Capítulo 33
Por un momento Melina se sintió de nuevo Elnaz, la chica de antes. Se vio transportada a la época en que estaba enamorada, en que esperaba esos besos y en que dejaba que él le embaucara.
Ibrahim olvidó todo y se acercó abrazarla más fuerte e incentivándola a envolverlo con sus piernas.
Ella lo hizo, enredó sus piernas alrededor de su cintura y siguió besándolo mientras se dejaba guiar dentro de la pequeña casa que había a unos metros.
El sonido de la alarma del auto la distrajo un poco antes de que se dejara envolver de nuevo por lo que fuera que pasaba.
Recapacitó entonces al escuchar el sonido y se soltó de él que un tanto sorprendido se detuvo.
—No vuelvas a tocarme —dijo caminando de vuelta hacia la carretera para buscar cómo irse.
—Elnaz —dijo yendo detrás de ella—. Escúchame. ¡Elnaz!
—¡No me llames Elnaz! —gritó furiosa—. No soy más la chica de antes, no te creo nada, no confío en ti y no voy a dejarme embaucar de nuevo.
—No quiero hacerte daño —dijo abrazándola.
La giró de nuevo para tenerla de frente.
—Todo lo que quiero es demostrar que puedo ser lo que necesitas —aseguró
—¿Qué te hace pensar que voy a necesitarte? —preguntó con los ojos acuosos—. Ni siquiera soy capaz de dejar atrás el odio por ti y esperas que te tolere. Todo lo que quiero en la vida es dejar atrás el rencor y simplemente no puedo hacerlo.
Ibrahim la observó unos segundos antes de tomarla de los hombros y acariciar su rostro.
—En el fondo debe quedar algo de la chica que fuiste —dijo acariciando sus mejillas—. Aún debe existir la Elnaz buena, incluso, ahora estoy convencido de que en el fondo aún queda algo de mí en ti. Todavía duele.
Melina apretó los dientes y se dio la vuelta de nuevo pero el príncipe no la dejó ir, la sujetó de nuevo, abrazándola y dejó un beso en su cabeza.
—Voy a recuperarte —dijo al sentir que se removía—. Voy a demostrar que merezco una mujer como tú.
La soltó e intentó llevar a su auto pero ella se separó de inmediato caminando hacia la carretera.
—Deja que te lleve —dijo sujetando su mano—. No pasará nadie por aquí que te auxilie. Por favor.
La vio meterse al auto y cerrar de un portazo antes de que él tomara su lugar y empezara a conducir hasta donde sabía ella Melina vivía.
Se detuvo frente a la casa del médico a quien había investigado.
Iba a decir algo pero ella se bajó de inmediato y no dejó que le hablara.
Esperó a que entrara a la casa y partió dando un suspiro.
Melina se metió a la casa de Chris más alterada de lo que pensaba reconocer.
Se detuvo de golpe al ver a Chris sentado con su mano sobre el vientre de Peyton que apenas la vio llegar se alejó agachando la vista y pasando a su lado.
—¿Todo bien con el princeso? —preguntó.
—¿Todo bien con Peyton? —rebatió.
—¿Celosa? —preguntó.
—¿Celoso? —replicó.
Se miraron unos segundos antes de que ambos estallaran en carcajadas.
—Cuéntame —dijo Chris—. Debo decir que tu princeso como Doro el explorador se muere de hambre. Ha dejado tantos rastros buscando cosas sobre mí que ha sido muy placentero desviar sus pasos para hacerlo más laborioso.
Melina sonrió.
—Dice que quiere ser buen hombre para mí y mi hijo —dijo mientras Chris guardaba silencio.
—¿Le crees? —preguntó.
—No, por supuesto que no —dijo mirando al frente—. Solo que no puedo entender qué es lo que pretende acercándose de nuevo a mí. ¿Por qué invertir esfuerzos en reconquistar a una mujer?
—Por dos razones —respondió Chris atrayendo la mirada de la joven—. La primera porque seguramente busca hacerte daño y la segunda puede que sean intenciones sinceras. Yo estoy de tu lado, debo admitir que no me cae bien y que voy a hacer lo que tú quieras que haga con él, incluso usar mi cuchillito como dije Hurs, pero también debo decir que creo que no es del todo malo, más bien, es imbécil y algo retardado. Le está ganando a Max.
