Capítulo 40
Los días se fueron rápidamente y Melina se incorporó a la semana del incidente a su vida normal, no había sido fácil pero afortunadamente la herida no había sido de gravedad y el segundo disparo no había dado en su cuerpo.
De él, no había sabido nada.
Las pesquisas de Parker había dando un resultado y sabía quién era su atacante, al menos la parte intelectual; ahora, sabiendo a su enemigo, tenía privacidad en la casa resguardando al pequeño Will todo el tiempo y esperando verle la cara pronto. Solo esperaba el momento para atacar, para aniquilar, pero de momento esperaba la primera reacción de él ante el primer ataque.
—¿En qué piensas? —preguntó Chris mientras conducía hacia el casino.
—En su reacción ante lo de hoy —dijo con una sonrisa.
—Petrov no va a quedarse así —dijo con una media sonrisa.
—Petrov no está haciendo nada —dijo Melina—, y poco me importa si lo hace, tal como se lo dije a él a mí no me frena nadie.
Chris sonrió y se detuvo frente al casino. Le ayudo a bajar del auto y caminó tomando su mano hacia el Hellville.
Ambos entraron y ella sonrió al ver como siempre a sus amigos peleando.
Los saludó y se fue a su oficina, dejando a Chris con ellos, algunos minutos después Parker entraba y le sonreía.
—Tengo algo para ti —dijo dejando una carpeta en las manos.
—¿Qué es esto? —preguntó.
—La investigación sobre el princeso —dijo con una media sonrisa—. Léela y decide.
—Gracias —dijo en el momento que escuchó a todos sus amigos entrar mientras discutían.
Le sorprendió ver a Alfred entre ellos que como siempre iba silencioso y hasta atrás.
Hurs peleaba sobre alguna cosa mientras todos rodaban los ojos, lo dejaban hablar y lo ignoraban.
—El casino ya está abierto —dijo Parker—. ¡Por favor Hurs, contrólate! Por Dios.
—¿Por qué siempre estás cortándome las alas? —preguntó Hurs.
Melina sonrió.
—Muchachos espero que hoy tengamos un lleno total —dijo Melina—. Me alegra saber que tenemos algo para controlar las hormonas de Hurs.
—Mis hormonas están en su lugar, es decir por ahora —dijo emocionado.
Todos le miraron sabiendo que quería decir algo.
Lanzó un bufido de resignación antes de hablar.
—¡Los odio! —exclamó enojado—. Quería contarles después de la fiesta de Will pero la realidad es que no me aguanto.
—Ya dilo, sabemos que eres un chismoso —dijo Andrew.
—Mi esposa está embarazada —dijo tapándose la cara.
Parker observó la reacción de Melina, pero le alegró ver que ella solo sonrió, esta vez no hubo tristeza en su mirada, al contrario, solo hubo felicidad por él.
—Así que por eso llegabas tarde —dijo Maddox—. Te estabas esforzando por hacerle un nuevo bebé a la pobre Scarlett.
—Para qué negarlo —dijo sonriente—. Ella está feliz, parece que comprendió que todos mis retoños serán con ella, que la adoro y que siempre voy a estar enamorado de ella.
—Ñoño —dijo Max.
—No te quejes que eres igual —dijo Hurs.
—Claro que soy igual pero en el casino me respetan por rudo —dijo Max.
—Claro, te respetamos, teto —dijo Maddox—. Deja que Hurs gaste su esperma como le dé la gana.
—Dios mío cuándo llegará el día en que mis amigos sean decentes y no se peleen por todo —dijo Melina—. Parecen niños.
—Nunca, bebé —dijo Hurs—. Estos son la peor escoria.
—Yo solo estoy preocupada de que Parker y Alfred engendren hijos —dijo Melina—. Los dan en paquete.
—Por el momento puedes estar tranquila —dijo Parker—. Mis Parkesitos se quedan dónde están, guardaditos.
—Yo no pienso tener hijos, descuida —dijo Alfred desde el otro lado hablando por primera vez.
—Eso me recuerda a alguien que dijo lo mismo y tiene dos —dijo Melina mirando a Max—. No dudo que pronto haya una docena.
—No, con seguridad digo que yo no pienso tener hijos, es una decisión tomada, además, tampoco es como que quiera casarme —dijo mirando a Melina.
—No tienes que casarte para tener un hijo —dijo ella—, pero bueno, eso es decisión tuya y si has decidido no tener hijos, pues adelante.
—Que tal que Andrew —dijo Max haciendo que este último levantara la vista de su celular.
—Yo qué —dijo el aludido.
—Hijos —dijo Melina—. Que quizás luego tengas muchos hijos y hasta salgan pelinegros con tremendos ojos azules.
Todos comenzaron a burlarse.
