiciones, a veces la familia es quien más hiere, ella dejó de ser mi madre cuando atacó a Amy —dijo con Ian sonrisa triste—. Esperaba nunca más tener que lidiar con ella y mira aquí estamos, esta vez para defender a mi hijo de sus ataques.
—Lo lamento —dijo Ibrahim—. No entiendo, entonces fueron ellos los que pagaron a esa mujer.
—Hay un implicado más —dijo que hizo a Ibrahim tensarse.
—¿Quién?
Su padre le miró sabiendo cuánto dolería aquello a su hijo.
—Ralph. —El príncipe se puso de pie de un salto mirando a su padre horrorizado.
—Ralph no haría algo así —dijo incapaz de creer aquello—. Es mi mejor amigo.
Su padre guardó silencio al ver a su hijo sufrir por primera vez el dolor de la traición.
—Eso es mentira, tiene que serlo —dijo con una media sonrisa—. Ya sabes, es algo loco y elitista pero jamás haría algo así.
—La mujer de la estética lo reconoció como el hombre que acompañaba a mi madre —dijo mientras veía a su hijo sentarse en el sofá incapaz de creer aquello.
—¿Sabes dónde está? —preguntó consternado de saber que el joven con quien llevaba años compartiendo confidencias le hubiera traicionado de aquella manera.
—En su casa —dijo su padre—. Al menos lo estaba o lo estará solo hasta mañana cuando pise el suelo de palacio. Es ahí donde será arrestado.
El príncipe aún no podía creer aquello. Si bien, Ralph siempre mostró abiertamente su desagrado por Elnaz, nunca imaginó que fuera capaz de hacerle daño y mucho menos de traicionarlo.
—Quiero hablar con él antes de cualquier cosa —dijo a su padre—. Tal vez pueda viajar en unos días.
—Será como tu digas —dijo su padre.
—¿Qué pasará con mi abuela? —preguntó.
—Al violar el exilio y demás delitos... Pena de muerte —respondió.
Ibrahim miró a su padre quien aunque no se atrevió a decir más sabiendo que al rey le dolía aquello aunque no lo dijera ni lo externara.
—En el caso de Ralph aún queda mucho por procesar y por averiguar —prosiguió.
Un silencio se hizo entre ambos.
—¿Quién hizo la investigación? —preguntó para saber que tan fiable era.
—El equipo de tu tío Vlad —dijo y suspiró al ver a Ibrahim que sabía aquello no tenía margen de error.
—Todo fue hecho por ellos —añadió el rey—. Hackearon el correo.
—Lo de mis cuentas fue Elnaz —dijo él.
—Sí, lo sé —dijo Ahmed—, pero regresó todo y al saber que te habías arreglado con ella todo encajó. Le pedí a Lydia que no insistirá, aunque no está en su mejor momento.
—Lo mejor es que mamá no sepa —dijo Ibrahim—. Solo hay que poner en alerta a mis hermanos, ya sabes, mientras mi abuela esté desaparecida, prófuga y se sepa descubierta puede hacer cualquier cosa contra ellos.
—Están en palacio, tu madre se encargó de que viajaran, de que no hubiera errores y riesgos, de que estén seguros —dijo e Ibrahim sonrió.
—Sí se entera los va a encerrar y de paso a mí —dijo con una media sonrisa.
—Entrará en pánico —dijo su padre—. No quiero que ella sufra, no quiero que recuerde una etapa tan dolorosa en nuestra vida.
Ibrahim lo entendió y después de hablar largo y tendido con su padre fue a su habitación y se acostó.
Se dijo que ni siquiera en un día tan feliz como ese donde conocería a su hijo podían faltar los sinsabores.
Pasó lo que quedaba de la noche dando vueltas hasta que se levantó y bajó a pesar de todo muy animado, dio un beso a sus padres, aunque no le pasó desapercibida el dolor en la mirada de su padre. Desayunó a medias con la excusa de que debía tener listo todo en su casa y partió de ahí totalmente emocionado, dispuesto a de momento, olvidar todo el asunto de Ralph.
Finalmente fue a su departamento no sin antes comprar flores para Elnaz y un regalo para su hijo que esperaba le gustará mucho.
Se sentó, se paró, se volvió a sentar completamente nervioso y en espera de ella que al final se vio obligado a beberse un trago de golpe ante los nervios.
—Estúpido, vas a oler a licor. —Se maldijo a sí mismo.
Se colocó una pastilla de menta y esperó a que el timbre sonará indicando su llegada.
Finalmente lo escuchó y sin más se apresuró a abrir...

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