Melina sonrió y se acercó para abrazarlo.
—No puedo creerle —dijo mientras se apretaba a él y dejaba que Chris pasara el brazo sobre su hombro.
Dejó un beso en su frente y le acarició el cabello.
—Tú debes decidir —dijo él—. Nosotros solo haremos lo que tú quieras, recuerda que somos los peones de la reina.
Se acercó para darle un beso en la mejilla.
—Ahora estoy en plan novia celosa y posesiva —dijo incorporándose para verlo—. ¿Qué hacías de mano larga tocando el vientre de la niñera?
Chris sonrió y la miró.
—Solo dijo que su bebé se movió por primera vez y bueno quise verificar. —Se excusó—. No hay nada de malo ni imagines cosas que no son.
Melina sonrió y se recostó de nuevo en su hombro.
—El cumpleaños de Will está cerca —dijo Chris—. Has pensado qué hacer para él.
—Creo que le vendría bien una fiesta pero ya sabes que eso no es lo mío —dijo divertida—. Usaré a las chicas, seguro que ellas saben más que yo.
—Seguro que saldrá muy bonito y lo disfrutará mucho —aseguró Chris—. Mañana he citado a Peyton a revisión y a análisis clínicos, ¿crees que puedas quedarte con Will o llevarlo al colegio?
—Sin duda —respondió.
—Perfecto —dijo agradecido—. La llevaré conmigo en la mañana y cuando termine podrá ir por el niño.
—Presiento que quieres ser me infiel de forma descarada. —Se rió—. Igual tú tienes permitido un harén de amantes.
—Que considerada —dijo riendo—, pero no, no tengo tiempo para un harén de amantes, sabes que solo estoy buscando a una chica.
—Me voy a dormir porque tu cinismo me enferma —dijo Melina en medio de risas.
—Tú me has sido infiel. —Se quejó—. Es más tuviste el descaro de admitirlo.
—Sinceridad —corrigió mientras subía las escaleras—. Lo mío se llama sinceridad.
—Me alegra saber que eres tan amable y sincera —dijo Chris ganándose una mirada de reproche de la chica—. Por cierto, mañana en el casino en la noche, tenemos reunión de solteros, solterones y las señoras de la hora del té.
Melina comenzó a reír.
—Las señoras del té seguro se irán temprano con el pretexto de que ya tienen sueño —dijo Melina.
—La rubia pondrá de pretexto los biberones —dijo divertido—. Desde que se casaron y tienen bebés, ya no tengo amigos.
Melina le dio un beso en la mejilla antes de ir a la habitación de su hijo. Abrió la puerta y caminó unos pasos hasta la cama donde lo encontró dormido, con el cobertor en el piso.
Se agachó y lo puso sobre su cuerpo cubriéndolo, dejó un beso en su frente y acarició su cabello justo en el momento en que lo vio abrir los ojos.
—Hola —dijo el niño.
—Siento haberte despertado —dijo ella—. Duerme mi vida.
—¿Te quedas a dormir conmigo? —preguntó.
Melina se quitó los zapatos y se acomodó en la pequeña cama a su lado abrazando al niño que pasó su pequeño brazo por encima de su mamá.
Ella acarició su cabello largo rato hasta que se volvió a dormir mientras pensaba en lo que había pasado esa noche. Finalmente cerró los ojos y se dejó abrazar por el sueño.
*****
Despertó con un pesado brazo sobre su cuerpo y sonrió antes de girarse y ver a Chris aún dormido y como siempre ocupando la cama casi por completo.
Se levantó de la cama con cuidado de no despertarlo y se metió a la ducha.
Cuando salió lo miró sentado con cara de fastidio.
—Ahora, ¿cuál es el problema? —preguntó.
—Solo quería seguir durmiendo —dijo malhumorado—. Pero debo ir a la clínica, después ir al médico y hacerme análisis.
Melina le miró con tristeza antes de acercarse y sentarse a su lado.