—Yo no me preocuparía por los ojos y el cabello —dijo Parker—. Más bien estaría aterrado de que salgan igual de… problemáticos.
—Gracias por preocuparse por mi felicidad doméstica —dijo Andrew—, pero no creo que tenga que recordarles que…
La puerta se abrió dando paso a Lydia que como cada vez entraba como le daba la gana y sin pedir permiso de nadie.
Parker rodó los ojos al ver a la chica tan enojada como siempre.
—Hola Lydia —dijo Parker—. Me alegra que estés tan de buen humor, ¿qué te trae por aquí?
Tenía los ojos rojos que no pasó desapercibido a Melina pero no hizo ningún comentario mucho menos cuando Parker guardó su sarcasmo y se desarmó frente a la chica.
—¿Estás bien? —preguntó.
La vio respirar y luego asentir.
—Siempre estoy bien —dijo mirando a Parker—. Ya deberías saberlo. No hay nada que deshaga a un Petrov.
—Me alegra —dijo acercándose pero ella retrocedió.
—Toma —dijo entregando una cartera—. Que no se diga que mi padre es un inútil. Él nunca, nunca jamás se equivoca.
Andrew se acercó y Melina también al ver sus ojos llorosos mientras el resto solo observaba.
—¿Qué es esto? —preguntó Parker abriendo la carpeta.
Guardó silencio al ver lo que contenía.
—Lo encontró todo —respondió la pelinegra mirando a Parker—. Y vaya que uno se lleva sorpresas, más de una.
Melina la observó y aunque no la soportaba tampoco pensaba atacarla.
—Como dije antes tienes mi promesa de que mi primo no te quitará a tu hijo —dijo Lydia, esta vez mirando a Melina—. Yo misma voy a hablar con él, tampoco mi padre se va a meter, que quede claro que si han avanzado es porque él los ha dejado tras una conversación que tuvimos, no porque sea un inútil.
—Nadie ha dicho lo contrario —dijo Parker—. Respeto a tu padre por muchas cosas, porque me ayudó, porque confió en mí, pero esto nos divide y yo no pienso hacerle daño a tu primo si tu padre y los demás no se meten. Es así de simple. Esto es entre Melina y tu primo pero si se meten no esperen que nos quedemos de brazos cruzados.
—Bien —dijo ella—. También tienes mi promesa de que no se meterá siempre que tú no lo hagas.
—Yo solo voy a seguir instrucciones de Melina, pero meterme como tal, no —aseguró—. Puedes estar tranquila, tu padre hará lo mismo, se mantendrá al margen pero lo defenderá sin inmiscuirse del todo.
—Gracias —dijo y miró a Melina—. Podemos hablar tú y yo un día de estos.
—No lo creo —dijo Melina—. No me interesa tratar con nadie que tenga que ver con él. Soy demasiado honesta y tu padre me amenazó, no confío en él y mucho menos en ti.
—Entiendo —dijo con una media sonrisa—. Mi padre es demasiado leal a su familia pero nunca te habría hecho daño.
—Nosotros no haremos daño a ningún inocente —dijo Melina—. Mi pelea es contra él y solo contra él.
Lydia guardó silencio unos segundos antes de asentir y darse la vuelta para salir.
Andrew se acercó para tomar su brazo pero fue recibido con una bofetada que sorprendió a todos.
La pelinegra se fue y detrás de ella salió Andrew dejando a todos sorprendidos.
—Pobre Andrew —dijo Hurs—. Hasta mí me dolió.
—Creo que está en problemas —dijo Parker—. Y lo estoy disfrutando.
—Para qué mentir —dijo Chris.
—¿Por qué son así? —preguntó Maddox—, pero en fin vamos a ensayar nuestra burla.
—No sé quién tiene el ego más grande —dijo Hurs—. Si doña colmillos o don garritas.
—Creo que no tienen nada —dijo Melina—. Andrew no es ese tipo de persona que pierde tiempo con alguien como ella.
—Andrew no pierde el tiempo con nadie —dijo Max—. Lo que sea que pasa más bien creo que son asuntos de negocio o dinero y no personales.
—Creo lo mismo —dijo Maddox—. No olvidemos lo que sucede con Andrew.
Todos se quedaron en silencio hasta que vieron a Andrew volver y azotar la puerta al entrar.
—¡Van a dejarme sin oficina, señores! —dijo Melina que sonrió al verlo molesto—. ¿De qué se trata? Todo mundo entra como le da la gana y cuando le da la gana.
—Lydia no tiene prohibido entrar —dijo Parker—. La gente sabe que ella puede pasar sin problemas, es por eso que subió como su estuviera en su casa.
—Esa chica es una tromba —dijo Hurs—. No sé me olvida la vez que entró enojada y te amenazó.