—¿Cuánto tiempo queda? —preguntó.
—Nada —dijo mirando al frente—. El diagnóstico es inequívoco, ya no queda nada.
Melina se quedó callada unos segundos y tomó su mano.
—¿Ya no hay ninguna esperanza? —inquirió—. Por mínima que sea.
—Ninguna —dijo con una sonrisa amarga—. Estos son los últimos análisis, solo son la confirmación de lo que ya sé.
Se vio sujeto por Melina que apretó su cuerpo con fuerza y llenó de besos su tórax haciendo que Chris sonriera.
—No se los digas —dijo levantando la barbilla de Melina—. Yo lo haré cuando esté listo, justo ahora estoy en la etapa en la que asimilo todo.
—Será como tú quieras —respondió parpadeando para alejar las lágrimas—. Aunque no dudo que Parker ya lo sepa.
—Me he asegurado de que no sea así. —Sonrió—. No quiero que me dé una terapia antes de tiempo. Que sea al final, no ahora cuando aún estoy asimilando la derrota tras muchos años.
Melina le dio una sonrisa llorosa antes de que él tomara su rostro entre sus manos.
—No mereces esto —dijo al mismo tiempo que Chris limpiaba sus mejillas—. No lo mereces.
—Así son las cosas —respondió dejando un beso en su frente—. No llores, solo sigue siendo la fenomenal amiga que eres, aún cuando confirme todo, déjame solo cuando lo necesite, hazme reír cuando te lo pida, dame un abrazo cuando sienta que no puedo más y enséñame que nada duele en esta vida, que la amistad y hermandad que tenemos todos vale cada segundo.
—Vamos a embriagarnos como Dios manda cuando eso pase —dijo sujetando su rostro—. Vamos a reír de cualquier estupidez para mitigar el dolor, vamos a llorar hasta quedar secos, vamos a hacer todas las locuras que hemos hecho juntos desde que nos conocemos. ¿Recuerdas cuando Hurs te golpeaba cada que llegabas a casa con la excusa de estar entrenando?
—Me molió a golpes como le dio la gana —dijo riendo—. Debí usar mi cuchillito.
—Igual sabes que te seguirá pegando —dijo divertida.
—Nunca podremos vencerlo —dijo con una media sonrisa—. Tampoco podremos vencer a Max haciendo cuentas, a Maddox controlando seguridad y haciendo logística ni a Parker le ganaremos un debate. Tampoco seremos jamás tan buenos tiradores como tú.
—Me perdonas pero Sam ha dejado claro que me puede batir en un duelo —dijo con seguridad.
—Dios, esa niña —dijo con una media sonrisa—. No sé qué me dá más miedo, si Parker, la reina, Sam o los tres juntos.
—Son iguales de críticos todos —dijo divertida—. Pero son un amor.
—Parker no es un amor —dijo abrazándola—. Tú eres un amor.
—Tú también —respondió Melina—, pero ahora vaya a la ducha y póngase guapo, uno no sabe cuándo encontrará el amor y dónde.
Chris sonrió y se levantó para ir a la ducha antes de que Melina lo dejara solo en la habitación.
Ella bajó al comedor donde encontró a su hijo ya listo para ir al colegio.
—¿Y Chris? —preguntó.
—Está por bajar —dijo mientras se sentaba y esperaba a que Christopher bajara.
Varios minutos después lo vio apresurarse para desayunar con ellos. Dio un beso a la cabeza del pequeño y se sentó.
Les sirvieron y solo entonces se dio cuenta de que Peyton no estaba ahí.
—¿Dónde está Peyton? —preguntó.
—En la cocina —dijo el niño—. Dijo que comería ahí.
—¿Por qué? —preguntó antes de gritar su nombre.
Peyton apareció entonces con un vestido ajustado, demasiado ajustado para su embarazo, tanto que llamó la atención de Chris.
—¿Por qué tienes ese vestido? —preguntó.
—Ya no me quedan —dijo nerviosa.
Chris dio un suspiro antes de pedirle que se sentará a la mesa y que hizo sonreír a Melina de forma discreta...
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