—Creí que te daría un mordisco y te arrancaría la cabeza —dijo Maddox.
—Ella no es así —dijo Parker—. En general es agradable, de hecho es muy parecida a su madre en cuanto a su forma de ser pero…
—Salió igual de letal que el padre —dijo Chris—. Hace tiempo busco a alguien y ella es cercana, he estado tras de Lydia durante mucho tiempo.
—¿De quién? —preguntó Andrew.
—Un ex novio suyo —respondió—. Creo que aún se frecuentan. En fin, conozco cada lugar que visita, sus rutinas, todo de ella. Hace tiempo que no habla con él y necesito acceso a su correos pero es obvio que su padre tiene muy bien protegido todo su sistema y ella es lo suficientemente lista para saber desde dónde puede y desde dónde no abrir sus bandejas.
—¿Cuánto necesitas para eso? —dijo Parker—. Me refiero cuánto tiempo tienes, ella abrió su correo desde mi laptop cuando me fui a Irlanda.
—Podrías prestármela —dijo y Parker sonrió.
—Por supuesto —dijo señalándola—. Pero por favor has caso omiso a las fotos desnudas de Hurs. Esas son privadas y de colección.
—Yo respeto la privacidad —dijo Chris.
—¿Quién es el tipo? —dijo Andrew—. Quizás pueda ayudarte.
Chris sonrió seguro de que Andrew ya tenía todo un expediente de ella.
*****
Ibrahim miró la laptop tratando de entender lo que estaba pasando y buscando qué demonios era eso. Se pasó las manos por la cabeza completamente desesperado.
Comenzó a teclear al mismo tiempo que su teléfono comenzaba a sonar desaforado una y otra vez.
Miró la pantalla donde asomaba el número de uno de sus administradores.
Escuchó el insistente sonido de la puerta donde su padre, Isam y su tío llegaban para verlo lanzar un grito de frustración al mismo tiempo que golpeaba el escritorio.
—Ya lo sabes —dijo Petrov—. Yo acabo de darme cuenta, tuvo que ocurrir por la noche.
—No es posible —dijo mirando la pantalla donde su padre también comenzó a revisar.
—¿Hay manera de rastrear? —preguntó Ibrahim.
—Lydia está en eso —dijo Petrov—. Llevará tiempo, fue todo demasiado cuidado.
—¿Creen que haya sido ella? —preguntó Ibrahim.
—Creo que es quién hackeó el correo de tu tío —dijo su padre—. Alguien debe estar tras esto.
—Creo saber quién es —dijo Petrov—. Me resulta un poco contradictorio pero no la descarto y quiero estar seguro.
—También pienso lo mismo —dijo el rey—. Todo esto pasa a solo una semana antes de la coronación de Ibrahim, algo planean.
—¿Creen que ha sido Elnaz? ¡De qué demonios hablan! —preguntó Ibrahim completamente desesperado.
—Creo muchas cosas, una de ellas es que pudo ser Parker evidentemente a pedido de ella —dijo Petrov—. También creo que puede ser alguien más, en tal caso Lydia lo va a encontrar.
—Ha vaciado mis cuentas personales —dijo Ibrahim—. ¡No tengo nada!
—No es lo único que piensa vaciar —dijo el rey mirando a su hijo—. Si es ella está buscando cerrarte las salidas.
—Es absurdo, me parece tan inocente —dijo Petrov—. No creo que sea Elnaz, en todo caso sabe que si lo hace perder su dinero, todos vamos a solventarlo y en un abrir y cerrar de ojos él estará de vuelta para recuperarse. El plan no debe ser vaciar las cuentas, debe haber algo más.
Ibrahim apretó los labios y salió de ahí dispuesto a enfrentar a Elnaz.
Condujo hasta el casino y en cuanto llegó fue hasta el estacionamiento privado donde la vio salir ayudada del rubio que era su novio.
—¡Elnaz! —dijo bajando de su auto—. Fuiste tú, ¿no es cierto?
—No sé de qué hablas —dijo mirándolo con una sonrisa cínica.
—Vaciaste mis cuentas —dijo acusándola.
Melina le sonrió y puso un gesto inocente.
—Para qué querría quitarte algo que puedes recuperar a través de tu familia y en segundos —dijo riendo—. Es absurdo.
—Admite que fuiste tú —dijo acusándola.
—¿De verdad piensas que un juego estúpido es todo mi plan? —respondió—. En cualquier caso, si piensas que fui yo… Pruébalo.
—¡Voy a saberlo y te vas a arrepentir! —dijo dándose la vuelta.
Melina sonrió antes de mirar a sus amigos.
—Apenas estamos empezando —dijo antes de caminar al auto.
—¡Que empiece la fiesta! —gritó Hurs...
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